Perdonen la demora con el capítulo, agradezco mucho el apoyo que esta recibiendo este triste intento de historia, y tratare de que por lo menos haya un capítulo cada quince días, y que sean por lo menos de dos mil palabras.

Como siempre los personajes no me pertenecen yo solo los ocupo sin fines de lucro.

Capítulo III. Destino.

Decir que la escuela no era lo que esperaba Hermione seria un eufemismo.

Sentada escuchando a la profesora de transfiguración y la jefa de su casa, la niña se permitió unos minutos para divagar después de haber sido la primera en lograr que la cerilla que se le dio se convirtiera en una aguja.

Cuando se enteró sobre la escuela de magia más grande de todos los tiempos, se imagino que solo aquellos con un profundo deseo de aprender serían recibidos, sin embargo en los dos meses que tenía de haber comenzado la escuela descubrió que su anhelo había estado muy por encima de la realidad.

Había tratado de compartir su facilidad para con el conocimiento, esperando que de esa manera se creara un lazo de camaderia con sus compañeros, e incluso con un poco de suerte comenzarán a entablar una amistad, sin embargo sus intentos solo crearon un efecto contraproducente, trataba de no tomarlo a pecho, pero era difícil cuando en la mayoría de clases cada que alzaba la mano para contestar, o se acercaba a alguien para ayudarlo, suspiraban derrotados y antes de darse cuenta estaba recibiendo el hombro frío de todos a su alrededor.

Cuando la campana que indicaba el fin de las clases, sonaba ella tardaba mas de lo que debería guardando sus cosas solo para no ver como todos los demás caminaban a las demas clases con sus amigos mientras ella se quedaba atrás.

Pero había algo que llamaba un poco mas su atención impidiéndole caer en aquel pozo sin fondo que seria la depresión de no tener a nadie a quien recurrir, y eso era que no la única que parecía no existir para los demás que no fueran los maestros.

El niño, o por lo menos lo que ella pensaba era un niño, en cada una de sus clases, estaba en un escritorio a un lado de los maestros, luciendo completamente aburrido con lo que sucedía a su alrededor, y lo peor de todo era que el que pensaba seria su compañero en busca de conocimiento no parecía ser mejor que los demás niños a su alrededor, que solo pensaban en hacer lo que cualquier niño de sus edades harían, y eso seria tratar al estudio como un tema secundario.

Era eso lo que veía en ese momento, mientras que todos los demás por lo menos tenían la decencia de tener sus varitas en sus manos intentando el encantamiento para la transfiguración, Harry estaba jugando con una cajetilla de cerillas alzando una pequeña torre sobre su escritorio, apilando las cerillas unas sobre otras para darles forma.

Decepcionada de su comportamiento no había dicho nada, pero para ella era el colmo que fuera tan indiferente ante el conocimiento que sus maestros tenían por impartir. Era consciente que lo que estaba por hacer, seria mal visto por sus compañeros pero no podía seguir viendo esa falta de respeto.

Alzando su mano llamo la atención de la maestra, que había estando supervisando el progreso de la clases caminando ente los escritorios del salón, la subdirectora se extraño que una de las alumnas mas prometedoras que había tenido, alzo su mano, pensando que tendría una duda sobre la clase, le dio la palabra casi de inmediato.

- ¿Si, señorita Granger?

- Disculpe maestra, ¿pero por que Harry no está practicando el ejercicio?

Toda la clase guardo silencio de los encantamientos que estaban realizando, para prestar atención, mas al niño de cabello negro que seguía en su tarea como si no se estuviera hablando de el.

La subdirectora no sabia que tanto era capaz de decir sin arriesgar la información que con tanto recelo se había estando guardando.

Afortunadamente para ella, la campana que dio por concluida la clase, haciendo que la pregunta quedará olvidada en el aire, pues todos estaban esperando con ansias el almuerzo, y en ese momento ella también.

Después de ver a todos salir, la maestra McGonagall espero a que el joven que había sido tema de conversación en todo el castillo alzara la mirada para poder hablar con el.

