Muchísimas gracias por sus comentarios, agradezco mucho sus palabras, espero que este capítulo igual les guste.
Como siempre los personajes no me pertenecen yo solo los ocupo sin fines de lucro.
Capítulo II. El Niño nacido muerto. Pt II.
Vampiro, no muerto, demonio chupa sangre.
Era imposible no reconocer a tal criatura con aquellos colmillos que se mostraban tan amenazantes, como si esperara el momento perfecto para saltar en contra suya, su corazón comenzó a latir con mayor fuerza, en una mezcla de miedo y curiosidad, y ello era lo que más miedo le producía, su maldita curiosidad, poco antes había leído un par de libros en los que trataban de explicar a los lectores de las criaturas de la noche, el contenido no había sido simplemente el suficiente como para responder las preguntas que el mismo libro hacia, podía recordar las palabras exactas.
"Los vampiros se cree que se rigen por jerarquías tan firmes que es casi imposible para un nacido por infección, llegar a ser considerado dentro de las grandes familias como un igual ante los ojos de los condes...
... sus niveles difieren entre ellos de tal manera que es imposible catalogarlos dentro del sistema de criaturas, desde los ghoul, que podrían ser destruidos por magos con apenas experiencia en defensa de las artes oscuras, hasta aquellos se sabe son capaces de matar ejércitos enteros... "
El libro apenas aportaba una oportunidad de saber sobre ellos, y eso fue lo suficiente como para despertar su ansiedad, pues era un conocimiento incompleto, inservible, y el destino tan benévolo como cruel, puso delante suyo a aquel que sería capaz de alimentar su sed de conocimiento, tal vez a cambio de servir de alimento mismo.
Durante un par de minutos, que parecieron avanzar lento sin consideración a su inestable corazón, ambos se quedaron en silencio, ni siquiera el sonido de su respiración parecía romperlo, y fue hasta que el "hombre" le extendió el libro entre sus manos que pareció que todo volvió a correr.
- Ten. - Dijo con un tono casi meloso, y se preguntó si era bueno que fuera capaz de sentir la sensualidad en la voz. - Puedes leerlo si te parece, no es la gran cosa sinceramente.
Sus manos se dirigieron hacia el libro ofrecido sin que ella lo quisiera, aquello podía ser una trampa, y sin embargo, ahí estaba ella, viéndolo directamente a aquellos ojos verdes tan profundos que parecían simplemente imposibles de ser, mientras que sus pequeñas manos acariciaban la pasta de piel de aquel ejemplar.
- Me imagino que te gusta leer. - Escucho decir cuando apenas estaba por abrir el libro, y sus ojos se volvieron hacia el hombre, un poco molesta por haber sido interrumpida apuntó de comenzar a leer.
La pequeña hija de muggles, simplemente sonrío, la escena hasta para sí misma parecía simplemente surrealista, más sin embargo, su mente le había hecho ver que era imposible que fuera atacada por la criatura, pues estaban en un tren rumbo a la escuela de hechizaría más grande de todos los tiempos, y sabía, o por lo menos de esa manera lo veía, los profesores no dejarían que los alumnos corrieran peligro, ella incluida.
- Me encanta, ya leí todos los libros del curso.
Los ojos jade parecieron brillar con el entusiasmo que irradiaba de la voz de Hermione, ella esperaba que en su nueva escuela, hubieran más como ella, o que por lo menos sus profesores no tratarán de hacer que el resto la incluyeran a la fuerza en los grupos de aquellos que simplemente no compartían con ella su sed por conocimiento.
- Eso es admirable.
Y aunque el silencio volvió a reinar en la cabina del tren, pareció mucho más soportable.
Las preguntas seguían arremolinándose con cada segundo que pasaba, pero algo dentro suyo le decía que ya tendría tiempo de hacerlas, solo esperaba que le tocará en la misma casa que el joven, aunque sus túnicas no le dijeron en cuál esperaba entrar.
El atardecer hizo acto de presencia cuando el tren se detuvo, y una voz rápidamente comenzó a llamar a los primeros años, también diciéndoles que dejaran sus pertenencias en el tren.
- Te veo en el castillo, supongo. - dijo la pequeña bruja antes de salir de la cabina.
Su emoción por saber que por lo menos tendría a un conocido dentro de la escuela le hizo no ver al mismo joven que había dejado atrás seguía a los novatos, y que este llamaba demasiado la atención, y fue peor cuando la voz que los guiaba condujo al joven a una pequeña embarcación para él solo, siendo ella que terminó sentada junto a otros dos niños y una niña que sus rostros se notaba la misma emoción que ella sentía.
