MENTIRAS A MEDIAS

III

Disclaimer: Saint Seiya no me pertenece, es propiedad de Masami Kurumada.


El desayuno había terminado con una de las tantas anécdotas del travieso Hamal, Mu aprovechó lo receptivo que estaba Saga con el tema del can para mostrarle un par de fotografías de su peludo amigo. Saga lo vio sin muchas ganas, pero no podía evitar captar la felicidad con la que su compañero hablaba sobre su mascota, al parecer un ser muy querido para él. Recordó cuando pequeño tener una gata de mascota, una que su hermano había rescatado de una jauría de perros y que les valió unos cuantos golpes y castigos por parte de los dueños del orfanato cuando la encontraron debajo de la cama jugando con un calcetín. Su hermano siempre defendía a los animales indefensos y él por su parte defendía a su hermano. Su mente cambió de dirección y cuando se dio cuenta de que estaba dejándose llevar, y que, a su vez no sería nada bueno decidió cambiar el rumbo de la conversación.

Tosió llamando la atención de Mu quien no había parado de hablar de su mascota durante todo el tiempo que su mente había deambulado en los recuerdos de su hermano.

—Deberías cambiarte si no quieres llegar tarde donde tus amigos. —comentó levantándose para guardar el perfume y la crema que había sacado hace unos momentos. Mu miró la hora en su celular y saltó de inmediato buscando en su lado del armario la ropa, un bote de protector y una toalla, para entrar a la ducha rápidamente. Saga se quedó viendo por unos segundos la puerta del baño por donde su cliente había desaparecido. Paseó libremente por el dormitorio hasta llegar al largo espejo que colgaba de una pared para echar un vistazo rápido a su atuendo, vestía una camisa azul marino, unos pantalones ligeros de color beige y un calzado color marrón ideal para pasear por la playa. Se acomodó el cabello con sus manos y remangó los puños de su camisa hasta los codos, se veía realmente bien, no lo negaría.

Sin embargo, nada de lo que ahí había era real, era ridículo, una burla, un payaso encerrado en un cuerpo atractivo con una vida miserable, casi podía ver a su reflejo burlarse de él; a veces cuando terminaba de tener sexo con un cliente y llegaba a su departamento, abría una botella de cualquier licor y se emborrachaba pensando en si quería seguir así el resto de su vida, la mayoría de las veces creía en la idea de que algún día no podría detenerlo y que cuando estuviera totalmente acabado miraría hacia atrás con pesar y remordimiento, pero por más que quisiera no podía dejarlo, no aún.

Quitó de su mente aquellos pensamientos intrusivos y se retiró rápidamente de ahí, necesitaba concentrarse en su trabajo, enfocarse en su papel de novio enamorado, no podía dejar que los amigos de Mu descubrieran que todo este romance entre ellos era una enorme mentira, por el momento podría asegurar que los novios estaban convencidos y que ese tal Milo sabía toda la verdad y guardaría el secreto, pero debía tener cuidado con el resto, no era lo mismo mentirle a una persona que a un grupo que parecía ser bastante perspicaz. Dio un par de pasos y llegó hasta el balcón de la habitación, apoyándose en la barandilla para pensar con claridad.

Mientras tanto del baño salía Mu completamente vestido secándose el cabello con la toalla, frotándola suavemente por las hebras malvas hasta sacar el exceso de humedad. Se había puesto un atuendo ligero para pasear, una camisa sin botones verde musgo ancha con manga tres cuartos y un pantalón igualmente anchos de lino color arena que les llegaba a los tobillos junto a unas sandalias de imitación de cuero marrón.

Echó un vistazo por la habitación cuando dejó su cabello en paz, dejando la toalla colgada en un perchero, no veía a Saga por ahí, pensó en que había salido a pasear por el hotel antes de salir, por lo que no le dio tanta importancia. Se dirigió con cuidado a su lado del armario, abrió la puerta para sacar su frasco de perfume rociándose en el cuello un poco de aquella suave fragancia a lavanda con un toque amaderado. Aprovechó que estaba ahí para su sacar ropa de baño por si a algunos de sus amigos se le ocurría la genial idea de meterse a bañar, existía una alta probabilidad de que Milo y Aioria lo arrastraran hasta la playa y terminara completamente empapado.

Sonrió, el recuerdo de una situación similar había llegado a su memoria, estaba recién saliendo con Shura cuando en una fiesta de piscina sus dos amigos lo tomaron y lo lanzaron al agua.

—Veo que te has acordado de algo divertido, —dice una voz muy cerca de su oído, aquel timbre aterciopelado lo hizo estremecer de una forma en la que no logró disimular a tiempo, desvaneciendo aquella sonrisa poco a poco, apretando sus labios por miedo de que su boca lo traicione y salga un sonido indeseado, se giró rápidamente para quedar entre él y el armario— me muero por saber qué es. —sonríe apoyando su brazo en la puerta abierta del armario. Mu quedó petrificado en una mezcla de incomprensión y asombro, y a la vez preocupado por la forma en la que Saga actuaba en este preciso momento.

