Capítulo [16]

(...)

Cuando creíamos que todo estaba perdido, un hombre desconocido se interpuso entre el inquisidor y Qrow. Al verlo más de cerca, supimos que era Morgan, tu ex alumno. Fue él quien trajo consigo el viento que dispersó el Miasma que nos estaba consumiendo, proporcionándonos la clara ventaja que tanto necesitábamos.

—¿Morgan? ¿Qué haces aquí? —pregunté sorprendida por su aparición.

—No hay tiempo, profesora. Deben huir de aquí. Su barco y su tripulación han sido aniquilados. Deben subir al mío. Tienen órdenes de llevarlos a Vale a salvo —respondió Morgan de manera seria, apretando con fuerza sus puños.

Al igual que nosotros, parecía profundamente afectado por la muerte de sus compañeros. El mismo observó cómo sus cuerpos yacían esparcidos por el lugar. Muchos de ellos eran también sus compañeros de generación. Quizás nunca podré adivinar qué pensó en aquel momento, pero pude percibir su deseo inquebrantable de vengarse a cualquier costo.

Aunque no nos daba tiempo para saludarlo tan siquiera, comenzamos nuestra huida. Me habría gustado poder saludarlo como se debe, especialmente considerando que habían pasado casi veinte años desde la última vez que nos vimos. Sin embargo, estaré eternamente agradecida por habernos ayudado a escapar.

—¡Por fin! ¡Maldito bastardo! ¡Veremos quién cae primero! —gritó Morgan mientras corría hacia el inquisidor.

En un instante, con su presencia imponente y su dominio del arte marcial "Bajiquan", comenzó a atacar al inquisidor con movimientos rápidos y explosivos, desplegando golpes de codo y puño. Su poder parecía multiplicarse a medida que la luna alcanzaba su posición más favorable, otorgándole una ventaja sobre su oponente.

—¡Qrow! ¡Clover! ¡Huyan al barco! —grité a mis compañeros, dirigiéndome directamente hacia la mujer para enfrentarla y derrotarla.

Al ver que el inquisidor estaba ocupado con Morgan, ella intentó aniquilarnos con cuantos proyectiles pudo. Sin embargo, en su desesperación, descuidó su defensa trasera, y aprovechando mis habilidades de combate, le propiné una patada en la cadera. Mi golpe, potenciado por los vestigios restantes de mi poder, fue lo suficientemente efectivo como para lanzarla contra una pared cercana.

—¡Maldita perra! —exclamó con voz entrecortada, yaciendo en el suelo.

Sin pronunciar una palabra más, utilicé mi fusta para provocar el derrumbe de la pared, sepultándola antes de que pudiera siquiera levantarse. En ese momento, un sentimiento de profundo deseo de acabar con su vida se apoderó de mí, pero me era imposible permitirme ese lujo mientras Morgan se esforzaba por mantener ocupado al inquisidor. Sin embargo, mi retraso en comparación con los demás quedó evidenciado cuando un Grimm sorpresivamente me atacó, forzándome a enfrentarlo y retrasando significativamente mi llegada al barco.

Fui la última en irme del lugar y también la última en ver a Morgan con vida. Él se enfrentaba a ese monstruo con una fortaleza digna de la generación que tuvimos la fortuna de enseñar, pero las habilidades del inquisidor en combate eran tan sobrenaturales que apenas parecía humano. El choque de esa batalla sacudía la tierra y él luchaba con cuidado para no verse afectado por el venenoso miasma.

Por su parte, Morgan desplegaba una danza de movimientos fluidos, esquivando a la perfección los ataques del inquisidor. Sus potentes puñetazos y patadas eran rápidos y precisos, buscando incansablemente debilitar las defensas del hombre. Sin embargo, la astucia del monstruo no pudo ocultarse por mucho tiempo. Con una agilidad sorprendente, esquivaba cada embate de Morgan, aprovechando cada oportunidad para contraatacar con sus letales armas impregnadas de miasma.

Morgan saltaba y giraba, esquivando los letales golpes del inquisidor. A su vez, él con sus armas filosas intentaba cercarlo, presionándolo con cada movimiento.

A medida que la lucha se prolongaba, los ataques se volvían más feroces y desesperados. Finalmente, en un último y poderoso intercambio de golpes, el inquisidor logró asestar un golpe con su arma en su hombro izquierdo, lo que ayudó a debilitar a Morgan gracias a la contaminación. En este punto, ya estaba demasiado débil para poder continuar.

