MENTIRAS A MEDIAS

IX

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La luz del sol había golpeado directo en su cara haciéndole fruncir el ceño, apenas había dormido un par de horas de manera intermitente, por lo que al abrir los ojos no solo pudo sentir el ardor en ellos, sino que también un fuerte dolor de cabeza. Había pensado tanto anoche que ahora no quería ni siquiera decidir si desayunaría o no. Estiró sus brazos girándose para encarar a su compañero, pero al voltearse la cama a su lado estaba vacía, recordó entonces que había ido a dormir a otra habitación. Se sentó mirando la blanca pared por muchos minutos repasando todo lo que había pasado anoche, sin muchos ánimos de levantarse, esperando que una fuerza externa lo moviera de su lugar para poder avanzar.

Finalmente decidió moverse de su lugar y regresar a su habitación para poder darse una ducha con tranquilidad y poder cambiarse de ropa. Salió de la habitación caminando sin mucho ánimo, entregó la tarjeta en recepción y pidió la de su habitación, pero al llegar, duda un momento si debe entrar o no, miró su teléfono, iban a ser las siete con treinta minutos de la mañana, ¿Y si Saga aún dormía?, abrió la puerta con sumo cuidado de no hacer ruido, lo último que quería era molestar a su compañero de habitación y por supuesto, recibir una lluvia de preguntas. Mu entró sigilosamente cerrando en silencio la puerta y al girarse dio un ligero respingo al ver como Saga salía de repente del cuarto de baño con tan solo los pantalones puestos, secándose tranquilamente el cabello con una toalla.

—¿Cómo estuvo tu noche?, ¿lo has pasado bien? —habló sin mirarlo directamente, al tiempo que abría la puerta del armario para sacar el desodorante y cuando por fin se animó a darle la cara fue que se arrepintió de lo que dijo.

Mu estaba de pie frente a la puerta con una mano en el pecho, su piel lucía aún más pálida de lo que recordaba y esas oscuras ojeras que cargaba enmarcaban sus hermosos ojos jade, combinando horriblemente con el hematoma de su mejilla, sin embargo, lo que más preocupaba a Saga eran esos ojos tristes, que no tenían ese brillo tan particular que siempre tiene, viéndose apagado. Dejó sus cosas sobre la cama antes de acercarse lentamente extendiendo una mano hacia su mejilla lesionada, acariciando con el pulgar la zona que afortunadamente no estaba hinchada.

Mu no sabe por qué, pero de repente sintió unas enormes ganas de llorar, no lo había hecho durante toda la noche pensando que había algo malo en su cabeza, pero bastó una ligera caricia en su rostro de parte de él para que todo ese bloqueo que llevaba se rompiera y sintiera unas de abalanzarse en un fuerte abrazo. No hizo nada de eso, simplemente se quedó ahí con todo el revoltijo en su cabeza y en su pecho sintiendo como esa caricia aliviaba de cierta forma su orgullo herido.

—No está hinchado. —dice finalmente inspeccionando el área, al ver que Mu no diría, ni haría nada y pues no indagaría más.

—No, pedí un antiinflamatorio en recepción. —respondió con su habitual calma mezclada con tristeza, era extraño, pero cuando Saga lo tocaba se sentía una cosquilla agradable sobre su mejilla y dentro del estómago, confundiéndolo aún más, pues la noche anterior su corazón le dolía por Shura, pero ahora se sentía tranquilo y emocionado con Saga, como si lo hubiera extrañado inconscientemente.

—¿Comiste algo? —preguntó, había dejado de mover el pulgar, pero no quitó la mano de ahí. Quería saber cómo fueron las cosas, si pudo hablar finalmente con su ex novio, pero no se atrevía a sacar un tema que claramente no resultó para nada bien. Debía sentirse mal, pero de cierta forma se reconfortaba que no haya ocurrido una reconciliación por parte de los dos.

—No. — niega con la cabeza agitando suavemente los cabellos lilas. Saga sonríe con ternura.

—Entonces date una ducha, —ordenó, alejando esa mano que parecía estar más que cómoda en ese lugar para luego girarse y seguir con su actividad anterior, quitándose la toalla de los hombros— Iremos a desayunar… Tomar medicamentos con el estómago vacío te sentará mal. — explicó con cuidado. Mu se quedó quieto en ese lugar sintiéndose extraño al verlo alejarse, hasta que finalmente asintió en silencio haciendo una mueca, buscando entre sus cosas un par de prendas para meterse al cuarto de baño.

Saga lo siguió disimuladamente con la mirada hasta que sintió el seguro bloquear la puerta, haciendo que aquella sonrisa pícara que traía en su cara comenzara a esfumarse paulatinamente, si bien, se sentía aliviado de que las cosas con el tal Shura no hayan salido bien, también le preocupaba lo que pudiera haberle dicho para terminar llegando a estas horas y con esa cara. Le hervía la sangre de tan solo pensar que haya sido cruel él.

Mientras tanto en la ducha, Mu no dejaba de sentir como su corazón palpitaba con fuerza en el pecho. El agua que caía sobre él relajaba esos músculos tensos por no haber conciliado el sueño, pero su corazón seguía ahí latiendo como si hubiese corrido una maratón. Una caricia, tan solo bastó una caricia para que le hiciera sentir tantas emociones, ¿Qué era esto?, ¿Por qué ahora?, ¿Por qué con él?, el calor de sus mejillas se extendía poco a poco hasta las orejas, sintiendo una extraña tranquilidad que desde hace tanto tiempo necesitaba.

Salió finalmente del baño vistiendo un jeans claro y una camisa de lino verde musgo cubriéndose la espalda con una toalla tallando el cabello para poder quitar la humedad. Su semblante había cambiado un poco, aquel color lúgubre en su cara había tomado un suave sub tono rosa, sin embargo, las ojeras seguían ahí. Se calzó unas zapatillas marrones, volviendo su vista hacia Saga quien ya estaba listo para salir, vistiendo una camisa gris que había dejado abierta desde el cuello hasta el nacimiento del pecho, y unos jeans azul oscuro, esperándolo mientras revisaba algo sin muchas ganas en el celular.

—Ya estoy listo. —dijo después de terminar de peinar su lacia melena, vio como Saga se vuelve hacia él y esas cosquillas de hace un momento comienzan a surgir una vez más dentro de su estómago, haciendo que gire el rostro en busca de sus pertenencias para evitar que el corazón se le acelere otra vez— ¿Dónde iremos? —preguntó para quitar las ideas extrañas que comenzaban a nacer en su cabeza.

—¿Dónde quieres ir? —preguntó de vuelta, se puso unos zapatos negros mientras miraba como Mu parecía desviar su mirada. En la mente del menor quería volver al restorán de la otra vez, había sido bastante relajante estar desayunando a la orilla del mar, pero la única forma que tenían de ir era con una reservación y la sola idea que Saga tenga que ir con esa mujer otra vez le molestaba.

—A cualquier restorán del pueblo está bien. —respondió Mu, Saga le sonrió de vuelta y este se gira para salir de la habitación completamente nervioso y sin decir ni una sola palabra.

Y así fue, ambos salieron del hotel en completo silencio, no hablaron nada durante el camino, sin embargo, ese silencio que estaba en medio de ellos no resultó ser para nada incómodo, fue un alivio momentáneo luego de la tormenta que ninguno de ellos quería romper. Ambos rompieron ese pequeño contrato silencioso cuando decidieron el lugar donde desayunarían, para terminar quedándose en un restorán en el centro del pueblo. Se sentaron en una mesita rustica afuera del restorán, rodeados de casas blancas, pisos de piedra pulida y buganvillas fucsias, sintiendo la frescura que daba la sombra debajo de un toldo.

Fue Saga quien pidió por ambos esta vez, dejando a Mu con el ceño fruncido, devolviéndole una sonrisa triunfante como recompensa. Pasaron algunos minutos cuando llegó el desayuno, un café cargado para cada uno, leche, pan caliente, queso y fruta. Mu miró con pocas ganas la taza de café que no pasó desapercibido por su acompañante.

—Lo necesitarás si no quieres dormirte de pie. —dijo mientras bebía un sorbo del suyo y se llevaba una fresa a la boca, dejándola entre sus labios, mordiéndola lentamente— Tus ojeras te lo agradecerán. —terminó comiéndose la fruta.

