Rojo Escarlata

1. Uzumaki Naruko

Abrí los ojos para ver el techo blanco de una habitación iluminada por la luz del medio día. Al mirar alrededor pude ver que las paredes eran blancas. Era la primera vez que me alojaba en este preciso hotel pero el amor incondicional de Jiraiya por las ciudades ruidosas me había llevado a conocer más hoteles de los que podía recordar. Todos eran prácticamente iguales: paredes claras, una cama casi siempre incomoda y una sola ventana. Me giré para encontrarme con mi hermano aún en un profundo sueño y me acerqué para mirarlo con detalle mientras. Había cambiado muchísimo en estos tres años, sus facciones se tornaron masculinas y marcadas: su nariz se veía más recta, su quijada era la de un hombre y ya casi no tenía rasgos infantiles a pesar de que sus tres marcas a cada lado de las mejillas seguían intactas. Su mirada se había vuelto más sería, no mucho porque no había dejado de ser Naruto pero ya no era la mirada de un niño. Su voz se había vuelto mucho más grave, su cabello continuaba rubio pero había dejado de ser tan amarillo, sino un rubio claro y si mirabas muy detalladamente podías notar que una pequeñísima parte era rojiza en las puntas de su cabello, era algo muy difícil de notar a decir verdad pero yo pasaba con el casi todas las horas del día, todos los días.

Naruto se había vuelto mucho más alto que yo. Yo media 1.50 le llegaba al hombro y si no fuese tan pequeña no habría manera de que ambos pudiéramos ocupar la misma cama. Me senté sobre las sabanas mirando alrededor, Jiraiya aún no llegaba de su noche loca (como todas las noches que pasábamos en grandes ciudades) así que me puse de pie con cuidado de no despertar a mi hermano. La temperatura del cuarto estaba bastante fría y para mi desgracia anoche había decidió ponerme solamente una playera de Naruto que me llegaba dos manos por encima de las rodillas. Avance hasta quedar frente al espejo de cuerpo completo y me mire detalladamente. Era demasiado pequeña, prácticamente no había crécido más de diez centímetros desde que salí de Konohagakure pero aun así había cambiado mucho: mi rostro era mucho más afilado y femenino que antes, mis labios se habían mantenido carnosos y mi nariz pequeña pero recta, mi cabello era más largo de lo que había sido jamás, por más que odiara romper mi promesa de no cortarlo no hubo opción cuando llego hasta el piso y ahora llegaba diez centímetros por encima del suelo, por lo que casi siempre lo llevaba en una coleta alta. Al igual que con el cabello de mi hermano, nuestro entrenamiento para manejar el Chakra del zorro de la nueve colas habían hecho que se tornara rojo desde las puntas hasta desvanecerse a rubio antes de la cadera, se veía bastante distinto a lo que solía ser pero de entre todos los efectos de intentar manejar el Chakra de kurama ese era el más sencillo de aceptar. Mi cuerpo se veía mucho más atlético y fuerte pero no llegaba a tener músculos como los de mi hermano, sin duda ahora era mucho más ágil de lo que había sido antes.

Tome una toalla y entre al baño de la habitación. Me desvestí mientras miraba con detenimiento todas las cicatrices que se habían formado en estos tres años pasando las manos despacio por mi cuerpo pero me detuve cuando inevitablemente llegaron a aquella enorme cicatriz que había a un lado de mi corazón.

Perdi la cuenta de las noches que pase llorando y de todo el dolor que me hacía tan solo pensar en recordarlo. Me gustaría decir que lo odiaba pero eso tampoco era cierto, para lograr dejar de amar a Sasuke tuve que dejar atrás todo tipo de sentimientos respecto a él, así como no podía amarlo tampoco podía odiarlo porque para mí Sasuke había muerto el día que me dejo, había trabajado cada día por tres años en meterme esa idea a la cabeza hasta que pude hacerla cierta para mí, Sasuke ya no existía. Era difícil hablar de eso con Naruto, sobre todo porque me limitaba a hablar cuando era necesario únicamente y Naruto me complementaba llenando todos mis silencios. El problema era cuando el comenzaba a hablaba sobre nuestra fuerza y de como ahora podríamos volver al equipo 7 y traer a Sasuke de vuelta. Yo no podía volver, no tenía la mínima intención de formar parte de ese equipo nunca más. En realidad no quería formar parte de ningún otro equipo en la generación.

-Naruko.- me llamó Naruto aún medio dormido entrando al baño conmigo y desvistiéndose.

Finalmente había aceptado que nos bañáramos juntos y entrar a la tina conmigo ya no le causaba ese inocente sonrojo que solía tener cada vez que me veía desnuda. Sus abdominales habían crecido mucho más que los míos y su cuerpo era el de todo un hombre ahora.

Estábamos sentados en silencio en la tina de la habitación con agua caliente cubriéndonos cuando me miró a los ojos.

