Harry Potter pertenece a J.K. Rowling.

Solo nos pertenecen los OC.

.

.

La Pirata de los Cielos

.

.

79: Comienza el sexto año.

.

.

Los ojos de Dumbledore se abrieron, ante las palabras de su siempre confiable espía, mientras se levantaba y su rostro demostraba el shock, en el cual se encontraba. — ¡¿A QUÉ TE REFIERES, SEVERUS?! —Gritó furioso.

—Lo que me has oído decir —dijo Severus, con su voz susurrante y aceitosa. Calmado aparentemente, pero, en realidad, estaba muy asustado. Verdaderamente, temía por su vida.

— ¡PERO TE NECESITO, PARA SABER LOS PLANES DE VOLDEMORT Y SUS PROXIMOS MOVIMIENTOS! —Rugió Dumbledore, abriendo los brazos. — ¡NO PUEDES DEJARME AHORA, SEVERUS! —Rogó.

Snape frunció el ceño. —Ambos sabemos perfectamente, QUIÉN está haciendo esto. Ella odia a los Mortífagos con pasión y te odia a ti, con esa misma pasión. Es una maestra Oclumántica como pocas, pero me ha permitido ver en su mente: Tan pronto como acabe la guerra y El Señor Oscuro esté muerto, ella concretará sus estudios mágicos e inmediatamente, volverá a su hogar. Está adelantando los hechos y es quien lo está haciendo. Es ella, quien los está matando a todos ellos, porque ya no quiere pasar, ni un minuto más, aquí.

—Pero... por Merlín, Céline... el dolor de causar tantas muertes... —comenzó Dumbledore.

—No todos piensan como usted, director. —dijo Severus, mientras suspiraba —Para usted, todos son redimibles. Y yo soy la prueba viviente de eso. Para muchos miembros de la Orden, los Mortífagos deben de ser combatidos, con la misma fuerza bruta que entregan. Pero la Orden, parece ser el único órgano no solo No-Gubernamental, sino también No-Corrupto, en el cual pueden permitirse ingresar. Así que lo han seguido a usted, para sentir que luchan por algo correcto. —Dumbledore miró en shock a Severus. Siempre creyó que la Orden del Fénix se formó, porque sus miembros creían ciegamente en el perdón, en la segunda oportunidad. En impedir, que se perdieran más familias Antiguas y Ancestrales, incluso si luchaban por Ryddle, con tal de mantener la hegemonía del Reino Unido Mágico, no.… no esto. —Pero... ese lado correcto, parece estarse desvaneciendo, a los ojos de los miembros de la Orden, al observar el aparente error que supone, permitir que los Mortífagos sigan viviendo y griten que tenían a sus familias secuestradas o que estaban bajo los efectos de la Maldición Imperius.

— ¿Qué me recomiendas hacer entonces, Severus? —Preguntó Dumbledore, mientras veía como las fichas del Domino, caían una tras otra.

—Ambos sabemos... que Potter NO es importante. —dijo Severus. Albus abrió la boca, para contestar: ¡Pero por supuesto que Céline Potter era importante! Era ella quien detendría a Voldemort finalmente. Pero antes de poder contestar, Severus siguió hablando —Volkova es importante. Es de quien habla la Profecía. Es quien puso al Señor Oscuro en aprietos, al matar a los Mortífagos del cementerio; quien ha venido cazándolos en la Sala de Profecías, matándolos en las semanas anteriores en Azkaban y también en todos aquellos pueblos. Actualmente, el Señor Oscuro, tiene muy pocos efectivos. No puede alcanzar ni a Fudge, ni a Bones, pues ambos están bajo el Fidelius. No tardará en lanzar un ataque desesperado contra Hogwarts. Así que lo mejor, sería reforzar el colegio, como si fuera Gringotts y dar el permiso a los alumnos sexto y séptimo de contraatacar, de mancharse las manos y terminar con El Señor Oscuro de una vez, por todas.

Y con esas palabras, el profesor de Pociones, salió de la oficina del director, dejando a Dumbledore sumido en sus pensamientos.

.

.

