Sin un Mañana
Capítulo 6: Hacia la Verdad Absoluta
Sin apenas darse cuenta Yuuna, Nanami, Ginga y Cinque aparecieron en el interior de un ascensor de aspecto normal. Todas notaban por el murmullo del aparato que este seguía bajando y ya cuando se estaban impacientando el mismo se detuvo abriéndose enseguida las puertas de par en par. Se apuraron a salir aunque con cautela. Todo a su alrededor era oscuridad apenas iluminadas por unos débiles focos que colgaban desde tan arriba que no veían el techo… Esas débiles luces alumbraban unas escaleras circulares de metal platinado con barandas que a veces tenían a los lados gigantescas columnas de metal. Aunque cuando fueron bajando cada vez más siempre con los nervios de punta por el silencioso y extraño sitio notaron la que sería la primera de las muchas "habitaciones levitantes de metal enrejado" en algunos bordes de las escaleras a medida que seguían bajando por las mismas. En concreto la primera habitación mostraba a un cadáver humano rezando de costado (de costado desde la perspectiva del matrimonio y de las novias) frente a otro cadáver atado y colgando por todas las partes de su cuerpo con alambre de púas. Todas se miraron entre sí como preguntándose en qué clase de lugar habían caído… porque este resultaba aún más siniestro que los otros que ya habían visitado. Pero decidieron seguir bajando por las escaleras circulares que era el único camino que tenían disponible. Al rato se toparon con la segunda de esas habitaciones hechas de enrejado… Esta estaba dispuesta con el cadáver de un perro grande chamuscado sobre una bandeja de plata que estaba sobre una mesa manchada de sangre seca.
– ¿Qué es esto? ¿Perro a la brasa…?
Se preguntó en voz alta Yuuna. Pero de nuevo no se quedaron mucho rato contemplando aquel cadáver. Siguieron bajando por el único camino disponible y la tercera de esas habitaciones sólo mostraba una mesa con un tapete ensangrentado con una puerta de madera sucia detrás... y cuando llegaron a la altura de la cuarta habitación ésta tenía en su interior tres sillas en hileras con un cadáver desnudo de mujer sentado pero amordazado cada uno pues presentaban ataduras a la altura de los tobillos, las muñecas, la boca y tenían los ojos vendados… los cadáveres estaban casi tan manchados de su propia sangre como el resto de la habitación ensangrentada en la que estaban… Por alguna razón lo que había dentro de esta habitación les afectó un poco más al matrimonio que a las novias…
– Mejor tratemos de ignorar lo que haya al costado de las escaleras… Es decir, creo sólo nos demoramos en vano observando cada una de las siniestras cosas que hay dentro de cada una de… estas… habitaciones…
Mencionó Ginga y su novia y el matrimonio Matsubara le dieron la razón. Así pues, siguieron bajando un poco más cuando el camino se bifurcaba brevemente en tres… Podían seguir bajando por las grandes escaleras circulares o de caracol, o inspeccionar lo que tenían a ambos lados del camino a izquierda y a derecha. Decidieron en primera instancia ir hacia el lado derecho pero apenas a los 10 metros terminaban las esclareas aunque al final de las mismas había un trozo de pared que presentaba lo que parecía ser un gran hoyo taponado por cemento ya endurecido. Sobre esa parte central de aquella estructura estaba escrito en letra grande y roja: "Aquí había un agujero pero ya desapareció". No había nada más que pudieran hacer por allí así que volvieron sobre sus pasos hacia el lado izquierdo… Por este otro lado al final del trayecto había la misma especie de estructura con la diferencia de que esta sí que presentaba un gran hoyo en el centro del trozo levitante de pared pero ninguna se atrevió de momento a acercarse mucho porque dentro del agujero se alcanzaban a oír llantos de niños... Pero así ya tenían aparentemente dos caminos para tomar: seguir bajando por las escaleras o, si no se equivocaban en su suposición, usar este hoyo para volver a teletransportarse… a algún otro lugar…
– ¿Por cuál camino tendríamos que seguir, Yuuna…?
