Capítulo 34.

- lo que si tenemos que hacer es ir a hablar con la chica de las coletas y decirle que tiene que tener esa reunión con la dichosa reina. – Midori tiene razón, tenemos que ver a Serena cuanto antes y ella debe de tomar la decisión de ver o no la Beryl, aunque lo más sabio como lo hablamos, sería que aceptara.

Continuara…

- bien, Saeko y yo iremos mañana por la mañana. – respondió Kain bastante serio, le preocupaba el hecho de que todo fuera una trampa y aun mas sino lo era ¿Qué era lo que en verdad quería esa mujer?

- ¿y Haruka? ¿no deberíamos informarle de esto? – después de todo Haruka seguía siendo el general de los ejércitos de la luna, tenia derecho a saber que era lo que estaba pasando.

- el jueves regresara, no podemos avisarle Michiru, Haruka no se encuentra en buen estado, así que por favor tienes que tener paciencia. – pidió Saeko con preocupación, no quería que su nuera tratara de contactar con su hija y empeorara todo.

- hoy es martes. – suspiro, aun faltaba mucho para verla. – esperare Saeko-obasan, no quiero ocasionar problemas. – y era verdad, lo que menos quería era ocasionarle un problema a la familia que amablemente la había acogido.

- será mejor que cenemos y nos vayamos todo a la cama, mañana será un día largo. – el regresar a la casa Kaioh no es algo que haya planeado a corto plazo, pero no había más que hacer, tenía que informar a Serena.

- la cena esta lista. – informo Mai llegando a la sala, Saeko le había repetido mil veces que no tenía que molestarse con eso, pero a ella le encantaba cocinar y no podía evitarlo.

- jumm, la cena de Mai no debe de enfriarse, vamos. – declaro Mikoto con entusiasmo, si había algo que amaba mas que a la peli-naranja, eso era la comida de esta.

- Kain-sama. – llamo uno de los últimos guardias que había en la casa, como Haruka lo había pedido, habían comenzado a liquidar a todo el personal no esencial en la casa, aunque algunos se rehusaban a irse. – Darien-sama y Serena-sama están aquí y desean hablar con usted y Saeko-sama. – informo con tranquilidad.

- chicas, por que no van y comienzan a cenar, Kain y yo las alcanzaremos después. – pidió Saeko, pues fuera lo que fuera, no era para nada común que el heredero de los Kaioh junto con su prometida fueran a visitarlos a esas horas y sin avisar antes.

Kain le pidió al guardia que hiciera seguir a Darien y a Serena hacia el estudio de la casa, que lo esperarían ahí; no tuvieron que esperar mucho cuando tocaron la puerta, con un "adelante" pudo ver aun Darien y a una Serena con una expresión que simplemente no sabía cómo descifrar, tenía razón algo había pasado y por las caras de los chicos, no era nada bueno.

- Kain-san, Saeko-san. – saludo el peli-negro inclinándose ligeramente frente a los mayores en la habitación.

- Darien, Serena, bienvenidos, tomen asiento por favor. – pidió Kain de manera tranquila, una vez que los jóvenes estuvieron sentados, volvió a hablar. - ¿Qué los trae por aquí? – cuestiono sin más, pues no tenía caso darle vueltas al asunto.

- Kain-san se que no tengo cara para pedirle esto, pero… ¿cree que sería posible que Serena y yo nos pudiéramos quedar aquí? – cuestiono con pena en la voz, pues sabia que no tenia cara para pedirle nada, pero no había otra opción.

- ¿Cómo? Darien ¿Qué es lo que esta pasando? – ahora estaba más que confundido ¿Por qué el heredero de la Kaioh, estaba ahí pidiéndole asilo?

- los señores Kaioh nos han corrido de la casa. – informo Serena con voz seria, si era sincera no sabía que les había pasado a sus suegros, pero sin duda tenía e l presentimiento de que no había sido nada bueno, pues no había razón para correrlos de la casa.

