LA REDADA

Mientras tanto los mortífagos que tenían a Hermione, la habían torturado para sacarle información sobre el artefacto mágico, pero por más que intentaron no habían logrado nada, pues la chica estaba decidida a no revelar nada aunque tuvieran que matarla, no podía traicionar a Harry.

— Si no nos das la información acerca del artefacto mágico, olvidate de volver a ver a tu querido Potter, por que lo mataré — decía riendo uno de los mortífagos.

— Para tu información, yo ya no estoy con él — respondió la castaña, tratando de parecer tranquila ante la amenaza.

— Eso es cierto, lo sé — dijo el hombre con la máscara — pero también sé que aún lo amas. Puedo verlo en tus ojos.

— ¡Crucio! — gritó uno de los mortífagos acercándose y haciéndola retorcerse y gritar de dolor.

Con cada impacto de la maldición, la mente de Hermione se llenaba de recuerdos con Harry y Ron, creyendo que no los volvería a ver.

La chica ya se encontraba bastante mal herida, las lágrimas resbalaban de sus ojos, pasando por sus mejillas. Tenía algunos cortes en el rostro y los brazos, también tenía manchas de sangre en varias partes de su cuerpo y su ropa estaba bastante rasgada por las cuerdas con las que la tenían amarrada.

Uno de los encapuchados soltó una risa macabra, que hizo su piel erizarse.

— Además sé que tú eres su debilidad, en cuanto sepa que te secuestramos, no hay duda de que él vendrá por nosotros y se entregará sin pensarlo. — respondió uno — Ya le hemos enviado una nota diciéndole donde te tenemos.

— Tienes dos opciones. O cooperas o Potter muere — dijo uno de los enmascarados.

Hermione soltó un gruñido de dolor al sentir otra maldición impactar contra ella.

— No lo hará, él y yo ya no estamos juntos — replicó la castaña.

El mortífago más cercano a ella, se le acercó para golpearle la cara, la ojimiel sintió como su mejilla ardía, entonces sonrió para luego decir —Pueden, golpearme, torturarme o lo que sea, no hablaré—

— Ya lo veremos Granger, hay muchas otras formas de hacer hablar, veo que tu fortaleza reside en aguantar fisicamente, pero veremos que tanto puede resistir tu corazón — el enmascarado de burló.

No mucho tiempo después, la orden había llegado siendo recibida por varios encapuchados empezando a lanzar hechizos y batirse en duelo con los aurores.

Harry y Ron decidieron correr y buscar a Hermione, pero fueron interceptados por otros dos mortífagos y tuvieron que separarse para combatirlos.

Siendo Harry, el mejor auror y el más calificado, habiendo provocado en muchos criminales que le tuvieran miedo, se batió a duelo sin piedad con el mortífago frente a él, hasta que escuchó un grito de dolor llegar a sus oídos, para darse cuenta que uno de los encapuchados, traía a Hermione con él.

El hombre había hecho esto intencionalmente para que Harry bajara la guardia y por unos segundos Harry encontró los horrorizados ojos marrones de Hermione, que lo miraban con miedo y claramente le decían que se fuera para que no lo lastimaran. Por esos pocos segundos en los que sus miradas se interceptaron, Harry logró transmitirle a Hermione que el no la dejaría sola, ni ahora ni nunca.

En ese momento en el que azabache y la castaña se miraron, el mortífago con el que había estado luchando logró golpearlo con algún hechizo, lo que hizo a la castaña gritar de terror.

— ¡No! ¡Harry! — gritaba desesperada la chica cuando vio a Harry ser golpeado por aquella maldición.

El azabache estaba temblando de miedo, pues había visto a Hermione y la tenían maltratada, torturada, su ropa sucia y llena de sangre al igual que varios lugares en el resto de su cuerpo y su cara. Se le había hundido su corazón al verla así.

— ¡Por favor, déjenlo en paz! — gritaba Hermione desesperada por que dejaran tranquilo a Harry. Sabía que no lo dejarían, pero tenía que intentar salvarlo.

Mientras el chico aún se recuperaba en el suelo, el hombre con él que peleaba se acercó él y lo apuntó con su varita.

— Vamos a divertirnos un poco — dijo el encapuchado, mientras se apartaba un poco para que Hermione pudiera ver — ¡Crucio! — gritó el mortífago, haciendo a Harry retorcerse de dolor y gritar al mismo tiempo que Hermione.

— ¡No! ¡Detente! ¡No le hagas daño! — chillaba ella — ¡Me tienen a mi! ¡Por favor! ¡Harry no! ¡Les diré lo que quieran! — sollozaba escandalizada y casi derrotada sintiendo sus lágrimas correr por sus mejillas, al mismo tiempo que sentía su garganta partirse por sus gritos desesperados. A la vez también sentía como su corazón latía violentamente, golpeando contra su pecho y sus pulmones se quedaban sin aire, al ver sufrir a su mejor amigo.

El ojiverde había escuchado a Hermione, estaba asustado por lo que había dicho, '' ¿Cómo podía ofrecerse para que la lastimaran a ella en vez de a él? No, no podía permitirlo''.

— ¡Cállate! — gritó el mortífago, mientras volvía su atención hacia la chica — ¡Crucio! — exclamó y la maldición dio de lleno en el pecho de la castaña, haciéndola retorcerse de dolor por milésima vez ese día, a la vez que se escuchaban los gritos desesperados de Harry, por evitar que la lastimaran a ella, pero cuando estaba aún recuperándose e intentó levantarse, el hombre volvió a lanzarle la maldición y se volvió a escuchar el gritó de la chica.

La tortura en ambos era cruel y despiadada, Harry sentía como su cuerpo estaba siendo llevado al punto máximo de dolor, sus ojos se oscurecían con impotencia al ver a Hermione siendo torturada de igual manera, su cabeza palpitaba fuertemente.

Hermione lloraba ahora sin poder contenerse, su Harry la miraba angustiosamente, lo único que ahora podía escuchar eran los gritos de él y el crucio que lanzaban de uno al otro, su corazón comenzaba a romperse lenta y dolorosamente, sus fuerzas disminuían drásticamente, por unos segundos sintió desesperanza, un profundo sentimiento de tristeza cavaba tan adentro que temía perder la cordura.

Pero aunque no parecía, ambos estaban bastante largo de perder la cordura.

— ¡Crucio! — gritaba el mortífago sonriendo y disfrutando la escena que estaba causando, el dolor físico era bueno, pero lo que consideraba más gratificante era el poder psicológico que sentía que ejercía en sus víctimas, la impotencia y perdición que veía en sus ojos lo hacían sentir de maravilla.

Harry y Hermione prácticamente ya gritaban por inercia, sus músculos estaban agotados, sus gargantas secas y laceradas por el esfuerzo, sus ojos eran lo único que los conectaba, negándose a perderse de vista, compartiendo a travez de la mirada la unión de sentirse a pesar de todo, juntos.

