Disclaimer: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, pero la historia es completamente mía. Está PROHIBIDA su copia, ya sea parcial o total. Di NO al plagio. CONTIENE ESCENAS SEXUALES +18.


Capítulo 23:

El héroe

Las manos de Tony la sostenían como cuando era un niño y su rostro estaba oculto en su cuello.

—Estoy aquí —le susurró.

—Iré a hervir agua para tomarnos un té, ¿bien? —dijo Alice, alejándose para darles privacidad.

El adolescente no lloraba ni se quejaba, solo respiraba hondo, una y otra vez. Se veía más vulnerable que nunca y su madre no supo cómo tragar el nudo en su garganta.

—¿Quieres hablar? —Tony no respondía—. No, ¿sabes qué? Vas a hablarme ahora, soy tu madre y si tengo que recordarte que en esta única vez vas a decirme sí o sí, pues lo haré.

Tiró de él para que se sentara a su lado y de inmediato le siguió, acomodándolo a su lado para que se sintiera cómodo.

—Soy tu madre, maldita sea, ¡dime qué sucede! Sabes que siempre estaré a tu lado y que jamás me alejaría, siquiera un milímetro.

Tony comenzó a llorar de forma sorda y puso su cabeza en el regazo de su madre, mientras ella le acariciaba el cabello, preguntándose qué estaba sucediendo.

—Fueron unos… imbéciles de otra preparatoria —respondió al fin.

—¿Qué? —exclamó Bella.

—Estábamos… en el karaoke con Ness y… Nadie me quiere, mamá, soy un chiste para todos ellos. Solo estaba cantando con Ness, mamá, ¿por qué me odian tanto? ¿Qué les hice? ¿Por qué para todos soy un imbécil que solo deben golpear? ¡Solo quería cantar, mamá! ¡Dejar de ser ese tonto aburrido…!

Bella lo tomó de los hombros y le hizo mirarla.

—¿Qué es eso de que nadie te quiere, Tony? ¡Yo te amo! Tus abuelos te aman, tu tía Alice…

—Pero…

—Y estoy segura de que Ness te adora. Ellos no te odian, se odian a sí mismos y ven en ti lo que tanto desean.

—¿Y qué desean de mí?

Ella corrió unos cabellos de su rostro y sonrió.

—Desean ser tan inteligentes como tú. No necesitas nada para resaltar, eres bondadoso, capaz de ocupar más de tres instrumentos, hablas maravilloso y eres increíblemente guapo. Mira esos hermosos ojos. —Juntó su nariz con la suya y Tony comenzó a sonreír—. Nunca pienses que eres aburrido, lo que pasa es que todos están acostumbrados a ver lo mismo, incluso cuando todos hablan de ser auténticos. Tú lo eres, amor, y no lo digo solo porque soy tu madre, ¿de acuerdo? Yo siempre querré que seas feliz, aquí me tendrás siempre, aunque en un tiempo tendrás dieciocho, para mí el tiempo no cambiará quién eres para mí.

Asintió y se limpió el rostro con los puños.

—Lamento tanto no haber estado contigo —respondió con culpabilidad.

—No, mamá, debes divertirte, de verdad.

Se abrazaron y se quedaron un buen rato ahí, sintiendo su calor y aroma. Para Tony no había nada más tranquilizador que el perfume de su madre.

—Ahora, debes decirme quiénes son, ¿de acuerdo?

—¿Por qué? —preguntó el adolescente.

—Porque debemos denunciarlos. No es posible que en la calle haya gente que vaya golpeando adolescentes porque sí, así sean de tu edad…

Tony se separó un poco, aterrado de inmiscuirse en eso. Esos… lo habían golpeado porque Ness y él estaban tomados de la mano.

—No quiero tener problemas, mamá, de verdad—. Tampoco recuerdo quiénes eran —agregó.

Bella suspiró y aceptó, no quería atosigarlo y menos continuar con la tortura de sentirse tan abrumado y triste.

—¿Cómo está Ness? —preguntó finalmente.

—Él intentó ayudarme. Es muy bueno con los golpes. —Rio, rememorando con mucho cariño todo lo que pudo defenderlo. Había sido el momento en el que… sus emociones habían sido tremendamente contradictorias, pero lo mejor había sido la manera enardecida con la que Ness le defendió—. Creo que ha aprendido demasiado bien de su padre.

