Capítulo 20

Cambios

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Ranma 1/2 es propiedad de Rumiko Takahashi. Los personajes de la historia están basados en su creación.

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Ranma caminó por el pasillo pues se dirigía a la puerta de su oficina, pero tuvo que detenerse un momento ya que notó que la oficina de Ryoga se encontraba entreabierta y el mencionado hablaba por teléfono con evidente enfado.

—¿Y qué quiere que haga? El instructor es empleado suyo...

Ranma abrió un poco más la puerta de la oficina y asomó su cabeza.

—No, la actriz ya lo sabe, por eso ninguno de los dos acudió el día de hoy.

Ryoga notó la presencia de Ranma y le hizo un par de señas para que él entrara.

—Me parece bien, señor Tatewaki, lo comentaré con mi supervisor... Sí, igualmente —murmuró antes de colgar.

—Hola... ¿Todo bien? —saludó Ranma de forma amistosa.

Ryoga suspiró.

—Sí y no...

—¿Sí y no? No me gusta esa respuesta.

Ryoga se aclaró la garganta y se levantó del asiento.

—Lo sé.

—¿Qué pasó?

Ryoga suspiró.

—Hace una hora me llamó el instructor para disculparse porque hoy no podría impartir la clase, mencionó que tenía un asunto personal y que ninguno de sus colegas iba a poder cubrirlo, lo cual me hizo suponer que todos en la empresa estaban enterados del asunto, así que me confíe y no confirmé que la clase estuviera cancelada... Pero hace un momento me llamó el mismísimo Kuno Tatewaki para exigirme una explicación del por qué no nos habíamos presentado al lugar.

Ranma suspiró y ladeó la cabeza al comprender la situación de su colega.

—¿Y qué razón te dió Tatewaki cuando le comentaste lo del instructor?

—Dijo que no estaba enterado y que hoy mismo nos asignaría a alguien más competente.

—Bien... ¿Y por qué le pediste a la actriz que no viniera? Ella debe presentarse en mi oficina para terminar su papeleo.

Ryoga miró a Ranma con un deje de intranquilidad y se dejó caer en su asiento.

—Hable con ella por teléfono. Dijo que había tenido un accidente esta mañana y que se lastimó un poco. Le pedí que descansara y que mañana se presentara temprano en la oficina, sin falta.

Ranma suspiró y asintió con la cabeza.

—Está bien, Ryoga... Esperemos que lo que le haya pasado a la actriz no sea grave y que decida seguir trabajando con nosotros.

Ryoga gruñó y apartó la vista.

—Ella no dejará de venir, te lo aseguro —afirmó el hombre.

Ranma entrecerró los ojos, escéptico, pero no le dio tiempo de agregar ningún comentario, ya que su teléfono comenzó a vibrar en el bolsillo por una llamada de su superior.

—Debo irme... sigue trabajando duro, Ryoga —murmuró el pelinegro, antes de caminar a la salida para responder la llamada.

Ryoga bufó divertido y apoyó todo su peso sobre el respaldo de la silla. Seguirá trabajando duro y mañana será un día muy interesante.

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Akane bostezó y apagó la televisión cuando los créditos de la película comenzaron a aparecer. Se levantó lentamente del sofá y se dirigió a su habitación para tomar un poco de ropa limpia, la bolsa de medicinas que Ranma le había dado y se encaminó hacia el baño.

Cerró la puerta del sanitario con seguro y se retiró las prendas del cuerpo con cuidado, pues aún le dolían las rodillas y las palmas de las manos. Abrió la llave del agua caliente y se metió a la regadera.

El agua corrió desde el inicio de su cabello hasta las plantas de los pies y un estremecimiento le recorrió la espalda. Le estaba doliendo todo el cuerpo y eso no era muy bueno para ella.

Una vez que terminó su tarea, se secó y vistió el cuerpo. Caminó hasta el retrete y se sentó sobre la tapa del mismo. Dobló la tela del pantalón de pijama que cubria la herida en su rodilla e hizo una mueca de desagrado. La piel de la herida tenía un color muy rojizo. Akane soltó un corto suspiro y comenzó a limpiar la herida con el antiséptico. Sus gestos y los sonidos ahogados que salían de su garganta eran la perfecta muestra de que su herida aún no cicatrizaba del todo.

Al finalizar su tormento, sacó uno de los curitas que se encontraban en la bolsa y, al notar que éste tenía dibujos de ranitas sonrío divertida y comenzó a pegarlo. Tiró la basura en el cesto correspondiente y guardó lo demás en el botiquín del baño antes de salir del cuarto.

