RETORNO

Hermione apareció en medio de una oficina en el Ministerio de Alemania, sus ojos estaban cerrados aún recordando los diez segundos más largos de su vida, un suspiró salió de su boca, mientras una lágrima resbalaba por su mejilla.

En su mente solo podía pensar en la mirada indescifrable de Harry.

"Ahora ¿Qué haría? ¿Cómo enfrentaría las consecuencias de esa revelación? ¿Harry seguiría viéndola igual? ¿Podrían seguir siendo amigos?"

Esto y muchas preguntas comenzaron a aterrarla, sus ojos se abrieron notando por primera vez el lugar, donde una señorita la miraba entre avergonzada y sorprendida, ella era la encargada de recibirla y guiarla en sus primeros días en aquel país, sin embargo nunca esperó encontrarse en esa escena, solo observando en silencio a una mujer hermosa, pero claramente destrozada, remojada y hecha un desastre.

Hermione quiso recomponer su actitud, evitando las lagrimas que luchaban por salir.

— Eh, hola soy... — la castaña intentó decir tartamudeando.

— Bienvenida señorita Hermione Granger, si me disculpa olvidé unos papeles, pues la esperábamos unos minutos más tarde, regresaré en cuanto los encuentre... bienvenida y por favor disculpe mi error — dijo la mujer improvisando un poco y salió de la oficina, cerrando la puerta.

Hermione oyó el clic del seguro, sacó su varita para insonorizar el lugar, mientras agradecía infinitamente a la persona que había leído perfectamente la situación y le estaba dando tiempo y espacio para desahogarse y calmarse.

Una vez a solas Hermione gritó, liberando las lágrimas acumuladas, y dejando que su pecho sacara el dolor acumulado por lo que acababa de pasar.

El llanto se intensificó, haciendo que la castaña cayera al piso, abrazándose con fuerza, pensando en que acababa de arruinar la más grande amistad que pudo haber tenido, sintió que había perdido a Harry.

Fueron los treinta y cinco minutos más tristes, más dolorosos y más largos en los que pudo desahogarse, por lo menos los que necesitó en ese momento.

Sin embargo como toda persona comprometida con su trabajo, se recompuso y con su varita secó su ropa y su cabello, colocándolo en un moño decente y se dejó lo más presentable posible, guardando a la Hermione destrozada, para sacar a la ejemplar y brillante jefa del departamento de derecho de criaturas mágicas.

Salió de la oficina ya más calmada y arreglada, rápidamente notó a la mujer que la había recibido y que parecía esperar en el pasillo.

Le sonrió mientras se acercaba para presentarse nuevamente, buscando las palabras para justificar su comportamiento.

— Acompañeme, le daré el tour, para luego empezar los objetivos de su labor en este ministerio — dijo la chica al ver a la ojimiel, sin dejar que se disculpara.

Hermione sonrió nuevamente agradecida de no tener que hablar de algo que la haría colapsar nuevamente.

...

Un mes después, Harry y Ron habían acordado encontrarse para almorzar, como usualmente lo hacían, en la cafetería del ministerio.

— Oye — dijo Harry llamando la atención de su amigo, quien tomaba asiento frente a él — ¿Fue por eso que la mencionaste en aquella fiesta de navidad del ministerio, ¿cierto? — preguntó Harry, mirando a su mejor amigo asentir.

— Correcto — afirmó el pelirrojo — pero luego dijiste que no la mirabas románticamente, así que dejé el tema — Ron le explicó a Harry bajando sus hombros.

— Es algo irónico y frustrante darte cuenta que la única mujer que tiene todo lo que buscas para una relación, sea tu mejor amiga. La única mujer a la que no quieres meter en ese rollo de relación romántica para no lastimarla y arruinar la amistad — expresó Harry con impotencia.

Mientras comían y conversaban una de las alumnas de Harry apareció, acercándose a ellos para preguntarles si podía sentarse en su mesa.

En silencio ambos amigos asintieron, pues después de todo solo buscaba donde almorzar y todas las demás mesas estaban bastante llenas. Lo que ellos no sabían era que sus intenciones eran otras, pues al sentarse la chica empezó a tratar de conversar con ellos, especialmente con Harry.

Los dos amigos tenían pleno conocimiento de que la mayoría de alumnas y mujeres en general en el ministerio, estaban obsesionadas con Harry por su fama como el elegido y en cada oportunidad suspiraban por él, cosa que Harry, por supuesto, odiaba.

— No sabes lo emocionada que estuve cuando me enteré que tú nos darás los entrenamientos, Harry. — decía la chica alegremente.

Sin prestarle completamente su atención, Harry solo continuó comiendo, mientras la chica se esforzaba el doble en halagarlo.

— Sé que no hay otro mago tan poderoso como tú para enseñarnos —insistió la chica, acercándose más a Harry y sin importarle la incomodidad en él, siguió — Nadie que sea tan guapo.

Un poco sonrojado e incómodo, dirigió una mirada incrédula e incómoda hacia la chica, y aunque sin éxito, pero sin querer ser grosero, decidió contestar.

— Gracias — respondió Harry en un tono cortante, mientras él único que entendía su incomodidad, era su amigo de pelo rojo.

— Todo lo que he aprendido te lo debo a ti, Harry — continuó la chica, atreviéndose a tomarle la mano, mientras Harry encontrándose incómodo, trataba de sacar la mano de su agarre.

