Capítulo 31.
- jajajajaja. – se carcajeo Mariel, con un tono de voz más parecido al de un hombre. - ¿Qué fue lo que me delato? – cuestiono aun con la sonrisa bailando en sus labios.
Continuara…
- ¿pero qué mierdas está pasando? – cuestiono Nao viendo como la maid, se transformaba poco a poco en un hombre, su piel, sus ojos, su cabello, todo estaba cambiando.
- vamos ¿no me dirán que fue lo que me delato? – hablo ahora el hombre con su propia voz cuando termino de transformarse, las Kuga hablaban en serio y si no se mostraba tal cual era estaba seguro que le hubieran cortado el cuello ahí mismo, pero ¿Cómo lo habían descubierto?
- ¿Dónde está Mariel? – cuestiono Saeko con angustia, no quería tener que dar más malas noticias, no otra vez.
- más cerca de lo que ustedes creen. – respondió con un tono burlesco, aunque en el fondo tenía miedo, mucho miedo, esa no era la chica con la que se había enfrentado antes.
- será mejor que respondas su pregunta. – soltó Natsuki, estaba más que molesta y podía sentir la inconformidad de Dhuran también ¿Cómo había pasado esto? Se suponía que había un perímetro, Nao y Yukino lo tenían todo cubierto ¿Cómo se había colado ese imbécil?
- digamos que… aún no ha llegado de sus compras. – la maid había salido a hacer unas compras y para él no había sido difícil engañarla.
- mamá, que vayan a buscarla por el camino. – pidió Natsuki a lo que su madre solo asintió para después tomar un radio y dar instrucciones. - ¿Qué viniste a buscar aquí? – cuestiono pues era más que claro que no había escogido a los Kuga por que sí.
- vamos, esa una de las villas más hermosas de Kioto, no me pueden culpar por querer apreciarla al completo. – tenía que ganar tiempo como fuera, así cuando no se comunicara con la reina Beryl en treinta minutos mandarían por él.
- déjate de estupideces Jedite ¿Qué haces aquí? – cuestionó la rubia aun con ese tono de voz peligroso, ahora menos que nunca podían dejar que se fuera con vida.
- la reina Beryl quiere una audiencia con la princesa de la luna. – soltó lo primero que se ocurrió, no sabía si las chicas cumplirían su promesa de matarlo, pero el tono de voz que estaba empleando la rubia le causaba escalofríos.
- mientes. – respondió Natsuki, el latir del corazón del rubio al que tenían aprisionado, le decía que estaba mintiendo, era instintivo, otra habilidad más.
- sabes perfectamente que la princesa de la luna está en la villa Kaioh, has venido aquí a espiarnos. – no era una pregunta, era una afirmación, Beryl se debió de percatar de que algo ocurría en la villa Kuga cuando el ejercito que mando a la villa jamás volvió.
- ¿y si fuera así? Estamos en una guerra, no pensaran que solo nos quedaremos con los brazos cruzados ¿o sí? – tenía que aparentar que no tenía miedo, la espada había sido retirada de su cuello, pero eso no significaba que no le matarían.
- tienes razón… es una guerra… es una lástima que no vayas a estar ahí para enfrentarnos en el campo de batalla. – hablo de la manera más fría la rubia y en un rápido movimiento rompió el cuello de Jedite bajo la atenta mirada de todos en el estudio.
- ¿Por qué lo mataste? – cuestiono Michiru con un poco de temblor en la voz, jamás había visto a Haruka así, ese no era su viento, era el alfa de los Kuga.
- no podíamos dejar que se fuera, no teníamos ni idea que cuanto tiempo estuvo aquí, ni cuanta información pudo recabar, era un enorme riesgo. – respondió la rubia, para ella era más que simple el hecho del porque había acabado con una vida, si Jedite sabia acerca de las hime's, no podía permitir que Beryl se enterara.
- pero… ¿en verdad era necesario matarlo? ¿no bastaba solo con… no se encarcelarlo? – para Haruka parecía que había sido una decisión bastante simple, pero para ella no lo era, al final de cuentas era una vida.
- no sabemos cómo es que se comunican ¿y si fuera de manera telepática? Hubieran venido por él, fácilmente pudo haber transmitido información de nosotros, de Hotaru, era un gran riesgo que estuviera con vida. – estaba comenzando a irritarse, ella era el alfa, nadie debía cuestionar sus decisiones, nadie ni siquiera su futura esposa.
- pero Haruka, tal vez… - pero una voz más que molesta había interrumpido cualquier cosa que fuera a decir.
