Disclaimer: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, pero la historia es completamente mía. Está PROHIBIDA su copia, ya sea parcial o total. Di NO al plagio. CONTIENE ESCENAS SEXUALES +18.


Capítulo 42:

En el medio

La sensación era inconfundible ahora, su hija definitivamente estaba enloqueciendo en su vientre.

—¿Qué? —dijo Edward.

La primera vez que había sentido a Tony le costó mucho identificarlo. Ahora tenía la experiencia, y aunque habían pasado muchos años, los movimientos eran inconfundibles.

Tomó la mano del teniente y la puso sobre su hija, permitiéndole que pudiera disfrutarlo. Él sonrió, alegre por poder experimentar algo como esto.

—Lo puedo sentir —afirmó, acariciándola con suavidad.

—Me ha puesto muy contenta.

—A mí también.

La incredulidad del embarazo se iba yendo cada vez más, porque ya era tan real que la imaginación volaba de una forma voraz. Tenían tantas preguntas y la ansiedad a flor de piel. ¿Cómo iba a ser? ¿Qué iba a sentirse al criarla? ¿Se parecería más a su padre o a su madre?

—Gracias por permitirme ser parte de esto —se sinceró Edward.

—No puedo negártelo ni lo haré mientras cuides de ella.

—También estaré cuidando de ti. Eres la mamá de mi hija.

Bella asintió.

—Gracias por quedarte conmigo.

—Lo haré siempre.

La garganta de ella se enmudeció y permaneció mirando la mano del teniente, puesta con firmeza en su abdomen.

—Tengo que irme —susurró finalmente, mirando a sus ojos marrones—. Debo ver a Ness.

—Claro —le respondió—. Hazme saber que está bien.

—Y tú de Tony.

Bella volvió a asentir y lo acompañó a la puerta. Una vez que cerró, lo miró marcharse hasta la casa contigua, manteniéndose quieta entre suspiros. El sonido de su teléfono la desconcentró. Era su madre.

Ah, qué alivio.

Renée jadeaba.

No quería preocuparte.

—¿Qué pasa?

El corazón de Bella se apretó.

Mi nieto llegó en la madrugada. Creo que bebió demasiado.

—Ay, no —exclamó la madre de Tony.

¿Ha pasado algo? ¿Discutieron?

—Algo así. ¿Él está bien?

Sí, tranquila.

La psicóloga pudo sentirse mejor, porque al menos se había refugiado en sus abuelos, en quienes confiaba ciegamente.

—Estaré allá en quince minutos.

Está bien, pero ten cuidado.

.

A Tony le dolía la cabeza y los mareos todavía no cesaban. Continuaba estando borracho.

—Antes de beber debes comer maní —le dijo su abuelo, asustándolo.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó el chico.

—Cuidándote.

Charlie miraba cómo su nieto se quejaba al intentar levantarse del sofá.

—¿Vomité?

—Todo lo posible.

—Ay, no, ¡diablos!

Charlie le ayudó a levantarse y le ofreció un jugo de naranja.

—Te hará bien.

—Gracias, abuelo.

—¿Qué ha pasado con tu madre?

Tony se quedó callado.

—Vamos, chico, ya sabes que puedes confiar en mí. Soy tu abuelo.

El adolescente se acomodó en el sofá mientras Charlie le palpaba el hombro.

—Estoy enojado con mamá, me ocultó muchas cosas y siento que lo ha arruinado todo.

—¿Crees que lo hizo adrede?

Se miraron unos segundos.

—No lo sé.

—Dudo que mi hija haga algo así de forma malintencionada. Pero es válido lo que sientes, ¿sabes?, ninguna emoción es menos o más importante.

Tony asintió y luego comenzó a llorar.

—Venga, llora todo lo que quieras.

El abuelo se sintió un poco angustiado, ya que la relación de su hija y su nieto siempre fue excepcional… o al menos eso pensaba.

—No voy a obligarte a que me digas, ¿bueno?, pero quiero que entiendas que puedes confiar en mí.