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Ranma suspiró y masajeó su hombro derecho con sus dedos. Ya había pasado su hora de salida de la oficina, pero él no quería dejar pendientes pues mañana acompañaría a Ryoga y a la actriz a la empresa de Tatewaki. Dejó de frotarse el cuerpo y continúo tecleando en su computadora.

Mientras más rápido termine, más rápido podría irse, pensó Ranma brevemente y, quien sabe, tal vez pase a la tienda del abuelo de Akane para comprar cierto postre que les gusta a ambos.

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Akane levantó su cabeza despeinada de la almohada y miró asustada hacia la puerta de su habitación. Otros tres golpes volvieron a sonar y ella se extrañó cuando la voz de su compañero de departamento se escuchó.

—Akane... ¿estás ocupada?

La mujer se limpió el rastro de saliva que se había corrido sobre su mejilla derecha y se levantó con rapidez de la cama, acción que le provocó un fuerte dolor sobre su rodilla y manos.

—Dame un minuto, Ranma —respondió con la voz aguda mientras se sentaba un momento en la cama.

El pelinegro escuchó los gruñidos adoloridos de la mujer a través de la puerta y se humedeció los labios antes de decir:

—No hay prisa, Akane, estaré en la sala.

—Está bien —le respondió la mujer con la voz ahogada.

Ranma caminó hacia el lugar mencionado, abrió la bolsa plástica que había dejado en la mesita de la sala y comenzó a sacar las golosinas que había comprado.

Akane respiró hondo y salió de su recámara después de haberse cepillado un poco el cabello enredado. Al llegar a la entrada de la sala, se detuvo un momento para apreciar la pequeña mesa abarrotada de comida chatarra y sonrió abiertamente cuando Ranma le extendió un pequeño plato con la mitad de un bocadillo de piña.

—Tu abuelo es muy terco. No quiso venderme dos piezas así que tendremos que compartir el que compré.

Akane recibió el plato y se acomodó en el sillón.

—Gracias.

Ranma se sentó a su lado y le dirigió una breve mirada.

—¿Cómo está tu rodilla?

—Bastante mejor, solo me duele si me apoyo en ella.

—Me alegra oírlo.

Akane le regaló una corta sonrisa y después centró su completa atención en morder el bocadillo de su plato.

Ranma suspiró y observó nervioso hacia el televisor apagado. ¿Sería un buen momento para intentarlo de nuevo?

—Akane... —murmuró el hombre con duda.

La peliazul saboreo el dulzor del dulce y giró su rostro hacia el suyo.

—Dime.

Ranma se aclaró la garganta y se removió un poco sobre su asiento.

—¿Te gustaría ver una película conmigo?

Akane frunció el entrecejo y ladeó su boca con diversión.

—¿Quieres intentarlo de nuevo?

Ranma se encogió de hombros.

—Es un riesgo que quiero tomar... ¿Y tú?

Akane amplió su sonrisa.

—Bien... pero que está vez sea una que me haga reír mucho.

Ranma tomó el control remoto y encendió el televisor.

—No temas, Akane, conozco la película perfecta para eso.

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El reloj del pasillo marcó las once y media cuando los compañeros de departamento apagaron las luces de la sala y caminaron juntos por el pasillo.

Los comentarios burlones sobre algunas escenas graciosas de la película no se hicieron esperar y cada uno de ellos mostraba una enorme sonrisa en su rostro.

Akane se detuvo frente a su puerta y Ranma dio tres pasos más hasta llegar a la suya. Ambos tomaron la perilla de su propia puerta, pero no las abrieron, pues aún seguían mirándose fijamente.

—Gracias por la película, Ranma, fue muy divertida.

—Tenemos que hacerlo más seguido.

—Por supuesto.

Ranma apretó el picaporte con fuerza y observó de forma perceptible hacia los rosados labios femeninos que acababan de ser humedecidos.

La atracción que comienza a haber entre ellos se hace evidente y la tensión en el cuerpo de ambos comienza a notarse.

Akane tragó un poco de saliva y observó con expectativa hacia su compañero.

Ranma estuvo a punto de alejarse de la puerta, pero en el último segundo se arrepintió y giró la perilla.

—Nos... nos vemos mañana, Akane —pronunció de forma forzada.

Los ojos femeninos mostraron un deje de decepción.

—Sí, hasta mañana.