A varios metros de ellos, Viktor y Bertram, luchaban con unos mortifagos, sus entrenamientos como aurores les estaba dando una ventaja con sus oponentes, con un movimiento firme y casi coordinado ambos aturdieron a sus contrincantes.

Se sonrieron al verse victoriosos, cuando los gritos de Harry y Hermione interrumpieron su entusiasmo.

Avanzaron con urgencia, dejando atrás a sus oponentes desmayados, para luego detenerse al momento de ver en escena a Harry y Hermione, un frío helado los atravesó.

— ¡Aaaggh! — gritó Hermione cuando fue atacada por otro cruciatus.

— ¡Es… Esoo es in…humano! — exclamó Bertram tragando saliva y tartamudeando por él horror de lo que estaba viendo. A Harry y Hermione los torturaban frente al otro.

— ¡Crrr…reo que deber…ríamos ayudar…les! — añadió Viktor gritando y recibiendo un asentimiento de Bertram.

A pesar de los sentimientos de ambos por la castaña, los dos aurores estaban bastante alarmados por la escena que estaban presenciando, y por un momento aunque quisieran ayudar, se habían sentido con sus pies pegados al suelo sin poder moverse, pues sus cuerpos estaban tensos por la batalla que se estaba desarrollando.

Los segundos avanzaban mientras trataban de descongelarse del shock, ambos sabían que el tiempo era crucial para ayudar a sus colegas, pero el terror era tal que su cuerpo no quería moverse.

Bastaron dos gritos más para que ambos al fin lograran recomponerse y mover sus pies, se disponían a correr hacia Harry y Hermione, cuando fueron atacados por sus espaldas por otros dos mortífagos que se acercaban, por lo que tuvieron que darse la vuelta y seguir con sus propias batallas.

— ¡Déjenlo en paz! — gritó Hermione, pero ahora estaba furiosa y parecía que su magia estaba comenzando a emanar de ella, haciendo que todo comenzara a temblar y el viento comenzara a soplar como que fuera un huracán, como Harry ya había hecho anteriormente en el ministerio.

Todos detuvieron su pelea para observar a Hermione quien parecía ya no controlar su magia, estaba casi fuera de si y empezó a hacer estragos por todos lados.

El mortífago que sostenía a la castaña fue expulsado y azotado varios metros a lo lejos, mientras el enmascarado que apuntaba a Harry desviaba su varita para apuntar a la castaña.

Grave error, Hermione lanzó una fisión que lo envolvió como si fuera el hechizo incarcerous y fue apretándolo hasta que el mortífago gritaba del dolor, mientras le faltaba el aire que no podía jalar.

Harry aprovechó esta distracción sin haberse recuperado del todo para levantarse a como pudo y corrió renqueando hacia Hermione para detenerla, no quería que se comprometiera.

— ¡Hermione! ¡Detente! — exclamó Harry alarmado viendo a su amiga a los ojos.

La castaña encontró los ojos suplicantes de Harry, haciendo que se tranquilizara y deteniendo todo el caos. En seguida, aurores y mortífagos reanudaron su lucha, mientras Harry abrazaba a Hermione quien se notaba cansada.

Mientras Harry seguía envolviendo a Hermione en sus brazos, se habían quedado sosteniéndose la mirada, ambos comenzando a sentir la tensión habitual entre ellos y como si ambos se leyeran la mente, dieron un paso adelante, acercándose al punto de casi rozar la punta de su nariz y alrededor de ellos se instaló una sensación electrizante, casi magnético, lo que hacía que ambos se desesperaran en unir sus labios, pero cuando esto estaba por suceder, la voz de dos aurores acercándose los hizo separarse.

Los dos aurores habían llegado donde se encontraban ellos y tomaron al mortífago para entregarlo al ministerio, pero antes de desaparecer con el enmascarado, Harry reconoció en la mano de uno de ellos la varita de la castaña.

— ¡Accio! — exclamó, apuntando directamente a la mano del hombre, de donde salió volando la varita de Hermione hacia él, para luego acercarse nuevamente a Hermione y entregársela.

Entre los aurores que habían ido al rescate, se encontraba Viktor Krum, que con envidia y un poco de tristeza miró el intercambio entre Hermione y Harry, quien luego de recuperar la varita, se volvió hacia la castaña nuevamente.

— Harry… — susurró Hermione, sin aliento y con el pánico aún en sus ojos, se lanzó hacia él, en un apretado abrazo y preocupada de que él estuviese herido — ¿estas bien? ¿estas herido? ¿te hicieron más daño? — preguntaba ella asustada, separándose y revisando a Harry, ahora con sus manos en su rostro.

— Estoy bien, ¿tú estas bien? — preguntó el azabache aterrorizado, dándose cuenta de que ella estaba herida.

— Estoy bien, solo un poco maltratada y adolorida, unas cuantas heridas, pero nada grave — dijo ella, viendo que Harry estaba molesto por que la habían lastimado, entonces se lanzó sobre él y lo abrazó de nuevo.

Separándose del abrazo y sujetando el rostro de ella entre sus manos, juntó sus frentes, acariciando sus mejillas con los pulgares, pero fue Hermione quien habló.

— Perdóname por no haberte creído soy una tonta, te conozco desde que éramos niños, pero mis celos hacen estragos en mi cuando se trata de ti. — dijo Hermione, derramando unas cuantas lágrimas que Harry se apresuró a limpiar.

— Mione, no voy a engañarte, jamás te haría eso — aclaró Harry — ninguna chica podrá tener mi corazón, por que es tuyo. Tú me enseñaste lo que es amar a alguien — siguió Harry, separando sus frentes y plantando un pequeño beso en la cabeza de Hermione.

La castaña lo miraba atentamente con una leve sonrisa y sus ojos llenos de lágrimas.

— Por cierto ¿Has escuchado eso de que cuando un hombre está enamorado, los encantos de veela no tienen efecto en él? Pues es cierto, no tienen efecto en mi — aseguró Harry abrazándola.

Hermione empezó a reír y negó son su cabeza, haciendo que Harry le diera una mirada incrédula.

— ¡Oye! ¡Es cierto, hablo en serio! — aseguró Harry, riendo junto a ella.

— Pero tienes que aclarar las cosas para ella Harry, no puedes dejar que te ande besando cuando se le antoje — dijo la castaña con notable molestia.

— Lo hice. Se lo aclaré, Lo juro. — dijo el azabache con un suspiro y una sonrisa ladeada en su rostro.

En ese momento fueron sacados de su burbuja de amor, cuando uno de los aurores gritó para que los demás se dispersaran, pues la pelea aún no había acabado. Faltaban como tres mortífagos más que se habían escondido para atacar a la pareja.

