Disclaimer: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, pero la historia es completamente mía. Está PROHIBIDA su copia, ya sea parcial o total. Di NO al plagio. CONTIENE ESCENAS SEXUALES +18.


Capítulo en edición

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Capítulo 22:

Calabozo

El oficial estaba diciendo algo, pero ninguno de los dos podía escucharlo, por lo que se acomodaron rápidamente, asumiendo la vergüenza y pensando qué decir ante la evidente situación.

—Mierda —dijeron ambos.

Edward recién había acabado de meterse el miembro en el pantalón cuando el policía lo miraba con la ceja enarcada, provocándole un sonrojo. Cuando abrió la ventana, con Bella rígida desde el asiento del copiloto, él carraspeó, moviendo una linterna contra sus rostros avergonzados.

—Necesito que se bajen del coche —manifestó el oficial, quien debía tener cincuenta y pico.

Isabella se quedó mirando su bigote; se parecía mucho a su padre.

Ambos lo hicieron, manteniendo el silencio de la vergüenza.

—¿Qué se supone que estaban haciendo ahí dentro? —preguntó el hombre.

—Nosotros… —comenzó Edward—. Eh…

—Solo estábamos…

No sabían qué inventar porque, bueno, era obvio que el policía había visto la realidad.

—Bien, no sé para qué les pregunto. ¡Martin! —exclamó, suspirando de por medio—. Trae las esposas.

—¿Las qué…? —Bella comenzó a desesperarse.

¿Iban a hacer precisamente lo que estaba pensando?

No, no, no, no… ¡No! ¿Y su reputación como psicóloga? Diablos.

Edward se aclaró la garganta y dio un paso adelante.

—No es mi estilo hacer esto, pero es importante que sepa que soy teniente del ejército de los Estados Unidos…

Los policías comenzaron a reírse. El tal Martin le pasó las esposas y siguieron carcajeando.

—¿Teniente? Y yo soy Beyoncé —respondió el oficial—. Ponga las manos adelante, señorita, por favor. Martin, al… teniente. —Siguieron riéndose.

—¿Acaso no tienes alguna cosa que sirva para demostrarles que, al menos, tienes algo de poder? —preguntó Bella, mirándolo por el rabillo del ojo.

—No, ¿crees que voy a andar por todos lados portando algo, pensando que un policía va a llevarme a una celda?

Los dos pusieron mala cara y miraron a otro lado.

—Bien, enamorados exhibicionistas, tienen derecho a guardar silencio. —El oficial nos mostró la patrulla, mientras el otro policía llamado Martin llamaba a otra unidad para llevar el coche de Edward a custodia—. Amarse desnudos en espacios públicos es un delito, por lo que nos iremos al cuartel para una noche en prisión mientras llaman a un abogado, ¿está bien?

—Enamorados. Ja. —Bella vio que iban a ponerle las esposas y abrió los ojos de forma asustada—. ¡No necesita ponerme eso! ¡No voy a escapar!

—Protocolos son protocolos, señorita, no me haga usar la fuerza.

Ella bufó, queriendo llorar por ser una mujer adulta queriendo juguetear como una adolescente. ¡Maldita sea!

Tanto Edward como Bella suspiraron y pusieron sus muñecas a disposición, sintiendo la agonía de la vergüenza. Sentían que en vez de cuarenta y tres, tenían quince.

Era una mierda.

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Ninguno de los dos había pensado que, al levantarse esa mañana, acabarían en una celda a la espera de que mañana un abogado pudiera ayudarles. La idea de hacer esas escenas en público por no controlar sus hormonas, les había costado caro: era un delito.

Lo único que hicieron antes de someterse al escrutinio de los policías y de los otros miembros de las demás celdas, fue llamar a sus hijos, asegurándose de que estaban bien. Al menos iban a pasar la noche juntos, esperando que ellos regresaran de una supuesta reunión de padres junto a los docentes, como bienvenida. Sí, mentirles les dolía hasta el interior del alma, pero era eso o causarles la peor decepción y vergüenza.

Tanto Bella como Edward estaban sentados en la banca, alejados el uno de lo otro como si hacía un rato no estuvieran a punto de ceder a las bondades de la carne. Sí que parecían adolescentes.