- esto es una guerra, muchos más van a morir, era el enemigo y sabia los riesgos que corría por estar aquí y esto servirá para cualquiera que trate de entrar a esta casa. – soltó Natsuki con molestia, viendo de una manera furiosa a Michiru, pues ella se había atrevido a cuestionar las decisiones de su alfa y ella como beta no lo iba a permitir.
- ara Natsuki. – dijo Shizuru tomando la mano de su cachorra para tratar de calmarla. – vamos a calmarnos todos, para mí la decisión fue la correcta, no podemos arriesgarnos a que esa reina sepa de nosotras. – decía Shizuru pues para ella no había mucho que pensar, era él o ellas.
- ¿y? ¿Qué hacemos con la mierda esta? – cuestiono Nao dando un pequeño golpe con su pie a la cabeza de Jedite.
- hay que llevarlo al bosque, lo más lejos de la casa y quemarlo, que solo queden cenizas. – respondió la rubia sin mucha emoción, pues para ella ese hombre no significaba nada, como había dicho Natsuki era un enemigo y tarde o temprano tenía que morir.
- Nao, cárgalo. – pidió Mai con una sonrisa. – yo me hare cargo Haruka-san. – su fuego era lo suficientemente bueno como para no dejar ningún rastro de ese hombre.
- muchas gracias Mai. – agradeció la rubia con una sonrisa. – eso será de mucha ayuda. – con el fuego de Mai sabía que no quedaría ni una sola evidencia de su existencia.
- ¿ya podemos comer? – cuestiono Midori con ambos brazos en su cabeza, para ella tampoco había significado mucho la muerte de ese hombre, habían hecho cosas peores en el carnaval Hime.
- Michiru, vamos a… - comenzó la rubia acercándose a su prometida, pero al ver que esta retrocedió unos pasos y su corazón se aceleró, sede tuvo, podía olerlo, miedo… Michiru le temía, sonrió de manera irónica.
- Haruka… - ¿Cómo podía ser tan imbécil? Haruka jamás le haría daño, pero el ver como se comportaba de esa manera tan fría le había aterrado, aun cuando sabía que la rubia solo estaba protegiendo a su familia, a ella, a Hotaru.
- está bien, no te preocupes. – hablo la rubia interrumpiendo lo que fuera a decir la aguamarina. – podrías dejar a Hotaru con mi madre por favor, debo salir por un momento. – tenía que salir de ahí, estaba sintiendo tanta rabia que no sabía cómo su voz sonaba tan tranquila. – mamá por favor que alguien lleve a Michiru a su casa, Natsuki quédate con Horus.
- pensé que se quedaría. – dijo Nao a nadie en particular, recibiendo un golpe en la cabeza por parte de Mai. – ¡auch!… ¿Por qué me pegas?
- por baka, recoge eso y vámonos. – dijo la peli-naranja saliendo del estudio para ser seguida por Nao que cargaba el cuerpo de Jedite.
- ¿en serio? – cuestiono Natsuki con molestia, pues ella también había olido el miedo en la chica y podía sentir que los cachorros habían hecho lo mismo.
- Natsuki. – reprendió la castaña, no entendía muy bien que era lo que había pasado, pero al parecer la chica de su cuñada no había tomado muy bien el que se matara ese hombre.
- no Shizuru, no es justo, nee-san siempre está sufriendo por culpa de esta… - pero se retractó a tiempo antes de soltar la palabra. – mujer, ahora le teme a nee-san, solo porque nos protegió, ella no… - pero no termino de hablar porque un leve gruñido le hizo desistir de lo que sea que fuera a decir.
- no es necesario que te quedes aquí Michiru, puedes estar en tu casa con tu familia y venir cuando quieras a ver a Hotaru, mamá y papa no te negarían el ver a tu hija, así puedes aprovechar para pensar. – sí, era lo mejor, así ella podía pensar si se quedaba con ella o terminaban de una vez ahora que conocía ese lado suyo.
- Haruka, no… - no, no podía dejar que se fuera pensando que le temía o que quería romper su compromiso, pero la rubia simplemente no quería escuchar.
- tranquila, no tienes que decir nada, ahora si me disculpan saldré por un momento. – se disculpó la rubia saliendo del salón para ir a su habitación a cambiarse a otro tipo de ropa.
Nadie en el estudio dijo nada, Michiru iba a salir tras Haruka, pero Natsuki se lo había impedido y en su lugar fue ella la que siguió a su hermana, dejando a los cachorros en los brazos de su novia, había encontrado a Haruka ya en la puerta trasera de la casa.