- ¿los corrieron? ¿Por qué? ¿Qué fue lo que paso? – cuestiono nuevamente Kain con confusión, pues no entendía nada de lo que estaba pasando ¿Qué era lo que estaba tramando Hideki?

- siendo sincero con usted Kain-san, no entiendo que es lo que pasa con mis padres, están actuando muy raro, nos pidieron que no volviéramos a la casa, que viniéramos aquí y que aquí nos quedáramos. – la actitud de sus padres sin duda lo desconcertaba, un día corrían a Michiru y al siguiente a él.

- sinceramente su actitud esta dando mucho que desear Darien. – esto le recordaba a su primera vida, justo antes de estallar la guerra Hideki también había comenzado a actuar raro. – pueden quedarse aquí, pediré que les preparen una habitación. – el no era un desconsiderado ni mucho menos, jamás le negaría la ayuda a nadie.

- yo de verdad siento que algo malo les esta pasando a mis padres. – no tenia pruebas, pero el proceder de sus padres como acertadamente había dicho Kain, estaba dando mucho que desear, ellos no eran así, algo malo tuvo que haberles pasado como para que ahora estuvieran actuando así.

- concuerdo contigo Darien, pero no puedo arriesgar a nadie, tendremos que esperar, Haruka y Natsuki no se encuentran por el momento y tengo que esperar a mis hijas. – si movilizaba a las hime's muy seguramente Haruka no lo tomaría nada bien y no tenia autoridad para movilizar a las sailors y tampoco quería hacerlo, no sin antes tener algo sólido.

- entiendo. – Kain tenia razón, debían esperar, no solo a Haruka sino haber que pasaba, pues hacer una operación a ciegas era prácticamente un suicidio.

- será mejor que vayamos todo a cenar. – rompió el silencio Saeko, mas gente en la casa sin duda llamaría mas la atención, aunque por el otro lado era más protección para todos.

Mientras en la casa Kuga se disponían a cenar, en la casa de los Kaioh, las cosas no estaban muy bien que digamos…

- fue una sabia decisión Hideki. – hablo una mujer de piel pálida con arrogancia.

- claro, para tu beneficio una buena decisión ¿no es así? – cuestionó con molestia, pues el alejarse de sus hijos no había sido la mejor decisión.

- por favor Hideki, no te hagas el tonto conmigo, ustedes comenzaron esto. – declaro con ironía en la voz, esos humanos eran unos egoístas y no eran capaces de admitir sus errores.

- esto comenzó contigo y tu obsesión hacia el príncipe Endymion. – declaro Miharu con molestia, había tenido que callar y ver como su esposo corría sus dos hijos, pudo ver como Michiru le suplicaba con la mirada que dijera algo y ella no había sido capaz de decir nada, sus hijos se fueron pensando que no le importaban.

- cuidado con lo que dices Miharu, tal vez yo este obsesionada con Endymion, pero ustedes lo están con los Kuga. – soltó sin más, si pensaba que ella había olvidado lo que esos dos seres despreciables habían hecho estaban muy equivocados.

- basta. – no quería escucharlo, no otra vez, cada vez era igual, nadie había podido descubrirlos y siempre terminaba igual.

- ¿Por qué? ¿acaso no quieres oír tu verdad Hideki? Vamos, no sea cobarde, admite lo que hiciste, admite que tu envidia hacia los Kuga fue lo que ocasiono todo esto. – por favor, si estaban cortados por la misma tijera, ellos no tenían derecho a criticarla, ni mucho menos, menospreciarla.

- ¡basta, Beryl! – grito, no hacia falta que le recordara eso, por Kami, lo había vivido infinidad de veces, no hacia falta que se lo recordaran ¿Cuántas veces había visto morir a Michiru?

