- Lamento ser insistente pero, ¿podría ir más rápido?

- ¡Niña! - la miró por sobre su hombro - ¿Acaso quieres que terminemos todos en el hospital siendo pacientes?

- Señor Jaken - pronunció Rin - Ese era su nombre, ¿verdad? Por favor, comprenda la situación.

- Ay, a veces me parece mentira que el señor Sesshomaru me encargue este tipo de tareas - bufó, al mismo tiempo en que Manten sonreía - ¡¿Y tú de que te ríes?!

- Rin - murmuró Kagome - ¿De verdad estas bien?

- Si, no te preocupes - sonrió - De hecho, estaba mucho más preocupada por ti... ¿segura que no te hizo nada?

- No... no logró hacer más que hacerme enfadar - apretó sus puños sobre sus rodillas.

Pero... si he de ser sincera, me perturba bastante el hecho de que él haya mostrado interés en mi... es decir, ¿hasta donde sería capaz de llegar?

- Hay... demasiadas cosas de las que quiero hablar contigo, Kag.

- Si... me sucede lo mismo - sonrió - ¿Qué dices si mañana por la noche me quedo en tu casa? Podemos ponernos al día.

- ¡Me parece una idea genial! - la tomó de las manos - Necesito relajarme un poco... sobre todo después de esto.

- Pienso igual - suspiró, mirando por la ventanilla impacientemente.

Inuyasha... por favor... espérame.

Minutos después, llegaron al lugar, ella se lanzó del auto y corrió a toda prisa hasta la zona de la guardia, en dónde ingresó y se dirigió a la sección de turnos.

- ¡Ayumi! - pronunció, sin aliento.

- ¡Kag! - sonrió - ¿Estas bien? Parece que hubieras corrido una maratón.

- Si... lo siento por llegar tarde - aspiró una bocanada de aire - Necesito... que me digas, si Inuyasha está aquí.

- Oh... si, tu novio está en cirugía en este momento, aparentemente le dispararon... ¿Qué le sucedió?

- ¡¿En cirugía?! - gritó.

- Tranquila... deben quitarle la bala del brazo, pero sólo dormirán esa zona, incluso él llegó consciente... no es nada grabe si analizamos la situación.

Las palabras de su amiga provocaron que un sonoro suspiro de alivio abandonara sus labios.

- Muchas gracias Ayumi, prometo relevarte en unos momentos.

- No te preocupes, tú no eres mi reemplazo, debes relevar a Eri, creo que ella estaba en el sector de internación.

- Perfecto - sonrió - No vemos en unos momentos.

Regresó sobre sus pasos, deteniéndose frente a su prima.

- Rin, lo lamento, pero estoy retrasada, debo marcar mi ingreso de inmediato.

- Tranquila, Kag - sonrió, tomando sus manos - Mañana por la noche tendremos tiempo de estar tranquilas.

- Gracias - la abrazó - Por favor, ten mucho cuidado.

- Tú igual.

La morena comenzó a correr, adentrándose en la zona restringida sólo para el personal, en busca de Eri. Luego de doblar a través de los pasillos, la encontró en la pequeña sala de descanso.

- Eri - murmuró - Lo lamento... pero... tuve un percance.

Uno muy grande.

- No te preocupes - sonrió, tomando sus cosas - No ha estado demasiado agitado el día, asique...

- No lo digas - se quejó - Cada vez que alguien dice que las cosas están tranquilas, siempre se complican.

- Cálmate - se colocó su abrigo, sin dejar de sonreír - Suerte...

- Gracias... la voy a necesitar - se acercó a los casilleros, guardando sus cosas.

Salió, dirigiéndose nuevamente a la guardia, en busca de Ayumi. La encontró cargando los turnos en la recepción.

- Hola, de nuevo - le sonrió, sin mirarla.

- Hola - suspiró - ¿Podrías decirme si Inuyasha ya salió?

- Cuando tú llegaste, recién había ingresado... supongo que en veinte minutos estará en una de las habitaciones.

- De acuerdo...

- ¿Vas a decirme lo que le sucedió?

- Te lo diría, si lo supiera - emitió una pequeña risa - Necesito hablar con él.

- Kagome - una de sus compañeras se acercó - ¿Podrías ir a revisar el suero de la paciente número tres?

- Esta bien - tomó la planilla - ¿Qué le sucedió?

- Aparentemente se desvaneció, pero ingresó con una insuficiencia cardiaca aguda.

- Bien... sus pulmones tenían poco aire.

- Demasiado diría yo.

Sin decir más, se acercó a la zona de internación de la guardia.

