Los personajes no me pertenecen
Subi a Emmet a la camioneta, en al asiento de atrás, al cual ella me había convencido de comparar una protector lo suficientemente resistente para que no arruinara la tapiceria y nos dirigimos hacia Forks,directamente al restaurante de la señora Cope.
Cuando me estacione, Emmet saco la cabeza por la ventana, con la lengua colgando por el costado de su hocico y ladro hacia la entrada de el lugar.
La tarde era extrañamente soleada en el pueblo que se encontraba permanentemente bajo una capa de nubes. Bella me había avisado que la señora Cope decidio cerrar la cafetería para irse a pasar la tarde con sus nietos y que por ende ella tendría la tarde libre. Desde nuestro primer encuentro habíamos pasado bastante tiempo juntos,
Cuando la regrese a su casa el dia después de navidad, le pedi su teléfono antes de que bajara del carro a lo que me respondio con una sonrisa brillante anotando su numero en mi celular. Le mande un mensaje en el momento que cruzo la puerta de su casa, alegando la excusa de que ella tuviera mi numero tambien en cualquier situación.
La razón era que yo la quería de vuelta tan pronto como se bajo de la camioneta y al menos asi podía sentir menos la perdida.
Ciertamente la alegría posterior a nuestra primera vez se extendió a todo mi alrededor, inluso Emmet había visto el beneficio de eso cambio en mi personalidad. De repente viéndose incluido en mis viajes a correr a la playa, encontrándome a mi mismo dejandolo entrar a la casa para que se sentara a ver la televisión conmigo en las noches.
El era el más desvergonzado, jamás diría que no a una oportunidad asi. La había invitado a pasear y a desayunar a Port Angels unos días después de navidad, el clima era frio pero la ciudad estaba con decoración festiva en el paseo de la marína y había un resturante descente según había escuchado, ella me contesto que si rápidamente y la tarde paso tan rápido, que no me di cuanta de cuando había anochesido. Yo no era una mariposa social precisamente, pero estar con ella era tan fácil como respirar.
Una mañana incluso se había ofrecido a hacer desayuno para mi, porque le había confesado que lo único que sabia cocinar eran los mismos huevos con papa que había hecho para ella la noche de navidad y me dijo que me haría otro desayuno antes de que subiera mi colesterol.
Incluso me invito a pasar año nuevo en su casa, junto a su gato y suficiente comida para alimentar un ejercito, alegando que tenia que hacer suficiente pavo para mi y para Emmet, porque ya me había prometido hacerme otro en otra ocasión.
Yo habría sido feliz con sopa instantánea, si eso significaba estar con ella.
Quería, con todas mis ganas retomar mi relación física con ella en el punto donde la habíamos dejado, pero con lo precipitado de nuestro primer encuentro, ella podría pensar que era lo único que quería si buscaba su atención de esa manera, así que me había abstenido de incitar más contacto físico con ella , simplemente conformándome con besarla o rodear su cintura que mi brazo, que tambien estaba bastante bien con eso. A mediados de enero, quiza , estaba sentado en el sofa de su sala, poniendo una película en Netflix depues de haber ido a caminar juntos a las frías playas cercanas a la reserva, habíamos encendido el fuego de su chimenea y ella me había dejado escogiendo que ver, se excuso para ir al baño y la vi volver envuelta en una bata de baño mullida, la cual cuando voltee a verla dejo caer al piso revelo el más pequeño y transparente conjunto de lencería azul. Se me seco la boca y en un segundo se me fue el sueño que había provocado por el calor del fuego y el cansancio, ella no desaprovecho mi reacción de sorpresa, acercándose a mí y sentándose a horcajadas sobre mi regazo, mis manos habían tomado mente propia y encontraron lugar en sus caderas rápidamente.
Ella me había sonreído de forma engreída y el resto de la noche se había dedicado a mostrarme con sus manos y su boca lo equivocado que estaba al frenarnos de hacer eso.
Sentía que estaba comenzando a construir la casa por el tejado, pasábamos mucho tiempo juntos y nunca me había importado que nos vieran, iba por ella a su trabajo en la noche y la llevaba en la mañana, dejaba mi camioneta estacionada fuera de su casa cuando estaba con ella y pasaba por ella a la puerta de su casa si íbamos a salir a algún lugar, no que en aquel pueblo hubiera muchas más opciones de transporte, pero no dejaría que tomara algún taxi o pretendería que me molestaba que asumieran cosas sobre nosotros.
Estaba encantado con ella y que la gente me ligara con ella me causaba satisfacción.
