LOS GRANGER

Habían salido del ministerio directo a la casa de los padres de Hermione, por lo tanto, iban vestidos con sus uniformes.

Llegaron a la casa y Hermione había tocado a la puerta, cuando se dio cuenta que Harry, estaba un poco sudoroso por los nervios.

— ¡Harry! Tranquilo, mis padres te amarán — le aseguró la castaña, tomando su mano y depositando un corto beso en sus labios, lo que hizo que el pelinegro se tranquilizara.

La señora Granger abrió la puerta y los abrazó a los dos, cosa que hizo sentir a Harry un poco más tranquilo.

Entraron a la casa y Hermione, oficialmente los presentó.

— Mamá, papá, él es Harry Potter, mi mejor amigo y mi novio — dijo la chica, con una sonrisa enorme y un poco sonrojada.

— Hemos escuchado hablar mucho de ti jovencito — dijo la señora Granger, haciendo que Hermione y Harry se sonrojaran — no hay una sola carta y una sola visita que nos haya hecho en vacaciones, en la que Hermione no hablara de ti.

— ¡Mamá! — exclamó la castaña, sonrojada y notando que Harry, a pesar del sonrojo, tenía una leve sonrisa ladeada.

Luego del bochornoso encuentro, los Granger, los habían invitado a sentarse en la sala, para conversar un poco.

— Entonces, ¿A que te dedicas, muchacho? — preguntó el señor Granger.

— Soy auror. Jefe de aurores en el ministerio de magia. Somos algo así como la policía, atrapamos criminales — aclaró Harry, viendo la confusión en los rostros de los padres de Hermione.

Entonces la señora Granger se disculpó y se levantó para dirigirse a terminar de preparar la cena, trayendo a regañadientes a su hija con ella, pues sabía que ahora seguiría el interrogatorio que le haría su padre a Harry.

— Entonces, tú y Harry ¿Ya han…? — preguntó la señora Granger, no había terminado de preguntar, cuando Hermione ya estaba roja como un tomate.

— ¡Mamá! — exclamó la castaña, lo que hizo a su madre reír.

— ¡Oh! ¡Eso es un sí! — dijo su madre — cariño, se como te sientes por este chico desde que tienes quince años, ¿Creíste que no me daría cuenta, aunque no me lo contaras? Además, admito que es un chico muy apuesto — dijo ella, tranquilizando a su hija.

— Si, lo es — dijo Hermione, ahora con su mirada perdida hacia la sala y soltando un suspiro — pero Harry es mucho más…

— ¡Oh, cariño! Lo amas. Lo veo en tus ojos — dijo la señora Granger, enternecida por como hablaba su hija de Harry.

— Con cada fibra de mi ser, mamá — dijo Hermione, con voz firme.

— Solo voy a pedirte que te cuides. Sé que ya eres adulta y tomas tus decisiones, pero si aún no quieres hijos, cuídate cariño — pidió su madre, con tono dulce.

— Lo haré mamá, pero Harry es el hombre con quien deseo formar una familia y también quiero darle la familia que siempre ha deseado y nunca tuvo — Hermione dijo, esta vez con una pequeña lágrima deslizándose en su mejilla.

La señora Granger abrazó fuertemente a su hija luego de escuchar eso, pues varias veces les había contado acerca de la historia de este chico y ella quería demostrarle que merece una familia que lo ame y que lo ame por ser Harry y no el famoso Harry Potter.

— Escucha, seré directo contigo muchacho — dijo el señor Granger, con tono serio. — Hermione es mi niña y siempre lo será. Su madre y yo sabemos de sus sentimientos por ti desde que tiene quince años, sabemos que los dos han sido los mejores amigos, también junto al otro chico Weasley, pero según lo que ella nos ha contado, eres tú a quién ama —declaró el padre de Hermione — Tendrías que verle la carita cuando habla de ti, como se le iluminan sus ojos y se le dibuja una sonrisa.

Harry se encontraba sonrojado, nervioso y paralizado en el sofá, apoyando sus brazos en sus rodillas y escuchando atentamente al señor Granger, que esperaba no quisiera matarlo.

— ¿Tú estabas enterado de sus sentimientos? — preguntó su suegro.

— No señor, cuando estábamos en Hogwarts, ella los ocultó muy bien de mi. Me enteré hace poco y realmente fui un idiota por no darme cuenta antes, pues la mayoría de nuestros amigos lo sabían, menos yo — aclaró el ojiverde.

— Ahora que ya lo sabes y que estas con ella, cuídala y trátala bien, no como ese chico ¿Ethan Smith? — dijo el señor Granger, con molestia.

— Señor Granger, debo decirle y aclararle que nunca lastimaría a Hermione intencionalmente, siempre ha sido una persona muy especial e importante para mi, la amo, tanto como mi mejor amiga, como mi novia, como persona y la cuidaré con mi vida — aclaró Harry — Y con respecto a Smith, Ron y yo nos hemos encargado de él y Hermione, ha tomado su parte también.