Bella se quedó un momento en silencio y sonrió.

—Quizá debas tomar sus clases.

Luego se dio cuenta de lo que dijo y levantó las cejas, queriendo quitar esa frase de su boca.

—Bien, aquí hay un poco de té. ¿Quieren? —preguntó Alice con una sonrisa.

—Gracias, tía Alice.

Las dos nos miramos y suspiramos, entendiendo, como madres, pero también porque ella conocía a Tony desde que estaba en mi vientre, lo que dolía verlo tan triste y acongojado.

.

Tony se había levantado muy temprano en la mañana, comió cereales con leche junto a su mamá y Alice, para luego decir que quería dar una vuelta por el vecindario en bicicleta. Bella se lo permitió sin hacer preguntas, su hijo era introvertido y siempre necesitaba lidiar con sus pensamientos junto a la naturaleza y la actividad.

Alice se había quedado, por lo que ambas siguieron desayunando.

—Hey, si tu papá supiera lo que te pasó…

—Ni se te ocurra.

—Ya sé. —Se rio—. Vaya que es una mierda que toda la familia de tu padre haya sido policía.

Bella bufó.

—Gracias a Dios mi tío Kevin no está en el distrito o habría sido del terror.

Su amiga apoyó los codos en la mesa y la miró con las manos debajo de la barbilla.

—¿Y de verdad te encontraron en su coche a punto de tener sexo? —preguntó.

Me atraganté con el café.

—De todas tus locuras, esta es la mejor. ¿Cuándo escribirás un libro sobre la realidad del sexo? ¡Es fantástico!

—Ya cállate, Alice. Fue una locura, ¿bien?

Bufó.

—Pero una gran locura. Estoy sorprendida. Es un hombre para deleitarse.

—Deja ya eso, fue una mala decisión y muy precipitada.

—Una que efectivamente planeas volver a probar. Mientras no sea ilegal, claro —jugueteó.

Bella puso los ojos en blanco y ya no pudo controlar la necesidad imperante por dejarse ir con ese estúpido de su vecino. Alice dibujó una sonrisa pícara y su amiga se cubrió la cara como si se tratara de una adolescente. ¿Es que acaso había olvidado que ya tenía cuarenta y tres?

—Bien. Quiero acostarme nuevamente con él —confesó, dejando ir un suspiro.

No podía creer lo que estaba diciendo.

—No te culpo, me imagino de lo que es capaz de hacer con esos brazos tatuados.

—Ni te lo imaginas —respondió Bella, volviendo a suspirar, dándose por vencida.

—Venga ya, dame más detalles.

—Ni lo pienses, esta vez no.

Solía ser una persona muy sincera con su mejor amiga, pero en esta ocasión no era capaz de dejar escapar sus celosos secretos, aquello que Edward le había hecho sentir.

—Bueno, yo no soy la única que tiene que hablar en este momento. —Alice enarcó una ceja, como si ya supiera a qué se estaba dirigiendo la conversación—. ¿Qué pasó con ese chico llamado Jasper?

Alice Brandon carraspeó.

—¿Quién?

—Hey, vamos, no te hagas la tonta conmigo.

—Solo lo encontré guapo y ya. ¡Además, podría ser mi hijo!

La psicóloga enarcó una ceja y le picoteó el brazo con el dedo índice.

—Pues parece que te gustan los menores.

—Solo me pareció guapo. Además, no estoy en plan de amoríos.

Isabella rio.

—¿Amoríos? Esa babosada ya no existe para nosotras. ¿Ni un poquito de sexo? ¿Nada?

Alice era una mujer tremendamente atractiva. A pesar de su pequeño tamaño, ella se imponía con sus atributos y su dulce pero audaz personalidad.

—Estoy en celibato.

Ambas carcajearon y continuaron desayunando.

.

Edward había dormido pésimo, sobre todo al tener a su jodido hermano en su casa. No era fácil recibir una ametralladora humana de preguntas. Era un baboso.

Ness aún no se levantaba y esperaba no tener que darle muchas explicaciones a su perceptivo hijo.