Lo último que alcancé a ver antes de retirarme definitivamente, después de vencer al grimm que me retrasaba y de observar por un momento la batalla, fue cómo arrancaban su corazón en pedazos. Desconocemos qué sucedió con sus cuerpos y con Morgan, pero sabemos bien el destino que les aguardaba tras la muerte.

Finalmente, logramos llegar al barco de Morgan. Incluso su tripulación luchaba para enfrentar a los grimm, y Qrow tuvo que apoyarlos para que pudiéramos partir. Después de unos minutos, nos alejamos del puerto con el inquisidor observándonos fijamente.

(...)

—Con lo que acabamos de decirte, es crucial que tengas en cuenta que la amenaza de Salem está más latente que nunca. Ahora debemos mantenernos alerta para evitar que ella adquiera por completo el poder de la doncella. Ya que al revisarla en un examen médico posterior, supimos que su poder había sido drenado a la mitad por alguna extraña habilidad. Nosotros teorizamos que esa mujer le arrebató el poder en algún momento de la pelea que la doncella tuvo. Qrow por su parte está en búsqueda del inquisidor y de ella, pero no tuvo éxito hasta ahora—declaró Glynda, visiblemente afectada por lo que acababa de narrar.

Izuku, por su parte, se encontraba sumido en una intensa mezcla de emociones. Morgan, al igual que los otros compañeros fallecidos de Qrow, eran sus queridos alumnos a los que había logrado enseñar antes de retirarse como maestro. Sabía muy bien que ese era el destino de un cazador en esta línea de trabajo, pero lo que les había sucedido, especialmente si había estado involucrado el miasma, era un destino que nadie merecía.

En ese instante, juró venganza contra el inquisidor y la mujer que participó en la masacre de Elise Queen Bay. Había enfrentado a escorias más poderosas en el pasado, y ahora ver caer a ese monstruo se convirtió en una de sus nuevas metas a largo plazo. Aunque también intuía que Ozpin ya había descifrado sus intenciones.

—Entiendo cómo te sientes, Izuku —dijo Ozpin con seriedad—, pero debes comprender que ahora Ruby y la Clase S deben ser tu prioridad. Ambos sabemos que necesitan estar preparados. El Círculo debe contar con los mejores en esta inminente guerra. Además, me preocupa lo que Salem haya hecho con el inquisidor.

Las palabras de Ozpin recordaron a Izuku su deber como profesor de Beacon, lo que le permitió enfocarse en la responsabilidad que tenía. Sin embargo, persistía una cuestión que no dejaba de rondar su mente: el inquisidor.

—El miasma, en su naturaleza primitiva, es lo opuesto a lo que somos como seres humanos. ¡Esto es imposible! Solo los grimm deberían poseerlo —respondió Izuku, reflexionando sobre el enemigo al que tendría que enfrentarse.

Glynda intervino de manera seria, recuperándose un poco de sus emociones.

—Debemos estar alertas en caso de que aparezca nuevamente. Aunque con tu inmortalidad eres inmune al miasma, no podemos descuidarnos si Salem encontró una forma de anular tu poder con ese sujeto. Tenemos que buscar cómo derrotarlo.

Afortunadamente, Izuku sabía cómo proceder, a la par que se tranquilizaba de lo que había tenido que procesar por la muerte de sus ex alumnos.

—¡Exacto! Utilizaré mis contactos en el bajo mundo para determinar un posible origen del sujeto.

Luego, Ozpin agarro su tableta y empezó a cancelar varias de sus citas que requerían su presencia por el resto de la semana.

—Buscare en el conocimiento que hemos guardado por los últimos 3000 años. Puede que nos hayamos encontrado con un enemigo similar en nuestro pasado, Izuku. La profesora Glynda me va apoyar despues, ya que será quien te acompañe.

Finalmente, Glynda se levantó de su asiento para ofrecerle la mano en señal a despedida a Ozpin. Luego miro fijamente a Izuku.

—Si, como dijo Ozpin. Yo te acompañare en la formación de Ruby, su hermana y de la Clase S. El lunes espero que tengas ya la planeación ya impresa—dijo Glynda dirigiéndose a Izuku.