— Bien. Me alegra escuchar eso muchacho — dijo el padre de Hermione y le tendió la mano — Sé que ella te ama y sé que la amas y no te aprovecharas de ella. Solo te pediré que no la besuquees en frente mi — pidió él, haciendo a Harry sonrojarse y asentir — además sé que ella te ama tanto, que te seguiría a donde sea sin importar el peligro y no hay nada que nosotros, ni siquiera tú, podamos hacer para detener eso, ¿Lo sabes, ¿verdad? — preguntó el señor Granger, un poco preocupado por eso.

— Si, señor — contestó Harry, un poco apenado — Lo sé, pero tiene mi palabra de que la cuidaré con mi vida. No existe un futuro para mi, en el que ella no esté.

— Bien muchacho. Sé que lo harás. Ahora, cambiando el tema. ¿Juegas algún deporte? — preguntó el señor Granger, haciendo que a Harry se le iluminara la cara.

Cuando Hermione y su madre llegaron a la sala, ambas se miraron confundidas, pues Harry y su padre estaban conversando amenamente sobre quidditch y otros deportes.

Pasaron a la mesa para cenar y estuvieron conversando y compartiendo risas. El señor y la señora Granger, se habían dado cuenta que había momentos en los que Hermione compartía una mirada con Harry y sin decirse absolutamente nada, se entendían y se reían entre ellos. También habían notado la manera en la que se miraban ambos cuando el otro no estaba viendo.

Estaban completamente enamorados, pero había algo entre ellos más allá del amor que se tenían. Era algo único, sin igual, no eran una pareja ordinaria.

Cuando Hermione miraba a Harry, además de todo el amor que se transmitía por medio de sus ojos, tenía esa mirada de amor y preocupación casi maternal.

— ¿Te quedarás esta noche, querida? — preguntó Helén.

— Me encantaría mamá, pero Harry y yo… — dijo Hermione, pensando en sus planes de más noche, cuando fue interrumpida por Harry.

— No importa, Hermione. Puedo llegar solo a casa — dijo Harry con una leve sonrisa ladeada que dejó por un momento a la castaña boquiabierta y sin saber que decir, pues quería acompañar a Harry y terminar lo que habían empezado en su despacho, pero él quería quedar bien con sus suegros.

El momento de despedirse llegó y al final, Hermione había aceptado quedarse con sus padres, pues Harry le había prometido que le avisaría cuando llegara y le había asegurado que su actividad de esa tarde aún seguía en pie.

Harry se despidió de los señores Granger, les tendió la mano a ambos y junto a su novia caminó hacia la puerta. Los padres de la castaña habían subido, pero se habían quedado espiando un poco a su hija, mientras se despedía de Harry.

— Me agrada el chico — le dijo el señor Granger, a su esposa.

— ¡Oh, cariño! ¿Has visto como se miran? ¿Has visto como la mira él? ¿Cómo lo mira Hermione? Tienen una conexión única, con solo verse a los ojos pueden comunicarse y nunca había visto a Hermione tan feliz — la señora Granger dijo emocionada.

Mientras tanto, abajo y sin saber que estaban siendo observados por sus padres, Hermione abrió la puerta de la casa para despedirse e inmediatamente se abalanzó sobre él y lo besó en los labios, haciendo a Harry corresponder el beso y deslizar sus manos por su cintura. Con cada beso que se daban, el mundo a su alrededor desaparecía, solo existían ellos dos. Hermione se emocionó y comenzaron ambos a profundizar el beso, mientras ella empezó a enredar sus dedos en el cabello desordenado de Harry, rodeando siempre el cuello con sus brazos.

— ¡Oh, Dios mío! Me agrada el chico, pero no estoy seguro de querer ver esto — dijo el señor Granger, un poco molesto y haciendo ademán de querer interrumpir en la puerta, cuando su esposa lo detuvo.

— Por favor, cariño. Es el mejor amigo y ahora novio de tu hija y es el chico del cual ha estado enamorada desde que tenía quince años, ¿En serio creías que no la ibas a ver besarlo? — preguntó la señora Granger a su esposo, un poco divertida.

En la puerta, Harry y Hermione seguían besándose, se estaban emocionando cada vez más, hasta que Harry, reuniendo toda su fuerza de voluntad rompió el beso.

— Hermione…aquí no podemos — había dicho Harry, clavando sus ojos verdes hambrientos de deseo en los marrones de ella y respirando aceleradamente, tratando de calmarse.

— Lo sé. Lo lamento — dijo Hermione, tratando de normalizar su respiración, cuando Harry se inclinó hacia su oído y susurró algo en el.

Richard y Helen, habían visto este intercambio y a Harry acercarse a su oído y decirle algo que la hizo retroceder y sonreír sintiendo una corriente eléctrica erizarle toda la piel.

— Buenas noches, Mione — Harry se despidió, ya se habían separado y Harry le dio un corto beso en los labios, para luego darse la vuelta y empezar a caminar.

— Harry… — llamó Hermione. Harry se volteó hacia ella y sin que pudiera reaccionar, ella se abalanzó una vez más sobre él y le dio un sencillo, pero largo beso. Él la tomó por la cintura y la hizo girar en el aire.

— Buenas noches, Harry — dijo la castaña sonriente. Harry levantó su mano y puso un mechón de cabello castaño detrás de su oreja.