Mu aceptó solo para tener algo con que distraerse, porque estaba seguro que, de no ser así, se quedaría embelesado viendo como Saga se comía las fresas una a una. Hizo una mueca cuando bebió el primer sorbo de café, estaba bastante amargo, si no le hacía mal el medicamento con el estómago vacío, bien lo haría el concentrado de café, pero prefirió endulzarlo antes de decir cualquier cosa que lo pusiera en el blanco de preguntas del griego. Le agregó un poco de leche para disminuir un poco la amargura de aquel líquido oscuro, sentándole mucho mejor.

—Pudiste haberme dicho que dormirías en otra habitación. —Mu levantó la vista de su taza viendo como ambas aguamarinas lo miraban con un dejo de reproche, desvió la vista hacia la calle, ayer no pensó mucho en las consecuencias, su deseo por querer conocer la verdad lo había llevado a actuar con imprudencia y vaya que se había dado con toda la realidad en la cara.

—Lo siento, no pensé que te importaría. —dijo. Saga no aseguró ni desmintió nada y Mu de cierta forma entendía que de no haberse preocupado no le habría dicho tal cosa, por lo que se sintió como si hubiese hecho una rabieta al no volver. Aun así, no se arrepentía de nada, era mejor eso que vivir en la ignorancia, quería creer en eso.

Debía reconocer que el café había ayudado un poco, pues había quitado algo del cansancio que tenía cuando se levantó. Siguió tomándose su café lentamente, apenas había comido algo de fruta y un poco de pan, aunque la verdad es que apetito era lo que menos tenía en esos momentos. Saga lo observó por un largo tiempo, ese mismo tiempo en el que Mu parecía perderse en sus propios pensamientos, la curiosidad lo carcomía, ¿Qué debió haber pasado para dejar al jovial hombre con el que había convivido hace unos días en el ser melancólico que tenía en frente?

Ambos salieron del restorán camino al hotel, Mu ahora con la incertidumbre por saber si la boda seguiría su curso o no, quiso llamar a Shaka, pero desistió de inmediato, no quería armar un nuevo problema entre la pareja, ni siquiera sabía si habían arreglado sus diferencias y eso lo llevaba a preguntarse cómo sería su relación ahora con sus amigos, especialmente con Aioria después de todo el lío que se había formado anoche. También quería aclarar las cosas con él, pero pensaba que era muy pronto para que el león quisiera escucharlo sin que le llegara otro golpe en la cara. A Saga, sin embargo, la situación lo tenía totalmente sin cuidado, no iba a negar que la escena le había parecido bastante dramática y divertida, en cierto punto, si tan solo no hubiera estado su cliente en medio, pero habría pagado lo que sea para que fuera Shura quien recibiera el golpe, miró por enésima vez la pantalla de su celular, de todas las notificaciones que tenía, ninguna era la que esperaba.

Llegaron al hotel siendo recibidos por un revuelo del personal que corría de un lado a otro, llevando bandejas, cajas y adornos florales hacia el salón de eventos del primer piso, ambos se miraron curiosos.

—Hoy es el ensayo de la boda. –—recordó Mu de repente. ¡Claro!, la boda era mañana, hoy era el día en que las parejas acomodan y hacen un recuento de lo que será la ceremonia y la fiesta.

—Al parecer los problemas se han resuelto. —habló Saga caminando lentamente junto a su cliente hasta la terraza que ahora lucía totalmente limpia y ordenada.

—No lo creo, todo se siente muy tenso. —respondió y tenía razón, todo el mundo iba y venía preocupado, unos metros más allá la mujer encargada del evento hablaba por teléfono visiblemente angustiada.

—Vaya problema ¿eh? —escucharon una voz a un lado de ellos. Un hombre alto con una piel tan clara y lisa que parecía ser sacada de una revista.

—Afrodita… —dijo Mu como saludo, el aludido lo miró y se concentró en un punto fijo de su cara.

—¡Por Dios Mu, mira cómo te ha dejado esa bestia! —alzó la voz al tiempo en que se acercaba más a su rostro para inspeccionar la marca que está decorándole el pómulo.

—Estoy bien, gracias. —respondió sintiéndose un poco incómodo ante la cercanía, esperaba que Saga no pensara que hay algo entre su amigo y él. Y es que Afrodita tenía un encanto natural a la hora de relacionarse con las personas que Mu conocía perfectamente y que muchos malinterpretaban.

—No pensarás asistir al ensayo con esa cosa arruinando tu linda carita, ¿verdad? —dice tomándolo del mentón mientras examinaba con más detalle el hematoma rojo que había quedado tatuada en su cara— ¿Y quién es él? —preguntó a Mu viendo a aquel hombre quien miraba la escena con no muy buena cara.

—Él es mi novio —respondió y el corazón le comienza a palpitar rápido en el pecho, había dicho eso tan rápido, sin pensarlo siquiera, que cuando se dio cuenta ya nada podía hacer— Afrodita él es Saga, Saga él es Afrodita, otro amigo de la universidad. —intentando no tartamudear de los nervios. Saga lo observa fijamente, presintiendo que lo conoce de alguna parte.

—Un gusto. —dijo estrechando la mano de Saga, mirando de forma coqueta a su amigo— Mu, tus buenos gustos siempre me han sorprendido. —sonríe acomodándose la manga de su camisa, guiñándole el ojo para molestarlo.

Mu siente como las orejas le queman.

—¿Afrodita Nyberg? —preguntó finalmente Saga y ve como el otro sonríe afirmativamente, ¡claro que lo conocía!, él era el dueño del laboratorio Nyberg, era ahí donde compraba las medicinas y cremas terapéuticas para su hermano, de hecho, ese era el único laboratorio donde se podían conseguir dentro de la ciudad— Soy un cliente frecuente de tu laboratorio. —respondió Saga, Mu lo queda mirando, al parecer Saga era más narcisista de lo que se veía.

—Tu novio me agrada. —dijo sonriendo elegantemente mostrando sus blancos dientes, a Afrodita le encantaba presumir sus logros y se sentía orgulloso cuando lo reconocían por ello.

El sonido del celular rompe el momento y los dos miran cuando Saga atiende el teléfono rápidamente al notar el nombre en la pantalla.

—Te veo en un momento. —dijo Saga de forma apresurada, Mu asintió con la cabeza y él se dirigió rápidamente hacia la terraza. Afrodita se vuelve hacia Mu para seguir inspeccionando esa horrenda marca roja y es que él tan perfeccionista como es no puede evitar no pensar en alguna solución.

—Ven, déjame ver si tengo algo para poder disimular esa cosa que tienes en la cara. —comentó tomándolo del brazo para llevárselo a los baños.

—No es necesario, no me molesta. —respondió con calma y era verdad, a estas alturas su apariencia física era lo que menos le importaba.

—¿No estarás hablando en serio o sí? —Afrodita le dio una mirada poco convencida elevando sutilmente una ceja, a Mu en realidad no le importa mucho, mientras no sintiera dolor estaba bien para él— Lo siento, pero no podré concentrarme en el ensayo, ni en la boda, ni en nada si andas por ahí con eso. —el menor suspiró cansado, Afrodita era tan terco como bien parecido y no se detendría hasta conseguir quitarle esa marca.

Caminaron juntos en silencio, Mu se preguntaba si Afrodita sabría algo sobre Shura, ambos eran muy amigos y a pesar de que su ex era alguien de pocas palabras, tenía presente que el sueco sabía más que cualquier otra persona, incluso más que él mismo, desafortunadamente. Cuando llegaron al baño de hombres, Afrodita dejó su bolso sobre la encimera de granito blanco y empezó a rebuscar dentro de él totalmente concentrado.

—Afrodita… —dijo tomando valor para preguntar acerca de lo sucedido la noche anterior.

—Aquí está. —habló para sí mismo victorioso, sosteniendo entre sus manos tres botes de crema. Mu se quedó con la duda atorada en la garganta viendo como Afrodita se acercaba para aplicarle un poco de gel transparente— Este es un antiinflamatorio debes colocarte una pequeña porción dos veces al día. —dice esparciendo suavemente con la yema de sus dedos aquel gel que parecía absorber de inmediato, para después aplicar una crema blanca bastante fluida— Este es un hidratante, te ayudará a que no se te reseque la piel cuando vaya desinflamando, afortunadamente no está tan hinchado, ese bruto de Aioria pudo haberte dejado mucho peor si hubiese estado sobrio. —Mu solo asentía a todo lo que le estaba diciendo mientras se dejaba hacer— Y esta es una base, suelo ocuparlo cuando viajo a mis reuniones, afortunadamente tenemos un tono de piel muy similar, no cubre tanto como un maquillaje, pero disimulará un poco, parecerá como si estuvieras sonrojado- dice terminando de aplicar la última crema, entregándole los tres botes después.