- ¡admítelo Hideki! ¡fue tu ambición la que nos llevo a todo esto! ¡tu querías lo que Kain tenía, por eso me abriste las puertas de tu casa! ¡por eso vendiste a tu reina y a tu reino! – soltó con molestia pues no lograba que esos humanos entendieran que no todo era su culpa, sino también de ellos, después de todo ellos le habían dado lo que necesitaba.

- es el peor error que he cometido. – declaro Hideki con pesar, pues esto en verdad le pesaba.

- y aun así lo sigues haciendo, en cada una de tus vidas, sigues ayudándome. – por mas que el hombre lo negara, sabía que tenía razón, al final siempre la ayudaba, pese a sus dudas, siempre terminaba ayudándola.

- ese es mi destino y no lo puedo cambiar ¿lo olvidas? El destino es una línea recta que debemos seguir, nosotros, las reencarnaciones no tenemos otra opción. – para él, el seguir su destino lo era todo, por eso siempre ayudaba a Beryl, porque su destino así lo dictaba, estaba trasado así.

- dirás lo que quieras, pero tu mejor amigo burlo ese destino. – si a Hideki el fingir que era por su destino que hacia lo que hacía, lo ayudaba a dormir, no se lo pondría tan fácil.

- y mira cómo le fue, perdió a su hija, no la vio crecer, no pudo ser testigo de sus logros, nada. – cuando menos eso le ayudaba, Kain había desafiado el destino y había pagado el precio.

- ¿y no perdiste tú también a tu hija? Eres un cobarde Hideki, siempre lo has sido y siempre lo serás, así que piensa lo que sea que te ayude a dormir ¿ya has preparado mi habitación? – jamás entendería a ese hombre, era mas que obvia su cobardía y aun así se empeñaba en negarlo, cuando no tenía el menor caso.

- si la habitación ya ha sido preparada. – respondió Miharu, una vez más Hideki la había arrastrado a la traición, para que al final, terminara muriendo y no pudiendo ver a sus hijos.

- guíame. – respondió Beryl y comenzó a seguir a Miharu hacia la habitación que le habían preparado.

No se dijo más, Hideki simplemente se quedó callado viendo como su esposa conducía a Beryl hacia la habitación que le había asignado, había caído una vez más, siempre era lo mismo, por mas que se negara, ese era su destino, él era el traidor del milenio de plata, había traicionado a su reina y todo su pueblo, él había abierto las puertas a la maldad y le había avisado a Beryl cuando el reino era mas vulnerable, todo era su culpa.

Mientras la casa Kaioh era un caos, en la casa donde las Kuga estaban pasando su celo las cosas no iban bien, las chicas estaban encadenadas en el sótano, gritando o mejor dijo gruñendo y tratando de liberarse de las cadenas, en algún momento se habían desecho de su ropa y estaban completamente desnudas, para este punto ya no parecían humanas, era su parte animal la que estaba predominando, les dolía todo el cuerpo, sus penes habían estado en pie de guerra desde el inicio y no les daban tregua, dolía, mucho y más impacientes se sentía al saber que había chicas en la parte arriba de la casa; sus muñecas ya estaban amoratadas, sus cuerpos todos transpirados, sus cabellos se pegaban a su cara, pero esto no parecía importarles a las chicas.

La noche había pasado sin ningún novedad para Natsuki y Haruka, salvo el hecho de que estaban un poco mas conscientes, pero aun así no se fiaban de ellas, aun sentían ese deseo ardiente corriendo por su cuerpos y este era tal que las hacia retorcerse de dolor; Nao y Setsuna se habían turnado para vigilar toda la noche, mientras una dormía la otra se quedaba la pendiente de lo que pasaba con las Kuga haya abajo, sin acercarse mucho a la puerta y estando atentas a cualquier ruido extraño que pudieran escuchar.

