Disclaimer: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, pero la historia es completamente mía. Está PROHIBIDA su copia, ya sea parcial o total. Di NO al plagio. CONTIENE ESCENAS SEXUALES 18.


Capítulo 36:

Lazos

Los adultos se separaron de forma abrupta al escuchar la voz de ella, quien había sido testigo de más de lo que pensaban.

Rosalie los contemplaba, preguntándose qué estaba sucediendo realmente. Todo parecía muy confuso, excepto porque estaba segura de que había escuchado que Edward estaba esperando un hijo con Bella.

—¡Rose! ¡Pensé que te habías ido! —exclamó el teniente, sin saber qué más decir.

—Pues es evidente que no —respondió ella, poniendo los ojos en blanco—. Ahora dímelo, ¿tendré un sobrino?

Tanto Edward como Bella se miraron, incapaces de negar algo tan obvio.

—Es algo difícil de explicar, precisamente porque no era la idea que tú te enteraras de esta manera —añadió Isabella, separándose del teniente—. Pero sí, estoy embarazada, algo que no planeaba, claro está. —Suspiró—. Edward y yo…

—Son novios, ¿no? —interrumpió Rosalie, ansiosa por saberlo todo.

—No —dijeron al unísono.

La rubia chica levantó las cejas.

Lo había entendido todo.

—Ya veo, sí que se han comportado como adolescentes.

Edward respiró hondo, sabiendo que su hermana tenía razón.

—¡No puedo creerlo! ¡Nuestros hijos nacerán prácticamente juntos! —chilló ella, sonriendo de manera genuina.

No la habían visto así desde que se había enfrentado a su embarazo precoz.

—Ahora me siento mucho más tranquila —añadió, acercándose a Bella para tomarle las manos—. Me siento muy feliz, aunque no sé qué es lo que han tenido ustedes dos.

Los dos adultos se miraron y luego dejaron de hacerlo, orgullosos y avergonzados a la vez.

—Gracias, Rose —dijo la psicóloga, dándole un abrazo.

—Espero que esto no impida que pueda seguir aconsejándome…

—No, claro que no, eso nunca. De hecho, podrás tener una buena excusa para pasar el rato conmigo.

Las dos continuaron sonriendo.

—¿Lo ves? Siempre se puede seguir riendo y disfrutando.

La chica suspiró y se acercó a su hermano.

—Me has dado una de las mejores noticias que pude recibir, ya que, como es obvio, no pude disfrutar de la noticia de mi primer sobrino porque tenía unos meses de nacida —aclaró, poniendo las manos en el pecho de él—. Estoy muy feliz, realmente agradezco que aproveches que todavía te funciona el cuerpo para atraer a una mujer tan bonita como Bella, en serio.

Bella soltó una carcajada, mientras Edward fruncía el ceño y las miraba a ambas de manera reprobatoria.

—Gracias por tus buenos deseos, Rose, ya ves cómo me siento al saber que tendré un sobrino —le susurró él mientras la abrazaba.

La chica ya se sentía más relajada y acompañada, lo que mejoraba con creces al imaginarse a su hijo con su primo. Sencillamente, olvidaba todo lo que la había estado aquejando las últimas semanas.

—Y no se molesten en explicarme lo que sea que estuvo pasando entre ustedes porque no quiero siquiera imaginármelo. Vaya, sí que están locos. ¿Es que acaso seguirán…?

—No, es algo… que ya sucedió —interrumpió Bella.

Edward enarcó una ceja y se mantuvo mirándola.

—Claro —agregó Rosalie, sabiendo que aquello era mentira.

No iba a meterse en esas cosas raras.

—Bueno, ve a terminar la clase, que invité a papá y mamá a comer, así que vienes con nosotros —le aclaró su hermano.

—Oh, ¡claro! ¡Bella! —Se acercó a ella, tomándole la mano para atraerla—. Dime que vendrás, ¡di que sí!

La implicada se sorprendió y no supo qué decir.

—Ya eres de la familia —insistió Rose al notar su silencio.

—No veo lo malo, le has encantado a mis padres —añadió el teniente.

—Bien, será sólo un rato —respondió Bella.

La adolescente estaba feliz, pues sentía en la psicóloga un apoyo inmenso que no había logrado recibir hacía mucho tiempo. Amaba a su familia como a nadie, pero con ella percibía una confianza diferente.

Finalmente, los dos adultos quedaron a solas, sumidos en la profundidad del silencio cómplice y a la vez cargado de negación.

—Esto es tu culpa —acusó Bella.