— Nos vemos mañana — dijo él, metiendo sus manos en los bolsillos y dándole a la chica una sonrisa ladeada que la hizo derretirse, mientras se daba la vuelta una vez más, miraba a su alrededor que no hubiera ningún muggle merodeando y desaparecía.

Cuando Hermione entró a la casa y cerró la puerta tras de ella, se deslizó hacia el piso con su espalda contra la puerta, mordió su labio y soltó un profundo suspiro, acompañado de una sonrisa tonta.

Sus padres habían visto todo y luego se habían ido en silencio hacia su dormitorio, mientras Hermione esperaba el mensaje de Harry, el cual llegó un par de minutos después con un enorme y elegante ciervo, lo que dejó a Hermione más tranquila y luego subió hacia su habitación para ir a dormir.

Harry había llegado a su apartamento y se metió a tomar una ducha con agua fría, pues aún tenía el problema con su miembro erecto, luego de haberse besuqueado apasionadamente con Hermione.

Salió del baño y se metió en la cama. Esa noche ambos tuvieron sueños bastante sucios el uno con el otro.

…………………………………..

Hace poco tiempo, Harry, Ron y Hermione, habían acordado que por las mañanas antes de entrar a trabajar, se reunirían los tres en una cafetería muggle, para tomarse el café de la mañana y platicar unos minutos, en caso de que no tuvieran tiempo en el almuerzo o después de sus jornadas laborales.

Luego de su encuentro matutino, Harry tuvo que ir a la sala de interrogatorios, para seguir sacándole información al mortífago, el cual ya tenía al ojiverde desesperado.

Después de dos intentos fallidos de sacarle información, se había decidido que le sacarían los recuerdos, pues el veritaserum estaba prohibido a menos que esa persona hubiese asesinado y sorprendentemente, no era el caso de este mortífago.

Luego de unos minutos considerando que hacer, decidió que le sacaría el recuerdo, pero esto tendría que hacerlo alguien altamente cuidadoso y calificado, para no dañar el cerebro del hombre.

— ¿Podrías hacerme el favor y llamar a la señorita Granger? — Pidió Harry, a uno de los aurores que vigilaba la entrada, mientras se asomaba por la puerta de la sala.

Mientras esperaba a Hermione, aturdió al mortífago ya que, si iban a sacar sus recuerdos, necesitaba tenerlo completamente inmóvil.

— Potter, la señorita Granger está aquí — informó el auror, mientras entraba en la sala para hacerle saber a Harry y que este saliera a explicarle a la castaña.

El azabache se acercó a ella, cerrando la puerta y metió sus manos a los bolsillos.

— Hermione, necesito que me ayudes y extraigas los recuerdos de este mortífago, necesito a alguien altamente calificado y tu eres brillante y cuidadosa, sabes hacerlo bien — informó Harry — Y antes de que me regañes por hacer esto, intenté todo y no quiere hablar, además de que sabes que el veritaserum está prohibido, a menos que el haya asesinado y por extraño que sea, no es el caso. ¿por favor? Ya lo he aturdido para que puedas trabajar tranquila. — Había pedido el chico, mirándola con sus hermosos orbes verdes.

— ¿Estarás ahí? — preguntó Hermione, en tono de suplica, mientras Harry abría la puerta y asentía, dándole un beso en la frente.

Luego de que Hermione extrajera las memorias, Harry hizo pasar a los aurores que estaban en el caso, para que pudieran ver en el pensadero junto a él.

— Gracias, Hermione — dijo el azabache, sonriendo levemente y dejando que la chica saliera. Tenía unas ganas inmensas de besarla, pero en ese momento no era adecuado y la Hermione lo entendió.

La hora del almuerzo llegó y Hermione, fue en seguida a buscar a Harry, para saber como le había ido con las memorias en el pensadero.

— Es un asunto confidencial, Mione. Solo tú puedes saberlo — Aclaró el chico de ojos verdes, mientras ella asentía y bajaba su cabeza sintiéndose apenada, recordando el otro asunto que tenía que hablar con Harry, quién en seguida notó su cambio de reacción.

—¿Te ocurre algo? — preguntó preocupado, levantándose de su silla, caminando hacia ella y apoyándose de espaldas al escritorio.

— Quiero pedirte un favor, es algo difícil para mi y tu eres él único que puede ayudarme — dijo la castaña un poco sonrojada.

— ¿Qué cosa podría ser difícil para ti? Dime — dijo Harry, con una sonrisa ladeada y viendo a su novia sonrojarse.

— Un patronus. Sabes lo que me costó en Hogwarts. Llevo días intentando hacer un patronus corpóreo, pero no he podido sacar ni uno decente. ¿Podrías ayudarme? — preguntó la chica, algo apenada.

El ojiverde levantó una ceja con incredulidad.

— Por supuesto Hermione, no hay problema. ¿Quieres que probemos al terminar la jornada? — preguntó Harry, viendo que ella asentía sonriente, encontrándose un poco más animada.

Horas más tarde, al finalizar la jornada laboral, Hermione fue directamente a la sala de entrenamientos, donde Harry ya la estaba esperando.