- Veamos... 1...2 y... aquí - corrió la cortina, sorprendiéndose enormemente al encontrase con ella - Yura.

- Vaya - sonrió - Al destino si que le agrada jugarme bromas pesadas.

Frunció el ceño, sin responder y se acercó al suero, controlando la frecuencia con la que las gotas caían.

- ¿No vas a preguntarme nada?

- Por protocolo, debo hacerlo - la miró - ¿Cómo te sientes?

- Supongo que debo ser honesta - suspiró - Me siento mejor...

- De acuerdo - anotó su respuesta - Con permiso... - se acercó.

- ¿Qué haces?

- Mi trabajo - apoyó sus manos sobre su rostro, revisando sus pupilas - Están normales... - anotó el resultado y tomó su estetoscopio - Lamento si te incomoda, pero debo hacerlo, ¿podrías?...

- Bien - se irguió e hizo una mueca al sentir el frio elemento en su espalda.

- Al parecer el aire circula normalmente - nuevamente tomó su bolígrafo.

- ¿Por qué haces esto? - preguntó en un tono hostil.

- Porque estoy estudiando para esto - la miró - Lo único extraño, es que tu piel está demasiado blanca y el tono de tu voz es bajo, casi como si tus energías estuvieran...

- ¿Bajas? Lo sé... oye - sus miradas se encontraron nuevamente - Si tuvieras elección... ¿hubieras venido a revisarme?

- ¿Por qué preguntas eso?

- Porque quiero saber el nivel de tu bondad.

- Lo lamento, pero no confío en ti como para que me analices.

- ¿No vas a preguntarme por qué le disparé a Inuyasha?

- Se lo preguntaré a él - volteó, caminando con la intención de irse.

- Dile que lo siento.

- ¿He? - volteó, observándola.

- Que le digas... que no quise hacerlo - no respondió, giró para irse nuevamente - ¿De verdad se aman tanto?

Se detuvo, apretando ligeramente los labios, aún así, no respondió, sólo salió sin decir más.

- Kagome - murmuró - La chica que me arrebató para siempre a Inuyasha... es la misma que vino a verificar mi estado de salud - sonrió - Que ironía...

Caminó en dirección de la sala de descansos, con aquel pequeño cuaderno en mano, el cual le iba a entregar a su compañera en el momento en que volviera a verla. Ingresó y se sentó, restregando su cara con ambas manos.

- ¿Por qué me sucede esto a mi? - se quejó.

- ¿Mal día?

Elevó rápidamente la mirada, encontrándose con los ojos de su amiga.

- Kikyo - respondió, emocionada - ¡Hola!

- Hola, Kag - sonrió divertida.

- ¿Cómo estas? - se puso de pie, recordando las palabras de su abuelo, motivo por el cuál se acercó y la abrazó, sorprendiéndola.

- Oh... bueno... bien, supongo - correspondió su abrazo - ¿Y tú? No te oyes muy contenta.

- Bueno, fue un día largo - suspiró, apartándose -Yo te envié un mensaje ayer, pero...

- Lo lamento, tuve un altercado con mi padre y bueno... decidió quedarse con mi teléfono.

- Oh... lo lamento, aunque... ¿no te parece que ya estas un poco grande para esos castigos? - son ofender.

- Si, pienso como tú, pero así es la vida con mi padre - se encogió de hombros - Vengo a relevar a Ayumi, ¿sabes en que sección se encuentra hoy?

- Bueno... estaba en la guardia, tomando los turnos y esas cosas...

- Comprendo.

Un silenció se formó en el ambiente, aunque no duró demasiado.

- Kagome, quiero hacerte una petición... necesito que me ayudes con algo, claro si lo deseas.

- Por supuesto, dime...

- Bueno... hay ciertas cosas... que necesito averiguar.

- ¿Ciertas cosas? - la miró confundida - ¿Qué cosas?

- Sobre...

- ¡Kagome! - Ayumi ingresó repentinamente - Hola Kik...

- Hola - le devolvió la sonrisa.

- Kag, Inuyasha ya salió de la operación.

- ¿Qué? - murmuró su compañera - ¿Operación? ¿Qué le sucedió?

- Es una larga historia, prometo contártela después - miró a la castaña - ¿Puedes decirme en que habitación se encuentra?

- En la 200.

- ¡Muchas gracias!

Corrió en dirección del elevador, marcó el segundo piso y una nueva corrida comenzó cuando sus puertas se abrieron.

Inuyasha... ya voy, por favor... espero verte bien.

Llegó a la habitación e ingresó.

- ¡Inuyasha!

- Hola, hermosa - le sonrió.

