Capítulo 38.
Zoisite había llegado a la mansión Kaiō aun con la mano sangrando, necesitaba un poco de la negafuerza para sanar, después iría con la reina Beryl a dar su reporte y disculparse por la derrota para después planear como se vengaría de las sailors por lo que le habían hecho, él era uno de los cuatro grandes del negaverso y esta humillación se las haría pagar con lágrimas de sangre.
Continuara…
El general no aviso a nadie de su llegada, simplemente entro en la casa, la cual había perdido todo su brillo, las hermosas rosas rojas que Darien tanto amaba ya no eran mas que puñado de rosas marchitas, los jardines eran grises pues debido a la negafuerza todo lo que rodeaba la mansión perecía sin remedio.
Camino por la estancia y para su suerte no había nadie, se dirigió a su habitación donde tomo un baño, cambio sus ropas y se dirigió al cuarto de sanación, donde después de veinte minutos salió sin ningún rasguño, ahora tenia que reportarse con la reina, tenia que brindarle su informe y sus impresiones de la batalla.
En el camino hacia la sala del trono se topo con Malachite, quien no se veía nada contento…
- ¿Dónde estabas? – cuestiono el albino nada ver a su compañero rubio llegar como si nada.
- estaba tratando mis heridas ¿Qué sucede? – cuestiono el rubio con extrañez, Malachite rara vez le levantaba la voz.
- ¿Qué sucede? ¡¿Qué sucede?! – grito exasperado el peli-blanco. – la reina sintió el incremento de poder de la princesa, logro purificar a los siete demonios ¿no es así? – amaba a Zoisite, pero sin duda era un tonto, lo había estado esperando para planear que era lo que le diría a la reina, pero el rubio no se enteraba de nada.
- si, lo hizo ¿y eso que? – no entendía que era lo que tenia al peli-blanco tan exaltado, había perdido una pelea si, pero estaba ahí, dando la cara y dispuesto para la siguiente batalla.
- eres un inconsciente ¿Qué no lo ves? Tu… - pero ya no pudo continuar, las puertas de la sala del trono de abrieron de par en par debido a una fuerte energía.
- es de muy mala educación estar hablando en los pasillos. – comenzó la reina al ver a sus dos generales de pie junto a la puerta de su trono, uno mas asustado que el otro sin duda.
- perdone la intrusión mi reina. – hablo Malachite haciendo una reverencia. – hablaremos en otro lugar. – tenia que sacar al rubio del campo de visión de la reina por el momento.
- no tan rápido Malachite, Zoisite debe darme el informe de la batalla ¿no es así Zoisite? – en esta época sus generales habían sido una tremenda decepción, no habían logrado nada y todos habían tenido una pobre actuación en la batalla.
- así es mi reina. – respondió el rubio, soltándose del agarre de su compañero para entrar en la sala del trono.
El peli-blanco se debatió por un momento entre entrar o no, pero al final termino siguiendo al que en muy poco tiempo se había convertido en la persona más especial para él, no podía dejarlo solo.
Una vez que estuvieron ambos frente al trono de la reina Beryl el rubio comenzó a hablar brindado su informe de la batalla, lo que había logrado observar de las sailors y sus ataques, todo era importante y no había omitido nada al momento de informar a su reina, cuando termino con su informe la reina no demoro en hablar.
- es tu culpa que la princesa obtuviera ese incremento de poder y despertara el poder del cristal de plata. – estaba segura que ese incremento de energía que sintió, había sido el cristal de plata despertando.
- amada reina, es verdad que el cristal de plata despertó, pero no sabemos si la princesa se ha percatado de esto, aún es muy nueva, denos más tiempo por favor. – intervino Malachite, pues si las cosas seguían así, su compañero moriría.
- está bien. – respondió la reina. – te harás cargo de todo. – ahora tendría que relegar todo al cuarto general.
- si. – respondió el peli-blanco. – gracias amada reina.
- por cierto. – comenzó a hablar de nuevo la reina. – ¿estas listo para lo que viene Zoisite? – hablo con molestia la peli-roja.
- por favor amada reina, deme otra oportunidad. – rogo el rubio con temor, estirando su mano hacia su reina pues no se esperaba ese cambio de actitud.
