Disclaimer: Saint Seiya no me pertenece, es propiedad de Masami Kurumada.
MENTIRAS A MEDIAS
II
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Ya se acercaban las diez de la noche y la pareja salía de la habitación en completo silencio. Bajaron hasta la recepción del primer piso, Saga lo miraba de reojo, tenía que decir que se veía muy bien con su atuendo, una blusa blanca de mangas largas y unos pantalones negros, nada sobresaliente, nada exagerado. El cabello lo traía en una cola alta dejando los mechones de su frente libres. Los botones los guiaron hasta el patio del hotel, un lugar espacioso y bien iluminado con una piscina situada al medio, desde ese lugar se podía ver la estructura de aquel pequeño, pero distinguido hotel, las paredes blancas lisas, adornadas con algunas piedras de color café claro y pilares de madera, muy rustico y acogedor.
—¡Mu, amigo bienvenido! —exclamó un hombre, ambos se giraron y vieron como el tipo se acercaba con un vaso de brandi en la mano, el hombre venía vestido de una manera simple, camisa color caqui y unos jeans claros.
—Aioria, ¡felicidades!, ¿Cómo estás? —saluda Mu con un fuerte abrazo, el hombre que bordeaba la misma edad de Mu, de ojos verdes y el cabello rubio ceniza.
—Feliz, ansioso, son muchas cosas, él debe ser tu novio ¿no es así?... Shaka me comentó que habías llegado con él, nos debes una explicación ¿eh? —dice codeándole las costillas, Mu no pudo evitar el sonrojo y se escudó en una sonrisa fingida. El novio al separarse se dirige donde Saga, apenas unos centímetros alejados del pelilila— Bienvenido, soy Aioria Talassinos, un gusto conocerte, aunque no sabíamos que existías —dice ofreciéndole su mano—, aquí mi amigo no es muy partidario de contar las buenas nuevas. —
—Un gusto para mí también, Saga Géminis, tranquilo conozco a Mu, prefiere dejar las cosas en secreto. —comentó siguiendo la jovialidad de Aioria y estirando su mano aceptando el saludo.
—Vengan, ¿quieren beber algo?, algunos de los invitados que han llegado bajaran pronto así que por qué mejor los esperamos en las mesas que están allá —les dice mientras le guía la dirección, ambos sonríen y caminan muy juntos hacia el lugar seguidos por el novio.
—Y cuéntame, ¿Dónde se conocieron? —preguntó Aioria. Mu le da una mirada a Saga, pensando en qué decirle a su amigo, la verdad se había olvidado de ese pequeño detalle.
—En un café. —responde Saga
—En el museo. —dice a su vez Mu. Ambos se miraron, obviamente no estaban conectados en la misma mentira— En el café del museo. —responde finalmente el pelilila sonriendo, dejando pensativo a Aioria.
La pareja tomó asiento en una de las sillas que ahí había junto a una mesa de vidrio mientras que Aioria se quedó de pie haciendo memoria.
—No recuerdo que el Museo de Atenas tuviera un café. —dice finalmente Aioria recordando escasamente detalles del lugar.
—Es nuevo, lo habían inaugurado ese día —termina Saga, quien había tomado asiento al lado del menor, entrelazando sus manos con las de él.
—Vaya, no he ido en varios años, de seguro está muy cambiado. —Aioria deja su vaso en la pequeña mesa— Voy a buscarles algo para beber y sin objeciones Mu, estoy previo a casarme así que me acompañarás por esta noche y todas las otras noches siguientes. —Aioria sabía que Mu no era de las personas que solían beber y que lo hacía solo en ocasiones especiales.
—De acuerdo —dice sin otra alternativa, mientras en su mente esperaba que fuera solo una copa de espumante, aunque intentaría alejar el alcohol de su cuerpo lo más que pudiera, la última vez que había bebido había terminado contratando a Saga. Aioria se marchaba feliz y cuando lo ven lo suficientemente lejos Saga aprovecha para acercarse al oído del pelilila.
—¿Problemas con el alcohol? —la voz grave llegó como una brisa cálida a su oído, erizándole la piel de esa zona de inmediato.
—No me gusta beber. —le dijo girando su cabeza en su dirección para encontrarse el rostro del moreno apenas unos centímetros, tragó saliva e intentó alejarse unos centímetros.
—¿Alguna razón en especial? —siguió. La mano de Saga quitaba unos mechones que le obstruían la vista de sus ojos colocando el mechón detrás de su oído, por un momento la respiración de Mu se cortó, apenas si había tocado su rostro y su oreja, pero había sido suficiente para sentir las cosquillas en esa zona. Intentó disimular sus nervios con una sonrisa, pero Saga ya se había percatado de su reacción e hizo una nota mental, pensando que esa información podría servirle más adelante.
—Ninguna, solo no me gusta. —dice, mintió, tenía muchas razones por las que prefería mantener el alcohol lejos de su cuerpo. Él claramente era una de ellas.