Hermione entró y dejó sus cosas en el escritorio, sacando solamente su varita y se dirigió hacia el centro, donde Harry estaba esperando en el borde del escritorio, con las manos en los bolsillos.

— De acuerdo. Primero cierra los ojos y relájate — decía el ojiverde, moviéndose del escritorio y caminando hacia ella.

— Relájate y concéntrate en algo que te haga no solamente feliz, completamente feliz — le dijo esto susurrando en su oído, mientras iba rozando lentamente sus labios por su cuello, hombros y brazos.

Hermione sintió cada fibra de su cuerpo erizarse al toque de Harry, como al escuchar el susurro de su voz en su oído. Todas estas sensaciones la hicieron abrir sus ojos y voltear a ver a Harry, lo que hizo que sus miradas se encontraran y en ese momento sintió una ola de electricidad recorrer sus venas y todo su cuerpo. Estaban mirándose fijamente y Harry se había sonrojado y reído, obviamente afectado, con esa sonrisa ladeada que la castaña tanto amaba.

Por su parte, el ojiverde percibió cuando el cuerpo de Hermione tembló y toda su piel se erizó, pero cuando ella lo miró directamente a los ojos, se dio cuenta que el recuerdo que estaba usando era con él y dándose cuenta de esto, se sonrojó y le dio una sonrisa ladeada, bajando su cabeza al encontrarse obviamente afectado y halagado.

''Había elegido el momento en el que Harry le había dicho que la amaba y la había besado, luego de que ella lo había besado y había salido corriendo de su oficina, seguido de su primer encuentro sexual, cuando ambos se habían entregado el uno al otro''.

— Concéntrate, que ese recuerdo te llene, que invada tu mente — volvió a susurrar en su oído, ahora recorriendo desde sus hombros hasta sus brazos con sus manos lentamente, hasta que llegó el momento en el que Hermione, levantó la varita y él muy cuidadosamente, tomó su brazo derecho y compuso la posición del brazo y de su mano.

— Empieza a dibujar pequeños círculos con tu varita, para aumentar el poder del encantamiento, Hermione — le dijo él, soltando suavemente su brazo.

— ¡Expecto Patronum! — exclamó Hermione, y de su varita surgió una potente luz deslumbrante y cegadora, que en segundos se convirtió en una hermosa cierva plateada.

Ambos estaban boquiabiertos y con sus ojos como platos, observando a la hermosa cierva, pero no por que ella lo hubiese conseguido a la primera, no, sino por que su nutria había mutado para convertirse en el alma gemela de Harry.

Ambos sabían que los patronus mutaban cuando el lanzador sufría un trastorno emocional de algún tipo, incluyendo enamorarse eternamente y sin cambios.

El patronus de Hermione cambió de su forma previa de nutria a una hermosa cierva, reflejando el amor que sentía por Harry. Ambos encontraron sus miradas, ahora con sus rostros sonrojados y sus corazones violentamente acelerados, bombeando fuertemente en sus pechos.

''Harry Potter acababa de darse cuenta que el amor que sentía Hermione por él era eterno, puro y jamás cambiaría. Esto lo hizo sentirse apenado, agradecido, halagado e inmensamente feliz''.

Harry aún sonrojado, pero con una sonrisa en su rostro y viendo fijamente a la mujer frente a él con sus profundos y hermosos orbes verdes, sacó su mano izquierda del bolsillo de su pantalón, se acercó a ella y cariñosamente acarició su mejilla con la mano.

— Estoy orgulloso de ti, muy orgulloso — Harry dijo y se acercó lentamente a ella sin despegar sus ojos de esos hermosos orbes miel. Juntó sus labios en un tierno y largo beso.

Al separarse, Hermione aún ruborizada y sin aliento se mordió su labio inferior, cosa que Harry no pasó desapercibido.

— Oh señor Potter, usted y yo tenemos un asunto pendiente — dijo la Hermione, ahora con una sonrisa pícara en sus labios.

Ambos sonrieron y luego se dirigieron a tomar sus cosas para salir inmediatamente del ministerio, hacia el apartamento de Harry.

Corrieron por los pasillos y por el atrio del ministerio y luego salieron de este para aparecerse frente al apartamento de Harry, y tomados de la mano caminaron hasta la puerta y entraron en la casa.

Al entrar, Harry cerró la puerta detrás de ellos, la castaña se volteó hacia él rodeando su cuello con sus brazos, Harry la rodeó por la cintura y comenzaron a besarse lentamente, escuchando pequeños sonidos de placer del otro. Fue un beso lento, lleno de pasión.

Hermione saltó y rodeó la cintura de Harry con sus piernas y lentamente él los condujo hacia arriba por las escaleras, mientras se desprendían de las prendas de ropa, dejándolas caer por el piso y las escaleras.

Cuando llegaron a la habitación estaban solamente en ropa interior, la cual no duró mucho.

Llegaron juntos al éxtasis y estando abrazados, mientras ambos esperaban sus respiraciones tranquilizarse, conversaron un momento, enredados entre las sábanas.