- desobedeciste mis ordenes, ibas a eliminar al general de la luna. – declaro la reina con molestia y aumentando su tono de voz.
- sí, pero… - iba a decir sus motivos, pero la reina no le permitió continuar hablando.
- ¿crees que puedes engañar a la reina Beryl? – cuestiono la reina con molestia emanando energía maligna de su ser para dar más énfasis en sus palabras, pues nadie se atrevía a desobedecerla sin pagar el precio de semejante afrenta.
- yo asumo la responsabilidad de todo. – intervino Malachite pues sabia lo que eso significaba la reina estaba expulsando energía maligna, estaba lista para atacar. - ¡no! – grito al ver como la bola negra que siempre tenía su reina brillaba aun mas intensa y de ella se desprendía un rayo rojo dirigido a su compañero.
- ¡ahhhhh! ¡Malachite! – fue el desgarrador grito de Zoisite mientras salía despedido hacia atrás debido a la fuerza del reyo que la reina Beryl le había lanzado.
- jum, des hazte de él. – ordeno la reina la de pie en su trono, viendo el cuerpo del rubio a unos metros de donde estaba su ultimo general.
- si. – respondió seco el peli-blanco viendo por un leve momento con rencor a la reina para después agachar la cabeza y hacer lo que se le había pedido.
Después de ordenarle a Malachite que se deshiciera del cuerpo de su amante la reina se había dirigido al sótano de mansión de la Kaiō ahí había puesto el santuario para la negafuerza, el momento había llegado, sabia que los descendientes del milenio de plata no se iban a quedar de brazos cruzados e iban a ir por ella, por todos, tenía el presentimiento que los Kuga sabían exactamente donde estaban y no podía postergar más el despertar de la negafuerza.
- negafuerza, gran señora nuestra. – comenzó la reina mientras estaba arrodillada frente a lo que parecía una gran formación rocosa con forma, tenía dos cráteres que parecían dos ojos siniestros, así como también a cada lado dos rocas que sobresalían simulando colmillos y unas formaciones mas pequeñas que simulaban la boca, al verlo desde lejos parecía la cara de un demonio. – por favordespierta ahora. – termino la reina.
- Haruka. – hablo una voz siniestra que salía de la formación de rocas. - ¿Dónde está? – cuestiono con molestia.
- nunca llegue a imaginar que en esta vida las sailors iban a ser mas fuertes que las veces anteriores, solo queda un general, los otros están muertos y no tenemos suficiente energía para crear mas malignas. – explicaba la reina con angustia, pues ella podría ser la gran reina Beryl, pero la negafuerza era su señora.
- Haruka tendría que habernos ayudado, pero tu incompetencia se mostrado mas de una vez. – decía la negafuerza con molestia. – si la tuviéramos en nuestras manos ella fácilmente pudo haber acabado con todos, ahora debo despertar antes de tiempo. – debía acelerar sus planes, esa mujer frente a ella siempre resultaba ser una gran decepción. – prepara todo para mi despertar. – ordeno.
- si. – respondió sumisamente la reina, levantándose y retirándose de ahí a preparar lo que se le había ordenado.
Malachite ya había levantado el cuerpo de su rubio y lo había llevado a sus habitaciones, Zoisite aun estaba con vida, aunque no faltaba mucho para que partiera.
- perdóname Zoisite, iba a pedirle a nuestra amada reina que te perdonara. – hablaba el peli-blanco al hombre que permanecía con los ojos cerrados sobre la cama.
- Zoisite despertó debido a las palabras de su amado, no quería que se culpara por lo que le había pasado; abrió los ojos y le sonrió a su albino, este se sentó en la cama y lo acuno en sus brazos. – no sabes cuanto te amo Malachite. – comenzó a hablar. – no hay un lugar mejor en el que desee morir que no sea en tus brazos. – dijo el rubio escondiendo su rostro en el pecho de su amante. – Malachite ¿crees que podrías hacerme un ultimo favor? – volvió hablar el rubio levantando su rostro para levantar su mano y llevarla a la mejilla de su amado.
- Malachite lo miro imperturbable, estoico tenia que mostrarse fuerte y hacerle más difícil el camino a su rubio. – el que quieras. – respondió con seriedad sin apartar la mirada de los ojos Zoisite.