-El camino de regreso a casa comienza hoy.- dijo con una radiante sonrisa

-Hmn.- conteste mirándolo también

-Tenemos que ir a Sunagakure antes de Konoha para que tus padres te vean.- dijo con una voz más sería -No podemos evitarlo pero te prometo que estaré contigo todo el tiempo dattebayo.- prometió tomándome de la mano

-Está bien, es inevitable que lo vea.- suspire -Al fin y al cabo Gaara es un hijo real de mis padres, no es posible evitarlo toda la vida.- conteste resignada

-¡Chicos!- gritó Jiraiya entrando al apartamento

Suspiré, nuestra conversación y nuestro baño tendrían que terminar ahora.

Me vestí con mis nuevas ropas de misión, ya que nuestra vieja ropa termino hecha pedazos después de tanto uso. Jiraiya nos había comprado exactamente la misma ropa: una playera de red, una sudadera naranja con negro y una pantalonera de los mismos colores. Eran bastante prácticas y ahora definitivamente era imposible no darse cuenta de que Naruto y yo éramos gemelos.

Nos vestimos y salimos del baño para encontrarnos con Jiraiya sentado en el sillón de la habitación con esa sonrisa bobalicona como prueba de que había pasado una buena noche. Era un pervertido sin remedio pero no había podido evitar quererlo como a un segundo padre. Podría ser pervertido, mentiroso de vez en cuando, mujeriego a más no poder y alcoholico pero ese hombre de cabellos blancos nos había cuidado estos tres años como si fuesemos sus hijos. Había aprendido tanto de él física y espiritualmente, cuando no era un pervertido hablaba sobre cosas realmente profundas y significativas, sobre toda su experiencia shinobi, sobre su dolor y su gloria y era entonces cuando su mirada parecía tan llena de vida. Jiraiya era sin duda tan estricto como lo era mi padre, sus lecciones siempre necesitaban de habilidad para hacerlas pero también de meditar para comprenderlas, no hubo una sola lección donde no se esforzara al maximo para que aprendiésemos y era eso lo que nos había hecho crecer tanto en estos tres años.

-¿En que piensas Naruko?- dijo Jiraiya sacándome de mis pensamientos -Porque si quieres saber en qué pienso yo la respuesta es en la bella señorita qué pasó la noche conmigo.- dijo sonrojado a más no poder -En esos enormes pechos que se mecían y en esa...

-¡Cállate!- grite molesta lanzándole la primera cosa que encontré, que para desgracia mía resultó ser mi mochila.

Y para colmo Jiraiya la esquivo sin mucho esfuerzo mientras se reía a carcajadas.

-Que va, tendré que dejar mi historia para otro día.- dijo saliendo del cuarto.

Maldije en voz baja, todas mis cosas habían quedado regadas por el suelo y no tuve más remedio que comenzar a recogerlas. Unos cuantos Kunai, mi monedero, ropa extra, medicina, un kit de primeros auxilios y cuando creí que no quedaba nada más que recoger me encontré con la playera negra con el símbolo Uchiha en la espalda que había tomado la noche anterior de irme. Un suspiro se escapó de entre mis labios pero la guarde de todas maneras. No era de Sasuke así que me daba absolutamente igual conservarla, ademas de que en estos tres años la había cuidado con demasiada delicadeza como para tirarla sin más.

-¿Nos vamos?- preguntó Naruto tendiéndome la mano para ponerme de pie y así lo hice.

En cuanto subimos a los árboles supe que no había marcha atrás. Era hora de volver a mi hogar pero ¿Donde era realmente mi hogar? Porque tanto Sunagakure como Konoha me traían recuerdos verdaderamente dolorosos ¿No se suponía que el hogar debería ser un lugar a donde querrías volver? Porque ahora yo no tenía intenciones de volver ni a uno ni al otro.

Me perdí en mis pensamientos por horas y horas hasta que cuando mire a mi alrededor los últimos rayos de sol se desvanecían a la lejanía.

-Es hora de detenernos, seguiremos mañana.- ordenó Jiraiya

-¿Para que quieres descansar? ¡Mejor sigamos toda la noche y llegamos más rápido dattebayo!.- se quejó Naruto

-Aquí mando yo, mocoso.- contesto Jiraiya -Además las amables señoritas que me atendieron ayer me contaron que últimamente ninjas misteriosos cruzan este bosque por la noche.- dijo mirando al vacío

-Son solo historias tuyas, probablemente tomaste tanto ayer que lo inventaste sabio pervertido.- refunfuñó Naruto

-¡Mentiras o no me tienes que hacer caso niño!- le gritó Jiraiya

Nos detuvimos en un pequeño claro despejado, Jiraiya encendió una pequeña fogata donde calentamos agua para preparar la sopa instantánea que siempre traía Naruto y después colocamos los sacos de dormir alrededor.

Me alejé lo suficiente del claro como para que no pudieran verme, solté mi cabello y me vestí con un short negro, unas calcetas negras por encima de las rodillas y la playera negra Uchiha.

Cuando volví Naruto ya estaba completamente dormido y Jiraiya me miró.

-Yo haré la primera guardia Naruko-Chan, ve a dormir.- me dijo y asentí

Me acomodé en el saco de dormir junto al de mi hermano y a pesar de los incesantes sonidos de las aves y los animales del bosque logre dormirme en unos cuantos minutos.