—Saga… ¿Qué estás haciendo? —la voz le temblaba al igual que sus piernas y unas ideas algo turbias recorrían rápidamente por su cabeza. Saga estaba jodidamente cerca de la nada, con su mano derecha palpaba la división de madera detrás de él buscando algo con lo cual defenderse si la situación así lo requería y para ser sincero no quería llegar a hacerlo, pero es que su ansiedad a lo desconocido lo había llevado a pensar en mil y una situaciones desastrosas, jamás esperó que uno de sus más terribles escenarios se estuviera cumpliendo.

—Mu —su voz suena a una orden más que a otra cosa, es firme y monótona. Sus ojos aguamarina lo miraban de una manera tan intensa que provocaba que sus músculos se tensaran en su espalda, quieto, sin quitarle la vista de encima, tal como haría un cazador a su presa, Mu traga grueso sosteniéndole la mirada el mayor tiempo posible, mientras lograba agarrar el frasco de perfume— Debes dejar de estar tan tenso cuando me acerco a ti —le reprende de repente haciendo que de un ligero brinco en el lugar, viendo como el peli añil frunce levemente el ceño haciéndolo sentir como un niño pequeño nuevamente.

—¿Qué? —respondió aún confundido entre lo que ocurre entre la realidad y sus pensamientos sin perder en ningún momento aquel toque de nerviosismo. Decir que estaba sorprendido y asustado y un poco excitado era decir poco.

—Tendremos que reunirnos con tus amigos dentro de muy poco y tu… —se acercó para decirle en el oído— aún te tensas cuando me acerco. —continuó mientras bajaba el brazo de la puerta del armario retrocediendo a su posición anterior sonriendo con malicia, dándole un poco de respiro a su mente y corazón alterado.

—Te equivocas. —gruñó molesto, desviando la vista de esos intensos ojos, rompiendo el contacto visual con las mejillas tenuemente sonrojadas. Desde la vista de Saga se veía realmente adorable un berrinche en él, toma entre sus dedos el mentón del menor enderezándolo para poder mirar con detenimiento esos orgullosos ojos jade.

—Eso no es lo que parecía hace unos momentos, —comentó deleitándose con ese rostro perfecto, viendo cómo se ruborizaba poco a poco hasta las orejas— estuviste a punto de golpearme con lo que tienes en tu mano —reclamó alzando una ceja mostrando una superioridad que a Mu no le agradó y dejando que sus dedos soltaran la suavidad de su piel, Mu bajó la mirada un momento al verse descubierto en su plan de quitárselo de encima por si las cosas se ponían peores.

Dejó el perfume que tenía pensado estampar en la cabeza azulina en su lugar volviendo su brazo, dejándolo caer en su posición en su costado.

—¡Es que como quieres que no esté tenso si en primer lugar no te vi en la habitación cuando salí del baño!... y en segundo lugar apareces detrás de mí en completo silencio… —arremetió contra él ya sin una pizca de pena por querer golpearlo con el frasco de perfume. Furioso de que no comprendiera lo difícil que era para él tratar con un desconocido de una forma tan íntima, él quien había evitado el contacto con cualquier persona durante más de un año protegiendo la poca dignidad que le quedaba, para que tiempo después llegara un extraño a invadir su valioso espacio personal que ha cuidado tan celosamente, era lo que haría cualquier ser humano con un mínimo de amor propio, pensó, además de que por sí mismo Saga volvía todo más complicado, tragó saliva—… muy cerca. —finalizó bajando el volumen de su voz, ¡Por todos los dioses del olimpo! él no era ciego, encontró a Saga terriblemente atractivo desde el momento que se giró en el ferry y desde ese mismo momento supo que las cosas no iban a ser fáciles para él.

—Debes de entender que en algún momento del día tendré que abrazarte como mínimo y no puedes estar reaccionando como si quisiera abusar de ti, porque claramente tus amigos sospecharían. —aclaró con razón, Mu levantó rápidamente la mirada hacia él, no parecía estar enojado, ni mucho menos estar burlándose de él, parecía como si estuviera realmente interesado en que las cosas salgan bien. Quiso abrir la boca para reclamar, pero no había nada por que hacerlo, Saga tenía razón, ellos por ahora eran una pareja enamorada, que llevaban algunos meses de novios, por lo que deberían estar más unidos que cualquiera.

¡Pero maldición era tan difícil!