—Gracias, abuelo.

Bella tocó a la puerta y Renée le abrió con rapidez.

—Ah, qué bueno que has llegado —le dijo su madre.

—¿Dónde está? —le preguntó.

—Está con tu padre, necesita algo de apoyo en estos momentos.

Ella asintió y se quedó un buen rato en el vestíbulo.

—¿Qué pasa, cariño?

La interpelada suspiró.

—Mamá… Sé que no es el mejor momento para decírtelo, pero he cometido el error de dejar que el tiempo pase por miedo.

Renée no solía escuchar algo así de la boca de su hija, pues siempre fue muy sincera con ella, por lo tanto, se tornó muy nerviosa.

—Ven, vamos a la habitación.

Tomó a su hija de la mano y la llevó en silencio. Ambas se sentaron al borde de la cama, dispuestas a escucharse mutuamente.

—Te tengo un regalo —dijo la psicóloga.

Su garganta y vientre se apretaban; no sabía de qué manera decírselo, como si fuese un embarazo adolescente. Ni siquiera había sentido algo así cuando le contó de la llegada de Tony, casi dieciocho años atrás.

Bella le pasó la bolsita con osos y Renée no tardó en darse cuenta de lo que eso significaba. No fue capaz de tomarla, porque sus manos estaban apretadas contra sus labios para no lanzar el grito.

—Cariño —gimió.

Su hija la abrió por ella y le mostró el mameluco de color turquesa. En el pecho decía: "para la mejor abuela del mundo".

—Ay, nena, ¡¿de verdad?! —chilló la mujer—. ¡Voy a ser abuela otra vez!

Bella asintió.

Las manos de Renée fueron a parar a su pecho.

—Dios mío.

Se abrazaron con fuerza y luego se quedaron en silencio… aunque los mocos de la futura abuela comenzaron a caer producto del llanto.

—¡Realmente eres una caja de sorpresas, Isabella Swan!

Isabella se rio y sintió un poco de cobijo en medio del mar de culpas.

—Todo fue una sorpresa. No lo esperaba ni lo buscaba, mamá.

—No tengas miedo, sé que son cosas que a veces no esperamos, lo importante es que llegue muy sano y que tú también te sientas bien. —Le acarició el rostro y pudo comprobar que, a pesar de todo, ella sí sentía feliz por su nuevo hijo—. Ya sé quién es el padre —concluyó.

Bella levantó las cejas y miró hacia otro lado.

—Ay, vamos, no tienes para qué ponerte nerviosa, tú y yo sabemos lo que pasaba entre ustedes.

—¡Mamá!

—¡Los vi!

—No necesitas recordar ese bochorno.

Renée también acabó riendo, lo que relajó a su hija.

—Tengo cuarenta y tres años, mamá, ¿cómo lo hago?

—De la misma forma, en que lo has hecho todos estos años, pero la ventaja es que ya sabes lo que es la maternidad. Y Tony entenderá por qué no quisiste decírselo.

—Esperaba el mejor momento para hacerlo, pero todo se me fue de las manos.

—Mi nieto lo entenderá. Ya verás lo feliz que estará con su hermano.

Bella suspiró.

—Es una niña.

—¡Ay! —chilló su madre—. ¡Una nena!

La mujer sonrió al ver a la futura abuela tan contenta.

—¿Crees que lo haré bien?

—Mira a Tony, ¿es que acaso no lo has hecho bien?

—Oh, mamá.

La abrazó y la otra la recibió de forma cariñosa.

—Quisiera castigarte por haberme ocultado esta noticia, pero sé por qué lo hiciste.

—Lo siento.

—Está bien.

Charlie interrumpió y se encontró con la emocionante escena.

—¡Bella! —exclamó el hombre—. No creí que llegarías tan… ¿Qué ocurre?

—Papá, ven, por favor.

Él se sentó al otro lado y su hija le entregó otra bolsa, encontrándose con otro mameluco que decía: "para el mejor abuelo del mundo".

