INUYASHA NO ME PERTENECE, PERO LA TRAMA SÍ.
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Un error agridulce
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Capítulo 10
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CAPITULO DEDICADO A BENANI0125
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Luego de la reunión de socios que Bankotsu pidió para mocionar el cambio de estrategia en la demanda, y que el caso ya no fuera a juicio, sino que se hiciera un trato, los socios principales siguieron de nuevo al socio director y aprobaron el trato, aunque con cierto disgusto.
Un monto de dinero que sería desembolsado de las utilidades de los socios. Compartían ganancias, pues también perdidas.
Bankotsu disimuló lo mejor posible la posición derrotista en la cual quedó luego de eso, pero era lo mejor.
Su propia madre Kagura salió de su retiro para volver a sugerirle que hiciera un trato. No podía obviar el consejo legal de la mejor abogada que haya visto en su vida, pero aun así se sentía frustrado de perder frente a gente que lo estafó.
Pero como su madre le dijo, la firma necesitaba recuperar paz y tranquilidad. El dinero era muy sencillo de recuperar.
Lo que no se esperó que acabada la votación y cuando Bankotsu dio moción para retirarse, fue el imbécil de Inuyasha Miller quien hizo un insólito pedido.
—Ante los eventos recientes, hay una cuestión importante que debemos hablar —Inuyasha tenía una pose muy tranquila—. Con esta demanda en curso, muchos estamos cuestionando el juicio de Bankotsu Donovan y por ende su liderazgo para seguir controlando esta firma, y solicito se realice un control exhaustivo de todos sus casos y clientes para que acabado este periodo se realice una junta extraordinaria de socios y determinar si Bankotsu sigue o no en el cargo.
Prácticamente la propuesta de Inuyasha le daba un tiempo de completar su periodo antes de votar su destitución.
Si no estuvieran los demás socios y no se encontrase prácticamente a prueba, Bankotsu hubiera sido capaz de darle una bofetada a Inuyasha.
La junta se cerró y los socios regresaron a sus oficinas.
Inuyasha le arrojó una mirada de burla a Bankotsu. El periodo terminaba en sesenta días, pero si alcanzaban los votos, podía llamarse a una junta extraordinaria.
Era un golpe inesperado aprovechado por ese miserable.
Pero Bankotsu se mantuvo en sus trece pese al ataque frontal que recibió y que no esperaba recibir tan pronto.
El monto del acuerdo a Lippson sería de diez millones de dólares.
Kikyo se le acercó luego de aquella junta a preguntarle cómo estaba. Prácticamente lo siguió a la oficina.
Bankotsu estuvo tan ensimismado en sus propios asuntos que hasta se había olvidado de su amante. No recordar a la mujer con que solía acostarse no era malo, era lo siguiente.
Esa tarada actuó como psicópata la última vez por causa de los celos, arruinando una junta y que perdieran un cliente.
Pero aparentemente ella creía que todo seguía como antes.
—Si quieres puedo ir a tu casa, hacerte café o una de tus comidas preferidas.
—Lo último que quiero ahora es compañía en mi casa —respondió Bankotsu con la verdad.
Él notó los ojos anhelantes de ella, como si estuviera haciendo un esfuerzo enorme para no arrojarse sobre él.
Ella rompió el perímetro de su espacio personal y le tocó el brazo.
—Entonces puedes venir a mi casa, pero yo necesito estar contigo —rogó la mujer.
Bankotsu frunció los labios.
Eso era lo último que necesitaba, tener encima a una Kikyo cargante con una imaginación peligrosa.
—Lo mejor que puedes hacer por mí en este momento es que cumplas tu trabajo con esta firma —él se giró a mirarla con severidad—. En vez de hablar de tonterías, te sugiero que subas tus horas facturables ya que han sido las más bajas del semestre y eso que se te otorgó una cartera de clientes abultada, sin contar lo que ocasionó tu ultimo jueguito.
Kikyo se detuvo con aquel sermón, pero sus ojos estaban llorosos.
Bankotsu giró. No tenía más ganas de verla y ella no tardó en desaparecer.