— Tal vez podríamos salir algún día, fuera de los entrenamientos o podrías darme clases particulares. — sugirió la chica con coquetería.

Cuando la chica comenzó a hablar más y más solo con Harry, Ron no pudo hacer más que reírse un poco, pues le causaba mucha gracia que incluso sus alumnas le coqueteaban a su mejor amigo. El pelirrojo se mantuvo sonriente, hasta que la mujer tocó un tema sumamente delicado para su amigo, pues se atrevió a mencionar a Hermione, lo que hizo que Ron detuviera sus bromas y volteara a ver seriamente a la chica, mostrando que había cometido un error al hacerlo y que no siguiera con ese tema, mientras tanto, el pelinegro se había comenzado a tensar.

— Escuché que esta chica, amiga de ustedes, ¿Hermione Granger? Se encuentra de viaje por trabajo y según lo que escuché, Harry está peleado con ella, ¿eso es cierto? — dijo la chica, con notable emoción en su voz al estar hablando con el elegido fuera de clases.

Sus palabras hicieron que tanto Harry como Ron, voltearan a verse entre sí muy incrédulos, ya que Harry no había peleado con Hermione, solo existía un poco de tensión entre ellos por los sentimientos de la castaña por Harry, quién recién los había descubierto, así que no existía un motivo para que la chica dijera algo como eso.

Sin poder evitarlo, Ron volteó a ver a la chica nuevamente, haciéndole una señal para que no continuara con ese tema o de lo contrario, Harry no tardaría en rechazarla de mala manera, pero ella decidió ignorarlo y siguió.

— Bueno, ahora que están peleados y que Hermione está fuera del campo, tú y yo podríamos salir en una cita sin que nadie nos moleste, Potter. Tengo entendido que Granger siempre es un pegoste con ustedes dos — terminó de decir y luego saltó asustada en su asiento, cuando Harry se levantó de su silla completamente rojo del enojo, al escuchar las tonterías que decía y lo que se atrevía a afirmar de Hermione.

— ¡Estás loca si crees que voy a poner a alguien por encima de mi mejor amiga! No voy a salir con ninguna mujer que me vea solo como el elegido o el niño que vivió. Aquí soy un auror y tu entrenador nada más y para tu información, en ningún momento he discutido con Hermione y aún si eso hubiera sucedido, ¡No sería de tu incumbencia! ¡Y también espero, por tu bien, que no vuelvas a hablar así de ella y mucho menos llamarla pegoste, porque no lo es! — terminó el azabache tratando de contener su furia, estando inclinado hacia la chica y apoyando sus manos en la mesa, con su mandíbula apretada.

— ¡Oh vamos Potter! Granger siempre se ha visto como la que quiere acaparar la atención, yo puedo hacerte ver siempre como el protagonista de todo, ya sabes que tu fama te preside... — afirmó la chica con seguridad.

— Pon atención por que no voy a repetirlo, Hermione es una grandiosa persona, que no ve nunca por ella sin poner a los demás primero, ella al contrario tuyo nunca me ha visto por mi fama y eso me hace tenerla en un lugar especial como mi mejor amiga y antes de ella no hay ni habrá nadie que ocupe ese puesto si solo buscan adularme. — Harry se irguió mostrando sus ojos llenos de ira que se clavaron en ella.

Se deshizo del agarre de Ron en su brazo intentando tranquilizarlo y sacando su varita, sin despedirse de nadie, hizo flotar su bandeja, tiró su basura y salió de la cafetería dando largos pasos, hecho una furia.

4 meses después

El estridente sonido del ascensor casi rompía sus tímpanos mientras subía por todo el ministerio, pero a ella no le molestaba en absoluto, más bien era un sonido que le daba la bienvenida a casa.

El tiempo que había pasado fuera de Londres había sido poco, comparado a otros trabajadores que se habían ido por años, sin embargo, extrañó muchísimo el lugar, su casa, a su familia y a sus amigos.

Sin embargo no se quejaba de su estadía en Alemania, el país había caído como anillo al dedo para ella, pues a parte de trabajar allá, pudo visitar muchos lugares y darse un tiempo para sí misma y meditar sobre todo lo que estaba pasando en su vida. Así que después de cuatro meses fuera, definitivamente estaba lista para volver a la realidad y a su vida cotidiana.

Sus padres habían sido los primeros en darle la bienvenida unas horas antes a su llegada. Habían suplicado que se quedara a descansar y tomar una siesta en su casa, pero Hermione quería ir al ministerio, el trabajo no se podía pausar y ya tendrían todo el fin de semana para contar anécdotas y recuerdos.

De hecho el día lo tenía libre, al igual que la próxima semana, pero no le molestaba ir a dejar solamente un pequeño informe de todo su trabajo y después irse a casa.

Nadie sabía que ella había llegado al trabajo, al menos no sus amigos, ni siquiera Harry y Ron.

Hablando de ellos dos, esa sería otra de las razones por las que iba, pensó sonriendo un poco.

Se habían escrito, mencionando a Ron, eso sería solo unas cinco cartas en los cuatro meses, pero a comparación de otras veces eso era bastante tratándose de él.

Y Harry...

No se habían escrito la primera semana, al menos ella no devolvió una respuesta inmediata a la primera carta que él le envió, justamente la noche de su partida, donde se quería asegurar si había llegado bien.