- quiero una muerte bella ¿crees que puedas ayudarme con ese favor? Ayúdame a morir por favor. – pidió el rubio con una sonrisa en los labios, su muerte era inminente pero cuando menos tenia la fortuna de partir al mas haya de la mano de la persona que más amaba.
- el peli-blanco no respondió, simplemente movió su mano y sin más aparecieron en un hermoso jardín inundado de las mas hermosas rosas de todos lo colores, ellos ya no estaban en la cama, no estaban sobre el hermoso campo de flores. – para ti. – dijo el oji-gris.
- gracias Malachite. – respondió el rubio levantando la mano para atrapar uno de los pétalos de rosa que habían comenzado a volar. – no sabes cuanto te amo Malachite. – repitió el rubio reclinando su cabeza en el pecho de su amante, derramando unas lágrimas.
- lo siento Zoisite. – hablo el rubio pegando más el cuerpo de su amante al suyo, supo el momento exacto en el que había muerto y estaba conteniéndose para no derramar ninguna lagrima.
Deshizo la ilusión para después levantarse con el cuerpo de Zoisite en brazos y salar de la habitación, iba a disponer de su cuerpo de la manera correcta, le daría un entierro honorable haciendo una pira y quemando sus restos, era lo menos que se merecía el rubio.
Mientras en la casa Kaiō todos se preparaban para un ataque en la casa de los Kuga las sailors ya estaban en la casa, Youko había comenzado a atender las heridas de las chicas con cuidado, ninguna era grave pero aun así querían estar seguras de que todo estaba bien.
- debemos atacar ahora. – hablo Rei una vez que Youko termino de curar sus heridas.
- no. – fue la escueta respuesta de Haruka.
- están débiles ahora, es el momento indicando, demos de ir a la casa Kaiō y atacarlos. – insistía la peli-negra con irritación pues no entendía porque la rubia no quería atacar.
- si atacamos ahora, nos estarán esperando, justo como nosotros a ellos. – explicaba la rubia tratando de hacer entender a la sailor del fuego que atacar ahora era una mala idea. – así que no, no atacaremos.
- Serena. – dijo la peli-negra tratando de obtener lo que quería. – por favor, este es el mejor momento. – decía nuevamente la peli-negra.
- Rei, Haruka es el general del ejército de la luna, es su decisión. – respondía la rubia de coletas con seguridad.
- ¿Cuál ejercito? Nadie se presentó, nadie quiere pelear esta guerra nuevamente. – respondía la sailor del fuego con molestia. – Mina es la capitana de tu guardia Serena, ella podría dar la orden. – sentía mucha adrenalina, necesitaba sacar todo eso.
- si estas consciente que general le gana a capitán ¿no? – dijo Mina pues, aunque ella si era la capitana de la guardia personal de la princesa, estaba bajo las órdenes de Haruka.
- no eres la más inteligente de las sailors ¿no es así? – cuestiono Nao en tono burlón, no podía creer que esa chica no comprendiera que no era tan sencillo el decidir atacar al enemigo.
- ¿Cómo dices? – cuestiono Rei devuelta levantándose de donde estaba sentada con molestia.
- ya basta. – elevo la voz la oji-verde. – no vamos a comenzar a pelear entre nosotros y ni mucho menos vamos a ir a atacar la mansión Kaiō. – decía la rubia molesta. – vamos a recuperar nuestra energía y atacaremos en el momento que sea indicado, no cuando ya nos están esperando, dejemos que se inquieten, que no duerman pensando que atacaremos, eso nos dará más ventaja. – explicaba el general aun con un tono de voz elevado.
- eso sí suena a un plan. – hablo Sakura apoyando lo que la mayor de las hijas Kuga había dicho.
- vaya, parece que estamos tensos por aquí. – dijo Lita entrando a la sala, ella había sido de las primeras en ser atendidas y tenía que terminar con las llamadas al que se suponía seria su ejército.
- no es nada Lita. – dijo la rubia para que la castaña no hondara más en el tema, lo que menos quería era que Rei volviera al ataque. – ¿conseguiste algo? – cuestiono, aunque ya sabía cuál sería la respuesta.
