Disclaimer: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, pero la historia es completamente mía. Está PROHIBIDA su copia, ya sea parcial o total. Di NO al plagio. CONTIENE ESCENAS SEXUALES +18.


Capítulo 28:

Sorpresa sabor a tocino

Por un segundo no supo qué hacer, solo pudo tomarle el pulso y asegurarse de que respiraba. Al menos así era.

Con las manos paralizadas e incapaces, se dedicó a tomar el valor de separarse de su hijo y poner la mente en blanco, llamando al número de emergencia.

—Por favor… ¡Por favor! —chilló en cuanto respondieron—. ¡Necesito una ambulancia urgente! ¡Mi hijo está intoxicado!

Nadie respondía tras el teléfono, solo había silencio, uno tan oscuro que en el instante lloró, desesperada, quebrada y desolada.

—¡Contesten, maldita sea! —vociferó.

Su hijo comenzaba a tornarse azul, sin vida.

—¡Tony! ¡Tony! —gimió, sacudiéndolo con fuerza.

No había respuesta.

—¡Tony!

Levantó el tronco y miró a su alrededor. Estaba en su habitación, con el sol colándose por la ventana. Era un día precioso.

Se llevó la mano al pecho mientras respiraba hondo; su corazón latía con furia y sus mejillas estaban mojadas debido a las lágrimas.

Había sido una pesadilla, una muy cruel. Sentía que la estaban despedazando ante el dolor que sentía. Nunca había sentido algo así en su vida.

—Dios mío —susurró, volviendo a llorar de solo recordar esas imágenes horribles.

Tony...

Corrió los edredones y se levantó. El mundo giraba y giraba.

—Maldita sea —gruñó—. ¡No volveré a beber alcohol en mi vida!

Abrió la puerta y salió corriendo, tropezando con un jarrón costoso que por poco se rompe. Cuando llegó a la habitación de Tony dejó ir un suspiro de alivio pues dormía profundamente en su cama.

El alma le había vuelto al cuerpo.

Caminó con suavidad y sonrió nerviosa. Sentía que comenzaba a hiperventilar.

«Está respirando. Tony está bien», pensó.

Tenía la televisión encendida y Bob Esponja estaba ahí, con sus aventuras junto a Patricio. Era la caricatura favorita de su hijo, en especial cuando era un pequeño niño. Solían verla juntos cuando llegaba de su trabajo, pues Tony la esperaba cada tarde mientras era cuidado por sus abuelos. Se acercó más y notó que se había quedado dormido sosteniendo su bata, sí, igual que cuando era un niño y ella tenía que, nuevamente, trabajar. No contuvo las ganas de acariciar su rostro y cabello, simplemente lo hizo, aliviada de que su hijo estaba aquí, con ella.

De pronto, él abrió sus ojos y se encontró con su madre, que resguardaba su sueño. No había escuchado su llegada, pues se había quedado dormido viendo su caricatura favorita junto a la bata de su madre, reconfortándose como cuando era pequeño. Lo había necesitado, de lo contrario no habría podido dormir. Verla le generó tanta emoción que solo pudo abrazarla y respirar hondo. No había nadie como ella.

—Oye, creo que me extrañaste —dijo su madre, cobijándolo con mucha suavidad.

—Sí, mamá, realmente te extrañé mucho —respondió.

—Pero ya me tienes aquí. Creo que estás recordando cuando eras muy pequeñito, ¿qué ha pasado?

Anthony suspiró.

—Mamá.

—¿Sí?

—¿Tú me querrías de todas las maneras posibles?

Ella frunció el ceño y se alejó un poco para mirarlo.

—¿Cómo preguntas eso? Claro que sí.

—Mamá —continuó—, ¿me querrías aun cuando soy un cobarde?

—No te trates así, ¡eres un chico muy valiente…!

—De verdad, soy muy cobarde.

Bella tragó.

—Pues creo que solo te estás obligando a sentir eso porque estás afectado por tu padre, no tienes que sentirte culpable por no alejarlo, no eres cobarde por permitirle seguir viéndote…

—Hey, no actúes como psicóloga conmigo —la interrumpió, sonriendo en el segundo.

Bella le acarició el cabello.

