Más que una elección

Spy x Family © Tatsuya Endo

Sinopsis: Twilight quiso asegurarse de que la nueva ubicación para llevar la operación Strix fuera una mejora significativa. El departamento en el primer piso, situado en el 128 de Park Avenue, en el lado este de Berlint, parecía ser la elección adecuada, aunque no sabía exactamente en qué aspectos lo sería.


Más que una elección


Inmediatamente de lo que Twilight pensó que fue el primer error de la operación Strix, centró su atención en un lugar estratégico: el 128 en Park Avenue, en el lado este de Berlint. El edificio era un complejo de cinco pisos y estaba cerca del parque, en un vecindario bastante familiar.

El departamento también cumplía con algunos requisitos que consideraba importantes, como tener rutas de escape seguras, la ausencia de dispositivos de escucha y espacio suficiente para desempeñar tanto su nueva vida como la que llevaba desde hacía diez años.

La elección era perfecta para ser el centro de la operación Strix.

—Entonces, ¿esta será tu nueva casa segura?

—No será una casa segura. Será el lugar donde voy a desempeñar mi papel y a formar una familia para la operación Strix —expresó Twilight con determinación.

Aún tenía algunas cajas de mudanza y como WISE no poseía personal disponible para ayudarle, tuvo que recurrir a Franky para organizarse antes del examen de ingreso a Edén.

—Bueno, eso es más preciso —comentó Franky arrastrando la mirada por toda la habitación—. Aunque esto no se ve como un hogar, más bien es un gran espacio vacío.

Aunque Twilight quisiera corregirlo, su informante tenía razón. Para evitar despertar sospechas, se había deshecho de la mayoría de los elementos que conformaban su antiguo departamento. Ahora solo tenía cosas básicas tanto para Anya como para él.

No tenía más opción que solicitar otro presupuesto a WISE para nuevos artículos para el hogar.

—Anya quiere una pistola con silenciador —dijo la niña de repente, mientras jugaba con su peluche de quimera en el amplio espacio de la sala de estar.

Twilight giró hacia Anya con sorpresa en los ojos.

—¿Una pistola con silenciador? —le preguntó. La niña asintió con seriedad, sosteniendo su peluche con fuerza—. Bien, lo tendremos en cuenta, pero no creo que eso pueda entrar en el presupuesto.

—¿Cómo le vas a dar una pistola? —exclamó Franky al borde del colapso. Era evidente que el espía no sabía cómo tratar a los niños.

Después, lograron que ese departamento cumpliera con la definición de un buen hogar.

El ingreso constaba, en el lado izquierdo, de un pequeño mueble y, en el lado derecho, de un perchero junto a un depósito de paraguas. Un poco más adelante, había una pequeña cocina y una habitación con una zona de estar conectada a la sala. Al lado derecho de la sala, estaba el pasillo que llevaba a tres habitaciones y un baño. Twilight había observado y seleccionado cada pieza de las áreas, excepto las cosas que estaban en la habitación de Anya.

Los elementos decorativos seguían algunas de las últimas tendencias, reforzando la idea de que Loid Forger tenía buen gusto, aunque era consciente de su posición económica. Esto indicaba que no compraría nada de primera marca hasta las rebajas. En cuanto a su perfil como psiquiatra, se podían ver libros universitarios y carpetas con artículos periodísticos relacionados con su carrera.

—Todo lo que hay aquí responde al estilo de una familia promedio de Ostania —murmuró Twilight mientras daba un nuevo recorrido, verificando que todo estuviera en su lugar—. Esperemos que funcione.

«Tiene que», se corrigió, mientras iba a buscar a Anya y prepararla para el examen de ingreso.

El departamento debía cumplir con las demandas de la operación Strix y satisfacer las necesidades de todos sus integrantes. No obstante, se aseguró de que la calidad de los artículos fuera suficiente para perdurar en el tiempo.

Dado que solo serían él y Anya, esa última parte no sería difícil.

Twilight hizo una pausa, recordando esos primeros días. Mientras se servía café negro acompañado con leche, té para Yor, y chocolate caliente para Anya, Bond movía la cola con su plato de comida en la boca.

Observó la sala de estar, notando los crayones de Anya junto a sus dibujos, la almohada extra de Yor en el sofá y algunas pelusas de Bond que recordó limpiar más tarde.

Ese era el hogar de Loid Forger desde hacía seis meses.

