Capítulo 3: Conversación de medianoche.

La cena ese día fue especialmente deliciosa, incluso más que en otras noches. El cocinero de la residencia, Ryu, realizó un esfuerzo extra como una forma de dar la bienvenida a la nueva inquilina de la pensión. Siempre se ha procurado que la noche en que arriba una nueva clienta, se preparen platillos diferentes para hacer especial la noche y asegurarnos de que se sienta como en casa. Las mudanzas no son fáciles, después de todo.

Ese día las empleadas de la pensión se retiraron a las 2 de la tarde, tal y como su horario de sábados marcaba, por lo que servimos la comida nosotros mismos, poniendo especial cuidado a la tarea, dando atención a todas las comensales y utilizando la vajilla más grande que teníamos almacenada. Las risas pronto se dejaron escuchar, aquellas que tenían más tiempo en la pensión ya se conocían y podían bromear abiertamente. En realidad, amo ese sonido: el de una familia que se reencuentra ante un plato de comida caliente y deliciosa.

Al terminar de servir todos los platos y bebidas, me acomodé en el primer lugar libre que encontré, curiosamente fue justo a la derecha de la nueva habitante.

La observé discretamente, y traté de fijarme en los detalles de su rostro para tratar de descifrarla. Siempre es bueno identificar el semblante de las personas que conoces para reconocer que puedes hacer para brindarles un trato apropiado. Al menos, eso me dije a mi mismo, mientras comía a su lado. La realidad es que no podía evitar pensar en que era muy bella en un modo bastante obvio: rubia, de ojos color miel, tez tersa y blanca, y una complexión delgada cuya silueta se acentuaba por la falda negra y blusa blanca que llevaba ese día. Sencilla y elegante.

Mientras comíamos, la escuchaba hablar, y me di cuenta de que contestaba de forma parcial, sin dar detalles de su persona o sus metas; daba la impresión de ser reservada y sosegada, probablemente el tipo de chica que prefiere lidiar con sus asuntos ella misma ante que pedir ayuda y tener que explicar algo sobre lo que pensaba u opinaba. Me pregunte como encajaba ella en esa casa donde las diferentes personalidades de cada una de las chicas en ocasiones venían a chocar. Estaba ocupado en esa divagación cuando capte la mirada pícara de mi hermano mayor, quien, sentado al otro extremo de la mesa, tomaba el té verde que le había servido previamente. Le devolví el gesto. Él echaba ojeadas rápidas a la chica a mi lado, Anna, mientras que ella se interesaba en terminar el pescado asado. Conociéndolo del modo en que lo conozco, supuse que esa noche un tema de conversación entre nosotros seria sobre la rubia.

- Muchas gracias por la comida – Declaró Anna – Ha sido delicioso señora Asakura. Si no le importa, estoy cansada por el viaje y quiero dormir un poco.

Mi madre la despidió cortésmente y ella desapareció por la puerta. El resto de los comensales continuamos sentados, charlando otro rato.

Poco después de las nueve, mi madre se puso en pie y se retiró, el resto de las chicas la imitó; y el canalla de mi hermano me recordó la última apuesta en la que había perdido y resignadamente lave los platos de la gran cena antes de irme a dormir. Fueron mas platos de los que pude contar, terminé cansado y con los dedos como pasas, exhausto me dirigí a mi cuarto para descansar.

Mi habitación se encuentra en el ala este, en la primer habitación de ese pasillo, contigua a la mía está la de Hao y al fondo se encuentra la de mi madre. Nunca nadie se acerca ese corredor, a menos que se trate de alguna emergencia. Es un espacio donde podemos convivir de forma tranquila como familia, no como responsables de una estancia para señoritas. Me puse el yukata y me acomodé para dormir, sin embargo, el sueño me eludió. Cada vez que cerraba los ojos, me asediaba el recuerdo de la rubia que me ignoró con maestría durante la semana.

Cerca de medianoche, sentí que la puerta de mi habitación se abría ligeramente. Cerré los ojos, fingiendo dormir y traté de ignorar la silueta que se deslizaba como un gato por mi habitación, no tenía caso siquiera fingir sorpresa. De algún modo, guardaba la esperanza de que me creyera y se fuera.

- ¿Estas dormido, hermanito?

- ¿Cómo podría estarlo si tú siempre vienes a molestar? - Me giré en la cama haciendo un mal trabajo ignorándolo.

Hao tiró de mi futón, y quede al descubierto. Me cubrí el rostro con ambas manos, fingí no saber nada de lo que ocurría a mi alrededor, como si de verdad hubiera estado completamente dormido. Pero fue inútil, él se sentó junto a mí. Podía sentir la penetrante mirada tratando de perforar mis manos ¿Cómo ignorar a ese idiota?