Pero, decidió hacer a un lado toda la incomodidad y vergüenza para escribirle finalmente.

No tenía una cuenta exacta de cuantas cartas habían ido de acá para allá en todo ese tiempo, pero estaba segura que habían sido más de treinta y lo más peculiar, es que ambos actuaron de lo más normal, ninguno, nunca, mencionó nada sobre lo qué pasó aquel día. Ambos lo dejaron atrás.

Eso sin duda partió el corazón de Hermione, dejándola devastada una noche, pues si Harry había decidido mejor olvidar las cosas, significaba que estaba claro que no deseaba una relación amorosa con ella. Decidió dejar eso pasar, pues estaba agradecida de que al menos, aún la considerara su mejor amiga y no la evitara e ignorara porque ya no deseaba estar con ella.

Dejando eso en el pasado, la sonrisa de Hermione no podía ser más grande al acercarse cada vez más a la oficina de entrenamiento de su mejor amigo.

Sin pensarlo dos veces, dio un respiro profundo antes de girar la manecilla y abrir la puerta.

Adentro, todo era un caos. Magos entrenando para ser aurores, iban de aquí para allá siguiendo instrucciones y tratando de hacer su trabajo lo mejor posible.

No fue fácil encontrarlo entre toda la ola de personas, pero si fue fácil divisar un uniforme perfectamente limpio y sin arrugas, que se destacaba entre las camisas y blusas azules que todos los chicos llevaban y después de todos esos años, ella sabía que era él.

— Perdón — comenzó a apresurarse para pasar entre todos los chicos aprendices — Disculpe —

Su corazón latía rápidamente, ella solo quería verlo y abrazarlo de nuevo.

— Lo siento — se disculpó al apartar de un suave empujón a una chica aprendiz.

Finalmente, logrando pasar el mar de personas frente a ella, logró llegar hasta Harry, pero se llevó una sorpresa al ver que no estaba solo.

— Lo estoy tratando, ya te he dicho que no puedo con mi grupo, ¿no crees que puedes venir un rato con nosotros? No te aburrirás — decía una chica que se encontraba con él.

Era una chica muy guapa, estaba parada frente a él con una sonrisa bastante atrevida en su rostro mientras solo tenía ojos para Harry.

— Es necesario que vengas a tomarte otro té junto a nosotros. Siempre es muy interesante charlar contigo — decía coquetamente.

Aún no sabiendo que hacer, pero si pudiendo sentir como su sonrisa se desvanecía, Hermione solamente estaba allí, parada, escuchando, aunque sabía que probablemente estaba haciendo algo incluso irrespetuoso, al escuchar una conversación donde ella no tenía nada que ver y mucho menos, comenzarse a poner ¿celosa?.

Primero que nada, Harry tenía su propia vida y Hermione lo sabía perfectamente, pero ahí estaba el problema. Los sentimientos que ella misma creyó haber enterrado durante esos meses lejos de él, regresaron tan rápido que todo aquel tiempo que había tardado en ocultarlos, ahora parecía algo absurdo e incluso un chiste.

— Le preguntaré a Ron, tengo que hablar con él ahora — la voz de Harry era un poco irritada, pero Hermione no le prestaba atención, hasta que se volteó y quedó cara a cara frente a ella.

Desafortunadamente Hermione ya no estaba en su ánimo de antes, por lo que su sonrisa se había desvanecido y sus ojos perforaban a la chica con quien conversaba Harry.

Por otro lado, su mejor amigo no tenía palabras y sus ojos pasaron de estar decaídos a recorrerla toda, verificando si lo que veía frente a él era real y que su mejor amiga si estaba allí.

— Vaya vaya — la primera en hablar fue la chica, quien se cruzó de brazos y caminó más cerca de ella, posicionándose junto a Harry — tú debes ser nada más y nada menos, que la famosa Hermione Granger — dijo la chica con aires de superioridad.

Fingiendo una pequeña y cortés sonrisa, Hermione solamente asintió.

— Hola... — murmuró Harry — No sabía que vendrías a trabajar hoy.

Sus ojos aún estaban pegados en su rostro. A Hermione le pareció que verificaban si en verdad era ella o estaba alucinando.

—¿Sabías que venía hoy y no me lo habías dicho?, ¡Que irrespetuoso de tu parte, Harry Potter! — exclamó la chica.

—Y la razón por la que tenía que decirte ¿era exactamente ...? — confundido, Harry volteó a ver hacia la estudiante.

— Discúlpanos querida. Error mío al no haber preguntado. Habla mucho de ti. —

— Un dato muy informativo — sin poder evitarlo, el sarcasmo se derramó de su boca.

La sonrisa de la chica tembló un poco ante el comentario de la castaña.

— Bueno, debemos regresar a practicar, ¿no Harry? — Preguntó la chica, intentando alejar a Harry de Hermione.

''¿Quién por las barbas de Merlín era ella?, ¿Y por qué era tan engreída?, ¿Acaso no tenía la ropa que usaba un estudiante?, No debería de ser ella quien estuviera ordenando a todos ahí.''

— Oye, espera — Harry la tomó suavemente del brazo —¿Te parece ir conmigo y Ron a tomar algo esta noche? Tenemos que ponernos al día sobre muchas cosas — ofreció con voz dulce.