Después de que Anya pasara el examen de ingreso y Twilight se diera cuenta de que necesitaban a ambos padres, fue una casualidad que apareciera Yor Briar y aceptara fingir un matrimonio con Loid. Esto llevó a que ella tomara el apellido Forger y se mudara al departamento. Bond también se uniría a la familia luego de ser adoptado.

Cada uno en la familia tenía su propia habitación para tener privacidad, excepto Bond, que dormía en la sala o en la habitación de Anya. En algunos momentos, Twilight necesitaba sacar el equipo de matrimonio amoroso para mantener las apariencias y hacer ver que Yor y él compartían espacio.

A veces, el proceso tomaba mucho tiempo y terminaban mirando las decoraciones estereotipadas. Intercambiaban una mirada incómoda y Anya solía decir que estaban coqueteando, a lo que sus padres, nerviosos, siempre negaban.

Ese equipo era algo que Twilight consideraba una adición exagerada para el departamento. Sin embargo, su carrera como espía lo había llevado a prepararse y cubrir la mayor cantidad de aspectos en un área determinada. Esa área ahora era el entorno familiar en el que estaba, por lo que, lógicamente, debió tomar ciertas decisiones para mejorarlo.

—¿Hay descuentos en el mercado del cuarto distrito? —preguntó Loid. Su esposa le seguía pasando las últimas tazas de la hora del té para que las guardara.

Anya continuaba en la sala de estar. Bond era su gran almohada mientras veían la emisión más reciente de Spy Wars en la televisión.

—Eso revisé esta mañana. Podríamos ir a comprar leche y algunas verduras —dijo Yor con el trapo en sus manos, secándose las últimas gotas de agua—. ¡Oh, es cierto! También lanzaron una nueva marca de shampoo con aroma a manzana.

—¿Hay olor a maní? —gritó Anya, sin despejar la vista de su programa.

Incluso Bond intentó participar con su cola agitándose y golpeando contra el suelo.

Loid frunció el ceño porque Anya habló muy alto desde la sala hasta la cocina, cuando no era necesario. Luego, se inclinó en el mirador y le hizo señas para que bajara el tono. Como respuesta, Anya dejó escapar una risita y él volvió su atención a Yor.

Su esposa carcajeó con su habitual expresión suave salpicada en el rostro. El cabello recogido por un pañuelo y no su clásica diadema blanca junto a un par de aretes dorados colgantes era algo que Twilight había visto con mayor frecuencia.

—Espero que podamos conseguir —dijo Loid en voz baja.

—Lo haremos —aseguró Yor con una cálida sonrisa.

Él intentó hablar, pero se quedó en silencio. Su mirada volvió descansar en Yor, y notó su prenda con cuello cubierto con un abrigo más grande encima, resaltando por un par de botones a broche.

Era la misma combinación que había usado en la ocasión donde tuvo las manos lastimadas.

En esa ocasión, también había ido al cuarto distrito de compras después de competir absurdamente con Yuri. En la tienda usual, consiguió el detergente y las bolsas de basura. Después, una rápida visita a la avenida Kudam le permitió reemplazar las copas y platos rotos. Luego, creó una pequeña factura y se la llevó a Sylvia en los días siguientes.

Ella lo miró con una expresión que le puso la piel de gallina.

Así que, Loid se comprometió a ir al mercado después de organizar las tazas. El juego destacaba porque cada una tenía una línea en la parte superior. Gris para él, naranja para Anya, y Yor con rojo. Cada miembro de la familia con su propia taza representaba una mejora en la apariencia que debían mantener.

Loid también observó que el rojo parecía ser el color favorito de su esposa.

Entonces, el rojo y artículos que tenían una tonalidad similar se incorporaron. Había un caballo tallado en granate en uno de los estantes del mueble al lado del televisor. Algunas copas para que ambos tomaran vino después de acostar a Anya. También había otras prendas que no eran el habitual suéter rojo sin espalda de Yor.

Él no mencionó nada cuando notó que ella comenzó a usar el labial rojo rubí que le había regalado después de una semana particularmente larga. Yor le agradeció, enfatizando una vez más que la consentía demasiado.

—No pasa nada. Esto es parte…

«De la misión».

La sensación incómoda no tardó en instalarse.

Twilight lo sabía, pero no dijo nada. Decir algo en voz alta podría significar una elección equivocada.

Un espía no podía equivocarse.

Equivocarse era una señal de falta de planificación y dejarse llevar por la improvisación. Twilight se repitió esto varias veces cuando supuso que la tormenta anunciada para un fin de semana no sería terrible.

