Las desventuras de un alfa inepto y una omega sobresaliente

Capítulo: Un paso adelante, y dos hacia atrás.

Se quedaron a mitad de camino sin saber qué hacer ¿Era sólo Toushiro o realmente había perdido el control de sus feromonas? Entró en pánico mientras intentaba desesperadamente reprimir su olor. Nunca había tenido problemas para anularlo, ese era el único aspecto bueno de ser una "omega sobresaliente". Si no podía controlar sus glándulas exocrinas resultaba claro que algo andaba mal. Observó como Toushiro arrugaba la nariz, incluso fuera del celo sus feromonas a toda potencia eran invasivas.

El adolescente le tomó la mano y apretó la misma un par de veces en un intento por tranquilizarla. No funcionó, Karin seguía irradiando oleadas de su aroma natural. El mayor pensó que debían actuar y determinó para sus adentros que no iba dejar sola a la morena en esa situación. No era seguro para ella.

—No es demasiado fuerte. — Declaró, aunque el golpe inicial había inundado su sistema — Y no son, bueno, tus feromonas de celo. Sólo estás… uh, ya sabes, siendo una omega fértil.

Ella balbuceó, casi ofendida —¿Perdona?

—Una omega fértil. — Aseveró, levantando sus cejas. — Hueles como todas las omegas sin supresores cuando están ovulando fuera del celo, sólo que más potente. Es… agradable. Ahora, pensemos qué hacer ¿De acuerdo? Esto tiene que tener un motivo.

Kurosaki respiró conscientemente, contando entre inhalaciones y exhalaciones para calmarse. Sopesó la situación, intentando decidir qué hacer. Todo aquello era impensado y suponía algo nuevo para ella que la sacaba de manera muy incómoda de los márgenes que estaba acostumbrada a manejar. Tomó una decisión y jaló a Toushiro en la dirección contraria a la que deberían tomar para acudir a la escuela.

—¿A dónde estamos yendo? — Indagó, curioso.

—A ver a la doctora Matsumoto, mi especialista. — Le contestó mientras le escribía un mensaje desde su teléfono celular. — Le enviaré un texto, con seguridad me hará un lugar en su agenda. Tienes razón, esto debe tener un motivo y la que puede encontrarlo, con seguridad, es ella.

La doctora Matsumoto respondió de inmediato con su jovialidad de siempre. Que su "omega sobresaliente", como ella la llamaba, tuviera una emergencia era todo menos usual. Karin intentó no sentirse observada cuando subieron al transporte público que los llevaría al centro médico donde la doctora atendía a sus pacientes. Fue imposible. Todos los pasajeros del transporte se giraron a verla tan pronto como subió, y luego la mirada penetrante de Toushiro - quién le siguió inmediatamente- logró disuadirlos de hacer cualquier comentario.

Karin tomó un lugar libre junto a la ventana intentando fundirse con su asiento, mientras tanto Toushiro se mostró más territorial y atento que nunca: toda su postura gritaba que estaba listo para liarse a puñetazos si era necesario con la primer persona que fuera idiota o maleducado para con ella. Se sentó a su lado y casi pareció querer cubrirla por completo con su cuerpo y presencia.

Ese tipo de comportamiento siempre llevaba a Karin a preguntarse si ese era Hitsugaya normalmente, territorial y protector en un buen sentido, o si dicho despliegue era una consecuencia de su vínculo incompleto. No lo sabía, e inevitablemente cuestionó si Toushiro estaría tan interesado en ella una vez que el vínculo concluyera.

Fue un viaje incómodo pero relativamente breve. Llegaron al centro médico media hora más tarde. Karin ingresó al edificio de consultorios como quien vuelve a su casa. Subieron al elevador y ella pulsó el botón del sexto piso; al menos habían tenido ese espacio para sí mismos. Cuando arribaron la secretaria le informó que la doctora la atendería pronto, pues aún no había llegado.

La omega miró la hora en su teléfono. La doctora no solía atender pacientes antes de las diez de la mañana, por lo que supuso que habría adelantado su horario para poder verla. La rubicunda mujer entró unos minutos más tarde, con su hermoso cabello suelto y brillantes ojos de un celeste grisáceo. Karin se levantó apenas la vio ingresar y observó a Toushiro quedarse justo donde estaba. Ella nunca había entrado con nadie al médico que no fuera su padre, e incluso en los últimos años había concurrido a consulta sola. La doctora se acercó sonriente.