—Sí, lo siento. Solo… si tienes algo que decirme, hazlo, no voy a juzgarte nunca.

Tony asintió, buscando la forma de no sentir que, si le decía todo lo que había sucedido y lo que tanto temía aceptar de sí mismo, iba a causarle dolor, ira y una insoportable culpa, sí, culpa por hacerle sentir incapaz de generarle la confianza a su hijo. Pero por más que pensaba en ello, recordaba las palabras de su padre y los acontecimientos en casa de sus abuelos paternos, y entonces aparecía ese niño violentado, causándole una fuerte sensación de terror.

«¿Hasta cuándo seré un cobarde?», se preguntó.

—Iré a preparar el desayuno, ven a comer conmigo, te espero abajo —dijo Bella, dándole un beso en la frente.

Antes de marcharse y bajar las escaleras, miró una última vez a su hijo, preguntándose cuándo iba a abrirse con ella, ya lo sabía, podía ver la forma en la que miraba a Ness, pero ¿por qué no confiaba en su madre?, siempre le daba la confianza suficiente para que fuera sincero, pero veía sus ojos tristes, el miedo, el mismo que una vez contempló cuando era un niño, luego de estar en casa de sus abuelos paternos. Las preguntas y dudas ante los escenarios posibles comenzaron a aparecer, sin embargo, prefirió aprovechar a su hijo, buscando olvidar esa terrible pesadilla.

Aún tenía miedo y las piernas le temblaban, era tanto el pavor tras esas imágenes que, en cuanto tragaba, sentía náuseas.

.

Ness estaba en la cama mirando al techo, incapaz de moverse. No dejaba de pensar en Tony. Por más que quisiera sentirse dolido por su actitud, no podía permitírselo, de alguna forma lo entendía y le era imposible culparlo o siquiera alejar sus sentimientos de él.

Se levantó un poco y miró hacia la ventana, la misma que daba a su habitación.

Suspiró.

¿Cómo le decía que se había enamorado de él? A veces temía que, por el miedo, Tony le fuera a romper el corazón. Entonces volvía la valentía, esa necesidad por mostrarle la belleza de ser y amarse, sí, tal cual era.

Toc toc —dijo su padre luego de tocar la puerta—. ¿Qué pasa?

Ness bostezó.

—Solo pensaba.

Edward sonrió.

—He escuchado un suspiro, ¿es que acaso mi hijo está enamorado?

El teniente sacudió el cabello oscuro y verde de su hijo y se sentó a su lado.

—Pasó algo con Tony, ¿no?

Ness se encogió de hombros.

—Vamos, cuéntame —instó su padre.

Para sorpresa de ambos, el adolescente comenzó a llorar, algo infrecuente en él.

—Oye, me estás preocupando —dijo Edward.

Lo abrazó, lo que incrementó el llanto de Ness.

—A veces creo que estoy luchando contra la corriente, papá. Tony tuvo una discusión con el estúpido de su padre…

—¿Ese James? —gruñó el teniente, furioso hasta los huesos.

Ness suspiró y asintió.

—¡¿Qué dijo?! —bramó.

—Papá, no quiero que haya problemas por habértelo comentado —susurró.

Edward tuvo que tragarse el odio que estaba en su garganta. ¿Cómo no olvidar su humanidad y actuar como animal solo con el deseo de hacerlo pedazos…?

Le era imposible no ponerse en el papel de padre cuando se trataba de Tony, no solo porque su hijo tenía interés en él y lo quería, sino, también, porque le alimentaba su instinto paterno.

—Debió lastimarlo más de lo que puedo soportar —dijo finalmente.

—Solo quiero acompañarlo, pero temo que me haga daño —confesó Ness.

Edward lo abrazó con más fuerza, como cuando era un niño.

—¿Piensas que sería capaz de eso?

—Solo tengo miedo, papá.

—Sí, te entiendo perfectamente. —Suspiró—. Pero debes entender. Lo que sufrió producto de esa gente ha, incluso, mermado en la confianza con su madre, la que no me duda que exista, pero los miedos, los traumas y el dolor que genera la sociedad a veces pueden más para algunos que para otros. ¿Recuerdas lo complejo que fue para ti cuando ingresaste a la comunidad escolar.