La peliazul abrió su puerta e ingresó a su habitación segundos antes de que Ranma hiciera lo mismo.

Ambos recargaron su espalda contra sus respectivas puertas y tomaron una respiración profunda para relajarse.

Akane liberó un largo suspiro y se alejó de la puerta para recostarse nuevamente, mientras que Ranma golpeó su cabeza un par de veces contra la madera y cerró el segundo cerrojo de la puerta.

Ranma no podía bajar la guardia para acercarse a Akane, no quería cometer un error durante su sonambulismo y ponerla en riesgo, pues en estos momentos su relación había vuelto a la normalidad.

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Akane dejó su taza de café sobre la mesa y le dio un buen mordisco a su tostada justo antes de que Ranma apareciera en la entrada de la cocina.

—Buenos días —le saludó el de la trenza con la voz ligeramente ronca por el sueño.

—Buen día.

Ranma se sirvió un poco de café y se sentó del otro lado de la mesa para desayunar.

—¿Saldrás temprano? —inquirió con curiosidad al ver la ropa deportiva de su compañera.

—Sí, voy a ir a... trabajar —murmuró la mujer con indecisión.

—¿Trabajar? —cuestionó el hombre con sorpresa.

Akane acomodó un mechón de su cabello tras la oreja y se aclaró la garganta un poco.

—Conseguí empleo hace dos días.

Ranma formó una pequeña sonrisa.

—Que bueno, Akane y... ¿Sobre qué es? ¿Es de diseño?

Akane liberó un suspiro y dejó su tostada sobre la mesa.

—No, no es de diseño.

Ranma iba a cuestionarle aún más sobre el tema, pero el teléfono de la casa comenzó a sonar y Akane se levantó para atenderlo.

—¿Bueno? —murmuró la mujer al contestar la llamada—. ¿Ya estás en camino? Está bien... Ya casi salgo.

Colgó la llamada y regresó a la mesa para terminarse su tostada y su café.

Ranma la observó levantarse en silencio para lavar sus trastes y al terminar la tarea, se giró hacia él.

—Buen provecho —murmuró antes de salir de la cocina.

El de la trenza suspiró y se recargó en la mesa. Si Akane fue quien pidió que su relación no fuera incómoda durante los meses que vivirían juntos, entonces ¿por qué presentía que ella le ocultaba algo?

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Akane dejó su cepillo sobre su tocador y caminó decidida hacia la cocina.

Lo lamento Ryoga, pero le prometí a Ranma que evitaríamos la incomodidad en casa, pensó la mujer con cierta culpa.

Ranma aún se encontraba sentado en su silla, bebiendo una taza de café cuando ella llegó y se detuvo junto a la mesa.

Akane aclaró su garganta para llamar la atención de su compañero y dijo:

—Soy empleada temporal en tu empresa.

Ranma frunció el entrecejo.

—¿Qué? —preguntó confundido.

—Ryoga me contactó el otro día y me ofreció un empleo de actriz para un comercial.

—¿Un... comercial?

Akane asintió.

—Si, un comercial para la empresa de artes marciales de Kuno.

Ranma suspiró y sonrió divertido.

Ahora entendía el por qué Ryoga aseguraba que su actriz no escaparía del trabajo.

Akane continuó hablando.

—Mira, no quiero que haya malos entendidos ya que vivimos juntos y tampoco quiero que haya incomodidad entre nosotros en el trabajo, es por eso que te lo cuento ahora.

Ranma se levantó de la silla y se sentó en la orilla de la mesa para estar a la misma altura que ella.

—Está bien, Akane. Trabajo es trabajo y eso da para comer.

La peliazul se relajó un poco.

—¿Ah, si? Que bueno que lo veas así.

Ranma se encogió de hombros.

—Agradezco que hayas cumplido tu parte de nuestro acuerdo, así que... solo dime si te sientes incómoda y hostigada cuando estés trabajando en la empresa de Kuno. Nuestra empresa tiene tolerancia cero ante el acoso laboral.

Akane sonrió abiertamente.

—De acuerdo.

Ranma se rascó la mejilla.

—¿Puedo preguntarte algo?

—Claro.

—¿Ryoga te pidió que no lo dijeras?

Akane apartó la vista.

—Ah...

—Con eso es suficiente, no es necesario que contestes.

Akane enarca una ceja y nota el rostro calmado de Ranma.

—Ya sabías mi respuesta —murmuró un poco confundida.

—Sí, pero solo quería estar seguro.

