Disclaimer: Nada de esto me pertenece, la saga crepúsculo es propiedad de Stephenie Meyer y la trama es del webtoon y la novela "La emperatriz divorciada" de Alphatart y con arte de Sumpul, yo solo busco entretener y que más personas conozcan esta historia.


Capítulo 103. Una Condena Silenciosa (2)

Desearía que fueras la reina. No es fácil cuando McKenna intenta apurar las cosas. Qué bueno sería tenerte como la reina del Reino Occidental...

La cabeza del pájaro azul se inclinó mientras se asomaba para leer la carta del Príncipe Edward. De repente estiró sus alas y las agitó. Pensé que estaba lastimado, pero cuando lo miré se veía... enojado, de hecho. Por supuesto que no estaba claro ya que se trataba del rostro de un pájaro, pero al menos para mí se veía de ese modo.

—¿Estás bien?

Lo miré cuidadosamente, y el pájaro retrajo sus alas y de repente se quedó muy quieto.

—Reina es genial, pero tú también lo eres.

– ¿?

—Es casi como si fueras una persona.

– ¡!

—El Príncipe Edward tiene pájaros muy inteligentes.

Ah, espera. Ya no es un príncipe. Sin embargo, me parecía extraño llamarlo Rey Edward ahora.

Toqué el pico del pájaro con mi dedo, pero el pájaro dio un salto hacia atrás, lejos de mi toque.

Es inteligente, pero ciertamente diferente de Reina.

—No te voy a tocar.

Después de sonreír y disculparme con el pájaro, regresé a la carta.

– El día de la coronación no está lejos. Habrá una delegación del Imperio Oriental. ¿Vendrás como jefa de la delegación?

El día de la coronación...

Revisé la fecha en la carta y miré el calendario. No había eventos importantes durante ese momento, y era costumbre que los miembros de la Familia Imperial asistieran a las coronaciones de todas maneras. No obstante, no quería prometer mi asistencia y después ser incapaz de asistir debido a circunstancias imprevistas.

Revisaré mi agenda.

Escribí una respuesta no comprometedora y la até a la pata del pájaro.

—Por favor, entrégale esto.

Reflexivamente levanté mi mano para acariciarlo como hacía con Reina, pero el pájaro azul me esquivó de nuevo. Tímidamente bajé la mano, y el pájaro batió sus alas algunas veces y después salió volando por la ventana. Lo miré hasta perderlo de vista.

¿Cómo se sentiría volver a intercambiar cartas con Edward después de tanto tiempo? Los acontecimientos de los últimos meses volvieron a mí como un sueño confuso. No había pasado mucho desde la llegada de Irina, pero en aquel entonces mis amigos estaban cerca...

Una fría corriente de aire sopló, y me dispuse a cerrar la ventana cuando fui repentinamente interrumpida.

—¡Su Majestad!

Había una conmoción en el salón y me llamaron. Después de indicar que podían entrar, la Condesa Angela y las damas de compañía irrumpieron en la habitación. Todas sus miradas se veían febriles.

—¿Sucedió algo?

Las miré desconcertada, y Jessica hinchó sus fosas nasales.

—¡Alguien puso drogas abortivas en la comida de Irina!

—¿De la Señorita Irina? ¿Estás segura?

—¡Sí! Escuché que el Emperador las reconoció.

No tenía ni idea de cómo lo hizo, pero si esto fuera cierto, no me extraña que las damas vinieran corriendo. El palacio del este debería estar en un alboroto aún mayor.

—¿La Señorita Irina llegó a ingerir algo de la droga?"

No parecía que lo hubiera hecho, pero aun así...

—Esta vez se descubrió con anticipación.

Las palabras de la Condesa Eliza parecían serias.

—¿Esta vez?

—El Emperador llamó al doctor del palacio, y dijo que la Señorita Irina había consumido pequeñas porciones antes.

¿Quién hizo esto? Pensándolo bien, me di cuenta que no había hecho la pregunta más importante.

—¿La Señorita Irina y el bebé se encuentran bien?

—La droga en sí misma le hace muy poco daño a la madre, así que Irina se encuentra bien.

—¿Y el bebé?

De repente se me ocurrió que la persona que envenenó a Irina podría ser alguien de mi entorno. ¿Quién más se beneficiaría de matar a su bebé?

—Supongo que está débil, pero a pesar de todo se encuentra bien.

Me preocupaba que Jasper pensara, '¿si el bebé desaparece, que podría ganar la emperatriz?' Recordé todas las otras veces que Jasper me llamó por cualquier mínima cosa que le sucedía a Irina. No había indicaciones de que esto no se repetiría.

—Su Majestad, ¿le gustaría tomar una taza de té caliente?

—Estoy bien. Solo quiero estar sola...

Después de que la Condesa Angela y las otras damas de compañía dejaron la habitación, me juré a mí misma de que no me dejaría lastimar si Jasper me llamaba de nuevo.

Pero Jasper y yo no hablamos.


No hasta el día en que teníamos que comer juntos.

Jasper no me informó si no quería comer, o no quería verme, o si estaba demasiado ocupado hoy, así que entré al palacio del este a la hora de la cena.

—Informe al Emperador que estoy aquí.

Le di mis instrucciones al sirviente que estaba en la puerta del dormitorio de Jasper y el entró rápidamente.

Sin embargo, cuando salió, su expresión era oscura. ¿Qué estaba sucediendo ahí dentro? El sirviente se me acercó y habló.

—Su... Su Majestad. El Emperador dijo que... bueno, no dijo nada.

El sirviente se notaba avergonzado, y levanté mis cejas.

—¿No dijo nada?

—No.

El sirviente me miró casi como si lo lamentara. No alteró sus palabras, así que debía ser cierto.

—Entra una vez más y dile.

Repetí mi orden, y el sirviente entró en la habitación. Después de algunos momentos, salió de nuevo.

—El Emperador aún no dice nada.

Parecía listo para llorar, y los caballeros apostados en la puerta se miraron entre sí. Entrecerré los ojos mientras miraba la puerta de la habitación de Jasper. De algún modo había estado sufriendo bajo la ilusión de que no me estaba echando la culpa.

Pero ya lo está haciendo.

En vez de discutir conmigo, esta vez iba a darme una condena silenciosa.

Un suspiro escapó de mi boca. ¿Por qué siempre me encontraba culpable de cualquier cosa que tenía que ver con Irina?


—Culpó a la Emperatriz.

El secretario en jefe, el Marqués Karl, apretó el mango de su taza de café, sorprendido. Simplemente estaba ahí para discutir el asunto de la coronación del Rey de Occidente, pero de algún modo la guerra psicológica entre el Emperador y la Emperatriz estalló de nuevo. Hubiera sido mejor hacerlo cara a cara, pero Jasper no quería permitir que la Emperatriz entrara a su habitación...

—El Marqués McCarthy compró las drogas abortivas, pero eso no significa que esté necesariamente conectado a la Emperatriz...

—El Marqués McCarthy es el mejor amigo de Jacob, y Jacob es un hombre muy temperamental. ¿No crees que esté conectado?

—La Emperatriz no recurriría a esto.

—Sí, también soy consciente de eso.

—¿Qué?

—Pero está decidida a rechazar a Irina.

Jasper miró al suelo fríamente.

—La Emperatriz, tan inteligente como es, ¿no sería capaz de imaginar cómo reaccionaría Jacob ante una sola palabra de Irina?

—Yo...

—Ya estoy siendo bastante tolerante conteniéndome de arrastrar a Jacob y torturarlo, ¿no es así?