En la madrugada del sábado, tras un gran estruendo, Anya apareció en la puerta de su habitación, aterrada.

—¿Puedo dormir contigo y con mamá?

Debería haberle dicho que no de inmediato, pero su hija clavó la misma mirada del día de su primer secuestro.

«No deberían existir secuestros en primer lugar».

—Anya —susurró su nombre, la energía que usaba para regañarla cuando no hacía su tarea había desaparecido. Solo quedaba un sentimiento de temor, uno que comprendía, pero no lo expresó en voz alta—. Tu mamá está en su habitación y…

—¡No tenemos que dormir en tu habitación! —la voz de Anya salió antes de que pudiera explicarle la situación—. La sala está ahí.

—¿La sala?

Otra vez, Anya fue más rápida y señaló el lugar. Sus ojos verdes brillaban con lágrimas, y se notaba que quería decir algo más, pero solo respiró hasta que Loid se agachó y acarició su cabeza, derrotado. Cuando decidió que podía ir a dormir con Anya en el sillón, la tormenta hizo otro ruido, rompiendo el ambiente tranquilo.

El llanto aterrado de Anya no tardó en comenzar. Loid tuvo que levantarla y acercarla a su pecho para calmarla. Su miedo persistió, atrayendo la atención de Bond desde la habitación y, unos segundos después, la de Yor, cuyo estado parecía indicar que estaba lista para la batalla.

Su mirada pasó de alerta a pánico cuando encontró a su hija llorando.

—Oh, cariño.

Anya se movió hacia su madre de manera automática. Más calmada que unos minutos antes, logró respirar pausadamente y secarse las lágrimas de su rostro. A los pies de ambas, Bond emitió un sonido lastimero, tratando de expresar que entendía lo que estaba ocurriendo.

La expresión cansada de Loid brilló por un instante antes de decidir qué harían una improvisada fiesta de pijamas en la sala de estar.

Después de un rato, se sentaron en el suelo, con un montón de almohadas, algunos peluches y paquetes de maní. Mientras disfrutaban del aperitivo nocturno, compartieron planes para el día: una caminata en el parque, una posible exploración de cuantos charcos dejaría la tormenta y una revisión a las tareas pendientes, para disgusto de Anya.

Cuando terminaron de comer, Anya, que antes estaba asustada, comenzó a bostezar. Yor se acercó a ella, la acomodó en su regazo y le dio un tierno beso en la mejilla.

—Eres lo mejor que me ha pasado —le dijo, y su hija le devolvió la sonrisa.

Sus sonrisas eran cálidas como el té de las mañanas y brillaban como reflectores ante Loid y Bond. Principalmente, para Loid, cuya sensación de incomodidad regresó como un malestar estomacal. Intentó ignorarlo, pero cuando Yor entonó una melodía, ya no supo cómo reaccionar.

Algo en Twilight gritó, de la misma manera que el chico de Luwen, de la misma forma en que evitó acabar con Yuri Briar.

—¿Loid…?

Se levantó y se dirigió a la cocina en busca de algo. Se escucharon las puertas de los muebles siendo abiertas con precaución para no despertar a Anya. Regresó minutos después al lado de Yor.

—Creí que querrías comer algo más que maní —le dijo y un paquete de galletas con sabor a manzana cayó entre ambos.

Yor sonrió y aceptó con gusto el aperitivo, su rostro mostrando una expresión de placer al probarlo. Bond, agitando su cola para destacar su presencia, parecía reprocharle ese movimiento a Loid con una mirada y un sonido bajo.

—También cargue tu plato de comida —le respondió Loid.

Pasaron dos segundos antes de que Bond cambiara su expresión y mostrará agradecimiento. Antes de irse, dio un último vistazo a Anya y salió de la fiesta de pijamas.

Loid observó el repiqueteo de sus uñas contra el piso. Sería necesario un corte de estas muy pronto.

—Siempre haces eso.

—¿Eh?

Su esposa permaneció en silencio otro momento. Una galleta fue directa a su boca. Hizo un pequeño mordisco y luego respondió.

—Ves todo en detalle. Te ocupas de cada cosa y eliges de manera muy específica.

La tormenta decidió detenerse y dejó solo el ruido del viento fuerte en el exterior del departamento. Loid aprendió que ese edificio tenía un recubrimiento especial contra sonidos y algún extra para soportar otras cosas.

Su inspección lo llevó a descubrir un doble refuerzo en caso de bombardeo.

—Tienes razón. Es lo que hago.