—¡¿Qué?! ¿Y yo por qué? —refunfuñó el teniente.

—¿Sabes qué? Tengo que actualizar la información de mis pacientes y ya me estás molestando. Estoy mareada y tengo náuseas, y es tu culpa.

Edward bufó, malhumorado.

—Te recuerdo que estabas muy entusiasta por besarme.

—Pues bésame el culo —le respondió Bella.

—Ya lo he hecho y vaya que te ha gustado —jugueteó él, para después correr hasta la puerta antes de que le llegara un tacón en la cabeza—. Te veo en la cena.

—¡Sólo iré por tu hermana! —aclaró antes de que éste cerrara la puerta.

Bella se sentó en su silla con los brazos cruzados, molesta hasta la médula de sólo recordar cómo estaba riendo con esa Lindsay.

—Méndigo baboso —susurró antes de continuar con su trabajo.

.

Tony y Ness estaban subiendo a sus bicicletas para ir un rato a hacer un paseo, influidos por el encantamiento del amor, pero fueron frenados por la presencia del líder de los jugadores de baloncesto, que ya estaban con su sonrisa bobalicona.

—Hey, Swan —exclamó el tonto de Alec, mientras los otros dos amigos sonreían detrás de él.

—¿Qué quieres ahora? —preguntó Ness de forma suficiente—. ¿Quieres preguntarme cómo sigue el entrenamiento para entrar al equipo?

Los tres brabucones se rieron de forma burlesca.

—No sé cuál es tu afán por ser parte del equipo, marica, sólo darás vergüenza el día de la elección.

—Vaya, qué original. ¿Marica? Pues soy felizmente marica y tendrás que soportarlo.

Tony se mantenía en silencio, sintiéndose impotente por no ser capaz de enfrentar a Alec y su grupete de amigos. Habían pasado tanto tiempo hostigándolo, que ya no encontraba manera de defenderse.

—¿Desde cuándo son novios? —añadió Alec, entrecerrando los ojos de manera maliciosa—. ¿Vas a decirle a tu mami, Tony?

La rabia se apoderó del aludido.

—Claro, es obvio que no has sido capaz de decirle a mami, ¿es que acaso te avergüenzas de ser un marica?

Tragó y miró a Ness, esperando que no lo defendiera. No quería escudarse en él.

—No te metas en lo que no te importa. Yo no le dije a nadie que infectaste a Janet de gonorrea y que acabaste en urgencias porque tu miembro estaba repleto de…

Tony dejó de hablar en cuanto Alec se precipitó ante él, tomándolo de las solapas de su camisa.

—No vuelvas a mencionar eso, maldito marica.

—Y tú no hables de mi vida ni de la de Ness.

Alec se largó a reír de forma despiadada.

—Preocúpate de contarle las buenas nuevas a tu mami, ¿o acaso ha dejado de tomarte en cuenta desde que ha decidido pasearse por la preparatoria con esa falda apretada? Porque, vaya, sí que dan ganas de cogérsela.

La furia estalló en Tony. Era una bocanada de fuego que brotaba de su resplandeciente odio hacia él.

Empujó a Alec con todas sus fuerzas, haciéndolo caer de espaldas. Su cabeza había impactado con una roca.

Los amigos del joven acosador se acercaron a él, ayudándole a levantarse, mientras éste se tocaba la nuca, comprobando que estaba sangrando.

Tony respiraba de manera desacompasada, viendo lo que acababa de hacer.

—Voy a matarte, Swan —exclamó Alec, tomándolo desde el rostro para golpearlo contra la pared.

—¡Alec! —chilló una voz conocida.

Era Rosalie, que acababa de ver lo que estaba ocurriendo.

—Vete de acá, Rose.

—¡No te metas con ellos! —gruñó, tomándolo del brazo para separarlo.

Alec era débil ante ella, pues estaba obsesionado con la rubia chica desde que era pequeño. El que nunca tomara en cuenta su popularidad, encanto y éxito le hería tanto el ego que empeoraba su necesidad por conquistarla.

—Si golpeas a mi sobrino y a mi amigo, pues tendrás que golpearme a mí también, ¿me has escuchado?

—¿Qué? ¿Acaso estás enredada con estos maricas…?

—¡No vuelvas a decirles así, maldita sea!

Ella lo empujó, enfurecida.

—Pues bien, si eres tan hombre golpéame a mí.

Él dejó caer los brazos a cada lado de su cuerpo.

—Déjalo ya, Rose, sólo estoy jugando con ellos.