Akane respiró hondo.

—¿Solo querías preguntarme eso?

Ranma negó con la cabeza y mostró una pequeña sonrisa.

—¿Qué te hizo quedarte con nosotros? Muchas firman y se escapan en el primer día —inquirió con curiosidad.

Akane sonrió divertida.

—Hay varias razones.

—Dímelas.

Akane se recarga en la mesa.

—La paga que recibiría, las prestaciones, el contrato claro y bien redactado y...

Ranma le mostró una sonrisa, orgulloso de su trabajo y Akane le devolvió la sonrisa antes de continuar.

—Y... porque Ryoga parecía realmente desesperado cuando me lo pidió.

Ranma apartó la mirada y liberó un corto suspiro.

—Su trabajo es difícil. Tiene que lidiar con los problemas de los empleados, las exigencias de las empresas... Mucha gente entra a trabajar con nosotros y nos suelen abandonar a medio proyecto. Gracias por darnos esta oportunidad, Akane.

Ella empujó suavemente el brazo de su compañero y miró hacia el rostro masculino.

—No tienes que agradecerlo tanto. Desde que te conocí ya he probado dos oficios diferentes al mío y creo que me está gustando.

—¿Oficios diferentes?

Akane sonríe.

—Ser botarga de gato y actriz para un comercial. Ni en mil años habría pensado en contratarme para algo como eso.

Ranma soltó una risita entre dientes.

—Oh... claro —exclamó el hombre con diversión.

El teléfono volvió a sonar y Akane se alejó de la mesa para callar el aparato.

—Ya llegaron por mi.

—Si, está bien. Probablemente nos encontremos en tu entrenamiento, así que te veré pronto —advirtió el de la trenza.

—Por mi está bien, pero... ¿Podrías fingir un poco de sorpresa cuando lo hagas? Ryoga deseaba ver tu expresión sorprendida.

Ranma formó una sonrisa de lado.

—Haré mi mejor esfuerzo para complacerlo.

Akane asintió una vez con la cabeza, ligeramente preocupada por el tono sarcástico de su compañero, pero finalmente salió de la cocina y se fue del departamento.

Ranma se despegó de la mesa y volvió a acomodarse en la silla. Ya idearía algo para vengarse de Ryoga.

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Akane abrió la puerta del auto y saludó a su hermana Nabiki.

—Te tomaste tu tiempo —puntualizó la castaña.

—Ya sabes que no vivo sola —murmuró la peliazul.

—Ah... Eso significa que te despediste de tu compañero, ¿Cierto? —le cuestionó la mujer mientras alzaba las cejas de forma sugestiva.

Akane le soltó un manotazo en el brazo.

—¡No tenemos ese tipo de relación!

Nabiki soltó una risita.

—Yo solo lo decía de broma, Akane, no te pongas tan a la defensiva.

—Entonces no sugieras esas cosas y enciende el carro que ya vamos tarde —le regañó la joven.

—Que mandona te has vuelto —farfulló Nabiki con fingida molestia mientras giraba la llave y el motor del auto cobraba vida.

Akane suspiró y miró por última vez hacia la entrada del edificio Shinji.

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Ranma terminó de alistarse y salió del departamento. Caminó un par de calles e ingresó a la estación del metro. Subió al vagón y bajó exactamente a tres estaciones de distancia. Salió de la estación y caminó una cuadra hasta el edificio donde se encuentran las oficinas de su empresa.

Subió por el elevador hasta el sexto piso, saludó a la secretaria de la recepción y caminó por el pasillo hasta su oficina. Dejó su maletín sobre el escritorio y en cuanto dejó caer su peso sobre la silla la puerta de la oficina se abrió y entró su jefe.

—Saotome —le saludó el hombre.

Ranma se levantó rápidamente de su silla. Si su jefe acudía a su oficina debía ser una emergencia.

—Señor...

—Toma asiento, Ranma, solo será un momento —le interrumpió el hombre de traje, al acomodarse en la silla frente a él—. Está mañana me ha llegado un correo de China. Vamos a tener que adelantar el proyecto.

Ranma se recargó en la silla.

—¿Adelantar el proyecto?

—Ya no serán seis meses... En dos meses tendrás que irte a China para iniciarlo.

Ranma tragó un poco de saliva.

—Dos meses.

—Sí —murmuró el hombre antes de levantarse del asiento—. Cuento con usted para hacerlo posible.

Ranma se levantó de su silla y estrechó la mano de su jefe.