—Tranquilo, yo… —respiró profundo y suspiró con total confianza en sí mismo pensando en que puede hacer esto— Puedo hacerlo, no tienes por qué preocuparte por eso. —le aseguró mirándolo fijamente sin ningún rastro de molestia en la mirada, quitando de su mente la idea de sentirse pequeño bajo sus ojos, reemplazando aquellas inseguridades de su mente por confianza, tenía que confiar en sus capacidades, él había logrado salir de peores situaciones, así que dejar que Saga tome su mano, lo abrace o lo bese, de vez en cuando, no debería suponer ningún problema.

Él puede.

Quién no tenía mucha confianza era Saga, quien lo miraba incrédulo desde su lugar, su cliente era una cabeza más pequeño que él y era evidente la tensión que había en su cuerpo cuando él está muy cerca, podría ser por timidez, rechazo o atracción, en cualquiera de los casos si seguía así pronto los descubrirían y aunque eso no fuera del todo su problema, indirectamente podría ser algo que no le convendría en el futuro, pues él tenía una reputación en ese oscuro mundo lleno de mentiras y engaños, no era cualquier prostituto de la calle, no era solo cosa de acostarse con algunos y ya, tenía que ser muy hábil, inteligente, astuto y manipulador en algunos casos si quería tener buenos contactos, porque después de todo, al final del día lo que importaba era el dinero, y en su mundo, oídos habían muchos y bocas de sobra, así que no podía dejar que errores como este sean la pieza que arruine todo lo que ha construido durante todos estos años. No puede darse el lujo de perder clientes.

Debe al menos, si Mu está tan confiado en que puede aguantar que esté cerca de él, asegurarse de que así sea.

—¿En serio? —sonrió con determinación y una idea en mente. Mu tenía unos grandes y expresivos ojos verdes que miraban con algo de desconfianza esa sonrisa e instintivamente intentó dar un paso hacia atrás, sin éxitos, pues el armario seguía bloqueando su camino. Saga le escuchó decir un sí con total seguridad, y agregó— Entonces no te molestará que practiquemos un poco, ¿no? —

Mu se congeló y su boca suspiró ante el sonido grave de su voz, sentía como su garganta se secaba y tragaba saliva para evitar que su voz se atascara en ella, intentando calmar los latidos de su corazón que se aceleraban ante la cantidad de imágenes que pasaban por su mente tras escuchar la palabra practicar.

—No —respondió casi en un susurro fallando totalmente en parecer seguro cuando lo ve acercarse lentamente, no negaría que se estremeció al sentir la electricidad recorrerle por toda la columna cuando una de sus mano se deslizó alrededor de su cintura hasta quedarse instalada en su espalda baja, sujetándolo firmemente, acercándolo aún más hasta dejarlo inclinado levemente hacia atrás, sentía como sus nervios se apoderaban de su cuerpo en el momento en que el aliento de Saga chocaba a un lado de su oreja.

—Relájate, —le ordenó, Mu se estremecía una vez más, si bien era una orden, en su voz sonaba totalmente distinto. Mu colocó sus manos sobre los hombros de Saga solo porque pensaba que sus piernas no podrían soportarlo por mucho tiempo— estás tenso otra vez, cierra los ojos, relaja tus hombros. —le exigió bajando su boca por su cuello sin tocar su lechosa piel en ningún momento. Hizo exactamente lo que él le pedía y cerró los ojos llevando inconscientemente la cabeza hacia atrás, mientras trabajaba en su respiración, su corazón latía descontroladamente y temía que Saga pudiera escucharlo desde su posición, la respiración logró relajar un poco su cuerpo, pero el aliento del griego sobre su cuello amenazaba con arruinar todo su trabajo.

Saga decide verlo de reojo quedándose quieto a mitad de camino, los ojos cerrados, el entrecejo hacia arriba, los labios entre abiertos exhalando el aire que respiraba de manera constante y controlada, pensó en lo fácil que sería conducirlo a la cama y mandar a la mierda aquel paseo con sus amigos, de todas formas, eran una pareja de enamorados en una isla paradisíaca, no sería raro que pensaran que necesitaban tiempo para estar a solas.

Su perfil era hermoso, nariz fina, labios delgados y bien delineados, de un apetecible color rosa, mandíbula definida y un cuello largo que podría morder en cualquier maldito momento.

Despejó sus intenciones para reanudar con su misión de entrenar a su cliente, y podría decir que lo estaba consiguiendo, sus manos ya no sujetaban con fuerza sus brazos y el resto de su cuerpo había perdido parte de la tensión. Sonrió con maldad mientras deslizaba hacia arriba la mano que sujetaba su espalda recorriéndola lentamente, sintió como los músculos volvían a contraerse.

—Lo estás haciendo bien. —susurró subiendo por su mandíbula decepcionado por no obtener más de él. La mano que se había deslizado por su espalda lo hizo volver a la realidad, una en la que todavía permanecía atrapado entre el armario y Saga, pero escucharlo decir esas palabras le dieron el alto que él necesitaba para que terminaran con esa tortura.