Su calabozo era un lugar sucio, maloliente y frío, además de que su asiento era de todo menos eso. A ratos, ella miraba al teniente, deteniéndose en sus brazos, pensando en cómo serían para abrigarla; moría de frío y la tentación de sus músculos parecía incontrolable. A su vez, Edward contemplaba a lo lejos a Bella, preguntándose si no sentiría frío con ese cuerpecito menudo y con el escote pronunciado y las piernas descubiertas mientras llevaba una falda.

«Deberías avergonzarte de ti, soldado, ¡esta es una situación crítica y de peligro! ¿Cómo osas a mirar a tu vecina cuando debes planear qué hacer ante este momento crítico? ¡Muy mal, soldado!».

En el otro calabozo estaba un borracho junto a otro con el que había peleado. Más allá se escuchaba cómo un vagabundo encontrado consumiendo drogas se estaba lanzando pedos constantemente mientras hablaba solo.

Un desastre.

Bella no dejaba de sentirse nauseosa con el lugar, mientras Edward intentaba contenerse; él era una autoridad, no podía imaginarse en un calabozo policial, pero aquí estaba… por hacer cosas indebidas en medio de un parque.

Ambos se sentían unos idiotas. ¿Desde qué momento se les olvidó que tenían más de cuarenta años?

Edward suspiró y se sentó en la dura banca, mientras Bella se hizo la desinteresada, apoyada en una de las paredes mientras se cruzaba de brazos.

—Yo que tú no me apoyaría ahí —dijo el teniente—. Ahí orinan.

Ella abrió los ojos de forma desmesurada y se alejó rápidamente de ahí, sentándose a un lado de él.

—Oye, preciosa —exclamó uno de los hombres que estaba frente a su calabozo.

Estaba demás decir que su apariencia hablaba por sí sola: debía estar acostumbrado a dormir en esa mierda.

Bella se hizo la desentendida, aun cuando era la única mujer en ese lugar.

—Te estoy hablando —insistió el tipo, sacando la lengua de forma lujuriosa mientras la miraba de arriba abajo.

Suspiró y elevó una de sus cejas.

—Pierdes tu tiempo —respondió.

Pero al tipo no le importó el comentario, lanzándole besos desde la distancia y tocándose la entrepierna.

—Hey —espetó Edward, acercándose a los barrotes con furia—. No te atrevas a hacer esa mierda nuevamente, no sabes con quién te estás metiendo.

Bella miró la espalda ancha del teniente y apareció una sonrisa pícara, complacida por su actitud.

—¿Qué? ¿Vas a golpearme? —le preguntó el desconocido.

—Puedo hacer mucho más, te lo aseguro.

Apretó aún más las barras de metal, mostrándole sus músculos. El otro, que era más pequeño y flacucho, dejó de sonreír.

—Saldré pronto, ten cuidado.

—¿Qué? ¿Acaso es tu noviecita?

Edward no supo responder a tamaña pregunta y Bella se acercó a los barrotes.

—¿Qué? ¿Acaso a ti te gustaría? Porque ni en sueños, depravado.

—No vuelvas a hacerle eso, estoy hablando en serio —insistió Edward, mientras Bella, intrépida, tomó su brazo para alejarlo.

—Si quieres meterte conmigo, pues adelante, ya verás cómo te parto los huevos. Apenas y eres capaz de usar ese… higo seco que tienes entre las piernas —manifestó con soberbia—, ¿de verdad crees que con tus comentarios alguien siquiera sentiría algo, así sea sentir asco de ti? —Sonrió de forma pedante—. No te metas con las mujeres, ¿de acuerdo?

El tipo se mantuvo en silencio y luego se sentó, incapaz de responder.

—A veces puedo ser peor —le comentó, volviéndose a la banca.

Edward volvió a morderse un puño. No había nada más atractivo para él que una mujer capaz de sostenerse a todo y a veces ser tan… Ah, intentaba mantenerse al margen, olvidarse de todo lo que ella significaba, pero le resultaba un imposible. ¡Maldición!

Bella, por su parte, seguía mirándole la espalda al teniente, el que la hubiera intentado defender la mantenía en una dulce ensoñación cargada de atracción. Si tan solo ese maldito policía no se hubiera aparecido…

Ah, vale, sí que le gustaba ese baboso. Y a la vez quería darle con la banca por ser tan…

—Hace bastante frío aquí —dijo, viendo cómo se acercaba para sentarse junto a ella.