- todos fueron muy amables al atender mi llamada, pero como grito Rei hace unos momentos nadie vendrá, no quieren inmiscuirse esta vez en la guerra. – decía Lita con un ligero tono de molestia, no es como que ella tampoco haya pensado en eso, pero tenía un deber.
- es inútil huir de todo esto. – comenzó a hablar Kain. – de una u otra manera el destino termina alcanzándonos. – explicaba con paciencia. – yo me aleje de todo esto pensando que así podría romper el destino, pero no fue así, la que se suponía que sería la madre de Haruka murió, a pesar de que jamás me le acerque, Haruka nació aun cuando no se suponía que debía hacerlo. – había intentado todo y aun así el destino llego a él. – de nada servirá que no peleen, si su destino es morir, eso es lo que harán. – sonaba cruel, pero era la verdad.
- nuestras familias no apoyaran a todas esas familias que se han negado a ayudarnos. – declaro la rubia con seguridad, nadie tendería la mano a alguien que ni siquiera se había molestado en tendérselas a ellos.
- estoy de acuerdo con Haruka. – hablo por primera vez Darien. – esas familias no merecen consideración alguna de nuestra parte. – entendía que esto no era sencillo, pero era un destino que tenían que cumplir.
- sé que tal vez no me crean, pero la línea del destino si se puede romper. – decía Mai con seguridad. – el destino mío y de todas las chicas. – comenzó señalando a las hime´s. – era morir, pero aquí estamos, pese a todo pronóstico, aquí estamos, gracias a nuestra amistad, al amor que sentimos. – termino tomando la mano de Mikoto quien estaba sentada justo a su lado.
- antes de conocer a Michiru y claro mucho antes de conocer mi pasado, yo no creía en el destino, para mi eso no era mas que basura; tu te labras tu propio destino, tu, con tus acciones, con tus labras, los que decisiones que tomas, estamos aquí por nuestras decisiones, no porque el destino así lo quiso, podemos vencer al destino, nadie tiene que morir esta vez. – una victoria, sin alguien de los que estaba ahí presente estuviera no sería una victoria.
- el cristal de plata a despertado. – anuncio Serena, una buena noticia tenía que darles, además esa chica Mai y Haruka habían sido muy inspiradoras. – podremos usarlo contra la negafuerza en nuestro encuentro final.
- esa es una excelente noticia, debemos de hacerles creer que aun no tienes esta información Serena, que crean que sigues siendo la misma niña ingenua de siempre. – hablaba Haruka sobre su plan. – que no se esperen esto.
- no se olviden de nosotros, estamos aquí para apoyar las. – comenzó Midori. – nosotras ya pasamos por una batalla y a pesar de que nos costo un poco convencer aquí a su general vamos a participar. – decía molestando a la rubia quien solo sonrió.
- ja, no me hagan reír ¿Qué ayuda nos pueden dar unas simples humanas? – comenzó a molestar Rei, ellas eran especiales, reencarnaciones de seres que provenían de la luna.
- ¿seguirás con eso? ¿puedo Haruka? Por favor, déjame demostrarle que tan ordinarias somos. – hablo Nao poniéndose de pie, ya estaba cansada de la actitud de la chica peli-negra.
- no vamos a pelear entre nosotros. – respondió la rubia, aunque tal vez a Rei le hacia falta una lección, se había estado comportado como una idiota todo este tiempo.
- vamos nee-san, deja que Nao se divierta un poco. – apoyaba Natsuki, esa chica de los Hino en verdad que era como un grano en el trasero.
- bien, salgamos al jardín trasero. – accedió la rubia, Alana se había ido antes de que ellas se fueran a la pelea, había mencionado que tenia que hablar con el gran sabio sobre lo que estaba pasando ahí y sin más se había marchado.
- ja, quinientos yenes a la viuda negra. – soltó Midori caminando hacia el jardín como todos los demás sonriendo con malicia.
- acepto la apuesta. – respondió Darien sonriendo, esa mujer no sabia lo que decía, Rei era la segunda al mando de la guardia de Serena, debido a que era de las sailors mas fuertes, esa chica peli-rosa no tenia oportunidad contra la sailor de fuego por muy especiales que fueran.
- dinero fácil. – dijo Midori sonriendo al ver el rostro de molestia del peli-negro debido a su comentario.
