Capítulo [7]

(...)

—Un gusto conocerte, Lotte—le contesté mientras me agarraba con firmeza a su escoba.

—Lotte Janson—complementó ella.

Hacía apenas unos momentos que había escapado de un destino fatal, a punto de caer a la muerte debido a mi terquedad. En ese preciso instante, mi corazón aún latía acelerado, tratando de recuperarse de mi reciente caída.

La chica que me había salvado se llamaba Lotte, específicamente Lotte Janson. Hablaba inglés a la perfección, aunque con un marcado acento extranjero, recordándome un tanto al acento característico de los pescadores originarios de países del noroeste de Europa, con quienes había trabajado en las riberas del río Támesis.

Podría describirla como una chica de pelo corto anaranjado, cubierto por un sombrero de bruja estudiantil de la academia. Al girarse hacia mí, pude ver sus ojos de un azul claro, su piel blanca y unas inocentes pecas en sus mejillas.

Como era de esperar, reaccionó con desconfianza hacia mí, considerando que de repente había caído sobre su escoba, probablemente asustándola.

—¿Así que eres uno de los alumnos de nuevo ingreso del que todos hablan?

—Sí—dije, sintiéndome un poco culpable de su susto. Si estuviera en su lugar y viera mi reputación creciendo entre las nuevas estudiantes, incluso dudaría en llevar a una chica despistada sin escoba, temiendo ser afectada por los rumores.

Pero al parecer, no fue así. Ella pareció ir directamente al grano al preguntarme eso.

—Antes que nada, ¿por qué estabas a punto de caer al suelo?

Entonces, fue inevitable para mí bajar la cabeza, recordando la razón por la que escalaba aquel húmedo muro para alcanzar la línea de Ley. Peor aún, sentirme inútil sin mi escoba.

—No traje mi escoba...—dije con una vergüenza palpable. Se suponía que Nana me la traería una semana después de mi ingreso a clase y me topé con un trío de brujas que me señalaron mi error por no traer una para cruzar.

Si tuviera un espejo en ese momento, juraría que vería a un perrito triste al que su dueño reprendió severamente.

En mi cabeza, estaba seguro de que ella me negaría. De hecho, me estaba preparando mentalmente para escalar aquel muro una vez que ella me permitiera bajarme de su escoba. Afortunadamente, ella demostró lo contrario.

— Eso explica por qué caíste desde una gran altura...—dijo con nerviosismo—. Bueno... ¿Qué tal si vamos juntas? De todas formas no tenemos mucho tiempo antes de la ceremonia.

Obviamente, no podía contener mi felicidad ante el hecho de que sería la primera bruja de mi edad que me trataría de manera decente y me ayudaría.

—¡Muchas gracias!—Le abracé brevemente, con unas lágrimas de felicidad recorriendo mi rostro—. ¡Parece que hay brujas amables después de todo!

Una vez que me contuve, ya que no quería que cambiara de opinión conmigo, ella me dijo antes de continuar nuestro viaje.

—Esta es la primera vez que viajo con un acompañante, así que sujétate firme—dijo ella de manera un tanto nerviosa.

—Sí.

Cuando ascendimos, pude sentir un poco de vértigo por la altura. Después de todo, era mi primera vez viajando en una escoba. Desafortunadamente, en Londres era ilegal viajar sin permiso dentro de la ciudad debido a la cercanía a los humanos y los probables incidentes si algo saliera mal. Así que era emocionante para mí experimentar lo que finalmente sentía al volar y sacar los pies de la tierra. Volar como un ave libre a través de un objeto que toda mi vida conocí como uno de limpieza.

Para mi desgracia, Lotte no bromeaba con sujetarse bien, ya que sentí como si fuera un fuego pirotécnico alzarse al aire. Apenas si podía gesticular, ya que la fuerza del viento recorría mi boca.

Para mi frágil corazón humano, fue una experiencia intensa que duró brevemente, ya que la extraordinaria velocidad a la que íbamos se redujo en pocos segundos. Apenas tuve tiempo de gritar, el aire reseco mi garganta rápidamente.

Incluso con la garganta reseca, no pude evitar exclamar mi emoción al ver lo que tenía enfrente de mis ojos.