Le susurró Nanami a su esposa aunque no tan bajo como para que Ginga y Cinque no pudieran escucharla. Las cuatro lo pensaron por unos momentos… pero luego cuando una tomo de vuelta la palabra seguían dudosas… Ginga bajó apenas un poco más por las escaleras pero aun queriendo observar con detenimiento no se alcanzaba a distinguir un final próximo entre la maraña que era toda la inmensa estructura en forma de "casa de caracol" por la poca potencia de los focos de luz que apenas alumbraban a cada tanto el siniestro sitio. Era muy cierto que aquella nota ensangrentada las instaba a sumergirse en la parte más profunda siguiendo la senda de un extraño símbolo… pero no tenían una idea segura de si en efecto debían seguir bajando o "atravesar" el hoyo que tenían a menos de cinco metros frente a ellas…
En otra parte de la Pesadilla…
Mai y Reo ya habían revisado lo que había detrás de más treinta de aquellas puertas dispuestas en una hilera que parecía interminable pero casi no habían encontrado nada de interés en las mismas… Sólo dos presentaron objetos valiosos (como tres cartuchos de balas para la pistola que todavía conservaba Mai y en otra una bebida isotónica). En todas las demás sólo había suciedad y sangre seca por todas partes… Ya empezaban de nuevo a frustrarse pero presentían que si se salteaban alguna puerta podían quizás perder alguna oportunidad única de acercarse a la mansión Matsubara… Pero por otro lado cuando revisaron como diez puertas más con, de nuevo, resultados infructuosos; suponían ya que no sólo volver a la mansión sería imposible sino también que debían cambiar de idea de destino. Pero como ninguna de las dos sabía bien lo que pasaba se quedaron sin pistas. Sólo les quedaba seguir investigando lo que había detrás de cada puerta… Lo único que podían agradecer es que salvo ese grupo de murciélagos-mosquitos tan raros no se habían vuelto a topar con alguna otra clase o especie de monstruo. Cuando Reo abrió una puerta más vio que el interior estaba tan limpio como la propia pieza o habitación en la que ella misma había aparecido en este extraño lugar. Era apenas la tercera habitación que estaba impoluta pues no se veía suciedad, sangre ni muebles desgastados por el paso del tiempo.
– Esta es… la habitación en la que nos alojamos por nuestra luna de miel…
Reo estaba de vuelta sorprendida pues no terminaba de entender a qué venía esa nueva rareza que se les presentaba.
– Sí, está todo igual… y hasta se puede ver a través de las ventanas aquel hermoso lago…
Avisó Mai. De prono Reo tuvo ganas de orinar así que fue al cuarto de baño de la misma habitación "del hotel". Pero cuando salió, tras tardarse un poco de más, Mai notó que su novia estaba como un tanto alelada en vez de atenta y lúcida como hasta hace unos minutos.
– ¿Reo…? ¿Qué te pasa… de pronto…?
La mirada de Reo estaba como nublada pero miró hacia los ojos a Mai cuando esta la interrogaba.
– Mai, mi querida Mai, hagamos el amor…
– ¿Reo?
Reo colocó las manos detrás de la nunca de Mai y ya estaba por besar a su novia cuando la pelinegra la apartó de sí misma empujándola con suavidad.
– ¿Mai? ¿Me estás rechazando…? ¿Por qué…?
– Porque estás comportándote muy rara, Reo. Algo te debió haber pasado mientras estuviste en el baño. No sé qué pero no creo que sea algo bueno.
– Mai, sólo quiero… tu afecto…
Reo seguía con esa mirada nublada en sus ojos. Mai no sabía bien qué debía hacer ahora mismo con Reo… pero…
– Este no es el momento ni el lugar para hacer el amor. Voy a inspeccionar ese baño.
Eso hizo Mai tan rápido que Reo no tuvo tiempo de impedírselo. El baño estaba tan limpio como el resto de la habitación excepto por la tina donde había un misterioso trozo de carne que a cada tanto se movía y emitía un sonido ligero parecido al del maullido de un gato. Mai casi ni lo pensó sino que le apuntó a esa cosa tan extraña con la pistola y estuvo por jalar el gatillo de su pistola cuando Reo la agarró por los hombros por detrás tirándola al piso del dormitorio. A Mai se le cayó la pistola en ese proceso pero no tuvo tiempo de recuperarla porque Reo se le echó encima queriendo estrangularla. Mai forcejeó en el piso con Reo encima de ella. La pelinegra era más alta y fuerte que su novia así que terminó invirtiendo los papeles dejando a Reo debajo de ella.