—La verdad, sí. Ya pasa de las tres de la madrugada —respondió Edward—. Solo deseo que esto termine. Ten —añadió, entregándole su sudadera—, para el frío.

Ella arqueó una de sus cejas y la usó para ponérsela sobre el pecho, mientras lo miraba con cierta… comodidad.

—Gracias.

Era bastante curioso para Bella sentirse cómoda antes las atenciones de un hombre, más que nada porque huía de ellas y, bueno, no eran comunes en su vida, por eso ya había desechado una relación o cualquier derivado desde que sucedió el fracasado intento con el "padre" de Tony.

—¿Vas a dormir? —preguntó él, viendo cómo se acurrucaba con la sudadera.

Sí, carajo, se veía adorable. ¿Por qué Dios se empeñaba en mostrarle más imágenes atractivas de Isabella Swan? Era injusto, ¿eh?

—Eso intentaré —contestó la interpelada.

Ella cerró los ojos y volvió a acurrucarse, dispuesta a intentar dormir.

Pasaron unos segundos y, de pronto, lo escuchó otra vez:

—¿Estás durmiendo?

Bella puso los ojos en blanco.

—Sí, estoy profundamente dormida —dijo de forma sarcástica, poniendo los ojos en blanco.

—Bien, te dejo dormir.

—Gracias.

Volvieron a pasar unos cuantos segundos y, sin preámbulo, escuchó nuevamente:

—¿No te asusta dormir aquí?

Bella se sacudió irritada y lo miró.

—Me asusta que tú no duermas, teniente Cullen.

Lo vio un tanto angustiado, por lo que se irguió un poco y se acercó.

—¿Qué ocurre?

Edward suspiró y juntó sus manos, apoyando sus codos en sus muslos.

—La verdad es que no puedo dormir con todos esos ojos mirando. Siempre me ha costado conciliar el sueño al sentir que estoy eventualmente rodeado de personas.

—Pero eres un teniente, deberías estar acostumbrado…

—No cuando has visto gente morir por estar durmiendo —musitó.

Bella alzó las cejas.

—Oh, bueno… Eso no es algo que la gente debiera ver.

—Me pone ansioso pensar en el peligro que significa estar ante un eventual peligro. No es agradable, no es… No quiero volver a repetirlo. Pero no puedo dormir con tanta gente despierta a mi alrededor, mirándome, siendo testigos de un momento en el que soy enteramente vulnerable.

Ella arqueó las cejas al ver su intimidad. De pronto, el teniente parecía un hombre profundo de intensas emociones.

—Ahora lo entiendo todo —respondió Bella—. ¿Puedo ayudarte a distraerte?

—Descuida, deberías dormir, te he molestado suficiente.

—¿Estás seguro?

—Sí, descuida.

Con algo de recelo se acomodó para hacerlo, pensando en que dejarlo a su suerte no era buena idea. Sin embargo, una vez que estaba cerrando los ojos, escuchó cómo Edward cantaba una de las canciones más melosas que alguna vez pudo escuchar. Era When You Love a Woman de Journey.

—Me estás jodiendo —exclamó, mirándolo.

Dejó de cantar y se sonrojó, sí, aquel teniente que probablemente debía ser autoritario y recto ante los ojos de los demás, estaba ruborizado como un adolescente encontrado en medio de algo prohibido.

—Cantar me ayuda —musitó.

—Muy romántico, ¿eh?

Se aclaró la garganta.

—Me gusta.

Bella suspiró.

—A mí también. —Enarcó una ceja—. Tienes una linda voz —confesó.

Y no era mentira alguna. Edward podía ser perfectamente un cantante que con guitarra en mano lograría confortar los oídos de un gran público. Era suave, pero masculina, calma y tranquilizadora.

—Tienes tu lado suave. Te pensé demasiado rudo y desagradable, teniente.

Puso los ojos en blanco.

—Ya duérmete o me dará dolor de cabeza —molestó.

Ella se cruzó de brazos.

—Pues te acompañaré —respondió Bella.

—¿A qué?

—Pues a cantar, así te tranquilizas.