- voy contigo. – no era una pregunta, ella como beta, debía proteger a su alfa fuera como fuera, pero, sobre todo, quería estar con su hermana.
- no, necesito estar sola. – y de verdad que lo necesitaba, justo ahora no le caería nada mal un ataque del negaverso, así podría sacar toda su ira.
- nee-san, no puedes irte tu sola, yo… - pero su hermana no estaba muy por la labor de dejar que la acompañara y así se lo hizo saber.
- dije que no. – sentencio la rubia con el mismo tono de voz con el que le había hablado a Jedite.
- hai, nee-sama. – acato Natsuki sin hacer ningún otro comentario, pues ese tono de voz, no podía replicar absolutamente nada.
Haruka no dijo más y salió rumbo al bosque que era parte de la propiedad de la villa Kuga, tenía que de alguna manera sacar toda la ira y el dolor que sentía, ira por no haber sido capaz de controlarse y mostrar ese lado a Michiru y dolor porque su sirena había huido de ella, le había temido, sentía miedo de ella y eso era algo que no había podido soportar, jamás imagino que su prometida le temería, prometida… ya ni siquiera sabía si el compromiso iba a seguir en pie después de esto.
- ¿Qué paso delincuente? ¿te comió la lengua el lobo? – se burlaba Sakura de Natsuki, ya que para ella que la peli-azul se quedara así de callada por lo que había dicho la rubia era digno de burlas.
- el tono de alfa. – hablo Shizuru ignorando lo que Sakura había dicho y viendo a su hermosa oji-verde con la cabeza gacha en la entrada trasera de la casa.
- ¿tono alfa? ¿Qué es eso? – cuestiono Midori a Shizuru, pues no había entendido a que se refería la castaña con eso del tono del alfa.
- el tono del alfa es un llamado que solo los alfa pueden utilizar, ese tono es capaz de causar dolor a los otros lobos de la manada, utilizando ese tono es como los alfas hacen obedecer a aquellos que se niegan a acatar las órdenes. – explico la castaña de manera tranquila, cuando Natsuki le había dicho todo lo que había pasado, no dudo en ponerse a investigar.
- bubuzuque ¿Cuándo te volviste experta en lobos? – cuestiono Sakura al ver que todos la habían ignorado cuando se burló de la oji-verde menor.
- ara Sakura-san, como prometida de Natsuki es mi deber saber todo lo relacionado a mi prometida. – explico la castaña con una sonrisa, orgullosa de lo que había investigado.
- será mejor que vaya a buscar a Haruka. – hablo Michiru sintiéndose mal por las palabras de la castaña, Shizuru jamás se había alejado de Natsuki y hasta se había puesto a investigar lo que podía acerca de las manadas ¿y ella? Ella solo la había lastimado.
- no te lo recomiendo. – dijo Natsuki de manera seria acercándose a todos y tomando a Horus en sus brazos. – oh pensándolo bien, puedes ir, tal vez nee-sama te… - decía Natsuki, pero un codazo por parte de Shizuru la obligado a detenerse de lo que fuera a decir. - ¡auch! ¡Shizuru! – se quejó la oji-verde.
- merecido te lo tienes. – apoyo Saeko. – Natsuki tú no tienes derecho a reprocharle nada a Michiru, esto es solo entre ella y tu hermana. – regañaba la matriarca Kuga con severidad, pues aún no entendía como su hija menor no dejaba en paz a la pobre aguamarina.
- Saeko-san ¿cree que podría quedarme hasta que Haruka vuelva? Yo la amo, más que a nada, sé que me equivoque hace un momento, pero… - explicaba la aguamarina, pero las palabras se le habían quedado atascadas a causa del llanto que amenazaba con salir.
- estabas en shock, imagino que fue muy impactante para ti, ver como la persona que amas, acababa con una vida frente a ti; Haruka lo entenderá si lo explicas correctamente Michiru. – alentaba Kain a lo que Michiru solo asintió, esta vez, su hija había exagerado y la culpa no recaía en la chica frente a él.
- Kain tiene razón Michiru-chan, nuestra hija entenderá cuando le expliques tus motivos, lo dramático le viene de familia. – se burlaba Saeko viendo hacia su esposo que ponía cara de ofendido ante las palabras de su mujer.
Mientras en la casa el ambiente se relajaba, la rubia había comenzado a correr sin parar hasta que le falto el aire y sus piernas ya no le respondieron más, el gran sabio había tenido razón, correr ayudaba mucho pero ya tenía que volver, estaba anocheciendo y ella juntos a Natsuki y los cachorros tenían que salir de la casa, no sabían en qué momento comenzaría el cambio por lo que no quería arriesgarse, no sabía cuánto exactamente había corrido pero suponía que no había sido tanto, siguiendo el olor de su familia volvió a la casa lo más rápido que pudo, entro en la casa y vio que la aguamarina ya no se encontraba ahí.