— Harry, necesitamos que nos ayudes con la práctica — insistía la chica, sacudiendo el brazo del chico, quien no se molestó en ocultar su gesto irritado y sacudir respetuosamente su brazo de su mano.

— Vayan ustedes. Tus compañeros si pusieron atención. Ellos pueden explicarte — zanjó el azabache con notable enojo.

Ofendida, la mujer abrió su boca tan grande, que parecía una exageración.

Hermione ignoraba todo aquello y pensaba en la oferta.

Con aquella propuesta, era difícil mantener una expresión seria y la chica pensó que en cualquier momento, Harry podría escuchar como su corazón latía cada vez más fuerte y rápido, llegándola a delatar.

Pero por otro lado estaban los celos que la consumían como una llama viva.

— Harry... verás, yo... podría, pero... — balbuceaba Hermione.

No encontraba las palabras aunque rebuscara hasta lo más profundo de su cerebro. Ni siquiera sabía qué decisión tomar.

Harry aún la veía con toda la atención del universo, dándose cuenta que se estaba poniendo nerviosa y confirmando sus palabras hacia Ron, sobre la posible incomodidad que habría entre ellos. Pero Harry estaba decidido a no perder a su mejor amiga.

Era imposible no sumergirse en sus ojos, aquellos pozos verdes, esos que le daban la bienvenida a casa sin necesidad de que su dueño dijera algo.

— No lo sé... podría ser ... — contestaba ella, cuando fue interrumpida por su amigo pelirrojo.

— ¡Así que es verdad! — la voz de Ron Weasley hizo saltar a ambos del susto al salir de su burbuja de admiración hacia el otro — ¡Si no fuera por tu conocido cabello, te habría contado como otra persona de la multitud que tenemos acá! — exclamó el pelirrojo.

Ron le dio una palmada amistosa en el hombro, mientras que la mano de Harry aún seguía tomándola, aunque queriendo mostrar que estaba tranquila, le costaba un poco al volver a sentir de nuevo todas esas mariposas dentro de ella.

—¿Por qué no habías dicho que venías?, ¡George y yo habríamos podido hacer una fiesta acá en el ministerio! — protestó Ron.

Hermione agradeció que aquello no hubiera pasado.

Harry estaba serio viendo a Ron, aunque en sus ojos se podía notar un poco de agradecimiento.

— Habría sido buena idea — asintió distraídamente — entonces, ¿qué dices Hermione? — Insistió Harry.

—¿Ya están haciendo planes sin mi? — Ron fingió estar ofendido.

— Harry quería ir a que tomáramos algo los tres, esta noche... — dijo Hermione con una sonrisa tímida.

— Perfecto. Nos vemos esta noche — declaró Ron emocionado.

— Eh, yo.. no lo se — balbuceó la ojimiel sintiendo como sus mejillas se incendiaban, su mano comenzó a sudar haciendo notorio el nerviosismo que tenía.

Ron fijó la mirada en su amiga presionándola para que aceptara, Harry quien también la veía, apretó su mano en signo de súplica, cosa que terminó por derrumbar a la Castaña.

— Yo, yo... de acuerdo, trataré de ir — dijo Hermione pasando saliva y desviando su mirada al suelo, en un claro signo de pena.

— Nada de trataré, ¡Promételo! — alegó Ron

— ¡Bien! ¡Lo prometo! — exclamó la castaña ante aquella presión y asintió mirando a Harry, quien no había dejado de mirarla, esperando que confirmara su asistencia.

— Ehh... fue muy bueno verlos. Iré a darle mis informes al ministro y nos vemos esta noche — Hermione habló tras unos minutos de silencio, sonrió lo más que pudo, liberándose de la mano de Harry, para poder finalmente salir de allí.

— ¡Weasley! ¡Potter! ¿Qué hacen ahí parados?, ¡Tenemos treinta y siete magos y brujas queriendo entrenar acá! — Exclamó Kingsley, entrando en el lugar.

La castaña volteó hacia ellos esperando una respuesta de Harry, pero este volteó a ver al igual que Ron cuando los llamaron, por lo que en los segundos que se distrajeron, Hermione se las arregló para salir de ese lugar, encontrándose con Kingsley al llegar a la puerta.

"Que gran encuentro" pensó con tristeza.

— ¡Oh! ¡Hermione!, no te esperaba hasta dentro de una semana por acá. Y claro, debí suponer que sería por aquí al primer lugar al que vendrías. Ven, necesitamos hablar sobre los asuntos de tu viaje. — dijo el ministro emocionado.

Harry, aún decepcionado por ese preocupante encuentro entre ellos, volteó hacia la puerta para ver como su amiga se alejaba con Kingsley.

Entrada la noche, Harry y Ron decidieron invitar a Luna, para que de esta manera con su compañía, Hermione no se sintiera tan incómoda por lo ocurrido antes con Harry. Los dos amigos junto a Luna, se aparecieron frente al apartamento de Hermione, para ir a recogerla y luego los cuatro juntos dirigirse hacia el centro nocturno en el que pasarían el rato.

Cuando tocaron la puerta y Hermione la abrió, no tardó mucho en saludar efusivamente a los tres, tratando por todos los medios de que ninguno de sus amigos, especialmente Harry, notara su incomodidad, así como también intentó por todos los medios, no cruzar su mirada con la de él.