Las luces brillando ente ella en la quietud de la noche le hizo esbozar una gran sonrisa, aquel castillo majestuoso que le prometía miles de conocimientos estaba justo frente a solo un poco para estar a su alcance.
Cuando llegaron a tierra, una mujer los encontró justo a la entrada del castillo.
Su firme mirada hizo estremecer a más de uno, pero esta se hizo más dura cuando de pronto se dirigió a la parte detrás del grupo.
- Señor Potter. - Su voz sonaba tan firme como su semblante. - Se le dijo que solo puede utilizar su magia dentro de lo establecido en las reglas de la escuela.
Todo el grupo dirigieron sus miradas hacia aquel que había recibido el primer regaño, encontrando al joven que parecía divertido con la situación.
- Si digiera que lo siento, ¿me creía? - Dijo con una sonrisa burlona. - Por favor señorita McGonagall, no estoy acostumbrado a ello.
La mujer frunció el ceño, pero parecía más afable que al comienzo. - Lo siento señor Potter, pero reglas son reglas, y por cierto, es profesora McGonagall.
- Claro, lo siento.
Casi de inmediato, las facciones del joven comenzaron a cambiar, como si su piel de pronto fuera acuosa, ganándose un poco de relleno en los cachetes, y su altura disminuyó casi para estar a la par con el resto, pero lo que llamó más la atención, fue como sus ojos cambiaron por un segundo de color, haciendo estremecer a más de uno cuando el carmín los pinto, para casi enseguida volver a aquel verde tan pronto como dejo de transformarse.
Las miradas de la mayoría demostraban la impresión que causó la transformación, y aunque unos lo veían con cierta admiración, una gran parte lo veía con miedo.
Cuando comenzaron a entrar la profesora les decía como las casas a las que pertenecían iban a ser como su familia, y sus logros beneficiarían a dicha casa, y sus errores serían castigados, aunque casi nadie puso atención a la platica, y fue así hasta que se les fue informado de una especie de prueba, y aunque la mayoría creció con magia a su alrededor, nadie se sentía especialmente listo para una prueba.
Hermione comenzó a recitar los todos los conjuros que los libros le habían dado, esperando que eso fuera suficiente para pasar la prueba para la que no había estado preparada, sus manos sudaron al pensar en que reprobaría, y ese miedo fue suficiente para no ver como la profesora se iba para después regresar por ellos, guiándolos al gran salón, los ojos de los aun niños fueron directamente hacia el techo donde miles de velas brillaban.
Y frente de todos vieron una pequeña silla con un sombrero sobre de ella, y uno por uno fueron llamados por sus apellidos para que fueran seleccionados a sus casas, gracias a la ayuda de Tan peculiar sombrero que canto una canción sobre la unidad que deberían tener para afrontar lo que se avecinaba.
- Granger, Hermione.
La pequeña bruja camino con más confianza de la que sentía, y cuando el sombrero tapo sus ojos, una voz profunda comenzó a resonar en su mente.
"Que veo, un corazón anhelante de conocimiento, y sin embargo no es lo único que lo distingue, dispuesta a luchar contra todo por el, una ferocidad y valentía difícil de ver, y sin embargo, aquí está, podrías estar en cualquier casa y encontrarás tu camino, pues este estoy seguro estará más allá de todo lo que se ha visto, supongo que solo queda esperar a ver qué es lo que le espera a tan valiente corazón... "
- Gryffindor.
Los aplausos llenaron la sala, y ella camino un poco desconcertada por lo dicho por el sombrero, no entendiendo del todo sus palabras, pero ya tendría tiempo de averiguarlo, se sentó en la gran mesa con unas cuantas felicitaciones, y sus ojos cayeron en el niño que no sabia que era uno, esperando que fuera seleccionado para Gryffindor, sin embargo, todos los demás pasaron, dejándolo a un lado de la profesora McGonagall, y antes de darse cuenta el director dijo un par de palabras sin sentido, y la comida apareció delante de ella.
Ella no fue la única que noto como el niño que había llegado junto con todos era separado, al sentarse junto con los profesores, y aunque ella sentía que ello era un poco extraño, la mayoría del salón lanzaba dagas con los ojos en su dirección, no notando que era el único sin una casa... sin una familia.