- Natsuki ¿ya tienes listo tu equipaje? – cuestiono tratando de no demostrar que el hecho de que su Michiru ya no se encontrara ahí le afectaba.
- hai nee-san, estoy lista para cuando tú lo indiques. – habían acordado que se quedarían en una casa que Kain y Saeko tenían cerca de las antiguas plantaciones de arroz.
- Haruka, hija ¿Por qué no vas a ducharte para después partir? – hablaba Saeko, pues para ella no había pasado desapercibida la expresión de su hija cuando no vio a la aguamarina con ellos.
- si mamá. – respondió para comenzar a caminar hacia las escaleras, ya iba por el séptimo escalón cuando lo sintió… ese era su olor ¿sería posible? – Michiru. – susurro para después comenzar a correr rumbo a su habitación.
- supongo que capto su olor. – dijo Kain al ver a su hija salir corriendo rumbo a su habitación.
- por favor, la huelo hasta acá. – exageraba la peli-azul menor, sabía que tenía que comenzar a cambiar de actitud o su hermana sin duda terminaría reprendiéndola, pero aún le causaba algo de molestia esa chica.
Saeko solo había rodado los ojos ante la respuesta de hija, Natsuki simplemente no entendía, Shizuru le dio un leve pellizco a su novia para que dejara de ser tan borde con la pobre aguamarina, mientras en la sala todo mundo reñía a Natsuki, Haruka ya había llegado a su habitación, se había detenido justo en la puerta, se acomodó sus ropas y se dispuso a entrar.
- Michiru. – dijo al verla sentada en su cama pensativa, al llamarla la aguamarina había levantado la vista y había sonreído al verla. - ¿Qué haces aquí? – cuestiono, pues no podía creer que se hubiera quedado.
- Haruka, tenemos que hablar. – dijo la oji-azul y al ver la cara de pánico que puso su viento se apresuró a aclarar. – de lo que paso en el estudio. – si tenían que hablar, pero no era acerca de su relación.
- Michiru… te dije que… - pero esta vez fue la aguamarina quien no le permitió terminar de hablar a la rubia.
- sí, soy consciente de lo que me dijiste, pero en vista de que no tengo que acatar cada una de tus ordenes, decidí que tenía que ser hoy cuando debíamos de hablar. – hablo la aguamarina con seguridad, justo antes de subir a la habitación Nao le había dicho unas palabras, las Kuga pondrán ser lobos feroces frente a la batalla, pero con sus parejas son solo simples cachorritos.
- pero… - trato de rebatir la rubia, pero nuevamente la aguamarina la había interrumpido.
- pero nada, vamos a hablar ahora, así que, por favor, siéntate. – pidió con un tono de voz serio y fuerte, casi podía ver unas orejas de en la rubia agacharse para después hacer lo que le había pedido, increíblemente Nao tenía razón. – sé que no reaccione de la mejor manera, soy plenamente consciente de que tu jamás me dañarías, pero tienes que ponerte un poco en mi lugar, vi al amor de mi vida matar a una persona frente a mí y frente a nuestra hija, fue un shock Haruka, no podías esperar que te felicitara, por favor, dame tiempo para asimilar todo lo que está pasando. – explicaba la aguamarina con un tono de voz tranquilo y dulce.
- lo siento Michiru, tienes razón, después del pacto todas mis emociones se han amplificado, yo solo quería defenderlas, ese es mi deber, ese imbécil… entro a mi territorio… amenazo a mi familia… yo… - hablaba la rubia conteniendo la rabia, apretando sus puños.
- tranquila mi amor. – pidió la oji-azul colocando sus manos sobre las de su prometida. – sé que podrás controlarlo, tengo fe en ti, así que, por favor, te pido que tú también tengas fe en mí, no me voy a romper cariño, pero tampoco esperes que acepte todo, así como así. – decía Michiru, pues sabia de ante mano que tenía que aprender a aceptar todos los cambios que le ocurrirían a su prometida, no por obligación sino porque la amaba, la amaba más que a nada.
