Capítulo 9. Domingo, lluvia y dificultades.

Los días de lluvia me deprimen bastante, aunque sé que la lluvia es algo por lo que estar agradecido y que a la naturaleza le es favorable. Me recuerda a la vida en Izumo, cuando nos fuimos a vivir a la gran casa de los abuelos, luego del divorcio de mis padres. Las gotas de lluvia habían comenzado a caer desde el alba, y desde esa hora yo había estado despierto, inmerso en mis recuerdos y el sonido del agua al caer. Las memorias solamente me atormentaban en ese día en específico, al recordar que Okasa se encontraba cuidando a la abuela Kino y que me había dejado en la pensión con mi hermano.

… Y con Anna…

Hurgué en la bolsa de plástico que tenía junto a mi futón, y tras escoger un mellon pan, me lo llevé a la boca. Eran un montón de golosinas que mi hermano había traído y que yo había recibido sin mediar una sola palabra. No tenía razón ni para darle las gracias, pues solo se trataba de una ofrenda de paz que el inconsciente de Hao me había traído como disculpa la tarde anterior, en ese extraño ritual que tiene para que lo perdone sin tener que decir nunca las palabras "lo siento". Pero esta vez había ido más allá de lo que estaba dispuesto a tolerar; hasta ahora, siempre habíamos jugado limpio entre nosotros y he aprendido a aceptar las derrotas que restregaba en mi rostro o escondía en el cobertizo por las noches. Pero, jamás había recurrido a una treta tan mezquina como engañarme o darme una pista falsa; y menos con una consecuencia tan terrible.

El viernes por la noche, cuando Okasa se fue a dormir, Anna había sido especialmente ruda en sus palabras y me había dejado en claro que no me dirigiría la palabra más allá de lo absolutamente necesario y podía irme olvidando de su amabilidad en clases. A Hao le dieron la misma advertencia, pero era obvio que no le importaba, ya que había logrado lo que quería: sacarme del juego. Con el sencillo acto de darme una pista (como solía hacer para mantener la apuesta interesante) había logrado eliminar la ventaja que el destino me había dado y logrado que los pocos detalles que había tenido con Anna se fuera directamente por la cañería.

Suspiré, irritado. Me mortifica mucho el sentirme tan enfadado, pero no podía dejarlo pasar. Era más de lo que toleraría. Escuché como pisó la tabla floja frente a su habitación y sospeche que iría a desayunar, seguramente trataría de sacar ventaja de estar solos; y yo por lo menos, le estorbaría todo lo que pudiera. Tiré el envoltorio del panecillo en la basura y salí detrás de él a hurtadillas.

Lo encontré coqueteando descaradamente con Anna y Pirika quienes estaban dentro de la cocina preparando panqueques con chispas de chocolate; Era el favorito de Pirika, siempre que podía lo preparaba, aunque casi siempre lograba que fuera Tamao quien los cocinara. Hao estaba apoyado en el marco de la puerta, como siempre estaba utilizando solamente unos pantalones holgados y luciendo su cabellera larga, halagando a la chica originaria de Hokkaido, quien alegremente correspondía el coqueteo sin darle mayor importancia.

- ¡Huele delicioso! – interrumpí, mientras me colaba en el espacio dentro de la cocina. Note que Anna, quien estaba en la cocina me miró con indiferencia, pero en esta ocasión no se crispó como el día anterior. Era un avance. Anna sacó un panqueque y lo puso en un montón, de donde tomé un pedazo y lo engullí - ¡Haces los mejores panqueques Pirika!

- Es mi talento oculto y lo saben – Respondió la descendiente de los Ainu, encantada con los halagos.

Estiré la mano para tomar el resto del panqueque había comenzado, solo para ver como Hao se había adelantado y se lo llevaba a la boca. Un pequeño recuerdo broto en mi memoria, rápido y fugaz, uno en que de niños, cuando Hao me arrebataba algo, yo terminaba tirándole del cabello que siempre ha usado largo. Reprimí el impulsó de quitárselo para embarrarlo en su cara burlona, y estiré la mano para tomar otro de la pila. Sentí un golpe en el dorso de la mano.

- Si quieren comer, deben de ayudar – Sermoneó Anna, quien me había reprendido con un severo manotazo en mi mano ladrona – Ustedes dos, par de holgazanes, se creen con derecho de tomar lo que quieran.