—¡Estás embarazada! —bramó—. ¡Santo cielo!

El abrazo de su padre también lo necesitaba, no quedaba dudas, pues al sentirlo se sintió mucho más protegida.

—Ahora lo entiendo todo —susurró el futuro abuelo, sosteniendo la pequeña pieza de ropa contra su pecho.

—Su futura nieta tiene veinte semanas —les contó.

Los ojos de Charlie se tornaron muy llorosos.

—Vaya que te tardaste en decírnoslo.

Renée le dio un pequeño puntapié.

—¡Ay!

—Pero a nosotros no nos importa, ¿no es así? —exclamó la mujer, mirando a su esposo con los ojos amenazantes.

—No, para nada —respondió.

—¿Cómo está Tony? —preguntó Isabella.

—Mejor. Él sabe que las cosas mejorarán, pero para eso debes darle tiempo —le dijo Charlie.

—Los adolescentes son difíciles, ¿recuerdas los dolores de cabeza que me diste cuando te daban esos ataques de rebeldía? —añadió Renée.

—Quiero verlo.

—Vamos, está en la sala.

Renée tomó su mano y Charlie las siguió, pisándole los talones.

Tony estaba acostado y miraba al techo, intentando contar las pequeñas grietas del techo para no marearse nuevamente.

—Cariño —lo llamó su mamá, sorprendiéndolo.

El chico se acomodó para verla mejor y ella caminó hasta su lado para sentarse con él.

—Necesitaba ver que estuvieras bien.

Él no respondió.

—Sé que debemos hablar muchas cosas y te daré tiempo para que comprendas y tomes la situación como gustes, pero no quiero que te alejes de mí. Tú sabes que te amo y que eres mi pequeño, a quien he querido desde el momento en que supe de ti —susurró Bella, tomando una de sus manos—. Además, estoy tan orgullosa de ti, de lo lindo que cantaste y tocaste anoche. No tienes idea de lo importante que eres para mí.

Tony sintió un nudo en su garganta.

—¿Por qué me ocultaste esto, mamá?

—Porque tenía miedo. Sé que ya paso de los cuarenta, pero sigo siendo una mujer que tiene miedo. No esperaba estar embarazada, menos a esta edad, ni siquiera sé cómo comportarme o qué hacer, las cosas se me escaparon de las manos y aquí estoy yo, intentando remediar un gran error.

—¿No confiabas en mí?

—Claro que sí, pero el miedo no nos permite reaccionar como queremos. Nunca quise hacerte daño, cariño, ¡jamás!

Tony suspiró y bajó los hombros.

—No vuelvas a hacer esto —le pidió su madre—. Me has tenido tan asustada desde que te fuiste. Pudo pasarte algo.

—Ness estuvo conmigo.

Bella se atrevió a tocarle el cabello y se sintió aliviada de que su hijo no se alejara.

—Debemos ir a casa. Necesitas descansar.

Tomó a su hijo y lo instó a que se levantara.

—¿No quieren comer algo? —preguntó Charlie, intentando tomar a Renée de la cintura, sin embargo, ella lo hizo a un lado. Bella no tardó en notar la situación.

—Vendremos un día a cenar, lo prometo —dijo su hija—. Tony necesita una ducha y dormir—. Ve al coche.

El adolescente le dio un beso a sus abuelos y se marchó.

Una vez que ella estuvo a solas con sus padres, se cruzó de brazos y se quedó mirándolos de manera atenta.

—Sé que el problema es otro, pero pronto hablaremos los tres.

—¡Ni se te ocurra comportarte como una psicóloga conmigo! —la regañó su madre.

—Pues tendrás que aguantarte.

—Yo no he hecho nada —recalcó Charlie.

—¡Pues eso no es cierto! —interrumpió Renée.

Bella puso los ojos en blanco y se despidió de ambos, prometiéndoles una sesión.

Cuando ella se sentó en el coche, vio a su hijo por el espejo retrovisor.

—Te haré algo para pasar esa resaca.

—Gracias —respondió el chico.