Su brazo derecho estaba completamente vendado, mientras en el izquierdo se encontraban los sueros y calmantes.

- Por dios - se aceró y lo abrazó cuidadosamente, llorando sin parar - ¡Tenía tanto miedo de que Yura te hubiera matado!

- Tranquila, pequeña - como pudo, correspondió su abrazo, acariciando su cabello - Sólo fue una tontería - sonrió - Oye, ¿Cómo supiste que fue ella quien me disparó? ¿Sesshomaru te lo contó?

No puedo decirle nada a Inuyasha sobre lo que sucedió con Bankotsu, al menos no mientras se encuentre en este estado.

- Es una larga historia... hablaremos de esto más tarde, ¿si? - respondió nerviosa.

- ¿Me estas ocultando algo?

- Si - sonrió - Pero ni sueñes que te lo diré mientras estés así.

O serías capaz de cometer una locura.

- Admiro tu honestidad, pero no me deja tranquilo lo que dijiste.

- Pues, lo siento - se acercó, besando tiernamente sus labios - Pero... - comenzó a dejar suaves besos sobre su rostro - Tu salud es lo primero para mi.

- ¿Serás mi enfermera personal? - sonrió, acariciando su espalda.

- Al parecer, ni una bala puede quitarte tu sentido del humor.

- ¡Keh! ¿Quién esta bromeando?

- De acuerdo - volvió a besar sus labios - Seré su enfermera personal, señor Taisho.

- Oye... no me hables así, ¿no ves que estoy herido? No podré hacer nada en estas condiciones.

- Las cosas que piensas - sonrió, apartándose y revisando el suero - Vendré a verte más tarde, ¿si? Lamentablemente, tengo que seguir con mi trabajo.

- Comprendo, señorita Higurashi... la estaré esperando con ansias.

- Tonto - rio, caminando en dirección a la puerta - Me alegra mucho que estés bien... te quiero.

- No... te amo, pequeña.

- Te amo, mi amor.

Salió, mientras el joven se quedaba observando la puerta, con una enorme sonrisa en su rostro.


Extra: Decisión

Los oficiales revisaron brevemente el departamento, rescatando el arma que la mujer había utilizado.

- ¿Van a cerrar el departamento? - preguntó Miroku.

- No es necesario... el jovencito se encuentra estable y decidió no levantar cargos, por lo que solamente nos llevaremos esto.

- De acuerdo, muchas gracias.

Los hombres asintieron y se alejaron, mientras él cerraba la puerta, apoyándose en ella. Pudo escuchar el murmuro de algunos vecinos que, al parecer, no se habían animado a acercarse antes. Los ignoró y se dirigió al sofá, en donde tomó su móvil.

- ¿Señor Taisho? Soy Miroku... si, si me encuentro bien, gracias por preguntar - sonrió - Lamento llamarlo para esto, pero... - hizo una pausa - Inuyasha está en el hospital... Yura le disparó en el brazo - cerró sus ojos, escuchando la reacción del hombre - Yo estaba aquí... si, vi todo, le disparó en el brazo y, aparentemente, la bala no salió... si, estoy en el departamento, él me pidió que me quedara aquí y le avisara... de acuerdo, después lo llamaré, si se llevó su móvil... si, no tiene nada que agradecerme, adiós.

Cortó y suspiró, abrazando su cara con sus manos.

Esto parece una jodida película... Hm... se supone que estas cosas no suceden en la vida real.

- Maldición - se reclinó en el sofá, repitiendo una y otra vez aquella escena.

Todo sucedió en cámara lenta, la manera en la que Inuyasha, con esos ojos irreconocibles, corría hacía la mujer, el sonido seco del disparo y la bala impactando en su brazo, al mismo tiempo en que él la aprisionaba contra su cuerpo y el posterior llanto de ella. Parecía un sueño, una escena surreal sacada de una película de suspenso, una que jamás querría ver en la vida real.

- Esto es demasiado para mi - sonrió, regresando sus manos a su móvil - Será mejor concentrarme en algo más.

Sango.

Buscó su número, con la intención de enviarle un mensaje.

- Hola, preciosa, ¿Cómo te encuentras?

Dejó el celular sobre la pequeña mesa de manera, mientras pensaba en que hacer.

Oye, respeto lo que sientes, ¿de acuerdo? pero, como tu amigo, te aconsejo que dejes las cosas en claro con ella... si no deseas una relación, sólo dilo, pero no la dejes esperando.

- Tiene razón - murmuró - No puedo hacerle esto... ella no tiene la culpa de mi inseguridad.