—Ah, con que esa era la urgencia. — Expresó, luego de saludarla. —¿Vienen juntos?

La implicación era clara, de modo que Toushiro asintió y se puso de pie, súbitamente tímido. La médico le dio una amplia sonrisa, parecía el tipo de persona que iba repartiendo felicidad y no tenía malos días. —Pues bien, entremos. Síganme.

Y así, Matsumoto resolvió una cuestión que ni siquiera se había llegado a plantear en voz alta: ¿habrían de pasar ambos a la consulta? Rangiku abrió su consultorio con una llave magnética y, tras prender las luces y abrir la ventana, ambos adolescentes se sentaron en los mullidos sillones azules que se instalaban frente a su escritorio de madera pulida.

—Bueno, querida. Puedo percibir que estás teniendo problemas con tus feromonas. — Le informó. — Cuéntame.

Eso hizo: le relató el súbito descontrol de su aroma y el modo en el que rápidamente se había puesto en contacto con ella. Rangiku dirigió su mirada al muchacho sentado junto a su paciente y luego los volvió hacia la joven. Karin entendió de inmediato y sin tapujos resumió su historia a los hitos más importantes: actual pareja, lo encontró a mitad de su brava, lo calmó,y luego acordaron un vínculo incompleto para postergar su celo.

Matsumoto suspiró aliviada. — ¿Entonces decidiste seguir mi consejo y vincularte pronto?

Se hizo el silencio, ella no contestó pero ambos se quedaron mirándole con fijeza. La médico hizo una mueca.

—¿Y por qué el vínculo incompleto, entonces?

Toushiro pensó que era una consulta lógica, dado que no sabía que se habían vuelto pareja el mismísimo día anterior y no previamente a la vinculación incompleta.

—Doctora — Karin interrumpió. — ¿Eso tiene que ver con mi incapacidad para controlarme?

Ella negó con la cabeza y tomó una hoja de papel para explicarle a los presentes el por qué de sus feromonas dando vueltas.

—No se da en todos los pacientes, apenas un tercio de los casos clínicos desarrolla esta incapacidad del manejo de la glándula exocrina. — Explicó ella, cruzándose de brazos. — Imagina que tu glándulas son como una ventana por donde entra el viento, es decir, tus feromonas. — Introdujo. — Tras tu primer celo descubriste que esa ventana podía abrirse, y que tú podías cerrarla a tu antojo. La abrías cuando tenías ganas, tanto o tan poco como quisieras, y para eso sólo tenías que deslizarla.

Ella asintió.

—Cuando te di los supresores, éstos además de suprimir tu celo, funcionaron como una suerte de aceite ¡Hacían mucho más liviano abrir o cerrar la ventana! A medida que generaste resistencia a ellos, es decir "el aceite se secaba", te di dosis más fuertes, que se traduce como "aceites más oleosos". Pues bien, Karin, no tengo más aceites para darte: has llegado a tu límite.

Toushiro hizo un ruido de resignación que sonó como un gemido ahogado. — Es decir, Karin se acostumbró a los aceites y ahora no puede cerrar la ventana por sí sola.

—En síntesis, sí. — Cantó la médico. —Los supresores e inhibidores han dejado de funcionar, tu sistema exocrino se ha acostumbrado a ellos y tú necesitas volver a aprender cómo manejar tus glándulas sin ellos. Ha sido tan paulatino que te puede llegar a costar adaptarte.

—Es decir… esta soy yo, sin mi dosis diaria. — Se mortificó. — ¡¿Está soy yo… normalmente?!

Matsumoto negó con la cabeza y lucía un poco abatida cuando debió contradecirla. Le explicó que en realidad su sistema se había acostumbrado pero que probablemente la medicación estuviera teniendo algún efecto residual en ella, por lo que empeoraría antes de mejorar. Le pidió que siguiera ingiriendo las pastillas hasta terminar el blister. La morena asintió.

—Esperaba que tuvieras al menos un año más, cariño. — Se lamentó. — Te pediré unos análisis para ver tus niveles hormonales, pero estoy segura de que estás al límite. Y sí, querida: este es tu olor natural y a eso me refiero cuando digo que eres "sobresaliente".

Toushiro levantó la mano despacio, temiendo interrumpir. La mujer volvió su atención a él.

—Antes del vínculo ella ya estaba comenzado a acercarse a su segunda rutina, aunque su olor no era tan perceptible como ahora. No soy el mejor juzgador, por supuesto, ya que no soy particularmente sensible. — Argumentó.