El camino a casa fue en silencio, marcado por las emociones de cada uno. Una vez que llegaron a casa, Tony, a pesar del enojo, se quedó esperando a su madre hasta estar seguro de que ella estaba bien.

—Necesitas comer para que pase la resaca —le dijo Bella.

—Y tú para que mi hermana esté bien —susurró el chico.

Isabella pudo respirar mejor.

Dentro de casa, al menos, las cosas pudieron sentirse más calmas. Sin embargo, el silencio de Tony estaba marcado de sensaciones inquietas y repletas de rencor. Claro que quería erradicarlas, pero la realidad lo quemaba. Lo suyo con Ness era imposible.

—La sopa de pollo es el mejor alimento cuando el estómago se revuelve.

—No tengo hambre —le respondió.

Bella asintió.

No quería insistir, menos ahora.

—Es mejor que tú comas.

—¿No me acompañarás? —preguntó ella.

—Prefiero que no.

Lo vio subir las escaleras y escuchó cómo cerraba la puerta de su habitación.

Tony se lanzó a la cama y se acomodó como un feto, mirando a una fotografía que tenía junto a Ness. ¿Cómo iban a hacerlo ahora? ¿Qué iban a decirle a su hermana? Todo iba a ser extraño para ella, no era concebible que existiera una relación entre ellos, la idea le retumbaba en la cabeza.

En un ataque de ansiedad, decidió escribirle y pedirle que se vieran en el parque, de esa manera podrían hablar de las cosas de la mejor manera, pues era lo que necesitaban.

.

—¿Quién es el padre? —preguntó Charlie, agobiado por las cuestiones.

—¿Qué? —preguntó Renée, dejando a un lado el tejido. Estaba preparando unos zapatos para su nieta.

Él dejó el periódico sobre la mesa y se quitó los anteojos.

—¿Quién es el padre de nuestra nieta? —insistió.

—Eso pudiste preguntárselo a ella, ¿no crees?

—No lo hice porque no fue el momento adecuado. Anda, dime, que tú siempre sabes todo.

—¿Me estás diciendo chismosa? —exclamó la mujer.

—No pongas palabras en mi boca.

Su esposa le mostró la lengua y se levantó de la mesa.

—¡Se llama Edward!

Charlie se levantó con rapidez.

—¿Qué? ¿Su vecino?

—¡Pregúntaselo!

—¡Renée! ¡Ni pienses que dejaré esta conversación a medias!

—¿Qué esperas? ¡Este matrimonio está sumido en el aburrimiento! ¡Me aburro hablando contigo! —le dijo ella desde la cocina.

—¡Eso es mentira! ¡No te aburres!

—¡Bah!

—Voy a buscar a ese chico Edward, tengo muchas cosas que hablar con él.

—Ni se te ocurra. —Renée asomó la cabeza por la puerta y lo apuntó con una cuchara de palo, amenazándolo—. Bella ya tiene más de cuarenta años.

—Y sigue siendo mi hija. Ese muchacho debe saber a qué atenerse.

—Dios mío, Charlie.

—¡No se imagina las condiciones que le daré! ¡Ja!

Renée prefirió dejar de hablar con él y se concentró en la cacerola, buscando con qué distraerse de las locuras de su esposo.

.

Ness había recibido el mensaje mientras estaba en la habitación, vistiéndose de forma apresurada. No había podido dormir bien y esperaba que la ducha fría pudiera aclarar sus pensamientos, pero no fue así.

—Ness —lo llamó su padre desde la primera planta.

Él suspiró.

—¿Qué quieres, papá?

El perro comenzó a ladrar, como si también quisiera llamar su atención.

Bajó las escaleras raudamente.

—Sabes que tenemos que hablar.

—¿Qué quieres que hablemos? Tendrás un bebé con la mamá del chico que me gusta, estábamos formando algo, ¡tú lo sabías!

Edward apretó la mandíbula y suspiró.

—Pude suponer muchas cosas, sé que es un error el haberte ocultado tantas cosas, pero no pude adivinar todo lo que ustedes estaban pasando.