Estando los cuatro juntos, se aparecieron frente al lugar nocturno donde se veía un ambiente muy alegre y caminaron hacia el interior, buscando una mesa para los cuatro y en poco tiempo ya se encontraban conversando amenamente, mientras Hermione muy emocionada les contaba acerca de la investigación que había hecho en su viaje a Alemania.

Tan inmersa estaba en su emoción, que por un momento olvidó la vergüenza que sentía con Harry, sin darse cuenta de que él la observaba hablar con una sonrisa torcida en sus labios. Se sentía sumamente orgulloso de su mejor amiga y de todo lo que estaba logrando, que no podía evitar sentirse contagiado con su alegría.

Hermione continuaba hablándoles acerca de su investigación y luego, sobre como empezaría a trabajar con respecto a los derechos de los centauros, muy sonriente y emocionada, al menos hasta que una mujer se acercó muy coquetamente hacia Harry.

Al verla acercarse, Hermione dejó de hablar, perdiendo el hilo de lo que estaba diciendo y por un momento su mirada se conectó con la de Harry, que ya estaba viéndola en espera de una reacción de su parte.

Hermione creyó que estaba siendo muy transparente con sus sentimientos y que Harry podría notar con facilidad el mal humor que le causaba la presencia de aquella mujer tan cerca de él. Y no tendría forma alguna de ocultar los celos que sentía, pues quiso apartar la mirada, pero no pudo hacerlo, algo en la forma en que Harry la miraba se lo impedía.

Por su parte, el azabache levantó su rostro, todavía mirándola a sabiendas de como se sentía en ese momento y sin poder articular palabra alguna, en sus ojos solo pudo captar la tristeza con que lo veía y el enojo con que vigilaba los movimientos de la mujer. Eran celos, ¿Quizás?

Sin decirse nada, se sostuvieron la mirada por unos segundos hasta que Hermione, una vez que hubo reunido todo su valor Gryffindor, dibujó la mejor sonrisa de tranquilidad que pudo, decidiendo que debía intervenir y decirle algo.

— Está bien, Harry — dijo la ojimiel manteniendo la sonrisa en su rostro, aunque por dentro le doliera su corazón y en su lugar, volteó hacia Ron, quien estaba mirándola tratando de hacerle saber que si ella lo necesitaba, no dudara en decírselo.

Hermione solo le dedicó una mirada resignada y se levantó de su lugar en dirección a la barra.

— Ahora vuelvo, iré por una cerveza de mantequilla, ¿Quieres acompañarme, Luna? — preguntó, disimulando su nerviosismo.

En cuanto Luna se levantó y siguió a su amiga, Harry se dirigió a la mujer a su lado y la rechazó rápidamente.

— No estoy interesado, lo siento — le explicó el ojiverde, intentando ser cortés.

Al escucharlo, la mujer se levantó ofendida mirándolo con enojo, sin creer que él la hubiese podido rechazar y sin mirarlo de nuevo, se marchó muy indignada.

Luna estaba tratando de animar a Hermione, pues se le habían escapado unas cuantas lágrimas que estaba tratando de ocultar de sus amigos, principalmente de Harry. Estaban en la barra esperando sus cervezas, cuando un chico bastante apuesto se acercó a saludar a Hermione.

— ¡Hermione Granger! — exclamó el chico, de un modo en el que solo ellas pudieron escuchar.

Hermione volteó luego de haberse secado rápidamente las lágrimas, para reconocer a Bertram Wolfgang, uno de sus compañeros de investigación en Alemania y sonreírle para responder a su saludo.

Bertram Wolfgang era un hombre alemán, un poco más alto que Harry, con unos grandes y profundos ojos azules. Su cabello castaño oscuro contrastaba la barba que se dejaba. Su espalda ancha y su cuerpo fornido, debidamente formado, casi como el de un auror. Su voz era grave, profunda y calma, daba la sensación de que tenía mucha confianza en si mismo.

Al fondo en una mesa se encontraban Ron y Harry, que acababan de voltear para buscar a sus amigas, cuando Harry notó al chico que hablaba con Hermione muy animadamente.

— ¡Oh, Luna! Él es Bertram Wolfgang, fue uno de mis compañeros de investigación en Alemania. Bertram, ella es mi amiga Luna Lovegood — dijo la castaña muy sonriente, mientras Luna le tendía la mano al hombre.

La rubia era la única que se había dado cuenta de que su pelinegro amigo ojos verde, estaba viendo en su dirección, evaluando al chico que hablaba con Hermione.

— ¿Qué estas haciendo por acá, Bertram? — preguntó la castaña, un poco confundida.

— El ministro de Alemania me pidió que viniera a entregar algunos documentos a su ministro, además de que Kingsley me ha ofrecido un puesto como auror, así que vengo a quedarme. Entregué los informes esta mañana y unos conocidos del ministerio de acá, me invitaron a unos tragos. Estábamos sentados por allá y fue cuando te vi — dijo el chico señalando hacia una mesa en la esquina del lugar.

— Granger, ¿Me concederías un baile? — preguntó Bertram con galantería.

La castaña estaba por rechazar la invitación, cuando Luna intervino.

— ¡Ve, yo regresaré donde Ron! Ha sido un placer Bertram — dijo Luna con una agradable sonrisa.