Matsumoto echó su peso hacia el respaldo de la silla giratoria que estaba usando y meditó un instante. Cuando lo hizo, perdió toda la jovialidad que había estado mostrando. Se irguió y sin mediar palabra preparó una serie de órdenes médicas y bioquímicas.

—Esto significa que su vínculo incompleto te dio unos pocos meses, ¿quieres repasar tus opciones, linda? — Ella señaló al peliblanco con una sola mirada.

Karin apretó la boca.

—No es necesario, las tengo presentes.

Toushiro tuvo la sensación de que se estaba perdiendo algo importante, de modo que tras darle una mirada interrogante a la doctora, derivó su atención a su novia: —¿Hablan de tus opciones para controlarte durante tu celo, en junio?

Matsumoto guardó silencio a la espera de que su paciente le diera el visto bueno para compartir sus opciones médicas con el chico. Karin lo había presentado como su novio y había ingresado con él al consultorio ¿se había apresurado al sugerir explicar todo de nuevo para el alfa que desconocía, quizá, todo el proceso de vinculación de una omega? La adolescente apretó los labios y luego suspiró.

—No quiero hablar de eso ahora.

Y eso era todo, Matsumoto no necesitó nada más para comprender que ella no había tenido esa conversación con el chico o, tal vez, no quería hacerlo partícipe de su próximo celo. Era factible que pese al vínculo incompleto ella no hubiera aceptado la idea de vincularse tan pronto, o de querer compañía para atravesar su celo.

—Bien, entonces no queda mucho más que hablar hasta que tengas tus exámenes listos. — La doctora cortó el tema. — Te tomará hasta dos semanas, espero, volver a conectar con tus glándulas como antes. Practica en casa. Pero debes ser consciente de que esta es tu situación sin supresores, y tendrás que esperar al menos un año antes de volver a usarlos, es decir, cuatro celos enteros.

Karin suspiró, resignada. — Lo sé. Muchas gracias por venir antes para verme.

La médico le guiñó un ojo. — Pactemos una cita para dentro de quince días, tus análisis ya deberían estar aquí.

Dicho eso, la derivó al área de bioquímica dónde le tomaron muestras de sangre. Toushiro la esperó y tras abandonar el edificio de consultorios médicos se dirigieron a un pequeño parque cercano. Debido al horario casi no había nadie allí para interrumpir lo que Karin sabía que iba a ser una conversación obligada ¿Por qué tan pronto? ¡Apenas habían comenzado a salir de verdad, maldita sea! Pese a que Toushiro quería hacer multitud de preguntas, se ofreció a ir a por unas bebidas frescas y le dio tiempo a la omega para organizar sus pensamientos.

—Jugo de naranja y frutilla para tí. — Le tendió la lata antes de sentarse junto a ella en el banco y abrir su propia lata de café helado.

—Gracias, Tosh. — Contestó, y jugó con la lata un momento antes de abrirla.

Le dio tres sorbos largos antes de volver a mirarlo. Intentó hablar, pero no sabía qué era lo que quería comunicar. Lo intentó un par de veces y pudo ver la exasperación bajo la superficie serena de su novio. Él quería hacer preguntas, y pensó que quizá eso era lo mejor.

—Bien, esto es inevitable: ¿qué quieres saber?

—Has dicho que no querías hablar de tus opciones.

No era una pregunta, sino una afirmación, pero entendió a dónde apuntaba. La morena frunció la boca. Ciertamente Karin no había querido compartir cuestiones tan personales con él por pudor, no obstante, mientras él la dejaba sola un momento sopesó que lo mejor era dejar la vergüenza bajo la alfombra y conversar con la menor cantidad de remilgo posible. Le parecía invasivo que Toushiro, por muy amigo de la infancia y reciente pareja que fuera, supiera tanto sobre su celo, sus feromonas y su necesidad de vinculación.

¿No había sido todo muy fluído entre sus padres? ¿Por qué no había podido ser como su madre y aguantar hasta los diecinueve para un segundo celo? Gruñó.

—Porque no quiero. — Afirmó, giró su ángulo para poder verlo a los ojos y continuó: — Pero viene siendo necesario ¿no?

Estaba sonrojada y tenía los ojos brillantes, lucía a todas luces incómoda y todo su lenguaje corporal gritaba que quería huir de esa banca. Toushiro soltó un largo suspiro, derramando en él toda su frustración. Lo habían criado para ser un mejor hombre que eso, se recordó.