—Oigan tortolos, tendrán tiempo para ustedes cuando la fiesta termine, —Aioria había llegado de improviso por lo que Mu giró rápidamente la mirada, sintiendo como el calor se les iba a las mejillas— y bien Saga, ¿a qué te dedicas? —le dice mientras le entrega una copa y se sienta al otro lado de Mu.
Mu se maldijo por no haber pensado en eso, ¡rayos! y era algo que habían discutido durante su viaje en el ferry, la verdad era que siempre sería un asco mintiendo.
—Soy chef. —respondió muy confiado y siente la mirada de Mu sobre él, casi podía escucharlo cuestionándolo.
—Vaya, que suerte tienes Mu, tu eres un desastre en la cocina, recuerdas esa vez que le hiciste una cena a Shura y agh… —Aioria se tocó el costado donde Mu le había dado un sutil golpe con el codo.
—¿Ocurre algo? —preguntó Saga tomando un sorbo de su copa.
—Nada, no ocurre nada, de seguro fue un calambre —la voz de su pareja sonaba molesta. Con que era malo en la cocina, eso no se lo esperaba— ¿Te encuentras bien? —
—Sí, descuida fue solo el calambre, ya sabes, lo de siempre —dice quejándose, el golpe le había dolido al punto que se había quedado torcido al lado de Mu. Había olvídalo lo delicado que era su amigo cuando hablaban de ese tema y de esa persona.
—Amigo, aún no te casas y ya estas tirado de borracho —los tres viraron la cabeza en dirección a la voz que los había interrumpido.
—¡Milo! —corearon Mu y Aioria. Los tres se levantaron de su lugar y fueron a saludar a los nuevos invitados.
—¡Felicidades amigo! —el abrazo fue breve, pero con mucha fuerza, Aioria no había visto a sus amigos desde hace tiempo y tenerlos aquí lo llenaba de alegría.
—Gracias, Bienvenidos, ¡Camus! ¿Qué tal?, ¿aún no te aburres de este insecto? —Aioria saludaba, con un cordial y pequeño abrazo— ¿Cómo lo aguantas? —
—Por qué se muere por mí. —se defendió Milo. Mu se acercó a él para darle un abrazo.
—No digas nada. —le susurró luego del abrazó— ¿Cómo estás Milo?, ¿a qué hora llegaron? —Milo se quedó desconcertado, no sabía a qué se refería en realidad su amigo— Ven te presento a mi… —¿Mi qué?, mi novio, compañero, mi mentira.
—Hola, soy el novio de Mu. —se acercó Saga por su cuenta, viendo la pequeña dificultad de su cliente. Milo interrogó a Mu con la mirada y este solo le hizo unas señas para que siguiera el juego.
—¡Oh! Es cierto, que tono ¿cómo lo olvidé?, un gusto conocerte al fin Saga —Milo acercó a su novio a la conversación, un joven alto, vestía unos pantalones de tela azul marino y una camisa blanca, bastante semi-formal para la ocasión, a simple vista alguien reservado.
—¿Recuerdas que te hablé de Milo?, mi amigo de la universidad, él es Camus su novio, —prosiguió Mu a Saga situándose a su lado, presentándole a los recién llegados. Obviamente Mu nunca le había comentado de Milo, por lo que podía suponer él era el único que sabía de su pequeño contrato.
—Un gusto, Saga. Lo mismo digo —Saludó a ambos hombres.
—Con Camus y Shaka fuimos los alumnos de intercambio de esa generación. —relató, si habían sido hace mucho tiempo.
—Bien, creo que la mesa se nos hizo pequeña, ¿Por qué no vamos para allá? así tendremos más espacio, Shaka estará a punto de llegar. —dijo Aioria moviendo al grupo cerca de la barra de licores.
—¿A dónde fue Shaka? —preguntó Camus. Era el novio también, debería estar aquí recibiendo a sus invitados.
—Fue a buscar a Aldebarán y a Shura. —de pronto un silencio se hizo presente entre los invitados y Aioria supo que no había sido una genial idea. Saga notó eso, y dio una mirada de reojo a su acompañante quien estaba muy cerca suyo y quien intentaba no borrar esa sonrisa serena del rostro.
—Pues bueno, ¡yo quiero un whisky!, Cam, ¿te traigo algo? —dijo Milo rompiendo el ambiente frio, Camus le negó con la cabeza y Milo se puso en marcha.
—Yo también voy, ¿Quieres algo? —le preguntó Mu a Saga tomando su antebrazo para que le pusiera atención. Era la oportunidad perfecta para poner a Milo al tanto de todo este embrollo y si tenía algo de suerte que le ayudara a manejar esto.
—Un whisky también, gracias. —un pequeño beso se estampó en la comisura de sus labios, el contacto fue tan rápido que lo dejó inmóvil por unos segundos, obviamente no se esperaba tal gesto de su parte, aún no estaba acostumbrado a tener esos tipos de acercamientos con él y aunque preferiría reclamarle, sabía que no podía decirle nada y que ya debería dejar que esté cerca de esa manera, al menos delante de sus amigos, continuar con el show y seguir con esta mentira seis días más.