—Wow.

Era como si viajáramos a través de un túnel oscuro, parecido a los que se pueden observar al viajar en tren. Pero la oscuridad fue reemplazada por un color verde vívido. Era tan antinatural para mí, como humana común, que mi asombro total era inevitable.

Estaba en una realidad distinta, siendo testigo de algo que para un mago sería cotidiano. Este sentimiento, que me hacía sentir especial al ver algo extraordinario que algunas personas jamás verían, siempre me inundaba.

Si esto era solo el comienzo de mi introducción oficial al mundo mágico, no podía esperar las maravillas que me esperaban en Luna Nova.

—¿¡Qué?!

De repente, Lotte reaccionó asustada ante una sacudida inesperada en la escoba. También reaccioné igual que ella, pero mi grito ahogado fue más notorio.

—Esto no debería pasar... ¿Por qué nos estamos moviendo?

Dijo Lotte, tratando de analizar por qué estábamos sacudiéndonos repetidamente. Desafortunadamente para mí, algunas de mis cosas cayeron al vacío debido a este problema.

—¡Mis cosas!

Gran parte de mi ropa se había salido de la maleta de madera de mis padres, pero los costosos útiles escolares que necesitaba estaban más asegurados en mi maleta de cuero, por lo que no se habían caído aún.

De repente, ella me preguntó.

—Oye, ¿Trajiste sal?

—¿Qué?

A pesar de los bruscos movimientos que estábamos experimentando, Lotte trató de explicarme.

—La única razón por la que nos estamos moviendo es que la Línea de Ley nos quiere sacar del camino. La sal está prohibida en los viajes desde hace siglos por una razón. ¿Traes sal contigo?

Debido a mi herencia japonesa, mi padre, antes de irme, decidió hacer una excepción a los gastos y comprarme Umeboshi, unos dulces hechos de sal y caramelo derretido, envueltos en una masa de harina. Solo tenía unos cuantos en una bolsa que traía conmigo. Teorizaba que esa podía ser la razón por la cual la Línea de Ley comenzaba a amenazarnos y a sacarnos del camino.

—Son unos dulces hechos de sal.

—¡Tíralos!

—Pero...

Era inevitable para mí objetar; eran dulces caros que probablemente no iba a comer hasta años después.

—¡TÍRALOS!

Lotte al parecer estaba perdiendo la paciencia, y no la culpaba. Ahora los movimientos eran más frecuentes y agresivos. Era cuestión de tiempo para que la Línea nos expulsara.

—Lo haré.

En mi interior, lloraba arrepentida por no haber comido en su totalidad mi hermosa bolsa de dulces. Cuando finalmente iba a sacar la bolsa de dulces para lanzarla al vacío, la carta coleccionable de Shiny Charriot que conseguí en el callejón Diagon salió volando de mi otro bolsillo.

—¡NOOOO!

Mi preciada carta salió volando, traté de alcanzarla, pero no me di cuenta de que la bolsa de dulces de sal que tenía en la mano fue jalada por una fuerza misteriosa hacia el vacío.

No quité a tiempo mi mano de la bolsa y fui jalada, pateando a Lotte por accidente. Esto hizo que perdiera la concentración y fuera arrastrada en la misma dirección que yo. Era como si una fuerza de atracción nos guiara hacia donde quería ir, siendo la bolsa la que nos llevaba allí.

Me di cuenta de que el gran túnel tenía distintas direcciones, guiadas a través de una corriente de aire, en las que las brujas decidían el destino. Eran como si fueran distintos caminos de carretera. Al parecer, la bolsa de dulces nos hizo atravesar el camino de una compañera que había conocido antes.

—¡Cuidado!

A pesar de no caerme bien, no quería que, por culpa mía, se involucrara en mi accidente. Lástima que, por andar leyendo su libro, no se diera cuenta de que iba en su dirección.

Lo que resultó en que chocamos, y ella también fue arrastrada hacia un destino desconocido. Lástima que parecía que la expulsión de la Línea de Ley era como si fuéramos lanzadas hacia un remolino gigante.

