Así comenzó lo que se conoció como el Baile del Viernes por la Noche. La popularidad y la asistencia a este lugar de reunión de fin de semana entre las clases altas aumentaban exponencialmente cada semana.

Sin embargo, que el principal objetivo de Hermione, Draco, Harry y Ginny recibiera alguna vez una llave era un asunto completamente distinto.


Capítulo 14: ¿Alguna vez te has enamorado? Parte 1

¡WHOOSSH! (¡Y pasó! ¿Notaste cuán rápido se fue el tiempo?)

Jueves, 18 de noviembre de 1944

9:01 P.M.

Hermione se acurrucó más cómodamente en el extremo derecho de su sofá de cuero favorito, mirando directamente a la chica rubia de pelo crespo que estaba tumbada en el suelo frente al sofá de la sala común de Prefectos.

—¿Y estás segura de que las escapadas por meriendas a medianoche de varios de los de primer y segundo año han sido debidamente solucionadas? —le preguntó a la prefecta de Hufflepuff de séptimo año, Janabella Williard.

Janabella asintió con una sonrisa. —Cambié la contraseña de las cocinas tal como me dijiste. Ahora tienen que hacerle cosquillas a la pera del cuadro —explicó a los otros veinte prefectos y a Tom Riddle. —Los mocosos nunca lo descubrirán.

No lo harán, al menos por un par de décadas.

Riddle dirigió sus estoicos ojos hacia Hermione, con un tono burlón en su voz, y preguntó sorprendido: —¿Se te ha ocurrido a ti sola, Nefertari? —él estaba sentado en el mismo sofá de cuero que Hermione, pero tan inclinado hacia la extrema izquierda del mismo versus la extrema derecha de Hermione, que bien podrían haber estado flotando en planetas diferentes.

Hermione puso los ojos en blanco, ya acostumbrada a sus comentarios despectivos y agradecida de que no hubieran progresado a algo más físicamente molesto. —No, suelo contratar a un ama de llaves para que piense por mí —las risitas de admiración de los prefectos, varios de los cuales empezaban a aplaudir su habilidad para enfrentarse al secretamente temido Premio Anual. —Yyyyy con esto terminamos por esta noche, prefectos. Buen trabajo. Abriré la palabra para cualquier otro comentario o ideas antes de dar las buenas noches.

—Abriremos —intervino Riddle, su voz inicialmente burlona se apagó de repente.

Hermione suspiró molesta y reiteró: —Abriremos la palabra a cualquier otro comentario o idea antes de que demos las buenas noches —No tenía ni la más remota idea de cómo era capaz de darle sentido a las "frases de una sola palabra" de Riddle con tanta rapidez, pero estaba descubriendo que tenía esa extraña habilidad.

Inmediatamente se dio cuenta de que la prefecta de séptimo año de Gryffindor, Phyllis Hardiman y su compañero prefecto de Gryffindor Jacobson Andrews, los destinatarios de la Llave E y la Llave R, intercambiaban algún tipo de comunicación visual con los demás prefectos antes de que Phyllis levantara la mano desde su lugar en el suelo, con la espalda apoyada en el diván color canela.

Phyllis miró brevemente, casi con timidez, al Premio Anual y luego se centró su atención hacia la Premio Anual. —Hermione, tenemos una fuerte sugerencia para nuestra actividad de Navidad.

Inmediatamente, Hermione tuvo una idea preconcebida de hacia dónde se dirigía esta conversación, y no estaba segura de si estaría pisando territorio amigo o enemigo cuando llegara allí. —¿Sí? —preguntó con cautela.

—La opinión popular se inclina por un baile para las clases altas —dijo Phyllis, sonriendo al Ravenclaw Perecles Jeffries -y confirmando los temores de Hermione-, antes de elaborar: —Una Velada Navideña.

Hermione casi pudo sentir la mirada de Riddle dirigirse hacia ella, midiendo su reacción ante la proposición de un baile festivo, pero ella se negó a mirar en su dirección. En su lugar, se concentró en Phyllis. —Tu propuesta es buena, Phyll, pero yo- nosotros —corrigió con un suspiro. —vamos a necesitar más datos antes de que pueda empezar a convertirse en una realidad.

—Dime qué y te lo conseguiremos —fue la respuesta instantánea de Phyllis.

