Regresó a la sala de descanso, en busca de Kikyo, sin embargo, ella ya no se encontraba allí.

- Hola - saludó a otra de sus compañeras - ¿Has visto a Kikyo?

- Creo que se fue a la guardia.

- Muchas gracias... - volteó - Oh... - tomó el cuaderno que había sobre la mesa - ¿Podrías dárselo a Alana? Dile que anoté los avances de la paciente del lugar 3.

- Claro - sonrió, tomándolo.

- Gracias.

Salió nuevamente en dirección de la guardia, a paso rápido, ya que por alguna razón, sentía la necesidad de hablar con ella de manera urgente.

¿Qué habrá querido pedirme?

- Hm - sonrió - Me pregunto si algún día dejaré de correr de aquí para allá.

Llegó a su destino y encontró a la joven sentada frente al ordenador.

- ¿Qué haces? - se paró a su lado.

- Estoy revisando los turnos que Ayumi cargo... al parecer, hay varias consultas esta tarde.

- Sólo espero que no sean emergencias - suspiró.

- No... al parecer, será una tarde tranquila - sonrió, mirándola - ¿Cómo está Inuyasha?

- Esta bien, por suerte - le devolvió la sonrisa - Lamento no habértelo dicho antes, pero tenia muchas ganas de verlo.

- No te preocupes, te comprendo, ¿Qué le sucedió?

- Bueno... su ex le disparó.

Su ojos se abrieron ampliamente, mientras sus labios se separaron ligeramente.

- ¿De verdad? - ella asintió - Esa mujer está loca... ¿Dónde se alojó la bala?

- En su brazo... por suerte... si le hubiese dado en el abdomen...

- Si, si hubiera comprometido uno de sus órganos...

- No quiero ni pensar en eso - tapó su cara con sus manos.

- Tienes razón... lo importante es que él se encuentra bien.

- Así es... - un silencio se produjo entre ambas, el cual sólo era interrumpido por el sonido de las teclas, mientras la morena continuaba tipeando - Oye, Kikyo...

- Dime - respondió sin mirarla.

- Tú... dijiste que querías pedirme un favor... ¿puedo saber de que se trata?

Ella se detuvo momentáneamente, al mismo tiempo en que sus ojos se ensombrecían.

- Bueno... - se elevó, asomándose al sector de espera, en donde unos pocos pacientes esperaban ser llamados - No puedo hablarlo aquí, ven.

- De... de acuerdo.

Salieron hacia uno de los pasillos, caminando unos metros y deteniéndose en una zona despejada. Kikyo miró hacia ambos lados, antes de pronunciarse.

- Bueno - suspiró - Esto es un poco difícil de hablar pero... necesito de tu ayuda, ya que eres la única en quien confío y está en este lugar.

- Kikyo - sonrió - Perdón, pero me asustas - colocó un mechón de cabello detrás de su oreja - Te escucho...

- ¿Recuerdas la fiesta del hermano de Inuyasha?

- Claro...

Como olvidarla...

- Esa... fue la primera noche en la que me acerqué a Naraku.

- ¿He? - se sorprendió - ¿De verdad? Jamás lo hubiera imaginado.

- Si... bueno, después de eso, comenzamos a vernos, al comienzo a escondidas, de hecho, la segunda "cita" fue en un café, en dónde me dijo algo bastante perturbador.

Ingresaron al pequeño café, el cual, a esas horas, se encontraba completamente vacío. Se sentaron en una de las pequeñas mesas, mientras ella tomaba la carta y él la observaba.

- ¿Sucede algo? - preguntó ella, al sentir la mirada rojiza sobre su rostro.

- Sólo admiro su belleza, señorita.

La mesera se acercó, tomó sus órdenes y se dirigió a la cocina.

- ¿Puedo preguntarle que la tiene tan preocupada?

Sus miradas se encontraron, invadidas por un breve silencio.

- Sólo... quiero asegurarme de que estamos en el mismo camino.

- ¿En español? - sonrió.

- No quiero...

- ¿No quiere involucrar su corazón en vano?

- Si, eso trataba de decir...

- ¿No le parece que es demasiado pronto para hablar de sentimientos? Supongo... que debemos conocernos mejor.

- Supongo que tienes razón - suspiró.

La mesera regresó con su merienda, mientras el silencio se hacia presente nuevamente.

- La noche de la fiesta... - comenzó relatando Naraku - Me acerqué a usted, porque quería conocerla mejor... - sonrió - No me esperaba que fuera de esa manera, pero no me quejo - ella sonrió - Y... era porque, hay algo que tenía que hablar con usted.

- ¿Sucede algo malo? - preguntó, notando el semblante de su rostro.

- Tu padre... se llama Magatsuhi, ¿verdad?

Bebió un sorbo antes de responder.