Cuando lo oyó bajar las escaleras, sonrió y se giró para recibirlo con el desayuno.

—Hola, papá —dijo.

Parecía extraño.

Edward frunció el ceño.

—¿Qué ocurre, Ness?

Antes de esperar una respuesta, notó algo en sus manos que le dio toda la información.

—Ness, tus nudillos.

El adolescente escondió las manos de forma instintiva, manos que estaban notoriamente púrpuras y magulladas producto de golpes incesantes y repetitivos, su padre sabía perfectamente qué significaba.

—¿Qué ha ocurrido? ¿Alguien se metió contigo o te ha discriminado…?

Edward era sobreprotector, pero con justa razón; le asustaba que la sociedad lo llevara a odiar la vida que ya estaba disfrutando y el ser que dejaba explorar y explotar, amando la libertad que él le había inculcado.

—Papá… No…

—Dímelo ya —ordenó.

Suspiró.

—Se metieron con Tony —respondió, sacudiéndose el cabello, demostrando su molestia.

Edward frunció el ceño.

—¿Qué le han dicho?

—Papá, Tony me gusta mucho —confesó.

Su padre sonrió a pesar de la preocupación.

—Vaya —murmuró—. Es la primera vez que te veo sonreír de esa manera con él. No sé cómo lo pasé por alto.

Ness también sonrió.

—Se ha vuelto demasiado importante para mí.

Edward fue a abrazarlo y su hijo lo recibió.

—Él aún…

—Sí, papá, él aún no puede abrirse, por más que su madre sea genial y que siendo libre…

—Debe ser difícil para él. Imagino que su madre debe sospechar algo. No imagino que ella… le genere desconfianza o sean distantes el uno al otro.

—No, claro que no, pero siento que va más allá y que si se lo dice a su mamá algo saldrá de eso, ella nunca lo discriminaría, pero algo guarda que teme decir. Papá, Tony es acosado en la preparatoria también y… cuando fuimos al karaoke unos tipos se acercaron para hacerlo, ¿por qué no lo dejan en paz? Es grandioso, es dulce, sensible y… le encanta David Bowie, ¿puedes creerlo?

Edward sonrió con los labios apretados y lo abrazó, mientras pensaba en cómo ayudar a ese chico; parecía tan bueno y, en realidad, nadie merecía lo que él estaba pasando. Su instinto de padre protector saltaba con Tony. ¿Dónde estaba su maldito progenitor?

—Solo lo defendí y les di una paliza, pero ya lo habían golpeado.

—¿A Tony? —exclamó Edward, muy furioso.

Asintió.

—Siempre voy a protegerlo, papá.

—Si necesitas algo, lo que sea, incluso si quieres que hable con su madre, lo haré, ¿de acuerdo?

—Sí, papá, gracias.

—Te amo. Eres lo más importante en mi vida.

—Yo también te amo, papá.

.

Jasper se había despertado pensando en lo que había ocurrido con su hermano mayor y mientras aprovechaba de que Ness no estaba presente, lo molestaba sin parar hasta cabrearlo.

—Bueno, hermanito, espero que me tengas preparada una fiesta para hoy, me lo merezco por salvarte el pellejo —dijo mientras se arreglaba el traje.

—¿Adónde quieres que te lleve ahora? ¿Algún lugar para conocer mujeres? —preguntó Edward, mirándolo con la ceja enarcada.

—¡Claro! Te haría bien salir un poco. —Sacó la llave de su coche y abrió la puerta, mientras Edward lo seguía para despedirse.

—¿A qué hora quieres eso? Sabes que luego prefiero dormirme, debo entrenar temprano…

—Relájate un poco, viejo, ¡lo pasaremos bien! Aunque sé que no estás interesado en más mujeres, ya tienes una más que guapa y que se quedó contigo en ese calabozo.

Edward le dio una palmada en la nuca.

—Deja ya.

Su hermano se fue silbando hacia su auto, que estaba estacionado en la acera frente a la casa. Cuando su hermano mayor lo siguió, vio que su vecina abrazaba a su amiga, aquella que la sacó del calabozo.

Bien, no pudo dejar de mirarla porque usaba una bata de seda blanca y…

Mierda.

—¿Qué mierda te pasa…? Oh —exclamó Jasper, sonriendo al ver el escenario.