Ness asintió y apoyó su cara en el pecho de su padre.

—Quiero que sea feliz.

—Lo sé —le respondió al adolescente.

—Estoy enamorándome…

—Yo creo que ya lo estás.

Ambos sonrieron y el teniente le dio un beso en la frente.

—Si sintiera que Tony podría dañarte, no actuaría como ahora.

—Gracias, papá.

Le sacudió el cabello y se marchó, dándole espacio a la intimidad de su hijo.

Cuando se sentó en el sofá y su perro Puntito se acomodó sobre él, pensó también en Isabella, en lo que podría estar pasando, conteniendo las ganas de abrazarla y…

Qué tonterías pensaba.

.

Bella se mordía el labio inferior mientras conducía, intentando entender lo que estaba pasando, sus sueños y… Sí, tenía mucho miedo de haber sido una madre incapaz de incitar a que su hijo abriera su corazón. ¿Había sido dura? ¿Le había faltado cariño? ¿Qué clase de madre era? ¿Qué cosa tan mala había hecho?

Respiró hondo y se negó a culparse, había sido una madre presente, y aunque James había intentado inculcarle que era una mujer negligente con su hijo producto de su vida independiente y darle tiempo a su lado que no involucraba a su hijo, como las charlas terapéuticas de sexualidad. No iba a darle en el gusto al peor padre que pudo darle a Tony porque, además, había pensado en el bienestar de su pequeño (ya no tan pequeño), impidiéndole que la mala relación que tenía con James afectara la relación padre e hijo.

Necesitaba un consejo de una madre más experimentada y esa era Alice. No era que no confiara en su propia mamá, pero ella ya estaba con la cabeza explosiva producto de las discusiones con su padre, por lo que una amiga le venía mejor.

Llamó a su teléfono, sabiendo que a esta altura ya debía estar en casa. La última vez se aseguró de que Jasper la acompañara a su taxi, a eso de las tres de la madrugada y luego de eso le dejó un mensaje de texto confirmando que ya se encontraba en su departamento. Después de unos segundos esperando una respuesta, la línea cortó. No respondía.

«Seguramente está roncando en su cama».

La casa de Alice era un lugar femenino, lo que llamaba la atención de todos los que debían pasar cerca. Tenía una fachada preciosa, moderna y luminosa. A ella le encantaba la jardinería, por lo que no estaba demás decir que el lugar brillaba de colores por las diferentes flores que había.

Bella estacionó mientras llamaba a su móvil, pero seguía sin contestarle. Alice no solía hacer eso, por lo que se asustó y caminó rápidamente y con sigilo, ayudada por sus tenis deportivas. Tocó unas cuantas veces, pero no hubo respuesta. De pronto, el chihuahua de su mejor amiga apareció, tembloroso y chillón, usando su ropa de bebé.

—Así que aquí estás, ¿dónde está Alice? —le preguntó, para luego seguir los pasos del perro.

Él había salido por la puerta trasera, por lo que entró con confianza, algo que ambas acostumbraban a hacer. Dejó su abrigo sobre la mesa de la isla y cuando vio la puerta entreabierta de su habitación, abrió con naturalidad.

—¿Por qué no me contestab…?

Se quedó paralizada en cuanto vio cómo Alice brincaba sobre Jasper. Bella se tapó la cara, muy avergonzada, mientras escuchaba las palabrotas de su mejor amiga y el hermano de Edward, quienes rápidamente parecían buscar la forma de taparse.

—Lo siento, lo siento, lo siento —repetía ella, queriendo arrancar ante tamaña imagen frente a su nariz—. No debí entrar así.

Sin embargo, Jasper ya estaba corriendo para salir de casa y mientras saltaba para ponerse el pantalón, le sonrió con una mueca avergonzada.

—Buenas…

—Tardes —añadió Bella.

—Buenas tardes, sí, eso. Tengo que irme.

Tal como imaginaba, salió disparado como un cohete, desapareciendo de la vista de ambas.

—Puedo explicarlo —dijo Alice, roja como un tomate.

.

—Ya te dije que no debes decirme nada, yo he sido una entrometida —exclamó Bella, viendo cómo su mejor amiga ponía una taza de café para ella.

