Disclaimer: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, pero la historia es completamente mía. Está PROHIBIDA su copia, ya sea parcial o total. Di NO al plagio. CONTIENE ESCENAS SEXUALES +18.


Recomiendo: Rush - Depeche Mode

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Capítulo 11:

Crassus errare

"Camina conmigo

Abre tu sensitiva boca y háblame

Sostén tus delicadas manos y siénteme

(...) Llorar por ti

Mira las lágrimas que caen de mis ojos por ti

(...) Viendo mi amor convirtiéndose en un premio para ti..."

La tenía, ¡tenía la primera pista!

Me levanté y puse mis manos en su escritorio.

—Démela —exigí—, ¡necesito encontrarla!

—Y yo necesito que se calme, señorita.

—Por favor, mi señora, debe hacerlo —me susurró Serafín.

Respiré hondo y me volví a sentar.

—Todo está en este documento, puede ir y conseguir información, pero por favor, sea discreta, y si tiene más datos importantes, dígamelos.

Mis manos temblaban, era incapaz de abrir el legajo.

—¿Necesita un vaso de agua? —me preguntó de manera educada.

Asentí.

Tenía los labios secos.

La secretaria llegó con uno; era agua mineral, lo que agradecí.

—En Chicago —susurré.

—Si desea, puede verlo en privado. Estaré a su disposición, señorita.

Despedirme fue una inercia, caminar una especie de actitud automática.

No había nada en mi cabeza, como si me hubieran drenado el cerebro. Entrar al coche fue una eternidad, así como el camino a casa. Serafín no emitía palabra, lo que agradecí, pues no quería escuchar palabras de aliento ni menos una oración que influyera en mis pensamientos, pues tenía terror, un terror desbordante que me impedía actuar; tenía miedo de que esta información fuera una farsa, que todo se tratase de una mentira… o que simplemente esta fuera la única pista que podría perderse y quedarme de brazos cruzados para siempre.

—¿Quiere algo de comer? —inquirió Serafín.

Su voz era un susurro.

—Serafín —lo llamé.

—¿Sí, mi señora?

—Busca un vuelo a Chicago. Ahora.

—¿No quiere…?

—Ahora —repetí con vehemencia.

Asintió y tomó su móvil.

Me senté en el sofá y abrí el legajo, viendo la primera plana con detenimiento. Ahí relataba algunos datos importantes de la investigación y algunas conexiones que realizó para llegar a ello. Imaginé que se trataba de alguna forma de demostración de sus hazañas, pues era conocido en el submundo como uno de los mejores investigadores privados del país.

Al hojear noté que había trazado un mapa en donde se encontraba ella, desde su salida del hospital, el viaje a Turquía, el orfanato de Estambul y su regreso a Estados Unidos. Tenía detalles del día, la hora y el número de vuelo. Pero algo fue muy difícil de digerir; Nancy tenía antecedentes de una acusación por maltrato infantil, lo que finalmente se cerró por falta de pruebas.

Mi terror aumentó tanto que tuve que dejar el legajo a un lado por unos minutos.

¿Y si le había hecho algo a mi hija?

Tragué con fuerza.

También había una fotografía de ella: era una mujer de sesenta y pico con evidentes marcas de la edad, quizá más de lo que tenían mujeres de su edad. Su cabello era cano y rizado, y sus ojos estaban caídos y opacos.

Finalmente me atreví a ir más allá y leer el recorrido que había hecho al llegar al país.

Nancy no había aterrizado en Chicago como pensé, sino que había llegado al estado de Nueva York, para luego dirigirse a Manhattan.

Fruncí el ceño y miré sin un punto fijo, preguntándome qué había hecho aquí, lugar del que había huido hacía un par de años, luego de participar en la atrocidad que me habían provocado todas esas personas.

—Así que has llegado a un lugar rentado, sin familia, sin amigos… sin historia —musité con los dientes apretados.

Encerré la dirección con un lápiz y cerré el legajo con furia.

Necesitaba dar con ella y obtener respuestas, aunque eso significara usar mi poder y mis influencias, aunque no estuvieran del lado de la ley.

—Señorita, he programado el vuelo, será hoy en la noche —dijo Serafín.

—Perfecto, llegaremos a buena hora para sacarme esta mierda de encima.

Él se acercó y apretó mi hombro.

—Iremos hasta el fondo, señorita, esto no terminará hasta que lleguemos a su hija.

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Edward POV

Estaba pensando en ella mientras viajaba en el avión.

Era inevitable.

Marcharme no era fácil, en especial desde que todo esto había ocurrido.

«Si tan sólo tuviera una vida normal».