– ¡Reo, despierta! ¡Esa criatura te debe estar poseyendo!
Mai tenía sujeta de las muñecas a la rubia pero esta le escupió a los ojos a la pelinegra haciendo que el agarre fuese lo suficientemente menos fuerte para zafarse. Mai se limpiaba la saliva de su novia teniendo tanta buena suerte de que cuando Reo agarró la pistola esta la dejara caer un lado cuando Mai le sujetó las piernas. Reo cayó boca abajo y para cuando pudo levantarse Mai ya le apuntaba cerca de la puerta del baño.
– ¡Quédate quieta un momento!
– Grrr, Mai… ¡Mai…!
Reo corrió hacia Mai pero ya era muy tarde pues Mai alcanzó a dispararle al trozo de carne de la tina haciéndola reventar apenas con un solo tiro. Reo se hubiese entonces desplomado sobre el piso del dormitorio si Mai no hubiese alcanzado a agarrarla. La abrazó y la recostó sobre la cama. Era evidente que de alguna forma esa cosilla siniestra la estuvo controlando a su novia y ahora que se había librado de su control se había desmayado. Mai sólo esperaba que despertara pronto en sus cinco sentidos.
Con Hiyori…
Hiyori era llevada por Chiaki en silla de ruedas por un extenso pasillo. La nena veía a ambos lados del amplio pasillo por donde pasaban que había cadáveres de humanos sin piel y con el rostro desfigurado y también de otras criaturas que no logró identificar. La pequeña tenía mucho miedo pero no se atrevía a gritar y por otro lado aquello suponía que hubiese sido inútil. Cuando por fin llegaron al final del pasillo "coronado" por una puerta doble Hiyori distinguió a cuatro de esa especie de monstruos humanoides que parecían estar hechos de partes diferentes (Nota: llamémoslos "Pacientes"). Al acercarse Chiaki con Hiyori atada de pies y manos a la silla de ruedas dos de los pacientes le abrieron cada uno un lado de la puerta doble. Chiaki pasó como si nada pero Hiyori se sorprendió de mala manera al saber ahora que sus secuestradoras podían como controlar a los monstruos de este universo siniestro. Aquello no auguraba nada bueno…
Dentro de esta habitación había un televisor gigante que mostraba y emitía estática. Y entonces Hiyori vio que su otra secuestradora también estaba allí. Algo le decía a la pequeña que la otra… era en verdad ella misma… pero de adulta… pues tenía sus mismos rasgos, su cabello verdoso y ojos del mismo color. No parecía ser simplemente un parecido circunstancial ni creía que aquella otra persona fuese su madre biológica. Hiyori hizo unas preguntas que de nuevo no fueron respondidas por ninguna de las otras dos humanas. La otra Hiyori activó un control remoto donde la infanta vislumbró aquel mar calmo con su porción de playa incluida. Hiyori apartó la mirada y hasta cerró fuerte los párpados… pero su otra yo tenía en la otra mano un trozo de carne que maullaba ligeramente. Se lo acercó a Hiyori y ésta sucumbió a la posesión de la criatura… y vio del todo seguido aquella escena como de película que le mostraba la pantalla del televisor...
Fin del capítulo 6
Notas del Autor: Hola buenos lectores, ya empiezan las preguntas cuyas respuestas resultarán decisivas para sacar el "Final Bueno" o el "Final Malo" en esta historia textual (serán sólo tres a lo largo de lo que queda del fanficiton (contando esta primera del cap 6)). Pues bien, ¿creen que las Yuunami y las Cingin tendrían que seguir bajando por las escaleras de caracol o "atravesar" el hoyo/portal oscuro…? En concreto esta primera pregunta es para saber si las Yuunami se reencontrarán más pronto (o no) con Hiyori para así intentar salvarla antes de que sea demasiado tarde (lo cierto es que el tiempo apremia para la nena…). ¡Saludos, lectores yuristas!