—Entonces no lo hagas, si no quieres compartirlo conmigo no tienes que hacerlo: es tu celo, y de momento, no es algo que tenga un impacto inmediato en nosotros ¿Estoy en lo correcto?

Ella apretó la boca y los ojos que antes brillaban por lo humillada que se sentía a razón de la situación que atravesaban pronto se aguaron, conmovida. Si Toushiro podía renunciar a su curiosidad por evitarle la situación ¿No podía ella sacrificar su pudor para estar ambos en la misma página?

—Si nos damos prisa, llegaremos para las clases de la tarde. — Anunció él, levantándose de su sitio. — O bien podemos dar el día por perdido y hacer novillos, por una vez.

—Tenemos club esta tarde. — Ella recordó.

—¿Sin los capitanes? — Alzó una ceja, con una sonrisa socarrona — Se las arreglaran sin nosotros.

Ella parpadeó, anonadada, y luego respondió con una sonrisa imbuida en picardía. —Ah, eres toda una mala influencia, capitán.

Karin se levantó y antes de que pudiera continuar su pulla él se acomodó frente a ella y le robó un beso. Ella levantó las cejas y abrió la boca, completamente tomada por sorpresa. Toshiro se le adelantó unos metros y la instó a seguirlo: tenía antojo de helado. Fugados del colegio caminaron de la mano por el centro de la ciudad; comieron tarta helada con café y discutieron sobre el diente dulce que Toushiro negaba tener. Karin se rió a sus expensas y se sentía lindo y cómodo ¿Así debía ser salir con alguien que te gusta? El incómodo tema sobre sus opciones se había quedado lejos de esa mesa y su merienda en aquella terraza aireada de una heladería. Toushiro había pedido un café negro para acompañar su tarta helada de crema y chocolate mientras Karin había optado por un tradicional té verde y masas finas.

La joven Kurosaki lo observó cortar con elegancia la porción de tarta en trozos que, de uno en uno, se llevó gustosamente a la boca. Toushiro realmente había dejado de lado todas sus preguntas sólo para que ella no tuviera que lidiar con ello. Era cierto que las parejas adolescentes solían ser inestables y pocas perduraban, pero la morena concluyó que Toushiro era su mejor amigo y que eso no se diluiría con la misma facilidad que una mera atracción por mucho que el tiempo pasase.

Él se merecía tener toda la información ¿no? Así como ella la había querido cuando se vincularon a medias. Toushiro merecía saber en qué, y con quién, se estaba metiendo. Esta falta de control perfectamente podía ser sólo uno de los posibles inconvenientes que podía surgir como consecuencia de su calidad de omega especial.

Por ello, y sin previo aviso, se armó de valor y expresó:

—Sobre mis opciones… bueno, de momento un vínculo completo está absolutamente fuera de la discusión. Así que si no me vinculo, puedo internarme en una institución privada una semana, con estricta vigilancia de personal médico conformado específicamente por betas y otros omegas. — Levantó un dedo de su mano y tras una breve pausa, levantó otro y continuó — o comienzo a ser… sexualmente activa, ya sabes, puedo optar por pasar mi celo a la antigua… contigo.

Toushiro masticó lentamente la tarta helada, bajó el tenedor y le ofreció toda su atención. Karin se impuso a sí misma terminar su explicación. Tomó unos sorbos de té y apartó la vista con vergüenza.

—Debido a mi desenfreno de feromonas, no me bastará un "apego" para la segunda opción. Y si es contigo, necesariamente significa formalizar el vínculo porque es evidente que no hay forma de que puedas resistirte. Así que también significa optar por la anticoncepción, por supuesto. La primera opción es horrible, no hay muchos lugares apropiados para esto: somos casos muy, muy aislados. Así que debería ir a Tokio… o a un nosocomio cercano. Sufriré la privación y estaré perdida en mi celo esos tres días. La segunda opción es inviable.

Ella jugó con la cucharita para té que le habían dado, sabía que iba a ser un proceso terrible y por eso había estado desesperada por postergarlo ¿Por qué no podía ser como Yuzu y estar cachonda unos días y ya? No, ella tenía que ser una maldita fenómeno, un gen perdido que casi no se manifestaba y que contra toda probabilidad se había activado en dos generaciones seguidas.