Los dos sonrieron mientras se miraban, pero luego sacudieron la cabeza y continuaron con lo suyo, cantando con suavidad para que los demás no escucharan.

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Edward se despertó y parpadeó, dándose cuenta de que aún estaba oscuro. Miró su reloj y notó que eran las cuatro de la madrugada. Pero algo más le llamó la atención: Isabella estaba durmiendo profundamente, con su cabeza apoyada en su hombro, incluso podía ver el hilillo de saliva que mojaba su camiseta. La imagen podía resultar vergonzosa para ambos, lo normal era alejarla, pero para él fue algo difícil, verla dormir era algo que sí le gustaba. Y vaya, le había ayudado a dormir sin tener pesadillas ante la mirada de tantos extraños. Y, en realidad, al mirarla, notaba cuan hermosa se veía a pesar de estar algo desaliñada después de pasar algunas horas durmiendo en un lugar como… este.

Al abrir los ojos, Bella esperaba encontrarse con su habitación, pero cuando se enfrentó al calabozo recordó todo lo que había sucedido. Y entonces, cuando vio que estaba apoyada de Edward y había mojado su camiseta, se sonrojó y separó de inmediato mientras él elevaba una ceja.

—Ustedes dos —exclamó uno de los policías, golpeando los barrotes—, dejen el amorío a un lado, recuerden por qué están acá.

—No somos eso —dijeron los acusados al mismo tiempo y luego se miraron de forma suspicaz.

—Están de suerte. No se presentarán cargos para que puedan buscar un abogado de inmediato por el delito de exhibicionismo en un lugar público, el fiscal solo ha impuesto la paga de una multa y se largarán.

Ambos suspiraron de alivio.

—Deben llamar a alguien para que venga a por ustedes. El coche debe ser recogido en el aparcamiento mañana. Vamos, de inmediato —insistió.

Cuando el policía abrió la celda, les puso las esposas y los hizo pasar a la zona cercana en donde estaba el jefe de policía, ocupado en lo suyo.

—Bien, ¿a quién llamarán? —preguntó.

—A mi hermano, se llama Jasper Cullen —respondió Edward.

—Y yo a mi mejor amiga, Alice Brandon —agregó Bella.

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Alice estaba histérica y despeinada mientras cruzaba la calzada para entrar al cuartel. Cuando vio a Bella esposada, desaliñada y junto a un hombre guapo a su lado, todo parecía más confuso y desesperante que antes.

—¡Alice! —chilló Bella al verla—. ¡Perdón, perdón, perdón! —añadió cuando esta hizo una mueca.

Literalmente se había caído de la cama al recibir la llamada de su mejor amiga a las cinco de la mañana.

—¿Qué demonios ocurrió? —inquirió—. Hola —saludó a Edward, mirándolo con cierto… interés—. ¿Vas a decirme quién es él y por qué están aquí en medio del cuartel de policía del condado?

—Disculpen, disculpen —exclamó un hombre, entrando con rapidez—. ¡Edward!

Jasper Cullen había sido interrumpido con su nueva conquista, una chica que había conocido en una de sus tantas salidas nocturnas con amigos. Quería ahorcar a su perfecto hermano mayor, ¿cómo osaba a hacerle esto? Además, ¡él era el que menos se había metido en problemas! ¡Era el gran ejemplo de los tres! Y vaya, verlo con las esposas habría sido maravilloso de inmortalizar en una fotografiar.

—Vaya, hermanito, ¿qué ha sucedido? —inquirió, para luego mirar hacia la guapísima mujer que tenía las mismas esposas en sus muñecas—. Edward, Edward, Edward, hermanito querido, no me digas que…

—Cierra la boca, enano, ¡ayúdame ya! Quiero salir de aquí.

Sonrió y cuando giró la cabeza, vio que, junto a la guapa mujer de cabello castaño largo y ondulado, le acompañaba una pequeña mujercita de cabello corto y oscuro, que entre saltos hacía rebotar esas enormes… Casi se le salieron los ojos. Cuando subió la mirada y vio tan bonito rostro, su corazón se detuvo por unos cuantos segundos.

Se preguntó cómo una mujer tan pequeña podía sostener esas sin caerse.

Alice dejó de hablar cuando se encontró con Jasper Cullen, asumiendo que él debía ser el hermano del desconocido que acompañaba a Bella con las esposas.