Mu desapareció junto con su amigo el peliazul, mientras él se quedaba en ese sitio cerca de una lámpara de gas encendida junto con el novio del tal Milo y Aioria.
—Y dinos, ¿Cuánto tiempo llevas con Mu? —preguntó Aioria mientras tomaba otro sorbo a su copa de espumante. Camus lo miró interesado, él también quería saberlo, sobre todo quería saber porque al parecer solo Milo sabía y nadie más.
—Tres meses. —habló parcamente. Sabía que no les convencía del todo, al fin y al cabo, él era el desconocido aquí.
—Vaya, eso explica porque nadie sabía de ti. —habló Aioria y en cierto modo se quedó satisfecho con su pensamiento.
La noche estaba fresca, era perfectamente agradable, muy por lejos del calor que había hecho durante el día. En la barra Milo pedía las rondas de Whisky, esperó que no hubiera mucha gente alrededor y se acercó para hablar con Mu.
—Dime ¿qué está pasando aquí? —le preguntó Milo, miró a un acongojado Mu a los ojos, esperaba que le diera una explicación, aunque no fue necesaria, como por arte de magia a su cerebro llegó el recuerdo de aquella noche en la sala de la casa de Mu llegaron a su mente— No puede ser… ¡Mu contrataste un acompañante! —
—shh, por favor no lo grites, ya de por si es vergonzoso recordármelo a mismo. —dijo golpeando su antebrazo— N-ni siquiera recuerdo haberlo hecho en primer lugar, solo recuerdo que vimos la página web juntos y luego te fuiste, me fui a dormir y al otro día tenía la transacción hecha y el contrato aceptado. —
Milo no cabía en la sorpresa, jamás pensó que su amigo haría algo así, lo de un acompañante había sido solo una broma, no pretendía convencer a Mu de nada.
—¿Y por qué no cancelaste el contrato? —lo regañó bajito para que nadie pudiera escucharlos. Entendía que Mu no se defendía de la misma manera con alcohol, pero esto era algo que se podía solucionar.
—Porque se negó, dijo que no había devoluciones luego de que la inscripción estuviera aceptada. —Milo se pasó una de sus manos por la cara, no sabía qué hacer.
—Dime cuanto fue... —pidió mirándolo a los ojos.
—No tiene caso saberlo. —respondió sosteniéndole la mirada.
—Dilo. —exigió.
—… Cinco mil dólares. —Trató de hacerlo sonar como si no fuera nada, mientras bebía un sorbo de aquel espumante que le había traído Aioria hace una hora y que ahora estaba tibio.
—¡Cinco mil dólares!, ¡¿estás demente?! —gritó y Mu rápidamente le tapó la boca para que no siguiera exponiendo más de lo que ya había expuesto. Milo se liberó de su mano de un tirón y le quitó la copa de espumante bebiéndola toda de un trago— ¡Qué asco! —dijo sintiendo como la bebida tibia caía por su garganta— No deberías estar bebiendo después de esto. Capaz y termines vendiendo tu casa. —
—¿Porque crees que no lo he bebido aún?, además Aioria está empecinado en que beba con él. —Milo se restregó la cara con su mano luego de dejar la copa de espumante sobre la mesa de la barra. Él sabía perfectamente cómo se ponía Aioria cuando estaba feliz, el querría que todo el mundo estuviera feliz y haría lo que fuera para conseguirlo.
—Eso será un problema… de todas formas haz todo lo posible de mantenerte lejos del alcohol. —dijo mirándolo severamente.
—¿Crees que no lo sé?, no necesitas decírmelo, lo haces ver como si tuviera alguna adicción con la bebida. —dice molesto, esto no había sido más que un error del cual no podía salir a menos que terminara esta semana.
—Oye, oye, no te enfades, lo siento, es solo que todo esto es tan estúpido Mu, no me digas que no. —dijo sinceramente.
—¡Si lo sé! —estaba desesperado, acorralado, humillado en cierto punto— Además ¿por qué otra razón lo traería?, no puedo tirar esa cantidad de dinero a la basura. —Respiró hondo, al fin y al cabo, lo hacía solo por el dinero, era una gran cantidad para tener que desperdiciarlo.
Milo exhaló como dándole la razón, pensándolo de esa manera y en su situación él tampoco botaría a la basura esa cantidad de dinero.
—Afortunadamente se ve bien, podría haber sido peor. —dijo dándole ánimos mientras palmeaba su hombro, Mu suspiró ya resignado, sí por suerte estaba bien guapo— Por lo menos dime que está limpio —dice finalmente, tomándoselo con algo de humor, al final todo estaba hecho.
—¿Qué?, ¿de qué hablas? —preguntó, cuando vio la cara de depravado de Milo sus orejas comenzaron a arder— ¡oh no!, no pienso acostarme con él. —aseguró.