Aun así, estaba en paz. El asunto respecto al origen de mi hijo ya había pasado a segundo plano, no solo porque había enviado a callar a los medios de comunicación, sino también porque se había revelado un problema amoroso con una conocida pareja de celebridades.

—La basura saca otra basura —susurré.

Cuando llegué a Washington DC, me esperaba mi asistente personal, Jacob y otros miembros de mi equipo. Cada uno saludó de manera educada y yo les respondí de forma cordial.

—Vaya —señaló mi amigo mientras llevaba su maletín.

Lo miré.

—¿Qué?

Se rio.

—No siempre te veo amable con tu equipo, de hecho, la última vez que pude apreciarlo fue cuando te dieron un pastel en tu cumpleaños del año pasado.

Elevé una de mis cejas y me avoqué a continuar caminando.

—Claramente sigues siendo un amargado de mierda —agregó.

Suspiré y lo miré de nuevo.

—Tengo mis razones para estar bien.

—Estás más que bien, Cullen, sólo mírate la cara, estás más que radiante.

Sonreí de manera involuntaria.

—¿Lo ves? Joder, Edward, no veía esa expresión desde que tenías…

—No me lo recuerdes.

Tragó.

—Sí, tienes razón.

Entramos al edificio y luego a mi oficina, donde saludé a los demás.

—¿Está todo correcto para la presentación de esta semana?

—Sí, tenemos todo lo necesario —me respondió Jacob—, sólo debemos terminar los asuntos con los Denali.

Bufé.

—Sé que es una mierda…

—¡Creí que eso estaba hecho! —gruñí.

—Sí, podría estar hecho, pero Eleazar prefiere hablar contigo.

Él parecía despreocupado, como siempre.

Puse mis dedos en el puente de la nariz para buscar mi paciencia.

—Supongo que son cosas que debo hacer para que pronto tomen en cuenta mi propuesta legislativa —susurré.

Mi propósito estaba cerca, era la promesa que hice por conseguir ayuda para lo que estaba sucediendo con los neonatos, lactantes y niños en orfanatos.

—Apunté una cena para esta noche, es lo más pronto posible.

—Bien.

Crucé mis dedos y me apoyé del escritorio, preparándome para ver a esos hijos de puta.

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La casa de los Denali en Washington era un chalé caro, elegante y rimbombante, digno de ellos. Su estilo era colonial y escapaba de la sobriedad y modestia.

—Bienvenido —dijo la ama de llaves, permitiéndome entrar junto a Félix.

No confiaba en ellos, por lo que siempre asistía acompañado del jefe de mi equipo de seguridad.

Caminé por el amplio vestíbulo, siguiendo a la mujer. Me llevó hasta la sala, un lugar que cruzaba una escalera en medio de una galería de armas de colección.

—Edward, qué gusto, bienvenido —saludó la señora Denali, quien vestía de manera reveladora, algo siempre frecuente en ella.

—Gracias —respondí, ahorrándome la reciprocidad ante ese "gusto" por verla.

Eleazar se levantó del sofá con una sonrisa y me tendió su mano, la que tomé con mis guantes.

—Te estábamos esperando —dijo, mostrándome a los invitados.

Estaban dos senadores del partido republicano, dos despiadados y desagradables maestros para la corrupción dentro del Capitolio.

—Creí que sería una reunión privada.

—Lo es, ya sabemos que tenemos que negociar.

El hijo de puta tenía razón.

Me senté con recelo, mientras Sarah Murray y Terrence Müller sonreían con una copa de vino.

—Gracias por venir, senador Cullen —dijo Sarah—, es un gusto poder charlar de los temas importantes.

Ambos republicanos eran la antítesis de mi política. En un contexto utópico, donde los principios idealistas eran intransables con las propuestas retrógradas y viles de su sector, no habría manera de que pudiera sentarme junto a ellos a hablar de legislatura, pero la vida real no lo permitía. El mundo en el que vivíamos era más complejo, la realidad obligaba a hacer negocios contra nuestra voluntad, o al menos la voluntad de un principiante que veía este trabajo como una manera de mejorar el país y el mundo sin ensuciar nuestras ideas, actuando con prolijidad, siendo intachables e intransigentes contra la suciedad política que emanaba de los demás. Debía considerar toda posibilidad para lograr mi idea altruista, incluso si se trataba de apoyar ciertas ideas a favor de un solo sector social.

Odiaba esta mierda, la odiaba de verdad.

—¿Quieres vino? —preguntó Carmen, haciéndole un gesto a la ama de llaves, sin mirarla a los ojos.