—Muchas gracias. —dijo sorprendido mirándolo a través del reflejo del espejo, mientras inspeccionaba su cara, la verdad era que había disminuido mucho.

—No tienes por qué darlas. —respondió a la vez que se lavaba las manos— Tienes un rostro hermoso y deberías lucirlo como corresponde. —siguió hablando mientras buscaba un poco de papel para secarse las manos— Aún no puedo entender como no te quedaste en la agencia de modelaje, en este momento serías toda una celebridad. —dijo finalmente mirándose al espejo acomodándose el cuello de la camisa.

Mu solo hizo un movimiento de hombros.

—No es lo que me apasiona —dice sonriendo, Afrodita había sido quien le había dado su contacto a la pequeña agencia de modelaje en la que trabajó, pues él también había trabajado ahí años antes que él entrara a la universidad, pero como los horarios y las materias se estaban volviendo muy extenuantes y Afrodita no necesitaba en realidad el dinero, fue que sugirió a Mu, enviando un par de fotos de él, dejando a todos encantados.

—Sí lo sé, tu amor por las piedras era más fuerte. —murmuró recordando su amor por su profesión— Te entiendo, dime al menos que estas cuidando tus manos, —se inclinó para que Mu mostrara sus manos y él las levantó para demostrarle que aún seguía sus consejos— que bien, eres mucho más sensato que los monos de Ángelo y Shura. —Mu bajó las manos cambiando el semblante a uno más serio, Afrodita se dio cuenta de eso y carraspeó— ¿Aun sientes algo por Shura? —preguntó con cuidado.

—Yo… —no sabía en realidad que decir, si le hubiera hecho esa pregunta hace unos días no habría dudado en decir que sí, pero ahora… ya no estaba tan seguro. Antes en lo único que pensaba era en volver, ahora lo único quiere es saber ¿por qué? — Afrodita, tu sabes… ¿Desde hace cuánto tiempo Shura está enamorado de Aioria? —Dudó en hacer la pregunta, porque quería preguntar muchas cosas y sabía que él no respondería todas. Afrodita abrió levemente los ojos y sintió algo de lástima por su amigo, ellos no eran muy cercanos, pero no quería decir que no le molestó lo que Shura hizo o al menos en la forma tan fría en que lo hizo, cuando Mu verdaderamente no se lo merecía.

—¿Cuándo te enteraste? —preguntó tanteando cuanto sabía, él no tenía por qué estar arreglando los vidrios rotos de su amigo, ni tampoco quería andar haciendo de psicólogo, pero podría decirle a Mu específicamente qué preguntar y prepararlo en el mejor de los casos para enfrentar lo que a simple vista es solo un recuento de los daños.

—Anoche, vi como él se confesaba a Aioria. —Afrodita arrugó la nariz e hizo un sonido como si le ardiera algo, era incómodo y complicado, con todo muy fresco aún.

—Debías enterarte en algún momento, lamentablemente el cabezota de Shura nunca tuvo el valor para decírtelo a la cara en su tiempo. —dice pensando en cómo decirle, Shura tenía un problema muy grande y no es él precisamente quien tiene que resolver los dilemas de ellos dos, pero Mu debía saber parte de la verdad— Mu, sé que no puedo pedirte que no lo odies o que lo entiendas, pero lo de él es mucho más complicado de lo que se ve. —Mu lo mira concentrado, preguntándose qué era lo tan complicado.

—¿A qué te refieres? —Afrodita suspiró tomándose el puente de la nariz.

—No me corresponde decírtelo, porque es algo que debes de exigirle a él, que sea honesto contigo sobre sus sentimientos por Aioria y por Aioros. —responde tomando el bolso de la encimera.

—¿Aioros? —¿el hermano de Aioria?,¿que tenía que ver el hermano muerto de su amigo?

—¡Ups! Dije demasiado —dijo tapando su boca con la mano fingiendo arrepentimiento— Eso es todo, no diré más, solo te diré que seas firme, necesitas dejar a Shura atrás y solo lo conseguirás cuando él te cuente como son las cosas verdaderamente. —dice colocando ambas manos sobre sus hombros, Mu frunció ligeramente el ceño pensativo— Hazlo por tu novio y por ti. —

Mu asintió sonriendo de lado, al final si tendría que enfrentarse a la verdad de la boca de la persona quien había provocado la herida, temiendo reabrirla en el intento.

oOo

Saga llegó caminando a paso rápido al hall del hotel, esquivando al resto de los empleados que corrían de un lado a otro con el celular apoyado en su oído, podía escuchar como la enfermera de la última vez le decía que el médico tenía algo urgente que decirle. Esperó por unos buenos minutos con la llamada aun corriendo, el corazón le latía con fuerza, una mezcla de ansiedad y desesperación que hacía que el estómago se le hiciera un nudo, sabía que no podía ser nada malo, pero no significaba que sería algo bueno. La voz del médico interrumpió sus pensamientos, aterrizándolo desde sus fantasías al mundo real.

—¿Aló?, ¿El familiar de Kanon Bourousis? —preguntó la voz un poco mayor, Saga tragó saliva permitiéndose respirar profundamente, murmurando un firme — Nos hemos contactado con usted para avisarle que la cirugía de Kanon se realizará esta noche, afortunadamente uno de los pacientes tuvo un problema con la recepción y ha quedado el quirófano disponible. —Saga sintió como el alma le regresaba al cuerpo y sonrió ligeramente llevándose el puño de su mano izquierda hasta la boca.

—¿A qué hora exactamente? —preguntó con curiosidad, una parte de él quería salir en el primer ferry que estuviera disponible para estar ahí cuando Kanon despertara, pero no podía, al volver estaría faltando a su propio contrato con Mu y eso significaría perder el dinero de dicho acuerdo, considerando aún que no sabía cuánto iba a costar la operación de su hermano.

—Tenemos la cirugía programada para las veintidós horas. —respondió el médico. Saga refunfuña— Lo siento, es el horario más próximo que hemos podido conseguir. —

—Sí, no hay problema, ¿Cómo está él? —su voz sale cansada, está preocupado, no ha visto a su hermano en varios días y tenerlo lejos lo agobia en cierta manera, ya que puede que en cualquier momento pase algo inesperado que lo aleje de él.

Saga sacude la cabeza. ¡No!, todo va a salir bien, Kanon se recuperará, volverá a hacer el mismo de antes y él será libre, no puede perder las esperanzas en estos momentos cuando ambos han dado su mejor esfuerzo.

—Estable, ayer ha abierto los ojos por unos segundos y ha respondido bien a los estudios físicos. —una sonrisa nostálgica se formó en sus labios. Saga agradeció en su mente las buenas noticias que le daba el médico, es que han sido tantos años que es casi como si fuera un sueño.

—Doctor dejo en sus manos la vida de mi hermano. —respondió con su voz ronca con un dejo de preocupación que hace que el doctor suspire. La operación de Kanon era complicada.

—Haremos todo lo que esté a nuestro alcance. —responde con total honestidad, Saga sintió algo de alivio al escucharlo.

—Gracias y por favor, avíseme inmediatamente si algo ocurre. —dijo a la vez que el médico confirma y cuelga la llamada. Se acercó hasta un sofá de tela marrón que estaba cerca del ventanal, tenía que sentarse, pues sentía que las piernas le fallarían en cualquier momento. Logró echarse sobre el sofá llevando la cabeza hacia atrás, necesitaba algo fuerte, él café cargado de esta mañana no sería suficiente para controlar toda esta adrenalina que le recorría por las venas. Tantas noches en vela cuidando a su hermano, tantos problemas que parecían no tener solución y ahora, hoy su hermano entraría al bendito quirófano y si los dioses lo querían mañana despertaría sano y salvo.