El barman le te entregó los tragos a los dos y Milo todavía no podía creer lo que Mu había terminado haciendo y en lo que podría terminar haciendo, que ya no aguantó más y se puso a reír. Al principio una risa ligera que luego fue mudando a una más ruidosa hasta el punto que Milo comenzaba a lagrimear.
—Por favor Milo, ¡ya basta! —dice golpeando su hombro con un puño harto de se ser la burla de su amigo.
—¡Au! –Se quejó deteniendo su estruendosa risa— No hagas eso, si fue tu culpa. —
—Lo sé, pero ya es suficiente. —le regaña y le apunta con su dedo índice muy serio— Y una cosa más Milo… Nadie puede saberlo. —Milo lo mira fijamente, sabe que su amigo no estaba jugando con eso, lo veía en la determinación que despedía sus ojos que no podía dejar que nadie más supiera que esto era solo una mentira— Prométemelo. —
—Lo prometo, lo prometo. —repitió sonriente intentando calmar a su nunca impulsivo amigo— Y déjame decirte, que ahora que lo miro bien tuviste suerte, tu novio no está nada mal. —le dijo finalmente mirando ambos en dirección donde se encontraban sus demás amigos y Saga.
—Haré como que no escuché eso. —suspiró. Ambos caminaron con las bebidas que habían pedido en la mano hacia donde estaban los otros. Mu se acercó a Saga y le entregó el vaso de whisky, el moreno se acercó para besarle los labios, pero Mu fue más hábil esta vez y giró un poco la cabeza, interceptando su mejilla. La mirada de Saga transmitía picardía, y no podía evitar ponerse nervioso ante esa mirada.
—¡Oh ya llegó Shaka! —todos miraron por donde Shaka y sus otros dos invitados llegaban. Mu no respiró de los puros nervios que sentía, ahí entrando a paso tranquilo y sintiéndose el rey del mundo venía las preocupaciones que rondaban su cabeza últimamente. Se veía más maduro desde la última vez que lo vio, incluso se estaba dejando crecer los bellos de la cara. Se veía bastante bien.
Aldebarán saludó a todo el grupo con la alegría que lo precedía desde hace años, la mayoría no se habían vuelto a ver desde que terminaron la universidad, puesto que reencontrarse luego de tantos años significaba una buena horda de emociones. Luego fue el turno de Shura para saludar al resto, todo eran saludos, bromas y risas hasta que llegó con la última persona.
—Hola Mu, ¿Cómo estás? —preguntó estrechando su mano. Y sintió como su pecho se oprimía.
—Muy bien, gracias. —le respondió lo más normal que podía, ¿Qué más podía decirle?, estaban ahí estrechándose la mano mutuamente— ¿Y tú?, ¿qué tal todo? —
—Bien. —fue la parca respuesta que recibió, tan cortante que sintió como el corazón le volvía a doler después de tanto tiempo. Mu le sonrió sin exagerar y lo vio apartarse cerca de Aioria.
—¿Estás bien? —preguntó una voz a su costado mientras sentía una mano alrededor de su cintura. Mu se giró y vio a los ojos agua marina, se veía preocupado, y él se sentía fatal, pero le dio una sonrisa forzada.
—Sí, todo está bien. —Mentía, Saga lo veía en sus ojos, esos eran los ojos de quien sufre en silencio. Afianzó más el agarre en su cintura atrayéndolo por completo hacia él.
—¿Por qué no me haces un pequeño resumen de esta gente?, para no encontrarme con sorpresas. —pidió en su oído mientras lo abrazaba gentilmente. Mu sonrió nervioso por sentir el aliento en su oreja, y se separó un poco de él.
—Bien me parece justo… empecemos por los novios, Shaka, mi mejor amigo de la universidad es psicólogo y vive actualmente con Aioria en Turquía, específicamente Estambul —comenzó explicando mientras seguía a cada integrante con la mirada— Aioria, él es griego, conoció a Shaka en la universidad y han estado juntos desde entonces, es gerente de una compañía en Estambul. —Saga apenas si había soltado el agarre sobre su cintura, pero a Mu no parecía importarle estaba muy concentrado en contarle sobre sus muy queridos amigos— Milo, él también es griego unos de mis mejores amigos también, es arquitecto y vive en Atenas junto a Camus, él estudio literatura, tiene una editorial pequeña en la que ha publicado varios de sus libros. Él, junto con Aldebarán, Shaka y yo formábamos parte de los alumnos de intercambio en esa generación. —
—Aldebarán, vive en Brasil, estudió Humanidades y ciencias políticas, es un político destacado en Sao Paulo y por último… Shura. —su voz perdió esa energía y fascinación que había ganado, apagándose con el recuerdo— Él es dos años mayor que nosotros, también era alumno de intercambio, tenía otra agrupación con otras personas de su edad, es español, fue campeón de esgrima en la universidad y… —se separó de Saga observando a otra dirección— volvió a España hace un año y medio. —
Saga lo miró ya entendía la situación aquí, no era tonto ni mucho menos, si Mu estaba ahí con él, era porque no quería sentirse solo, teniendo al exnovio en el mismo sitio. Saga no estaba seguro si el tipo llamado Shura sentía algo por Mu, aunque a siempre vista parecía que no era así, pero no podía decirlo a ciencia cierta, pues el miraba cada vez que podía en esa dirección, a Mu específicamente.