Entonces, Harry se puso frente a la castaña para protegerla y batirse a duelo con el que se le había acercado, que ya tenía su varita en alto.

Estando espalda con espalda con Harry, pues ella se había dado la vuelta para estar en guardia a las espaldas de él, ella pudo ver a Ron, que se dirigía a ellos con grandes zancadas, entonces corrió hacia a él para abrazarlo y asegurarse de que estaba a salvo.

— ¡Ron! ¡Llévatela! — gritó Harry con desesperación.

— ¡¿Qué?! ¡No! ¡No me iré!... ¡No sin ti Harry! — exclamó la castaña molesta.

Harry no tenía tiempo ahora para ponerse a discutir con ella, así que siguió con el duelo y segundos después vio a un enmascarado caer por una maldición asesina lanzada por un auror en defensa de alguien. En ese momento, todo pasó tan rápido que no tuvo tiempo de reaccionar cuando su oponente estaba lanzando hacia él, otra maldición asesina.

El ojiverde logró escuchar un ''¡Avada Kedavra!''y lo siguiente de lo que fue consciente, fue que el rayo verde iba dirigido hacia él. Todo lo que vino después sucedió en cámara lenta cuando vio a Hermione lanzarse frente a él recibiendo la maldición, lo que lo hizo entrar en pánico cuando la vio salir despedida por los aires.

— ¡NO! — gritaron Harry y Ron y el pelirrojo salió corriendo en busca de ella, pues sabía que su amigo se enfurecería y atacaría sin piedad al hombre que había lanzado la maldición. Y como lo esperaba, el ojiverde con su mente nublada y poseída por la ira, terror, desesperación y otras emociones que en ese momento no sabía como describir, empezó a atacar y a tomar venganza sobre el mortífago.

Al verla caer y pensarla muerta, su furia empezó a fluir por sus venas y su magia se desbordó, haciendo que todo a su alrededor empezara a temblar nuevamente, de forma que parecía que esta vez el castillo se derrumbaría, mientras el suelo había empezado a agrietarse. La rabia podía notarse en sus ojos al dirigirse hacia el el hombre enmascarado que había lanzado la maldición.

''Había matado a Hermione, pagaría por ello''pensaba Harry.

Las grietas en el suelo crujían al abrirse y avanzaron hacia el cuerpo de la castaña, y mediante ellas la magia del ojiverde se propagaba.

En cuanto Hermione fue alcanzada, su cuerpo comenzó a llenarse de una luz blanca, su núcleo central de magia estaba reiniciándose, su fuerza vital aferrándose a su propia magia.

La castaña comenzó a despertar, sintiendo como su cuerpo se reanimaba, su mente se llenó de miles de recuerdos de los últimos momentos vividos, recordando el momento en que se había lanzado para absorber el maleficio asesino.

Su último hechizo no verbal mientras se lanzaba, había sido uno en el que había estado trabajando hace tiempo, mediante runas y una investigación de magia antigua y con esto logró ensamblar un escudo capaz de resistir el hechizo mortal, sin embargo aquello requería no solo una fuerza de voluntad muy grande, sino concentrar toda la energía en tu núcleo mágico para reiniciar su poder.

Lo único que necesitaba para completar aquel "ritual" era un pequeño toque mágico externo, el cual llegó a ella inesperadamente a través de la magia descontrolada de su amado Harry.

Ron había corrido hacia el cuerpo de Hermione tratando de protegerla de más maldiciones, sin contar con las grietas en el suelo, sus ojos llenos de lágrimas miraban de Harry a Hermione, sintiéndose impotente.

Estaba por levitar el cuerpo de su amiga cuando la vio incorporándose, sus ojos se abrieron, asustado de lo que estaba presenciando, refregó sus ojos con sus manos, temiendo que estuviera perdiendo la cordura.

El primer jalón de aire de la ojimiel se sintió pesado y doloroso, sus ojos revolotearon por todo el lugar deteniéndose en el auror que atacaba y destrozaba todo a su alrededor.

— ¡Hermione! — exclamó el pelirrojo a su lado bastante alarmado.

— ¡Ron! — dijo la castaña percatándose del pelirrojo a su lado, para luego regresar su atención a Harry.

Su primer y prácticamente único instinto fue llegar a él y decirle que estaba viva, tratando de lograr que se calmara, por lo que tentativamente se empezó a poner de pie.

— Es-estas viva… — Ron dijo mientras ayudaba a Hermione a equilibrarse.

— Si… si lo estoy — respondió la castaña haciendo una mueca de dolor, pues aún le dolía su cuerpo al haber sido torturada.

Hermione luego notó sus manos, las cuales parecían dejar caer pequeñas lucecitas blancas, era la muestra de su núcleo mágico, de como había sido utilizado para lograr lo impensable e imposible, pero ahí estaba ella para demostrar que si era posible.

Con orgullo avanzó hacia Harry, apoyándose en el pelirrojo que la veía innegablemente sorprendido, Hermione fue sintiendo su corazón bombear con fuerza, reconociendo que sin la magia del auror de ojos verdes tal vez no hubiera podido despertar.

Ron caminó junto a ella ayudándola a avanzar, tan mecánicamente, y aún paralizado por lo que acaba de presenciar.

Por su parte, Harry aún sentía su sangre arder y pasar por sus venas, tanto que sujetó su varita con fuerza, hasta que sus nudillos estaban blancos y sus ojos ardían de enojo.

A su alrededor todo seguía temblando fuertemente, mientras el encapuchado se reía y al mismo tiempo temía por su vida, por haber matado a la sangre sucia, lo que hizo al ojiverde levantar su varita y lanzarle una maldición.

Los aurores que se encontraban cerca, habían presenciado la escena, habían visto el rayo impactar contra Hermione y ahora estaban viendo la magia de Harry Potter explotar en su máxima expresión. Kingsley que se encontraba cerca, le dio la orden a los aurores Krum y Wolfgang de detener a Potter antes de que cometiera una locura y asesinara a uno de los únicos testigos que les quedaban.

— ¡Crucio! — gritó Harry, e invadido por tantas emociones que sentía a través de su cuerpo, hasta que vio al hombre retorcerse de dolor en la tierra, seguía sintiendo enojo y sabía que se lo merecía, pero a la vez esa voz de su consciencia, le decía que se detuviera, escuchaba dentro él la voz de Hermione diciéndole que lo que estaba haciendo estaba mal, cuando a lo lejos escuchó un grito con su voz, pensando que había enloquecido.

Bertram y Viktor habían llegado donde Harry y lo tomaron por los brazos tratando de detenerlo, sin darse cuenta de que alguien estaba gritando el nombre del auror de ojos verdes.

— ¡Harry! ¡Harry! — gritaba Hermione, corriendo con dificultad, desesperada y con Ron ahora detrás de ella, sabiendo que si no llegaba a tiempo, Harry lograría deshacerse de los aurores y lanzaría al mortífago la maldición asesina.