—No vuelvas a hacerlo o acabaré con tu popularidad, ¿me has escuchado?

Alec sonrió.

—Vaya, sabes cómo embaucarme. Dejaré de hacerlo cuando aceptes salir conmigo.

—Prefiero que me crezca barba —le respondió.

Los amigos del brabucón se rieron, pero se callaron cuando el aludido los fulminó con la mirada.

—Ya lo conseguiré —aseguró antes de marcharse, tocándose la nuca que seguía sangrando.

Una vez que los tres estuvieron a solas, Tony pudo sentir con creces el dolor en su pómulo y mejilla; el golpe contra la pared lo había dejado aturdido.

—Demonios, mira lo que te ha hecho —se quejó Rosalie, mientras Ness tenía los ojos llorosos.

—Estoy bien —aseguró—. No te preocupes, Ness, todo está bien, necesitaba defenderme.

—Lo sé, pero no me gusta que te haga daño.

Rosalie lo tomó de la mano y le hizo sentarse en una banca.

—¿Tú le has roto la cabeza? —inquirió la rubia chica, mientras sacaba un poco de maquillaje para ponerle en la zona del golpe—. Ya veo por qué salía tanto aire de ella.

Los otros dos chicos acabaron riendo.

—Sí, yo lo hice.

—Pues me ha encantado.

—No soy precursor de la violencia, pero se lo merecía. Estoy orgulloso de ti —dijo Ness.

Tony aún revivía la rabia al escuchar cómo había hablado de su madre. Cualquiera podía decirle lo que quisiera a él y sabría controlar la furia, pero cuando se trataba de Isabella perdía la razón.

—No permitiré que sigan haciendo esto —murmuró en respuesta—, lo juro por mamá.

Rosalie sonrió.

—Bueno, ya hablaremos de esto más tarde. Ve a despejarte un poco con Ness, ya que más tarde habrá una cena con Edward y mis padres. Bella está invitada.

Los chicos levantaron las cejas, preguntándose qué carajos sucedía, sobre todo porque los habían visto… Bueno, ni siquiera querían recordarlo.

—¡Los estaré esperando! —agregó Rose, entusiasta por la cena.

.

Bella estiró su vestido de lana color calabaza mientras se miraba al espejo.

Ya estaba comenzando a ganar peso.

—Bien, conocerás a tus abuelos, Renacuajo —dijo, tocándose el vientre.

Respiró hondo y volvió a comprobar cómo se veía con su vestido.

Se retocó los labios con un labial de color durazno y fue a la cocina para tomar el postre que había preparado para la cena.

Estaba nerviosa y no sabía por qué.

Los señores Cullen habían arribado con encanto frente a la casa de Edward. El perro, Puntito, corrió hacia ellos de inmediato.

—¡Cuánto los extrañaba! —exclamó Esme.

El teniente abrazó a cada uno y aprovechó de sentir el entusiasmo por contarles que tendrían un nuevo nieto. Era una sensación cálida y placentera.

—Qué bueno que te has dignado de ver a tus padres —comentó Carlisle, manteniendo una suave sonrisa.

—Lo siento, han pasado demasiadas cosas últimamente —afirmó con sinceridad.

—Es algo que ocurre con frecuencia. Espero que no sea por algo malo —agregó su madre.

Edward sonrió.

—La verdad, está lejos de ser algo malo.

Rose caminó tras ellos y saludó a su hermano.

—¿Y Ness?

—Vendrá en un rato.

—¿Tony está con él?

Ella le asintió, distraída al estar buscando a Bella.

—¿Bella no ha llegado? —inquirió.

Edward iba a responderle, pero se escuchó el saludo de la psicóloga.

—Oh, qué gusto verte —exclamó Esme, dándole un fuerte abrazo.

A Bella le tomó por sorpresa su efusividad, pero no le molestó, al contrario.

—Tenía tantas ganas de agradecer lo mucho que ha estado acompañando a mi hija en el proceso de sus estudios y bienestar, sé que debe estar muy estresada con el ingreso a la universidad.

Isabella sonrió.

—Hago lo que está en mis manos.

Edward miró a su vecina desde los pies a la cabeza.

Estaba profundamente maravillado y no podía comprender cómo le volaba la cabeza cada vez que la veía.

Carajo.

Cuando Bella notó que la miraban esos ojos verdes y penetrantes, sintió los escalofríos pujantes e intensos.

—Gracias por venir, Bella —dijo finalmente, abriéndole la puerta con caballerosidad.