—Solo será una copa.

Bebí un sorbo en cuanto la recibí.

—Hola, no pensé que vendrías —exclamó Tanya, que mantenía una sonrisa cínica.

Apreté mis manos para mantener la compostura.

A su lado estaba Jonathan, que siempre relucía de encanto y seriedad.

—Descuida, Edward, no vamos a escuchar algo al respecto —comentó este—, sólo pasábamos a saludar.

Me mantuve en silencio.

Se llevaron unas copas de vino y se marcharon.

La mirada de Tanya seguía siendo desafiante.

—Bien, supongo que conoces nuestro proyecto —dijo Terrence, sosteniendo su copa cerca de los labios.

Apreté mi mandíbula.

—¿Aún quieren destituirlo? ¿¡Qué mierda plantean!? No voy a sacar a un senador de mi vereda por sus caprichos desgraciados.

—Estos demócratas —masculló Sarah—. ¿Crees que vamos a aceptar que pretenda permitir que nuestros expedientes lleguen a la ciudadanía? ¿O qué? ¿Crees que van a soportar la idea de que sepan que muchos de nosotros tenemos amistad y negocios con Laurent Goebbels?

Lauren Goebbels era un empresario con cuestionables gustos por prostitutas. Había sido parte de fiestas en una isla de mala reputación, misma que compró para dar lugar a sus fetiches poco decorosos en medio de fiestas y donaciones de muchos políticos y celebridades.

La idea me repugnaba.

—¿Y qué? ¿Planean que esto sea fácil? No hay lugar para acusarlo, nada…

—Será acusado de abuso de menores, Edward Cullen —aseguró Terrence, mirando a Eleazar y Carmen.

Temblé.

—Tenemos todo en orden, sólo hace falta poner el plan en marcha hasta que tengamos los votos suficientes.

Miré al suelo, inquieto y nauseoso.

—Es un negocio redondo, Edward —añadió el patriarca de los Denali, sin emoción alguna en el rostro—. De esa manera podemos… ayudarte.

Respiré hondo.

—¿Planean sacarlo a cambio de lograr la discusión de mi proyecto legislativo? —inquirí.

—Claro que sí —respondió Sarah—, tenemos más votos de los que crees. Es eso a cambio de tu voto y tu influencia.

Me sentía con la espada y la pared, sin saber qué demonios hacer.

Había hecho cosas horribles y cuestionables, pero esto sobrepasaba todo.

—Puedes conversarlo con la almohada, no hay problema en ello, ¿no? —dijo Carmen, mirando a los demás.

Todos asintieron y sonrieron de forma suficiente.

—Es tu decisión, sólo debes darme la respuesta antes de navidad —aseguró su esposo.

Todos acabaron riendo y bebieron de su copa.

—Necesito ir al baño, con permiso.

La ama de llaves me acompañó y finalmente me quedé a solas.

Cuando me vi al espejo me pregunté cómo haría para hacerlo, cómo permitir que se ensuciara la imagen e integridad de un hombre.

Era una mierda.

Me lavé la cara y luego de estar con la mente hecha un torbellino, salí para ya marcharme de aquí.

Era un lugar siniestro, incluso para mí.

Sentí una risotada femenina que cruzaba una de las puertas.

Era Tanya.

Mirar la rendija que había bajo el umbral de la entrada fue una suerte de respuesta innata, pero enseguida supe que había sido un craso error.

Sentí el estómago en el esófago.

Tanya reía porque Jonathan tocaba su cintura mientras frotaba su cuerpo con ella, para luego besarse de manera apasionada, al son de la droga y el alcohol. Parecía una pareja de amantes, lo que sencillamente me provocó arcadas.

Ellos… Esos hermanos…

Mantuve los ojos muy abiertos mientras me giraba para marcharme, pálido, horrorizado y pasmado.

Sin embargo, antes de poder dar un paso más allá, recibí un mensaje de texto que me paralizó enseguida.

"Hola, querido

¿Me han extrañado?

He visto un par de cosas que han llamado mi atención.

¡Extraño a la familia!

Te llamaré en cuanto estés disponible"

¡Mierda!

Isabella POV

Me habría encantado conocer Chicago, pero no en estas circunstancias.

El coche viajaba a buena velocidad por los barrios de la ciudad, por lo que no tenía mucho tiempo para turistear por la zona.

Sentía que el vientre se me apretaba cada vez que se iba otro kilómetro de nuestro viaje.

La casa que rentaba Nancy era de un barrio modesto, pero alejado de la zona central. El viaje tomaba treinta minutos en coche, por lo que ya habíamos avanzado lo suficiente para afirmar que sólo quedaban un par de minutos para llegar allá.