—¡¿En serio?! —respondió realmente emocionado y orgulloso de sí mismo, enderezándose de golpe. Si hubiera abierto los ojos antes de preguntar se habría dado cuenta qué Saga estaba más cerca de lo que creía.

La sorpresa los invadió a ambos cuando se detuvieron unos segundos antes de besarse. Ninguno de los dos lo vio venir, había pasado tan rápido.

El ambiente había cambiado, ninguno hacia movimiento alguno, Mu apretaba los brazos de Saga fuertemente y Saga por su parte sujetaba con más fuerza la cintura de Mu. Ambos dudaban, estaban a unos pocos centímetros de besarse, por sus cabezas pasaba la escena de la noche anterior, el beso que se dieron frente a todos, ¿qué más daba hacerlo estando solos? Saga quería hacerlo y Mu dudaba, pero no quería alejarse.

El sonido del celular del extranjero resonó por la habitación, marcando un tiempo fuera para ambos, Mu aprovechó la distracción de Saga y se adelantó, salió rápidamente de ahí para recoger su celular y contestar la llamada.

—¡Shaka! —respondió visiblemente agitado, eso hizo que una sonrisa orgullosa apareciera en el rostro del griego cerrando la puerta del armario con total tranquilidad, se acomodó mejor la camisa y el cabello, y aunque él podría aparentar delante de Mu que no le había afectado en nada aquella situación, recorriendo con su mirada aguamarina como el menor se paseaba de un lado a otro recibiendo pequeñas miradas cargadas de nerviosismo mientras se esforzaba por hablar con total normalidad, lo que no sabía era que ese casi beso había removido algo ahí adentro, una ligera sensación en su pecho— Shaka dice que nos esperaran en la playa del hotel —habló después de cortar la llamada con su amigo.

Saga se arregló el cabello una vez más con una mano, abriendo su lado del armario para sacar un bolso de playa, echó un par de prendas, una toalla y un bote blanco, cerró ambas puertas y miró al pelilila quien tomaba también su pequeño bolso y lo colgaba en su hombro listo para salir. Salieron de la habitación en un silencio que podrían llamar como de tregua, uno que ambos necesitaban para aclarar lo que sea que su mente estuviese atravesando por esos momentos antes de la magistral actuación que debían montar en unos segundos más, un poco de alivio mental no les venía nada mal.

Antes de que atravesaran las puertas de vidrio que conectaban con la piscina de la parte posterior del hotel, Saga tomó la mano de Mu entrelazando sus dedos con aquellos más finos y pálidos, dándole una mirada de reojo viendo su reacción, si bien, no exageró como lo hacía las veces anteriores, no pasó por alto el rubor rosa en las mejillas, pero lo que más sorprendió al mayor, era como él respondía apretando con sus finos dedos los suyos, en un claro acto de complicidad en la treta del más joven.

Caminaron a través de las puertas corredizas con una expresión de felicidad genuina como las que comparten las parejas enamoradas, dándose un par de miradas cuando se percataron que Shaka y Aioria los esperaban en unas de las mesas con todo listo para el paseo. Mu sabía que no debía perder la compostura si quería salir ileso de esta bochornosa situación, además, quería restregarle en la cara a Saga que también podía dominar sus emociones y que no solo era un atado de nervios y paranoia.

A medida que se acercaban a la pareja Mu se iba apegando más al cuerpo del mayor, hasta el punto de afirmar ligeramente la cabeza en su hombro. Saga quien no era ajeno a ninguna de las acciones de su compañero sonrió regalándole una mirada cálida, llevando sus manos entrelazadas hasta sus labios para besar el dorso de esa mano delgada. La sonrisa que le regaló su cliente quedaría en la memoria del peliañil por varias temporadas.

—Eh chicos ¿Cómo están? —saltó Aioria visiblemente contento, acercando para saludar a ambos— Espero hayan dormido bien, la primera noche en el hotel Shaka y yo tuvimos problemas con las cortinas, eran tan claras que fue imposible seguir durmiendo después de las seis de la mañana —comentó Aioria,

—Muy bien, ya saben que la luz no es problema para dormir —respondió Mu, recordando que se habían dormido tarde la noche anterior y se despertó cerca de las ocho de la mañana, él era madrugador por naturaleza y no le incomodaba la claridad de la habitación a la hora de dormir.

—Bien, —respondió Saga seguidamente— aunque fue imposible seguir durmiendo con el señor pulpo a un lado estrangulando mi brazo y ¿ustedes cómo están? —dijo, Mu lo miró apenado con una cara de sorpresa, mientras los demás reían por imaginarse a Mu siendo tan empalagoso para dormir.