Pero, mierda… Esa pequeña mujer mayor era…

—Dios mío, líbrame —susurró.

Su personalidad era suficiente para acercarse sin miedo y saludar, no sin antes mirar a esa mujer, que si bien era mayor que él… tenía tanto por lo que degustar.

—Buenos días —exclamó de forma encantadora.

Edward lo seguía, esperando que no dijera alguna estupidez que lo dejara en vergüenza y porque… Carajo, si Isabella se veía hermosa y tan atractiva cuando despertaba.

Las dos mujeres se giraron y sonrieron, aunque Bella no tardó en contemplar a Edward, que siempre se veía atractivo, rudo y… Ah, esos brazos.

—Buenos días —dijeron las dos.

Edward siguió con el saludo y mientras seguía mirando a Isabella, se imaginó llevándola a la cama solo para sacarle esa bata y lamerle todo…

Debía tranquilizarse o acabaría con una erección en medio de todos esos ojos. Sería la vergüenza del día.

—Qué alegría verlas. Debió ser una noche bastante cansadora, ¿no creen? —exclamó Jasper—. Lo del calabozo ha sido entretenido también.

Edward le dio una mala mirada y la única que acabó riendo fue Alice, quien estaba maravillada con la alegría de él. Cuando el emisor de tal broma escuchó la cantarina voz de canario a través de esa risa femenina, simplemente respiró hondo y, tal como acostumbraba, lanzó una bomba que a su hermano lo dejó perplejo.

—Mi hermano estaba pensando en invitarnos esta noche a mi lugar nocturno favorito, ya saben, por las molestias de anoche. Sabemos que él tiene la mayor culpa, tranquila —le dijo a Bella—, es un baboso.

La aludida medio sonrió mientras Edward la miraba, entrecerrando los ojos. Cuando se dieron cuenta de que detrás de ello había un dejo de coqueteo, ambos volcaron su atención hacia los demás.

—¡Eso sería estupendo! Eres muy gentil —declaró Alice, quien miraba de reojo al hermano del aludido—. ¡Me encantaría! Hace tanto que no salgo a un buen lugar, esta mujer me ha dejado a un lado —bromeó, dándole un codazo a su amiga.

Tanto Edward como Bella seguían mirándose, sabiendo, el uno y el otro, que lo frustrado en el coche había hecho explotar lo que habían negado y evadido tajantemente. Aquello fue suficiente para que los dos decidieran ir, porque significaba verse y… divertirse.

—Pues… —comenzaba a decir ella.

—¡Di que sí! —exclamó Alice.

—Está bien —respondió enseguida.

Edward se perdía fácilmente en sus expresiones cuando parecía bajar la guardia o coraza que, al parecer, acostumbraba a tener encima.

—Bien, están invitados —afirmó Edward, por lo que Jasper procedió a palparle el hombro de forma divertida, para luego darle una mirada coqueta a la preciosa mujer llamada Alice Brandon.

.

Isabella había sido obligada por su propio hijo a asistir a su cita con el ginecólogo. Ella, taciturna, se negaba rotundamente a dejar a su hijo a solas, incluso, había pensado en cancelar la salida de esa noche para consolarle y mimarlo, pero Tony le insistió que fuera, pues le había prometido estar bien en casa de sus abuelos, los que siempre lo recibían con el amor más puro, sobre todo porque era el único nieto… al menos el que Bella les dio a pesar de que, por ellos, habrían disfrutado mucho más con, quizás, uno más.

Mientras la psicóloga conducía, asegurándose de estar a buena hora con su médico de cabecera para sus chequeos de rutina, recibió una llamada que la descolocó.

—¡¿James?! —gruñó, viendo su nombre en la pantalla.

Bufó y mientras esperaba que el semáforo cambiara, asesinaba a la persona que estaba haciendo sonar (y molestar) su paz interior.

James era el estúpido, irresponsable y charlatán padre de Tony, con quien había tenido un breve romance de un año de idas y venidas. No solo se arrepintió de haberla dejado por meses cuando se enteró de que estaba embarazada, alegando que no estaba preparado para ser padre, sino que, con frecuencia, olvidaba sus obligaciones como progenitor, después de suplicarle que le perdonara (cuando ella tenía treinta semanas) y Bella respondiera que solo lo haría porque era el padre de su hijo, pero que ella no volvería a estar con él. Ella lo detestaba y solo toleraba su existencia cuando, de pronto, recordaba que Tony existía.