—Debe tener calma, mi señora —susurró Serafín—, no está sola en esto.

Apreté los labios y asentí.

—Llegamos —avisó Emmett.

Me miró a través del espejo retrovisor y luego salió para abrirme la puerta.

El conjunto de casas era pequeño, pero acogedor. Estaba bien adornada y destacaba entre todas. Aun así, sabía que detrás de ella se podía encontrar la principal razón de su alegría o la que le hiciera añicos el corazón.

—Bajaré —espeté, saliendo con rapidez del coche.

—¡Señorita Swan! —exclamó Emmett.

Sentí que él y Serafín me pisaban los talones.

Entonces vi el tumulto de gente acercándose a aquella maldita casa, todas esas personas pendientes de lo que estaba ocurriendo ahí, con sus manos en los labios, los ojos muy abiertos y los susurros que decían "está muerta". La ambulancia tenía las luces encendidas, iluminando el rostro de los demás.

Tenía un nudo en mi garganta.

Me aventuré a caminar entre los demás y acabé llegando hasta la entrada de aquella casa. Dos paramédicos salieron con una camilla que sostenía un cuerpo, el cual estaba cubierto con una bolsa negra.

—Dios mío —masculló Serafín, sosteniendo mi brazo para que no avanzara más.

Mi labio inferior tembló.

—Por favor, necesitamos espacio —dijo uno de ellos.

El cuerpo pasó frente a mí por unos cuantos segundos, pero para mí fue una eternidad.

Era ella, era Nancy.

—¿Q-qué s-sucedió? —tartamudeó Serafín, llamando la atención del paramédico.

—Fue un asesinato.

Sentí un balde de agua fría en mi espalda.


Buenas noches, les traigo un nuevo capítulo de mi historia, tal como prometí en mi grupo de facebook. ¿Qué les ha parecido el torbellino? Sé que es un capítulo corto, pero es tanto lo que sale que preferí dejarlo ahí para saborear este capítulo de transición. ¡Cuéntenme qué les ha parecido! Ya saben cómo me gusta leerlas

Agradezco los comentarios de Melucha76, Valevalverde57, Cinthyavillalobo, Tata XOXO, Adriana Ruiz, rosycanul10, Belli swan dwyer, Naara Selene, Sasha23F, patymdn, nikyta, Ady denice, AndyCullenGrey, ingrid johana, NarMaVeg, ELLI Ox, Adriu, barbya95, NaNYs SANZ, Klara Anastacia Cullen, CelyJoe, SaraGVergara, piligm, ALIX Cullen, saraipineda44, merodeadores1996, Pam Malfoy Black, Lore562, cavendano13, Marbelli, Jen1072, Wenday 14, Cassandra Cantu, Liliana Macias, ari Kimi, Jocelyn, Ana karina, Rosana, paramoreandmore, angelaldel, assimpleasthat, Teresita Mooz, beakis, miriarvi23, PRISGPE, Rero96, Elizabethpm, Santa, francicullen, Fallen Dark Angel 07, Anita4261, almacullenmasen. Jupy, MakarenaL, MarielCullen, joabruno, Iva Angulo, paperetta, AnabellaCS, Gan, MariaL8, Elizabeth Marie Cullen, seiriscarvajal, KRISS95, Valentina Paez, CeciMachin, valem0089, lolapppb, Karensiux, Eli Mmsen, dana masen cullen, miop, Jimena, SeguidoradeChile, Fleur50, Angel twilighter, Jade HSos, DobleRose, Angelus 285, Jeli y Guest, espero volver a leerlas nuevamente, cada gracias que ustedes me dejan es invaluable para mí, sus comentarios, su entusiasmo y su cariño me instan a seguir, de verdad gracias

Recuerda que si dejas tu review recibirás un adelanto exclusivo del próximo capítulo vía mensaje privado, y si no tienen cuenta, solo deben poner su correo, palabra por palabra separada, de lo contrario no se verá

Pueden unirse a mi grupo de facebook que se llama "Baisers Ardents - Escritora", en donde encontrarán a los personajes, sus atuendos, lugares, encuestas, entre otros, solo deben responder las preguntas y podrán ingresar

Los atuendos de Bella y Edward, como el lugar en donde ha ocurrido el capítulo, estarán en mi grupo para que puedan disfrutarlo

¡Y no olviden que mi libro "El Recorrido de las Flores" ya fue publicado! Pueden buscar el link para comprarlo, ¡son cuatro historias que ustedes ya conocen y sé que quieren leer!

Cariños para todas

Baisers!