—Supongo que ya te vas—dijo Izuku, presintiendo que ella va a necesitar un momento a solas para procesar el recordar lo que vivió.

—Sí, necesito irme a descansar y distraer mi mente por un rato —respondió Glynda en un tono más relajado—. Además, no quiero ser la que arruine una reunión familiar.

Esto tomó por sorpresa al peliverde, como si fuera una especie de emboscada.

—¡Espera! ¿Qué?

Entonces, Ozpin sonrió como si disfrutara ver lo que sucedería. Siempre le había gustado observar cómo su amigo sufría las consecuencias de sus acciones.

—Sí, digamos que ya informamos a un par de alumnos de tercer año que estabas aquí. Finalmente te conocerán desde que desapareciste.

El pánico se apoderó de cada parte de su ser. Claramente no estaba preparado para conocer a esos jóvenes, y podía asegurar que nunca estaría preparado.

—¡Oh no! ¡No pueden hacerme esto! Ozpin, me juraste que me darías tiempo para hablar con esos chicos. Además, ¡esto no era necesario! Estábamos discutiendo algo serio aquí —acusó seriamente Izuku a su amigo.

—¡Por supuesto que era necesario! Ellos merecen conocerte —dijo Glynda sonriendo en complicidad con su jefe.

Ella misma había sido testigo del crecimiento de esos chicos desde que llegaron a la academia hace tres años. Eran claramente talentosos y buenas personas. Aunque aún tenían dudas, esta noche finalmente conocerían a Izuku.

—¡No me hagan esto! —imploró Izuku a ambos.

—Adiós, Izuku. Pasa más tiempo con ellos, aprovechando que eres profesor aquí.

—¡Adiós, Glynda! Nos vemos mañana —se despidió Ozpin.

Glynda salió rápidamente de la oficina del director, anticipando lo que probablemente sucedería con la llegada de los próximos invitados inesperados para su ex prometido. El destino no se hizo esperar para este encuentro, ya que dos jóvenes se dirigían hacia la oficina del director. Uno era un chico y la otra era una chica, ambos visiblemente nerviosos por lo que les esperaba. Finalmente, Glynda y los chicos cruzaron brevemente sus caminos.

—Profesora Glynda, ¿cómo está usted? —saludó el chico cordialmente.

Ella respondió amablemente.

—Bien. Por cierto, él está en la oficina.

—¡Al fin podré conocer a papá! —exclamó emocionada la chica.

Glynda respondió.

—No sean tan duros con él, ya tuvo suficiente con encontrarse conmigo —sugirió Glynda, apoyándose en su lado piadoso.

Inesperadamente, ambos ya sabían de antemano que su padre y ella estaban comprometidos.

—¡Eso no lo prometemos! —exclamó la chica con una sonrisa sospechosa, que indicaba una furia escondida.

—Tranquila, hermana. Solo vamos a tener una breve charla y obtener respuestas. Lo demás viene después —calmó el chico a su hermana.

—Bueno, los dejo y tengan una linda charla —se despidió Glynda, mientras se alejaba en dirección a su dormitorio en la Academia.

Después, solo fue cuestión de tiempo para que ambos entraran a la oficina y vieran a un Izuku afectado por la vergüenza al verlos después de muchos años. La última vez que los había visto apenas tenían unos años de edad.

—¡Hola, padre! —dijo animadamente la chica al ver a su padre con los ojos en blanco.

—Es un gusto conocerte —dijo el chico.

—Hola —saludó Izuku con la voz entrecortada.

Ozpin sabía muy bien que el resto de la reunión iba a girar en torno a cómo Izuku iba a tener que reparar una relación que nunca existió. Además, tendrían que hablar sobre un posible horario justo para que él pasara tiempo con ellos. Todo a espaldas de quien los crió en primer lugar.

—¡Bien! ¿Tienen algo que decirle a su padre? —exclamó emocionado Ozpin al ver que ambos tenían mucho que decir y su amigo mucho por explicar.

La conversación será mil veces más interesante que cualquier programa que el haya visto con anterioridad.

Continuará...

¿Qué opinan del capítulo? Espero que les haya gustado. Sí, Izuku tuvo hijos antes de irse de Beacon hace casi 20 años. Ahora tendrá que pasar tiempo con ellos y al mismo tiempo enseñar a Ruby y compañía XD.