Tenía un buen trabajo, desde luego, pues era un banquero gracias al estúpido de su padre (aun cuando era realmente un estúpido), pero con frecuencia olvidaba darle la manutención a su hijo, asistir a los eventos más importantes que había tenido a lo largo de su vida y, bueno, llamarlo. Tony había dejado de preguntar por él cuando tenía siete años y Bella se encargó de darle todo lo que pudo, desde el momento en que su carrera como psicóloga tuvo un gran crecimiento.

—Sí, claro, voy a contestarte enseguida —dijo con sarcasmo, cortando la llamada.

La última vez que había visto a Tony había sido el año pasado, unas semanas antes de navidad para entregarle su regalo, una consola de último modelo que al adolescente le pareció una estupidez. Él estaba alejado de ese mundo y no lo conocía en realidad, algo que ya había asumido, pues solo le importaba su madre. ¿Y la última llamada o respuesta en redes sociales? Probablemente hacía ya seis meses.

¡Era un lujo de padre!

James siguió insistiendo, pero Bella envió la llamada a bloqueo y se dedicó a tararear para olvidar a ese imbécil de una buena vez.

Llegó a buena hora a su cita con el ginecólogo, con quien había seguido su embarazo hacía ya diecisiete años atrás. Desde entonces, él era el encargado de su salud.

—Bella, ¡qué bueno verte! —exclamó el Dr. Dickinson, invitándola a sentarse.

—Un gusto también para mí.

—Tan responsable como siempre, un ejemplo, ¿eh?

—Pues ya me conoces.

Se sonrieron y de inmediato comenzó con la rutina, dejándole algunos exámenes de rutina y una orden de ecografía mamaria, algo que también hacía con frecuencia por precaución.

—Bien. Desvístete, por favor, y te espero con la bata.

Bella lo hizo en un minuto y se acomodó en la camilla, posicionando las piernas para que el médico pudiera examinarla.

—Perfecto, Bella. Respira hondo, que vamos a examinar.

Ella asintió.

—Ya hemos pasado los quince años del DIU de cobre —le recordó—. ¿Has estado usando métodos de barrera? Sabes que ya cumplió su efectividad.

—Claro que sí. De hecho, creo que es momento de que me lo quite, ha estado molestándome.

—Te dije que ocurriría, pero siempre has sido muy terca.

Los dos se rieron y el médico se preparó con una luz especial, dispuesto a hacer su cometido.

—¿Continúas sexualmente activa?

Ella suspiró.

—Por desgracia.

Ambos volvieron a reírse.

—Aquí lo veo. Vamos a quitarlo. No tardaré.

Bella cerró los ojos unos segundos y sintió una ligera sensación punzante que desapareció enseguida.

—Perfecto. Ya está afuera.

Después de realizar la evaluación rutinaria, Bella se vistió y se sentó frente al médico otra vez.

—Va todo perfecto, como siempre. Solo debemos hablar de los métodos que tendremos que tener ahora que hemos retirado el dispositivo. ¿No piensas en agregar otro tipo de dispositivo intrauterino?

—La verdad no quiero nada más de eso.

—Ya veo. Eso está bien, eres tú quien debe decidirlo, pero te aconsejaría preparar…

—En realidad, quisiera hacerme la ligadura —interrumpió.

El Dr. Dickinson levantó las cejas y asintió.

—Claro, no hay ningún problema, sobre todo porque, dado que tu madre tuvo menopausia precoz, quizá podríamos hacer algo por para al menos dejarte a un lado con los anticonceptivos hormonales.

Su madre, Renée Swan, había tenido su menopausia a los cuarenta y cuatro años, algo que solía no ser común, pero que efectivamente ocurría, en especial en las mujeres de su sangre materna. Era muy probable que ella pasara por lo mismo, algo que ya tenía bastante asumido.

—¿Puede ser a buena fecha? No quiero esperar demasiado, pronto dejaré de ser la mujer fértil de antes.