—Así que debo hacerle saber mi decisión pronto a la doctora Matsumoto, y firmar el consentimiento informado para mi internación. Dado que estaré recluida ellos me mantendrán con sedación y ansiolíticos, tanto como puedan, en un cuarto que no permita que los otros pacientes me escuchen llorar y gritar, y si empiezo a hacerme daño a mi misma - que es una posibilidad latente - pues tendrán que atarme a la cama. Probablemente me internen incluso antes de mi celo, por lo que me harán exámenes semanales para determinar cuándo estallará. — Concluyó, humillada. — Sales con un fenómeno, lo siento.

Él la observó en silencio, a ella le pareció una eternidad pero el peliblanco sólo se pasó la mano por el cabello ya despeinado: —Yo creía que sólo te sedarían y estarías mayoritariamente dormida esos días.

—No me culpes por no querer admitir que me internaran en un loquero unos días. — Se quejó. — Mis antecedentes son horribles: mi mamá se manifestó tarde, a los dieciséis, y fue un completo caos: sus compañeros de clase literalmente lucharon unos contra otros en un intento de determinar quién "debía" tomarla como compañera. En ese momento ya salía con mi viejo, él acababa de entrar a la uni y al menos no estaba allí cuando ocurrió. La historia termina con ella siendo rescatada de allí por la policía civil y trasladada en una ambulancia. Fue un desastre.

Karin se admiró de la fuerza de la mirada masculina. Él podría renegar de su condición de alfa tanto como quisiera, pero le era inherente: podía imponerse sin emitir una sola palabra. Toushiro, finalmente, preguntó: — ¿y ya has decidido… qué hacer con nuestro vínculo a medias? Entiendo que no quieres completarlo, y creo que ningún alfa pueda resistirse a vincularse contigo en pleno celo… como dijiste, no hay buenos antecedentes.

La mención de sus padres, y el vínculo que ellos habían formado, inevitablemente le llevó a preguntarse sobre sus opiniones.

Ella asintió. — Si todo va bien para junio, podemos intentar un vínculo incompleto por otra ronda; siempre que otro periodo no te signifique una tortura. Mi celo es inminente, este vínculo incompleto entre nosotros es opcional, por así decirlo.

—Que te aten a una jodida cama, Karin…

Ella gimió, había temido al complejo de salvador de Toushiro. — Eso es una posibilidad, no una realidad. La realidad es, Tosh, que soy una omega hiperhormonada con problemas de regulación de feromonas, joder: ¿te parezco el mejor prospecto para renovar esto? ¿Vas a vincularte de modo permanente conmigo sólo por esa posibilidad? — La morena engulló una galleta antes de continuar: — La doctora Matsumoto se encargará de conseguir el mejor equipo médico para mí, no será tan malo y no recordaré lo peor.

Eso era una mentira: Karin recordaría todo, cada segundo en el que el instinto tomaría lo peor de ella y lo sacaría a flote. Acabaron sus bebidas y con un ánimo enturbiado volvieron a sus hogares caminando, lo más lejos posible de la gente. Toushiro cerró las distancias de nuevo y entrelazó sus dedos con los suyos, aminorando el paso.

Era claro que estaban en una situación complicada, con Karin entre la espada y la pared. A su parecer la opción menos dolorosa para ella era la vinculación, pero como bien había aseverado la menor, lo incluía a él con miras a algo permanente. La idea de Karin recurriendo a un alfa de consuelo era, como mínimo, repulsiva; y ella parecía haberse decidido por la primera opción. Se sentía mal por ella, pero asintió con su decisión: él también preferiría sufrir su celo atado a una cama que tomar una decisión precipitada que podría arrastrar el resto de su vida.

Estaban aguardando en una esquina a que el semáforo peatonal les diera paso cuando de repente Karin jadeó — ¡Hiyori!

Toushiro siguió la dirección de los ojos de ella y efectivamente, allí estaba su compañera de clases. Era hora del almuerzo y ellos estaban en ese punto muy cercano a la escuela, supuso que la rubia había saltado la valla y escapado antes de las clases de la tarde. Iba a perder el año si seguía faltando y eso significaba que las judokas perderían el quórum necesario para competir. Karin afiló la mirada, al lado de la estudiante había un hombre muy alto que a todas luces debía llevarles unos diez años.

Un pitido les indicó que podían avanzar y su novia se apresuró a cruzar la calle para increpar a la vicecapitana. Él la siguió, por supuesto, sabiendo que era de naturaleza imprudente cuando estaba dominada por sus emociones. Y Karin estaba furiosa. Hiyori la olió antes de verla y su acompañante también se giró, arrugando su nariz.