- La cena estuvo muy bien ¿no?

- si – respondí desganado, y resignándome bajé las manos para mirar el rostro de mi hermano. Llevaba el cabello suelto, una yukata de dormir blanca y una sonrisa traviesa colgando en los labios. Le sostuve la mirada.

- Hacia mucho tiempo no veía a Keiko tan contenta, parecía que de verdad estaba disfrutando la noche. – Por alguna razón Hao creía que tenía el derecho de llamar a nuestra madre por su nombre de pila.

- Bueno, supongo que está contenta cuando ve que no andamos por ahí peleando.

- Oh vamos. Eso es lo que se supone que hacen los hermanos… Y hablando de cosas que hacen los hermanos… - con una seña de la cabeza me indicó que me sentará para poder conversar - ¿Crees que diste una buena impresión el día de hoy? - dijo maliciosamente. La sonrisa torcida recordándome lo que habíamos hablado días antes, cuando supimos de la llegada de la nueva inquilina.

- puedes asegurarlo.

- casi te come con la mirada - corroboró, dándome ánimos. Me sentí complacido de que lo dijera así, había aprendido a hacer eso en mis años de secundaria y siempre había resultado efectivo, para llamar la atención de las mujeres - pero... ese truco de tuyo se está haciendo viejo

- aun así, te llevo la ventaja… - él mismo lo dijo, Anna no había apartado la mirada.

- ya lo veremos. Te estoy dejando tomar la delantera, eso es todo.

Me reí un poco, podía llegar a ser bastante imbécil pero siempre era bueno hablar con él. Me dispuse a levantarme, camine hacia la ventana y me acomode ahí. Me gustaba apoyarme en el marco de la ventana y observar las estrellas y el jardín trasero. Hao se acercó y se acomodó en la misma posición, junto a mí.

- hablando de eso... ¿Qué te parece la nueva? – dijo mi hermano casualmente, mirando al cielo estrellado. Una brisa suave y fría entró por la ventana, refrescando la habitación.

- Anna - le corregí. Tenía un lindo nombre, era bueno utilizarlo - creo que es bastante linda

- yo la llamaría sexy.

Concorde asintiendo con mi cabeza. En verdad, era muy atractiva. En los ratos en que pude verla bien, noté lo estrecha de su cintura, lo delicada de su figura, las facciones simétricas y el suave cabello rubio. Tenía buen gusto para vestirse, de modo que acentuaba los rasgos favorables de su fisionomía. Al verla por primera vez, había caído en cuenta en que no esperaba que fuera tan agraciada, cosa que tarde en procesar y asimilar en ese momento. Incluso, había olvidado la fecha por haberme distraído con sus ojos color miel.

- Dime hermano, ¿te parece que afinemos los puntos de nuestra apuesta ?

- pensé que habíamos quedado en un acuerdo hace ya varios días - me cruce de brazos - lograr que la chica nueva se interese por uno de los dos, de forma obvia. Y ya.

Hao, aun apoyado en el alfeizar de la ventana, guardo silencio. Algo debía estar maquinando dentro de su cabeza pervertida. Lo veía venir, aunque no sabía bien que era lo que iba a proponer.

Nuestra convivencia como hermanos se había transformado durante la adolescencia. Pasamos de ser unos hermanos unidos que encantaban a todas las señoras en las tiendas con ropa idéntica, a ser unos adolescentes hormonales y con el mismo gusto por las chicas. Invariablemente, terminábamos coincidiendo con respecto a todas las chicas que nos interesaron: Megumi en primaria, Yuki en secundaria, Sachiko en preparatoria. Después de pelear en varias ocasiones, algunas de ellas llegando a los puños, Okasa nos ordenó que buscarnos una forma de llevarnos bien con respecto al tema y que sería la última vez que se enteraría de nuestros problemas de faldas.

Fue así como la terrible mente de Hao terminó por idear su plan maestro: competir. Y de un modo u otro comenzamos a apostar en el proceso: Quien lograba besar a Kimiko, quien se llevaba al cine a Aoi, si alguno lograba sobrepasarse con tal o cual. Y así llegamos a esta situación, dónde nos divertíamos con las inquilinas de la pensión, cuidando que Okasa no se diera cuenta. La única vez que nos ha atrapado fue cuando llegó Tamao, ya que su desastroso sentimentalismo vino a poner desorden en la casa luego de que se enamorara de mí. Es por ello, que, después de eso he trazado la raya. Jugar con sentimientos para mí, está fuera de los límites.

- sí, pero, eso fue antes de conocerla. Creo que con ella valdría la pena levantar la barra y arriesgarnos un poco más – Soltó de pronto.

- ¿a qué te refieres?