- Eso fue inesperado. - Dijo el joven viendo las reacciones de la mujer, que pese a su mirada severa, podía percibir la preocupación que sentía.

- No pensé que cualquiera pudiera ver a través de la compulsión.

- Yo tampoco lo pensé, supongo qué hay que mantener vigilada a Hermione.

No sabiendo a que se refería exactamente, prefirió no contestar, dejando que la conversación se perdiera en el aire, y en un pestañeo Harry había desaparecido de su vista.

OwO

Sentada en la mesa Gryffindor, Hermione veía a la mesa principal, pese a tener un plato con alimentos frente a ella, y un libro sobre sus muslos. Se sentía en conflicto, pues había hecho algo impensable para ella, no solo le falto el respeto a una maestra, sino que lo había hecho frente a toda la clase, posiblemente haciendo que todos sus compañeros comenzaran a dudar de la maestra.

Pero pese a su creciente ansiedad, sus ojos no se podían apartar de Harry Potter, que estaba sentado jugando con Hagrid, lo que podría ser cualquier juego de cartas.

Suspiro con cansancio, de nada le servia seguir pensando en ello, enfocándose en su lectura, perdió de vista como el joven que había estado observando le devolvía la mirada, con la misma incertidumbre que ella.

OwO

La clase de encantamientos con su profesor mestizo era por mucho su clase más pesada, no sabia por que, pero una gran mayoría de sus compañeros parecían recios a respetar al maestro que no mostraba nada mas que una actitud afable para con ellos.

Se sentía casi asqueada por la actitud de ellos para con el profesor y como el tenía que repetir casi cuatro veces sus lecciones por todas las interrupciones que sucedían durante la lección.

En ese momento estaban apenas comenzado con el que sabia era uno de los hechizos fundamentales para su educación. Por lo que había leído el encantamiento de levitación era necesario para poder comenzar a comprender los focos para poder hacer reaccionar la magia en su interior, y sin embargo, todos hacían lo que querían, como si las instrucciones del maestro hubieran caído en oídos sordos.

Su compañero de casa, un tal Ronald, estaba agitando su varita casi frenéticamente ante su incapacidad de pronunciar con precisión las palabras para lograr el conjuro.

- Lo estas diciendo mal. - Dijo cuando la varita casi golpea su rostro en el ataque de ira del pelirrojo.

El niño le dio una mirada tan venenosa que pensó por un momento dejar de intentar ayudar, pero no estaba en su naturaleza hacerlo. - ¿A si? Entonces haber, hazlo tu.

La niña coloco su varita sobre la pluma que debían hacer levitar para completar la primera lección, con un tono de voz firme, dijo el encantamiento. - WinGARdium LeviOsa.

La pluma se comenzó a elevar con el gentil revoloteo de la varita de Hermione, sin que se diera cuenta de que los mismos que había estado haciendo la clase más difícil de lo normal, la miraban con un odio muy inusual en niños tan jóvenes.

- Miren el logro de la señorita Granger, felicidades, muy bien hecho, cinco puntos para Gryffindor. - el entusiasmo del profesor solo hizo que las miradas que recibía la niña, se vieran aún más molestas.

La clase concluyo con una Hermione más entusiasta de lo que había estado en algún tiempo, pues por un momento pensó que los puntos que gano para su casa, serían suficientes para que sus compañeros se abrieran con ella, con esa idea en mente trato de empacar sus pergaminos lo más rápido posible, para que sus compañeros no se alejaran mucho, pero apenas salió del salón su pequeña fantasía fue despedazada con crueldad.

- ¿Quien se cree que es esa sangre sucia?

- Maldita sabelotodo.

- "WinGARdium LeviOsa". - el pelirrojo escupió al suelo, como si las palabras fueran una maldición imperdonable. - Por eso no tiene amigos, es insoportable.

Las frágiles barreras que cubrían su corazón cayeron por el veneno de las palabras, por el desprecio que parecían cubrirlas, sintió sus ojos arder queriendo romperse en ese mismo lugar, su respiración se corto no entendiendo que estaba mal con ella, ¿en verdad era tan malo querer ayudar?, ¿Era imperdonable saber más?.