Finalmente, llegó el 1 de septiembre de 1996, los alumnos desde segundo a séptimo año, ya estaban sentados en las mesas del Gran Comedor, esperando a que aparecieran los alumnos de primer año y, como cada año, se pusieran el Sombrero Seleccionador.

Se escuchaban los susurros, sobre la guerra entre el Ministerio de Magia/Aurores y los Mortífagos, muchísimos alumnos, estaban muy animados por cuan bien iba la guerra, hasta ahora.

Pero Albus Dumbledore estaba furioso, por cómo se habían estado desarrollando las cosas en la guerra, hasta ahora.

Esta no era la guerra, que él había planificado.

Todo se estaba yendo al infierno, tan rápidamente, que él ni alcanzaba a salir de una sorpresa, porque ya entraba en otra.

Y todo esto, fue su propia culpa.

Oh, así era: No tenía a nadie más a quien culpar, que a sí mismo.

Dumbledore no tuvo un buen verano, ni el año anterior, ni este, a causa de tres cosas, que hizo a lo largo del mismo:

Primero: Dirigir a la Orden del Fénix, para proteger la Profecía. Céline Volkova le demostró el enorme poder que tenía y que conocía la Profecía, desde hace ya quien sabe cuánto.

Segundo: Descubrir que Volkova, Greengrass y varios otros mocosos, habían asesinado a sangre fría a tantos Mortífagos, quienes no eran más que pobres almas confundidas y perdidas. Quienes podrían haber sido guiadas por el camino correcto, si tan solo lo hubieran escuchado. La mocosa Volkova y el mocoso Potter, destruyeron el registro de la Profecía.

Tercero: No pudo localizar a Slughorn, el anterior profesor de Pociones, quien (Dumbledore solo sabía, por unas pocas palabras de algunas personas, quizás actualmente muertas o lejos de su alcance) quien le había dado a Voldemort, el conocimiento necesario para crear los Horrocruxes. Seguramente, Slughorn no solo salió del país, sino que también se aseguró de buscar refugio en cualquier país, que no fuera miembro de la Confederación Internacional de Magos, haciéndolo estar fuera del alcance de Dumbledore.

Dumbledore ya no sabría qué fue aquello que Horace le dijo a Ryddle, acerca de los Horrocruxes y cualquier posible conocimiento extra, que él pudiera usar en contra del propio Ryddle, ya no existía, por culpa del miedoso de Horace, quien no se atrevió a dar un paso al frente y ponerse a su lado, bajo el ala protectora de la Orden del Fénix y seguir sus órdenes.

Cuarto: Esas personas misteriosas, que habían estado masacrando a los Mortífagos, tan pronto como aparecían en los pueblos, para intentar torturar Muggles. Esas personas que lograban adelantarse a los avisos del buen Severus y de los Aurores o civiles en las ciudades en cuestión. Personas misteriosas y con intensiones extrañas, masacrando de forma tan horripilante a los Mortífagos y quienes (obviamente) no lo seguían a él.

¿Por qué estas personas, no entendían que la venganza no lograba nada? Para Dumbledore, este grupo misterioso de Asesinos de Mortífagos, actuaban por venganza, debido a los actos de la guerra pasada y no entendían, ni escuchaban so palabra: El perdón y la segunda oportunidad, eran la cura para los males del mundo, no la venganza.

Pero aquello que, si le provocaría un dolor de cabeza, sería aquel estúpido e inocente deseo de Tom, de liberar a los Mortífagos de Azkaban. Eso le permitió a Volkova, cobrarse tantas vidas de tantos magos confundidos, lo cual disminuyó enormemente, las capacidades de Voldemort de obtener nuevos súbditos y que la guerra fuera más justa.

— ¡ALBUS! —Rugió Minerva, haciéndolo saltar en su silla. Los maestros lo miraban y él se sonrojó de vergüenza. Estaba furioso de no haber escuchado los nombres de los alumnos de Primer Año. Pues era obvio que varios podrían ser Sangre Pura, miembros de familias de la oscuridad y los asesinaría a ellos y a sus padres, cuando nadie estuviera viendo, una vez que la II Guerra Mágica Inglesa terminara, para tomar su poder político y económico.