Y no era que el mortífago no lo merecía, era que Harry, aunque era jefe de aurores y un mago capacitado y certificado para lanzar las maldiciones imperdonables en caso de ser necesarias, él no era un asesino. Además era uno de los últimos testigos que les quedaban.

Los dos aurores seguían peleando por retener a Harry, quien estaba forcejeando fuertemente para safarse del agarre.

— ¡Él la mató! ¡No lo entienden! ¡Merece morir! — gritaba Harry estallando de furia — ¡Lo voy a matar! — exclamó haciendo estallar una vez más su magia, lo que logró hacer que los dos aurores lo soltaran involuntariamente cuando su poder los hizo volar y caer a varios metros de espaldas contra el suelo.

Ambos magos habían sentido la ira de Harry y finalmente su magia los había hecho volar por los aires y caer al suelo con un fuerte golpe que los hizo casí quedar inconscientes.

— ¡Harry! — volvió a gritar Hermione. Esta vez los aurores escucharon y se volvieron para ver a la castaña correr con desesperación y dificultad hacia el azabache.

El mortífago se quedó incrédulo, ¿Cómo había podido sobrevivir a la maldición asesina? ¿Otro sobreviviente? ¿Potter ya no sería el único?

— ¡Incarcerous! — gritó Harry, envolviendo al hombre con cuerdas alrededor de su cuerpo. También había lanzado un hechizo no verbal logrando hacer que las cuerdas se socaran más hasta el punto de llegar a matar, como una serpiente enroscando a su presa si el hombre se movía.

En ese momento estaba tan concentrado y furioso que siguió atacando al hombre que ahora tenía amarrado y tardíamente se dio cuenta de que una voz bastante conocida, gritaba su nombre nuevamente, pero tenía que terminar con esto.

El joven auror de ojos verdes se puso en cuclillas al lado del hombre que había dejado atado, puso su mano sobre su máscara de mortífago y con un leve movimiento, siseó algo en lengua pársel y la máscara cayó al suelo haciéndose añicos, lo que hizo que Harry lograra ver el rostro y lo miró furioso a los ojos.

Después de la derrota de Voldemort, todos los poderes que Harry compartía con él desaparecieron automáticamente, sin embargo había algo que había conservado involuntariamente, pero no menos necesario para algunas ocasiones en su trabajo como auror, y era la lengua pársel. No sabía por que, pero no había quedado grabado en él como un poder impuesto por el horrocrux creado involuntariamente por Voldemort, sino que había quedado grabado en su cabeza como un idioma aprendido.

— Te aconsejo que no te muevas mucho o morirás — soltó Harry, enojado y apretando sus dientes.

Rápidamente la ira volvió a cegarlo, apretó su varita y la colocó en el cuello del hombre.

— ¡No, por favor no me mates! — suplicó el mortífago aterrado, reconociendo la ira que se reflejaba en los ojos del azabache.

— ¿Acaso te detendrías si la situación fuera al revés? ¿Acaso me escucharías si te estuviera suplicando por la vida de Hermione? No, no lo harías, no te detendrías y por eso mereces morir — Harry escupió con su mandíbula apretada, sintiendo todo su cuerpo temblar y con sus ojos llorosos.

Nuevamente Harry escuchó que alguien lo llamaba, una voz dulce, una voz que quería apaciguarlo.

Hermione al llegar con Harry se colocó a su lado y con su mano aún temblando por los espasmos que la sacudían, resultado de las torturas que recibió, la colocó sobre la mano de Harry, la que sostenía la varita y tras un suave movimiento la castaña logró que el azabache aflojara el agarre e incluso dejara de hundir la varita en el cuello del mortífago.

El elegido soltó el aire que parecía estaba conteniendo desde hace rato, miró a la castaña notando que realmente estaba ahí, por un momento había creído que estaba delirando, inmediatamente Harry se levantó mientras Hermione lo imitaba con algo de dificultad.

— Y-yo… Her…hermi… t- tú… — Harry balbuceó palabras incoherentes y sin poder decir nada, se abalanzó a los brazos de Hermione.

Ambos se envolvieron fuertemente entre sus brazos, Harry enterró su rostro en el cuello de Hermione, momento en el que el azabache soltaba las lagrimas que había estado conteniendo, Hermione también comenzó a derramar lágrimas sosteniéndose firmemente del hombro de Harry, mientras con su otra mano incrustaba sus dedos dentro del cabello de Harry.

Lo que pareció ser una eternidad después, cuando los sollozos habían disminuido, se despegaron y Harry sintió que necesitaba sacar lo que sentía.

— ¡¿Estas loca?! ¡No vuelvas a hacer algo así! ¡Pensé que te había perdido! ¡Iba a matarlo! — gritaba Harry enojado, con su rostro rojo y brillando por las lágrimas que habían trazado su camino por sus mejillas, hasta perderse en su mediana barba.

— Pero no lo has hecho, aquí estoy Harry y sé que no eres un asesino... — exclamó Hermione tomando el rostro del azabache y acariciándolo tiernamente.

Harry tomó el rostro de Hermione con sus manos y comenzó a depositar besos en el y luego la abrazó y depositó otros dos besos en su cabeza con desesperación, el temor de perderla se había apoderado de él.

Continuó su recorrido nuevamente por el rostro de la ojimiel, dejando a su paso montones de besos, prometiendo con cada uno de ellos no dejar ir a Hermione de sus brazos nunca más.

— No voy a dejar que te separen de mi nunca Hermione — exclamó el elegido con una mezcla de terror y angustia.

La sensación de perdida no abandonaba su cuerpo ni su mente, por lo que se aferró a su cuerpo temblando con la imagen de su amada siendo lanzada a un costado ante el impacto del hechizo mortal.

Harry finalmente colapsó llorando como si fuera un niño pequeño, dándole a Hermione un beso cargado de sentimiento, entregándole vida y corazón.

Hermione le correspondió con ímpetu y con la firmeza de no separarse nunca más.

— Te amo y lo haré las veces que sea necesario hacerlo. — declaró Hermione con determinación y viendo que Harry estaba aterrado y molesto.

—Pe… pero… — tartamudeó Harry intentando protestar.

— Sin peros… sabes que quiero estar contigo y eso implica cuando estemos en peligro y cuando no. Y déjame decirte que no me arrepiento de nada por lo que he pasado para estar a tu lado. ¿Te queda claro? — dijo la castaña, con tono firme y lo besó profundamente, rodeando su cuello, en un abrazo apretado, que no pasó desapercibido nuevamente por el búlgaro y el auror alemán que después de que la vieron viva y correr hacia él, se levantaron algo adoloridos y con los demás y Kingsley, se acercaron hasta ellos, haciendo que Harry y Hermione tuvieran que separase de mala gana.