Saga pensó rápidamente en que no estará cuando su hermano despierte y una punzada en el pecho le llega sin piedad, mañana era la boda y aún no sabía con certeza si se llevaría a cabo o no. Se restregó la cara pensando en una solución, si se va perdería el dinero, si se quedaba su hermano estaría solo hasta que terminara su trabajo, estaría llegando a Athenas en unos tres días más, era mucho tiempo.

Y Mu… Mu se quedaría solo con todo este problema si él regresaba, ¿Qué podría decirle su cliente a los demás si él desaparecía?, le estaría agregando un problema más dentro de todos los que tiene. Se llevó ambas manos hasta la cabeza pasándose los dedos entre los cabellos añiles con un montón de dudas que aclarar, restregándose al final las manos por la cara, apoyando los codos sobre sus piernas, excesivamente preocupado.

Despejó después sus hermosos ojos que ahora lucían un tanto turbados. Sin darse cuenta había añadido a Mu a su lista de prioridades.

oOo

Aioria se había despertado temprano esperando tener noticias de Shaka, mirando por quinta vez su celular en esos diez minutos que llevaba despierto, en la pantalla no había ninguna notificación de su parte y al parecer su celular aún seguía apagado pues no entraban las llamadas ni los mensajes que le enviaba. Suspiró frustrado, sabía que Shaka aún estaba enojado él y su silencio era una clara advertencia de que no siguiera insistiendo, por lo que lo mejor sería esperar a que él mismo decidiera aparecer para poder explicarle toda la situación antes que presionarlo.

No es algo que él quiera hacer, porque si por él fuera, recorrería habitación por habitación hasta encontrarlo, lo llevaría con él a su habitación, se disculparía y en el mejor de los casos le haría el amor hasta quedar hechos un desastre, pero no puede, es ilegal y eso solo le traería más problemas con el hotel, sería mucho mal fácil armarse de paciencia y calmar rápidamente sus ganas por ir buscarlo. Se recostó en la cama pensando, es en estos momentos donde más se arrepiente de todo, ahora que estaba sobrio y solo ha entendido el caos que ha formado, arrepintiéndose de tantas cosas.

¡Por todos los dioses!, Shura, su amigo, ¿enamorado de él? No podría, nunca. Se revolvió los rizos cenizos desesperado, ni en mil años habría esperado un vuelco así en su vida, el desenlace de una amistad tan larga y bonita.

Decidió salir a caminar, quizás tomar algo de aire fresco podría darle la necesitada paz que quería, aunque dudaba que fuera precisamente la del silencio y la tranquilidad que se sentía a estas horas en el hotel, pues la paz que quería, buscaba y necesitaba era aquella que reside en la mente, la que acalla y detiene los pensamientos de su cabeza.

El camino en descenso estuvo cargado de miradas extrañas por parte de los huéspedes, tanto en el ascensor, por la recepción y en el camino hacia la terraza. Algunas personas y trabajadores no podían evitar mirarlo y murmurar por lo bajo, estaba de más decir que la incomodidad que sentía era enorme y pues como no, si el numerito que había hecho la noche anterior había sido monumental.

Aioria miró disimuladamente hacia la derecha, para estos momentos el salón de eventos debía estarse arreglando para el ensayo de la boda, boda que por el momento no sabía si seguiría en pie, ignoró con algo de vergüenza las miradas de los demás encaminándose hasta la piscina, por lo general a esta hora de la mañana se encontraba vacía, sin embargo, cuando llegó se topó con una persona que afortunadamente conocía, ahí practicando braceo estaba su amigo Aldebarán. Se sentó en una de las sillas reclinables y miró por algún tiempo como el fornido hombre nadaba de un lado a otro sin darse cuenta de su presencia. No fue hasta que llegó al extremo de la piscina y sacó su cabeza por sobre la superficie del agua que notó su compañía.

—¡Buenos días, Aioria! —grita cortésmente, Aioria apenas sonríe y agita su mano derecha devolviendo el saludo, bajando la mirada después— ¿Todo bien? —preguntó al acercarse al extremo de la piscina donde el cenizo está descansando con una cara de muerto que no puede sostener.

—Estoy a punto de perder mi matrimonio, no sé si se pueda estar bien con eso. —respondió después de un lamentable suspiro.

Aldebarán se rascó la cabeza, al igual que todos había presenciado la escena de anoche y bien sabía que el pequeño leoncito, como le decía de cariño desde que iban en la universidad, debía estar avergonzado, confundido y arrepentido, pues sus gestos eran un libro abierto. Pero no pudo quedarse así no más y admirar con lastima el trágico arrepentimiento de su amigo, por lo que con un fuerte impulso de sus brazos salió de la piscina y se encaminó hasta su lado para darle apoyo.

—Es lamentable lo que ocurrió, —dice con su voz rasposa, la piel morena brillaba gracias al agua que quedaba estilando, mojando el piso bajo sus pies. Se sentó en una de las sillas que estaban al lado de él, suponiendo que la conversación sería incómoda, por lo que se andaría con cuidado para no mortificarlo aún más— pero no hay nada que no se pueda solucionar. —dijo intentando reconfortarlo.

Aioria suspira con pesar.

—Shaka no contesta mis llamadas. —dice en respuesta, aunque entendía que su prometido tendría que estar meditando la situación, eso no quitaba que el silencio del rubio le pesara aún más que la misma culpa.

—Es de esperarse, debe sentirse confundido y triste. —explicó Aldebarán.

—No lo entiendes, yo... estaba muy enojado... —comenzó a explicarle la situación, omitiendo la parte en donde Shura le confiesa sus sentimientos— fue un accidente y me siento tan mal, no quiero perderlo. —terminó. Aldebarán hizo una mueca mientras pensaba en las palabras correctas, ya que no había sido mejor que el golpe que le había dado a Mu.

—Bueno eso explica por qué aun no quiere hablar contigo, —dice mientras apoya sus antebrazos sobre sus rodillas— pero si aún no ha cancelado el matrimonio solo puede significar que espera a que recapacites sobre tus acciones. —Aioria giró finalmente su cabeza para mirar a su amigo quien lo veía con una expresión seria, pero conciliadora, llenándose su pecho de esperanzas.

—Te juro que sería capaz de hacer cualquier cosa para que me perdonara. —dijo el griego con tanta energía, alzando sus cejas, Aldebarán sonríe, sabe que sí, su amigo siempre ha sido alguien impulsivo y a veces de soluciones apresuradas y erráticas, pero con un corazón muy grande, tenía fe de que encontraría la forma de enmendar el error.

—No es a mí a quien debes jurarlo —dice dándole un par de palmadas sobre el hombro— y no solo debes decirlo, sino demostrarlo, creo que lo que Shaka está esperando es que actúes, las palabras toman más fuerzas cuando las acompañas con acciones. —Aioria lo medita, encontrando tanta razón en ellas, pero ¿Qué podía hacer?

—¿Cómo puedo hacer que confíe en mí otra vez? —preguntó, obsequiarle cosas no ayudarían, Shaka no es de ese tipo de personas.

—Pedir perdón tiene que ser el primer paso, —respondió. Aldebarán miraba como el agua de la piscina se mecía con cuidado frente a él, Aioria de verdad se veía mal— a todos los que se vieron afectados, incluyendo a Mu. —Aioria bajó la mirada una vez más, se había portado muy mal con su amigo, sabía que aquel golpe fue exagerado y todo eso era culpa de sus inseguridades.

—Al final termina todo rodeando sobre Mu. —ahí estaban una vez más los celos, aunque no quisiera seguían ahí y el moreno se dio cuenta de eso.

—Son amigos y debes entender que no podemos poseer a quienes queremos, parte de compartir la vida con alguien es saber que puede convivir con los demás, si no eres capaz de comprender que la unión y la libertad van de la mano, entonces no estás preparado para casarte. —Aioria apretó el puño, ¿Estaba siendo muy egoísta con Shaka? — Piénsalo de esta forma, Milo y tú tienen una relación igual de estrecha y Shaka nunca se ha interpuesto en su amistad, ¿por qué crees? —preguntó.

—Confianza. —dice sintiéndose igual que un niño pequeño.

—¿Y...? —insistió, el amor era algo más que solo atracción y confianza.

—Respeto. —responde, el brasileño sonríe asintiendo y sí, Shaka jamás le había hecho ni una sola escena de celos, él siempre le había dado su espacio sin importar que tan intensa fuera la amistad entre él y Milo.