—Oh,¡buen día, tú debes ser..!

—¡Cállate, Shinji! — Exclamó Hiyori mientras la morena bramaba un "¡No te metas!" al unísono.

Sip, Toushiró suspiró, eso se iba a poner feo.

— ¿Por este tipo te saltas las putas clases, Hiyori! ¡Vas a perder el año! — Riñó la morena gesticulando con las manos — Por un dientón que claramente no debería verse a escondidas con una menor de edad.

Shinji levantó las manos —Eh, que yo no me he metido con nadie.

—¡Que te calles, idiota!— Interrumpió la muchacha de coletas — ¿Y tú que pretendes dándome sermones y haciéndote la puritana? Si también faltaste para andar con Hitsugaya, ¡sólo estás preocupada por tu pequeño equipo de kendo! No te hagas la santurrona, yo no te importo una mierda.

Hiyori le gruñó, si bien ella no disfrutaba de las mujeres en un sentido sexual, el olor de Karin era penetrante y le irritaba mucho que ella intentara usar sus feromonas anormales para afectarle.

—¡Siempre jodiendo a todos con esa actitud mandona! — Hiyori apretó los puños mientras se acercaba a ella, con toda la intención de iniciar una pelea. — ¡Pues adivina qué, eres una puta omega de todos modos por muy mandona que seas! ¡La única alfa aquí soy yo!

Toushiro se paró delante de Karin al mismo tiempo que Shinji empujó a Hiyori detrás de él velozmente. La rubia trastabilló con el empuje y cayó sobre su trasero. Insultó al rubio que la había derribado pero él levantó una mano sin volver su mirada hacia ella. Hirako estaba sosteniendo la mirada de Toushiro, quien respiraba lentamente.

Hiyori había usado su voz de mando contra Karin, y Toushiro no iba a quedarse en su sitio mientras la rubia cometía tal falta de respeto ¿Se había atrevido a intentar subyugar a una omega e intentar golpearla? Karin habría demorado unos segundos en reaccionar debido a la orden implícita y, por lo tanto, hubiese recibido un golpe de lleno. Ni en un millón de años, se dijo, noiba a permitir que eso sucediera.

—Muévete. — Ordenó el peliblanco.

Si esta era la pareja sobre la que Hiyori le había comentado, había sido una estúpida al intentar golpear a una omega frente al alfa que estaba vinculado a ella, por muy incompleto que fuera el asunto. Joder, él mismo podía reconocer que usar la voz de mando era algo muy mal visto y que en las condiciones dadas era incluso desleal.

—Ella no lo hizo a propósito. — Intentó apaciguarlo, aunque sabía que si se mostraba agresivo el crío intentaría retomar la pelea. — Además, por muy alfa y plana que sea, sigue siendo una chica.

Toushiro miró a Hiyori con fiereza, la muchacha ya se había erguido y parecía confundida. La rubia no era obtusa, podía ver la tensión entre Shinji e Hitsugaya. Un movimiento en falso y estaba segura de que el vínculo incompleto sacaría lo peor del taciturno peliblanco, pero ella estaba demasiado iracunda: le valía una mierda todo.

—No eras tan tranquilito, entonces. — Se burló, en cambio.

Shinji puso su mano sobre la cabeza de la adolescente y la obligó a hacer una reverencia. —Ella es una tonta y estoy seguro que tan pronto como se tranquilice se dará cuenta de eso.

Hiyori se removió y lo insultó sin parar, pero él no aflojó su agarre sino que se inclinó y le susurró con indignación: —Mírala, estúpida.

Fue entonces que la chica reparó en su compañera, quien estaba de pie detrás de Toushiro con los labios apretados y las manos en puños. Karin la miraba con fijeza y un rostro que sólo reflejaba repulsión.

Ya la habían mirado así antes, se le revolvió el estómago.

Hitsugaya se movió para ocultar a la morena de su visión y Hiyori de pronto se dio cuenta de que casi había golpeado a traición a su alguien que, en el fondo, había considerado una amiga.

—Vámonos, Toushiro. Todos tenían razón: ella sólo piensa en sí misma. Que se joda.

Sin esperar a una respuesta, ella emprendió su camino de regreso. El muchacho soltó el aire que había estado conteniendo y con una última mirada de desprecio se dirigió a la rubia: — Ve a clase, si jodes a Karin creeme que encontraré la forma de joderte a ti.