Todos salieron al jardín trasero, Michiru traía consigo a Hotaru y a Nix, Horus seguía siempre a Haruka y Dhuran siempre estada tras Natsuki, los cachorros no se habían separado de ellas desde que sintieron la amenaza; una vez que estuvieron en el jardín la rubia oji-verde se dispuso a informar en que consistiría el enfrentamiento.
- lo preguntare una vez mas ¿están seguras de esto? – ahora ya no lo veía tan viable, ellas peleando entre sí, si el enemigo las atacaba sin duda serian un blanco fácil.
- claro que sí. – respondió Nao con una sonrisa. – esa chica es un grano en el culo, alguien debe de ponerla en su lugar. – y ese alguien seria ella.
- esta gente piensa que todo lo que hacemos es fácil, nosotros somos seres que venimos de la luna, tenemos poderes especiales y unos simples humanos jamás lo entenderán. – esa peli-rosa se arrepentiría de sus palabras.
- bien, en ese caso. – suspiro la rubia. – no se hieran de gravedad y obviamente no se maten, solo utilicen sus poderes al mínimo. – sabia que las reglas se las pasarían por el arco del triunfo, pero cuando menos les había advertido.
- al ver que su prometida se había apartado del "campo de batalla" se acerco a ella. – sabes que te ignoraron ¿cierto? – soltó sonriendo.
- suspiro nuevamente. – solo no quiero que se maten, las necesitamos para la ultima batalla. – sonrió la rubia viendo a su prometida para después darle un tierno beso en sus labios. – ahora ¿están listas? – cuestiono viendo a las chicas que se iban a batir en ¿duelo? Estas solo asintieron y sin mas la rubia grito. – ¡ataquen!
Pero antes de que siquiera llegaran a estar cara a cara, algo o mejor dicho alguien se puso en medio impidiendo que eso sucediera.
- ¿pero qué demonios…? – dijo Haruka al ver que alguien se había parado justo en medio del duelo de las chicas.
- ¿Qué creen que están haciendo? – cuestiono el hombre parado en medio de la sailor del fuego y la hime de los hilos.
- Artemis. – hablo Serena reconociendo al hombre que había impedido que le patearan el trasero a Rei, porque eso iba a pasar.
- vaya, hasta que aparece ¿se puede saber donde estabas? – cuestiono ahora la rubia molesta, pues tanto el como Luna simplemente se habían desvanecido.
- Artemis camino hacia donde estaba Serena y ahí coloco una rodilla en el suelo y bajo la cabeza. – perdóneme princesa, lamento mucho no haber estado ahí para usted, todo paso tan rápido que… no entiendo aun como es que estoy con vida. – los Kaiō sin duda habían engañado a todos incluso a el y por poco muere.
- Artemis, puedes ponerte en pie. – dijo Serena con seriedad. - ¿Por qué no vamos todos adentro para hablar de esto? – el duelo ya no se iba a llevar acabo y de verdad lo agradecía, además de que ya comenzaba a tener hambre.
- ¿Dónde esta Luna? – cuestiono Mina acercándose y caminando como todos hacia adentro.
- esperemos a estar a dentro. – respondió Haruka, en verdad quería una explicación de la desaparición de los consejeros de la princesa.
Una vez que todos estuvieron dentro de la casa, hime´s y sailors por separado, solo Michiru, Haruka, Natsuki y Shizuru estaban juntos, si le pidieran elegir no sabría con quién irse, las hime´s eran sin duda simpáticas, rebeldes, sabía que jamás le faltarían aventuras con ellas y tenían una facilidad asombrosa de adaptarse a todo, así que les sería fácil convivir con ellas; en cambio las sailors, sin duda también eran divertidas y tampoco le faltarían aventuras, pero a ellas tenias que convencerlas para hacer eso, una tenia que ser la valiente, le gustaban ambos grupos por lo que agradecía no tener que elegir aunque le gustaría que se llevaran mejor.
- ¿estas bien? – susurro Michiru al ver a su prometida absorta en sus pensamientos.
- sí, perdón estaba pensando algo. – respondió la rubia con una sonrisa no queriendo preocupar a su sirena.