La risa abundaba en ambos. El Dr. Dickinson era muy amistoso y ya con sus setenta seguía manteniendo la chispa de siempre.

—Podríamos tenerla pronto. Es importante que dejemos eso estipulado para tener una nueva cita en un mes más.

—¡Excelente! —exclamó Bella—. Entonces estaré atenta.

—Recuerda usar el preservativo.

Ella sonrió y negó.

—Claro que sí. ¿Pero esperas que tenga al menos un óvulo funcional con todo el historial familiar y mi edad? Lo tengo claro, descuida, hay enfermedades importantes circulando por ahí.

Luego de volverse a reír, ambos se despidieron y antes de marcharse alistó una cita con el Dr. Dickinson, decidida a hacerlo, ¿para qué esperar? A esta edad los hijos ya estaban descartados.

Vuelta a casa, decidida a descansar un poco antes de ir a esa salida con su amiga, Jasper y Edward, lo que le apretaba el estómago, lanzó las llaves a la fuente, se quitó los tacones y gimió, queriendo darse un buen baño.

No tardó en hacerlo, no sin antes comerse un brownie que tenía guardado en la nevera. Cuando ya preparaba la ducha, sacándose la ropa y abriendo la llave de la regadera, no fue agua lo que cayó, sino un tumulto de cucarachas pequeñas que recorrían la manguera, unas cuantas rebotando en su cuerpo y otras sujetándose de su cabello.

Los gritos pudieron escucharse en todo el vecindario.

Edward estaba preparándose para hacer algo de ejercicio en ese minuto, calentando en el jardín trasero. Tenía la cabeza embotada por Bella, por alguna razón pensaba en ella de una manera asfixiante, porque no quería que así fuera… Hasta que escuchó un grito y ese grito fue imposible de desconocer. Era ella.

Dejó todo a un lado y corrió hacia la puerta trasera, tocando fuertemente mientras preguntaba qué estaba sucediendo.

Al mismo tiempo, mientras Bella luchaba con las cucarachas, que ahora se habían posado en su cuerpo semidesnudo, sobre todo las más grandes, escuchó que Edward llamaba a la puerta. Su desesperación fue tal que bajó los escalones y abrió, al borde del llanto.

—¡Sácame esto, por favor! —chilló, dando saltos desesperados.

Edward abrió los ojos de par en par y rápidamente le sacudió las cucarachas, para luego lanzarlas con el pie hacia afuera de la casa.

—¡Dime que no tengo ninguna más! —insistió ella, sollozando mientras lo abrazaba.

Él la recibió y sintió su llanto desesperado mientras tiritaba.

—No hay más, todas están fuera de la casa.

Suspiró y lo siguió abrazando hasta que se abrazó a su cuello, cerrando fuertemente los ojos.

—No las soporto. ¡Están en todas partes! —chilló—. La regadera…

—Déjame ir a ver.

—No, no, no, no te vayas.

—Tranquila. Volveré pronto.

Ella asintió y Edward, antes de marchar, le puso su camiseta sobre los hombros.

Bella observó cómo él se marchaba y agradeció que estuviera. Y, por primera vez, sintió que su presencia le daba una irrompible seguridad.

.

Era claro. Había llegado justo a tiempo a detectar una fuga proveniente de los conductos de agua, cercanos a una plaga de cucarachas que ya estaba solucionando el asunto. ¿El problema? Se habían atascado con las piedras de sarro que había dentro de la regadera, el peso ya era bastante, por lo que acabaron saliendo expulsados con la fuerza del agua. La sola imagen le hacía sentir asco.

Luego de llamar a la compañía de agua y comprometerse a que no volvería a suceder, Bella pudo respirar más en paz, abrazada a la camiseta de Edward.

Él bajó de las escaleras con el pecho algo engrasado al igual que la piel de sus hombros. Había estado reparando la llave de la ducha y la manguera, asegurándose de que todo estuviera en orden. Bella lo miraba acercarse con el pecho engrasado, el cabello algo sudado y su aspecto varonil.

Apretó las piernas.

—Está todo bajo control —dijo Edward, emitiendo un suspiro.

Ella se encontraba bajo una especie de encanto, recordando todo lo que había hecho por ella. Y con su olor tras la camiseta, impregnando sus deseos, la vibración de todo su cuerpo, pidiéndole su magnetismo.