Al separarse, Harry recordó que tenía al mortífago atado y se dio media vuelta para entregarlo con Kingsley, quien lo aturdió para que no siguiera moviéndose y provocara su propia muerte.

Harry no siguió discutiendo, pues sabía que con Hermione, siempre llevaba las de perder, pero no podía seguir permitiendo que arriesgara su vida de esa forma y estaba dispuesto a protegerla incluso con su propia vida.

— Oye, Hermione, ¿Cómo …? — Preguntó Harry, incrédulo y asustado, pero aliviado, mientras la abrazaba protectoramente.

— Lancé un escudo de runas antes de tirarme, uno lo suficientemente fuerte que puede absorverla — dijo la castaña, observando que Harry la estaba abrazando de manera protectora.

Ella lo miró, le dio un pequeño beso en los labios, se tomaron de las manos y así fueron de regreso todo el camino, hasta un punto donde pudieran desaparecer y volver al ministerio.

Más tarde entraron al ministerio y Harry y Hermione, se dirigieron a la oficina general de aurores, el despacho de Harry, pues necesitaban un momento a solas, después de todas las emociones que acaban de vivir.

Habían entrado en la oficina del chico y Hermione se había sentado en el sofá, tratando de ocultar el dolor de su cuerpo, debido a las maldiciones que había recibido, mientras Harry encendía la chimenea de su despacho. Fue cuando el chico inconscientemente, hizo un movimiento con su mano izquierda, que Hermione notó y recordó la horrible cicatriz que recitaba:

''No debo decir mentiras'', que la gárgola de Umbridge había dejado en el dorso de la mano Harry.

Lo recordó y sintió de pronto un par de lágrimas deslizándose por su mejilla y cuando él se volteó y la vio llorando, se acercó a ella sentándose en el sofá y recibiendo un abrazo aplastante de la castaña.

— Harry, lo siento tanto — dijo ella sollozando. Se separó y tomó su mano izquierda — estaba tan enfadada, que olvidé por completo esto.

La chica acarició su cicatriz con su dedo y luego apretó su mano en señal de disculpa. Sabía que a causa de esa cicatriz, cada vez que Harry decía la verdad y nadie le creía, el levantaba su puño enseñando las palabras grabadas en él. Dolores Umbridge le había dejado a Harry Potter, un nuevo trauma.

El ojiverde notó los ojos marrones de Hermione descender hasta su mano izquierda donde estaba la cicatriz con las dolorosas letras que había dejado la pluma de sangre de Umbridge y observó las lágrimas deslizarse por las mejillas de su mejor amiga.

— ¿Por qué no me…? — intentó preguntar ella cuando Harry la interrumpió.

— Por Merlín, Hermione. Sabes que yo no te mentiría en primer lugar, nunca, a menos que fuera para salvarte de algo. Pero también estoy consciente de que sin las intenciones de hacerlo, rompí tu corazón y entiendo que estabas molesta como para pensar en esto y en realidad tenías todo el derecho de estarlo. Entiendo que no lo hayas recordado. Tranquila, ¿sí? — aclaró él, clavando sus ojos en los de ella.

Desde que entraron a su oficina, Harry no había podido evitar bajar la guardia sobre la magia que aplicó en la herida causada por el golpe que Ron le había propinado, la cual como era de esperarse, empezó a mostrarse y como todo en él, no pasó desapercibida por la castaña, quien inmediatamente lo confrontó, preocupada por su aspecto.

No era una herida causada por los golpes que había recibido en la redada o por la maldición cruciatus, pues tenía el labio partido y eso había sido dirigido específicamente hacia su boca.

— Harry, ¿Qué te ha pasado en la boca? — preguntó ella, levantando una ceja, mostrando su incredulidad y sin poder evitarlo, llevó su mano cuidadosamente hacia la herida para inspeccionarla.

— ¡Oh, mierda! — exclamó el chico, apretando los dientes al caer en cuenta que su herida finalmente se había revelado y rápidamente intentó quitarle importancia — No es nada, Hermione, en serio — le dijo él, levantándose para alejarse mientras trataba de poner distancia entre los dos. Sus intentos no funcionaron.

— ¡Harry James Potter! — exclamó Hermione, completamente molesta. Cruzó sus brazos a la altura de su pecho y con solo su severa mirada, bastó para que Harry terminara por confesarlo todo. Tratándose de Hermione, siempre llevaba las de perder.

— Bien. Le pedí a Ron que me golpeara por haberte hecho sufrir y luego, cubrí el golpe para que no pudieras verlo, ¡Porque sabía que ibas a reaccionar así! — suspiró Harry derrotado, y agachó la mirada — Fue idea mía, insistí mucho y Ron finalmente aceptó a regañadientes.

Su intento por aclarar las cosas no mejoró el ánimo de Hermione, cada vez más enfadada.

— ¡¿Estás loco?! ¡¿Cómo se te ocurre pedirle algo así?! ¡Y a él aceptar! — exclamó Hermione, molesta y completamente escandalizada — ¡Oh! Y espera a que Ron aparezca por aquí, ¡No habrá nadie que pueda salvarlo! — gruñó, apretando sus dientes mientras tomaba el brazo de Harry y lo obligaba a sentarse para poder curarlo como se debía.

— Mione, te lanzaste entre una maldición asesina y yo y aún así, ¿Me cuestionas que le haya pedido a Ron que me golpeara? ¡Me lo merecía! — exclamó él azabache, incrédulo de que no pudiera entender sus razones.

— ¡Eso es diferente! ¡Ibas a morir! Además, me lancé preparada, no tienes motivo para reclamarme, ¡No podía dejarte morir! — le gritó Hermione, mostrando su angustia y con su voz quebrándose al ponerse de pie de un salto.

No soportaba que Harry estuviera en peligro y siempre buscaría la manera de mantenerlo a salvo, sin importar lo que tuviera que hacer para lograrlo.

Harry la miraba incrédulo mientras ella hablaba, desbaratando sus argumentos, hasta que fue suficiente y decidió callarla. No aguantaba mucho más tiempo sus deseos por besarla cuando hablaba de esa forma de manera que, Hermione no pudo continuar con sus explicaciones pues en ese momento el ojiverde se levantó del sofá y estampó sus labios con los de ella, escuchándola jadear por la sorpresa.

— Cállate — le dijo Harry en un susurro contra su boca y sin pensarlo más, volvió a unir sus labios al instante, tomando el rostro de ella entre sus manos. La castaña no se resistió mucho antes de corresponderle.

Mientras se besaban, Hermione se obligó a separarse un poco.

— ¡Espera a que los tenga aquí a los dos, Harry Potter! ¡No pienses que se salvarán tan fácil de esto! — dijo Hermione, jadeante por su agitada respiración, aunque se veía considerablemente menos molesta.