Hao y yo nos quedamos de piedra, mirándola. Pirika se rio con ganas ante nuestra cara asustada.

- Si Yoh me ayuda, les invitó Hot Cakes a los dos – anunció con su voz cantarina. – Lo siento Hao, pero tus dotes no están en la cocina.

- Tienes razón, están en otros sitios

- Creo que somos muchos en la cocina Pirika, dejaré que este cabeza hueca te ayude. Esperaré en el comedor.

Acto seguido, Anna se quitó el mandil rosado que usaba y me lo entregó en la mano sin mediar palabra. Hao se encogió de hombros, maliciosamente, y la siguió. Suspiré, mientras mordisqueaba uno de los hot cakes que había en la platón.

- Así que – Comenzó Pirika en un murmullo - ¿Hubo un pleito? ¿Hao y tú? ¿O Anna, Hao y tú?

- ¿Qué? - Trate de fingir demencia

- Es obvio, si me lo preguntas – Se encogió de hombros – Anna ha estado de peor humor que lo usual, y ustedes dos han estado muy … tensos

Bajé la mirada y comencé a recoger algunos de los utensilios sucios, para comenzar a lavarlos.

- Eres más observadora de lo que parece, Pirika

- A veces es molesto que te subestimen, pero en ocasiones como esta – se acercó apuntándome con la espátula mientras mantenía un tono de voz bajo para no llamar la atención – es muy divertido tomarte por sorpresa. – sonrió triunfal y continuo con su faena – Entonces ¿Quieres decirme que ocurrió?

La observé directamente a los ojos de color celeste, por alguna razón su mirada me recordó al hielo y pude imaginármela con su ropa tradicional Ainu, parada entre la nieve sin inmutarse por el frio. No pude evitar sonreír, había algo en ella que me inspiró confianza y sin entrar en detalles escabrosos, le dije que había metido la pata con Anna por un regalo que no fue bien recibido. Ella escucho divertida como Anna me había abofeteado dos veces y como había decidido dejar de hablarle a Hao hasta que se disculpara. Rio con ganas cuando le dije que no sabía qué hacer para reparar las cosas.

- Rayos, de verdad te gusta – dijo mientras tomaba cuatro platos para llevarlos a la mesa – Escucha Yoh, serás el tipo que le rompió el corazón Tamao - Sentí un escalofrió al escuchar eso. ¿Por qué me sorprendía que lo supiera, si Tamao y Pirika eran buenas amigas? Y… no es como que esa ocasión con Tamao sea fácil de olvidar después del curso que tomo – Pero sé que no eres una mala persona, o alguien terrible. Así que te daré el único consejo que puedo darte: Como yo lo veo, el único culpable aquí eres tú, y deberías disculparte con ella.

- Pero Hao es quien…

- Ssshhh – Me cerro la boca colocando su dedo índice en mis labios – Si él te engaño o no, no está a discusión. Tú eres quien le dio el regalo, tú eres quien la hizo sentir espiada, y tú eres quien se debe disculpar por eso. Si quieres tener una oportunidad con la chica, tienes que esforzarte.

No espero a que le contestara nada, simplemente se fue a servir la comida. La seguí solo para encontrarme que Hao estaba en la mesa junto a Anna y que parecía que ellos habían tenido su propia conversación. Me sentí suspicaz al momento, pero preferí no comentar nada. Comimos entre bromas y comentarios, Anna casi no sonreía y evitó participar en la conversación. Al terminar, Pirika me guiñó un ojo fugazmente antes de comenzar a renegar de un desperfecto en su habitación, un cajón que no cerraba según sus palabras y convenció a Hao de que tenía que componerlo esa misma tarde de domingo. Se lo llevó casi a rastras y me quede a solas con Anna, quien miraba distraídamente su celular. Decidí que Pirika tenía razón y que tomar su consejo no era algo imposible de lograr. Tan solo, esperaba que me quisiera escuchar.

- Eeeh, Anna le dije mientras levantaba los platos sucios. No me contestó nada pero separó los ojos de la pantalla para dirigirme un mirada gélida. – Sabes… quería… - Se levantó caminó hacia la puerta del comedor sin hacer ningún gesto. – ¡Quería decirte que lo siento! ¡No sabía que te molestarías tanto con ese regalo!