—Si Shaka y Mu son cercanos, es porque tienen sus razones, razones que deberías entender y respetar. —Aldebarán lo miraba— Los celos pueden ser algo divertidos al comienzo, pero se convertirán en un arma letal si no sabes controlarlos. —

—Tienes razón. —comentó, él sabía que los celos que tiene no desaparecerán de la noche a la mañana, pero tampoco dejaría que esos celos sean la causa de sus problemas como pareja, si no es capaz de aceptar y trabajar en ellos ¿Cómo podría tener una vida plena junto a Shaka? — Gracias. —dijo sonriendo esta vez con sinceridad.

—No tienes que dármelas, eres mi amigo y Shaka también, han pasado tanto tiempo juntos que verlos separados sería lo más tonto que podrían hacer. —se levantó con la intención de pasar un rato más en la piscina, tenía que aprovechar los días que le quedan antes de partir a sus extenuantes obligaciones en Brasil— Además, no podría disfrutar de estos días si ustedes no se casan. —dijo riéndose fuerte. Aioria se contagió de esa risa, viendo como caminaba un par de pasos antes de girarse hacia él— Sigue siendo aquel hombre de gran corazón, haz lo correcto. —dijo esto antes de volver y se lanzarse en un clavado para nadar lo que le quedaba de tiempo.

Aioria abrió los ojos, eso había sonado igual que su hermano, sonrió y se quedó meditando en las palabras pensando que de alguna u otra manera su hermano le mandaba la señal que tanto esperaba.

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Por motivos de agenda no pudieron encontrar otro horario que no fuera después del atardecer para el ensayo de la boda, si bien, la ceremonia se realizaría a orillas de la playa, tenían que practicar el momento de la entrada con un arco parecido al de la boda real y posteriormente reconocer la ubicación de los invitados en sus correspondientes mesas a la hora de la cena que sería en ese mismo salón. La mesa principal de los novios estaba al frente, vestía una elegante tela de seda blanca con dos peceras redondas en cada extremo decoradas con hermosas piedras en el interior y en la superficie una flor de loto de un suave color rosa flotando con varios pétalos de rosas blancas alrededor. Frente a ellos, tres mesas redondas puestas de manera curva hacia los novios donde se ubicarían los padres de Aioria y los amigos cercanos a la pareja, detrás de estas mesas iban otro grupo donde irían los conocidos de la pareja, compañeros de trabajo y el resto de los familiares.

Ya se estaba por acercar la hora del ensayo y habían sido los amigos de ambos y los familiares cercanos de Aioria quienes habían llegado puntuales, pero con la incertidumbre de no saber aún si la boda se realizaría debido a los inconvenientes de la noche anterior.

Milo y Camus estaban cerca de uno de los ventanales, cada uno con una copa de espumante, ambos hablando amenamente para pasar el tiempo de espera. Camus vestía un pantalón azul marino y una camisa blanca con el cabello amarrado en la parte baja de la cabeza. Milo estaba enfundado en un pantalón de tela negro y una camisa blanca, con el saco abierto y sin corbata, apoyándose despreocupadamente en un pilar mientras jugaba con la copa de espumante.

Sentados en la mesa estaban Mu y Saga quienes esperaban atentos cualquier movimiento por parte de la organizadora que parecía estarse muriendo de nervios en la entrada del salón. Mu vestía un traje de color gris claro y la camisa blanca, cubierto por una gilet de un gris más oscuro con el cabello recogido en una cola alta, donde unos mechones lacios caían hacia ambos lados de su cara. Saga vestía un pantalón azul petróleo, con una camisa de un celeste muy claro, sin corbata y el cabello suelto. Ambos conversaban con Aldebarán quien vestía perfectamente un traje de color borgoña, la camisa blanca y una corbata roja, el cabello peinado pulcramente hacia atrás enlazado en una cola baja.

En otra mesa se encontraban Shura, Ángelo y Afrodita, la risa de Ángelo era tan fuerte que se escuchaba por todo el salón, estaba vestido con un traje completo de color beige, camisa blanca y la gilet sin mangas color grafito, tomaba un sorbo de espumante totalmente despreocupado por la situación, a su lado Afrodita quien vestía una camisa color azul marino sin corbata y un pantalón negro, perfectamente peinado le daba codazos a su amigo para que bajara el volumen de su voz, por último Shura quien no paraba de mirar su teléfono celular en todo momento, levantando únicamente la cabeza para mirar hacia la puerta de entrada atento por si Aioria cruzaría por ahí, vestía un traje negro, la camisa blanca y una gilet de un color verde esmeralda.

Los murmullos de algunos presentes y la risa de Ángelo eran lo único que se escuchaba por todo el lugar, todos a la espera de lo que pasaría dentro de unas horas. Habían pasado unos treinta minutos desde la hora citada cuando Aioria entró por la puerta siendo interceptado por la organizadora que parecía que recuperaba algo de color en el rostro. Todos se quedaron el silencio al verlo entrar con un traje color crema y una camisa de un claro verde oliva, peinado como nunca antes lo habían visto. Los ojos de todos los miraron desde que entró hasta que llegó a la mesa de sus padres para hablar con ellos, visiblemente nervioso, dejando en el salón un silencio sepulcral, incluyendo la ruidosa voz de Ángelo.

—¿Qué estará pasando? —preguntó Mu al aire, mientras movía y apretaba los dedos de sus manos por debajo de la mesa. Saga lo miró unos momentos, parecía realmente preocupado por la resolución del matrimonio, casi podía decir, sin equivocarse, que se sentía culpable. Estiró una mano para cubrir aquellas más finas en un apretón, Mu se giró para verlo con sus ojos grandes llenos de sorpresa, apretando los labios para controlarse. Había estado todo el día intentando de calmar esos sentimientos que le venían cada vez que Saga hacía algo tierno como eso, porque sabía que terminaría ilusionándose y era justamente eso lo que quería evitar, pero se le hacía cada vez más difícil poder hacerlo.

—No estés tan nervioso, son Aioria y Shaka los que se van a casar, no tú. —dijo con cierta gracia. Mu soltó una risa temblorosa, no podía evitar pensar que por su culpa terminaría fracasando la relación de sus amigos, aunque sabía perfectamente que no había hecho nada para que ocurriera.

—Lo sé. —respondió suspirando. La mano de Saga se aferró a su mano derecha apretando sin mucha fuerza, moviendo el pulgar suavemente para alejar esos pensamientos de su mente y funcionó, pero en cambio su corazón empezó a latir rápidamente, devolviendo dudoso aquel gesto con sus largos dedos apretando ligeramente la piel cálida de su acompañante.

—Todo saldrá bien. —dice Aldebarán, ajeno al inocente gesto que se formaba por debajo del mantel blanco, pero consciente del nerviosismo de Mu— Shaka vendrá. —dijo dándole ánimos para que no se preocupara tanto.

—¿Cómo estás tan seguro, eh? —la voz de Milo se oyó a un lado, quien llegaba con Camus tomados de la mano.

—Intuición. —respondió. Confiaba en Aioria, sabía que podría solucionarlo.

—A Aioria está a unos segundos de darle un paro cardiaco. —responde Milo acomodándose su indomable cabello— Esto pinta más a un funeral que a una boda. —rió.

—Tu estarías igual en su situación. —se carcajeó Aldebarán bebiendo el ultimo sorbo de su copa.

—Camus jamás me dejaría plantado en el altar. —dijo Milo sintiendo inmediatamente como la mirada fría de Camus lo traspasa.

—Milo no es momento para esos tipos de comentarios —se quejó, viendo como su pareja se reía nervioso, era inevitable.

Mu se tomó la mitad de la copa de espumante de un solo trago, necesitaba controlar ese nerviosismo que tenía y que no sabía a estas alturas si era por la situación de la boda o porque Saga jugaba entrelazando los dedos con los suyos, haciendo que sintiera cosquillas en el estómago. Estaba por dar su segundo trago cuando ven a la distancia la silueta de Shaka entrar por la puerta con ropa casual, una blusa ancha de color naranja y unos pantalones de lino de un color más oscuro, el cabello suelto ondeando libre a cada paso que daba.