—Es que… —Suspiró, nuevamente ruborizada—. Este no era el plan, ¡ese chico es…!

—Es un adulto.

—¡Ya sé! Pero no era el plan de anoche. Las cosas se salieron de control y simplemente no lo vi venir.

Bella, que estaba bebiendo del café, por poco escupe todo en la cara de Alice.

—Querida amiga, por favor, te morías por cogerlo de las bolas y devorarlo como las bestias.

La interpelada se puso las manos en el rostro.

—No volverá a suceder, fue una locura y nada más.

—Deberías dejar que las cosas sigan su flujo y tú vivir la vida sin prejuicios —aconsejó Bella—. Sé que tienes miedo por tu hijo, la edad y porque acostumbras a seguir rumbos marcados que nunca has podido desalinear producto de un castigo auto impuesto al haber aplazado la universidad por ser madre joven, pero eso no significa que tengas que ajustarte a la moralidad idiota que te dice que no puedes disfrutar de un hombre dieciséis o diecisiete años más joven que tú. De hecho, lo encuentro muy atractivo.

—Tú y tu incapacidad de dejar de ser la psicóloga de mi vida. —Alice rio y bebió un trago de su café—. No sé qué pasó, no estuvo en mis planes…

—Hay cosas que nadie planea, pero suceden, Alice. Ya sabes lo maravilloso que es el sexo cuando saben lo que hacen contigo, en especial al sentirnos tan seguras con nosotras mismas.

—Es real. —Se mordió el labio inferior—. No sabes cuánto me ha gustado con ese chico.

—Tal parece que llevas más de un polvo desde la madrugada.

—Exacto.

Ambas acabaron riéndose.

—Pero solo será esta vez, lo prometo.

—Alice…

—Lo sé, pero no quiero causar estragos en la relación con mi hijo, llega la próxima semana y quiero que todo esté en orden.

—No se trata de tener una relación, solo disfruta.

La mujer suspiró.

—Prefiero guardarlo como un buen recuerdo.

—¿Y qué tal es?

Alice sintió la punzada de entusiasmo en la base de la espalda.

—La leche fresca es más sabrosa —respondió.

Bella rio nuevamente, pero para su mejor amiga no pasó desapercibido el brillo triste en sus ojos.

—Pues dime qué sucede, te conozco bien.

La interpelada suspiró.

Alice siempre tenía un buen consejo, era una madre ya experimentada (aunque nunca se aprendía a serlo en su totalidad), pero, al menos, su hijo ya era un adulto que se valía por sí solo, mientras Tony aún parecía ser su polluelo.

—Tony —musitó en respuesta.

Le contó desde el sueño a aquella despedida, antes de que saliera de casa. Su amiga asentía y luego la abrazó, comprendiéndola de alguna manera.

—¿Sabes si alguien le ha hecho daño? —preguntó, asustándola.

—¿Daño? ¿Te refieres a…?

—No lo sé, algo más allá que bromas crueles en la escuela.

Bella arrugó la servilleta de papel, ansiosa y aterrada ante la idea.

—Debe tener mucho miedo. ¿Crees que te lo oculta por falta de confianza?, personalmente pienso que no es así. ¿Recuerdas cuando era muy pequeño y me comentaste lo que pensabas? —Isabella asintió—. Pues nunca dejaste que eso significara una diferencia entre ustedes y su identidad. No te sientas culpable. —Alice acarició sus hombros para confortarla—. Debes intentar indagar, no me parece normal, algo lo atormenta y no le permite ser libre.

—Quizá se trata de la preparatoria. Él insiste en que está todo bien, que solo es tímido, pero no soy tonta, menos ahora que puedo observarlo todo y… —De pronto, se quedó unos momentos petrificada—. James.

—Diablos. ¿Crees que le hizo algo?

Se encogió de hombros mientras temblaba de cólera.

—Puede ser una posibilidad.

—Debes estar calmada y seguir acercándote a él, Tony te ama y pronto se abrirá contigo, sabes perfectamente lo difícil que es.

Bella asintió y entre la desesperación y la rabia, la abrazó mientras rompía en llanto.

