Photograph- ed sheeran
Draco
Una de las cosas buenas, aunque cuestionables de su novio, -posiblemente estuvo borracho o hechizado, dijeran lo contrario cuando sucedió-, era sin duda su gran complejo de héroe, caso contrario no podría explicar su solicitud a la hora de cumplir sus demandas no planteadas. Quizás era agradable para algunos, pero él se estaba molestando y un Malfoy agobiado por recibir demasiada atención no era agradable, de hecho podía sacar lo peor de él.
Pero Potter seguía allí, a pesar de que lo hubiera corrido ya un par de veces, a pesar de que se había negado a verlo, a pesar de haber bloqueado su puerta con hechizos, quizás no lo suficientemente fuertes. Potter seguía allí insistiendo en cuidar de él, ¿pero quién cuidaba de su dignidad?, para molestarlo y enviarlo lejos por unas horas al menos, estaba a punto de hechizar su culo, por supuesto si tuviera la suficiente fuerza. Es que el cara rajada no entendía que solo quería morir en silencio, con la dignidad intacta, o lo más intacta posible como un Malfoy, pero Potter maldito fuera, no lo dejaba.
No importaba la cantidad de poción pimentónica corriendo por su sistema, no importaba la cantidad de remedios mugles, la maldita gripe no se iba, lo tenía moqueando, la nariz tan roja como la del jodido Rodolfo, no pregunten algún día los escucho cantar el villancico, la gripe tenía sus ganas de vivir bajando a cero por ciento.
La sonrisa de suficiencia de su novio mientras lo observaba desde el umbral de la puerta comer e intentaba meter en su cuerpo las suficientes cucharadas de sopa para que se fuera y pudiera sonarse su aristocrática nariz de la forma más refinada posible en su soledad lo tenían comiendo del menjurje como si de piedras se tratase, sentía el pelo horrible y sudoroso pegado a su frente, el rostro se sentía pegajoso y no tenía que verse en un espejo para saber que sus hermosos ojos grises estaban decorados con horribles ojeras.
Como si Potter adivinase el pensamiento, una brisa fresca lo golpeó, sintió su magia refrescándolo cuidado de él, haciendo que se sintiera levemente mejor.
Potter siempre estaba cuidado de él, incluso sin ser plenamente consciente de ello, siempre preguntaba y tomaba en cuenta sus opiniones respecto a diferentes situaciones, para alguien que le tomó tanto entender que era valioso y merecedor de amor a pesar de las decisiones tomadas en su adolescencia, era invaluable, si Harry podía hacer algo por él lo hacía, incluso cuando decía que no lo hiciera, si podía hacer algo para hacerlo sentir mejor, lo iba a hacer.
La magia de Harry lo envolvía cuando iban por el callejón Diagón, cuando los magos y brujas que aún lo veían con resentimiento enviaban sus miradas cargadas de rencor hacia él, no podía detenerlo, la fuerza que Harry tenía cuando algo se metía entre sus sienes era imparable.
Por eso estaba allí, en su cómodo loft mugle, viéndolo comer sopa que él había traído, cuidado de esos pequeños detalles, simplemente estando y compartiendo su enfermedad. La leve mejoría que sintió fue nuevamente remplazada por malestar cuando un ataque de tos casi envió la sopa a las impecables paredes blancas.
Cuando se recompuso, pudo observar como Harry intentaba con todas sus fuerzas mantenerse en su lugar, no iba a contagiar a su novio, así que debía mantener la distancia si quería quedarse, movió su cabeza para hacerle saber que estaba bien y continuó comiendo.
Quizás alguien lo hechizó, eso sin duda debía averiguarlo, no se explicaba que se siguiera sintiendo enfermo a pesar de la cantidad de atenciones, regresó la mirada a la sopa de la que flotaban las verduras, nunca le gustaron y allí estaba como un niño pequeño comiendo sopa mientras era vigilado.
Estaba perdido en su autocompasión que cuando la luz destelló hacia él, solo pudo levantar la vista demasiado asombrado por lo sucedido. Potter le había explicado el uso de ese "aparatito" mugle, su teléfono tomaba fotos, solo que no eran mágicas.
Amaba que le tomara fotos, su lado vanidoso se sentía valorado y su pecho se hinchaba con orgullo cuando lo hacía, pero ese no era el momento, iba a matarlo, cuando se sintiera mejor, iba a matarlo.
—¿Qué acabas de hacer cara rajada? —Necesitaba escucharlo de sus propios labios, sería como una confesión, entonces no iría a Azkaban cuando matara por fin al niño que vivió para morir a manos de Draco Malfoy enfermo.
Su novio, simplemente con más paciencia que Merlín enseñando a Arturo acostumbrado a sus ataques imprevisibles simplemente sonrió inocente y se encogió de hombros, mientras se guardó el teléfono en los bolsillos de su jeans.
—Te tomé una foto. ¿Sabes lo perfecto que eres? —en sus ojos no había malicia ante la declaración, algo en él debió haberlo motivado a guardar el momento, podía estar convencido de que Harry Potter seguía viéndolo perfecto, incluso en su peor estado.
Cuando se recuperara, si algún día llegaba a hacerlo, iba a descubrir quién hechizo a Potter, aunque no pudo evitar la sonrisa que se le escapó al escucharlo.
—Estás demente Potter, ese último avada, definitivamente mató las pocas neuronas que quedaban de tu niñez —y su declaración tampoco llevaba malicia, simplemente el aire juguetón y desafiante al que estaban completamente cómodos y acostumbrados
—También te amo Draco.