El teléfono sonó, en señal de que había recibido una respuesta.

- Buenas tardes, joven Miroku, estoy bien, gracias por preguntar, ¿usted como se encuentra?

Sin titubear, la llamó, moviendo ligeramente su pierna, en clara señal de nerviosismo.

- ¿Hola?

- Sango... - se puso de pie - ¿Cómo estas? - volvió a preguntar.

- Bien... bien, ¿y usted?

- Bien... - su seguridad se había ido por la borda - Hay... hay algunas cosas que quiero hablar contigo... ¿te parece si nos vemos esta noche?

- De acuerdo... ¿en dónde quiere que nos veamos?

- Pasaré por ti... iremos a cenar, ¿quieres?

- Si, me parece bien...

- Genial - sonrió - Nos veremos más tarde.

- Nos vemos.

Cortaron, mientras él caía nuevamente sobre el sillón, restregando sus cienes con las yemas de sus dedos.

- Tranquilo, Miroku... puedes hacerlo, no es tan difícil ¿verdad?

Sea complejo o no... es momento de dejar todo en claro.


Extra: Tú compañía

La música resonaba por su departamento, mientras ella realizaba la limpieza. Tarareaba las melodías como si estuviera dando un concierto, sin embargo, eso no le impidió escuchar el portero de su departamento.

- ¿Qué haces aquí? - se sorprendió al abrir la puerta.

- Vine a verte - sonrió.

- ¿Qué le pasó a tu rostro? - señaló la sangre seca en su labio inferior y un pequeño morado en una de sus mejillas.

- ¿Esto? - se señaló - No es nada.

- ¿Cómo que no? - lo tomó de la mano, obligándolo a pasar - ¿No pensaste en curarte?

- Vaya, esa si que no me la esperaba - rio.

- Cállate y siéntate - lo lanzó al sofá, mientras se dirigía al baño, en busca de los elementos para curarlo.

- ¿Piensas ser una especie de enfermera?

- Sólo te desinfectaré esa herida y aplicaré una crema para que disminuya el color de ese golpe.

Se sentó frente a él, colocando el líquido en un pequeño algodón y pasándolo por su labio, él cerró los ojos ante el contacto.

- Lo siento... ¿te dolió?

- No es nada - gruñó.

- No es necesario que te hagas el fuerte todo el tiempo, Koga.

- Lo se - sonrió - Se que puedo mostrar mi debilidad contigo.

- ¿Y eso por que? - dejó las cosas a un lado y tomó la crema - Ni siquiera me conoces bien.

- Tal vez no te das cuenta... - miró sus ojos, mientras se dejaba acariciar por las yemas de sus dedos - Pero, muestras más de lo que quieres ocultar.

- No te estoy comprendiendo... listo - se alejó - Deberás repetir el proceso antes de dormir, así cicatrizará más rápido - colocó una pequeña bandita sobre la herida - Mucho mejor - sonrió.

- ¿Sabes como me sentiría mejor? - no respondió - Si besas mi herida, se curará más rápido.

Ella se acercó, besando sutilmente la pequeña curita, al mismo tiempo en que él desviaba su rostro a sus labios. Aquel beso se sentía diferente a los demás, ya que no profesaba el deseo con el que siempre jugaban, más bien se sentía como si estuvieran transmitiendo una especie de sentimiento, uno que invadía el interior de sus cuerpos de manera avasallante.

- ¿A que viniste? - preguntó, apartándose.

- Ya te lo dije, vine a verte.

- No te creo - se puso de pie, tomando la escoba y continuando con la limpieza - Ustedes nunca vienen sólo a eso...

- ¿Ustedes? Oye, no se a quién te refieres, pero te aseguro que no tengo interés en tener sexo en este momento.

- De acuerdo, fingiré que dices la verdad.

Él suspiró, llevando su cabeza hacia atrás.

- De acuerdo... vine porque siento que eres la única persona con la que puedo estar tranquilo.

- ¿No tienes amigos?

- Si, tengo, pero... no lo sé...

Cuando estoy contigo... se siente diferente... a decir verdad, desearía poder contarte todo, pero... si lo hago, te involucraré en algo peligroso Ayame... y es lo último que deseo.

Se puso de pie, acercándose y abrazándola repentinamente.

- ¿Qué? - murmuró.

- No digas nada y sólo abrázame.

- Koga... - lo rodeó con sus brazos, cerrando sus ojos.

- Quiero... pasar tiempo contigo, Ayame... por favor, ya no mantengas esta distancia.

Ella no respondió. Escondió su rostro en su pecho, mientras una pequeña lágrima escapaba.