— Siempre he querido hacer esto — dijo Hermione sonriente pulsando su dedo en el pecho de Harry, tratando de atrapar el pequeño tatuaje de snitch que revoloteaba ahora por el pecho del ojiverde — cada vez que lo he visto anteriormente, he querido atraparla — confesó un poco sonrojada.

— Bueno es toda tuya, eres la única buscadora que puede hacerlo en mi cuerpo — aseguró el azabache con una sonrisa, mientras miraba como el dedo índice de Hermione seguía la pequeña snitch hasta ser atrapada y regresar a su lugar.

Luego de haberla atrapado, recibió un pequeño beso de Harry en su cabeza y minutos después, ambos habían sido llamados al mundo de Morfeo.

A la mañana siguiente, Harry fue el primero en despertar y ver a Hermione dormida sobre su pecho, enrollada con las sábanas. Sonrió y se las arregló para levantarse sin despertarla plantando un beso sobre su cabeza. Se dirigió hacia el closet y sacó un bóxer y un pantalón limpio, para luego bajar y hacer el desayuno para ambos.

Hermione se despertó unos minutos después, dándose cuenta que ya no estaba sobre el pecho de Harry. Se levantó y se puso solamente un jersey de quidditch de Harry, el cual le quedaba algo grande y solo cubría un poco más abajo de sus partes íntimas. Se miró rápidamente al espejo con una sonrisa soñadora en sus labios, notando las letras mayúsculas en su espalda: ''POTTER''. Ella había decidido apropiarse de ese Jersey.

Momentos después bajó las escaleras a la cocina, mientras se recogía el pelo en una moña desarreglada.

— Buenos días — dijo ella atrayendo la atención de Harry, que cuando la vio, su mandíbula cayó y algo debajo de su pantalón se despertó. No podía dejar de verla con la boca abierta, lo que hizo que ella sonriera y se sonrojara.

— Buenos días — contestó él tragando saliva y sin despegar su mirada de ella. Hermione se inclinó sobre la barra de la cocina y le dio un corto beso en los labios.

— Estamos a mano Potter, No sabía que habías bajado sin tu camisa — le dijo ella un poco sonrojada sin dejar de ver el musculoso abdomen de Harry.

— Ohh, tú no tienes nada que presione contra tu pantalón — Harry dijo sonrojándose más cuando se dio cuenta de lo que había dicho y causando que la castaña se riera.

El chico se levantó para terminar de recoger los platos y lavarlos de forma muggle, cuando sintió a Hermione levantarse y caminar hacia él para abrazarlo por la espalda, acariciar su pecho con sus manos, repartir pequeños besos por su espalda y sorpresivamente bajar una de sus manos y apretar su miembro erecto debajo del pantalón. Esto lo hizo gemir fuertemente y apoyar sus manos en la encimera del lava platos. Se volteó hacia ella y puso sus manos mojadas en su trasero, por encima del jersey secando sus manos en el y la besó.

— ¿Puedo tenerte de nuevo? — preguntó Harry, respirando agitado sobre el rostro de ella y bastante afectado.

Ella asintió con una sonrisa y con un rápido movimiento de Harry, estaba sentada en la encimera con Harry en medio de sus piernas y siendo devorada por sus adictivos labios. Lo terminó de rodear con sus piernas, mientras acariciaba con sus manos el ejercitado abdomen de él.

Entre todo el toqueteo de sus manos, el pequeño tatuaje de snitch comenzó a revolotear nuevamente, sin embargo, en ese momento no estaba siendo seguida por los dedos de Hermione, ya que ella se encontraba totalmente perdida con los labios y las manos de Harry sobre ella.

Harry metió su mano por debajo del jersey y acarició sus pezones, haciéndola gemir de placer, lo que la llevó a despojarlo de sus pantalones y su bóxer.

''Te amo tanto, Harry'' la escuchó decir con su respiración agitada, cuando la atrajo más hacia él, la sujetó entre sus fuertes brazos pegando su frente a la de ella y entró en su cavidad, causando embriagantes gemidos de ambos.

— Yo también te amo, Mione — dijo él, agitado y depositando un apasionado beso en sus labios.

Ambos gemían el nombre del otro al ritmo de las embestidas, con sus ojos cerrados y sus mentes nubladas por el placer tocaron ambos las estrellas y luego de explotar dentro de ella, a petición de Hermione, ya que seguía tomando su poción anticonceptiva, Harry se derrumbó en ella con su rostro entre su cuello y su cabello, sintiendo los brazos de Hermione rodearlo, mientras besaba su cabeza.

— Nunca me dejes, por favor — dijo Harry, recuperando su respiración.

— ¿De que hablas? Ni siquiera lo pienses — respondió Hermione asustada por las palabras de Harry y tomando su rostro entre sus manos — ¿Entiendes? Nunca voy a dejarte — aclaró ella, dándole un corto beso en sus labios.

Harry bajó a Hermione de la encimera cuando estuvieron recuperados. Se quedaron un rato conversando en la barra de la cocina, hasta que escucharon la chimenea y vieron salir a Ron de ella. A Harry no era que le importara que su amigo y la novia de este lo vieran sin su camisa, pero el hecho de que Hermione estaba vestida solo con un jersey de quidditch de él, hizo que ambos se sonrojaran y Harry caminara para cubrirla mientras ella bastante avergonzada corría escaleras arriba para cambiarse.