—Aioria con una energía incontrolable, estoy cada diez minutos intentando que no haga una mega fiesta con todos los huéspedes del hotel —dice Shaka sentado apoyando los antebrazos en la mesa con un sombrero ligero, unas gafas marrones y un atuendo holgado, de un precioso color marfil que matizaba perfectamente con su tono de piel y el dorado de sus cabellos— y yo con unas ganas de encerrarlo de por vida. —

—Bueno, eso algo que haría Aioria, me sorprende que no haya ido a por Milo por su cuenta —responde Mu, sentándose frente a Shaka, Saga estaba hablando con Aioria quien le mostraba las cosas que debían cargar en el yate.

—Sí, lo intentó y obviamente lo impedí, no me hubiera importado si Milo estuviese solo, pero está con Camus y no sería agradable para él tener a Aioria ahí desde temprano, ya tiene suficiente con Milo —responde, era bien sabido que Camus es muy estricto con su privacidad, por lo que, a pesar de la confianza de los años, no dejaría que nadie sobrepasara los límites de su espacio privado a excepción de Milo.

—Tienes razón, debe colapsarte un poco esta situación, no es bueno encargarse de una boda y de tu pareja al mismo tiempo —rio, Aioria y Shaka eran sus grandes amigos y siempre apoyó la relación entre ellos, pero Aioria con su energía inagotable a veces sobrepasaba la paciencia de Shaka, aunque al parecer los años de noviazgo habían madurado dicha paciencia, le era todavía difícil de creer que Shaka pudiera aguantar por tanto tiempo el carácter intenso de Aioria.

—Tengo el consuelo de que al menos la boda terminara en unos días —rieron— y dime ¿cómo estás con tu novio? —preguntó Shaka llevándose un mechón de su cabello detrás de la oreja. Mu fue su primer amigo al llegar a la universidad y habían tenido una conexión de amistad fuerte, incluso después de graduarse se mantenían en contacto. Hablaban por horas acerca de las pretensiones de Mu en Grecia, la discusión irremediable con su familia, el nacimiento y termino de su relación con Shura, que cuando se enteró que iría con su novio, quedó con un nudo extraño en el pecho.

—Bien, ¿por qué lo preguntas? —preguntó Mu, enterrándose las uñas en la palma de la mano por debajo de la mesa. Mu sabía que el hindú le preguntaría en algún momento por su relación con el griego y sabía que tenían una conversación pendiente, pero quería evitarla a toda costa, Shaka sabía más de él que cualquier persona, por lo que no tardaría en encontrar que algo ahí no era verdad.

—Estuvieron algo extraños por unos momentos durante la noche, —comenzó Shaka enderezándose y apoyando su espalda en el respaldo de la silla con los brazos cruzados mirando a su prometido como llenaba de ideas descabelladas al novio de su amigo un poco más allá— ¿Sabe de lo tuyo con Shura? —giró su cabeza para mirarlo directamente a esos ojos jade, Mu se giró también al escuchar la pregunta y su cerebro empezó a trabajar.

—Sí, bueno se enteró anoche, —comentó rascándose la cara— no es como hubieran sido los más sutiles en verdad —respondió, sus amigos eran unos cotillas, siempre los habían sido y bueno no había mucho que pudiera hacer con ellos.

—¿Discutieron? —preguntó preocupado de que haya tenido una discusión muy fuerte, apenas y llevaban tres meses de noviazgo y la gente no siempre es lo que parece.

—Lo conversamos, —dice jugueteando con los dedos sobre la mesa, agobiándose por mentirle a su mejor amigo— le expliqué que Shura ya era parte del pasado y que no era alguien importante —dijo al final una mentira a medias, pues sí le había explicado todo a Saga, solo que el "no era algo importante" era cuestionable.

—¿y es así? —preguntó Shaka levantándose los lentes mirándolo con esos ojos color cielo que parecían que podía ver a través de tu alma. El tibetano levantó la cabeza para encontrarse con esa mirada transparente, sorprendido por la pregunta y pensativo por analizar lo que Shura significaba para él ahora, Shura era en palabras simples una espina en el corazón.

—Claro que sí, ya ha pasado más de un año, además Saga ha sido muy… -estimulante, distractor, bueno ya puedes imaginarte. —respondió, gracias a dios Saga no estaba presente para escucharlo, sino de seguro le restregaría su incompetencia por el resto que quedaba de semana. Shaka giró la vista una vez más más hacia el par que ya parecía llevarse de maravilla y agradeció que al menos el novio de Mu sirviera de distracción para Aioria.

—Si bueno, considerando que es un buen niñero para Aioria, —dijo entre risas— es alguien agradable, se integró muy bien al grupo a pesar de no conocer a nadie, además es guapo, casi como si lo hubieras sacado de un catálogo. —Mu se puso nervioso, sintiendo como una gota de sudor bajaba por su cabeza, Shaka no tenía idea de donde había sacado a ese hombre y esperaba que jamás se enterara.