Lo siguiente que pasó fue que caímos desde varios metros de altura hacia un especie de bosque bastante tétrico. Perdí de vista a las demás al caer, así que podría considerarme sola por ahora. Durante la caída, una rama rozó el dorso de mi mano izquierda, sacándome una cantidad considerable de sangre.

Lo único que impidió que estallara en lágrimas en ese momento, era que mi amada carta estaba a mi lado. Además, mi varita permaneció intacta en mi cinturón de cuero, la cual elaboré con mis propias manos hace unos meses.

—¡Duele!

A pesar de sentirme feliz de que al menos estas cosas se hayan salvado de mi fatal error, mi mano seguía doliendo. Afortunadamente, a pocos metros de mí, tenía parte de mi ropa regada en el suelo de este aterrador bosque.

—¡Debes ser fuerte, Akko! —dije, dándome palabras de aliento.

Tuve que sacrificar una excelente playera de algodón para poder hacerme un torniquete improvisado en mi mano y detener el sangrado.

Para mi desgracia, soy zurda y era la mano con la que más me acomodaba para lanzar hechizos.

—¡Ay! —dije, sosteniendo mi varita con la mano lastimada.

No tenía alternativa. En este mundo, la posición correcta de la varita era vital para lanzar un hechizo. No tenía el lujo de lanzar un hechizo fallido con mi mano derecha; tenía que soportar el dolor si quería sobrevivir.

—¡Tenías que ser tú!

De repente, me volví y vi a esa chica con la que me crucé en el pueblo. Ella estaba a pocos metros de mí y por un momento sentí su ira demoniaca dirigida hacia mí. Casi me asusta tanto que me habría llevado al otro lado.

Pero al parecer, se tranquilizó un poco. No sin antes decir cosas hirientes, que probablemente merecía.

—Eres la cosa más irritante que existe.

—Solo puedo decir... lo siento.

Traté de disculparme. Después de todo, era mi culpa que estuviéramos en este bosque aterrador.

—Como sea —dijo como si no le importara—. Sigue siendo el destino que quería.

—¿Qué? —pregunté extrañada.

De repente, oí ruidos extraños detrás de una serie de árboles a unos metros de mí. Rápidamente quise ver qué era y me encontré con Lotte, quien sostenía su escoba rota entre las manos.

—¡Lotte! ¿Estás bien?

Pregunté preocupada por ella. Además, también estaba aterrada de que se hubiera lastimado por mi culpa.

—No, estoy bien. Es que... mi escoba está rota. No podremos salir, Akko, ¡no debemos estar aquí!

—¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué es este lugar?

Pregunté un tanto aterrada de haber quebrantado las reglas. Pero al parecer, quien me respondió mis dudas fue la chica de cabello rosa que estaba detrás de mí.

—Este es el Bosque Arcturus, los rumores no mentían. Fue bastante fácil entrar al bosque prohibido.

Dijo la chica observando los alrededores.

—¿Prohibido?

Ahora estaba aterrada de que me castigaran en mi primer día aquí.

—Akko, la chica tiene razón. Es bastante extraño haber entrado fácilmente. Solo un maestro puede entrar sin ser detectado por la barrera.

Dijo Lotte, un poco asustada, pero también analizando la situación.

Cuando iba a comentar otra cosa, de repente varias personas entraron a la zona donde estábamos nosotras, sin importar si pisaban o no nuestras cosas, nos apuntaron con sus varitas.

—¡Esta zona está prohibida por decreto oficial del Ministerio de Magia! ¡Identifíquense! ¡Somos Aurores! —exclamó el que al parecer lideraba al grupo.

Como estaba relativamente oscuro debido a lo alto de los árboles, apenas distinguía sus caras, pero la mayoría usaba una gabardina negra.

Lotte reaccionó de manera natural, levantando las manos, bastante asustada. Mientras que yo reaccioné igual. La chica simplemente levantó las manos parcialmente, pero no tan exageradamente como nosotras.

El líder, un caballero de mediana edad, de cabello rubio y una gran barba tupida, nos interrogó durante unos diez minutos y, analizando su expresión, nos creyó que habíamos entrado a este lugar accidentalmente.