La cara de todos los presentes era un poema al misterio y la sorpresa, cada uno con una versión más terrorífica que el otro, tanto así que hasta Ángelo parecía estar preocupado esta vez. Shaka se encaminó en medio de la gente y del silencio de una manera divina, sin perturbarle las miradas, ni el silencio que parecía congelar el salón a pesar de estar en pleno verano. En el fondo la organizadora del evento se sentaba absorta y preocupada por la situación, pero incapaz de romper el momento.

Shaka llegó hasta donde Aioria quien parecía estar aguantando la respiración, tan pálido como un muerto, apretando la quijada para evitar que las lágrimas llenaran sus ojos.

—Tenemos que hablar. —la voz seria del rubio no hizo más que empeorar el ambiente, era como si hubiese congelado a todos a su alrededor, haciendo que Aioria sintiera como se formaba un nudo en su estómago, junto con un dolor punzante en el pecho.

Apenas pudo asentir y ambos fueron a la bodega, un cuartucho que estaba a un costado del salón. Ambos ingresaron en silencio, bajo la mirada y el mutismo de todos.

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El sonido de la puerta al cerrarse hizo que Aioria diera un respingo girándose nervioso y lívido, todo su cuerpo temblaba ante el porvenir de su tan anhelada y ahora temida conversación, Shaka caminó a pasos firmes hasta una de las mesas que estaba armada apoyando el trasero en el borde, dándole palmadas a la superficie para que Aioria se acercara a su lado. Los pasos de Aioria eran inseguros y torpes, el corazón le latía con fuerza y no pudo esperar a estar cómodamente a su lado para abrir la boca.

—Shaka yo, lo siento tanto. —dijo rápidamente— Siento mucho haber causado estos problemas yo… —el nudo que tenía en la boca del estómago parecía haberse mudado hasta su garganta, sin poder botar todo el discurso que había estado planeando durante todo el día.

—Fuiste un tonto, —le respondió Shaka ante el nerviosismo de Aioria— no confiaste en mí y dejaste que comentarios de otros se interpusieran entre nosotros. —dijo seriamente.

—Estoy consciente de ello y por eso quiero solucionarlo. —dijo agachando la cabeza.

—Está bien, te daré la oportunidad de solucionarlo, —dice volteando la cabeza hasta su novio quien levantó la vista hasta chocar con los ojos celestes que lo miraban con atención, sin ningún tipo de expresión— Quiero que me expliques por qué de repente dudaste de mí. —Aioria siente su corazón latir nuevamente en un ritmo más normal, era el momento para aclarar todo este malentendido y si tenía que hablar lo de Shura, lo haría.

—Yo, bueno… Siempre había tenido dudas de que tú y Mu se gustaban, —comenzó lentamente— Ambos parecían ser muy cercanos, inseparables y esos sentimientos parecían haberse olvidado cuando empezamos a salir. No fue hasta que Shura y Mu se separaron cuando esas dudas volvieron a mi mente, pero que me obligaba a enterrar porque tú y yo ya nos habíamos mudado a Estambul. —Shaka escuchaba con atención, no era raro para él escucharlo, muchas personas pensaron que él y Mu sentían una atracción física, así como también muchos se extrañaron cuando él y Aioria se volvieron novios— Cuando me pediste matrimonio dejé de pensar en eso, ¿Cómo podría dudar de ti después de todo?, pero cuando Shura me dijo que debía tener cuidado contigo y Mu esas dudas volvieron a aparecer, tú parecías molesto con la nueva relación de Mu y no pude evitar ligarlo… —hizo una pausa, escucharlo decir en voz alta solo hacía que sonara ridículo y se avergonzó por ello.

—Continua. —ordenó el rubio, mirando con detenimiento cada detalle de Aioria, cada gesto, cada movimiento de su cuerpo.

—Cuando los vi tomados de la mano en el restorán sentí como todos esos celos salían, estaba tan molesto de que todo fuera cierto y cuando los vi abrazados sentí tanta rabia, había bebido demasiado, sé que no es justificativo, ni lo que hice después. —Aioria movía incansablemente uno de sus pies, la ansiedad lo estaba matando— Estaba tan ebrio que no pude controlarme a tiempo y terminé empujándote, cuando te fuiste me sentí tan mal, pero no podía contener todo lo que sentía hasta que vi los anillos que dejaste, las palabras que grabaste en él me hicieron pensar que estaba cometiendo un error, que dejarte ir sería el error más grande de mi vida y si tenía que vivir con la esperanza de que me amaras en algún momento lo haría, y fue cuando Shura llegó y me dijo que me… me dijo que estaba enamorado de mí. —dice tomando una de sus manos con fuerza— Shaka, te juro que en ese momento comprendí que todo era mentira y que había caído como un tonto. —

Shaka abrió ligeramente sus ojos, había que ser ciego para no ver que Shura era muy protector con Aioria, celoso en cierto aspecto, pero siempre pensó que esos celos eran fraternales, por pensar que estaba quitándole a su amigo, nunca lo asoció a unos celos amorosos. Shaka entendía lo que pasaba, Shura buscó una última oportunidad para estar con Aioria y no pudo evitar sentirse molesto por eso, porque sabía lo mucho que le importaba a Aioria su opinión, lo consideraba casi un hermano y él se había aprovechado de esto.

—Lo siento tanto… —se disculpó otra vez, viendo como sus ojos comenzaban a brillar— Lamento no haber confiado en ti, por haberte gritado y empujado cuando solo querías solucionar nuestros problemas. —Shaka nunca había dudado de Aioria, conoce su carácter impulsivo, pero también conoce su buen corazón.

Shaka había pensado mucho, comprendía los celos de Aioria y sabía que le debía una explicación aún a costa de su promesa con su mejor amigo, pero si Aioria estaba siendo honesto, él también tendría que serlo.

—Llegué a Grecia casi en contra de mi voluntad, —dijo calmadamente, llevándose un mechón de cabello detrás de la oreja— mi familia era humilde, muy humilde. En ese entonces al ser hijo de una familia pobre tenía dos opciones, convertirme en monje budista o trabajar siendo un niño, ninguna de las opciones era válidas, pero si no hacían algo moriríamos de hambre, fue cuando dediqué mi infancia a trabajar en lo que podía y a estudiar todo lo que podía, a todas horas, me convertí en un alumno aplicado y me gradué con una beca para estudiar en el extranjero, —tomó aire— mi familia no lo dudó y juntó el dinero para enviarme a estudiar a Athenas dándome la idea de que los ayudaría en el futuro.

»Fue difícil dejarlos solos y yo odiaba estar ahí, estuve muchas veces a punto de renunciar e intenté muchas veces dejar la universidad para volver a mi hogar dentro de ese primer año. Mu me ayudó mucho en ese momento, no fue mi idea el irme a estudiar a Grecia, la idea de mi familia de sacar a su hijo de ese país, ya sea por un tiempo, era la forma que ellos vieron de mantenerme a salvo, pero el sentir que estaba huyendo mientras mi familia luchaba por sobrevivir me hacía sentir una frustración muy grande y Mu fue quien me insistió en seguir, en lograr algo para sacar adelante a mi familia, a veces pienso si hubiera seguido mis emociones tu y yo nunca hubiésemos estado juntos, ni siquiera podría asegurar que estaría vivo en este momento. —

Aioria es consciente del tormentoso desenlace de la familia de Shaka, pues eran todavía amigos cuando ocurrió aquel fatal desenlace, sin embargo, a pesar de que el tiempo los unió siempre ha respetado la reserva que tiene el rubio al hablar de un tema tan sensible como lo es la muerte de sus padres, pues él mismo comparte esa reserva al hablar de su hermano.

—Mu se convirtió en un pilar importante cuando mis padres murieron, aquel sueño que tenía se había destruido y con el tiempo pude superarlo, estar contigo se había vuelto en un nuevo sueño, nos graduamos y vivimos juntos después. Cuando supe de la ruptura de Mu y Shura no pude evitar sentirme en deuda. Mu al igual que yo salió de su país por un mejor futuro, a pesar de que su familia tiene una buena posición, sacrificó todo eso por mantener una relación que su familia no aceptaba. Tú tienes a tus padres, a tus familiares, amigos y me tienes a mí, pero Mu en ese momento no tenía a nadie…—dice con un dejo de melancolía, al igual que él se había quedado sin su familia, con la diferencia que él tenía a Aioria.

—Él también tenía a su familia. —responde, sin entender demasiado, el hecho que su familia no aceptara la relación con Shura no significaba que no pudiera tener el apoyo de ellos.