Esta vez fue el turno de Harry de separarse y sonreír.

— Uh, ¿Eso quiere decir que estoy en problemas? Acabas de llamarme dos veces por mi apellido — mencionó el chico, levantando una ceja. Como ella, su respiración también era agitada.

— ¿Tú qué crees? — preguntó Hermione en tono divertido y volvió a besarlo, perdiéndose en el beso.

"Era increíble como el beso de Harry conseguía relajarla y hacerla olvidar su enojo con él, como también el dolor de su cuerpo y sus heridas"pensaba Hermione, mientras Harry continuaba besándola.

Pasaron algunos segundos, minutos u horas, a ninguno le importó. Seguían besándose, perdiendo la noción del tiempo en brazos del otro. Al separarse, por la necesidad de respirar, después de lo que pareció un muy largo tiempo, Harry fue el primero en atreverse a hablar.

— Hermione, ¿Por qué todo lo que haces por mí lo encuentras insignificante? Incluso si eso significa tu propia muerte, no dudas en hacerlo, ¿Por qué? — preguntó Harry, afectado por la idea de exponer a Hermione siempre por su culpa, o al menos, así lo creía.

— Porque eres tú Harry y te amo. Nada de lo que yo haga por ti será una carga que no quiera levantar. Tú vales todos los riesgos y los tomaré cada que sea necesario. No es que no aprecie mi vida, es que no existiría algo para mí sin ti — explicó la castaña, acariciando con cariño la mejilla del chico — Además, también ves como insignificantes todas las cosas que tú haces por nosotros — le recordó, dándole una tierna sonrisa al verlo sonrojarse.

— Ahora bésame, Harry — le pidió Hermione e hizo el intento de reclamar sus labios, pero Harry no lo permitió en seguida.

— Solo si me prometes que iremos a San Mungo a que curen tus heridas — le dijo Harry, poniendo un dedo entre sus labios y los de él, mientras veía a su novia rodar sus ojos, tratando de minimizar las heridas y el dolor que tenía en el cuerpo, a causa de las maldiciones — ¡Te torturaron Hermione! ¡Casi te pierdo! Y todo por mi... — decía Harry, cuando fue interrumpido por la chica.

— ¡No te atrevas a culparte! — exclamó la castaña, levantando su dedo índice, para señalarlo con él y regañarlo — ellos son criminales, dementes y asesinos, podrían haberle hecho eso a cualquiera, ¡No es tu culpa! — finalizó ella con firmeza.

Ahora fue el turno del ojiverde para rodar los ojos...

— De acuerdo, pero promete que iremos. Necesitas que te atiendan — pidió el azabache con preocupación, acariciando las mejillas de la chica con sus dedos.

— Lo prometo, solo si tú también prometes que te curen las heridas que no puedo curarte — pidió ella con tono suplicante, mientras Harry asentía a regañadientes. Pero si ella lo había prometido, él también lo haría, por ella.

Volvieron a besarse y pronto el beso se volvió demandante. Se encontraban tan desesperados que ahora estaban más despeinados de lo normal y sus ropas muy desaliñadas, hasta que escucharon la puerta de la oficina abriéndose y tuvieron que separarse rápidamente, muy agitados, encontrando a Ron mirándolos muy divertido, por la situación en que encontró a sus mejores amigos.

Sin perder tiempo, Hermione tomó su varita y con un ágil movimiento de su mano, arregló sus aspectos con rapidez. El pelirrojo seguía en la puerta, viéndose muy burlón, hasta que la castaña se volvió hacia él y le dedicó una mirada asesina al recordar el motivo de su enojo.

— ¡Ronald Weasley! ¡Justamente a ti era a quien quería ver!, ¡Muy obediente de tu parte hacerle caso a tu mejor amigo al pedirte que lo golpees! ¡¿Cómo te atreviste?! — exclamó Hermione, furiosa de nuevo al acercarse peligrosamente al pelirrojo, que asustado, se alejaba de ella, retrocediendo lo más que pudo, algo que no evitó que ella lo golpeara con sus puños en el pecho, a la vez que Ron entrecerraba sus ojos mirando a su amigo de ojos verdes, como si fuera el culpable de todo.

— No me mires así, ya sabe que fue idea mía. No te preocupes, como tú, yo también estoy en muchos problemas — aclaró Harry, soltando un suspiro.

……………………………

Habían ido a San Mungo y los sanadores habían terminado de curar las heridas de Harry, Hermione, Ron y los demás aurores que estaban lastimados.

A Harry y a Hermione les dieron una poción para dormir y recuperar las energías que habían perdido, como también una para aliviar sus gargantas , las cuales habían estado desgarradas por las torturas recibidas, pero les aseguraron que podían retirarse al despertar.

Un par de horas después, los Weasley, los Granger y demás amigos esperaban noticias en la sala de espera del hospital mágico, cuando un sanador se acercó a decirles que Hermione había despertado y podían pasar a verla.

Al ver a sus amigos, a sus padres y los demás pelirrojos entrar en la sala, Hermione sonrió, mientras su madre y la Sra. Weasley se acercaban a ella para abrazarla.

— Oh, mi pequeña — decía la Sra. Granger, abrazando a Hermione y depositando besos en su cabeza — ¿Te encuentras bien? — preguntó Helen con preocupación.

— Si, mamá. Estoy bien. Gracias a Ron y a Harry — contestó la castaña, sonriendo hacia su amigo pelirrojo y luego mirando hacia la cama donde dormía su novio, con una sonrisa y un suspiro.

Rápidamente su madre suspiró con alivió, para luego irse a sus brazos nuevamente.

La escena era conmovedora, pero fue interrumpida por el grito ensordecedor de Harry Potter, alertando a todos, rápidamente Molly y Arthur salieron en busca de algún Sanador.

— ¡Noooo! ¡Nooo! — Harry comenzó a sudar, su cuerpo se sacudió al grado de casi convulsionar, sus ojos permanecían cerrados mientras volvía a gritar.

Hermione corrió hacia él colocándose a su lado y buscando la manera de tranquilizarlo.

En la mente del auror había un caos, recordaba momentos de la batalla y en específico observaba como la maldición asesina impactaba en Hermione, parecía que era un bucle infinito, sin contar que ya llevaba repitiendo aquella escena más de cien veces, en todas la veía en cámara lenta y rápida y él parecía que estaba lejos de la posibilidad de salvarla aunque sea una vez.

— Vamos Harry, despierta amor... es solo una pesadilla — Fue hasta que la voz de Hermione se abrió paso, que el azabache movido por ello apretó sus manos y ojos, buscando salir de ese infierno.

— ¡Hermione! — gritó el auror después de varios intentos de salir de ahí.

Entonces abrió sus ojos, los cuales se toparon con la mirada preocupada y angustiada de la ojimiel, dio un vistazo al lugar notando a los Weasley y a los Granger y se sintió un poco avergonzado.