No fueron los únicos en sonrojarse, pues Ron se había sonrojado al nivel de estar casi del mismo color de su cabello, mientras Luna solo se había reído un poco de la situación.

— Oye, ¿Interrumpimos algo? — preguntó el pelirrojo algo incómodo, dado que acababa de ver a su mejor amiga casi desnuda, utilizando solo un jersey de Harry.

Para Ron, Hermione siempre había sido bonita, pero nunca se había sentido atraído románticamente hacia ella, además de que estaba enterado de sus sentimientos por Harry, que era su mejor amigo en común y de que actuaba como hermano celoso con sus pretendientes.

— No, para nada. Hubieras interrumpido si apareces hace diez minutos —aclaró Harry sonrojado y tratando de desviar su mirada hacia otro lado que no fueran sus amigos.

— Bien, no necesitaba saber ese dato compañero — aclaró Ron, aún sonrojado.

Cuando la castaña bajó ya vestida, le tendió una camisa que le había bajado a Harry, que de inmediato se la puso y se quedaron los cuatro conversando un par de horas.

Horas después, Ron y Harry dejaron a Luna y Hermione en el apartamento, ya que habían planeado ir al juego de quidditch entre los Chuddley Canons y el Puddlemore.

El sol se filtraba a través de las nubes dispersas sobre el estadio de quidditch, pintando destellos dorados en la multitud que se congregaba en las gradas. Harry y Ron se encontraban entre la animada muchedumbre, sus ojos fijos en los jugadores que volaban a gran velocidad por el campo. Un ambiente de emoción y camaradería llenaba el aire, y parecía que cada grito y aplauso se fusionaban en una sinfonía mágica.

Mientras observaban el partido, Harry lanzó una mirada nerviosa a Ron antes de hablar con voz decidida.

— Voy a pedirle matrimonio a Hermione — Sus manos estaban cómodamente metidas en los bolsillos de su pantalón, pero su corazón latía con fuerza. Ron, sin embargo, reaccionó de manera poco elegante al escuchar la noticia, casi atragantándose con su cerveza. Harry se apresuró a darle palmadas en la espalda, riendo ante la reacción de su amigo.

— ¡Ya era hora, amigo! — exclamó Ron, sus brazos se alzaron en un gesto de agradecimiento cómico hacia el cielo — Te tardaste un poco, ¿no? —agregó, frunciendo ligeramente el ceño en un intento de parecer confundido. La incredulidad y sorpresa en su voz eran inconfundibles.

Harry rascó su nuca, luciendo un poco avergonzado por la reacción de Ron.

— ¿Crees que dirá que sí? — preguntó con una pizca de incertidumbre en su voz. Era como si aquel valiente joven que había enfrentado a Voldemort estuviera volviendo a ser el chico inseguro que alguna vez fue.

Ron arqueó una ceja, casi como si la pregunta le pareciera ridícula.

— ¿Estás bromeando? — respondió con asombro — Es Hermione Granger de quien hablamos. ¡Obvio dirá que sí! — exclamó con un tono que dejaba claro que Harry estaba dudando innecesariamente.

— Esa chica, siendo tan apegada a las reglas, rompió una gran cantidad de ellas en Hogwarts por ti. Se infiltró en el ministerio, asaltó Gringotts y salió volando del banco en un maldito dragón por ti, tomando en cuenta que le teme a las alturas — argumentó Ron con entusiasmo, haciendo que Harry se sonrojara ligeramente ante el recordatorio — ¿Aún dudas que diga que sí? — concluyó, con una sonrisa traviesa bailando en sus labios.

— Solo quería saber qué pensabas... — aclaró Harry, su voz llevando un atisbo de vulnerabilidad — ¿No es muy pronto? — añadió con una nota de inseguridad, mirando fijamente el campo de quidditch como si buscara una respuesta en las jugadas del partido.

Ron no pudo evitar soltar una risa de incredulidad.

— ¿Qué? Harry, la conoces desde que tenemos once años, y ¿piensas que es muy pronto? — sus ojos azules parpadearon con asombro antes de que una sonrisa pícara se extendiera por su rostro — Además de que lleva, ¿qué? ¡Diez años enamorada de ti! — argumentó, enfatizando en los largos años que habían pasado desde su época en Hogwarts hasta aquel momento.

Harry suspiró, sus hombros se encogieron ligeramente en una mezcla de ansiedad y resignación.

— ¡No! Pero aún tengo que pedir su mano con sus padres, y ellos acaban de conocerme oficialmente. Después de solo escuchar mi nombre a través de las cartas de Hermione y saber que fue por mí que su única hija les borró la memoria... y ya sabes todo lo demás — explicó, su expresión reflejando la preocupación que pesaba en su mente.

Ron puso una mano reconfortante en el hombro de Harry, ofreciéndole una mirada de apoyo.