Mientras tanto en la villa Kuga, Kain les había dicho a las hime's lo que había pasado con Darien y Serena una vez que estos se habían ido a descansar, Michiru se había sorprendido bastante por lo que había dicho Kain y ahora tenía miedo, no quería que la casa Kuga se viera envuelta en más peligro, con Serena y su hermano ahí, estaba claro que ahora la casa Kuga era ahora el cuartel; Kain les recalco a las hime's el no hablar acerca de sus poderes y mucho menos mostrarlos, pero le encargo a Yukino como medida de prevención que condujera a unos de sus espejos hacia la villa Kaioh una vez que Haruka y Natsuki estuvieran en la casa, quería saber que era lo que estaba pasando en esa casa.

- buenos días. – saludo Darien al bajar las escaleras y ver a las chicas junto con los señores Kuga en la sala.

- buenos días. – respondieron todos a la vez el saludo del pelinegro.

- Darien, hay algo que quiero decirte, ayer estabas muy cansado y por todo lo que habías pasado no lo creí conveniente. – decía Michiru, mientras se levantaba de su lugar con su hija en brazos.

- al escuchar las palabras de su hermana se tenso un poco y al verla levantarse del sillón sin darle la cara lo preocupo aún más, pero cuando su hermana se dio la vuelta, lo que veía no lo podía creer. – esa… esa es… - ¿Cómo era eso posible?

- si, es Hotaru, es mi hija nii-san, tu sobrina. – decía la aguamarina, terminando con la distancia que la separaba de su hermano para que pudiera ver mejor a su hija.

- pero… ¿Cómo? No entiendo ¿Cómo es esto posible? - ¿Cómo es que Hotaru estaba ahí? Jamás había visto a su hermana embarazada y la bebe parecía tener solo unas cuantas semanas de nacida.

- Setsuna. – fue lo único que dijo, pues sabia que, con eso, su hermano entendería que no debía preguntar más.

- ahora entiendo por qué quería estar aquí, en la casa Kuga ¿no hubiera sido mejor que le dijeras a nuestros padres esto? – tal vez si sus padres hubieran sabido esto no hubieran actuado como lo hicieron.

- no, nadie debe de saber de Hotaru, además dudo mucho que eso los hubiera hecho cambiar de opinión, al final tú también terminaste aquí. – algo raro pasaba con sus padres, pues según su hermano no había cometido ninguna falta por la que lo hubieran corrido de la casa.

- lamento mucho intervenir, pero ¿y la princesa Serena? – cuestiono Kain interrumpiendo así una pelea que seguramente los hermanos Kaioh iban a protagonizar.

- aquí estoy. – respondió la rubia bajando las escaleras y llegando hacia donde estaba Darien con Hotaru ya en sus brazos, pues mi Michiru se la había dejado. - ¿pasa algo? – cuestiono mientras tomaba un de las manitas de la bebe.

- princesa Serena ¿podemos hablar en privado por favor? – cuestiono Kain, pues tenían que poner al tanto a Serena de lo que Beryl quería y sobre todo debían aconsejarla.

- claro, vamos. – respondió Serena con seriedad y tomando esto en serio, le pidió a Darien que la acompañara y junto con Michiru y los señores Kuga se fueron rumbo hacia el estudio.

Una vez en el estudio, Kain explico tanto a Serena como Darien, como Beryl se había parecido ahí y lo que había dicho, como había solicitado el hablar con Serena y claro diciendo sus opiniones con respecto a todo lo que la peli-roja quería.

- concuerdo contigo sobre que es muy extraño que este pidiendo esto. – tal vez pensaba que era tonta y la estaba juzgando como a una niña, pero estaba lejos de serlo.

- princesa, Haruka llegara mañana le pido poco de paciencia y tome decisiones apresuradas, esa mujer trama algo, creo que esta buscando o esperando algo, no podemos darle ningún tipo de plazo, darle tiempo seria darle ventaja. – exponía Saeko, tanto ella como Kain y las hime's habían hablado por la noche y habían llegado a la conclusión que era mujer necesitaba algo o en su defecto buscaba algo para comenzar su plan.