Pero quería pedirle que fuera mi novia, no solo asumirlo.
Así que organice una cena en mi casa y la invite diciéndole que ella no tendría que cocinar. Yo tampoco, por supuesto, no quería matarla antes de que dijera algo, la señora Cope acordó hacer la cena en su casa para que ella no la viera en el restaurante y servírmela en contenedores para que yo pudiera recalentarla y servirla en la noche. Cuando fui por ella a su casa antes de subirse al carro vio como estaba vestido, y me pregunto cual era la ocasión, yo me encogi de hombros y le dije que cualquier ocasión ella era una buena razón para esmerarme un poco, me sonrió un poco apenada y me dijo que le diera 10 minutos para ponerse algo más. Ella se veía preciosa con un par de jeans claros y una chamarra café claro, porque no es que el clima permitiera más, pero igualmente se fue antes de que pudiera contestar y volvió al poco tiempo con una ceñida al cuerpo y una blusa vaporosa de color tinto en combinación con sus labios.
Sonreí al verla subir al auto y dese su mejilla, elogiando como se veia, ella se sonrojo como había descubierto hacia hasta su torso y escote. La cena fue grandiosa, incluso había conseguido montar la mesa con velas y poner las luces de ambientación para la ocasión. Le pedi que fuera mi novia entre el plato principar y el postre, tomando su mano mientras le explicaba como ella había venido a cambiar mi nublada vida con su mera presencia. Sentía que era una promesa que necesitaba sellar con algo, así que le compré un sencillo collar con una perla incrustada como dije. Su sonrisa era enorme y creí ver sus ojos aguarse un poco cuando me pidió que se lo pusiera.
El resto de la noche fue igual de grandioso, con ella rodeándome con las piernas la cadera tan estrecha y permitiéndome enterrarme en ella profundamente hasta que los dos estuvimos saciados para después acurrucarnos bajo las sábanas abrasados.
Los días se habían vuelto semanas, en las que su mera presencia me había hecho caer en una rutina que me había reconstruido desde lo más profundo.
Comencé a escribir de nuevo. Contacte a mi representante y retome mi comunicación con mi editor, incluso volví a tocar el piano, que había estado siempre en casa de mis tíos, siempre perfectamente afinado por Esme, en caso de que yo decidiera salir de mi exilio autoimpuesto y visitarlos.
Las semanas pasaron y antes de que me diera cuenta enero le dio paso a febrero y este a marzo. Pasábamos juntos todo el tiempo disponible, ella me llevaba a pescar donde su padre le había enseñado, yo le mostraba los caminos para senderismo donde Carlisle me había llevado e incluso habíamos acampado una o dos veces junto con Emmet.
Habíamos ido a la helada playa a caminar y simplemente relajarnos viendo las olas, con el perro corriendo de un lado al otro contento con que le lanzáramos una pelota y ella contándome su vida y las cosas insustanciales que pasaban por su mente.
La primera semana de abril, ella comenzó a portarse diferente conmigo, distante, más cautelosa, al principio pensé en darle espacio, no queriendo presionar por algo que quizá solo estaba en mi cabeza. Para la semana siguiente ella seguía extraordinariamente seria conmigo, había dejado incluso de ir a mi casa durante el fin de semana, que se sintió como un ruptura después de haber pasado semanas durmiendo juntos todas las noches, ya sea en su casa o en la mia.
Fui a su casa el viernes de la segunda semana de abril, compré la cena en el restaurante chino de Portangels que sabía que le gustaba y fui a poner mi cara de idiota a su puerta, esperando lo peor, pero necesitando una respuesta para dejar de hacerme mil ideas en la cabeza.
Ella me abrió la puerta al segundo toquido, con los ojos algo hinchados y aun sin cambiarse el uniforme de su trabajo, sorprendida de verme ciertamente.
-Hola- la salude después de unos segundos de silencio, con sus ojos abiertos, claramente sorprendida de verme ahí.
- Hey- dijo volviendo en si después de un segundo- Pasa- me hizo espacio para que pasara por la puerta.
Entre, pasando por el recibidor, dirigiéndome directamente hasta la encimera de la cocina, con ella siguiéndome detrás.
-Te traje la cena- dije poniendo la bolsa de comida sobre la encimera, volteé a verla, sonreía, algo extrañada, pero parecía feliz.
-Gracias – me dijo tomando mi mano, cortando el espacio entre nosotros. Acepte el contacto felizmente, mientras ella se acercaba a mi para acomodarse a sí misma entre mis brazos. La rodeé por la espalda y la sostuve ahí por un segundo.