Estaba un poco más aliviada cuando me di cuenta de que estábamos ante una autoridad similar a la policía, pero esta vez del mundo mágico.

Después de nuestro breve interrogatorio, dijo que su jefa era una autoridad en la escuela y que era decisión de ella saber qué harían con nosotros.

Dentro de mí, esperaba que dicha mujer fuera piadosa en el castigo que nos esperaba por ir a un lugar prohibido y probablemente perdernos la ceremonia de apertura.

Mientras tanto, Lotte, quien debería estar furiosa conmigo por meterla en este problema, no pudo evitar consolarme al ver mi cara afligida al enterarme de que probablemente nos castigarían. Unas cuantas palmadas en la espalda para mí eran suficientes.

Lo que más me preocupaba, además del castigo que nos darían, era que la chica parecía ignorar a los Aurores presentes y concentrarse en otra cosa, mirando en direcciones distintas.

(...)

Ursula Callistis se encontraba en su oficina, ubicada en el área administrativa de la Academia, siendo el lugar más cercano al auditorio y al patio principal. La profesora, inmersa en su rutina matutina, disfrutaba de su taza de café mientras atendía las tareas administrativas asignadas, además de llevar a cabo una tarea adicional que ella misma se impuso: realizar un último chequeo de su temario para el nuevo semestre.

El apacible ambiente del edificio le resultaba tranquilizador, ya que la mayor parte del profesorado estaría de camino para acompañar a la Señorita Hoolbroke en la Ceremonia de Apertura. Esto significaba que no tendría que soportar el bullicio estridente y el ajetreo habitual al que se había acostumbrado. Además, tenía el permiso de la directora para llegar tarde si fuera necesario, dadas las circunstancias.

Sin embargo, lamentablemente, la tranquilidad del silencio no impediría que su evidente incomodidad se manifestara a través de una tarea extra. Una tarea que simplemente requería su firma para dar por terminadas sus actividades, pero que no podía completar.

—Esto es difícil—murmuró con pesimismo, antes de dar un último sorbo a su café.

Una vez que terminó, dejó su taza cerca del pequeño montón de documentos que bloqueaba su vista de la puerta de su oficina y suspiró con frustración. Observó una y otra vez el temario terminado y aprobado por la Señorita Hoolbroke. Un trabajo que había desarrollado para impartir su materia; era lo que enseñaría. Esa hoja frente a ella representaba, más que nada, un cambio en su carrera docente. Una nueva etapa en la que, después de siete años, cambiaba el tipo de materias que enseñaría.

—Hace mucho que no daba una clase de Defensa en contra de las artes oscuras— se dijo a sí misma para calmar su relativa ansiedad.—Era sencillo enseñar a aspirantes a Aurores, pero a estudiantes?

Dentro de sí, dudaba si podía cumplir con su clase, como el Ministerio le había encomendado. Después de todo, esto no estaba en sus planes y su destino había cambiado abruptamente desde el incidente en la Academia hace unos meses. Es decir, no se sentía realmente preparada ante semejante responsabilidad ahora.

—Aunque, tal vez mi éxito de haber preparado a esos dos chicos pueda que…—dijo esto último de manera un poco más positiva.

De repente, la puerta que daba a su oficina estaba siendo tocada con suavidad. Ella no tuvo que preguntar quién era, porque intuía de quién se trataba.

—Pasa, Izuku...

Justamente como si ella lo hubiera invocado, uno de los chicos de quien estaba refiriéndose apareció en su oficina. Ursula, sabiendo quién era, no tenía problema en que entrara, incluso si no tocara apropiadamente.

Izuku entró a la oficina y traía consigo una carta en sus manos. Luego, se acercó a su escritorio y de manera respetuosa le dijo:

—Profesora, la señorita Hoolbroke me pidió que le dijera que usted puede entregar su temario más tarde, si así lo desea.

El chico había aprendido el idioma inglés en un tiempo extraordinario, al igual que su otro compañero, Shigaraki. Aunque el acento marcado del idioma japonés aún estaba presente en el chico, era sorprendente su excelente dominio del idioma.

—Gracias, Izuku.

