Disclaimer: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, pero la historia es completamente mía. Está PROHIBIDA su copia, ya sea parcial o total. Di NO al plagio. CONTIENE ESCENAS SEXUALES +18.
Capítulo 35:
Es mío
Isabella estaba bastante perpleja, no podía reaccionar, pues únicamente veía las acciones de Edward con Lindsay.
Quiso deshacerse de la sensación inescrupulosa que le calaba los huesos. Sentía que se estaba adueñando de él. No tardó en darse cuenta de que era imposible.
—¿Está disponible? —preguntó la docente—. Si desea puedo venir en otro momento…
—No, descuide, estoy libre —le aclaró.
Una vez que la persona entró a la oficina, Bella miró hacia ellos, que ahora reían a carcajadas, envuelta en una rabia desesperante.
—Cuénteme, ¿qué necesita? —exclamó, cerrando la puerta y luego acomodándose en la silla.
—Creo que me gustan las mujeres —le comentó ella, soltándolo todo de raíz.
Enseguida se posicionó como terapeuta y asintió, centrando toda su atención en la docente, que parecía muy lábil y desorientada.
.
Edward estaba callado y muy pensativo, tanto así que olvidó que estaba terminando la clase de ejercicios con los adolescentes inscritos de la preparatoria. Esta vez ni siquiera notó que las chicas habían dejado de usar sujetador para impresionar al teniente Cullen, al menos para persuadirles a ponerse algo menos "revelador".
—Señor Cullen —llamó una de las chicas, a la que parecía haberla conocido en algún momento—. ¿Puede ayudarme con el último ciclo?
—A mí también —dijo otra, parándose detrás de la primera adolescente.
Fue ahí que vio la exuberancia y miró inmediatamente hacia el horizonte.
No estaba interesado en mirar adolescentes que podrían ser sus hijas, ¡ni en sueños!
—Pueden practicar en casa, ya se está haciendo tarde —mintió, buscando su reloj, pero luego recordó que no usaba relojes.
Carraspeó.
—Ya pueden ir al receso, la sesión ha terminado —anunció.
No era novedad escuchar los suspiros de decepción cada vez que terminaba sus clases.
—Usted es el hermano mayor de Rosalie, ¿cierto? —le preguntaron.
Varias se habían unido a la duda, aunque ya sabían perfectamente la respuesta. Pero ¿cómo negarse a acercarse al señor Cullen? Era el único recurso de los adolescentes.
—Sí. Ya se va haciendo tarde —insistió—, tienen que…
—¡Señor Cullen! —le gritó una mujer.
Se dio la vuelta, sintiéndose salvaguardado por ella. ¿Cómo no, si lo había salvado de la estampida de hormonas descontroladas?
Era la enfermera de la preparatoria, Lindsay.
—¡Hola! —exclamó en respuesta—. Con permiso.
Fue la mejor excusa para marcharse y correr por su vida.
—Veo que han estado acosándolo bastante —le dijo ella entre risas.
Miraba al resto de adolescentes con la ceja enarcada mientras mantenía los brazos cruzados.
La enfermera Lindsay era una chica de treinta y tres años, de cabello negro, piel blanca y ojos verdes. Decir que era guapa era quedarse cortos.
—Gracias por salvarme de la muchedumbre —respondió.
Ambos se rieron ante la situación.
Edward se acomodó en el umbral de la puerta de entrada, cerca del pasillo principal, mostrando sus atributos sin percatarse de ello.
Lindsay miró y sonrió, sin querer decirle que los adolescentes se sentían atraídos por él por obvias razones.
—No pude evitarlo, se veía muy incómodo.
—Dime Edward, me haces sentir viejo llamándome "señor".
—Oh, no, no es mi intención. Entonces también puedes llamarme Lindsay.
—Un gusto.
Edward le tendió la mano y ella se la apretó con timidez.
—Supe que eres teniente. Imagino que preferiste el combate.
—En realidad, más que el combate, lo que me gusta es ser médico de guerra y catástrofe, lo que suena un poco mal, pero la ayuda humanitaria militar me resultaba muy agradable en esos años, quizá más importante y satisfactoria.
—Suena como si ya no quisieras ser parte de eso.
—Así es. La idea de volver me resulta angustiante. No quisieras ver lo mismo que yo.
Ella asintió.
—De alguna forma, me recuerda a lo que viví como enfermera en servicio de cuidados críticos e intensivos; resulta muy difícil ser parte de eso.
—Tenemos más en común de lo que pensé —le respondió él.
Ambos sonrieron.
El teléfono de Edward sonó y por un segundo pensó que podía tratarse de Isabella, lo que le hizo sentir entusiasta. Cuando notó el tipo de emoción que había brotado, intentó erradicarla enseguida.
Sin embargo, en la pantalla salía el nombre de su madre.
—Mamá —dijo, alejándose de Lindsay mientras se despedía con un gesto.
—¿Solo así vas a saludarme? ¡No me has llamado en días! ¡Ingrato!
Edward puso los ojos en blanco.
—Ya, es que he estado con mucho que hacer.
