Capitulo 51 – El final de la pelea

-Eso es lo que usted cree. Ahora conocerá el verdadero poder de los Saiyajines-. Tango Goku como Vegeta volvieron a reanudar su ki, aunque los demás no pusieran sentirlos, sabían que habían llegado a niveles inimaginables. La pelea se reanudo, quizás duro solo pocos minutos, pero los 3 terminaron bastante agotados pero satisfechos

-Y-Ya no puedo mas- jadeo el pelipalmera completamente cansado, algo que Vegeta asintió del mismo modo

Los 3 descendieron lentamente hacia la Corp. Capsula. Mientras Bills lucía como si nada hubiese pasado, los Saiyajines apenas lograban sostenerse para bajar sin estrellarse. Casi al aterrizar, perdieron su transformación; estuvieron a punto de desmayarse, pero fueron atrapados en el aire por sus padres

-Entonces… ¿No destruirá la Tierra?- pregunto Bulma algo nerviosa apenas lo vio llegar con ellos junto a Wiss

-Quizás no hayan ganado la pelea, pero fue bastante entretenida… Y su comida vale mucho la pena, solo por hoy, dejare su planeta intacto-

-M-Muchas gracias-

-No crean que lo hice por ustedes… Wiss, vámonos-

-Vuelvan cuando ustedes quieran, pero me avisan, para prepararles un banquete-

-Le tomare la palabra, Señora Bulma-. Sujetándose de la espalda de Wiss, ambos desaparecieron de la vista de todos. Pasaron varios segundos, nadie decía nada, solo miraban hacia el punto donde estuvieron presentes los dioses

-Definitivamente no ha sido mi mejor cumpleaños-

-Lo sé… Pero aun seguimos vivos, eso importa-

-Tienes razón… ¡Que siga la fiesta!-. Inmediatamente la música comenzó a sonar, el festejo se reanudo y se extendió por varias horas, poco a poco todos fueron regresando a sus respectivas casas –Trunks… Trunks, despierta, vamos a tu cama- susurro la peliazul mientras sacudía levemente a su hijo, tratando de despertarlo de la silla en la que había caído profundamente dormido, pero nada sirvió

-Tranquila, yo me encargo-. De la forma más cuidadosa posible, Vegeta lo cargo en sus brazos, sonrió un poco al sentir como él se acurrucaba escondiendo su rostro en su hombro. Ambos entraron a su hogar, primero ingresando a la habitación de su hijo; le quito los zapatos y lo cubrió con las cobijas de la cama. Cuando se cercioraron de que ni siquiera había movido los ojos, ahora ellos se retiraron a su habitación

Después de un largo y ajetreado día, no había nada mejor que un merecido descanso. Uno que dará inicio a nuevas aventuras