— Amigo, Hermione te ama. Si tienes que pedir su mano, hazlo. Si ella te ama, ellos lo aceptarán. Han escuchado tanto de ti por Hermione, y ¿has visto alguna vez la carita de felicidad que pone cuando habla de ti? —preguntó, con un tono lleno de complicidad. Sus ojos se encontraron con los de Harry, y una sonrisa suave se formó en su rostro pecoso — Es obvio que saben que la haces feliz.

Harry se ruborizó intensamente, apartando la mirada y llevando sus manos a los bolsillos de su pantalón con una tímida sonrisa.

— Por cierto, ¿quién más lo sabe? — continuó su amigo, su voz ligeramente juguetona mientras seguían disfrutando del emocionante partido de quidditch.

— Eres el primero. ¿A quién más le diría? — respondió Harry, arqueando una ceja en señal de complicidad — Eres mi mejor amigo, y mi mejor amiga es la persona con quien planeo casarme — agregó con una sonrisa, dejando en claro la confianza que tenía en Ron.

Ronald llevó una mano dramáticamente al pecho, inclinando la cabeza hacia atrás en un gesto teatral, luego hizo una expresión de secar una lágrima invisible, lo que provocó risas de su mejor amigo.

— Oh, gracias, Harry. Tendré que practicar mi discurso emocional para el gran día — bromeó Ron, haciendo una reverencia exagerada — ¿Ya tienes el anillo? — continuó el pelirrojo, mostrando un interés genuino en los detalles de la planificación.

— Sí, el anillo de mi madre. Está en mi bóveda en Gringotts. Iba a pedirte que me acompañaras a sacarlo — reveló Harry, sus brazos cruzados mientras sus ojos se posaban en la veloz acción de los buscadores que competían por atrapar la snitch dorada.

Recordaron que después de la guerra, habían sido prohibidos de entrar en Gringotts. Sin embargo, Hermione, con su tenacidad y conocimiento legal, finalmente había logrado establecer un acuerdo con los duendes del banco, permitiendo al trío dorado finalmente acceder a sus bóvedas.

— ¿Esa es tu manera elegante de pedirme que sea tu padrino de bodas? — preguntó Ron, enviándole una sonrisa esperanzada. La idea parecía emocionar al pelirrojo, y Harry no pudo evitar corresponder con una sonrisa amplia.

— Obvio, idiota — respondió Harry con un tono sarcástico, desviando su mirada del juego y girándose hacia su amigo con una leve sonrisa y una ceja levantada.

— Sabes, más de alguna vez, Sirius y Remus me dijeron lo mucho que Hermione les recordaba a mi mamá — compartió Harry con un tono cálido en su voz, una sonrisa tonta curvando sus labios mientras su mirada estaba fija en un punto distante del campo de quidditch. Sus manos se deslizaron en los bolsillos de su pantalón, como si estuviera buscando algo para distraerse mientras compartía sus pensamientos — Desde lo inteligente y aplicada que es, hasta su forma de ser. Sirius me dijo que podía ver la fiereza y determinación de mamá en los ojos de Hermione — añadió, sus ojos parecían brillar con una mezcla de alegría y nostalgia al recordar las palabras de quienes habían sido figuras paternas para él.

Ron escuchaba atentamente, capturando cada palabra como si fueran valiosos secretos compartidos. Observó a su mejor amigo, notando la expresión de felicidad que se apoderaba de su rostro mientras hablaba sobre Hermione. En ese momento, el partido de quidditch parecía haberse convertido en un fondo borroso mientras Harry compartía sus sentimientos.

— Creo que también me lo recordaban cada cierto tiempo para que me juntara con ella — continuó Harry, su tono cargado de un toque de nostalgia y arrepentimiento — Pero como idiota les repetía que solo éramos mejores amigos — añadió con una risa suave y autocrítica, como si estuviera recordando los momentos en que había sido un poco terco en cuanto a sus sentimientos. Levantó una mano para pasarla por su cabello, dándole un toque desordenado de manera inconsciente mientras continuaba hablando.

— Supongo que también se dieron cuenta de lo que Hermione sentía por mí — admitió finalmente, sus dedos acariciando su nariz por debajo de sus lentes, una pequeña mueca de complicidad jugueteando en sus labios.

Ron asintió lentamente, asimilando las palabras de Harry y la profunda reflexión que compartía en ese momento. Se sintió privilegiado por ser testigo de esa conversación íntima y personal. Una sonrisa genuina se formó en su rostro mientras miraba a su amigo con cariño y camaradería.

— Oye, al final, siempre llegamos al lugar correcto, ¿no es así? — comentó con un tono tranquilizador — Sirius y Remus tenían razón, y supongo que todos esos 'empujones' también ayudaron — agregó con un guiño cómplice.

— Siempre la amaste y no solo como tu amiga — aseguró Ron con una convicción sincera en su voz, observando a su amigo mientras hablaba. Notó que Harry parecía un poco confundido, como si las palabras de Ron hubieran abierto una puerta a un mundo de pensamientos que aún no había explorado por completo — Lo hiciste, es solo que nunca le prestaste a tus sentimientos la atención que se merecían, porque no eras consciente de ellos — explicó el pelirrojo, tratando de transmitir su entendimiento en un tono amigable y reflexivo. La expresión de Harry era una mezcla de sorpresa y reflexión mientras asimilaba lo que Ron le estaba diciendo.