—Si… ¿eso crees? —se ríe nervioso, mirando a su novio conversar amenamente explicando algo que no alcanzaban a oír, se aclaró la garganta cuando supo que estaba distrayéndose demasiado con él—, eso me dicen siempre. —se rascó la cabeza. Shaka levantó una ceja, parecía que Mu no estuviera consciente del atractivo que tenía el hombre o como si no le importara mucho.

—Oigan ya llegaron Milo y Camus —interrumpió Aioria mientras le hacía gestos a Milo. El pelilila agradeció mentalmente a Milo, se encargaría de retribuirle cuando todo esto terminara.

—¡¿Qué tal mis muchachos?! —gritó Milo al llegar, automáticamente Aioria y Saga están cerca de la mesa. Todos se saludaron y casi como por contrato Milo y Aioria comentan lo que harán durante su pequeña travesía.

—¿En qué momento se supone que madurarán? —preguntó Shaka suspirando, ambos eran todavía aquellos adolescentes que se metían en problemas en la universidad a punto de que los expulsaran. Parecía que hubiese sido ayer que todo eso pasó.

—Jamás llegará ese momento. —respondió Camus sentándose a un lado de Shaka. Camus vestía una blusa sin mangas color celeste, el cabello turquesa amarrado en una coleta alta, unos lentes negros y unos jeans azules.

Saga se sentó al lado de Mu, esperaron a que Shura y Aldebarán llegaran para ponerse en marcha hacia la playa, Aioria había conseguido gracias a sus influencias el contacto de una empresa que alquila yates, por lo que darían una vuelta por la isla, un pequeño paseo antes de llegar a la playa donde almorzarían para luego pasar el resto de la tarde disfrutando de las aguas cristalinas. Cargaron las cosas que traían, aquella cosa era monstruosa para ser un simple yate y Mu jamás había pensado en subirse a uno de esos en su vida.

Saga subió primero y ayudó a Mu a subir después, el ambiente ahí mermaba entre ligero a tenso en cosa de segundos, o cada vez que Mu y Shura opinaban de algo en general, pero Milo y Aioria tenían el magnífico don de cambiar el rumbo de la situación casi como si estuvieran contratados para hacerlo. El paseo consistía en navegar por el mar Egeo, por las partes turísticas y vistosas de la isla hasta atracar en la playa de Fokos donde armarían un pseudo campamento, prepararían la comida para el almuerzo y terminarían el paseo antes de que se escondiera el sol. Era un plan maravilloso cocinado por Aioria que aún conservaba ese espíritu aventurero, juvenil e intrépido.

El mar Egeo era absolutamente hermoso, de echo todo Grecia era una hermosura a los ojos de Mu, quien no había pensado dos veces en quedarse a vivir en ese país, por lo que se reusó a volver a su casa una vez terminó la universidad; las maravillosas estructuras, la historia que había detrás de todo lo que pisaba era sin duda una de las cosas que no quería dejar de hacer jamás nunca. Pero tuvo que pagar un precio muy alto por negarse a partir de esas tierras, una triste y trágica historia que perseguiría al joven geólogo hasta el final de los días.

Y aunque el hecho de formarse como ciudadano de estas mágicas tierras le había traído felicidad e independencia, también marcó la pena y el sufrimiento al prohibirle pisar las suyas propias, ser exiliado por su familia había significado un duro golpe del cual en los días que estaba más melancólico le hacía extrañar las frías tierras montañosas. Él era el contraste perfecto, una desdicha perfecta, en medio de una desilusión perfecta.

Desechó de su mente los tristes sucesos familiares cuando al comenzar a navegar por las aguas cristalinas las bellas costas montañosas enseñaban la imagen de los locales comerciales que alegremente decoraban los bordes de la isla, contrastado por el manto azul que se balanceaba de un lugar a otro, quedando maravillado entre tanta belleza, sumergiéndose en sus más profundos delirios colectivos, tanto que no reaccionó al intrépido brazo que se deslizó por sus hombros en un abrazo posesivo y orgulloso.

—¿Podrás decirme qué es lo que está llamando tu atención? —escuchó una voz murmurar en su oído, Mu se sobresaltó y volteó para ver como Saga lo miraba atento, detrás de él todos sus amigos lo miraban incrédulos y otros con risas cosa que avergonzó un poco a Mu.

—Nada, solo contemplaba la isla, se ve muy bien desde aquí —dijo con auténtica alegría por tener la oportunidad de presenciarlo.

—A Mu le encanta Grecia, así que lo verás admirando casas, playas, acantilados y rocas ¡oh! Sobre todo, las rocas. —reaccionó Aioria, dándole un codazo a Milo.