Se sonrieron, no tan brillante como madre e hija, pero era algo cargado de alegría. Se habían acostumbrado a esos instantes: tomar el té, charlar y disfrutar de pequeñas delicias. Loid se encargaba de cocinar la mayoría de las veces, con Yor a veces ayudando y mejorando. En otras, él traería algo que había llamado su atención y lo disfrutaban.

En cuanto a las habilidades culinarias de Yor, los últimos desayunos eran sencillos y agradables para sus estómagos. Anya y él solían mirar con desconfianza los platos extravagantes antes de probarlos, temiendo que fueran lo último que probarían.

Aunque aún cometía errores, los esfuerzos de su esposa por mejorar en la cocina eran notables y mostraban su evolución desde que empezaron a vivir en el departamento.

El pensamiento del lugar volvió a provocar una pesadez en el estómago de Twilight y su mente divagó. Los recuerdos de los últimos meses y la peculiar vida que había construido hasta ese momento, siempre preparándose para situaciones extremas en todas las áreas que cubría. El asunto de Winston Wheeler había sido su desafío más reciente, y se preguntaba si tendría que enfrentar pruebas similares en el futuro.

Sus dedos se cerraron en un puño y su corazón latió más rápido ante ese pensamiento.

Yor, que había estado echando un vistazo a la nada, rompió el silencio. Su expresión estaba llena de preocupación, lo que hizo que el corazón de Loid se apretara.

—¿Por qué eliges cada detalle con tanto cuidado? No es que lo critique, es solo curiosidad.

Loid reflexionó antes de responder. Observó el retrato en la pared, que capturaba la imagen de su familia durante los primeros días de la operación Strix. En silencio, se dio cuenta de que estaban las mismas fotos falsificadas desde el inicio, rotando según lo que considerara necesario transmitir.

Finalmente, habló con calma.

—Es una forma de controlar lo que puedo en un mundo impredecible. Una elección precisa es importante.

Ella asintió con comprensión, sabiendo que su esposo tenía mucha sabiduría. La lluvia golpeaba contra la ventana, pero dentro del departamento, reinaba la calma.

A la mañana siguiente, despertaron con la luz suave que se filtraba por las cortinas. Compartieron una mirada matutina antes de levantarse para enfrentar el nuevo día.

Yor, con su cabello recogido en un desordenado moño, acariciaba con cariño los cabellos de Anya para despertarla. Loid, con una sonrisa, observó la escena mientras se levantaba del suelo, pensando en qué preparar para el desayuno.

—Es bueno —dijo Yor, levantando la vista hacia su esposo.

Él le dedicó una mirada confundida e inclinó la cabeza.

—¿Qué es?

—El piso es bueno —aclaró ella—. No le había prestado atención. ¡Y eso que yo lo limpio!

Loid carcajeó con sutileza mientras regresó sobre sus pasos para unirse. Percibió el brillo en los ojos de Yor y entendió que se refería a la elección de los detalles que habían platicado antes. Era pequeño, pero marcaba la diferencia.

—Sí, el piso es bueno —concordó, disfrutando de la conexión sutil entre una elección de espía y la vida de Loid Forger

Anya, que estaba despertando, bostezó y se estiró. Luego, miró a sus padres con curiosidad.

—¿Papi y mami están coqueteando? —les preguntó con una sonrisa pícara.

No necesitó leer sus mentes, porque sus padres se miraron como si de verdad hubieran estado coqueteando y se sonrojaron, avergonzados.

—¡No lo estábamos! —le dijeron al mismo tiempo. En mucha sintonía, quizás, demasiado.

Anya creía que de verdad estaban coqueteando. A veces, no se daban cuenta de que lo hacían.

—Solo apreciamos las pequeñas cosas, cariño. Como el hecho de que el piso sea cómodo —explicó Yor, soltando una risa nerviosa. La atmósfera de antes había sido disipada—. Loid hizo una buena elección.

Anya alzó una ceja con expresión de duda, su sonrisa pícara desvaneciéndose. Se sentía extrañada al ver a sus padres hablando del piso y, a su parecer, era cierto que no estaban mintiendo.

—Anya no entiende —les dijo, rascándose un ojo en el proceso. Luego se puso de pie y se estiró—. ¿Podemos comer panqueques?

Madre e hija se miraron y sonrieron, luego dirigieron su atención a Loid. Él suspiró, aceptando la sugerencia de Anya. Mientras ellas se preparaban, la atmósfera ligera se mantuvo, acompañando a Twilight en la cocina.