- la tengo mi amor y sé que no será fácil tampoco para ti, teniendo en cuenta lo que pronto tendré. – decía la rubia con un tono más bajo y viendo hacia su entre pierna. – pero te prometo que haré todo lo posible para que todo esto sea lo más fácil para ti, no te quiero perder, yo te amo, te juro que no te ocultare nada y no te tratare diferente, así que, por favor, no te alejes. – pidió la rubia con angustia en la voz, no podía perder a Michiru, era le amor de su vida y pese a sus instintos tenía que aprender a controlarse, Michiru no era una mujer indefensa y eso lo tenía bastante claro, ahora lo difícil era hacérselo saber a sus instintos.
- bien, porque yo tampoco te quiero perder y también te amo. – dijo la aguamarina mientras se acercaba a la rubia para poco a poco juntar sus labios en un beso tierno, significativo, demostrándose cuanto se amaban, poco a poco se fueron separando no supieron si fueron minutos u horas, pero la falta de oxígeno se hacía imperiosa. – muy bien. – hablo la aguamarina mientras se levanta de la cama donde había estado sentada. – es hora de que me vaya, tú tienes que arreglarte para que te lleven a ese lugar y yo tengo que hablar con mi familia, sobre todo lo que ha pasado hoy. – su padre no iba a dejar pasar el hecho de la rubia le había pedido compromiso sin siquiera consultarlo con él, aunque si eran justos ellas ya estaban comprometidas.
- no quisiera que te fueras de mi lado, pero tienes razón, solo… te puedo pedir que no hables con nade acerca de las chicas por favor. – las hime's aun debían de ser un secreto para todos, eran su as bajo la manga y no podía darse el lujo de perderlo.
- supe que no eran chicas comunes y sé que lo que haces es para protegernos, así que tranquila, no le hablare a nadie sobre ellas, lo prometo. – si bien no sabía a ciencia cierta qué era lo que esas chicas podían hacer, si había sentido una energía extraña emanar de ellas.
Haruka le agradeció con otro beso a su prometida, para después ahora si despedirse, en verdad se tenía que meter a bañar para comenzar la marcha hacia donde se quedarían a esperar el cambio; Michiru bajo con una sonrisa en su rostro y con alegría les informo a sus suegros que todo había sido arreglado entre ella y la rubia, por lo que no tenían de que preocuparse, le recordó a Kain su propuesta de acompañarla a la villa Kaioh para que ella pudiera estar unos días en la villa Kuga, suponía que ahora que el compromiso con Haruka era más formal y que aparte tenían una hija su padre no se negaría, además siempre podía usar el as de Serena, la rubia de coletas siempre estaba en la casa Kaioh y al aparecer a nadie le parecía extraño, así que ella bien podría pasar una temporada en la casa Kuga y a nadie debía de importarle.
Haruka había bajado minutos después, su prometida y su padre ya no estaban en la sala, por lo que Saeko se encargó de explicarle que era lo que había pasado, la rubia simplemente asintió y le agradeció a Saeko por apoyarlas a ella y a Michiru en eso, pues la rubia no quería que su hija estuviera más tiempo separada de su madre; sin más que decir abordaron dos autos y se dispusieron a partir rumbo a la casa que habían acondicionado para ellas; una vez ahí, tanto Nao como Yukino se pusieron manos a la obra para armar un perímetro, si bien todo había sido bastante hermético, no podían confiarse, no sabían en qué estado las iba a dejar ese dichoso cambio por lo que recibir un ataque era algo que de verdad querían evitar a toda costa, así que pese a los reclamos de Haruka para que Yukino no se sobre esforzar, las dos chicas habían hecho su trabajo a la perfección.
Una vez que las habían dejado instaladas, Shizuru y Sakura condujeron de regreso a la villa Kuga, donde Mai junto con Mikoto se habían quedado para proteger la casa; Haruka, Natsuki y los cachorros se habían quedado en sala con una cena dispuesta y listas para comenzar a ver una serie que curiosamente era favorita de ambas aunque no fuera de los últimos lanzamientos de la temporada era un clásico digno de ver, dragón ball Z la saga de majin boo, una de sus sagas favoritas, comieron, conversaron, difirieron en algunos puntos de vista del anime, pero por primera vez desde Haruka había vuelto, tuvieron una noche de hermanas, como a eso de las tres de la mañana cada una se había retirado a su habitación para dormir un poco antes de que el caos en su cuerpo se desatara.
A la mañana, siguiente se levantaron después de medio día, por suerte para ellas Saeko personalmente había hecho una pequeña despensa para ellas, aunque todo consistía en comida instantánea, cereales, frituras y aditamentos para preparar sándwiches porque, aunque Haruka vivía sola en Italia, no sabía cocinar para nada y Natsuki mucho menos.
- ¿has sentido algo nee-san? – cuestiono la peli-azul entrando a la cocina con Dhuran para ver como su hermana se preparaba un tazón de cereal.