Lo último que necesitaba era a esa inoportuna mujer.
En su computador sonó un pitido como señal de que llegaron unos correos electrónicos. Bankotsu sólo miró un poco y supo que eran de Kagome.
Esa inexplicable mujer a la que no acababa de comprender.
Recordaba el ávido discurso que le dio unos días atrás cuando abogó por ir a juicio, que ella tenía fe que tenían un caso sólido para la Corte.
Se aseguró que Kikyo ya hubiera desaparecido.
Algo lo hizo sentarse y localizó en su computador un programa que Jakotsu le había instalado y que era para tener acceso a todas las cámaras del edificio sin necesidad de ir a la sala de seguridad.
No tardó en ubicar la cámara de la zona de los cubículos de las asistentes. Y ahí la miró, estaba trabajando sin descanso frente al computador.
Unos libros abiertos a modo de consulta y una enorme libreta de anotaciones a su lado mientras tecleaba ávidamente.
No la culpaba ya que de nueva cuenta él la había recargado con muchísimo trabajo
Aquellas inconvenientes sensaciones comenzaron a incomodarlo.
Así que cerró rápidamente el programa.
Aparentemente la posibilidad de perder su cargo, también lo estaba volviendo estúpido.
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Desde que Bankotsu amenazara con despedirla luego de haber sido descubierta por sabotear el trabajo de aquella mugrienta asistente, Kikyo estuvo errante y salía casi todas noches a beber.
En la oficina, descuidaba los casos. Bankotsu tenía razón cuando la acusaba de bajar sus horas facturables.
Los celos y la rabia la inundaban.
Le dolía el rechazo de Bankotsu y todos los días pensaba en como reconquistarlo.
En una de esas salidas ocurrió algo impensable.
Inuyasha Miller llegó a beber al mismo bar que ella. Le estuvo haciendo bromas y tonteando dándole una atención que necesitaba con desesperación. Y en el espejismo de su angustia, aquel abogado se le acercó aprovechando su lamentable estado y su deseo de cariño.
Se acostó con Inuyasha aquella noche.
Él lo tomó con diversión y lujuria. ¿Cómo no desear a una lamentable mujer tan bella?
Y ella porque su amor por Bankotsu la destrozaba al punto de dañarse hasta este punto.
A la mañana siguiente, tuvo que tragarse las mofas de Inuyasha Miller que Kikyo tuvo que sacarlo a empujones de su piso.
Quedó sola, desnuda y avergonzada.
¿Podía ser peor?
Sí que podía.
El ver a Bankotsu ignorándola todos los días y que él no aceptaba su contención ante el grave panorama por aquella demanda.
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Si Kikyo se encontraba cuesta bajo, en un lugar diametralmente opuesto se ubicaba Inuyasha Miller, quien se sentía casi ganador luego de haber solicitado la revisión del liderazgo de Bankotsu Donovan.
Su actuación ante la demanda le ocasionó la pérdida de confianza de algunos socios y por supuesto, Inuyasha estaba encantado de ayudar en la ecuación de socavar a Bankotsu.
Todo le estaba yendo perfectamente.
Tenía el apoyo de Skadden para futuros negocios y estaba seguro de poder socavar a Bankotsu antes de los sesenta días. Lo que había ocurrido con aquella demanda era demasiado grave para pasar por alto su negligencia.
Y como postre, también obtuvo a la chica. A Kikyo Skadden.
Siempre la deseó y fue excitante poseer a la amante de Bankotsu.
Poco a poco se iría apoderando de todo cuanto le era querido a ese malnacido.
Cuando Inuyasha se veía al espejo, estaba convencido de estar viendo al próximo socio director de la firma.
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—¡Ya te dije lo que estoy haciendo! Me tomo un descanso después de haber visitado como cien tiendas buscando las sabanas más baratas de Manhattan —Jakotsu tenía los audífonos puestos mientras recibía esta llamada del móvil.
Era su hermano que vivía en Los Ángeles y siempre lo llamaba en las horas más inadecuadas.
Como por ejemplo ahora que tuvo que sacrificar su horario de almuerzo para venir al Bryan Park porque Bankotsu lo citó allí.