Jiraiya me despertó tocándome el hombro cuando llegó la hora de mi turno. Salí de mi saco de dormir y bostecé para intentar despertar completamente. En cuestión de minutos Jiraiya estaba roncando pesadamente.

Pase un par de horas sin mucho que hacer además de mirar como el fuego consumía la leña que quedaba y decidí que era hora de ir a conseguir más. Me puse de pie y camine adentrándome poco a poco en el frondoso bosque donde me encontraba y entonces escuche unos pasos no muy lejos. Avance con cuidado acercándome lo más sigilosa que pude mientras las palabras de Jiraiya hacían eco en mi mente "-Últimamente ninjas misteriosos cruzan este bosque por la noche.-" y mientras más me acercaba los pasos continuaban con su ritmo. Y entonces apareció unos cuantos metros frente a mi. Una figura con una enorme túnica negra con nubes rojas que cubría casi todo su cuerpo apenas dejando visible sus sandalias y su cara. Era un hombre completamente extraño, no había mar en miles de kilómetros a la redonda pero podía oler el agua salada en su aroma, su cuello parecía tener branquias y su piel era un extraño tono entre grisáceo y azul. Sus dientes eran completamente puntiagudos y su mirada era igual de afilada.

Me quede en mi posición sin saber exactamente qué hacer cuando el viento cambio de dirección llevándole mi aroma. Maldita sea me había delatado. Intenté huir pero sin querer me había acercado demasiado como para lograrlo. En un movimiento brusco me tomo del brazo con fuerza haciendo que lo mirara a la cara.

-Parece que tenemos compañía.- dijo sonriendo con sus afilados dientes

No conteste e intente golpearlo con el brazo que tenía libre pero en vez de eso me lanzo a un árbol que terminó partido a la mitad debido al impacto de mi puño.

-La muñequita pega fuerte.- afirmó aún con esa peligrosa sonrisa

Comencé a golpearlo con taijutsu pero me respondía con la misma agilidad. Iba entendiendo poco a poco su manera de golpear y cuando estaba segura de que iba a atinarle un puñetazo con fuerza a la cara saco una enorme espada que se atravesó en la trayectoria de mi puño. La espada estaba expuesta, tenía unos picos que se veían tan afilados como sus propios dientes y cuando la golpee sentí como mi piel se abría mientras un quejido salía de mis labios.

Uso el momento en que me queje y me aprisionó ambas manos con una sola de las suyas mientras me estrellaba con fuerza contra una enorme roca que estaba detrás de nosotros sacando todo el aire que me quedaba en los pulmones.

-Que oportuno encontrar a una muñequita cuando tengo tantas ganas.- digo despacio mientras metía su mano libre por abajo de mi playera tocando mi abdomen y haciendo que me estremeciera ante el desagradable y áspero contacto de su piel.

Lo patee con fuerza y fue entonces que me di cuenta que no podía hacer sellos porque mis manos seguían atrapadas y mi corazón comenzó a latir más fuerte. No podía quitármelo de encima y no se detenía manoseándome, subiendo poco a poco.

-Puedo escuchar como aumentan tus latidos, que niña tan traviesa.- dijo extasiado

Iba a contestarle cuando una segunda figura apareció detrás de él. La luz estaba en contra y no podía verle la cara pero desprendía un olor masculino que me parecía extraña y completamente familiar. Yo había olido ese aroma en algún lugar y por mas que mi mente trabajase no me era posible saber donde y cuando habia sido aquello.

-Basta Kisame.- dijo aquel desconocido con una voz grave

-No me arruines el momento, que no ves que estoy con esta muñequita.- contesto dándose media vuelta para mirar al extraño sujeto

Aproveche ese segundo que se descuidó para reunir todo el chackra posible en mi puño y golpearlo con odio, para mi felicidad el puñetazo lo mando volando más lejos de lo que pude ver, rompiendo como si no fuesen mas que palillos de dientes a todos los árboles que estaban en el camino.

Mi respiración agitada era el único sonido que había y cuando me dispuse a comenzar la pelea con el segundo hombre, este se acercó llenando más el ambiente de ese aroma que intentaba descifrar. Me puse en posición de combate esperando el primer ataque pero aquel hombre que no me dejaba ver su rostro no hacía más que acercarse paso a paso.

Estaba lista, si el no iba a golpearme primero entonces lo haría yo, pero en ese instante saco una mano de su túnica apuntando con uno de sus dedos hacia mi.

-¿Donde conseguiste eso?- dijo con una voz increíblemente grave apuntando hacia mi playera.

Me dejo callada un segundo y cuando iba a contestarle escuche unos pasos rápidos acercarse desde el bosque.

-¡Naruko!- gritó Jiraiya apareciendo de entre los árboles

Cuando gire la cabeza para mirar de nuevo al extraño ya no había nada. Agudice los sentidos pero tampoco había más señales.

-Es inútil, ya se fue.- me contestó el Sannin sabiendo perfectamente que hacía

-¿Conoces al hombre que estaba aquí?- pregunte, la duda me inundaba completamente

-Si Naruko.- dijo haciendo una pausa -Y es mejor que olvides lo que paso.- declaró mirándole a los ojos