- los Kaiō son unos traidores. – comenzó el peli-blanco. – nos tomo por sorpresa, Luna y yo estábamos conversando en el dojo, cuando sucedió. – comenzó a relatar. – el negaverso comenzó a llegar y nadie hacia nada, como si todos estuvieran bien con eso. – dijo con frustración. – fue el día después de que los corrieran a ambos.
- ¿el coronel no hizo nada? – cuestiono Michiru, pues le parecía increíble que el hombre no hubiera hecho nada, el coronel siempre había sido tan honorable que le costaba creer que estuviera bien con eso.
- ninguno de los guardias de la casa hizo nada Michiru. – aun lo recordaba, el sentimiento de impotencia por no poder pelear, hubiera muerto de solo intentarlo.
- ¿Qué paso? – cuestiono Haruka con seriedad, no podía creer que los Kaiō llegaran a tanto ¿Por qué? ¿Cuál era su motivo? ¿Qué era lo que ganaban ellos? Tenia tantas preguntas, pero nadie ahí se las podía responder.
- cuando llegaron, todos los guardias los recibieron con los brazos abiertos, como si ya supieran de ante mano que ellos llegarían, Luna y yo los vimos entrar en la casa, tomar posesión de los terrenos de la mansión. – explicaba el albino. – teníamos que salir de ahí, ayude a Luna a escapar, no se donde esta, yo me quede, quería saber que era lo que estaba pasando. – se había quedado para conseguir información, aunque parecía que todos ya sabían que los Kaiō eran traidores. – me oculte en la mansión, espere hasta que Beryl apareció, ella dijo… dijo la codicia y envidia de los Kaiō siempre los sobrepasaba a pesar de tener todo. – aun podía escuchar las palabras de Beryl claramente.
- ¿envidia? Pero ¿Qué podían envidiar nuestros padres? – cuestionaba Darien poniéndose de pie. – lo tenían todo, una familia, dos hijos que los aman ¿Qué envidiaban? – era ilógico, pero sabia de antemano que Artemis no mentía.
- no que… sino a quien. – le parecía lo más estúpido del mundo, pero cada persona era diferente.
- entonces ¿a quien envidian nuestros padres? ¿por quienes nos han traicionado? De verdad sus motivos eran tan fuertes ¿Cómo para hacer esto? – cuestionaba Michiru con molestia, pues de verdad que no tenía lógica lo que sus padres habían hecho.
- a los Kuga. – respondió seriamente el peli-blanco mirando en dirección de Saeko y Kain Kuga. – los envidian a ustedes, no logro comprender aun el por qué, pero lo hacen. – pese a todos los argumentos que había dado Beryl no entendía por que esa envidia tan estúpida.
- ¿a nosotros? ¿Qué estupidez es esa Artemis? – cuestiono Kain molesto poniéndose en pie y encarando al peli-blanco.
- ¿Por qué los Kaiō envidian a nuestros padres? – Natsuki hasta ahora se había mantenido al margen porque en verdad eso no les concernía, pero si esos dementes iban por su familia entonces tenia mucho que ver con ella.
- por lo que tienen. – fue la escueta respuesta que dio Artemis.
- ¿nos envidian por nuestro dinero? - ¿enserio? ¿los Kaiō eran estúpidos o qué? Prácticamente tenían la misma cantidad de dinero, solo que los Kuga habían sabido como invertir.
- envidian su vida, todo lo que tienen, es algo irracional lo sé, pero lo hacen. – estúpido, era lo que podía leer en la cara de todos en la sala.
- ¿irracional? No Artemis, es estúpido, demencial ¿Cómo es posible que nuestros padres piensen así? – ahora si estaba molesta, envidiar la vida de los Kuga no era motivo suficiente para aliarse con el negaverso, por Kami, pudieron haber ganado desde antes, pero sus padres les habían negado eso.
- no lo sé Michiru, te juro que no lo sé. – y de verdad no lo sabía, no podía si quiera imaginar porque los Kaiō envidiaban a los Kuga, esa respuesta solo se la podrían dar ellos. – eso tendrás que cuestionárselo a tus padres.
- ¿Dónde esta Luna? – Luna además de ser su mentora, su consejera, era su amiga, una de sus mejores amigas y claro que estaba preocupada por ella.
- princesa le aseguro que Luna logro escapar. – el mismo le había ayudado a hacerlo. – si no se ha presentado es porque esta esperando algo, eso se lo puedo asegurar.