- ¿Lo conoces?

- Sólo de vista - imitó su acción - Pero... la noche de la fiesta, escuché algo que no debía y confronté a mi hermana al día siguiente.

- ¿Y eso en que involucra a mi padre?

- Señorita Kikyo, su madre no la abandonó...

- ¿Qué? - murmuró Kagome, notablemente sorprendida - Pero... ¿Cómo lo supo Naraku?

- Al parecer, su hermana conoce a mi padre y estaba enterada del tema...

Pero... si ella sabe que la madre de Kikyo está muerta, ¿eso significa que Sesshomaru y Bankotsu también lo saben?

- El problema es... que, al parecer, mi padre no es la persona que creí que era...

- Espera un momento... Kikyo... ¿me estas diciendo que estas sospechando de tu padre? - su silencio le dio la respuesta - ¿Tienes idea de lo grabe que es eso?

- Amenazó a Naraku, dejándole una bala de regalo - ahora la que permaneció en silencio fue ella - ¿Qué se supone que tengo que pensar?

- Te comprendo - miró hacia abajo - ¿En que puedo ayudarte?

- Necesito que me ayudes a acceder a la documentación... del día en que nací.

- ¡¿Qué?! - murmuró, mirando a ambos lados - ¡Acabas de decirme que tu papá le dejo una bala a Naraku! ¡¿Qué crees que hará si descubre lo que tratas de hacer?!

- Kag... - respondió en el mismo tono - Voy a hacerlo con o sin tu ayuda... pero con ella... sería más rápido.

¿Qué se supone que debo hacer? ¿Estaría bien decirle lo que me dijo mi abuelo? Maldición... que complejo es todo esto.


- Maldición, no hay nada para ver - se quejó, apagando la tv de la habitación - ¿Faltará mucho para que Kagome regrese? - tomó su móvil, enviándole un mensaje.

- Te estoy esperando, pequeña...

Antes de que volviera a dejar el móvil en su lugar, este comenzó a sonar.

- ¿Número desconocido? - frunció el ceño, sin embargo, atendió - ¿Hola?

- No cortes, por favor...

- ¿Qué demonios quieres?

- Yo... quería decirte que lo siento mucho.

- Ya lo dijiste, adiós.

- ¡Espera! Por favor...

Maldición.

- ¡¿Qué?!

- Estas en el hospital, ¿verdad?

- Si.

- Yo... aún sigo en la guardia.

- Yura, sólo ve al grano.

- Kagome vino a revisarme.

Debe ser una broma... de todas las personas en este maldito lugar, ¿tenían que pedirle eso a ella?

- Oye, si te atreviste si quiera a pensar en hacerle algo...

- Relájate, no le hice nada... de hecho, ella fue muy amable, demasiado teniendo en cuenta de lo que pasó.

- Kagome es una gran persona, que no te sorprenda que te trate como un ser humano, aunque no te lo merezcas.

- Lo sé - suspiró - Tú... la amas, ¿no es así?

- No tengo que responderte eso a ti.

- Bueno, le dijiste que la amabas, en la ambulancia.

- No puede ser - bufó - Con que estabas despierta...

- La manera en la que dijiste esas palabras... me recordó a la forma en la que me las decías... a mi - él no respondió - Yo... lo lamento mucho, Inuyasha - comenzó a llorar - No... no pensé... que todo esto se me iría de las manos.

- Yura...

- No, por favor, déjame hablar - aspiró - Sé que te lastime al irme sin más... sé que sufriste mucho, yo también lo hice... y si, regresé porque Bankotsu se comunicó conmigo... pero... necesito que me des la oportunidad de verte una última vez, por favor.

- ¿Crees que voy a confiar en ti después de todo lo que hiciste?

- Inuyasha, por favor... necesito un cierre para los dos y sé que, en el fondo, tú también lo necesitas.

- Yo necesito que te alejes de nosotros... no quiero más.

- Y lo haré... te prometo que lo haré, sólo... déjame verte, te prometo que me iré después.

- Hm... - sonrió - ¿Crees que Bankotsu va a dejarte ir tan fácilmente?

- No lo sé, pero ese ya será mi problema... por favor...

Permaneció en silencio, dudoso de brindar una respuesta, sin embargo, la puerta se abrió en ese momento.

- ¡Bebé! - gritó Izayoi, tapando su boca con sus manos.

- Mamá - respondió, cortando la llamada sin más.

- Hijo mío - sus ojos se llenaron de lágrimas - ¿Cómo pasó esto? - se acercó, acariciando su rostro.

- Tranquila... estoy bien, no fue nada.

- ¿Cómo que no fue nada? Inuyasha, ¡te dispararon!

- Suena peor de lo que es

Ella se sentó en los pies de la cama.

- ¿Te sientes bien?