—¿Y así te olvidas de tus padres?
—Mamá, sabes que nunca haría eso.
La escuchó suspirar.
—Quiero verte, desde que has vuelto a tiempo completo lo que más deseo es tenerte aquí. Tu padre siempre me está preguntando cuándo vas a invitarnos a pasar un rato, él también te ha extrañado, sobre todo cuando lo invitabas a correr.
Al escucharla recordó lo que significaba tener un hijo y, al mismo tiempo, ser padre.
Si bien, pasar con Ness y criarlo lo hacía feliz, había pasado mucho desde que no recordaba la emoción de esperar a uno que venía en camino. Se preguntó qué iban a decir ellos al saber que tendrían otro nieto.
Claro que extrañaba a sus padres.
—¿Sabes? Pensaba que podrían venir junto a Rosalie a cenar esta noche, quizá también Jasper, aunque siempre está ocupado jugueteando con alguien.
Esme Cullen rio.
—¿De verdad? —preguntó.
—Claro que sí.
—¡Eso es perfecto! Le diré a tu padre. ¿Estará Ness?
—Probablemente después de un rato, está con su amigo…
—Tony. Deberías invitarlos, a él y a su madre; me encantaría. Rosalie me comentó que ella es la terapeuta de la preparatoria y que ha estado ayudándola debido al estrés de la entrada a la universidad.
Él levantó las cejas y miró hacia el fondo del pasillo, lugar del que salía Isabella con una de las profesoras de la escuela.
Aprovechó de contemplarla desde su distancia, deteniéndose en cada detalle de su falda negra, los tacones del mismo color y la blusa crema, ajustada a su cuerpo.
—Una asesina —dijo entre dientes.
Claro que lo era; iba a matarlo con esa manera de andar. Lo volvía loco.
Isabella no estaba al tanto de que Edward venía caminando hacia ella, menos aun cuando se le acercó Rosalie de manera ansiosa.
—Señorita Swan —exclamó, exhausta de correr.
—¿Qué ocurre? —inquirió la psicóloga, muy preocupada.
—Mi exnovio no me deja en paz. Creo que quiere saber de mi bebé, ¡pero me está amenazando!
Bella tragó y de la sola impresión comenzó a marearse y a tocarse el vientre. Rosalie la vio y frunció el ceño.
—Tranquila, voy a cuidarte, ¿de acuerdo? Podemos decirle a tu hermano, ¿de acuerdo…?
—¿Qué tienen que decirme? —preguntó el aludido, tomándolas por sorpresa.
Rose, que a veces se comportaba como una niña, comenzó a llorar y a buscar refugio en la psicóloga.
—Vamos a la oficina —instó ella.
Cuando Edward cerró la puerta, las dos mujeres se quedaron en silencio.
—Tienes que contarle todo a tu hermano, Rose, él puede ayudarte mientras te preparas para contarle a tus padres, ¿de acuerdo?
—¿Qué debes decirme? —insistió Edward—. ¡Por Dios, Rosalie!
—¡No le grites! —lo regañó la psicóloga.
—¡El papá de mi bebé me está acosando! —espetó la adolescente, abrazada a ella misma.
El teniente frunció el ceño.
—¿Quién es él? —preguntó, porque a juzgar por la mirada de su hermana menor, algo intentaba ocultar de aquel tipo.
La chica se limpió las lágrimas y respiró hondo.
—Es Paul —respondió.
Edward se puso rojo de rabia.
—¡¿Qué?!
—Lo siento, lo siento, lo siento…
—¿Qué ocurre? —inquirió Bella.
—¡Ese tipejo…! Carajo.
La exasperación en el teniente era palpable, tanto que intimidaba.
—¿Cómo se acercó a ti?
Rosalie continuó llorando.
—Es que iba continuamente a la tienda de mascotas y como es amigo de papá siempre lo veía, y yo soy tan tonta que me dejé llevar. Lo siento mucho.
—Paul es un imbécil que suele ayudar a mis padres en la tienda de mascotas, se encarga de distribuir productos a medio tiempo, siempre lo he odiado por ser el perfecto asqueroso que se acerca a todas las mujeres que puede, pero esta vez ha llegado a un límite —contó Edward al ver a Bella tan desconectada de lo que estaba sucediendo.
—Lo siento, ¡lo siento! —insistía Rosalie.
Él tragó y se agachó para estar frente a su hermana y le tomó las manos.
—No tienes nada que sentir, el adulto es él, tú sólo eres una niña.
Edward la abrazó y ella, en respuesta, sólo pudo continuar llorando.
—Ella necesita contención, no debe ser fácil, por favor, no actúes de manera impulsiva, eso únicamente le hará mal a Rose —aconsejó la psicóloga mientras le acariciaba el cabello a la chica.
Él, poco a poco, comenzó a calmarse.
—Cuando vuelva a molestarte dímelo, ¿sí? Él y yo tenemos algo pendiente y no puedo quedarme de brazos cruzados ante el delito que ha cometido. Y que ni se le ocurra acercarse a mi sobrino o lo moleré a golpes.