Bien, ¿qué clase de mierda era esta? ¿Estos hermanos estaban hechos con un cincel y mármol? Los padres debían ser unos artistas porque… vaya, el rubio de ojos azules le quitó el aliento. Era carne fresca, claro, ¿cuántos años debía tener? ¿Apenas treinta? Ja. Claro que sí, tenía experiencia viendo esos rostros jóvenes, apenas conociendo la vida. A sus cuarenta y cinco la vida le había dado la bendición de ser un primor maduro irresistible, pero claro, aquel pequeñito solo podía ser mirado y jamás tocado, sobre todo porque debía tener la misma edad de su hijo.

—Buenas noches —respondió Jasper de forma encantadora—. Mi nombre es Jasper Cullen, soy el hermano que siempre debe rescatar al mayor, ya saben. —Besó la mano de cada una de ellas, mientras estas lo miraban con la ceja enarcada.

—No fue así la última vez y las cientos de veces que debo rescatarte mientras vomitas en mi coche luego de beber como un enfermo o quitarte a los esposos de las mujeres que te acompañan —soltó Edward, cabreado.

Cuando el rubio lo miró reprochándole, su hermano le sonrió de forma sarcástica.

—Un gusto, señor Cullen —dijo Bella, viéndolos a ambos.

—Un gusto también de mi parte —le siguió Alice, viendo el traje que llevaba, el cual, por cierto, le quedaba perfecto.

—Bien, esta no es una reunión de gracia entre amigos para charlar. Necesito que pasen por aquí, por favor.

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Jasper reía a carcajadas, tanto que le salían lágrimas de sus ojos. El saber lo que había ocurrido le resultaba sumamente divertido.

—Hey, Edward, hay lugares donde puedes hacer esto, ¿de verdad en un parque a la vista de cualquier carro de policías? —lo molestó.

Bella estaba sujeta de Alice mientras esta intentaba sacarle la información a punta de insistencias insoportables. ¡Quería saber desesperadamente cómo es que los habían encontrado a punto de tener sexo en medio de la vía pública!

—Ya te dije que se trata de…

—¿De qué? —rebatió Alice—. Te estás devorando a ese hombre y yo muero de envidia. ¡No me lo habías contado!

—Sht. Es solo una aventura que me ha traído problemas porque vive al lado y…

—¡Nooooo! ¿Es ese vecino…? —Alice se tapó la boca mientras reía.

—¡Ya cállate!

—Debes contarme todos los detalles.

Mientras llegaban al estacionamiento, Edward pellizcó a su hermano hasta que dejó de reírse.

—¿Quieres callarte ya? —insistió el teniente.

—Oh, vamos. ¿No es divertido lo que acabas de hacer? Y vaya qué guapa mujer. —Le dio una repasada a Bella, pero luego a la pequeña mujer que le acompañaba. Por poco se lame la boca como un demente.

Luego de calmó, sabiendo que probablemente debía tener la edad de su hermano o algo así… y no era el tipo de hombre que se entrometía con mujeres mayores porque, bueno, prefería las jóvenes. Aunque ella…

Se sacudió la cabeza y se volvió hacia su hermano.

—Ninguna palabra de esto, ¿me oíste?

—Es que tu vecina está muy guapa. ¿No te molesta si yo…?

—¡Ni se te ocurra!

Jasper sonrió.

—Solo estoy bromeando, no voy a quitarte al bombón.

—Déjate de babosadas y vámonos al coche.

—Oye y… ¿ella es…?

Edward miró a Alice y estiró los labios.

—¿Por qué quieres saber, Enano?

Su hermano se aclaró la garganta.

—¿Por qué crees tú? Está muy…

—Debe tener mi edad, ¿sabes? No pensé que podría interesarte una mujer realmente madura que pueda cazarte y tomarte de la entrepierna para que te vuelvas loco por ella y dejarte a la deriva como tanto te mereces.

Jasper puso los ojos en blanco y le abrió la puerta de su coche, invitándolo cordialmente a que se callara.

—Pues sueña con eso, solo quería saber su nombre, ¿está mal querer conocer un poco más a la amiga de la mujer que trae loco a mi hermano?

—Ya cierra el pico —lo regañó el teniente.