— Igualmente, señorita Lovegood — contestó Bertram, mientras Luna se alejaba hacia sus amigos y Hermione se sonrojaba levemente, aceptando el baile de su compañero.

Cuando Luna llegó a la mesa, se dio cuenta de que Harry no perdía de vista a Hermione y al hombre con quien bailaba.

— ¡Oh, Harry!, no te preocupes, es solo un compañero de investigación que conoció en Alemania. — Aseguró Luna, tranquilamente.

El ojiverde se sonrojó y dejó de ver en la dirección de Hermione.

— ¿Estas celoso, amigo? — preguntó Ron, con un poco de burla en su voz, haciendo que Harry soltara un suspiro de frustración.

— No sé lo que estoy sintiendo, Ron. Lo que no voy a permitir, es que alguien la lastime nuevamente. Aunque ni yo sé como hacer para no lastimarla, sabes que no lo hago intencionalmente. Me siento impotente, creo que podría decir — aclaró Harry, llevando sus manos al rostro.

— Recuerda que me prometiste hablar con ella cuando regresara. Es tu oportunidad, hazlo cuando salgamos de aquí. La llevaremos a su casa y me llevaré a Luna, con alguna excusa para que puedan conversar — dijo el pelirrojo ofreciendo su apoyo.

— Lo haré — declaró Harry convencido.

Unos minutos después, Hermione regresó a la mesa con Bertram, para presentarlo a sus amigos.

— ¡Hey, chicos! Quiero presentarles a Bertram Wolfgang. El es uno de mis compañeros investigadores en Alemania. Ha venido a reunirse con Kingsley y unirse al cuerpo de aurores en el ministerio de Londres. Bertram, ellos son Ronald Weasley y... — decía Hermione con alegría, cuando fue interrumpida por el mismo Bertram.

— Harry Potter, por supuesto. Es un placer conocerte, Potter — dijo el chico, tendiéndole la mano a ambos hombres. Hermione se había sonrojado ante la mención de Harry, pero no por el hecho de que ella hablaba mucho de él, sino por la sola mención de su nombre y su apellido, sabiendo que Harry odiaba su fama.

— Solo Harry está bien, es un placer — dijo el azabache cuando le tendió la mano, notando la mirada de disculpa en los ojos de Hermione.

Pero lo que solo Bertram y Ron notaron, fue que cuando le tendió la mano a Harry, fue la sonrisa orgullosa de Hermione al presentar a su amigo de ojos verdes, la cual ella estaba tratando de contener para que sus emociones no fueran tan obvias.

El pelirrojo también notó que cuando Harry le tendió la mano al hombre, este sin quererlo se había visto un poco intimidante, lo que hizo sentir al alemán un poco incómodo.

— Harry es la cabeza del departamento de aurores, Bertram. Tu nuevo jefe — dijo la castaña, bromeando un poco con Bertram y haciendo reír a Harry y Ron.

Y ahí estaba de nuevo, esa sonrisa de Harry que le aceleraba el corazón, la hacía perderse y sentirse llena de felicidad.

El azabache miró a Hermione con mucha intensidad, mientras Bertram no apartaba la vista de Harry. Ron dándose cuenta de esto, rompió ese momento pidiendo una nueva ronda de bebidas.

Harry fue el primero en negarse, pues necesitaba estar lo más centrado posible para poder hablar con su mejor amiga.

Por su parte Hermione pidió una cerveza, la cual al recibirla se la tomó con mucha rapidez, pues de alguna forma tantas miraditas entre ella y Harry le resecaron la boca, ya que le costaba mucho mantenerse al margen.

Ron comenzó a platicar con Bertram, ambos acaparaban el tema de conversación, el cual consistía en quidditch ya que ambos eran fanáticos del deporte. Sí, Harry también amaba el quidditch, pero en ese momento su mente la ocupaba la conversación que tendría con Hermione.

Pasaban los minutos, en los que Harry comenzaba a sentirse ansioso, Hermione había optado por platicar con Luna sobre regulaciones en el trato de criaturas mágicas y por primera vez en su vida, Hermione dejó que Luna divagara con sus inexplicables criaturas, ya que con ello podía evitar caer completamente en la mirada de su mejor amigo.

Un par de horas después salieron del lugar, apareciéndose afuera del apartamento de Hermione. Una vez estando frente a la casa de la castaña, disculpándose, Ron se apresuró llevándose a Luna consigo.

— Nosotros nos despedimos aquí — les dijo, tomando a la rubia de la mano — Luna y yo tenemos otro compromiso, hasta luego, Hermione.

Sin decir más, Ron y Luna se despidieron apresuradamente, desapareciendo del lugar, dejando así a Harry y Hermione solos con rapidez, antes siquiera de que la castaña pudiera reaccionar, pues aún se sentía nerviosa con Harry y obvio quedándose a solas con él.

Luego, juntos caminaron a la puerta del apartamento de Hermione, sumidos en un incómodo silencio al encontrarse completamente solos. Finalmente se detuvieron frente a la puerta y estando ahí, Harry reunió todo su valor Gryffindor y habló.

— Hermione... — dijo el azabache, un poco inseguro al comienzo — creo que tenemos una plática pendiente, ¿No lo crees? — terminó Harry, metiendo sus manos dentro de sus bolsillos y notando en el proceso que su amiga se estaba sonrojando bastante.