En ese instante Hermione se le fue al cuello abrazándolo y Harry le correspondió apretándola un poco fuerte, necesitaba cerciorarse que la tenía con él.

— Hay cosas que no cambian — Ron dijo con una leve sonrisa en sus labios.

Ginny asintió a su hermano recordando las tantas veces que presenció esos abrazos, ella ya lo sospechaba desde sexto año, pues a pesar de lo que hubo entre Harry y ella, no se sentía correcto.

Desde siempre el elegido tenía a Hermione en un lugar muy especial, ya que cada vez que un problema se le presentaba la persona que siempre ocupaba su mente era la castaña y era bien sabido por todos que Harry le tenía plena confianza en todos los sentidos.

Lo único que interrumpió ese abrazo fue el Sanador que llegaba siendo arrastrado por la Señora Weasley.

— ¿Qué esta pasando? — preguntó el Sanador al posicionarse frente a Harry y recibiendo de Hermione, un resumen de lo sucedido.

— Fue una pesadilla, tal vez producto de un trauma reciente, no se preocupe señor Potter, le traeré una poción que le permitirá descansar sin soñar nada, por ahora me retiro y me llevó a los demás, el tiempo de visita terminó. — declaró el sanador seriamente.

Todos replicaron, mientras el Sanador los iba sacando, quedando hasta el final los padres de Hermione que no dejaban de ver la interacción de su hija con Harry.

— Estoy empapado en sudor, Hermione. Lo siento — decía Harry bastante apenado y sonrojándose, notando que se había aferrado a Hermione.

— No importa — Aclaró la castaña, con una sonrisa en su rostro y volviendo a acercarlo a ella.

Richard y Helen Granger, observaban enternecidos la escena, aunque el Sr. Granger, tenía ganas de acercarse y separarlos.

…………………………………

Semanas después, de vuelta en el ministerio, Harry se encontraba en su despacho, cuando escuchó que alguien golpeó la puerta.

— Adelante — alzó un poco su voz el ojiverde, levantando su vista hacia la puerta, para ver a Bertram Wolfgang entrar por ella.

Harry se había tensado al ver al auror entrar en su oficina, pues desde que intentó cortejar a Hermione, no se estaban llevando muy bien. El otro auror al entrar, notó la molestia del azabache y se apresuró a aclarar el motivo de su visita.

— Vengo en paz — aseguró el hombre de pelo castaño, mientras metía sus manos a los bolsillos — quiero conversar contigo de hombre a hombre, Potter — manifestó Wolfgang, haciendo que Harry lo mirara con incredulidad.

— ¿Sobre qué? — Preguntó Harry, cruzando sus brazos y sabiendo más o menos el tema de conversación.

— Tranquilo, Harry. Quiero hacer las pases contigo. Aunque no lo creas, se reconocer cuando algo no es para mi. Hermione te quiere a ti y nunca fui una competencia — expuso el castaño de ojos azules — lo único que si quiero que quede claro entre los dos, es que no voy a dejar de ser su amigo. ¿Puedes vivir con eso? — preguntó el ojiazul directamente.

— Bien. Puedo vivir con eso — Aseguró el ojiverde, bajando un poco la guardia.

— Así que, ¿Sin resentimientos, Potter? — agregó este y le tendió la mano a Harry.

— Claro. Sin resentimientos — respondió el azabache, tendiéndole la mano de regreso al auror.

— Bien. Es bueno saberlo. Me retiro — agregó el hombre alemán dándose la vuelta y saliendo del despacho de su jefe.

Esa misma noche, Ron, Harry y Hermione habían llegado a casa del pelirrojo luego del trabajo, pues acordaron temprano que se reunirían un rato entre amigos.

Ron había ido a cambiarse mientras esperaba que Luna, Ginny y Neville llegaran, dejando a Harry y Hermione solos en la sala. Estaban sentados en el sofá inclinados hacia adelante, con sus brazos sobre las piernas y tenían una conversación bastante íntima e intensa, pues era bastante obvio que querían estar juntos, pero tenían muchas cosas de que hablar y que aclarar.

— Entonces ¿Estabas celosa? — preguntó Harry con una leve sonrisa en su rostro y viendo a Hermione sonrojarse.

— Oh, no tienes idea de todo lo que he sentido — aseguró la castaña, viendo a Harry levantar sus cejas en señal de que continuara — a veces me siento tan mal Harry, tan culpable, por que tengo sentimientos de los que me llego a avergonzar. He sido tan posesiva con respecto a ti, siempre te he querido para mi, e incluso a veces me he sentido celosa de tus amistades femeninas — la castaña escuchó un suspiro con una risa a penas audible, de parte de Harry, pero continuó con su explicación — Me he encontrado sintiéndome tan mal por ser tan egoísta a veces. Me refiero a que podría ver el mundo desmoronarse y perder a tanta gente, sintiéndome mal por esto, pero no se compara con lo que sentiría si te perdiera a ti — confesó la castaña sin mirar a Harry a los ojos.

Subió su cabeza cuando escuchó otra fuerte exhalación de Harry, viendo como pasaba sus manos por su rostro con frustración.

— No te imaginas cuantas veces me he sentido igual que tú, Hermione — expuso Harry, haciendo a su mejor amiga fruncir el ceño — He tenido esos sentimientos egoístas muchísimas veces, incluso antes de que saliéramos de Hogwarts. Si, es cierto que me he sentido culpable por ver el mundo desmoronarse y ver a tanta gente morir, pero nunca se comparó con el miedo que sentí, si a ti o a Ron les pasaba algo por haberme seguido. A ti principalmente, que fuiste la única que nunca se separó de mi. Eres la persona más importante de mi vida, Hermione — argumentó el ojiverde, haciendo a la chica sonrojarse y apartar su mirada.

— Cuando vi a Amelie besarte, sentí que explotaría, por que no solo pensé que estaba perdiendo a la persona que amo, sino que al sentirme así, también rompería la promesa que te hice de seguir siendo mejores amigos, sin importar lo que pasara entre nosotros. Después de nuestro encuentro en el ascensor, me di cuenta de que ''había roto esa promesa'' y me odié, quería morirme Harry — continuó Hermione, empezando a sentir que sus ojos se llenaban de lágrimas, haciendo todo lo posible para contenerlas.

— En este caso, debo admitir que si estuve bastante celoso de Bertram, además de Viktor, pero eso ya lo sabes — aclaró el ojiverde — del que no sabías era de Bertram. Quería golpearlo o hechizarlo y cuando llegaste tarde a la reunión con él, sentí tanto enojo, Hermione. Me hervía la sangre, llegué a pensar que quería separarte de mi — Harry dijo un poco avergonzado, viendo a su novia quedarse boquiabierta.