- Si, sólo me duele si trato de moverme, pero no más que eso.

- Bien - su semblante cambió por completo - Ahora dime, ¿Qué fue a hacer esa mujer a tu departamento?

- Tratar de convencerme de volver, supongo.

No puedo contarle todo lo que sucede con Bankotsu, eso sólo empeoraría las cosas, sobre todo porque Sesshomaru está involucrado.

- Bueno, de dónde yo vengo, darle un balazo a alguien no ayuda para nada - suspiró.

- Ya te estas contagiando de papá - sonrió.

- Lo sé, hijo, supongo que compartimos mucho tiempo juntos - lo miró - Esa chica tiene que estar tras las rejas.

- No voy a levantar cargos.

Su madre arqueó una ceja ante ese comentario.

- ¿Puedo preguntar por qué?

- Sólo... no quiero más problemas, quiero que se esfume y ya...

- Inuyasha... comprendo lo que dices, pero... no lo sé, alguien que es capaz de hacerte esto, puede ir más allá de un momento a otro... ¿Realmente crees que se va a ir así como así?

- No lo se, madre, pero... no quiero pensar en eso ahora.

- De acuerdo - se puso de pie, acariciando su frente - Demasiado has pasado por hoy.

- Gracias - sonrió, cerrando sus ojos.

- ¿Sabes si Kagome está aquí?

- Si, de hecho, ella fue quién me revisó hace un rato.

- ¿De verdad? - se emocionó - Entonces me quedaré, tengo muchas ganas de verla.

- Te cayó bien, ¿verdad?

- La adoro - amplió su sonrisa, sentándose nuevamente - No me preguntes porque... pero esa chica tiene algo especial.

- Si... pienso lo mismo, ella es... fantástica.

- Espero que te quedes con ella... no quiero ni pensar en que una nueva "Yura" ingrese a la familia.

Ambos sonrieron ante ese comentario y continuaron hablando amenamente.


Extra: Pasado y presente

- ¿Y que haremos hasta que el amo Sesshomaru regrese? - preguntó Jaken.

- ¿Por qué le dice amo? - respondió Rin.

- No lo se - se encogió de hombros - Costumbre tal vez.

La mujer sonrió, tomando su móvil y abriendo los ojos ampliamente al ver el mensaje en su pantalla.

Buenas tardes, Rin... te espero a las 18:00 en el Royal Coffe si te parece, le pediré a Kohaku que pase por ti.

- ¡Oh por dios! ¡Falta media hora!

- ¿He? ¿Para que?

- ¡Señor Jaken! ¡Por favor, por favor, lléveme a casa!

- Lo siento jovencita, pero el amo Sesshomaru fue claro al decir que lo esperáramos aquí.

- No se preocupe, yo hablaré con él - lo tomó de la mano - Pero debo ir a mi casa ahora.

- ¡Oye espérale! ¡¿Acaso quieres que me maten?!

- ¡No lo hará! - comenzaron a caminar en dirección de la salida, mientras Manten los seguía.

Subieron al auto y emprendieron el viaje hacia su hogar, mientras ella le enviaba un mensaje al peliplata.

Señor Sesshomaru, por favor, no castigue al señor Jaken, pero tuve que pedirle que me llevara a casa, tengo un compromiso muy importante, le escribiré en la noche.

Unos veinte minutos después, llegaron a destino. Ella se lanzó del auto, pidiéndoles que la esperaran y, en ese momento, Kohaku llegó.

- Señor Jaken, Manten - sonrió, bajándose del auto - ¿Qué hacen aquí?

- Están esperándome - Rin salió de la casa corriendo.

- ¡Kah! ¿Ya estas lista? - se sorprendió el hombre.

- Sólo hice lo necesario - abrió la puerta - Lo siento, Kohaku, lamento que hayas venido en vano, pero ellos me llevarán.

- ¡Oye! ¡¿Desde cuando soy tu chofer?!

- Ya deje de quejarse, señor Jaken - rio Kohaku - No te preocupes Rin, al menos sé que puedo confiar en ellos... que tengan una linda tarde.

- Muchas gracias - le sonrió, ingresando completamente al auto - Lléveme al Royal Coffe por favor.

- ¿Quién te está esperando ahí? - aceleró.

- La señora Kagura.

- ¡¿Kah!? - apretó sus manos en el volante - ¿Po...por qué vas a reunirte con ella?

- Ella me lo pidió - suspiró, mirando por la ventana.

Luego de un corto viaje, llegaron al café, en dónde ella bajó rápidamente.

- Rin - ella giró - Te esperaremos aquí.

- De acuerdo - sonrió - Gracias...

Ingresó, buscando rápidamente con la mirada a su jefa y, afortunadamente, la encontró de inmediato, por lo que casi corrió a su mesa.

- Señora Kagura, lamento la tardanza...