- concuerdo con Saeko, hasta hace poco estaba obsesionada con Haruka y ahora parece como si estuviera obsesionada con esta casa, algo busca, si le damos tiempo puede usarlo en nuestra contra. – Kain apoyaba a Saeko con su teoría pues también estaba seguro que Beryl buscaba algo y por la obsesión que tenían casi podía asegurar que sospechaba que había algo oculto en la mansión.

- concuerdo en que algo busca, pero la pregunta es ¿Qué? ¿Qué es lo que puede necesitar? ¿Qué hay aquí que le llama la atención? – cuestiono la rubia, pues los Kuga también pensaban que no se daba cuenta de nada, pero sabia que las chicas que tenían con ellos, eran especiales.

- tal vez lo que está sintiendo sea a Hotaru. – respondió Michiru, tratando de desviar a Serena y que no se diera cuenta de las hime's. – estando Hotaru aquí todo cambia Serena y tu lo sabes, ella no debería haber nacido sin embargo aquí esta, si la reina Beryl se entera de esto lo más probable es que quiera llevarse a mi hija. – claro que primero tendría que pasar por encima de ella, Hotaru era su hija y jamás permitiría que Beryl le pusiera una mano encima.

- Darien, perdón amor, pero ¿crees que puedas esperarnos en el comedor favor? – pidió la rubia, sabia que su novio entendería, pero aun así no le gustaba excluirlo de las cosas, pero sabia que si no lo hacia los Kuga no le dirían nada.

- claro amor, esperare por ti para desayunar, con permiso. – para el pelinegro esto no era ninguna dificultad, el también pudo sentir que tanto lo Kuga como su hermana ocultaban algo, pero estaban reacios a decirlo y al parecer su novia había descubierto como obtener esa información.

- una vez que Darien cerro la puerta del estudio Serena retomo la palabra. – bien, ahora que Darien no está, podemos hablar sin restricciones. – sabia que algo le ocultaban, pero al parecer no iba a ser tan sencillo que se lo dijeran.

- vaya, la rubia agallas. – hablo Midori que salió del sombrero del mago, pues no sabían si ya estaba ahí dentro cuando ellos entraron o bien no se dieron cuenta en qué momento había entrado.

- ¿eres una de las chicas que viven con los Kuga? – cuestiono Serena, pues ayer habían visto a varias chicas que ya no estaba muy segura.

- así es rubia, Sugiura Midori mucho gusto, por la noche no nos presentamos. – se presentó Midori con cortesía, algo raro en ella, pero esa niña tenia algo que no sabia como describir.

- Tsukino Serena, el gusto el mío. – respondió la rubia también con cortesía, pues esa chica le parecía interesando, sentía cierto poder emanando de ella. – ahora que nos hemos presentado, Sugiura-san ¿cree que podría responder algunas de mis preguntas? – cuestiono la rubia con una sonrisa.

- me temo que eso no será posible rubia. – respondió con simpleza, lo lamentaba por la rubia de chonguitos, pero no podía responder nada, si Natsuki o Haruka no estaban aquí.

- ¿puedo preguntar por qué? – bueno, cuando menos había sacado que algo escondían, no se lo habían dicho directamente pero el negarse a responder sus preguntas le daba una idea.

- él porque es bastante sencillo, ni Kuga Natsuki, ni Kuga Haruka están presentes, lo siento, pero acordamos con las cachorras que no haríamos nada sin su autorización y tu serás la princesa de la luna, pero nosotros solo seguimos a las Kuga. – si Sakura la escuchara no pararía de reírse de ella o peor a un Nao, un pequeño escalofrió había recorrido su piel al imaginarse a la peli-rosa.

- entiendo, gracias por su sinceridad Sugiura-san. – Haruka y Natsuki sin duda eran todo un caso, sin proponérselo conseguían que las personas las respetaran.