— Harry, tu no tienes por que preocuparte por ellos — aclaró la ojimiel un poco apenada — En cambio yo si. Eres guapo, estas en forma y puedes tener a la mujer que tu quieras y eso sucede desde Hogwarts, teniendo en cuenta que tú y Ron eran jugadores de quidditch. Son deportistas y eso le agrada a las chicas — ¿Recuerdas el sexto año? ¿Ron y Lavender? — preguntó Hermione, riéndose un poco ahora de las experiencias amorosas de su amigo pelirrojo.

— Si, creo que Lavender estaba un poco loca — agregó Harry, recordando a la ex novia de su mejor amigo.

— Ohh, tú no eres el indicado para hablar de una chica loca. ¿Recuerdas a Cho? — cuestionó la castaña un poco sonrojada y divertida al ver la expresión de pena en el rostro del ojiverde — Aunque debo admitir que es una chica hermosa. Ese es tu tipo de chicas, bonitas y deportistas. Nunca pensé que yo podría llegar a tener una oportunidad contigo, no estaba en tus estándares — continuó Hermione, sonrojada y bajando su mirada.

Se quedaron en silencio unos segundos, en los que el ojiverde sintió su corazón hundirse ante la confesión de la chica a su lado. Harry miró fijamente a Hermione, llevó su mano a su mentón y lo giró para que lo viera a los ojos. Se miraron fijamente un par de segundos.

— Eres Hermosa — Harry dijo en un susurro y ambos inclinaron sus cabezas hacia el otro poco a poco y comenzaron a besarse lentamente.

Hermione rompió el beso un instante y pasó su mano izquierda por el cabello de Harry, revelando un poco la cicatriz y pasando su dedo pulgar delicadamente sobre ella.

— Te amo Harry — susurró ella a centímetros de su rostro y con sus ojos empañados en lágrimas.

El azabache cerró sus ojos ante la caricia de Hermione. Ella era la única mujer a la que le había permitido y le permitiría tocar su cicatriz, por que además de saber el significado de su oscuro pasado, su mejor amiga entendía por que Harry odiaba tanto esa marca en su frente y aún así le había demostrado que lo amaba de verdad. Ella amaba al hombre debajo de la máscara de la fama del niño que vivió o como lo llamaban después. El elegido.

— mmm... — gimió Harry al sentir alejarse los labios de Hermione. Volvió a inclinarse hacia ella y nuevamente juntaron sus labios en un lento y prolongado beso por unos minutos.

Ginny y Neville, aparecieron en el jardín trasero para no alarmar a ningún muggle que estuviera cerca por la parte de enfrente. Caminaron hacia la puerta trasera de la casa y entraron en silencio. Cuando llegaron a la entrada de la sala, se detuvieron un momento al ver a Harry y Hermione compartiendo un adorable beso, sin percatarse de nada a su alrededor.

La pareja decidió avanzar unos segundos después y con un carraspeo, Harry y Hermione se separaron, encontrándose muy sonrojados.

Luego de tener que separarse involuntariamente, todos se reunieron y pasaron conversando, y jugando juegos de mesa mágicos toda la noche. Ahora se encontraban Harry y Ron en una partida de ajedrez mágico, mientras sus demás amigos observaban y Hermione apreciaba todo desde la barra de la cocina.

Se había levantado a servirse una cerveza de mantequilla y se quedó un poco ida viendo hacia la mesa donde jugaban la partida de ajedrez, hasta que unos momentos después decidió salir a la terraza y observar el cielo estrellado.

Apoyó su cerveza de mantequilla sobre la barandilla del balcón y suspiró con sus ojos puestos en los pequeños puntos brillantes que decoraban el cielo.

Ron y Harry habían terminado su partida, pues el pelirrojo una vez más había pateado el trasero de Harry en el juego de mesa.

Harry dándose por vencido, se levantó y vio a Hermione en él balcón, caminó hacia la terraza y abrió la puerta de vidrio. Estaba acercándose para ponerse a su lado, cuando Hermione habló y el se detuvo un momento a su espalda.

— ¿Recuerdas cuando en el cuarto año te dije que me gustaba un chico, pero que no era Viktor Krum? — preguntó Hermione con una pequeña sonrisa, aunque Harry no pudiera verla en ese momento.

— Lo recuerdo... — contestó Harry finalmente caminando hacia el balcón y situándose al lado de su novia.

— Te dije que a ese chico le gustaba otra chica y tu dijiste ... — continuaba Hermione, cuando Harry terminó la oración por ella.

— Dije que ese chico era estúpido por no elegirte a ti ... — aseguró Harry al recordar sus palabras, girando su cabeza hacia ella.

— Te dijiste estúpido a ti mismo, te gustaba Cho en ese momento — Hermione sonrió y lo miró, sus ojos brillaban al ver los ojos verdes de Harry, los cuáles la recorrían completa.

— Lo siento ... — dijo Harry un poco sonrojado — realmente fui un idiota en Hogwarts. Y ese año en el que fuimos al ministerio y Dolohov te atacó, realmente me di cuenta de lo mucho que te necesitaba, pero era demasiado joven y tonto aún para darme cuenta de que te amaba. Lo único que sabía en ese momento era que eres importante para mi y que te quería mucho.

Hermione ahora lo miraba con lágrimas en sus ojos.

— Y la verdad Mione… Prefiero soportar mil torturas, antes que perderte, agregando que esa sería la peor de todas y no quiero conocerla — aclaró Harry dedicando una suave mirada a Hermione.

Harry llevó su dedo a la mejilla de Hermione para limpiar una lágrima que había caído.

— Mione... — empezó Harry nuevamente soltando un suspiro — se que después de todo lo que ha pasado en los últimos días es difícil, pero necesito saber si estaremos bien.

Hermione centró su mirada en Harry y ambos se sostuvieron la mirada por un momento.

— La verdad es que tengo todo lo que siempre he querido junto a mi — aseguró Hermione acercándose un poco a Harry con su mirada fija en sus hermosos ojos verdes. Acarició su mejilla y le sonrió cálidamente.

El auror le devolvió la sonrisa suavemente sin despegar su mirada de los ojos de ella, y fue bajando su cabeza y reduciendo la distancia lentamente hasta que sus labios se tocaron.

Harry tomó delicadamente con ambas manos el rostro de Hermione y suavemente profundizó el beso, haciendo que Hermione gimiera contra sus labios y lo rodeara por la cintura. Harry sonrió contra los labios de Hermione.

Al separarse del beso, Hermione sonrió y suspiró complacida y luego enterró su cabeza en el pecho de Harry, quien con una sonrisa la abrazó protectoramente, depositando un par de besos en su cabeza.

Ambos estaban tan rodeados por su romántica atmósfera, que no se percataron que sus amigos los miraban desde adentro bastante emocionados, sabiendo que finalmente la reconciliación había llegado.