Al buscar los ingredientes, Twilight notó que los estantes ya estaban llenos de especias recolectadas por Yor para sus prácticas, y cada utensilio tenía un juego extra en caso de que se dañaran. El mostrador, donde la masa para panqueques se estiraba en las manos del espía, era un testigo silencioso.

La mesa del comedor, despejada del origami que Anya había practicado la tarde anterior y llena de los elementos para el desayuno, se convirtió en el lugar donde planearon el resto del día. Continuaron hablando de ir al parque, y Anya arrojaba pedazos de panqueque a Bond por debajo de la mesa, incluso si Loid la regañaba cada vez.

Después del desayuno, fueron a sus habitaciones para alistarse. Aunque había llovido, la temperatura no bajó demasiado, así que no necesitaron atuendos excesivos, algo que Loid recordó a su hija.

—Y procura no usar ropa nueva. Yor ya me dijo lo que pasó la última vez en el parque.

Anya suspiró ante su comentario. Estaba segura de que a veces su padre no se preocupaba por la paz mundial, sino porque ella no arruinara la ropa y otras cosas más raras.

—Papi piensa demasiado —objetó con burla antes de ir a cambiarse.

Loid y Yor se miraron cuando ella desapareció en su habitación. Él reconocía que lo que su esposa veía como un encantador detalle, su hija lo sentía como una molestia. La cantidad de veces que había investigado sobre ropa, habían entrado y salido de la sastrería, vestimentas combinadas para salir que habían compartido. Twilight había concluido que era otro testimonio de la familia que eran.

Pero Anya no lo veía de ese modo. Después de todo, ella parecía reducirse al maní y Bondman.

—Esa niña a veces es todo un caso.

Yor soltó una risa, mientras Loid le lanzaba una mirada divertida.

—Sabes que en el fondo ella aprecia todas esas pequeñas cosas que haces —recordó Yor mientras suspiraba con calma—. Anya sabe qué buscas crearle un lugar seguro.

Twilight se había entrenado en el arte de dar respuesta a cada oración, pero con su esposa a veces perdía esa capacidad.

Por la misión, había escogido ese departamento para evitar otro desperfecto en la operación Strix.

Para la seguridad de la operación, había dedicado mucho tiempo y esfuerzo para que ese lugar fuera ideal para una familia.

Su esposa sonrió con complicidad, apreciando sus esfuerzos, incluso si no sabía para qué era.

—Es verdad —respondió al final con sinceridad, una única vez donde no tenía que mentir—. Todo al final es para Anya.

Pero antes de que la conversación pudiera continuar, Anya salió de su habitación con un atuendo que, aunque no era completamente nuevo, mostraba su estilo. Loid la observó con cariño y, aunque se resistía a admitirlo en voz alta, se sentía orgulloso de la hija que estaba criando.

—¿Lista para el día? —preguntó Yor, sonriendo.

Anya asintió con entusiasmo.

—¡Por supuesto! Y tranquilo, papi, prometo cuidar la paz mundial y mi ropa.

Yor se rio por el comentario, y Loid solo pudo quedarse mirando sin saber qué decir, pero con una pequeña sonrisa de orgullo.

Algunos minutos después, con todos reunidos en la puerta principal, la familia salió dispuesta a disfrutar de un día en el parque. Loid se quedó atrás para cerrar con llave, mientras escuchaba a Anya pedir ir al parque con la carrera de obstáculos, a Bond ladrando como una afirmación y Yor diciendo que era una buena idea.

Era parte de ser una familia, un recordatorio constante de la alegría que traerán al regresar al departamento escogido por Twilight para la operación Strix.

—No solo es una elección. Esto es parte de…

«De la familia Forger».

Cada vez que cerraba o abría esa puerta, Twilight estaba afirmando su elección. Cada rincón, cada objeto, cada nueva incorporación, terminó convirtiendo el departamento en algo más que el centro de una operación.

Lo convirtió en un hogar y no solo para encajar en una definición.

Cuando escuchó que la puerta principal estaba cerrada y aseguraba su hogar, Twilight esperaba que pudiera perdurar.


¡Regalito para vos, Celes! Espero de corazón que esta historia cumpliera con tus expectativas y te pusiera feliz. Aunque parezca que no, me tomé el "domestic fluff" muy en serio y le di al departamento de la familia y cada cosa de adentro un rol importante.

El departamento tiene alma. Créeme.

Atte.: Giuly, tu amada escritora.