Bella tembló, no de temor esta vez, sino de deseo. El desespero estaba explotando luego de mucha contención de su parte.

—¿Estás bien? —le preguntó el teniente.

Asintió con seguridad.

—No vuelvas a llorar, todo está en su lugar, ¿bien?

Mientras él hablaba, solo miró sus labios y las manchas de grasa en su camiseta, justo en el pecho.

Todo explotó.

Bella se sostuvo de su cuello y lo besó, a lo que Edward respondió con su boca y su lengua para unirse a ella.

—Creí que…

—Cógeme ya —ordenó Bella.

Él sonrió.

—Solo te quiero disfrutar cada vez que pueda —añadió.

Edward le apretó el culo y volvió a besarla.

—Qué coincidencia. Me importa todo una mierda.

Ella asintió y luego sintió cómo Edward la levantaba, para luego quitarle la toalla.


Buenos días, les traigo un nuevo capítulo de esta historia. Quería avanzar bastante para tener más capítulos para ustedes de forma más rápida, así que espero que desde ahora las cosas bomba lleguen con diferentes explosiones. ¡La situación con Tony y Ness sigue escondiendo algo! Pero ¿qué? El peligro ante la diversidad sigue siendo algo que sucede con frecuencia. Alice y Jasper mueven sus pestañas a favor de un deseo quizá morboso ante lo que los diferencia y a la vez atrae. ¿Y qué tiene que ver aquí James? ¡El padre del año! Ajá... Bella ya ha optado por la cirugía para olvidarse de las hormonas y otros elementos anticonceptivos, pero ¿qué está sucediendo ahora que su salvador de cucarachas la ha pillado con el deseo en las nubes? ¡Cuéntenme qué les ha parecido! Ya saben cómo me gusta leerlas

Agradezco los comentarios de Valevalverde57, melucha76, Cinthyavillalobo, rosy canul 10, cavendano13, Pam Malfoy Black, Iva Angulo, Belli swan dwyer, Franciscab25, piligm, ELLIana 11, Ana karina, LadyRedScarlet, DanitLuna, patymdn, saraipineda44, nikyta, NarMaVeg, AnabellaCS, Santa, calia19, Eli mMsen, jupy, Adriu, ELIZABETH, Makarena L, roberouge, Naara Selene, krisr0405, Liliana Macias, SanBurz, kathlen ayala, luisita, Twilightsecretlove, Elizabethpm, merodeadores 1996, Valentina Paez, miriarvi23, Wenday 14, Lore562, nydiac10, Teresita Mooz, Ady Denice, Gan, Noriitha, joabruno, KRISS95, Veronica, Mentafrescaa, Tata XOXO, morenita88, ari kimi, Mikagiss, E - Chan Cullen, Karensiux, Chiarat, LuAnKa, beakis, PRISGPE, saku - 112, Jocelyn, somas, Li, zzye Masen, Fallen Dark Angel 07, angi marie cullen, Jimena, Angel twilighter, Rero96, natuchis2011b, valem0089, Celina fic, terewee, sool21, diana0426a, Freedom2604, Jade HSos, JMMA, miop, EloRicardes, CCar, claribel cabrera, alejandra1987, DobleRose, Anabelle Canchola, Elizabeth Marie Cullen, Saydiss, Monse FP, Reva4, aliceforever85 y Guest, espero volver a leerlas, cada gracias que ustedes me dan es invaluable para mí, su cariño, su entusiasmo y sus palabras lo son todo, de verdad gracias

Aquí estoy, cumpliendo mis sueños y dándoles todo lo que puedo, ¡las quiero mucho!

Recuerda que si dejas tu review recibirás un adelanto exclusivo del próximo capítulo vía mensaje privado, y si no tienen cuenta, solo deben poner su correo, palabra por palabra separada, de lo contrario no se verá

Pueden unirse a mi grupo de facebook que se llama "Baisers Ardents - Escritora", en donde encontrarán a los personajes, sus atuendos, lugares, encuestas, entre otros, solo deben responder las preguntas y podrán ingresar

Si tienes alguna duda, puedes escribirme a mi correo contacto (arroba) baisersardents (punto) com

Cariños para todas

Baisers!