— Dime — dijo Hermione sin otra opción y sin levantar la mirada, pero sabiendo que en algún momento tendría que enfrentar lo que implicaría esa conversación.

— Mírame, por favor — le pidió Harry, notando que su amiga obedeció, levantando su rostro lentamente — ¿Desde cuando Hermione? — preguntó corto y directo, sabiendo que ella lo había entendido, pero fue el turno de Harry de sonrojarse, esperando ansiosamente por su respuesta.

— Desde que montamos a Buckbeack en tercer año y... Me enamoré de ti en cuarto año — confesó Hermione, sonrojándose más y tratando por todos los medios de desviar su mirada, mientras soltaba un suspiro.

— Oh, Hermione... — dijo Harry, intentando llevar sus manos a su rostro, incapaz de pensar en una buena respuesta a su confesión — perdón por todas las veces en que te he lastimado, no tenía idea de qué te sentías así por mí, por favor, perdóname — suplicó Harry, ahora pasándose las manos por su cabello negro, señal clara de la frustración que sentía.

— Harry, no tengo nada que perdonarte. Esa es una razón del por que nunca te dije acerca de mis sentimientos por ti... Sabía que nunca te fijarías en mi. El ratón de biblioteca, la niña de pelo tupido y come libros, que no práctica el deporte que tanto te gusta y además, te terminarías sintiendo culpable por cada vez que me lastimaras sin intención, ya fuera porque tuvieras una pareja y yo... No quería que pasaras por eso — aclaró la castaña, sonriéndole tímidamente.

El silencio que prosiguió a esa declaración, fue muy tenso, tanto Harry como Hermione podían escuchar el latido del otro, nervios y emoción se mezclaban, verde y café se miraban intensamente.

— Eres una mujer hermosa y eso no lo digo por hacerte sentir mejor, lo digo en serio y cualquier hombre sería afortunado de salir contigo. También, sabes de antemano que mi intención nunca ha sido lastimarte y sé bien que estás enterada de que él hombre que te lastime se las verá conmigo y con Ron, incluyéndome. Ya viste lo que pasó con Ethan. — aclaró el ojiverde, notando la palpable tensión que iba en aumento entre ellos.

Ambos como espejo, pasaban saliva y peinaban su cabello, era una sensación tan extraña entre ellos, era un momento tan único que ambos no sabían con certeza que hacer o decir.

— Harry, de verdad, no quiero que cambiemos en el trato que tenemos, soy una mujer que ante todo va a ponerte primero y eso incluye saber poner límites entre mis sentimientos y mi apoyo incondicional hacía ti... — dijo Hermione poniendo las cosas que anhelaba decir, ya que algo que si le afectaría sería perder a Harry de su vida.

— Hermione, eres mi mejor amiga y tampoco quiero perder nuestra relación de amistad... pero entiéndeme, saber que sientes algo tan... hermoso por mi, es algo que no sé como corresponder... Y de verdad justo ahora, quisiera pensar en esto Hermione y ver que pasará más adelante. Sé que no te merezco, por eso es tan difícil... — decía Harry con dificultad, cuando fue interrumpido por su amiga.

— Haz lo que tengas que hacer, pero lo que me merezco o no, es algo que yo decidiré y... Sé con seguridad que te quiero a ti — lo interrumpió Hermione. Harry se sonrojó y bajó la mirada, claramente afectado.

La velocidad a la que el pulso de ambos acrecentó, fue a parar hasta la punta de sus dedos, sintiendo un pequeño pero intenso magnetismo.

— Prométeme que pase lo que pase entre nosotros, nunca dejaremos de ser mejores amigos — le suplicó Harry — eres una de las personas más importantes en mi vida y no estoy dispuesto a perderte. No quiero perder a mi mejor amiga.

— Harry, voy a decirte algo y que te quede claro. Nada, absolutamente nada en este mundo, me hará alejarme de ti o dejar de ser tu amiga, por que primero que todo eso es lo que somos, amigos y te amo como mi mejor amigo también. Así que, te lo prometo — dijo Hermione con una sonrisa, acariciando la mejilla de Harry.

Ante aquel contacto, Harry soltó un suspiró involuntario, ese aire caliente fue percibido por la castaña, lo cual hizo que sus piernas temblaran, su vientre sintiera un cosquilleo y su boca se abriera jalando aire.

— Ven aquí — le dijo Harry, extendiendo sus brazos para abrazarla y darle un beso en la cabeza — ¿Estamos bien, entonces? ¿Nada de incomodidades? —

— Uh huh. Solo no me mires así — pidió la castaña sonrojándose a más no poder, mientras calmaba sus pensamientos y reacciones.

Luego de unos segundos y separándose un poco para que la escuchara, Hermione soltó su última confesión.

— Tus ojos son una de las cosas que más me gustan de ti y cuando me miras así... — no terminó de decirlo antes de sentir su rostro enrojeciendo, casi del mismo color que el cabello de Ron, por suerte Harry lo entendió y ella pudo enterrar su cabeza en su pecho nuevamente, tratando de ocultar su vergüenza.

— ¡Ay, Hermione!, ¿Que voy a hacer contigo? — preguntó el chico con una sonrisa ladeada y un poco sonrojado, mientras seguían abrazándose

...