Con su mente entrando en modo total Premio Anual, Hermione hizo con los dedos la lista de preparativos más rápida que pudo elaborar. —Una fecha acordada con la administración, catering, normas de asistencia, posible entretenimiento-

—Teníamos la esperanza —intervino entusiasmado el prefecto de Hufflepuff Norman Beansfold, Llave X, y fue bombardeado con alentadores asentimientos de los otros prefectos. —Que podría ser el mismo tipo de cosa que el Baile del Viernes por la Noche, excepto que a una escala mucho mayor y más formal, por supuesto.

Hermione frunció el ceño pensativa, olvidando momentáneamente que no era la única que mandaba, y esbozó mentalmente la posibilidades. —Si de algún modo pudiera transfigurar la entrada musical a una banda en vivo... —una sonrisa enérgica se dibujó en su rostro cuando un alumno de quinto año particularmente entusiasmado asintió emocionado, casi rebotando en su asiento. —Oh, creo que definitivamente podría entretenerme con eso...

—Y podrías volver las luces de colores en lugar de blancas —sugirió la Slytherin Miranda Wilkes, moviendo su varita en pequeños círculos, pensativa. A estas alturas, todos los prefectos querían añadir algo.

—Pero tendría que estar mucho más elegantemente decorado...

—Necesitamos acebo y hiedra por todas partes, y guirnaldas...

—¡Y muérdago! (risa malvada).

—Podríamos encantar nieve falsa para que caiga aleatoriamente del techo.

—Pero con más valses y tangos y bailes de salón, sólo para que Hermione y Draco nos regalen unos cuantos... ya sabes... —sugirió Phyllis soñadoramente, y Hermione contuvo una sonrisa burlona.

—Probablemente un poco más de bailes lentos, pienso, que te parece…

MOMENTO.

Como un aguafiestas, la voz rara vez elevada de Tom Riddle silenció al instante a todos los prefectos presentes. Genial, por supuesto que no le va a gustar la idea. Hermione sintió que perdía la paciencia, incluso mientras movía su entero ser de piernas cruzadas para mirar de lleno al claramente enfadado Premio Anual. —¿Algún problema, Riddle? —preguntó fríamente.

El Premio Anual, aunque brevemente, le dirigió una intensa y desalentadora mirada de 'Ten por seguro que hablaré contigo más tarde' como respuesta antes de mirar a los prefectos, todos los cuales parecieron retraerse visiblemente ante su mirada. Pero Hermione pudo notar una verdadera duda en sus ojos cuando preguntó con frialdad: ¿Qué?

Tener que hacerse el despistado sobre un tema del que claramente todos los demás sabían mucho acerca de, debía de estar matándolo. Y, sólo por eso, Hermione tuvo la corazonada de que la duda en sus ojos era sincera.

Oh, Dios.

Tom Riddle realmente no tenía ni idea de lo que estaban hablando.

La mayoría de los Slytherins sospechosos y maleantes, y cualquier otro quien Hermione habría esperado siguiera a un prometedor líder Oscuro, en este caso, habían asistido con regularidad a al Baile del Viernes por la Noche por al menos dos semanas. En teoría, Riddle debería haber sido invitado en algún momento entre entonces y ahora, pero... ¿no lo había sido?

Entonces, ¿se había equivocado de algún modo Dumbledore cuando les había hablado de los pocos 'amigos íntimos' de Riddle?

Pero, ¿qué significaba eso?

Jacobson Andrews, Buscador del equipo de Quidditch de Gryffindor y uno de los nuevos compañeros de Ron, era también uno de los únicos prefectos que no se sentía crónicamente intimidado por Tom Riddle. Apoyándose en sus codos, los ojos del rubio, de un azul impactante, le devolvieron con ecuanimidad la mirada penetrante al Premio Anual. —¿Qué, 'qué'? —le replicó sin inmutarse, con claro desafío en su voz.

Hermione sintió como si el mismísimo bocaza de Ron hubiera entrado en la habitación. Se quedó boquiabierta y cerró la boca de nuevo, y giró rápidamente su cabeza hacia la derecha, apoyando su barbilla en su hombro para ocultar una sonrisa de asombro. Supuso que toda la Sala Común podía oír la irritación que se desprendía de la voz de Riddle mientras, con una lentitud y dicción poco naturales, dijo: —Tal vez podrías empezar con lo del Baile del viernes por la Noche y continuar a partir de ahí...