- no, aun nada ¿y tú? – sabia lo que estaba pensando su hermana, que tal vez el cambio no ocurriría, pero algo en su interior le decía que eso estaba más que cerca.
- nada tampoco, estoy comenzando a pensar que tal vez nada va a pasar y que ese lobo viejo solo nos asustó. – tal vez el viejo sabio lo único que quería era forzarlas a aceptar el pacto y todo acerca del supuesto pene era solo eso, un supuesto.
- no lo creo Natsuki y creo que al igual que yo puedes sentir que algo va a cambiar. – estaba segura que algo iba a ocurrir con ellas, solo que no sabía en qué momento.
- si bueno, siento algo, pero… ¡ahhhhh! – comenzó Natsuki, pero un tremendo dolor en el vientre bajo la hizo desistir de lo que fuera a decir.
- Natsuki, que… ¡ahhhhh! – Haruka trato de ayudar a su hermana, pero al parecer el mismo dolor que Natsuki sentía lo estaba sintiendo ella, había llegado la hora.
Las chicas no habían podido ni dar dos pasos cuando el dolor las había tirado al suelo junto con los cachorros, las venas de su cuerpo estaban muy marcadas, tanto que eran plenamente visibles, estaban mas que rojas por el esfuerzo y el dolor no parecía querer menguar, Natsuki estaba maldiciendo por lo bajo al gran sabio, por que en ningún momento habían sentido calor, solo ese maldito dolor, pero… tal vez había hablado demasiado rápido, porque ahora además del maldito dolor que parecía no desaparecer nunca, no sabia si esto era lo que se sentía el dar a luz, pero sino lo era, estaba mas que segura que se asemejaba bastante; el calor comenzó a hacerse presente, la ropa le comenzó a estorbar y por si eso no fuera suficiente imágenes de ella y Shizuru estando juntas habían comenzado a asaltar su mente, el tener la ropa puesta ya no era una opción, su hermana ya había comenzado a quitarse la playera que tenia puesta e iba por el pantalón, así que ella no se iba a quedar atrás, una vez que estuvo en igualdad de condiciones con su hermana, ambas sintieron como el dolor estuvo en su punto mas alto y ahora podían sentir claramente que algo en su vagina comenzaba a crecer, su corazón se había acelerado aún más, sentían que no podían soportar un momento más, sin mediar mas terminaron por quitarse la ropa interior ahí en medio de la cocina, un dolor a un mas agudo que los otros las asalto no pudiendo reprimir el grito ambas, con eso fueron consciente que algo se había liberado y por fin podían respirar tranquilas, todo había acabado.
- ese bastardo…del gran sabio… si que nos la hizo. – hablaba Natsuki con dificultad debido a todo el esfuerzo anteriormente hecho, estaba más que sudada.
- esa… fue una de las peores… experiencias que he vivido. – y mira que había vivido muchas experiencias, en todas y cada una de las vidas que había vivido.
- esta cosa… bonita, bonita no es. – hablo Natsuki viendo su nueva adquisición entre sus piernas y como Dhuran se acercaba a ella
- tendremos que adquirir pantalones nuevos. – hablo Haruka esta vez, ya con normalidad. – y boxers nuevos, para hombres. – aclaro, pues ahora que veía sus boxers femeninos no iban a hacer viables, mientras Horus se acercaba.
- ahggg. – dijo Natsuki con frustración, había tratado de ponerse su boxers femeninos y le apretaban. – tienes razón, estos no funcionan. – dijo mostrándole a su hermana como se veía con esos boxers, con Dhuran en sus brazos. – nee-san ¿es imaginación mía o los cachorros crecieron? – cuestiono, pues antes del cambio los cachorros cabían en la palma de su mano y ahora eso ya no era posible.
- sí, definitivamente eso se ve más que incómodo. – la rubia no se iba a arriesgar a ponerse esos incomodísimos boxers como su hermana. – y respondiendo a tu pregunta, si los cachorros crecieron y por cierto¿Qué estás haciendo? – cuestiono la rubia la ver como su hermana se quitaba nuevamente los boxers.
- no voy andar con esto todo el día, por si no lo notaste es super incomodo y duele. – hablo Natsuki después de que se quitara el boxer femenino que se había puesto. - ¿no estas tomando esto de los cachorros muy a la ligera?
- ahggg, quita eso de mi cara. – pido la rubia al ver que a su hermana no le daba ni tantita pena el quedarse desnuda frente a ella. – no es eso, no lo estoy tomando a la ligera, pero no puedo concentrarme estando asi.