-Te extrañe- dijo contra mi pecho.
-Emmet también te extraño – le dije sin dejar de sujetarla, ella me golpeo en el pecho suavemente y se separó de mí. No la deje irse y sujete su rostro inclinándome a besarla.
Cuando nos separamos, tomo mi mano y no llevo a la mesa, comimos directamente de los envases, pues la jale para que se sentara conmigo y le extendí los palillos, diciéndole que había traído la cena para que ella no tuviera que cocinar o lavar.
No hubo momentos de timidez después de eso. Platicamos sobre la cena como si no hubiera estado evitándome durante una semana y reímos de cualquier cosa que ella tuviera para contarme, después de la cena me pidió que me quedara con ella, llevándome de la mano al segundo piso, hasta su habitación, recientemente había cambiado su cama a una matrimonial y me dijo que quería estrenarla, guiñándome un ojo. Me reí y me excusé un segundo para ir al baño. Al entrar vi mi rostro en el espejo del lavamanos, mi mirada se veía pesada, mi mente se sentía pesada incluso, todo parecía bien con ella, pero eso no me explicaba porque de repente se había distanciado de mí, sin una palabra. Me heche agua a la cara, queriendo despejar mi mente y me incline para tomar la toalla pequeña del gancho al lado del lavamanos, hasta que algo en el cesto de basura entre lavamanos y el inodoro llamo mi atención. Tome un pedazo de papel de baño y tome la prueba de embarazo casera que estaba en el cesto, viéndola fijamente por un segundo, decidiendo que haría.
Probablemente esta fuera la razón por la que ella se había comportado extraña conmigo.
¿Miedo?
Decidí que sería mejor no seguir saltando a conclusiones y afrontar las cosas con ella.
Sali del baño, dirigiéndome hacia su cuarto. Ella estaba dándole la espalda a la puerta de entrada frente a su closet, probablemente preparando su ropa de dormir, volteo a verme cuando me sintió entrar. La sonrisa en su cara se borró cuando vio la expresión de mi rostro.
No pretendía asustarla, enserio era lo último que quería.
-Bella- ella me vio a los ojos, su mirada preocupada por mi expresión seria- ¿porque no me habías dicho? - sus ojos se dirigieron a la mano que había alzado al comenzar mi pregunta con la prueba de embarazo envuelta en un papel de baño.
Ella se quedó callada, seria, en su cara se leía la ansiedad.
Mire la prueba, con el resultado negativo, y la deje con cuidado sobre una de las cajoneras al lado de la puerta, me acerque a ella lentamente y tome su mano trayéndola hacia mí. Si la sorprendió mi movimiento, no lo hizo obvio, envolvió mi torso con sus brazos y enterró su rostro en mi pecho.
-Es la primera que te haces? – pregunte contra su cabello. Ella solo negó con la cabeza.
Puse mi mano contra su nuca y dejé un beso en el tope de su pelo.
-Pensaste que me iba a molestar si me decías que tenías esa duda- ella no contesto, pero exhalo contra mi camiseta, separándose de mi para poder verme al rostro.
Sus ojos estaban rojos, como lo habían estado cuando me abrió la puerta y entendí entonces que había estado llorando antes de que yo llegara.
-Estamos juntos hace muy poco tiempo. – me dijo rompiendo mi mirada y viendo hacia el lado- No quería molestarte por una duda, si no estaba segura.
-Eso nunca va a ser una molestia Bella- levante su rostro para que me mirara a los ojos- tanto si tienes una duda, como si está segura, me gustaría que me lo dijeras, no tienes por qué cargar con eso tu sola.
Ella se encogió de hombros, tratando de desviar mi mirada, pero no la deje.
-Te dije que estaba protegida, y lo estoy, así que cuando me di cuenta del retraso no quería que te enojaras- se notaba muy incómoda diciéndome eso.
-Bella– me encargue de que enserio me viera a los ojos antes de decir lo que seguía- no tienes que pasar por eso sola, es tanto mío como tuyo lo que sea que pase y voy a estar ahí para ti. Aunque intentes alejarme.
Ella se rio, dejando ir la ansiedad que quedaba en su mirada, tome su mano y bese el dorso. Esa noche dormimos juntos solo dormimos, con su espalda pegada contra mi pecho sobre nuestros costados, el sueño me encontró contando las respiraciones pausadas de ella.
Al día siguiente me desperté al primer momento que el solo toco mi rostro, siendo particularmente malo para dormir, cualquier cosa que no fuera la más completa oscuridad y total silencio me despertaban. Estos últimos meses con Bella habían sido el periodo de tiempo donde conseguía dormir con más facilidad, con su figura a mi lado calentando mi piel y amortiguando el peso de mi alma.