Shinji la soltó cuando la pareja se alejó lo suficiente, sabía que la pequeña alfa había metido la pata hasta el fondo del hoyo. Ella arregló las coletas, sin mirarlo. Por mucho que ella intentara disimularlo, estaba a la vista que se sentía humillada.

—Ve a la escuela, Hiyori. Tienes que dejar de hacer esto. — Indicó él, apoyándose contra la pared. — El pasado es inamovible, tonta. Esta es tu vida ahora, no vuelvas a echarla a perder.

—No me digas qué hacer. — Respondió ella, pero dejó que el mayor se fuera de allí sin retenerlo.

Cuando los profesores abordaron a Yuzu preguntándo por qué su hermana había faltado a la escuela, ella fue muy rápida para cubrirla alegando un resfriado. Se mostró firme cuando ellos insistieron, haciendo notar que Toushiro Hitsugaya también se había ausentado sin explicación. Se merecía un premio oscar, porque inclusó lució preocupada cuando afirmó que "quizá" Karin había contagiado a Toushiro.

Por ello, cuando volvió a casa esperaba un chisme jugoso y no la cara agria de su hermana.

—Dime que no te fugaste con Toushiro sólo para pelearte. — Suplicó ella, dejando todo a un lado para acercarse a su hermana.

Ella negó con la cabeza y le aseguró que todo estaba bien, pero la rubia no le creía. Sin más objeción, comprendió que su melliza necesitaba algo de espacio personal. Le costaba mucho dárselo, pues tenía la tendencia a ser insistente y no soltar algo hasta obtener lo que quería, mas era evidente que no obtendría nada de ello.

Sin embargo, los chismes escolares corrían rápido. Especialmente cuando tenía un infiltrado en el grupo de kendo: Aoba Hotaru. El joven no era dado al cotorreo sin sentido, pero estaba profundamente flechado por la menor de las mellizas Kurosaki y el primer tema de conversación que se le había venido a la mente para hablar con ella había sido, por supuesto, Karin. Así se habían acercado, conversando entre clases. Con él como hilo conector Yuzu siempre estaba al tanto de lo que pasaba en el club, incluso aunque no lo buscara.

Sus asientos eran contiguos, y compartían algunos trabajos de clase. Ella era perfectamente consciente de que le gustaba al muchacho aunque éste intentara que no lo notase. Yuzu era lo suficientemente amable para fingir ignorancia, pues no quería alejar o avergonzar al muchacho: esperaba que él tuviera el valor de invitarla a salir pronto. Armada con una inteligencia emocional con la que sus compañeros no podían ni soñar, ella abordó de modo muy casual al joven sobre su día, esperando no tener que preguntar directamente.

Para su buena suerte, Aoba pronto le contó los acontecimientos del club de kendo: Karin y Hiyori no sólo se habían peleado, sino que el entrenador había tenido que separarlas dos veces con ayuda de Hatsuo, Hitsugaya y él mismo.

— ¿Separarlas…?

—Se dieron con todo — Narró. — No respetaron las normas, se salieron del espacio, no pararon cuando lo ordenó Abarai: eran como dos perros salvajes.

Yuzu boqueó, incrédula.

—Abarai las separó la primera vez, y les ordenó que se comportaran pero tan pronto como las dejó solas volvieron a partirse la madre a putazos. Eso no era kendo, te lo puedo asegurar. — Él bajó la voz, pues no quería que el resto de sus compañeros pensaran mal de las muchachas. — Yo era quien estaba más cerca la segunda vez, así que cuando era obvio que no era un encuentro deportivo levanté a Hiyori por la espalda para separarla y Hatsuo hizo lo mismo con Karin.

Aoba no quiso darle más detalles, pero le expresó su preocupación por Karin y la rubia. Mencionó que ellas solían llevarse bien y que sus peleas apenas eran pequeñas bravuconadas que, en realidad, no significaban ningún conflicto. Murmuró que incluso Hitsugaya se había negado a practicar con Hiyori y Abarai debió imponer orden durante todo el entrenamiento.

—Sé que no tengo que pedirtelo. — Aclaró él — ¿Pero podrías hablar con Karin? ¡No le digas que te mencioné algo! Pero… uh, bueno, no es algo usual de esas dos pelear así.

Yuzu se enterneció por lo honestamente preocupado que él sonaba. Hasta donde la castaña sabía, Aoba era amigo de Hitsugaya, por lo que asumió que el novio de su hermana había permanecido hermético respecto a la fuente del problema.