- por favor, ni que el tuyo estuviera muy bonito, además déjame decirte que llevo más tiempo mirándote y no te he reprochado nada. – decía Natsuki, si ella tenia que ver el pene de su hermana, su hermana tendría que aguantarse el suyo.
- bueno, anda, vamos a mi habitación, creo que empaque unos shorts deportivos que nos servirán por el momento. – dijo la rubia poniéndose de pie para caminar rumbo a su habitación seguida de su hermana.
Natsuki no dijo nada, solo siguió a su hermana a su habitación sin importarle nada, ambas iban como Kami las había traído al mundo y no parecía importarles, pero para ser sinceras no tendría porque importarles, eran hermanas, quizá no habían compartido de pequeñas, pero sangre era sangre; ya en la habitación de la rubia esta tomo su maleta y reviso un poco, sin demora encontró los shorts deportivos, tomo uno azul y uno gris para después mostrarlos a su hermana y darle la oportunidad de elegir, la peli-azul no demoro mucho y se decidió por el azul; lo tomo y ahí mismo se lo puso, su hermana también tomo dos sujetadores deportivos, le paso uno a su hermana y el otro se lo puso ella.
- bien, ahora que ya estamos vestidas ¿Qué hacemos? – cuestiono la peli-azul, si era sincera consigo misma ella quería estar ya en casa, con su castaña, la necesitaba, añoraba su calor, su olor, su cuerpo.
- Natsuki, creo que lo mejor que podemos hacer es investigar sobre… esto. – dijo la rubia señalando su entrepierna al ver como el miembro de Natsuki se mostraba. – debemos estar informadas sobre lo que podemos hacer o no hacer. – si se ponían a investigar estarían distraídas y las imágenes de Michiru y ella haciendo el amor dejarían de asaltarla a cada momento.
- ¿y que pasa con los cachorros? – cuestiono la peli-azul no quería que nada le pasara a Dhuran, tenia muy poco con él, pero lo quería.
- tranquila, también investigaremos eso, aunque… no sé cómo lo haremos, solo resolvamos un problema a la vez. – decía la rubia, Horus era muy importante para ella y sabía que Dhuran también lo era para Natsuki, pero tenia un presentimiento de que lo que les pasaba a los cachorros no era malo.
Mientras las Kuga investigaban sobre la nueva parte de su cuerpo y se preocupaban por sus cachorros, en otra dimensión los ánimos no estaban tan tranquilos…
- ¿has sabido algo de Jedite, Nephrite? – cuestiono la reina Beryl con molestia, pues hacía ya más de un día que el general se había ido con la misión de obtener información en la casa Kuga y no se había reportado.
- no majestad, nadie ha sabido nada de él. – reportaba el hombre frente al trono. – no soy capaz de sentir su energía mi reina, temo mucho que haya muerto. – lo cierto era que si el inútil de Jedite había muerto seria su turno en la batalla.
- si eso es así, el mismo se lo ha buscado al ser descuidado en el territorio enemigo. – Jedite no era más que uno de sus soldados desechables, ni siquiera pertenecía al negaverso, el y los otros tres solo eran recolectores de energía para ella.
- mi reina, solicito su permiso para comenzar con el contrataque, la sangre de uno de los nuestros, reclama sangre. – ahora era su turno, el no cometería los mismos errores que Jedite, tenia que hacerse valer, no por nada había reencarnado tantas veces.
- admiro tu energía e ímpetu Nephrite, pero por hora no haremos nada, la muerte de Jedite, nos tiene que servir de aprendizaje, algo más está pasando ahí y no podemos simplemente pasarlo por alto. – algo no terminaba de cuadrarle de todo lo que estaba pasando, tenia que haber algo más, algo que no estaba viendo.
- con todo respeto mi reina, permítame ir ahí, yo sabre obtener la información que Jedite no fue capaz de recolectar. – no, no podía pasarle eso, era su momento, justo ahora, no podía dejar que nada lo opacara.
- ¿es que acaso no eres capaz de verlo? – cuestiono con molestia la reina Beryl. – enviamos a una fuerza de mas de cien demonios a esa casa y ninguno volvió con vida, no fueron capaces ni siquiera de transferir información y ni siquiera estaba Haruka en la casa, ahora Jedite es asesinado ¿me quieres decir como paso todo eso? ¿Qué fue lo que no vimos? – sabia que el hombre frente a ella no tendría esas respuestas, se notaba que estaba más que confundido.