Tenerla pegada a mi lado durante toda la noche tenía sus efectos y se los deje sentir pegando mi cadera hacia la suya, metiendo mi mano por el elástico de sus pantalones, hasta su entrepierna, encontrando el lugar que hiso su cuerpo tensarse mientras extendía su cuello contra mi hombro.
Ella les dio la bienvenida a mis acciones, murmurando mi nombre con un gemido ahogado, restregando su trasero contra mí.
Cuando estuvo humedad y lista, aun algo somnolienta hice sus pantalones hacia abajo junto con los míos, lo suficiente para poder acomodar sus piernas sin cambiarnos de posición y entre en ella, cegado por el calor y la sensación de pertenencia. La mantuve pegada a mí con una mano donde nuestros cuerpos estaban unidos, estimulándose y otra debajo de su camiseta, férreamente aferrada a uno de sus gloriosos pechos.
Espere a su liberación y me derrame en ella segundos después, con mi rostro enterrado en su hombro. Desee morderla, marcarla.
Entendiendo ahí mismo que ella era ese alguien para mí.
Sali de ella, sintiendo la humedad entre nosotros, sin preocuparme lo más mínimo por lo desordenado que nos había dejado tener sexo en aquella posición, ella se levantó de la cama disculpándose para ir al baño, cuando volvió, con sus pantalones puestos se acostó a un lado de mi nuevamente, y la tome abrazándola otra vez, mientras ella se reía de mí y me decía que teníamos que levantarnos. Le dije que no y la pegué más contra mí.
Deje que todo lo demás saliera de mi cuerpo, el sueño no regreso, pero no era lo que buscaba. Eventualmente su respiración volvió a ser regular y pausada y su cuerpo se relajó contra mi. Yo miraba por sobre su cabello la ventana con la luz dorada entrando, iluminando el pequeño escritorio recargado sobre la pared.
Me arrepentí de no haber regresado antes, a Forks. Lo cual ya era un sentimiento permanente, pero ahora le sumaba una capa extra a mi arrepentimiento. Si hubiera regresado antes, antes de la muerte de mis tíos, de mi caída en mi patético circulo de autodesprecio. Quizá la hubiera encontrado antes, Esme siempre se preocupó de mi permanente soltería, queriendo que encontrara en una mujer lo que ella y Carlisle tenían.
Quizá si hubiera vuelto antes, Esme se hubiera ido con la tranquilidad de saber que había encontrado alguien para mí.
Regresé en una sola ocasión, unas semanas previas a su muerte, sentí que un premio Pulitzer iba a ganarme su perdón, iba a devolverme un lugar en esta casa, de la cual yo solo me desterré. Cuando llegue, con mi medalla en las manos, como una ofrenda, se me recibió con lágrimas y besos de bienvenida de mi madre, con ojos de orgullo y abrazos anhelantes de mi padre. Mi madre no había tardado en enmarcar mi premio y colgarlo en la pared, junto con todos los anteriores premios de mi adolescencia y mis primeros años en la universidad.
La conversación con Carlisle, la que tenía años postponiendo, fue no más que un borrón de disculpas de mi parte, con mi padre diciendo que no eran necesarias, pero que estaba perdonado desde el segundo después que levante la mano contra él.
No podía remediar lo que había pasado.
Era agua que había corrido hacía mucho tiempo.
Y por primera vez, lo deje ir.
Mi sueño después de eso vino junto las primeras luces de la mañana, llegando con imágenes bastante nítidas, casi como si explosiones de color en la parte de atrás de mis ojos. Un cálido ambiente, una mujer sentada en una mecedora, con un recién nacido en brazos, estrechamente sostenido contra su pecho. Veía todo en mis sueños en primera persona, sintiendo como la calidez del ambiente se filtraba por entre medio de mi pecho, llenándome, expandiéndome.
Me despertó el movimiento de Bella en mis brazos, sintiéndola separarse de mí, trate de alcanzarla, pero solo escuche su risa alejarse por la puerta y diciendo que prepararía el desayuno, porque yo ya nos había mantenido en cama hasta medio día.
Me quede en la cama unos minutos más, viendo la puerta por los que segundos antes ella había salido, observando el cuarto que recientemente habíamos repintado y arreglado juntos, pensando en la prueba de embarazo negativa que aún se encontraba encima de su cajonera, dándome cuenta que estaba un poco decepcionado de ese resultado.
Gracias por leer a los que han llegado hasta aqui.