—Te conté mis sentimientos.

—Ness, no fuiste sincero conmigo, no como correspondía.

—Vale, sí. —Jadeó, muy furioso.

Tantas excusas, tantas que no lo toleraba.

—También sabías lo que ella y yo…

—¡Era algo del momento! ¿O no? —exclamó—. Es muy diferente a tener un bebé.

Edward asintió.

—Lo sé y lo siento mucho.

—No quería tener un hermano.

Él tragó al escuchar las palabras de su hijo.

—Pero ella existe.

—Papá, necesito pensar y tomar esto como corresponde, porque ¿sabes lo que ocurrirá? —Tomó las llaves mientras contemplaba al teniente—. Tony y yo ya no tendremos nada, porque todo será un enredo del que no tendremos respuesta, ¿o quieres que ese bebé crezca con este manojo de relaciones extrañas?

A Edward le dolió la forma en la que se refirió a su hermana.

—No es un bebé cualquiera.

Ness tragó al darse cuenta de la manera en que hablaba.

Por primera vez sentía que estaba sintiendo la presión de la sociedad, de lo que pudieran decir por la relación que pudieron tener Tony y él, siendo hermanos del mismo niño que venía en camino.

—Necesito tomar aire.

El teniente asintió y lo vio marcharse.

El chico vio que la bicicleta de Tony no estaba aparcada, por lo que se fue a paso rápido, buscándolo en el parque. Lo estaba esperando en una banca; se veía nervioso.

—Hola —saludó.

—Hola —le respondió Ness.

—Teníamos que hablar, pero ya no sé cómo comenzar —susurró.

—Quieres que todo esto se acabe, ¿no es así? —preguntó el chico Cullen.

Tony asintió con suavidad.


Buenos días, les traigo un nuevo capítulo de esta historia, luego de haber escrito muchos capítulos seguidos para comenzar a actualizar una vez por semana, una forma de disculpa y una necesidad también imperante porque no me odien por demorarme tanto en entregarles esta historia :( Pronto conocerán a esta preciosa bebé y lo que generará en esta familia que aún necesita un golpe de realidad. ¡Ni se imaginan lo que reirán! ¡Y quedan menos de 17 capítulos para finalizar! ¡Cuéntenme qué les ha parecido! Ya saben cómo me gusta leerlas

Agradezco los comentarios de Adriu, valem0089, Lizzye Masen, Jocelyn, Fleur50, ELLI11 Ox, Salveelatun, Veronicaar, ari Kimi, dery 05, Celina fic, MariaL8, Mabelli Masen Grey, Angel twilighter, Jade HSos, Teresita Mooz, miop, Jimena, merodeadores1996, gabrielarslo, AndreaSL, Tata XOXO, Fallen Dark Angel 07, Yesenia Tovar, beakis, Claryflynn98, Echan Cullen, cristiheca, Valentina Paez, Valevalverde57, Angelus285, NarMaVeg, Iva Angulo, Santa, Liliana Macias, natuchis2011b, An Karina, Gan, jupy, Karensiux, PRISGPE, Marbelli, saraipineda44, lilycb1501, Mapi13, nikyta, LuAnKa, almacullenmasen, patymdn, Ady denice, cavendano13, Elizabethpm, Marible 1925, Wenday 14, Aidee, rguezmimi30, francicullen, paramoreandmore, KRISS95, SanBurz, Twilightsecretlove, MakarenaL, EloRicardes, saraes16, TwilightRaquelCarolay, Pam Malfoy Black, Naara Selene, Wendy andino, Belli swan dwyer, Cinthyavillalobo, Lore562, melucha76 y Guest, espero volver a leerlas, cada gracias que ustedes me dan es invaluable para mí, su cariño, su entusiasmo y sus palabras lo son todo, de verdad gracias

Aquí estoy, cumpliendo mis sueños y dándoles todo lo que puedo, ¡las quiero mucho!

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Cariños para todas

Baisers!