- no hay nada que agradecer y por favor, llámame solo Midori, casi somo de la misma edad. – decía la peli-marrón con una gran sonrisa, tal vez si no hubiera conocido a las cachorras antes, sin duda se uniría al grupo de la rubia de chonguitos.

- ¿así? ¿Cuántos años tienes Midori? – cuestiono la rubia con inocencia, pues a su parecer la peli-marrón era sin duda mucho mayor que Darien, sin duda.

- ¿Por qué mejor no vamos a comer? – cambio de tema, odiaba hablar de su edad, por eso siempre estaba quitándose años, ella se sentía sin duda como una joven de dieciocho, por eso jamás volvió a cumplir años después de esa edad.

Serena no insistió con el tema, pues al escuchar la palabra comer, Midori la había perdido completamente; desayunaron sin contratiempo y entre platicas amenas, las hime's hablaban de cosas triviales y sin relevancia, justo como chicas normales, después de todo, tenían toda una vida de práctica, el carnaval hime solo había despertado sus poderes, pero en realidad, todas solo eran chicas comunes.

La noche llego sin demora y con ella trajo la desesperación para las Kuga que seguían encerradas en el sótano, no habían comido nada en todo el día, comida era lo ultimo que querían, el oler a Nao y Setsuna tan cerca no había sido nada fácil, su calor era insoportable, todo su cuerpo dolía, el dolor era tal que las hacia aullar, retorciendo las cadenas en busca de liberarse, pero estas no cedían, ya corría sangre por sus muñecas, pero eso estaba lejos de preocuparlas o si quiera molestarlas, lo único que pasaba por sus cabezas en esos momentos eran sus novias, las añoraban, querían sentirlas, tenerlas cerca, hacerlas suyas, demostrarles de lo que eran capaces ahora con su nuevo amigo, hacerlas gritar de placer y terminar derramándose dentro, dejarlas embarazadas; un sinfín de pensamientos abordaban su mente y todos y cada uno de ellos mas caliente que el otro, eran esos pensamientos los que las tenían así, mas salvajes que nunca, instinto puro, sin mencionar que parecían adolescentes en plena pubertad; sin duda el celo de lo lobos era algo que no debía tomarse a la ligera, tenían que ser muy estrictas con esto, cuando menos, mientras sus novias captaban su marca.

Por suerte para las Kuga, la mañana llego sin demora, aun cuando ellas hubieran sentido que esta había tardado mas hora de lo habitual en llegar; después de esa horrible noche que habían pasado, ahora estaban sentadas con el espalda recargada en la viga de donde sus cadenas estaban atadas, exhaustas y adoloridas por todo lo que sus cuerpos les habían exigido, por suerte eso había pasado sin ningún incidente que lamentar, ahora solo restaba esperar que alguien bajara para que las desatara y les diera algo de ropa.

Mientras tanto en la parte de arriba de la casa Nao y Setsuna no terminaban de ponerse de acuerdo para ver quien seria quien bajara a ver a las Kuga y poder liberarlas.

- Setsuna-san, es mejor yo baje, se cómo son las cachorras, jamás me lastimarían. – razonaba Nao, además de tener el apoyo de sus hijos que bien podrían desprender la cabeza de sus enemigos si así se lo proponía.

- Nao-san, pareces olvidar que estas exhausta, armaste un perímetro en esta casa y también la villa Kuga, no puedes exigirte más, yo en cambio no he aportado mucho, así que puedo bajar sin problema, conozco a Haruka, demasiado bien. – rebatía Setsuna, pues a su parecer hasta ahora no había sido de mucha ayuda para sus amigas.

- pero… - trato de refutar Nao, pero la peli-verde no se lo permitió.

- pero nada, además no debes olvidar que yo soy hija de Chronos, dios del tiempo, guardiana de las puertas del tiempo y además una sailor scout. – termino Setsuna su explicación para que Nao entendiera que ella no era ninguna damisela en apuros, ella era la gran sailor plut, la sailor del tiempo.