- mi reina, Jedite era un pobre tonto que no sabía lo que hacía, debió cometer un error que el enemigo supo como aprovechar, por favor, déjeme a mí, yo sabre corresponder a su confianza. – no seria comparado con ese imbécil, el era mucho mejor y lo iba a demostrar ya estaba cansado de ser siempre el ultimo, cuando merecía más.
- no. – fue su escueta respuesta, si le daba vía libre a Nephrite, terminaría con otro general muerto, debía dejar que las cosas se tranquilizaran un poco, que el enemigo se confiara, tenia que hacerlo jugar bajo sus términos.
- pero mi reina… - trataba de rebatir el castaño, pues no quería desaprovechar la oportunidad, en la casa Kuga no había nadie que le hiciera frente, la única sailor de esa casa no estaba, era su oportunidad, lo era.
- HE DICHO QUE NO ¿ES QUE ACASO NO PUEDES ENTENDER UNA SIMPLE ORDEN? – cuestiono con molestia la reina, pues al parecer su general no había escuchado nada de lo que había dicho, estaba rodeada de idiotas.
- perdóneme mi reina. – suplico el hombre con angustia, lo menos que quería hacer era molestar a su reina. – yo solo quiero complacerla. – adulaba, pues reina o no era una mujer y no estaba de mas un poco de adulación de vez en cuando.
- largo. – espeto la reina con molestia, Nephrite pensaba que podía manipularla solo con un simple alago, pero estaba muy equivocado si pensaba que ella no sabía sus intenciones.
El hombre no dijo mas y dejo sola a la reina, Beryl tenia que pensar muy bien su siguiente movimiento, no podía seguir perdiendo soldados, esto afectaría en gran medida su resultado para la batalla final, tenia que de alguna manera mitigar ese impacto, tal vez… un cese al fuego durante unos días le ayudaría a recuperar los números que había perdido en esa invasión fallida a la villa Kuga, tenía que pensarlo muy bien, antes de actuar.
Mientras Beryl veía la mejor manera de plantearle a la princesa la luna su cese al fuego, en la casa donde estaban las hermanas Kuga las cosas se estaban comenzando a calentar.
- tengo que ver a Shizuru, no puedo seguir así. – hablaba Natsuki levantándose de su lugar mientras dejaba a Dhuran en el lugar donde ella estaba sentada y comenzaba a caminar hacia la puerta.
- no puedes verla en el estado en el que estas, acordamos esto para no lastimarlas ¿en serio quieres presentarte así? – hablaba la rubia con paciencia señalando la erección de su hermana, tenía a Horus en su regazo no había querido separarse de él.
- tenemos toda la maldita mañana investigando y mis ganas solo han aumentado. – espetaba la peli-azul con molestia volviendo sobre sus pasos, tomando a Dhuran y sentándose nuevamente.
- ya te dije que dieras un baño de agua fría, eso ayuda. – sugería Haruka con tranquilidad, ella estaba igual o incluso peor que su hermana, pero que ambas se pusieran a pelear no era un buen camino, por suerte Horus estaba en su regazo y eso de alguna manera la calmaba.
- me he bañado cuatro veces. – desde que comenzó su erección su hermana había investigado que en algunas ocasiones ducharse con agua fría funcionaba. – y déjame decirte que no funciona. – decía con molestia teniendo a Dhuran en sus brazos.
- bien, entonces intenta la segunda opción. – tenia que calmar a Natsuki de alguna manera, había tenido que hablar a la casa Kuga para pedirle a Nao que acortara el perímetro para que no pudieran salir de la casa, no se fiaba de sus instintos.
- no voy a masturbarme. – respondió la oji-verde menor, según su hermana el aliviarse así misma le ayudaría, pero sentía un poco de pena hacerlo sabiendo que su hermana lo sabía.
- bien, en ese caso tendrás que soportarlo. – estaba siendo todo lo posible por ser paciente, pero su hermana en verdad quería sacarla de quicio.
- voy a ir con Shizuru. – dijo levantándose nuevamente, dejando a Dhuran otra en su asiento y caminando a la salida la peli-azul.
- ¿y que piensas hacer cuando la veas? ¿saltarle encima? ¿vas a violarla y después marcarla? ¿así sin decirle nada? ¿sin tener siquiera su consentimiento? Natsuki esto es algo que tenemos que hablar con ellas y ellas deben de ser libres para decidir – no podía creer que su hermana se dejara llevar tan fácil por sus instintos, no podía permitir que saliera de la casa.
- es mi mujer, debe aceptar todo de mí sin objetar. – si la castaña la amaba tanto como le profesaba ella debía de aceptarla totalmente aun en las cosas que no le gustaran, la castaña debía obedecerla sí o sí.
Continuara…