Varias semanas más tarde, Harry acordó con todos su alumnos que, para su clase habrían de enfrentarse a un boggart, pues esto era fundamental para completar su entrenamiento como aurores. Para ello, se preparó un salón especial en el ministerio, en donde al igual que en su tiempo en el colegio, Harry mandó a colocar un pequeño armario, cuyo interior contenía un boggart.

Al mismo tiempo, ese mismo día, Ron visitó la oficina de Hermione para pedirle que, como parte de un favor, le entregara por él unos papeles a Harry, que tenían que ser llenados después de su entrenamiento del día y luego, él tendría que ir a otro salón con su propio grupo.

Harry había tenido un buen entrenamiento con sus alumnos y el boggart. El único problema se presentó al final, cuando ordenó a uno de los pocos alumnos que quedaban en el salón que cerrara el armario mientras él se dirigía hacia la bodega a recoger los libros que le habrían de servir para el entrenamiento del día siguiente.

Su joven alumno, bastante distraído, no pudo darse cuenta de que accidentalmente había dejado la manija del armario mal cerrada.

Tan pronto todos abandonaron el salón, dejándolo vacío, Hermione entró buscando a su amigo.

— Harry... — lo llamó la castaña, haciendo que al oírla, su mejor amigo se asomara por la puerta de la bodega y la saludara, contento de verla.

— Mione, espérame un segundo, estaré ahí en un momento — le dijo Harry, regresando a la bodega para terminar con su tarea.

Asintiendo, Hermione se mantuvo en su lugar, de espaldas a él, mientras arreglaba los papeles en sus manos para entregárselos ordenadamente y sin darse cuenta de que a sus espaldas, la manija del armario comenzó a abrirse y el boggart aprovechó la oportunidad, escapando.

Incómoda al sentir un inusual frío en el salón, volteó confundida para ver que rayos pasaba, encontrándose con una horrible escena que la hizo dejar caer los papeles y soltar un grito, asustada por la visión que tenía frente a ella.

Harry, que había escuchado el grito, salió de la bodega con prisa, alertado por la preocupación de lo que había sucedido con su mejor amiga. Al salir, se quedó paralizado, Hermione estaba de rodillas en el suelo, con las lágrimas bajando por sus mejillas en un llanto desconsolado y en sus brazos, una versión de sí mismo sin vida, con su cabeza apoyada sobre su piernas, con sus ojos cerrados y el rostro pálido, mientras ella intentaba acercarlo más a su cuerpo, acurrucándose con él contra su pecho, mientras con su mano libre tomaba su rostro cuidadosamente.

— ¡No! ¡Harry! ¡Por favor, no me dejes! ¡No! ¡Harry, regresa! — sollozaba la castaña desconsolada, pues él boggart ya la había atrapado con su magia y ella creía que Harry estaba muerto.

Después de haber visto esa horrible escena, él azabache vio a su cuerpo volver a cambiar de forma. Ahora, convirtiéndose en otra versión de sí mismo con vida, aunque esta vez, parecía estar hablándole a Hermione.

— Hermione, yo no te amo, nunca podría amarte. Para mi no eres nadie, no te considero ni mi amiga — decía el boggart convertido en Harry, mientras la castaña seguía llorando y sus ojos estaban inyectados en sangre.

— ¿Quién podría amar a una sangre sucia? — había dicho el boggart de Harry con desprecio, haciendo que en el rostro de Hermione se formara una expresión de terror, acompañada por interminables lágrimas de tristeza.

Harry seguía paralizado, hasta que escuchó las palabras sangre sucia salir del boggart convertido en si mismo, lo que lo hizo reaccionar, sabiendo que él nunca le diría algo así a Hermione. Entonces corrió y se puso entre ella y la otra versión de sí mismo, lo que llevó al boggart a convertirse en dos cuerpos que yacían muertos en el piso. Hermione en un primer plano y un poco más atrás, se encontraba Ron. Sus dos mejores amigos, muertos. Pero Harry no dejó que la magia del boggart lo atrapara y rápidamente con su mano, agitó su varita y con un hechizo no verbal, mandó de regreso al boggart a su lugar dentro del armario, cerrando este con un candado.

Al deshacerse del boggart, se volteó hacia Hermione, quién estaba abrazándose a sí misma y seguía de rodillas llorando desconsolada, se agachó a su lado, ayudándola a levantarse y cuando la tuvo frente a él, la abrazó, mientras intentaba hacerla volver y al mismo tiempo deshacerse del miedo que todavía sentía.

— Shhh, Hermione, estoy aquí contigo. Estoy vivo — le decía Harry, consolándola mientras la abrazaba, acariciaba lentamente su espalda y plantaba un beso en su cabeza. — Estoy aquí, eres mi mejor amiga y una de las personas más importantes para mi. Eres una de las personas a las que más amo, no voy a dejarte — le decía él, viendo como Hermione se separaba un poco para conectar su mirada con la de él y se sonrojaba, tratando de articular palabra y decirle algo que murió en sus labios y terminó escondiendo su rostro en el pecho de él.

Minutos después, la castaña le había hecho prometer a Harry, que nadie se enteraría de ese incidente.

Holaaaa, lo siento por haber tardado con esta actualización, pero tuve unas semanas bastante ocupadas y mi beta también, pero aquí está la actualización.

Agradezco sus comentarios y sus favoritos. Siempre me gusta saber que opinan.

Nos seguimos leyendo pronto.