Si el plan de Mu era darle celos o volver a conquistar a su exnovio, bien podría darle una ayudita. Tomó del mentón del menor y lo alzó un poco para verlo a los ojos acercándose con cuidado, hasta el punto en que sus narices se rosaron.
—¿Qué estás haciendo? —susurró mirándolo directo a los ojos.
—Él te está mirando. —dice. Mu de reojo ve a la dirección donde estaba Shura y Aioria. Y su mente por ese momento pensó ¿por qué no?. Cerró los ojos y se dejó hacer por Saga, quien lentamente acortaba la poca distancia que existía, dándole un beso los labios de una forma que jamás lo habían hecho. Saga se movía lento y él seguía el ritmo. La mano que estaba en su mentón bajaba lentamente por su cuello rozando los dedos dejando pequeños estímulos eléctricos en el camino. Sentía cosquillas por donde Saga había pasado sus dedos, su mente se olvidó por completo de todos, sintiendo un calor apoderarse de él lentamente. El beso se volvió más intenso, solo fue cuestión de que les faltara el aire para separarse.
Mu se separa de él, con las mejillas rojas, había perdido la cuenta de cuantas veces se había sonrojado ese día, no podía creer que se habían besado. Miró hacia donde estaba Shura y sus miradas coincidieron por un milisegundo, lo que obligó al español a volver a su conversación con Aioria. Sonrió solo un momento.
—¿Cómo supiste que… —¡rayos!, ni siquiera se atrevía hacer la pregunta, debió ser muy obvio. Sus ojos se encontraron nuevamente y Saga quien mantenía su porte sin alteraciones, como si nada del beso que se dieron lo hubiese afectado. Claro estamos hablando de un hombre que está acostumbrado a mentir, ¿qué podía esperar?
—Fuiste muy obvio, tú y tus amigos. —le dice observándolo detenidamente. Mu se encontraba meditando eso, la verdad era que el tema entre él y Shura era bien sabido por todo su círculo de amigos, habían salido por cerca de dos años y su ruptura fue mediática y comentada, a Shura no lo hablaron por muchos meses y él lo había odiado por muchos meses más. Ya cuando pensaba que estaba todo superado, la noticia del matrimonio de su amigo y la invitación de su ex habían vuelto a traer esos sentimientos que pensó había eliminado por completo de su corazón.
—No soy bueno mintiendo —dijo levantando los hombros, odiaba las mentiras.
—No, no lo eres. —aseguró, y claro estaban hablando con Saga, él tenía años mintiendo, reconocería a un amateur en el arte de mentira a kilómetros y podía asegurar que ese pequeño no había mentido nunca en su vida— Por cierto, —dice finalmente girándose un poco para quedar frente a Mu sin perder la poca distancia que había dejado aquel beso, comenzó a acomodar los mechones rebeldes que caían hacia su rostro con el fin de evitar que esas mejillas perdieran el tono rojizo en ellas. Había algo que le instaba en ponerlo nervioso solo por gusto, debía ser porque sabía que le era atractivo a la vista o porque a él le gustaba dominarlo todo— llevamos tres meses saliendo. —le aclaró acomodándole un mechón de cabello del otro lado. Mu sintió la calidez de sus dedos y luego comprendió a lo que se refería— Tu amigo Aioria preguntó cuánto tiempo llevábamos juntos. —
—Ya veo. —responde, esto era incómodo e imaginaba que también debía serlo para él. No era más que estar al capricho de alguien que no es capaz de mantener sus propios problemas sentimentales en orden— Lo siento, debe ser ridículo para ti todo esto. —
—No te preocupes por eso. —Saga le brindó una mirada conciliadora y eso bastó para que Mu dejara de lado aquella culpa ilusa. Él jamás se metía en los problemas personales de sus clientes y no sería la primera vez.
Después de unos minutos ambos estaban compartiendo con el resto de los invitados. El resto de la festividad se volvió amena, ya Mu podía interactuar sin ningún problema con el resto de sus amigos e incluía a su acompañante, quien parecía estar disfrutando de todas las anécdotas de los demás.
Iban a ser entrada las cuatro de la madrugada cuando ambos volvían a la habitación que compartían. La acogedora pieza los recibía con las luces tenues, Mu se metió al baño para cambiarse la ropa por un pijama más holgado. El nerviosismo se hacía presente en él cuando vio que Saga estaba acostado en el lado derecho de la cama con el torso desnudo leyendo uno de los folletos que había en el velador cercano. Se sentía extraño estar durmiendo con un desconocido y en su interior sentía algo de desconfianza. Intentó expulsar esas tontas ideas de su cabeza y tomó lugar al otro lado de la cama, estaba cansado, no había descansado nada desde el día anterior y sus ojos les ardían por el sueño.