—Así será, señor.

El hombre caminó hacia la puerta y salió de la oficina.

Ranma se dirigió a la ventana y observó con cierta confución hacia las calles de Tokio.

Si su jefe le hubiera dado está noticia antes de mudarse, Ranma habría saltado de felicidad por la brillante oportunidad que le brindaban, sin embargo, la noticia de que tendría un viaje anticipado le había caído como un balde de agua fría en su espalda.

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Akane imitó la postura de su entrenador y apretó los dientes por el repentino dolor que le causó a su rodilla el estiramiento.

—Así no, querida, debes bajar un poco más el trasero, como si hicieras una sentadilla —comunicó el hombre con frustración.

Akane hizo lo que pidió el hombre y éste la felicitó por hacerlo adecuadamente esta vez.

Nabiki bebió un poco de agua de su botella y se inclinó ligeramente hacia Ryoga Hibiki, el jefe de su hermana.

—¿Cuántas posiciones o movimientos deberá memorizar? —cuestionó la castaña con diversión.

Ryoga suspiró.

—Son diez posturas y apenas vamos en la cuarta.

—Ya veo —murmuró la mujer en voz baja.

Ryoga se aclaró la garganta y se inclinó hacia ella.

—Usted no estará viniendo a todas las lecciones, ¿cierto? —le preguntó el hombre con curiosidad.

Nabiki dirigió su mirada hacia él.

—¡No, querida! ¡Hazlo de nuevo! —exclamó el instructor con fuerza.

Nabiki sonrió abiertamente.

—¿Y perderme la diversión? No se preocupe señor Hibiki, traeré personalmente a mi cliente a cada una de las clases.

Ryoga liberó una risita entre dientes y se disculpó con Nabiki antes de que sacara su teléfono cuando escuchó la llamada entrante de su celular. Caminó hacia el pasillo y contestó.

—Hola, Ranma, ¿Qué necesitas? —preguntó al contestar.

—Hubo un cambio de planes, Ryoga. No podré asistir a las lecciones de la actriz, te dejo esto en tus manos —comentó Ranma con voz cansada.

—Entiendo... ¿Todo está bien, Ranma?

El hombre suspiró por la bocina.

—Todo bien, no te preocupes. Hablamos luego Ryoga.

—Si.

Ranma colgó la llamada y Ryoga suspiró.

Algo había ocurrido en la oficina, pero ya tendría tiempo para charlar con su amigo sobre eso. Guardó su teléfono y volvió a la sala.

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Akane abrió la puerta del departamento, encendió las luces del departamento y dejó sus cosas sobre el mueble de la entrada antes de dirigirse al sanitario para lavarse las manos. El nuevo instructor la había dejado exhausta y con mucha más hambre de lo usual.

Akane caminó a la cocina, abrió el refrigerador y comenzó a sacar los ingredientes necesarios para hacerse un par de emparedados. Se acomodó en una de las sillas y cuando estuvo a punto de morder su alimento, escuchó que la puerta se cerraba y Ranma aparecía en la entrada de la cocina.

—Hola —saludó el de la trenza con voz cansada.

Akane le dio una mordida a su comida y le devolvió el saludo con la boca llena.

Ranma caminó hacia el refrigerador, tomó una botella de agua del interior y caminó hacia la mesa para sentarse en la silla continúa a la de su compañera.

—Estoy cansado —murmuró el hombre mientras dejaba caer su cabeza en la mesa.

Akane se pasó el bocado y levantó su sandwich mordido del plato.

—¿Quieres un sándwich? —ofreció la mujer.

Ranma la miró por el rabillo del ojo.

—¿Tiene mayonesa el pan? —cuestionó con cierta duda.

Akane frunció el ceño.

—No sería sandwich sin mayonesa.

Ranma se acomodó sobre la silla y le agradeció por el alimento antes de darle un gran mordisco.

Los minutos pasaban y ambos se mantenían en silencio mientras comían. No era necesario que hablarán, ya que sin que estuvieran conscientes de ello, la presencia del otro era el consuelo que necesitaban para un día como el que habían tenido.

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¡Feliz 2024! (•ᴗ•)

Espero que se encuenten muy bien y que este año sea de muchos logros para tod@s.(人•͈ᴗ•͈)

Gracias por su gran apoyo, sus comentarios y sus lecturas en mis historias durante el 2023.

Les mando un fuerte abrazo ()

Yo soy Tóxo Kai Bélos, ¡Nos leemos pronto!