Jacobson, a su favor, se quedó mirando a Riddle con los ojos abiertos de par en par, con una expresión de falso asombro en su rostro rubio y pecoso. —¿Quieres decir que nunca has oído hablar del lugar donde hay que estar todos los viernes por la noche? —preguntó incrédulo el Gryffindor, retorciendo la pregunta para que tuviera una ligera pero obvia connotación mordaz.

Hermione ahogó otro gritillo ante la audacia de Jacobson y se obligó a no pensar en la tormenta que con toda seguridad vendría después. Empezaba a tener el mal presentimiento de que tendría que quedarse en los dormitorios de Ravenclaw durante un buen mes antes de que acabara la noche...

Sus peores temores se confirmaron cuando el fastidio de Riddle se transformó rápidamente en una ira desbordante. Supo el momento exacto de la transición porque el tono de Riddle adquirió una calma sepulcral, un tono excesivamente sereno, como si estuviera luchando por mantener a raya su temperamento, mientras decía con cuidado: —¿Debería haberme enterado, Andrews?

Jacobson se encogió de hombros como diciendo 'me da igual'. —Dímelo tú, Riddle; ¡tu Premio Anual ayuda a organizarlo!

Al instante, a Hermione se le subió el estómago a la garganta y se esforzó por tragar mientras el corazón se le aceleraba frenéticamente. Aunque Riddle había sido bastante inofensivo durante el último mes y medio, tampoco había descubierto inesperadamente que la Premio Anual dirigía una operación clandestina de fiestas delante de sus narices.

¡No se suponía que se enterara de esta manera! Alguien tenía que haberlo invitado.

Girando la cabeza hacia Jacobson, la castaña lo miró de forma no amenazante e hizo un violento gesto de cortarle la garganta con su dedo índice.

Jacobson miró rápidamente de Hermione a Tom Riddle como si de pronto se hubiera dado cuenta de lo que había hecho. Inmediatamente levantó las manos en señal de disculpa y le dijo a Hermione 'Lo lamento'.

Para entonces, sin embargo, ya era demasiado tarde. Lentamente, Riddle dirigió su tormentosa mirada gris a su equivalente Premio Anual y dijo con voz autoritaria pero sin emoción: —Se levanta la sesión.

Su sólo tono bastó para provocar un pinchazo de terror en el corazón de Hermione. Mierda...

Los prefectos intercambiaron miradas de 'Oh, rayos'. La tendencia a discutir del Premio y de la Premio Anual se había convertido en algo casi habitual. Phyllis Hardiman fue la primera en levantarse. Como si fuera un catalizador, todos los prefectos se pusieron en pie de un brinco, desprendiendose del diván y de los sillones, alborotando papeles y recogiendo rápidamente sus notas, algunos bostezando esporádicamente.

Mientras los prefectos desalojaban la sala común de los Premios Anuales, Riddle

bajó la voz para que sólo Hermione y los pocos prefectos que quedaban más cerca del diván pudieran oír sus palabras. —Tenemos que hablar, Nefertari. Ahora.

El rostro de Hermione palideció ante sus peligrosas insinuaciones. —Estamos hablando —replicó tajantemente, y Jacobson Andrews le devolvió la mirada con simpatía mientras él y los demás prefectos se apresuraban a hacer su salida, casi como si pudieran sentir la tensión, la presión explosiva que llenaba la habitación.

Entonces el agujero del retrato se cerró con su habitual CREEEEEEK, la tranquila charla de los prefectos se convirtió abruptamente en silencio... y Hermione se quedó sola. Con él. Y estaba visiblemente furioso. Desesperada, su frenética mente empezó a barajar ideas de última hora sobre la mejor manera de salir corriendo y atravesar el agujero del retrato antes de que Riddle pudiera maldecirla o algo peor; cómo llamar de alguna forma a Harry o Ron o Draco como apoyo; cómo luchar contra el futuro Señor Tenebroso.

Sus frenéticos pensamientos se vieron interrumpidos cuando, sin lanzar siquiera una mirada en su dirección, Riddle se levantó rígidamente de su lado del sofá y empezó a caminar con calma y lentitud de un lado a otro delante de ella, con los pasos acompasados al fuerte latido del corazón de Hermione.

KA-THUMP KA-THUMP KA-THUMP KA-THUMP...