—Tranquilo te acostumbrarás con el tiempo a ser desplazado por un montón de piedras. —bromeó Milo. El tibetano fue un alumno aplicado durante su tiempo de estudiante en la universidad y al ser el único en cursar la carrera de geología nadie podía entender el gusto que tenía por cada piedra o roca que veía incluso en sus excursiones académicas.

—Ja ja, muy gracioso —las mejillas estaban coloreadas por un suave color carmesí, siempre había sido el centro de burlas por sus gustos y su apariencia, pero sabía que sus amigos no lo hacían de una forma maliciosa como lo hacían el resto de los estudiantes. Sintió un pequeño beso en su sien que lo avergonzó un poco más por las miradas burlonas de Milo y Aioria, pero por sobre todo por Milo, quien sabiendo todo lo que ocurría no dejaba pasar ningún momento para molestarlo.

De pronto toda esta situación se sentía tan familiar, tenía un olor conocido que le provocaba un deja vu dentro de su realidad, en su mente lentamente se recreaba una escena en algún lugar bullicioso y con muchas luces, las caras familiares pasaban como fantasmas translucidos y sonrientes, las manos que lo abrazaban por la espalda hacían que la mirada de sus amigos llenas de complicidad y de gestos molestos se formaran para luego recibir un beso en la sien, haciendo que se relajara e ignorara felizmente al resto para girarse y besar los labios de su pareja, dejando en los suyos un sabor agridulce.

Para Mu el recuerdo vivido de su relación con Shura hasta hace un tiempo tenía una sensación entre anhelo, cariño y dolor, cubierto con nostalgia que lo hacía sentir de alguna manera bien, pero ahora se sentía diferente, la nostalgia que mantuvo durante tanto tiempo ahora se sentía amarga, distante y añeja.

Apretó con necesidad los brazos que lo rodeaban viendo cómo se esfumaban lentamente esos fantasmas translucidos volviéndose humo entre sus recuerdos, volviendo a una realidad con colores vividos y un olor a sal en el ambiente, Mu sintió temor de que estas nuevas experiencias reemplazaran las de años anteriores, pero no pudo descifrar el porqué.

oOo

El trayecto se dividió entre risas, chistes y anécdotas, Mu aprovechaba fotografiar con su celular todo lo que podía junto con su novio que a veces aprovechaba para fotografiarlo a él, Aioria y Milo jugueteaban y provocaban de vez en cuando el malestar de Camus por algún comentario fuera de lugar, mientras que Aldebarán y Shura lo ayudaban con algunas cajas que estaban en el yate, pronto desembarcarían y Shaka prefería tener todo listo a mano para no perder el tiempo.

El rubio suspiró cansado luego de acomodar la última gran bolsa, se pasó el antebrazo por la frente para quitar el sudor de su frente cargando su propio peso sobre la otra mano, estaba cansado, se veía cansado, todo esto de la boda era demasiado para él.

—¿Por qué el novio está haciendo todo si tiene a su pareja para ayudarlo?, ¿no es ese el sentido del matrimonio? Apoyarse, compartir la carga y esas cosas —Shaka se giró lentamente, Shura nunca ha tenido demasiado filtro para sus comentarios sarcásticos, aunque fueran bromas, pero él era un ser paciente y consiente de la falta de tacto de los demás. A veces.

—Aioria está demasiado ocupado, está pasando tiempo con nuestros amigos —la verdad era que Aioria era bastante desordenado cuando de organización de material se trataba, considerando lo mucho que se distrae cuando hay mucha gente, él era mejor en otro tipo de organización, las que incluyen diálogos y papeleos, arreglos con otras personas, de hecho todo lo que tienen ahora fue el arduo trabajo de Aioria durante tanto tiempo, jamás lo había visto tan feliz en una computadora por más de cuatro horas seguidas.

—¿Mientras tu trabajas? —Encontraba la acidez en sus palabras, pero él no va andar por la vida restregando los esfuerzos de nadie, Aioria necesitaba su tiempo con sus amigos, después de todo él ha hecho tanto para compartir con todos. Seguir el juego de Shura solamente haría que las cosas se salieran de control.

—El día aún no ha terminado, tendré mi tiempo para disfrutarlo. —contestó acomodando un mechón de cabello detrás de su oreja. Shura veía la actitud de Shaka, ese trato por cortesía le enfermaba, le enfermaba estar aquí.

—Que desinteresado eres, pensé que ser un mártir era solo el estilo de Mu —sacar a Mu a colación había sido una pésima, pero efectiva idea, le demostraría a Shaka que su vida de pareja perfecta no era como él quería mostrar a todo el mundo.

—Shura si tienes algo que decir, agradecería que lo hicieras de forma clara, no tengo tiempo para perseguir tu sarcasmo. —dijo con voz firme, aunque su rostro no mostrara ni un índice de molestia, su voz era otra cosa. La pelea de miradas, volvió el ambiente tenso, afortunadamente estaban solos en esa parte del yate y podían seguir debatiendo en absoluto silencio.