Hao se removió en su lugar, acomodándose. La forma en que se movió me dio a entender que quería aprovecharse y salirse con la suya. Siempre confiaba en su astucia, y su habilidad para descifrar a las personas, es bastante observador y su habilidad radicaba en intuir lo que las personas a su alrededor tenían por verdadera intención. Es así como se siempre logra salirse con la suya, y como casi siempre termina ganándome en las apuestas.

- vamos a ver quién puede enamorarla primero.

Lo sabía.

- No. Sabes lo que opino… No me gusta jugar con los sentimientos de los demás.

- tienes razón, tú eres un blandengue cuando se trata de esas cosas… Un romántico sin remedió – el tonó burlón de su voz me logró irritar. Sentí esa vieja rabia acumularse en el fondo de mi garganta. Mi hermano se tomó el mentón y lo frotó - entonces... Qué te parece si... Vemos quien puede llevársela a la cama primero - sonrió maliciosamente, sus ojos destellando, el cabello le cayó a los costados del rostro

Sopesé la situación un momento. Anna era hermosa, parecía ser gentil, y era madura para su edad. Probablemente, para ella el sexo sin compromiso no sea un problema. Tenía ese semblante de chica fría, que no guarda ninguna clase de romanticismo cómo una prioridad en su vida, aunque, probablemente sea una chica difícil. Yo tampoco tengo problema con eso, ya que no es lo mismo que jugar con los sentimientos, sobre todo, si juegas bien tus cartas. Además, eso le ponía un poco de picante a nuestra apuesta. Y, a eso se le podía agregar que de verdad me resultaba atractiva.

- ... a menos que quieras retirarte de eso y me quieras dejar el camino libre.

La idea de ver a mi hermano con esa belleza rubia, saliendo del cobertizo a escondidas durante la noche, cargando sus zapatos en la mano mientras que ella se acomoda el vestido torpemente (tal y como había visto a muchas otras) me pareció repulsiva...

- ¿en verdad te interesa? - fue lo que atiné a decir mientras espantaba la idea de mi cabeza.

- claro, es fascinante... - apoyó ambos codos en el marco de la ventana. Dejó caer las manos fuera de la ventana en un gesto de contemplación. Parecía extrañamente pensativo. Quizás, en esta ocasión, se lo tomaría enserio en lugar de solo jugar con la chica, cómo solía hacer. Mi hermano es un mujeriego, que disfruta de la atención que solo una chica puede ofrecerle; le gusta salir con ellas y nunca establecer alguna clase de compromiso. No le he conocido una novia nunca, aunque, si muchas chicas que se han escabullido del cobertizo que funciona como despensa y almacén, ubicado en la parte trasera de la casa, y que, ha sido lugar de encuentros casuales para todas aquellas que no cae en las garras de Hao, sin preocuparse por el lugar al que este las lleva. En lo personal, nunca he usado el lugar para nada que no sea guardar el arroz y las conservas de umeboshi. No es mi estilo.

Guardamos silencio bastante rato. Me que pensando en las posibles consecuencias de una apuesta de ese nivel.

- hipotéticamente, cuáles serían las condiciones de la apuesta.

- es bastante sencillo, ¿no? Sexo con Anna Kyoyama. El primero que logre seducirla, es el ganador.

- ¿solo eso?

- ¿quieres complicarlo? – enarcó una ceja.

No, la idea de por si me parecía bastante compleja y arriesgada. No era necesario complicarlo.

- ¿hay límite de tiempo? - recordé que esa es una de las formas en que siempre logra hacer que pierda.

- hasta el día en que ella decida dejar la pensión. Tengo entendido que firmó 1 año de contrato. - dijo Hao, contando días invisibles con los dedos.

- ¿solo sexo? - le pregunté.

- simple, ¿no? Incluso, puedes hablarlo con ella, si es que tú moralidad no te lo permite - sonrió de forma tramposa.

Mi moralidad distraída, que no me deja hacer las cosa si sé que lastimarán a alguien, pero que de igual modo parecía que se ausentaba de mi cuerpo cuando nos metíamos en estos juegos.

Lo consideré, parecía algo engañoso, y me preocupaba el riesgo que implicaba. No quería volver a causar incordios ni dolores de cabeza a Okasa...

Pero por otro lado...

Todo el rato había estado pensando en Anna. Me permití fantasear un poco, imaginando como sería su piel blanca, escondida bajo la ropa, cómo sería el sabor de sus labios o si su calor sería una bendición en estas noches frescas de primavera.

De algún modo, la idea parecía más y más atractiva, con forme transcurría el tiempo... En mi mente se desdibujó la fina línea de la moralidad; y el deseo comenzó a trazar figuras seductoras. Estaba ante la tentación en persona, con ojos como sol y labios rosas.

- y... Cuando te gané... ¿Qué recibiré?

Hao sonrió triunfal.