Ella rezó para que él no pudiera oír su inquietud tan fuerte como ella. Desde su lugar acurrucada en el sofa, su mirada lo siguio con inquietud mientras el caminaba serenamente por el suelo hasta la pared opuesta tapizada de seda y de nuevo hasta la chimenea... pero por su postura mas rigida de lo habitual, ella podia decir que él estaba cualquier cosa menos relajado, tranquilo y sereno.

Finalmente, se detuvo ante la chimenea y se cruzó de brazos, con los ojos fijos, sin mirarla, en algún punto de las crepitantes llamas. —¿Cuánto tiempo lleva pasando esto sin que yo lo supiera, ¿Nefertari?

Voz fría. Voz mortal. Hermione sabía que estaba a punto de pisar un terreno minado y que tendría que ir con mucho, mucho cuidado. Al parecer, el gran secretismo en torno al Baile del Viernes por la Noche por el que habían pasado los seis viajeros del tiempo había sido demasiado... secreto.

—Bueno —comenzó ella con cautela, intentando desesperadamente mantener la voz en un tono relativamente sereno. —Si ha estado ocurriendo sin tu conocimiento desde su origen, que parece que así es... Entonces serían cuatro semanas ya, antes de mañana por la noche.

Cuando la mandíbula de Riddle se tensó visiblemente, Hermione se sentó más recta en su asiento, hizo acopio de todo el coraje que pudo reunir y le dirigió una mirada sombría. —Y ahora que lo sabes, Riddle, ¿por qué no vienes a verlo por ti mismo? —Para su sorpresa, sintió que una llave se materializaba en su mano, pero no le dio importancia y continuó acaloradamente: —La gente parece divertirse de verdad, y por lo que he visto, ese concepto parece ser un poco elusivo en tu vid-

—¡Ese NO es el PUNTO, Nefertari! —gritó Riddle bruscamente, sus palabras resonando en las paredes de la Sala Común mientras giraba inesperadamente furioso para encararla.

¡Oh Dios!

Más tarde, Hermione juraría que su corazón dejó de latir durante cinco segundos y se agarró instintivamente a la almohada cuadrada y mullida del sofá, con los nudillos blancos. De repente, por sus venas corrió una oleada de magia de batalla o huida y cada vez le costaba más reprimir el deseo de desvanecerse en el cuero marrón del sofá mientras el joven Lord Voldemort perdía completamente los estribos por primera vez desde que lo había conocido... o, al menos, en su presencia.

—No se trata de eso —repitió Riddle con más calma, respirando hondo como si físicamente atrajera hacia sí las emociones que había liberado. Ella se sorprendió de lo rápido que desapareció la ira de cada sección de su semblante, excepto de sus ojos grises y tempestuosos... unos ojos que ahora parecían atravesar un violento huracán y lanzarle dagas mientras él decía mordazmente: —La cuestión es que el hecho de que yo sea un maldito mestizo no significa que no tenga tanto derecho como tú a saber exactamente qué está pasando en este colegio.

—¿Nada más por ser mestizo? —repitió ella al instante, mirándolo con incredulidad. ¿Qué tenía eso que ver? ¿Acaso Tom Riddle acababa de acusarla de tener prejuicios? —¿Crees que por eso no te lo dije?

Los ojos de Riddle no perdieron ni un ápice de su frialdad, aunque sus cejas se alzaron ligeramente, como si la respuesta no fuera en absoluto la que había esperado. De golpe, él apartó su mirada de ella. —¿No es por eso? —dijo él finalmente con frialdad.

—¡No! —exclamó al instante Hermione con total repugnancia, y casi resopló ante lo ridículo del asunto. ¡Imagínate que tuviera ella prejuicios contra alguien de sangre inferior! —¿Cuándo te he dado alguna señal de que me importe siquiera si eres o no sangre pura? Y si de alguna manera piensas que sí, entonces tengo noticias para ti: Eso no me importa.

Antes de que ella pudiera reflexionar en el extraño giro que había tomado la discusión, Riddle sacudió la cabeza y, con la mandíbula fuertemente apretada, soltó: —Bueno, aunque no lo sea… —El volumen de su voz subió ligeramente, y ella tuvo la aprensiva sensación de que él estaba luchando por controlarse. —Maldita sea, Nefertari, soy el maldito Premio Anual-

—¡Y yo soy la maldita Premio Anual! —Incapaz de quedarse sentada y aguantar por más tiempo su aluvión de acusaciones, ella tiró la almohada al sofá y se levantó acaloradamente, tirando toda la cautela al viento. Él no me ha hecho nada hasta ahora, recemos para que no rompa ese patrón esta noche... Sin vacilar, ella respondió: —¡Y tal vez te lo habría dicho, si no hubieras estado huyendo constantemente de mí desde que terminamos el horario de prefectos hace más de un mes!