Aún sentía un poco de vergüenza, dado que la señorita Hoolbroke estaba siendo demasiado indulgente con ella y su temario. Solo tenía que firmarlo y aceptar el hecho de que era profesora de una materia diferente.

—¿Alguna otra cosa que debas informarme? Si no es así, es importante que no te pierdas la ceremonia de apertura, Izuku. Después de todo, es el inicio de tu primer semestre oficial en la academia.

—Maestra, considerando que seremos los primeros chicos en una Academia exclusivamente de chicas, seguramente llamaremos más la atención de lo debido. No creo que sea buena idea estar presente...

—Izuku, quieras o no, esas chicas en la ceremonia serán tus nuevas compañeras en este semestre. El Ministerio accedió a que ustedes se queden aquí, e incluso hicieron una excepción para aceptarlos por ser chicos. Era de esperarse que algunas no estén conformes, pero otras pueden aceptarlo e intentar conocerlos. Ustedes deben abrirse a tener nuevas amigas. Como les dije, estar solo y aislado no es bueno.

Entonces Izuku, con un tono de voz más serio, empezó a contemplar su extraño símbolo en su muñeca izquierda. Luego, miró a la maestra, quien seguramente sabría lo que iba a decir a continuación, lo que lo llevó a adoptar una actitud seria.

—Pero, considerando nuestros deberes con el Ministerio, ¿qué podemos esperar de esto? No somos normales y tampoco sabemos nuestro origen.

—Pero ustedes saben quiénes son ahora, eso es lo importante, Izuku...

De repente, el espejo de tocador estaba vibrando dentro del cajón del escritorio de la maestra. Rápidamente, ella con una llave que traía consigo en su bolsillo, abrió el cajón para sacarlo.

El espejo estaba brillante, y dentro de él se hallaba un símbolo de una varita, y abajo estaba escrito un nombre.

—Uno de los jefes de patrullaje del bosque Arcturus está llamando —dijo seriamente.

—¿Serán ellos?

Izuku deseaba que ese día tan tranquilo no fuera interrumpido por ellos.

—Espera.

La llamada duró unos minutos. Izuku supo el contexto debido a las respuestas que ella daba. Al parecer, unas alumnas de primer ingreso cayeron expulsadas de la Línea de Ley y enviadas al Bosque Arcturus por un error banal relacionado con la sal. Al parecer, necesitaban de su presencia para atenderlas y ver qué proseguía en cuanto a la disciplina.

Cuando colgó, para la consternación de Izuku, ella pareció tomarse la noticia de una manera bastante tranquila. Incluso parece no estar enojada con las estudiantes que se cayeron en el bosque.

—No tardaré. Tendré que ir al bosque Arcturus —dijo levantándose— Ellas son alumnas que simplemente tuvieron un mal día. Hablaré con ellas brevemente y las llevaré conmigo a la ceremonia de apertura. Así como ellas, también es tu obligación ir, no lo olvides.

Dijo eso con una sonrisa sincera. Él no podía negar que a veces ella tenía métodos para convencerlo de algunas cosas en las que él no estaría dispuesto a cooperar. Era como si una familiar tuya te convenciera de ayudar debido a su amabilidad y sentido del tacto.

—Lo haré, maestra —dijo Izuku resignado, haciendo un breve puchero.

—Así se dice, Izuku.

Ella, antes de irse, agarró el cabello de Izuku y lo revolvió de forma cariñosa.

Pocos segundos después, se dio cuenta de una cosa.

—Un momento...

Izuku, al ver a su maestra saliendo de su oficina, recordó que tenía en sus manos una carta relacionada con sus deberes enviada directamente del Ministerio. Se sintió verdaderamente idiota por olvidar un hecho bastante importante. Entonces, sabía que después de ese asunto con dichas alumnas, tenía que entregársela lo más pronto posible.

—Aunque no sería mala idea tener un día tranquilo más. Aunque eso sería soñar —dijo, concluyendo pesadamente, antes de abandonar la oficina de su maestra.

Dichas responsabilidades nunca deben hacerse esperar.

Continuará...

Espero que les haya gustado a las personas que aún siguen está historia y no olviden comentar jeje.

¿Qué opinan? ¿Alguna sugerencia? Nos vemos en el próximo capítulo mañana.