—Oye, qué sensible estás, como cuando estabas embarazada —susurró Alice, acariciando su espalda—. Ten cuidado, no te precipites, pero en cuanto puedas descubre qué sucede o sucedió, y si necesitas asesoría o una bandida dispuesta a enseñar los dientes por ese pequeño que tanto adoro, pues aquí estoy.

Ambas sonrieron y siguieron charlando, esta vez de cosas banales para calmar el ambiente y las cosas que estaban ocurriendo en sus vidas.

.

Tony respiró hondo y se ajustó el abrigo que una vez le compró su madre; era púrpura y tenía dibujos amarillos. Nunca se había atrevido a usarla.

—Es momento —susurró.

Si bien la ropa no era razón alguna para demostrar su orientación sexual (y si lo fuera, no tenía nada de malo), siempre temía ser el centro de atención, sobre todo si se trataba de escuchar palabras hirientes respecto a su identidad, que ya estaba deteriorada por la marginación y su necesidad por ocultarse tras la oscuridad y ser lo menos reconocible ante los demás. Sin embargo, hoy sentía que debía dar un paso más y liberarse de una de las ataduras: su miedo a "ser".

Mientras terminaba por ponerse la piocha del conocido rayo de Bowie, un regalo que le había hecho Ness, a quien extrañaba y esperaba ver para pedirle perdón, escuchó unas fuertes náuseas provenientes de la primera planta de la casa.

—¿Mamá? —exclamó, colgándose la mochila.

Se guio por las fuertes arcadas y la descubrió sosteniéndose de la isla de la cocina mientras se tapaba la nariz y la boca.

—¿Qué pasa? ¿Te sientes mal? —preguntó el adolescente.

—Solo… —Respiró hondo—. Hay un olor horrible. ¿Dejaste algo en la nevera? Creo que se descompuso.

Tony olió, intentando identificarlo, pero solo sintió el aroma del tocino que todos los días preparaban.

—Creo que puede ser el tocino —dijo, levantando la sartén para oler de cerca.

Bella volvió a sufrir una arcada.

—Bota eso, ¡está asqueroso!

Tony vio cómo su madre se tornaba amarilla, por lo que botó todo sin dudar. Sin embargo, el único olor diferente que pudo identificar fue la sazón de la salsa de barbacoa que le había agregado.

—Dios santo, sentía que iba a vomitar.

—¿Quieres tomar agua? ¿Prefieres que te prepare algo mientras te acomodas? Quizá te enfermaste del estómago…

—No, cariño, descuida, se me pasará, solo me ha tomado por sorpresa ese olor tan asqueroso. —Respiró hondo y miró el reloj—. Y creo que nos hemos atrasado para ir a la preparatoria. No tomaste desayuno.

—Descuida, mamá, si quieres… puedo acompañarte a tu oficina durante el receso y comemos juntos.

Bella se sintió emocionada al escucharlo y fue el aliciente perfecto para abrazarlo.

—Me hace muy feliz la idea. ¿Irás en bicicleta?

Tony negó.

—Podemos irnos juntos.

Ella se quedó unos segundos mirándolo, muy sorprendida, pero contenta de escucharlo.

—Pues vamos.

.

Sentía el estómago revuelto cada vez que recordaba el aroma de ese tocino rebozado, lo tenía impregnado en la nariz.

Suspiró.

Aún no venía alguien a la oficina a recibir consejería, lo que la tenía triste y frustrada. Hoy tampoco podía controlar sus emociones. Oh, y qué débil sentía el cuerpo.

—A este paso acabaré siendo despedida hasta de esta mierda —gruñó, poniendo la frente en el escritorio.

De pronto, su vientre rugió de unos deseos incontrolables por chocolate, lo que era esperable, ya que no había tomado desayuno. Tomó la llave y salió de la oficina, cabizbaja y de mal humor. No, no era un buen día. Sus tacones generaban un eco en los pasillos de la preparatoria, llamando la atención de varios profesores y miembros del lugar, la mayoría admirando su belleza. No obstante, ella era incapaz de notarlo, pues se sentía muy débil.

Edward se había tomado un descanso para tomar agua, mientras el grupo de deportes practicaba sus lagartijas, sudando de la cabeza a los pies.