—¿Huyendo de ti? —De hecho, Riddle resopló con incredulidad y volvió a darle la espalda a Hermione, mirando fijamente a la chimenea. —Eso es absolutamente ridículo, Nefertari, y lo sabes. Tú y yo compartimos prácticamente todas las clases de T.I.M.O.S., los deberes del Premio Anual y una sala común. ¿Cómo se supone que voy a, como tú tan refinadamente dices, 'huir' de ti?

Hermione puso los ojos en blanco con asco. —Por favor, Riddle. Si vamos a discutir, al menos seamos sinceros el uno con el otro. Tal vez no te hayas observado mucho últimamente - como tampoco yo lo he hecho - pero si tuviera que apostar, diría que estabas asustado —ella se cruzó de brazos con desgana, recargó su peso sobre su pie trasero y miró con más confianza de la que sentía al reverso de la oscura túnica de Riddle, y luego a su cara cuando él se dio la vuelta.

—¿Asustado? —repitió él con desdén, reanudando su agitado paseo de un lado a otro de la sala común de los premios anuales. Una risa real y fría pasó por sus labios. Su gélida falta de humor fue suficiente para que Hermione sintiera escalofríos mientras continuaba despectivamente: —¿Asustado, Nefertari? ¿De qué? ¿De ti?

Las rodillas de Hermione empezaron a tambalearse inestablemente. —No de mí —ella apretó los dientes, poniéndose en pie e instando a sus temblorosas piernas a quedarse quietas. No dejaré que me asuste! Mentalmente, sin embargo, su mente racional gritaba ¡MALA IDEA! ¡MALA IDEA! pero su boca se obstinó en seguir adelante. —Tienes miedo de lo que puedo hacer.

Riddle detuvo su incesante paseo y la miró fijamente, pero Hermione hizo acopio de valor y dio un paso adelante. Eso es todo lo que era, un pequeño paso... pero su pierna se sentía tan pesada, la presión en la habitación tan intensa, que parecía que estaba caminando al borde de un precipicio en lugar de hacia el Premio Anual. —Tienes miedo de que si te toco... vea algo que no quieres que nadie vea.

Algo ilegible parpadeó en los ojos de Riddle, pero la rabia que hervía en los ojos grises lo dominó rápidamente. A pesar de que ella se acercó un paso, él se mantuvo firme y dijo con una voz que sonaba forzada: —Nefertari, de verdad, sólo porque digas que eres una especie de vidente no es razón suficiente para que te tema —Un ceño fruncido oscureció aún más sus facciones, y su tono se volvió furiosamente amenazador cuando terminó en voz baja. —O a cualquier otra persona.

El lado racional de Hermione venció momentáneamente a su imprudente contraparte en piloto automático, y rápidamente sopesó sus cada vez menos posibles opciones de salir ilesa de esta tête-à-tête. Ninguna de ellas parecía particularmente prometedora, así que tontamente dio otro paso adelante con cautela. —Si no tienes miedo, entonces, Riddle... ¿Por qué no me dejas averiguarlo?.

¡TONTA, Hermione, estúpida, ESTÚPIDA! ¿Qué haces? ¡CORRE!

Riddle se reclinó contra el borde de piedra de la chimenea, manteniéndose a salvo fuera del alcance de las llamas por extinguirse, y apoyó hábilmente su codo derecho en su palma de la mano izquierda, con su barbilla descansando sobre su puño de la mano derecha. A Hermione le costó todo lo que tenía no retorcerse ante su mirada contemplativa y descarada. Al cabo de un momento, él preguntó calculador: —¿Por qué estás tan empeñada en "ver" partes de mi vida, Nefertari?

Hermione le dirigió una mirada gélida. —Primero me acusas de estupidez, superficialidad y ahora de discriminación —replicó ácidamente. —¿Por qué te empeñas en ridiculizarme?