Si ese diablillo no quería verlo en la oficina, es porque algo se traía entre manos.
—¡Faltan como ocho meses para navidad! No torturaré mi cabello yendo a LA, así que te toca venir a ti —seguía exclamando en voz bastante alta al móvil. Tanto que algunas chicas que estaban por allí giraron a mirarlo haciendo gestos adustos.
Pero Jakotsu no toleraba estas tonterías.
—Chuuuu, largo de aquí niña, ve a algún lado a que te embaracen —haciéndole una seña con los dedos que hizo que las chicas se fueran rápidamente con la ofensa.
Finalmente cortó la llamada a su hermano, sacándose los audífonos de la oreja. Mientras esperaba a Banky, iría a pedir uno de sus waffles favoritos con bastante helado de chocolate.
No iba a hacer ninguna tarea de espionaje sin comerlo.
Cuando se levantó vio a varios niños correteando. Todos tenían un uniforme parecido a los de los exploradores. Y algunas señoras con cara de maestras.
Jakotsu frunció el ceño.
Lo que faltaba, un tour escolar de niños de la clase de infantes.
—¿No es muy temprano en esta época para soltar a esas pequeñas bestias?
Se dirigió a la casilla y pidió los waffles.
Al cabo de dos minutos aparecieron listos y sus ojos se iluminaron de tan solo verlos.
Ya podía hasta saborearlos de antemano y echaba saliva de sólo imaginarla textura. Pero cuando cruzaba para llevarlo a la mesa, un niño pasó corriendo y todos sus waffles cayeron al suelo.
—¡Oh por dios, Brandon! Ven aquí y pide disculpas inmediatamente —la voz de una mujer que se acercaba empujando una enorme carriola los sorprendió.
—¡Mis deliciosos waffles!
—Lo siento mucho, señor…vamos a reponérselo. Ya sabe cómo son los niños.
Jakotsu vio a la mujer.
Era joven y con aspecto tan cándido que podría ser una provinciana. Seguro era bastante sencillo estafarla.
—Ningún dinero o disculpa va a reponer esos waffles ¿no sabe lo difícil que es que preparen con el punto justo de harina? —Jakotsu se limpió las migas—. El mocoso grosero ¿es su hijo?
—Somos de una parvularia y tocaba excursión de un sector de los niños en el Bryant Park
La risilla conjunta de dos niñitos llamó la atención de Jakotsu. Los que estaban en la carriola y parecía que saldrían de allí en cualquier momento.
—¿Y estos? ¿acaso se achicaron? —señaló a los dos niños
Sango sonrió feliz de poder hablar de los dos pequeños.
—También los cuido y no iba a dejarlos solo en el parvulario —la mujer acarició la cabecita de uno de los niños—. Mi nombre es Sango y puedo garantizarle que el daño que le ocasionamos le será resarcido.
Jakotsu estaba por responder de forma ingeniosa hasta que reparó mejor en los dos renacuajos de la carriola que reían como si fuera un payaso de circo.
Los dos niños le resultaron demasiado familiares.
Esos ojos y la forma de sus rostros.
Se llevó la mano a la cabeza.
—Debo estar perdiendo la cordura por culpa de Banky…tanto que me parece ver miniaturas suyas.
—¿Cómo dijo? —preguntó Sango
—Que hay gente tan insoportable que sus caras aparecen en donde menos uno lo espera —Jakotsu se sacudió el cabello y volvió a mirar a los niños, que a su juicio estaban ya crecidos como para andar en carriola, pero asumía que la muchacha los tenía allí por seguridad.
La naturaleza era increíble.
Si no supiera que Bankotsu era hijo único, pensaría que esos eran sus hermanitos.
CONTINUARÁ
Hermanitas, atraso, pero vamos cumpliendo.
BESITO AIDÉ, SAONE TAKAHASHI, BENANI0125, LUCYP0411, IMAG04, ANNIE PEREZ, CONEJA, LIN LU LO LI, PAULITAA, NEFFER Y MANU TEORÍAS.
Nos leemos prontito.
Paola.