—Mu fue exiliado. —de pronto todo lo que pudo haber pasado por su mente se queda congelado— Su familia lo exilió por elegir quedarse en Grecia con Shura buscando su propio camino. —Aioria guardó silencio y escuchó con atención— Cuando su familia se enteró de su relación con Shura las cosas empeoraron, las peleas con su padre, el distanciamiento con sus hermanos, lo botaron de su línea familiar sin poder volver. Y cuando su padre falleció no se le permitió ir a su entierro y yo estuve ahí con él, nadie se enteró, ni siquiera Shura, estuvo muy mal por eso, pero Mu siguió ahí aferrándose en lo que en ese tiempo fue su lugar seguro. —

—¿Por qué no me lo dijiste? —preguntó con verdadera curiosidad, sabía que la familia de Mu era una familia con un linaje conservador y tradicional dentro de sus creencias, pero nunca esperó que llegara a tal punto.

—Mu no quiso que nadie lo supiera. —Ahora comprendía esa unión, era empatía, solidaridad y lealtad— Cuando ambos terminaron, tú y yo ya estábamos viviendo en Estambul y no pudimos viajar a Grecia… Aun así, él hizo todo lo posible para no ser una carga para nosotros, porque no quería preocuparnos. —esas palabras calaron tanto en Aioria, sintiéndose mal por no haber entendido a tiempo a su amigo y horriblemente culpable por desconfiar de él, de ambos.

Que Mu haya insistido que el hindú se esforzara por su futuro y el de sus padres, y que la preocupación de Shaka por saber que su amigo se había quedado solo sin ninguna opción de retorno ni ayuda, hacía entender el fuerte lazo que compartían, ambos estuvieron en los peores momentos del otro, apoyándose en silencio, en la privacidad de una amistad sana. Casi el mismo lazo que creyó compartir con Shura, pero este se desvió sin siquiera notarlo y eso es un peso que él llevará por siempre en el pecho y que no quería que Shaka lo llevara también al hacerle perder esa fuerte amistad que tiene con Mu.

—Siento mucho que las anécdotas de esta amistad hayan transmigrado de esta forma con el paso del tiempo. —dice Shaka, pero él jamás pensó que las experiencias de Mu y las de él algún día alimentaría de alguna forma los celos de Aioria.

—No tienes nada que disculparte, —respondió, ahora todo estaba claro. Él agravó todo esto por seguir las palabras de un amigo que ya no sentía amistad por él, se dejó llevar por su inmadurez y su impulsividad, nada era su culpa— Soy yo quién te pide perdón, por no ser lo suficientemente fuerte, por haber desconfiado de ti. —

Aioria se colocó frente a Shaka y lo abrazó tan fuerte, no quería soltarlo, nunca más, quería estar ahí para él, siempre. El corazón se le detuvo por unos milisegundos al sentir como las otras manos devolvían el abrazo con la misma intensidad y lo estrechó aún más a su pecho, besando con cuidado esos cabellos rubios.

Ambos se quedaron así por varios minutos abrazados sin querer soltarse, con todo ya dicho, hasta que Aioria rompe el agradable silencio.

—Sabes, fuiste tú quien me preguntó si quería compartir mi vida contigo, —dijo acariciando la espalda de su amado peinando las puntas suaves de su cabello— Ahora, es mi turno de preguntarte si quieres seguir con nuestro plan y vivir juntos para siempre. —dice besándole una y otra vez la coronilla.

Shaka sonríe suavemente entre el pecho del cenizo, presionando los labios para evitar que la sonrisa arruine el momento, pero los suaves movimientos de su cuerpo se acompañan por su risa ligera que deja a Aioria desconcertado. Cuando logró estabilizarse del todo, se separó de él tomando la cara de su prometido entre sus manos con una delicadeza que sonroja al cenizo, jalándolo hacia él al tiempo que se endereza para besarlo en los labios lentamente, probando lo que se han negado por varias horas.

Aioria se quedó congelado ante el tierno gesto, su mente no puede conciliar la idea de qué está pasando, despertando varios segundos más tarde al sentir la suavidad de los labios de su novio, que es todo lo que ha necesitado en este último momento. Una de sus manos viajó desde la cara tibia de Aioria hasta el cuello de su camisa agarrándola en un puño, atrayéndolo con más fuerza hasta él, acomodándolo mejor entre sus piernas para profundizar el beso que ahora se había vuelto más intenso, extrañando el maravilloso sabor de su boca que ambos degustan con necesidad.

—¿Eso es un sí? —preguntó Aioria agitado, con el corazón latiendo tan fuerte que podrían escucharlo sus amigos afuera.

—Es un sí. —confirmó besando nuevamente esos labios carnosos de forma casta, separándose lentamente, bajándose de la mesa tomando la mano de su futuro esposo para volver juntos al salón— Vamos a darles la noticia... —

No tuvo tiempo de terminar la oración, pues Aioria había detenido sus pasos jalando de esa mano que lo sujetaba para acercarlo de forma rápida besando esos labios con ardiente necesidad, arrinconándolo contra la pared, no podría sobrevivir ni un segundo allá afuera después de aquella muestra de pasión después de todo. El beso, tan demandante como su dueño no daban pie a que Shaka pudiera responder siquiera, haciéndole soltar varios suspiros desesperados por hacer que el cenizo bajara la velocidad.

Las manos calientes estaban deslizándose por el contorno de su cintura y cadera atrayéndolo con fuerza hasta dejarlo completamente apoyado entre la pared y su cuerpo, Shaka logró controlar a duras penas el beso desesperado, en un compás coordinado entre sus labios y la lengua de Aioria que había insistido en entrar, mientras sus manos se adentraban bajo la blusa naranja para rozar esa magnífica piel.

—Espera... en la habitación. —murmura el rubio con dificultad, sintiendo como los besos de Aioria abandonaban su boca, bajando por el cuello, dejando un rastro de calor sobre esa piel más clara.

—No aguantaré llevarte hasta allá… —rugió con la voz cargada de pasión, enterrando sus dientes en la curvatura de rubio, acelerando el pulso de su pareja, haciéndolo jadear por el deseo— Te amo y quiero que sepas que no voy a dejarte ir nunca. —

Se besaron otra vez, ahora con una desesperación mutua, sintiendo como el tiempo se congelaba a su alrededor, las manos de Shaka desabotonaba uno a uno cada botón de la camisa besando la piel expuesta, descendiendo hasta llegar al borde de sus pantalones, que aflojó quitando el cinturón, besando bajo el ombligo succionando a medida que el botón se deslizaba con la ayuda sus dedos, abriendo el pantalón para liberar la erección atrapada bajo la ropa interior.

Le dio una mirada desde abajo, la mirada verde de Aioria clavada de forma intensa sobre él, mientras exhalaba agitado le estaba provocando una serie de sensaciones entre sus piernas. Metió la punta del miembro a su boca chupando y lamiendo, lubricando con su saliva para poder ir metiendo poco a poco esa dura erección en su boca mientras bajaba con cuidado. Los jadeos de Aioria no se hicieron esperar, resonando en la bodega, avivando las acciones del rubio que se movían con mayor fluidez, acompañándose con una mano envolviendo la base con movimientos hábiles, volviéndolo loco y desesperado por sentirse dentro de ese cuerpo que ha estado deseando por varios días, todo en una perfecta coordinación que dejaban a Aioria con un cosquilleo bajo el vientre y que se extendía por sus piernas.

—Detente. —dijo jadeante, no iba a soportar si él seguía de esa manera, Shaka se quitó el miembro goteante de su boca sintiendo como Aioria lo ayudaba a levantarse apoderándose de sus labios para ser llevado nuevamente hasta la mesa alzándolo con una habilidad envidiable, recostándolo sobre la superficie sin dejar de besarse.

Quitó la blusa de Shaka separándose de su boca para bajar dando pequeños besos y mordidas por su cuello hasta llegar a su pecho, llevándose a la boca un pezón que lamió y chupó a su antojo haciendo que Shaka suspirara de gozo, enredando sus dedos en los rizos que había tardado en peinar, desordenándolos al instante.

—Aioria… —suspiró su nombre cuando se llevó el otro pezón a la boca, repitiendo los movimientos de su lengua y sus dientes sobre este hasta dejarlo hinchado y rojo.