En respuesta, los ojos furiosos de Riddle la miraron con una intensidad tan abrasadora que Hermione sintió que se desmayaba. De repente, él dijo con rigidez: —Realmente no sabes nada, Nefertari, ¿te das cuenta? No sabes nada. Llegaste aquí desde dondequiera que vinieras e inmediatamente asumiste que soy una especie de, no sé, una especie de malvado simplemente porque no disfruto de tener charlas incesantemente alegres a las que tú y tus amigos parecen ser muy aficionados.

Hermione soltó un chillido indignado y abrió la boca para discrepar, pero él la cortó bruscamente. —Y la razón por la que me molesta, Nefertari, es porque tú no eres como el resto de ellos. Eres inteligente, hasta yo me doy cuenta. Tienes la inteligencia, la capacidad de ser realmente mejor que eso, pero pareces tener una especie de prejuicios preconcebidos sobre todo el mundo aquí, y así, Nefertari, es como te frenas a ti misma. No miras y no escuchas lo que tienes delante.

¿Realmente Tom Riddle está parado aquí halagándome y gritándomeal mismo tiempo?

Asombrada, su boca se abrió en una pequeña "O" mientras Riddle continuaba despectivamente: —¡Tú y todos tus amiguitos tenéis tal visión de túnel que es casi divertido! Yo estoy en Slytherin, puedo ver cómo son du Lac, Evans y West. Por si no te has dado cuenta, ellos actúan como si sus conocimientos lo abarcaran todo, desde cómo maniobrar con éxito - ¡en total oscuridad, nada menos! – en la Gran Pirámide de Egipto, hasta haber descubierto los vastos misterios del universo —él hizo una pausa para tomar aliento y volvió a mirarla. —Tú no eres nada diferente, Nefertari.

La sangre de Hermione empezó a hervirle como él inclinó ligeramente su cabeza hacia la derecha. —Dime, ¿alguno de ustedes están haciendo el esfuerza por aprender sobre nosotros? ¿Alguna vez has intentado salir de su pequeña burbuja de felicidad y han tratado realmente de averiguar por qué el resto del mundo funciona como lo hace?

Oh no, no dijiste eso, ella pensó furiosa, su sorpresa al principio de Riddle compartiendo su obviamente bien pensado análisis se transformó en furiosa ira.

Para todos los argumentos había una línea de límite, y Tom Marvolo Riddle acababa de cruzarla con toda certeza.

El Amuleto de las Eras parecía compartir su furiosa energía, y el calor que desprendía parecía abrasarle el cuello. —Oye —le espetó enfadada, con su lado racional aplastado de nuevo por sus furiosas emociones. Él ya había dominado esta discusión demasiado tiempo.

—Tengo que admitir, Riddle —continuó ácidamente, apartando de su mente el miedo que la inquietaba. —Que aunque algunos de tus puntos iniciales pueden haber tenido algo de verdad relativa, permíteme hacer algunas correcciones. Empezaré por mi supuesta 'pequeña burbuja de felicidad'. , Riddle, acabas de decirme que no haga suposiciones sobre los demás. Bueno, es una calle de doble sentido en la que estás caminando.

Repitiendo, él todavía no me ha herido físicamente, todavía no me ha lastimado físicamente, Hermione avanzó hacia Tom Riddle. Como se acercaba mucho a la chimenea, podía sentir el calor que le irradiaba a través de la túnica hasta sus piernas; su enfurecida confianza en sí misma hizo que incluso los ojos de Riddle destellaran con una leve sorpresa.

—Y si quieres jugar al juego de 'has experimentado alguna vez realmente la vida ruda', entonces, por supuesto, juguemos. ¿Por qué no empiezo yo? —ella espetó. Sin esperar su respuesta, y preguntó: —¿Alguna vez has amado a alguien de verdad, Riddle? —su voz se heló considerablemente y sus ojos se volvieron momentáneamente distantes antes de volver a centrarse en él. —¿Y me refiero a amarlos de verdad?

Las facciones de Riddle se ensombrecieron perceptiblemente, y la ira ardiente que ya no intentaba enmascarar volvió instantáneamente a su expresión y a su voz uniformemente furiosa. —Nefertari, no veo por qué eso es asunto tuyo.

—Contesta a la maldita pregunta, Riddle; probablemente es la más fácil que te han hecho desde primer año —replicó Hermione mordazmente, apoyando bruscamente el hombro izquierdo contra el borde opuesto de la chimenea de piedra. Con la mirada furiosa, se cruzó de brazos, imitando involuntariamente la postura de Riddle. —Todo lo que se necesita es un simple 'sí' o 'no'.