Antes de subirse al coche, miró hacia el otro automóvil y se encontró con Bella, quien le siguió con la mirada. Ninguno hizo más gestos y se metieron dentro del respectivo vehículo, buscando olvidar esta noche tan turbulenta.

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Isabella y Alice llegaron rápido a casa de la primera, quien ya estaba somnolienta. Lo sucedido le había caído fatal y moría por meterse a la cama y esperar que su hijo no se hubiera dado cuenta de nada.

Cuando Bella abrió la puerta, con Alice a sus espaldas, escuchó un gemido que la alertó. Dio unos pasos adelante y luego encendió la luz tenue del vestíbulo. En el momento en que cruzó el arco de la sala de estar, vio una figura oscura en el suelo, apoyada en el sofá. Iba a gritar asustada junto a Alice, pero escuchó una suave voz inconfundible.

—¿Mamá?

Los hombros de Bella se relajaron, pero luego descubrió que algo estaba ocurriendo. Lo conocía muy bien.

—¿Tony?

—Mamá —respondió de forma ahogada.

Ella frunció el ceño y encendió la luz de la sala, viendo cómo su hijo se levantaba con la comisura de sus labios rota y la camiseta pisoteada. Dio unos pasos adelante con la garganta ennudecida y le dio la vuelta, viendo cómo esas pisoteadas significaban lo que imaginaba. Al subirle la ropa, vio cómo en su espalda había un hematoma inmenso, como si alguien le hubiera dado una patada alevosa.

Entonces escuchó su llanto y lo abrazó con más fuerza, preguntándose quién le había hecho eso.


Buenos días, les traigo un nuevo capítulo de esta historia luego de unos días interminables, quienes están en mi grupo sabrán lo que me sucedió en mi salud y que me ha tenido con la cabeza en muchos lados, pero ya se va pasando y quiero retomar lo que más amo. Perdón por la demora, el no poder estar más presente como antes, pero estoy con el propósito de volver a ser esa autora que está y más presente que nunca. ¿Qué dicen del capítulo? El calabozo no era el mejor momento para que ocurrieran tantas cosas, pero en aquel cuartel más de dos tuvieron miradas esporádicas, ¿qué piensan que pasó con Tony? ¡Cuéntenme qué les ha parecido, ya saben cómo me gusta leerlas

Agradezco a Cinthyavillalobo, AnabellaCS, Pancardo, miriarvi23, MariaL8, Pam Malfoy Black, LadyRedScarlet, Santa, sool21, Poppy, Naara Selene, dery 05, DanitLuna, Ady denice, Tata XOXO, Rero96, cavendano13, Karensiux, Liliana Macias, Belli swan dwyer, Elizabethpm, Celina fic, magic love ice 123, Franciscab25, saraipineda44, marenny96, Mikagiss, SoLeI529, Wenday 14, calia19, Ana karina, LuAnKa, almacullenmasen, Noriitha, morenita88, patymdn, Tereyasha Mooz, ELLIana . 11, Valevalverde57, Mapi13, natuchis2011b, Ninacara, Eli mMsen, Lore562, somas, kathlen . ayala, NarMaVeg, Elizabeth Marie Cullen, JMMA, joabruno, Lizzye Masen, johanna . maribel14, gabomm, nydiac10, krisr0405, Jimena, Teresita Mooz, Laury D, Adriu, Jade HSos, roberouge, Fallen Dark Angel 07, Iva Angulo, Twilightsecretlove, Paulita, E - Chan Cullen, Blanca, Nancy, Valentina Paez, Gan, SeguidoradeChile, alejandra1987, ELIZABETH, Makarena . L , Anabelle Canchola, luisita, Veronica, Angelus285, ari kimi, PRISGPE, alyssag19, KRISS95, Jocelyn, jupy, Angel twilighter, diana0426a, C . Car, valem0089, beakis, Fleur50, DobleRose, Claribel Cabrera, SanBurz, merodeadores.1996, calvialexa, Freedom2604, Mentafrescaa, terewee y Guest, espero volver a leerlas, cada gracias que ustedes me dan es invaluable para mí, su cariño, su entusiasmo y sus palabras lo son todo, de verdad gracias

Aquí estoy, cumpliendo mis sueños y dándoles todo lo que puedo, ¡las quiero mucho!

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