—Vaya, veo que puedo decir lo que sea de tu futuro esposo y no reaccionas en lo absoluto, pero no puedo decir algo de Mu que te espantas, te deseo mucha suerte en tu matrimonio, lo vas a necesitar. —Aioria significaba algo para él que no podía exponer con los demás, la necesidad de cuidarlo lo tenía a flor de piel, el resto de los invitados podrían caer en el fondo del mar y a él no le preocuparía en lo más mínimo.

—Es porque de todos eres el menos indicado para hablar de él, no sería el único en defenderlo, eso te lo puedo asegurar —podría estar en lo cierto o no, no le importaba, pero las palabras de Shaka decían más de lo que quería demostrar.

—¿Estás seguro que es solo eso? ¿O no será que aún estás celoso? —dijo astutamente, el pequeño Shaka siempre cuidaría aquello que jamás pudo tener.

—No podría tenerte celos jamás Shura, no vales la pena, a no ser que seas tú el que sienta celos —la ceja de Shura dio un leve brinco, no tenía pensado que la broma del principio haya trepado hasta esto, pero la rivalidad entre Shaka y él no era solo por mero choque de temperamentos.

—¡Hey Shaka!, ya estamos llegando, gracias por acomodarlo todo —besó su mejilla— Shura, ¿nos ayudas a bajar las cosas? —preguntó el cenizo, la presencia de Shura no era de agrado para Shaka, cuando estudiaban en la universidad la interacción entre ambos era casi nula y tensa, pero desde el rompimiento con el pelilila Shura había pasado a formar parte de la lista negra de su novio, pero Shura seguía siendo su amigo, se conocían desde que eran pequeños, era el amigo de la familia y pasaban casi todas las vacaciones junto con su hermano.

—Claro para que están los amigos si no es para ayudar. —dijo alejándose de ambos para recoger su bolso e ir a hablar con Aldebarán, para que lo ayudara con el resto de las cajas.

—¿Qué pasa?, ¿por qué esa cara? ¿ocurrió algo? —preguntó preocupado, el ambiente estaba tenso, sabía que ellos nunca han sido muy cercanos, pero él tenía una buena razón para tenerlo como invitado.

—Nada grave, solo un intercambio de opiniones. —Aioria sabía que había más que solo un intercambio de palabras, pero no lo agobiaría con más preguntas sin sentido, Shaka ha estado bajo mucha presión encargándose de los detalles de la boda, así que presionarlo solo lo arruinaría todo.

Lo abrazó por la espalda cruzando sus brazos en su cintura, Shaka siempre había tenido una cintura angosta y una piel preciosa que combinaban a la perfección con sus ojos celestes. Se había enamorado de él casi al instante que lo conoció, pero ambos eran de mundos y culturas totalmente diferentes, que le fue terriblemente difícil conquistarlo, él era su tesoro y haría lo que estuviera a su alcance para hacerlo realmente feliz siempre.

Besó su cuello inhalando el olor cítrico que aromatizaba su piel, era delicioso, su cuello era una oda a la perdición de su cordura, la entrada para hundirse en el mejor de los pecados.

—Te amo, sabes que lo único que quiero es hacerte feliz. —ronroneó en su cuello, Shaka suspiró, Aioria conocía cada uno de sus puntos débiles y era casi imposible de que su cuerpo no reaccionara al más mínimo contacto físico.

—Lo sé… —suspiró mientras abrazaba sus manos que se deslizaban por sobre la tela, las manos tibias arrastrando parte de la ropa.

—¡Ay por favor!, tengan piedad con mis ojos —gritó Milo. Ambos se rieron, Shaka dejó que su futuro esposo encallara el yate, mientras él esperaba en la punta ver como se acercaban cada vez más a un pequeño muelle, rodando el anillo de compromiso que tenía en su mano izquierda, muchas cosas pasaban por su cabeza estos últimos días, pero ahora las palabras de Shura hacían mella en su mente, sin saber que provocarían un torbellino previo a la boda.


Tercer capítulo arribaa!

Siempre digo que no me tardaré tanto en publicar un próximo capítulo, pero me termino demorando más que la vez anterior y me da mas verguenza cuando vuelvo, pero ustedes saben como soy :D
Aprovecho para decirles que cambié el nombre de usuario (ElieGS), así que no crean que me robé la historia, por favor no me funen.

Quiero agradecer a los que me han dejado sus mensajes, por sus follows y a los lectores fantasmas que aún la siguen, prometo mucho drama para el futuro equisdé.

Espero hayan disfrutado de este capítulo y les agradecería que me dejaran su lindo review, nos leemos en el próximo.

Saludos.