Por mucho que hubiera querido darle espacio a su hermana sobre sus asuntos personales, Yuzu decidió que debía intervenir ¿Pelearse en clase? Eso no sonaba como algo que Karin hiciese sin motivo.

Salió de la escuela esperando verla, pero sólo se encontró con Hitsugaya quien lucía fastidiado e inquieto a partes igual. Yuzu miró a Hotaru, quien salía de clases con ella, y ambos saludaron al peliblanco. Kurosaki no esperó a que el tema surgiera naturalmente, tenía mucha más confianza con Hitsugaya y estaba nerviosa sobre por qué su hermana no salía.

Porque si Toushiro "ando pegado a Karin tanto como puedo" estaba allí sin ella, había sucedido algo que lo ameritara.

—¿Alguno de los dos va a dignarse a decirme por qué toda al escuela está diciendo que Karin se peleó en kendo con Hiyori? — Indagó, actuando todo lo indignada que podía.

No iba a exhibir a Hotaru como su confesor, por supuesto. Hitsugaya suspiró, pero no demoró en responder sus preguntas. Narró lo mismo que Hotaru, adicionando que Abarai había exigido a las muchachas que se encontraran con él al finalizar las clases para una reunión y que lo había sacado a patadas de allí. Yuzu pensó que casi lo había visto hacer un mohín.

—¿Y por qué se pelearon? ¿Qué causó la pelea?

Toushiro apretó los labios. — Esa no es mi historia para contar.

Yuzu intentó contar hasta diez, pero no pudo. —Ay, por favor ¿qué pasó? ¿Se pelean por la capitanía? ¿Es porque Hiyori faltó ayer y está al borde de perder el año?

Toushiro levantó las cejas: — Te aprecio, Yuzu; pero mi lealtad está con Karin.

Si no estuviera tan molesta, se dijo, le habría parecido una afirmación muy dulce. Pero estaba enojada, de modo que a su gusto fue una aseveración pretenciosa y fútil.

—¿Y con quién crees que está mi lealtad? ¡Es mi hermana de quien estamos hablando! — Acusó, señalando con el dedo groseramente. — ¿Quién crees que los cubrió ayer? ¿Ah? ¿Quién crees que toma doble turno con mi papá para que ustedes puedan tener las tardes enteras? ¡Vamos, contesta!

Hotaru abrió los ojos, sorprendido. Que se lo llevara el infierno, Yuzu Kurosaki estaba fúrica y él jamás la había visto más hermosa. Sin embargo, Toushiro no parecía compartir su opinión.

—Yo no he cuestionado tu lealtad. — Replicó, fastidiado. — Pero si tanto quieres saber, pues pregúntale a tu hermana.

—¡Ya, ya! — Interrumpió él. — Todos estamos preocupados por Karin aquí ¡Todos estamos en el mismo barco!

La castaña respiró profundo y estuvo de acuerdo, estuvieron en silencio un momento hasta que Toushiro habló: —No sabía lo de los turnos dobles, es tu decisión, pero yo… gracias.

Yuzu se encogió de hombros, sabiendo que ese era el modo de Toushiro de pedirle disculpas. —El vínculo te afecta a tí, pero ayuda a mi hermana: no hay de qué.

Aoba sonrió, le causaba algo de gracia cómo podían pasar de querer sacarse los ojos a hacer las paces en un momento, y sin ceder en su orgullo. De modo que hizo lo que mejor se le daba, dada su personalidad extrovertida: hizo conversación.

Al menos hasta que Karin y Hiyori salieron juntas con expresiones indescifrables. Hiyori pasó a su lado sin contestar el breve saludo de Aoba y giró la esquina sin siquiera dirigirles la mirada. Karin observó a los tres jóvenes frente a ella y contestó la pregunta no formulada: — Abarai nos suspendió, tres días para ambas. Eso significa, inevitablemente, que Hiyori suspende el año. Y nosotras nos quedamos sin competir.

A ella se le brillaban los ojos, aunque Yuzu no sabía si estaban anegados de lágrimas o pura furia — Arruiné el equipo ¿Cómo les voy a decir a Uma, Uta y Aiko?

Hitsugaya y Hotaru se miraron por sobre la castaña quien, sin un atisbo de duda, tomó la mano su hermana y la apretó mientras la sacaba de allí. Yuzu miró sobre el hombro a los muchachos quienes negaron la cabeza y una miraron con una mezcla de tristeza y resignación. La melliza comprendió: era un asunto sin remedio.

Ese año no competirían y Hiyori había perdido el año.