- se nota que me conoces muy bien. – una mujer peli-negra había entrado en la casa sin ninguna dificultad.
- ¡Luna! – gritaron todas las sailors al ver a la mujer llegar donde estaban ellas.
- ¿estas bien? – no podía cuestionarle como lo había hecho con Artemis, era mal educado, además de que Luna la había ayudado antes.
- si, estaba oculta, con tus amigos, ellos me ayudaron. – sin duda habían sido de mucha ayuda ocultándola cuando el negaverso la buscaba.
- ya veo. – Luna sin duda se refería a los lobos. – me alegro que te hayan ayudado, si estás aquí imagino que es porque ha posado algo. – cómo había dicho Artemis, Luna solo se muestra cuando es necesario.
- algo paso en la casa Kaiō. – comenzó la peli-negra pero la sailor del fuego no la dejo terminar.
- si vas a decirnos que los Kaiō son unos traidores, que la casa esta infestada del negaverso, ahórratelo, ya lo sabemos. – no estaba tomando las cosas muy bien, pero se sentía tan frustrada, nada estaba saliendo como se suponía, su madre había muerto, su padre la había abandonado, nada estaba saliendo bien.
- ¿quieres callarte? – esa chica sin duda se estaba volviendo una molestia, sailor o no, sacerdotisa o no, se estaba comportando como una idiota, aun con sus aliados, era hipócrita de su parte lo sabía pero no estábamos hablando de ella.
- ¿disculpa? – esa peli-rosa de nuevo, si no hubiera sido por Artemis ya le habría pateado el trasero.
- ¡basta! – oh si, seria mejor que temieran, rara vez se mostraba molesta, pero Rei estaba acabando su paciencia. – ustedes. – señalando a Rei y a Nao. – no quiero escuchar sus discusiones. – Haruka tenia razón, era mejor que se desahogaran. – quiero saber la información que tiene Luna, estamos en guerra, no sabemos nada del enemigo hasta ahora, nuestras fuerzas no vendrás, solo somos nosotras, así que cualquier información nos es útil y ustedes no están ayudando. – respiraba agitadamente pues había soltado sin tomar un respiro.
- como les decía. – retomo la palabra Luna al ver que después de las palabras de la princesa nadie dijo más. – algo raro esta pasando en la casa de los Kaiō, no sé exactamente qué, pero han estado muy agitados, vimos una pira. – si el enemigo estaba desorganizado era el momento perfecto. – alguien había muerto y le habían hecho un funeral de manera honorable, aunque solo había una persona ahí, el general del negaverso Malachite. – comenzó a relatar. – después escuchamos gritos y la negafuerza se sintió tan fuerte que puedo asegurar que la han despertado ya, todo mundo se comenzó a mover, pero parecía que estaban peleando contra algo. – si se estaban matando entre si era mejor para ello. – creo que estaban peleando entre ellos, no quisimos quedamos más, ellos se fueron y yo vine directo hacia aquí.
- ¿Qué opinas Haruka? – pregunto la rubia dirigiéndose a su general, ella era la indicada para decidir que hacer.
- que debemos de preparamos para ir hacia la mansión Kaiō, esta es la oportunidad que estábamos esperando y no la vamos a desaprovechar, nosotros no tenemos un ejército, si se están matando entre ellos debemos aprovechar eso a nuestro favor, esta oportunidad no se volverá a repetir. – por fin, al parecer ese iba a hacer el día en el que todo acaba, todo se reducía a esa noche, no sabia que era lo que iba a encontrar, pero sabía que debían ir.
Haruka mando a todas a prepararse, en la casa solo se quedarían sus padres, obviamente Hotaru, Midori, Youko y Mikoto ya que Yukino y Sakura se habían negado rotundamente a quedarse, los cachorros también se quedarían no querían correr riegos; ya estaban listas para partir, tenían todo, no tuvieron tiempo para prepararse mentalmente pero debían ir; antes de que comenzaran a correr se escuchó un estruendo tal, haciendo que la tierra se cimbrara y una enorme onda expansiva las golpeara dejándolas desorientadas y aunque lo negaran asustadas porque esa explosión provenía de la misma dirección hacia donde se dirigían.
Continuara…