—Saga. —lo llamo una vez que estuvo acurrucado en su lado bien al borde de la cama. El mencionado se giró hacia la dirección del menor quien permanecía de lado observándolo. No dijo nada, solo esperó a que Mu hablara— Gracias. —
El mayor quedó medio sorprendido por sus palabras, ¿desde cuando un cliente le daba las gracias?
—No tienes que darlas, Mu. Es mi trabajo. —le recodó. Mu apenas si sonrió, lo sabía, pero en su interior quería pensar en otra cosa, que no era solo por ser su cliente.
—De todas formas, gracias, imagino que no siempre te contratan para ser el chaperón. —sonrió, bromeando.
—No, es la primera vez en realidad. —le contesto con la verdad, él estaba acostumbrado a otros tipos de trabajo, la mayoría de las veces, por no decir siempre, eran por algún beneficio sexual. Hombres y mujeres solicitaban sus servicios para tener a alguien en la cama. Satisfacerse, era su único propósito lucrativo.
—¿Llevas mucho tiempo haciendo esto? —preguntó. Saga lo miró de nuevo, nadie le había preguntado eso tampoco. Esto era tan nuevo para él. El chico estaba rompiendo con todos los esquemas que tenía el sobre sus clientes y él rompía sus propios esquemas al considerar responderle.
No lo recordaba a la perfección, bien podía ser cinco años o más.
—Siete años —dijo rememorando la primera vez que había cobrado por sexo, había sido a una mujer. Su clienta era esposa de un cenador de la ciudad que le había ofrecido el trabajo en un bar.
—Vaya, es mucho tiempo— sí lo era.
Un pequeño silencio se formó en la habitación. Saga seguía leyendo el folleto y Mu mantenía su vista fija en aquel hombre, que a ratos podía ser exasperantemente arrogante y en otras muy comprensible. Había muchas facetas de él.
—¿Tienes más preguntas verdad? —le dijo desviando su vista del papel, percibiendo la insistente mirada sobre él. Mu se acomodó mejor en la cama, sentándose mientras se tapaba con las cobijas.
—Si, pero no sé si quieres responderlas todas. —Sabía que había dicho que no le interesaba saber de él, pero vamos, nunca había conocido a nadie que tuviera dicho empleo y sentía curiosidad, saber qué lo orilló a hacerlo, entre otras cosas.
—Pruébame. —fue su respuesta. Mu lo pensó bien, no podía llegar y preguntarle cosas personales, porque sabía que no se las respondería.
—¿Cuántos años tienes? —se decidió finalmente por algo fácil que no le causara molestias y a su vez algo que responderles a sus amigos.
—Treinta y ocho —le responde. No se veía de esa edad quizás unos treinta y cinco.
—No pareces de treinta y ocho. —dijo sonriente, se llevaban por ocho años y aunque físicamente pareciera ser unos años menos, a simple parecía ser que psicológicamente fuera mayor— ¿Vives en Atenas? —se acomodó de lado otra vez doblando su brazo para apoyar su cabeza sobre su mano.
—Sí, aunque nací y me crie en Tesalónica. —Saga se acomodó mejor dejando en el velador el folleto que intentaba leer y que su compañero insistía en interrumpirle.
—No echas de menos tu ciudad. —preguntó Mu bajo su experiencia de extrañar de vez en cuando su tierra natal. A veces necesitaba que estuviera su padre para darle consejos o su hermano para poder advertirle gracias a sus propios errores.
—No, no hay nada que extrañar de ese lugar —mencionó más rígido que de costumbre, ups pregunta incómoda, pensó. Quizás no tenga buena relación con sus padres.
—¿Qué es lo que te gusta? —Intentó nuevamente, tal parecía que habían retrocedido unos cuantos pasos al hacer la pregunta incorrecta y él tenía más dudas. Saga lo meditó un momento.
—La música, cocinar, el sexo… —dijo dejando abierta la lista de gustos. Mu se sintió un tanto descolocado por lo último y pensó que tal vez si este era un trabajo adecuado para sus gustos. Se removió otra vez en la cama, quería seguir preguntando, pero él sueño lo estaba venciendo. Se tapó hasta el cuello y cerró los ojos— Mu… —Escuchó es voz grave, abrió los ojos lentamente para darle su atención
—En el ferry dijiste que eres geólogo. —preguntó, esa pregunta le había rondado en la cabeza, puesto que Shaka había mencionado una tienda. Ahora el turno de él para quitarse algunas dudas e incluir algunos datos de su cliente.
—Lo soy. —respondió con la voz ligeramente adormecida. Acomodó su cabeza en la almohada, repitiéndose una y otra vez que solo cerraría los ojos, pero no se dormiría.