Los ojos abrasadores de Riddle parecían quemarle los suyos, pero a ella ya no le importaba estar en medio de una pelea en toda norma con un joven pero aún muy capaz Lord Voldemort. No iba a rendirse. Ahora no.

Había ido demasiado lejos para echarse para atrás.

Segundos después, y para su total sorpresa, fue la mirada de Riddle la que finalmente se desvió primero de su pelea de miradas. —No —dijo él sin ton ni son.

—¿No? —repitió Hermione, arqueando una ceja casi con incredulidad. Aunque, sinceramente, ¿Qué esperaba que él dijera? '¿Sí?' Al fin y al cabo, el tipo iba a convertirse en uno de los señores tenebrosos más malvados del último medio milenio; ella no podía auto engañarse pensando que él tuviera mucho sentimentalismo.

No, 'iba a convertirse' una parte de ella se corrigió con firmeza, recordando brevemente la misión, sino 'se habría convertido'.

—Bueno, déjame darte un pequeño curso intensivo sobre cómo funciona el amor, Riddle —dijo con dureza, retorciendo sarcásticamente las palabras al salir de su boca. —Cuando pierdes a alguien a quien amas verdadera y profundamente, la vida se vuelve automáticamente diez veces más difícil- ¡Automáticamente! No hay elección alguna. Diez veces más todo, porque sientes que has perdido la mejor parte de ti mismo, y que nunca jamás podrás recuperarla.

Hermione acercó su delgado rostro al de Tom Riddle, con los ojos ardiendo. —No asumas jamás que mi vida es una pequeña burbuja de felicidad, Riddle.

Con su expresión frustrantemente indescifrable, Riddle devolvió su mirada a la de ella y observó las facciones furiosas y decididas de Hermione. —Muy bien, Nefertari, ya que estamos con el tema de "¿alguna vez?", ¿por qué no te pruebas éste? —dijo suavemente con la voz más grave, tranquila y peligrosamente furiosa que Hermione jamás le había oído.

Oh Dios... ¿He ido demasiado lejos?

Apartándose rápidamente de la chimenea, ella dio un apresurado paso atrás, la intuición le decía cuándo era mejor temer por su seguridad. Agarrando con miedo la llave recién creada en su puño con tanta fuerza que bien podría haberle estado cortando la piel, se quedó boquiabierta mirando a Riddle mientras el Slytherin de pelo oscuro avanzaba frívolamente.

—¿Alguna vez te han odiado de verdad, Nefertari? ¿Lo has sido? —preguntó él, de pronto con más emoción en la voz de la que ella había oído jamás. —¿Alguna vez has sido despreciada por tu maldito padre antes incluso de conocerte? ¿Alguna vez has sido maldecida por la mujer que se hacía llamar tu madre antes incluso de que pudieras gatear? ¿Alguna vez... has hecho una pregunta, una simple pregunta, en medio de un pasillo lleno de gente, y nadie, ni una sola persona, te ha respondido? Habla ahora, Nefertari —continuó despectivamente. —Porque me en-cantaría que me contaras.

Hermione se dio cuenta de que él no estaba enfadado, sino lívido... pero ella sólo pudo permanecer en silencio a medio metro de él. La cólera y el miedo drenandose lentamente de su cuerpo, simplemente dejándola casi entumecida de la conmoción ante las palabras que Riddle acababa de pronunciar.

¿Él acaba de ofrecerle voluntariamente toda esa información sobre su 'eso no es de tu incumbencia' pasado?

¿Y había sido realmente algo tan personal?

Con un sobresalto, Riddle también pareció darse cuenta de lo que había hecho y, sin decir palabra, se apartó de la chimenea, desviando con violencia su mirada furiosa del rostro de Hermione. Salvajemente, pasó rozándola, probablemente en una apresurada retirada a su dormitorio particular de Premio Anual.

Accidentalmente rozandole su hombro.

Inmediatamente después del contacto, Hermione cayó al suelo desmayada, con el sonido de voces etéreas gritando en su cabeza, la llave extra cayendo, desapercibida, de su mano inerte.

Esta vez, ella ni siquiera lo hizo intencionalmente.


Se siente bonito estar de vuelta ¡Gracias por continuar conmigo, nos leemos en el próximo capítulo!