Luego de calmar a Rosalie, Bella le dio un poco de agua y le recordó que debía asistir a clase. La chica, que necesitaba distraerse, prefirió volver, no sin antes pedirles a ambos que la esperaran a la salida.
—Claro que sí —respondió Bella.
Le dio un último abrazo a su hermano y finalmente se marchó, dejándolos a ambos a solas.
Isabella, que intentaba ignorar la presencia del teniente, se sentó en su silla y comenzó a tipear algunas cosas en su laptop.
—¿Se te ha perdido algo? —le preguntó al ver que sólo la miraba.
—Vaya, estás agresiva hoy.
—Y tú pareces estar conquistando corazones por doquier —lanzó de forma abrupta.
Edward enarcó una ceja y se sentó frente a ella.
—¿De qué hablas?
—Déjalo ya.
—No voy a dejarlo.
—Pues te quedarás con las dudas, no me interesa continuar hablando contigo.
Vale, no podía controlarse. ¡Ni siquiera sabía por qué estaba actuando así! O bueno, en realidad no quería asumir la razón.
—Si crees que así vas a ahuyentarme, te comento que no.
—Estoy trabajando.
—Vaya, continuarás así.
—Creí que estabas muy ocupado. ¿Se te ha perdido algo en la enfermería? O es que definitivamente te has enfermado, aunque te veo bastante bien.
Edward sonrió, incrédulo.
¿De verdad estaba preguntando eso?
Oh. Ya sabía por qué.
—¿Me viste con Lindsay?
—Lindsay. Ja.
—La enfermera.
—Sí, lo sé.
Él se apoyó en el escritorio para estar más cerca.
—¿Qué sucede contigo?
Edward no podía creer lo que estaba suponiendo.
—No quiero calentar mi cabeza con suposiciones, menos con todo lo que ha pasado —aseguró el teniente.
—Voy a marcharme. Tony sabe que estaré en casa para cuando salga —le comentó Isabella, tomando sus cosas para irse.
—Vaya, ¿es por Lindsay?
Bella dejó lo que hacía y se enfrentó a sus ojos.
—En absoluto —mintió.
—¿Es acaso el embarazo el que te tiene así? —inquirió el teniente.
Se acercó lentamente a ella y le sujetó la cintura.
No podía controlarse.
—No, sólo estoy siendo testigo de que el padre de mi hijo está más interesado en ella…
—Eso no es verdad —interrumpió Edward, sosteniéndola con poderío—. Y sé que es por Lindsay, lo que no tiene sentido. Sabes que estoy pendiente de nuestro hijo.
Bella puso mala cara.
—Estoy seguro de que puedo quitarte esa cara, que sólo nace de cosas sin sentido.
La psicóloga iba a preguntar a qué se refería, pero la interrumpió el beso apasionado que le dio Edward, llevado por sus deseos más primitivos. Ella, que estaba envuelta en el remolino de emociones y sensaciones, se dejó llevar de forma automática.
—¿Estás embarazada? —preguntó Rosalie, interrumpiéndolos—. Edward, ¿tendré un sobrino?
Buenas tardes, les traigo un nuevo capítulo de esta historia. ¿Qué creen que está sucediendo? ¡Las noticias volarán pronto! No se imaginan lo que viene. ¡Cuéntenme qué les ha parecido! Ya saben cómo me gusta leerlas
Agradezco los comentarios de Valevalverde57, Marbelli, francicullen, Cinthyavillalobo, Elizabethpm, LadyRedScarlet, patymdn, Belli swan dwyer, MariaL8, Adriu, Maribel 1925, Tata XOXO, Beatriz06, maries24, Santa, indii93, Twilightsecretlove, miriarvi23. JOCPS, saraipineda44, Ady denice, Eli mMsen, Noriitha, Pam Malfoy Black, Valentina Paez, NaNYs SANZ, 4ever vivi, cavendano13, piligm, MakarenaL, Lore562, Echan Cullen, somas, ELLI11 Ox, Melucha76, Liliana Macias, paramoreandmore, Jocelyn, Jimena, NarMaVeg, Laliscg, Wenday 14, JELI, morenita88, valem0089, roberouge, latuacantante, Naara Selene, ari Kimi, Dlobe Rose, maria2678, jupy, joabruno, angi Marie cullen, beakis, Gabby352, Yesenia tovar 17, Celina fic, Jade HSos, natuchis 2011b, merodeadores1996, Gan, Clatyflynn98, Elizabeth Marie Cullen, Rero96, SeguidoradeChile, TeresitaMooz, nydiac10, Karensiux, Lizzye Masen, Iva Angulo, AnabellaCS, LuAnKa, Veronica, AndreaSL, Paula, Ana Karina, Angel Twilighter, Toy Princes, PRISGPE, ELIZABETH, Mentafrescaa, Lauguilln y Guest, espero volver a leerlas, cada gracias que ustedes me dan es invaluable para mí, su cariño, su entusiasmo y sus palabras lo son todo, de verdad gracias
Aquí estoy, cumpliendo mis sueños y dándoles todo lo que puedo, ¡las quiero mucho!
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