—¿Y tienes una tienda? —siguió, apagó la luz de su velador y quedó la habitación completamente a oscuras. Se acomodó lentamente sobre la cama hasta quedar mirando a su cliente de frente, quién no pareció notar que se había acomodado sobre la cama.
—Sí, aparte de ser geólogo, soy herrero y orfebre por tradición familiar. —le explicó con la voz muy suave como si navegara entre sus labios— Tengo una Joyería en el centro, creo y fabrico todas las joyas que tengo, me dedico a buscar piedras preciosas para confeccionar las joyas, alguna estatuilla o lo que sea… —dice adormilado, hablando casi de forma inconsciente.
—¿Era el trabajo de tu tienda en lo que estabas tan ocupado en la tarde? —No hubo respuesta, Saga se quedó esperando unos segundos en silencio, pero él ya se había dormido, tanto que apenas salía un sonido parecido a un sutil ronroneo.
Se movió lentamente acercándose más, mirando como dormía su compañero, se veía tan sereno, apenas si se movía. Acercó su mano a su rostro, despejando sus mechones de sus ojos. Era un hombre extraño, alguien quien podía tenerlo todo, pero no lo hacía. Como el resto pudo haber pedido que se acostara con él, pero él ni siquiera se le había insinuado, el beso que le dio en la fiesta le había hecho nacer un cosquilleo, tanto así que por un momento decidió llevárselo al dormitorio, pero había muchos sucesos de por medio y él no era alguien desalmado y sabía el problema amoroso que había entre Mu y ese tal Shura, no quería complicar las cosas solo porque le habían bajado las ganas de revolcarse con su cliente.
Lo observó dormir por unos minutos más antes de dejarse llevar por el sueño, quien sabe, si tenía algo de suerte, quizás con el pasar de los días pudiera hacer caer a tan curioso hombrecillo.
Se removió incómodo en la cama luego de aquel tonto sueño, la sensación de sentirse aprisionado y llevado a las profundidades por un calamar gigante fue tan desesperante que despertó antes de que aquel monstruo lo devorara. Apenas si despegó un poco los ojos y se sintió limitado en movimientos y con el brazo izquierdo adormecido, Saga giró a su izquierda, para ver al producto de su extremidad estrangulada y su tonta pesadilla. El menor lo tenía aprisionado en un abrazo fuerte, tanto que apenas si podía sentir los dedos. Tenía demasiada fuerza para ser alguien tan menudo, se giró un poco, quedando de lado a favor de su brazo apresado, intentando quitarlo sin despertar a su afanoso compañero.
Jaló de su brazo hasta que este fue liberado, afortunadamente el otro ni siquiera se había movido, miró la hora en su teléfono, aún era muy temprano para salir, así que antes de que aquel dormilón abriera sus ojos aprovecharía para darse un baño. Hoy se hacía otro día, tendría que ingeniárselas para prever las preguntas que quizás harían los amigos de su novio si es que no quería ser descubierto antes de que la ceremonia empezara.
Le dio una última mirada al pelilila, se veía tan tranquilo e imperturbable, con los labios entreabiertos. Saga tomó sus ropas y se marchó al baño antes de que ideas indebidas lo acosaran. Ya en la ducha se permitió pasar una de sus manos por la cara, mientras que la otra se afirmaba sobre la pared. Por su mente pasaban un sinfín de ideas, entre ellas, el cuestionamiento de que esto tal vez no era una buena idea. Pero llevaba tanto tiempo haciendo esto que de verdad a veces pensaba que no podía hacer algo más. Pensar el dejar ese trabajo lo perseguía a diario, pero la verdad como se estaban dando las cosas sería algo que no veía muy cercano.
Envidiaba de cierta forma a Mu, tenía todo lo que quería, un buen trabajo, unos buenos amigos y él solo tenía a su hermano. Llevar esta forma de vida no era lo que le gustaba, aunque bien el sexo sin compromiso era bueno y la paga mucho más, pero dentro de él sabía que podía y merecía ser algo más que solo el juguete sexual de alguien más.
Salió del baño como si nada, vestido incluso, para esa hora Mu ya estaba despierto con la computadora sobre las piernas. Lo saludó esperando algo de atención, sin embargo, lo único que recibió fue un pequeño buenos días sin siquiera mirarlo. A pesar de que Mu no era igual al resto de sus clientes, tampoco distaba de ser nada más que un mero servicio.
Se abstuvo de seguir la conversación, se veía tan enfrascado en lo que hacía, que prácticamente dudaba que fuera a escucharle siquiera. Sus dedos iban rápido por la computadora, mientras a ratos veía la pequeña libreta que tenía a un lado. Saga se aplicó algo de perfume y crema, sin despegarse ni un momento en el actuar de aquel hombre con quien compartía habitación.
—Listo —dijo en suspiros, cerrando todas las ventanas de la computadora para finalmente cerrarla— Eso ha sido un gran avance. —se dijo para sí mismo orgulloso, estirándose en el proceso, la mirada jade coincidieron con los suyos y le dedicó una cálida sonrisa— Ya estás vestido, ¿Vas a algún lado tan temprano? —
—No lo he pensado aún, aunque dudo que el comercio esté abierto —Miró la hora en el celular, eran las nueve treinta de la mañana, aunque bien podría ir a dar una vuelta por el sector.