Más allá estaba el entrenador Newton, el soberbio líder del equipo de fútbol americano más temido del estado. Miraba a Edward con una ceja enarcada, soberbio y fanfarrón, mientras pensaba en cómo ese tonto creía que podía atribuirse la atención de los demás. ¿Lo peor? Su hijo, ese extraño afeminado que había golpeado a su hijo Mike.

El teniente dio cuenta de la atención que tenía el entrenador sobre él, como también de cuánto lo odiaba. Levantó su botella de agua y le sonrió de forma burlona.

De pronto escuchó los tacones inconfundibles, los mismos que había mantenido fuera de sus pensamientos por estos días para el bien de su salud mental. Se asomó con rapidez hasta que la encontró, atravesando los pasillos para acercarse a una máquina expendedora. Él iba a dar un paso adelante para asustarla, sin embargo sus planes se frustraron en cuanto vio cómo las piernas de su histérica y guapa vecina se doblaban, amenazando con caer al suelo.

—¡Bella! —gritó.


Buenos días, les traigo un nuevo capítulo de esta historia, mil disculpas por la demora, si bien podría haberme apurado en hacerlo todo en estos tiempos de mucho trabajo, creo que no entregaría algo como corresponde. ¿Qué les ha parecido el rumbo que llevaron los sueños de Bella? Lo sé, las asusté, pero no quería que la historia tomara ese rumbo, dado que es de humor y quiero que sea ligera, pero que a la vez toque las cosas como son, a Tony se le está abriendo un mundo nuevo y está creando la valentía para ser franco con su madre, quien, además, parece sentirse un poco... ¿qué creen? ¡Cuéntenme qué les ha parecido! Ya saben cómo me gusta leerlas

Agradezco los comentarios de Tocayaloquis, JOCPS, ari kimi, luisita, Valentina Paez, somas, AndreaSL, terewee, elitabonitag, Fleur 50, nydiac10, sool21, kate mora, angi Marie cullen, DobleRose, miop, calia19, JMMA, Charat, LuAnKa, AnabellaCS, Belli swan dwyer, Adriu, Karensiux, Coni Salinas Rios, Veronica, Berenice Vargas, Iva Angulo, jupy, beakis, Angelus285, Naara Selene, kathlen Ayala, Makarena L, NarMaVeg, dery05, Eli mMsen, Elizabethpm, KRISS95, Fallen Dark Angel 07, Lizzye Masen, Nicole19961, natuchis2011b, Chica Dixon, Angel twilighter, MariaL8, Rero96, CCar, Jimena, valem0089, TeresitaMooz, Jade HSos, Jocelyn, Celina fic, rosycanul10, DanitLuna, Wenday 14, morenita88, Gan, marlene28, ELLIana11, seiriscarvajal, Ana Karina, ElizabhelSwan23, LadyRedScarlet, nikyta, Liliana Macias, Shingami Cullen Grey Darcy, joabruno. Pam Malfoy Black, cae¿vendano13, SanBurz, paramoreandmore, almacullenmasen, Valevalverde57, Veronica, Noriitha, Seguidorade Chile, Ady denice, fancicullen, Tata XOXO, Lore562, Johanna Maribel 14, saraipineda44, Alyssa14, patymdn, Cinthyavillalobo, miriarvi23, danielascars, merodeadores1996, Twolightsecretlove, piligm, Mcph, Santa, ELIZABETH, LinaLopez y Guest, espero volver a leerlas, cada gracias que ustedes me dan es invaluable para mí, su cariño, su entusiasmo y sus palabras lo son todo, de verdad gracias

Aquí estoy, cumpliendo mis sueños y dándoles todo lo que puedo, ¡las quiero mucho!

Recuerda que si dejas tu review recibirás un adelanto exclusivo del próximo capítulo vía mensaje privado, y si no tienen cuenta, solo deben poner su correo, palabra por palabra separada, de lo contrario no se verá

Pueden unirse a mi grupo de facebook que se llama "Baisers Ardents - Escritora", en donde encontrarán a los personajes, sus atuendos, lugares, encuestas, entre otros, solo deben responder las preguntas y podrán ingresar

Si tienes alguna duda, puedes escribirme a mi correo contacto (arroba) baisersardents (punto) com

Cariños para todas

Baisers!