—Te necesito… —jadeó sobre su boca, Shaka ya no puede simplemente dejar las cosas así, desatando él mismo el pantalón para que Aioria lo deslice por sus piernas al igual que su ropa interior, el miembro despierto de Shaka se muestra erecto y duro, inclinándose para saborear la punta con su lengua haciendo que los gemidos aumenten, logrando que la espalda se arquee disfrutando de la humedad de su boca, necesitando que llegue aún más abajo.

—No te detengas… —habló con la voz temblorosa y Aioria bajó más para estimularlo tanto como pueda. Las manos de Shaka se enredaron una vez más en ese cabello rebelde presionando hacia abajo para que llegue hasta la base, soltando un gemido de satisfacción al cumplir su objetivo. Aioria se dedicaba arduamente en complacerlo, moviendo su lengua a medida que sube.

Decidió detenerse cuando las piernas del rubio comenzaron a cerrarse, un claro indicio que estaba por correrse, pero no era el momento, deseando que Shaka llegara al clímax con él dentro. Se volvió hasta su boca dejando un rastro de besos en el torso, besando sus labios con tanta devoción.

—Quiero que acabes junto conmigo… —dijo entre besos, abriendo aún más las piernas de su amado, bajándose los pantalones hasta mitad del muslo, mientras que con la otra mano tomaba su miembro para frotarlo en su entrada, presionando con delicadeza de vez en cuando.

—Hazlo rápido… —Shaka no puede más, ha deseado que lo folle desde que llegaron a la isla, maldijo el día en que hicieron esa estúpida apuesta.

Aioria se acomodó y empezó a empujar con cuidado, entrando lentamente besando el cuello blanco, repartiendo ligeras mordidas, Shaka se abrazó al sentir como el pene de su prometido entraba apretado, haciéndolo suspirar con cada movimiento, empezando después a salir de la misma manera pausada para volver a entrar una y otra vez. Shaka como pudo metió la mano entre sus cuerpos masturbándose lentamente, siguiendo el compás de los movimientos del cenizo quien finalmente entró por completo con una última estocada, haciéndolos gemir fuerte.

Esperó unos momentos, atento a la señal de su novio para que empezara a moverse. Fue precisamente cuando esas pequeñas caderas comenzaron a moverse en círculos que Aioria dio inicio a una serie de embestidas de forma más osada, entrando y saliendo cada vez más rápido. Se besaron con toda la pasión que cargaban, suspirando palabras de amor, mordiendo los labios del otro cada vez que sentían esa corriente eléctrica quemarlos desde las caderas hasta el resto del cuerpo, aumentando la temperatura cada vez más.

El calor en el cuerpo, las manos tocando donde pueden apretando con una necesidad arrolladora, los gemidos, los sonidos de sus pieles chocando cuando Aioria empuja con más fuerza, los besos hambrientos, todo era idílico, maravilloso e increíblemente placentero. La mano de Shaka sobre su miembro acelerando para igualar a su amado, lo tenían extasiado hasta un punto donde no podía describir con palabras, sintiendo la maravillosa sensación del cosquilleo previo al orgasmo cuando Aioria toca insistentemente ese punto sensible terminando de correrse en su mano, arqueándose sobre la mesa sintiendo como toda esa corriente viajaba por su cuerpo hasta la punta de los pies, dejándolo en un limbo entre la satisfacción y el cansancio.

Aioria terminó arremetiendo con más fuerza expulsando líquido caliente dentro junto con un gemido ahogado, estremeciéndose ante la subida de adrenalina besando los labios rojos de su futuro esposo quien aún suspira por los restos del orgasmo, dejando caer su cuerpo sobre el más delgado respirando agitadamente, mientras bota las ultimas gotas en movimientos mucho más lentos.

Ambos se miraron con cariño cuando lograron estabilizar su respiración, juntando sus frentes, besándose lentamente, deslizando sus labios sobre los otros, terminando en pequeños besos que Aioria reparte por el rostro de Shaka. Se dedicaron un te amo antes de separarse y vestirse, Aioria con la ropa arrugada y Shaka limpiando su mano con una tela tirada por ahí. Se acomodaron como pudieron y se besaron antes de pasar otra vez por esa puerta.

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Cuando Aioria y Shaka salieron, las miradas y los murmullos no se hicieron esperar, especialmente por parte Ángelo. Durante todo ese tiempo la organizadora había ordenado servir los tragos más fuertes, para relajar el ambiente, sirviéndose un vaso de whisky para quitarse los nervios de encima.

—¡Les dije que sí habría boda, bola de incrédulos! —soltó Milo, bebiendo una copa de vino.

—¡Chicos, jamás dudamos de ustedes! —respondió Ángelo desde su mesa.

—Ahora podremos seguir, mira que este traje no salió nada barato. —responde Aldebarán uniéndose. Los novios no hicieron más que sonreír y seguir con lo planeado.

El ensayo siguió su curso, los novios estaban contentos, los invitados que quedaban estaban felices por ellos, a excepción de uno en particular. Shura no tenía un buen semblante mirando con tristeza la escena, Aioria ignoró por completo a su amigo y cuando hubo un momento libre se dedicó en buscar a una persona en particular. Encontró a Mu junto a su novio hablando con Aldebarán, se sentía mal por haberlo tratado de esa forma tan injusta y él no estaría satisfecho hasta pedirle perdón por todo aquello.

—¿Mu, puedo hablar contigo? —preguntó al llegar, Mu se sorprendió, no esperaba que fuera Aioria quien decidiera acercarse a hablar tan rápido, pero no lo evitaría, él también quería dejar las cosas en paz.

—Seguro. —respondió alejándose con el cenizo hasta llegar a la entrada del salón donde tendrían algo más de privacidad.

—Mu, yo quiero disculparme por todo lo que te he hecho pasar, —dice con nerviosismo, Mu sabía que debía ser difícil para él por lo que lo dejó que hablara todo lo que quisiera— fui muy injusto contigo, tú no te merecías cargar con mis dudas y celos, espero puedas perdonarme por cómo te he tratado y por el golpe de ayer. —terminó. A pesar de saber ahora la verdad Aioria decide mantenerlo en secreto tal y como Shaka lo había estado guardando.

Mu sonríe tocándose sutilmente la mejilla lesionada que gracias a los consejos de Afrodita no luce tan mal. Él sabe porque ocurrieron las cosas y este sería el secreto que Mu, por su lado, se llevaría a la tumba.

—Por supuesto, —dijo estirando su mano para revolver sus cabellos rizados con una sonrisa divertida— solo procura hablarlo la próxima vez antes de hacer algo estúpido como eso o te golpearé. —dice riéndose, Aioria sonríe también, aunque todo a quedado en orden, ambos sienten en el fondo de sus corazones que su relación no será como antes, sin embargo, para Aioria con recibir su perdón era más que suficiente.

Ambos volvieron a sus mesas, el ensayo había terminado por lo que se quedaron para festejar la boda del día de mañana y por la noche de soltero del día anterior. Mu se estaba tomando su tercer Martini de la noche cuando de reojo ve a Shura salir por la puerta del salón. No supo si fue el alcohol o sus enormes ganas que tenía de responder sus preguntas, pero salió caminando detrás de él bajo la mirada atenta y preocupada de Saga.


Hola a todos! está es la primera historia donde incluyo el ShakaxAioria, desarrollarlos ha sido difícil y lo ha sido aún más el lemon, así que pido perdón si ha sido muy ooc *llora*

De todas formas espero que haya sido de su agrado, ya por fin tendremos boda, en realidad Shaka nunca tuvo intenciones de cancelarla, solo quería hacer escarmentar a su leoncito inquieto n.n alguien tiene que domar a ese león XD

Muchas gracias a todos por leerme y comentarme, a mi me encanta y me hace muy feliz cada vez que me cuentan como se sintieron en cada capítulo o que fue lo que más les gustó :D, espero también mitigar un poco el estrés que llevó el drama haha n.n'

Lo otro, a esta historia ya le queda poco para terminar, quizás unos cuatro capítulos más T.T y ya nos despediremos de "Mentiras a medias"

Eso, muchas gracias a todos y nos leemos en el próximo capítulo ;)

PD: Sé que dije que no volvería a hacer capítulos tan largos, pero bueno, jamás crean cuando digo que haré algo porque después termino haciendo lo contrario ¡upsis!