El perro de Edward corrió hacia Bella. A pesar del miedo que sintió, contuvo el grito ante la masa de pelos que venía tras ella. Su hocico se posó en su regazo, olfateando su vientre a la vez.

—Hey, acosador —dijo con suavidad, acostumbrándole al calor de él.

No era tan aterrador después de todo.

Cuando Bella elevó la mirada hacia Edward, notó que la contemplaba de forma atenta y profunda.

—Voy a por vino. ¡Tienes prohibido beber, Rose! —exclamó el teniente mientras se iba a la cocina.

—¡Oye! —le gritó en respuesta.

Él se sentía profundamente a gusto.

¿Estaba loco? ¿Por qué era Bella y la conexión con su familia la que lo tenían tan cómodo y contento?

—Isabella, querida, ¿desde cuándo eres psicóloga? —preguntó Esme.

—Más de quince años —respondió—. Es algo que disfruto.

—Lo haces de maravilla. Rose habla mucho de ti. La veo más cálida y menos estresada.

Bella iba a responder, pero la llegada de un profundo aroma a pescado especiado la calló.

Edward había llegado con vino y una charola de madera, la que sostenía un fino tentempié para compartir: tostadas con salmón a las hierbas, sashimi y salsa de ostras.

El Renacuajo parecía retorcerse de gusto ante lo que había hecho su papá.

—Dios, no sabes cuánto me gusta que cocines —dijo su padre, palpándole la espalda.

Rose no hablaba, simplemente comía como si se le fuera la vida. Bella no tardó en acompañarla de la misma manera.

Les había generado un fuerte antojo.

—Vaya, sí que están entusiastas —comentó Esme de buen humor.

Ambas sonrieron y se separaron ruborizadas.

—No sabía que tenía tantas ganas de comer pescado —afirmó Rosalie.

—Me ha pasado lo mismo. Al menos no he tenido náuseas. Me suele ocurrir con el café.

—¡A mí también!

Carlisle y Esme estaban confundidos con lo que decían.

¿Antojos? ¿Náuseas?

Edward estaba pensando en que pronto habría dos nuevos miembros en su familia, lo que lo mantenía en una extraña ensoñación.

—¿Y a qué se deben esos antojos? —les preguntó Esme.

—Es que ambas están embarazadas —soltó Edward, actuando por inercia, perdido en sus pensamientos.

Carlisle escupió el vino y Esme se mantuvo congelada hasta que se desmayó.

—Mierda —exclamó Edward.


Buenas tardes, les traigo un nuevo capítulo de esta historia. Y bueno, sólo diré que la reacción de todos será épica. ¡Cuéntenme qué les ha parecido! Ya saben cómo me gusta leerlas

Agradezco los comentarios de Naara Selene, LadyREDScarlet, Toy Princes, Marbelli, Ady Denice, Beatriz, Valem, Belli swan dwyer, Cinthyavillalobo, maries, maria2678, Valevarverde57, Celuna fic, Veronica, Diana0426a, Saraipineda44, roberouge, Tata XOXO, cavendano, Rero96, Lauguilln, Ever, seiriscarvajal, natuchis2011b, miriarvi23, Elizabeth, Elizabethpm, indii93, patymdn, Melucha76 o Panc, Lore562, piligm, E Chan Cullen, ELLI11 Ox, Lizzye Masen, Noriitha, joabruno, somas, merodeadores 1996, Jimena, Valentina Paez, ariyasy, nikyta, almacullenmasen, Ana Karina, Liliana Macias, Fallen Dark Angel 07, Angelus285, Mafery, Wenday 14, nelithaa bella, Francicullen, Gan, baekis, AnabellaCS, MariaL8, NaNYs SANZ, Ari kimi, Santa, DobleRose, cistiheca, Adriu, KRISS95, IVA Angulo, Jocelyn, Alexis Medina, dery 05, jupy, DanitLuna, ALIX Cullen, Twilightsecretlove, Teresita Mooz, LuAnKa, Makarena L, Karensiux, Eli mSen, paramoeandmore, JadeHSos, bbluelilas, Pam Malfoy Black, nydiac 10, Adriana Molina, AndreaSL, Garcia m, miop, Maribel 1925, Angel twilighterandi marie cullen, luisita, PRISGE, yesenia tovar 17 y Guest, espero volver a leerlas, cada gracias que ustedes me dan es invaluable para mí, su cariño, su entusiasmo y sus palabras lo son todo, de verdad gracias

Aquí estoy, cumpliendo mis sueños y dándoles todo lo que puedo, ¡las quiero mucho!

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