—Shaka nos ha invitado ir a dar un paseo en yate por la isla. —dice levantándose de su lugar para abrir las cortinas de la habitación y hacer que entrara la luz del sol— Después haríamos un almuerzo en playa, ¿qué te parece? —
Saga lo observó, ¿por qué le preguntaba si era él quien debía decidir dónde ir? Era su novio de mentiras, un extraño que dentro de toda esta festividad no tenía mucho que añadir.
—Iré donde tú vayas. —le dijo. Mu sonrió apenado e internamente esa frase había alegrado el momento, ¿Cuánto había pasado desde que alguien le había dicho algo como aquello?, Había olvidado lo bien que se sentía sentirse acompañado por alguien y aunque no quiso eso lo entristeció, eliminando lentamente esa sonrisa que le había regalado hace un momento.
La puerta sonó entonces. Disipando ese vaivén de emociones.
—Debe ser el desayuno. —dijo mientras bordeaba la cama y se dirigía a la puerta seguido por la mirada curiosa del moreno, la mucama apareció detrás de la puerta con un carro lleno para ellos, le dio las gracias a la mujer que sonriente le hizo un gesto para retirarse y se acercó a él— Pedí que trajeran el desayuno a la habitación y ya que te habías levantado temprano y yo tenía trabajo que hacer, me tomé la libertad de escoger. —
Ambos se sentaron en el borde de la cama, Mu acercó el carro y en el reposaba una variedad de delicias, tostadas, croissants, jugos, magdalenas, té, fruta de estación, café, incluso había leche.
—No sabía que podría gustarte así que pedía algo general. —dijo mientras se servía algo de té. Saga se sombró ante la amabilidad que parecía ser sincera, quizás Mu si era diferente en todos los sentidos. Mu lo miró preocupado— ¿No te gusta? —
—Para nada, todo está muy bien. —le dijo, tomó el café junto con unas tostadas con mermelada— ¿Cómo vas con tu trabajo? —decidió preguntar, para quitar el silencio que se había hecho.
—Bien, —dice mordiendo una magdalena y daba un sorbo a su té— tenía problemas con el transporte de unas muestras de lapislázuli, debido a los problemas de transporte estuvo el cargamento del pedido suspendido por dos semanas, pero al final salió todo como esperaba, es un peso menos de encima, fue muy difícil traerlo desde América. —comenta limpiándose la boca con la servilleta— Aunque me hubiese ahorrado un montón de tiempo y dinero si los compraba aquí en Europa, los mejores yacimientos se encuentran en ese continente, creo que la espera valió la pena. —
—No puedo imaginármelo. —comentó con gracia mientras mordía una tostada, veía que era algo que le apasionaba. Esa emoción de hablar de algo que amas hacer era contagiosa y pronto ese buen humor de su compañero se le transmitió como si fuese por telepatía.
—Así que podremos disfrutar del día. —dice entusiasmado sin darse cuenta de lo que había causado sus palabras en la otra persona. Saga bebió más lento el café y por alguna razón le sabía mucho mejor que cualquiera que haya probado en su vida.
Hola a todos!
Después de mucho tiempo dejando a esta historia en espera, vuelvo para dar mis excusas correspondientes y no, no es el covid.
Creo que hablo por todos cuando digo que hay días en los que de verdad no deverías levantarte, ni moverte, ni nada. De esos días en que hasta respirar te sale mal y bueno tuve un día de esos con mi computadora. Según yo, mi computadora andaba lento, por toda la cantidad de cosas que tenía y yo estaba obsecionada por jugar un juego (dah!) y no se me ocurrió nada mejor que guardar la info de mi pc en un pendrive y formatearlo.
Mi sorpresa fue que al terminar el formateo meto otra vez el pendrive y ¿qué fue lo que paso?, nada, sí, así como lo leen, nada, no había nada en el bendito pendrive, no fotos, no música, no mis fics T-T
Lloré un eternidad, me deprimí nivel Dios, me enojé con el mundo y mandé todo a la punta del cerro, pensé en no volver a escribir ni seguir mis fics en un ataque negación/rabia/todo, pero ya hace poco volví a reconciliarme con mi estupidez y tuve que volver a escribir todo, otra vez, y cuando digo todo, digo todo, porque tenía muy adelantada esta historia y tenía muchas historias más, que ya algunas se perdieron en mi memoria y otras tenía algunos retazos en el correo o el celular, así que eso... Estaré haciendo más fic, tengo planificado trabajar en mis historias los fines de semana.
No los aburro más y espero puedan tener piedad y si es posible dejarme un comentario, se los agradecería.
Bueno, gracias a todos por leer y comprender, y nos estamos leyendo en otro capitulo.
Saludos