Me salió como una frase atropellada, con la voz un poco más alta de lo que quería al principio. Se quedo quieta, con la mano en la puerta shoji. Volvió su rostro de porcelana hacia mí.

- ¿Es eso una disculpa? – su voz era igual que un tempano de hielo.

- Si – Admití. – Lo he estado pensando y creo que fue un terrible atrevimiento de mi parte – baje la mirada, por alguna razón que no entendía bien, sentía que me estaba ofuscando. Quería solucionar el problema, quería dejar atrás este inconveniente para que Hao dejara de tener la ventaja; pero más que nada, quería dejar de tener esa sensación incomoda dentro de mi pecho cada vez que veía sus ojos color ámbar. Anna no se movió, como clavada al piso – No era mi intención el ofenderte así fue… muy imprudente.

- Continua…

Se me secó la boca.

- Es verdad que hablamos poco, bueno, más bien yo soy quien siempre trata de hablar contigo… Pero en realidad solamente trataba de hacerte sentir bien y en confianza. Quería acercarme un poco a ti.

- ¿Y pensaste que un regalo sería suficiente? – Arqueó una ceja, mientras su boca se torció en un gesto de disgusto. Por alguna razón, sentí como el aire se ponía tenso, causando que se me erizaran lo vellos de la nuca y los brazos.

- Si – le dije, pero un aura negra parecía emanar de ella – No – corregí de inmediato – No es eso a lo que me refería.

- Explícate. ¿Es que acaso crees que con un regalito caeré a tus brazos? – ladró mordazmente, palabras afiladas como agujas de hielo.

Trague saliva.

- No es eso Anna. – Extendí los brazos y negué con la cabeza. Por alguna razón mi instinto de supervivencia me decía que huyera rápidamente y jamás saliera de mi habitación – Yo… yo… solamente quería verte feliz.

Nuevamente guardo silencio, y con un gesto de la cabeza, supe que estaba interesada en lo que le decía. Me arriesgue y continue con mi explicación.

- Es que, siempre te vez tan callada, casi no sonríes y te la pasas encerrada en tu habitación como si detestaras estar aquí cada día. Pensé que si te hacia un regalo de algo que te gustara, tal vez te sentirías más a gusto en esta pensión – Pude percibir que mis mejillas me traicionaban, tome un poco de aire para poder tranquilizarme y terminar con lo que estaba diciendo – Creí que así te podría hacer sonreír.

Ella se quedó ahí, estoica, mirándome sin revelar ni un sentimiento en su rostro. De la nada, se acercó a mí y coloco su mano derecha en mi hombro.

- Por esta ocasión, voy a creerte lo que estás diciendo – Susurró – Te perdonare esta vez, pero… no será tan fácil recuperar mi confianza.

- Lo entiendo

- Tendrás que esforzarte al máximo en las clases de Silva

- Lo haré

- Y tu harás todos los trabajos de esa materia hasta el fin del semestre. Y más vale que sean buenos

Por alguna razón, sentí que Anna estaba tratando de aprovechar la situación lo más que pudo. Pero, con su mano en mi hombro, el aroma de manzanas de su perfume y el sutil calor que parecía emanar de su palma me impidieron considerarlo o poner un límite. Simplemente asentí con la cabeza.

Dicho esto, Anna se giró sobre los talones y salió de la habitación. Me quede como tonto, pensando seriamente si eso era todo lo que tenía que hacer para conseguir el perdón de Anna, pero algo me decía que no habían sido mis palabras lo que la convencieron. Había algo en su mirada, como si ella supiera algo que yo no, como si todo lo que dije solamente era una confirmación de algo que ya sabía.

Algo que seguramente Hao también sabía.

Hola!

Un capitulo algo corto y que me costo mucho trabajo poder terminar. Últimamente me es muy complicado poder escribir, sobre todo porque el trabajo y los deberes no me dan tregua para nada. Prometo actualizar cada vez que pueda y tenga terminado un capítulo.

Muchas gracias por el apoyo y la paciencia de esperar este capítulo. Se los agradezco de todo corazón, sigan comentando siempre que tengan ganas. Y denle follow porque, a estas alturas creo que no puedo asegurar cuando actualizare

En el siguiente capitulo, tendremos más drama, ya que Anna escuchará algunas cosas que tal vez no sean tan convenientes para los gemelos.