Harry titubeó por un momento, sus ojos parpadeaban mientras trataba de encontrar las palabras adecuadas para responder.

— Es cierto que siempre ha sido importante para mí — admitió finalmente, su voz llevaba una nota de sinceridad mientras su mirada se perdía en el horizonte como si estuviera reviviendo recuerdos — Pero nunca consideré que pudiera sentir algo más allá de una amistad profunda — añadió, su voz tenía un matiz pensativo, como si estuviera cuestionando sus propias percepciones del pasado.

Ron sonrió con entendimiento, captando la confusión en la expresión de su amigo.

— Sabes que sin darte cuenta, incluso la celaste cuando invitó a Cormac a la fiesta del club de Slughorn — reveló, su tono era un tanto burlón, recordando ese episodio del pasado — ¿Recuerdas que casi le partes la cara? Después de que Hermione te dijo que había huido de él cuando le robó un beso debajo del muérdago — continuó, su tono llevaba una chispa de diversión mientras recordaba cómo Harry había reaccionado en ese momento.

El rostro de Harry se volvió un tono más rojo, una mezcla de vergüenza y culpa, a medida que los recuerdos cobraban vida en su mente.

— ¡Oye! ¡Se lo merecía! — defendió, cruzando los brazos en un gesto de indignación, pero la risa estaba presente en su voz, incapaz de evitar encontrar humor en esa anécdota.

Ron soltó una risa franca, disfrutando de la reacción de su amigo.

— Yo no dije lo contrario — respondió, su sonrisa era amplia mientras recordaba aquel incidente — Incluso yo lo enfrenté cuando me enteré, pero el idiota estaba más aterrado contigo que conmigo — añadió con una pequeña risa, su mirada llena de complicidad mientras compartían ese recuerdo.

— Otra cosa de la que tú no eras consciente y todos notamos, es la forma en la que se miraban ustedes dos. Esa es una de las tantas razones por las que la mayoría de estudiantes en Hogwarts apostamos por ustedes dos — continuó Ron, con una expresión juguetona, como si estuviera desenredando una historia que había estado guardada en su mente por mucho tiempo. Observó a Harry mientras hablaba, viendo cómo el rojo se apoderaba de las mejillas de su amigo, lo que lo hizo sonreír aún más.

— Agrega el hecho de que dejaste a Cho en Hogsmeade por reunirte con Hermione, además de que Cho siempre estuvo celosa de ella y... — siguió hablando Ron, pero antes de que pudiera continuar, Harry lo interrumpió.

— De acuerdo, lo entendí. Y sí, recuerdo los rumores acerca de si Hermione y yo estábamos juntos desde cuarto año, si eso era lo que dirías a continuación — respondió Harry con una risa contenida. Parecía estar agradecido por las observaciones de Ron, aunque también un poco avergonzado por cuántas señales aparentemente habían pasado desapercibidas para él en el pasado.

Ron asintió con una sonrisa cómplice, dejando que las palabras de Harry se hundieran mientras continuaban disfrutando de su conversación íntima. Pero Harry tenía más para decir, y Ron lo escuchó atentamente mientras hablaba sobre Hermione.

— Antes de enterarme de los sentimientos de ella, ni siquiera se me pasaba por la cabeza que Hermione se fijaría en mí. Ella es brillante, hermosa, bonita y tiene otro montón de cualidades — declaró Harry, su voz llevaba una pizca de melancolía mientras reflexionaba sobre la increíble persona que Hermione era — Aún sigo sin entender ¿por qué se fijó en mí? Siempre se ha merecido algo mejor — añadió, su tono se volvía un poco más cabizbajo, como si llevara años cuestionándose eso en secreto.

Ron se tomó un momento para procesar las palabras de su amigo antes de responder.

— Puede que no siempre puedas ver lo que los demás ven en ti, Harry — dijo con sinceridad — Pero lo que está claro para todos los que te rodean es que eres una persona increíble. No solo por tus hazañas heróicas, sino por la forma en que cuidas de tus amigos, luchas por lo que es correcto y pones a los demás antes que a ti mismo — expresó, sus ojos reflejando una admiración genuina.

Harry lo miró, su mirada encontrándose con la de Ron en un instante de profundo entendimiento.

— Y ella… — Ron agregaba, pero Harry terminó por él.

— Me ama y me siento amado. La amo con cada fibra de mi ser y me hace feliz. No voy a dejarla — afirmó Harry con una resolución firme en su voz — Me dedicaré a ella y daré todo de mí para hacerla feliz — añadió, sus ojos brillaban con determinación y emoción mientras compartía sus sentimientos más profundos con su mejor amigo.

— Amigo, ella es feliz desde que le dijiste que la amas, solo asegúrate de mantenerla así — Ron le dijo dándole una palmada en la espalda — Tus padres, Sirius y Remus estarían orgullosos de ti — finalizó Ron viendo a su mejor amigo sonreír levemente con sus ojos empañados.

— Gracias, Ron — le dijo Harry y luego ambos se concentraron nuevamente en el juego frente a ellos.