- Tranquila - le sonrió - Aún no he pedido, siéntate.

- Si, gracias - tomó su lugar.

- ¿Ordenamos?

- Bueno... como a usted le parezca.

- Oye, sé que soy tu jefa, pero tu opinión también vale, Rin.

- Esta bien - sonrió, un poco más aliviada.

Kagura llamó a la mesera y le pasaron su pedido.

- ¿Cómo te encuentras? - preguntó la morena.

- Un poco nerviosa... pero, es normal, eso creo.

- Puedes estar tranquila, no te cite para decirte nada malo.

- ¿De verdad? - se mostró sorprendida.

- ¿Por qué tendría algo malo que decirte? - rio.

- Bueno...

- ¿Por Sesshomaru? - la castaña se sonrojó - Oh, no no no, tranquila - continuo riendo - Si hablaremos de eso, pero no es nada malo.

En ese momento, la mesera regresó con sus cafés y sus bocadillos.

- Excelente - tomó sus cosas - ¿Te gustan?

- Si... se ven exquisitos.

Dieron los primeros sorbos a sus bebidas, coincidiendo en que estaban excelentes.

- De acuerdo... iré al grano, porque no quiero que te sientas incómoda... ¿estas saliendo con él?

- Bueno... no se si decir que estamos saliendo... sólo nos vimos en este café, una sola vez.

- Sesshomaru jamás saldría a tomar un café con una mujer que no le interesa - sonrió.

Esto... esto es muy incómodo... siento que mi corazón se va a salir de mi pecho.

- Usted es quién lo conoce mejor...

- No te preocupes por eso, tú tendrás tiempo de conocerlo más que yo - probó un bocadillo - Sólo te cite aquí, para darte algunos consejos.

¿Consejos? Su ex me dará unos consejos... esto es demasiado surreal.

- Comprendo...

- Escucha... primero que nada, nuestra relación se terminó, ¿de acuerdo? sólo tenemos que volver a reunirnos para terminar de cerrar, esto - hizo un gesto con sus manos - Algo que necesito hacer de manera urgente, por eso... decidimos salir a cenar esta noche.

- Oh... - se sorprendió - No lo sabía...

- Y que no lo sepas es un error, Sesshomaru suele tomar decisiones sin consultar la opinión de los demás y puede ser aceptable en un punto, pero... a veces se excede - hizo una pausa - Siempre hazle saber que tu opinión vale, Rin... nunca te quedes callada, por nada del mundo.

Vaya... realmente parece que está siendo sincera.

- No se si ustedes llegaran a estar en una relación o no, tampoco es algo que me incumba a mi, pero... si llegan a ese punto, asegúrate de hacerle notar y valer tus sentimientos y emociones... él... puede ser un poco frio y distante a veces y no, no es porque sea un engendro, sólo... no le da mucha importancia al afecto físico... muéstrale siempre, que estas ahí.

- Señora... - murmuró, sintiéndose conmovida.

- Él es un gran hombre - sonrió - A pesar de sus errores, la bondad que habita en su alma es especial... al menos yo no podría pensar mal de Sesshomaru... el hecho de que lo nuestro no funcionara, no lo convierte en una mala persona.

- Usted es una gran persona, señora...

- Rin - desvió su mirada, sin perder su sonrisa - Tú también lo eres... lo noté el primer día en que te vi y, a decir verdad, no me sorprende que él se haya fijado en ti, eres una mujer dulce, atenta, respetuosa y te preocupas por los demás.

- Me va a hacer llorar - rio, limpiando la comisura de sus ojos.

- Nosotras seguiremos trabajando juntas... no creas que dejaré que él te lleve de mi oficina sin mas - se burló, bebiendo su café - Eres muy eficiente y me encantaría tenerte a mi lado.

- ¿Esta segura? - se sorprendió aún más.

- Por supuesto, además, has logrado forjar una buena relación con Ayame, algo que era impensado para mi - ambas rieron - Rin, puedes estar tranquila... nuestra relación no funcionó y, si he de ser brutalmente honesta, creo que mi alma se separó de él antes que mi cuerpo... es por eso, que puedo estar sentada frente a ti y decirte todo esto... seguramente que ambos tuvimos errores, pero ya es muy tarde para pensar en eso... sólo quiero que sepas las cosas que pueden ayudarte a ti en su relación.

- Esto... es algo impensado para mi, si tengo que ser sincera - sonrió.

- Suena un poco loco, ¿verdad?

- Totalmente - rio.

- Les deseo lo mejor a los dos, querida - elevó su taza - Salud, por los nuevos comienzos.

- Por los nuevos comienzos, señora.

Chocaron sutilmente sus tazas, sonriendo y continuando con su platica, en un ambiente completamente rodeado por la tranquilidad que ambas emanaban.