- bien. – accedió Nao, después de todo no tenia como combatir con todos los títulos de la oji-lila.

Setsuna primero quito la barrera que había puesto anteriormente, armada con su báculo en una mano y en la otra ropa para las chicas, espero a que Nao quitara sus hilos para disponerse a bajar, lo hizo con cuidado y al estar abajo se sorprendió al ver la ropa de las chicas desgarrada, ella les había llevado un cambio pensando que tal vez lo necesitarían y no se había equivocado, al llegar a donde estaban encadenadas se sorprendió al verlas completamente desnudas, aunque claro tapando siempre su entrepierna.

- gracias por bajar Setsuna. – rompió el silencio la rubia con una sonrisa de agradecimiento para su amiga.

- no ha sido nada. – respondió la peli-verde con una sonrisa sincera, su amiga estaba ahí. – permítanme. – dijo mientras dejaba la ropa sobre uno de los estantes que había en el sótano y se disponía a quitar las cadenas. – listo. – hablo cuando libero a Natsuki. – bien, aquí hay ropa, aunque no sé qué tan de ayuda será. – dijo refiriéndose a que ahora sus cuerpos no eran los mismos.

- no te preocupes Setsuna, nos las apañaremos con esto. – respondió Haruka mientras se sobaba una de sus muñecas después de haber sido liberada por su amiga.

- las dejare para que se cambien, Nao y yo esperamos por ustedes arriba, Saeko-san debe de venir en camino para recogernos. – explico Setsuna con tranquilidad, además de que les habían preparado el desayuno, pero eso ya lo verían cuando subieran.

Las Kuga solo asintieron a los dicho por la oji-lila y se pusieron a cambiarse con la ropa que les había llevado; ciertamente no era lo más cómodo, tenían que ir de compras, el pantalón les apretaba la entrepierna y eso además de molesto era doloroso; terminaron de cambiarse y acomodaron sus ropas lo mejor que pudieron para que no las molestaran tanto y subieron hacia la casa; una vez arriba como había dicho Setsuna, Nao y ella las esperaban, estaban en la mesa con el desayuno servido, las invitaron y las Kuga no pudieron decir no, estaban muertas de hambre; quince minutos después llego Saeko para recogerlas, las chicas le explicaron a su madre la necesidad de ir a comprar pantalones y ropa interior nueva antes de ir a la casa, Saeko no puso objeción alguna, solo se burlo un poco de sus hijas y sin demora las llevo al centro comercial más cercano; a pesar de que Haruka y Natsuki no estaban impecables en su vestimenta, robaban miradas por donde sea que pasaban, cosa que obviamente las tenía sin cuidado, cuando estuvieron en la sección de tiendas de ropa, cada una tomo una dirección diferente acordando de verse en la tienda Calvin Klein para comprar la ropa interior. Después de dos horas, las chicas llegaron a la tienda Calvin Klein con varias bolsas en las manos y algunas tantas que habían llevado a la camioneta que acertadamente había llegado Saeko, entraron a buscar su ropa interior y después de probar varios estilos, ambas optaron por boxers ultra soft modal, adicional también aprovecharon para comprar sujetadores deportivos bralette de tirante ancho; una vez que tuvieron todo lo que necesitaban, le dijeron a Saeko que ya era hora de ir a casa, pues además de querer llegar a ver a su novias, querían una ducha caliente.

Estaban a punto de llegar a la casa Kuga cuando un enorme lobo se había atravesado en su camino, Saeko dio un volantazo tratando de evitarlo, lográndolo con un poco de dificultad; Haruka y Natsuki reconocieron al lobo bajando inmediatamente de la camioneta y acercándose a ella cuidadosamente, pues parecía herida y no había nada peor que un lobo herido.

Continuara…