Corrió sin rumbo fijo por los pasillos del castillo, extrañando las palabras de su madre, los abrazos de su padre, sin darse cuenta llego a los baños del segundo piso, corrió hasta que las paredes del cubiculo hicieron rebotar su llanto, sus mejillas comenzaron a arder cuando las mangas de su túnica limpiaban las lagrimas que se rehusaban a dejar de caer.

No supo cuánto tiempo había permanecido encerrada, solo era consciente que había sido lo suficiente como para perderse la cena de halloween, lo único que quería era irse a su cama, y con algo de suerte podría llegar a la sala común sin ver a nadie.

Sin embargo apenas abrió la puerta, fue recibida la piel verde azulada del ser que estaba frente a ella, alzo la mirada para ver un rostro deforme de la criatura, antes de que siquiera pudiera gritar por el terror, vio como el mazo que cargaba se alzo por encima de su cabeza, su instinto de supervivencia le hizo agacharse sintiendo el aire del golpe pasar por encima de su cabeza, las astillas de la madera del baño cayeron sobre su espalda, el miedo le hizo casi imposible hacer cualquier sonido.

El agua de las tuberías rotas hicieron pesadas sus ropas, se arrastró por el suelo tratando de llegar a la puerta, pero el rugido del ser le hizo levantar la mirada para ver como se preparaba para darle un golpe que estaba segura cegaría su vida, el tiempo pareció detenerse mientras veía la contundente arma bajar hacia ella.

Y un suave susurro escapo de sus labios, mientras sentía como su corazón martillaba con furia en su pecho, y una súplica apenas audible fue dicha. - Por favor alguien ayúdame.

Y sin que lo supiera aquella suplica fue escuchada, sin ser consciente que las ruedas del destino comenzarían a girar, en un sentido más allá de lo comprensible para aquel momento.

Fue en un segundo que la puerta del baño fue destrozada, haciendo que el troll diera un paso atrás sintiendo a como sus instintos gritaban por protegerse de lo que sea que haya provocado aquella acción.

Una figura cruzo el umbral de la puerta, su mirada verde centellaba, cuando vio a la niña en el suelo, un gruñido fue escuchado. - Cierra los ojos.

La orden fue acatada por Hermione, sus manos cubrieron sus oídos cuando un rugido desgarrador reboto en las paredes del baño, pero aún asi escuchaba el eco del dolor del troll, y de un momento a otro el silencio lleno la habitación, y fue cuando una suave mano le hizo separar sus manos de sus oídos.

- Ya todo esta bien. - dijo Harry arrodillándose junto a Hermione.

La niña levanto la miraba buscando cualquier rastro del ser, pero lo único que quedaba de la presencia de la criatura, era el mazo que descansaba en el suelo a unos metros de ella y la destrucción del baño.

- ¿Donde... donde...- obligando a su voz a salir de ella, dijo. - ¿donde esta?

La profunda mirada en los ojos verdes que la observaban hicieron que su corazón por fin logrará tranquilizarse. - No te preocupes por eso, ya no podrá hacerte daño.

Antes de que pudiera preguntar a que se refería, por el umbral de la puetra, pasaron los jefes de casa de la escuela junto con el director.

Los ojos de los cinco adultos vieron la destrucción del baño, apenas pudiendo comprender cómo habían dejado que algo así sucediera en los terrenos de la escuela.

- ¿Señorita Granger? - pregunto su jefa de casa, viendo la desaliñada figura de la niña en el suelo, podía ver como la niña tenía el rostro rojo, y sus manos parecían temblar sin su consentimiento. - ¿Se encuentra bien? - trato de controlar lo más posible su voz, buscando no agitar más a la pequeña, sin embargo, fue más difícil de lo que hubiera pensado.

- Yo... yo... - tratando de hacer sonar su propia voz, suspiro. - Si maestra me encuentro bien. - La incredulidad con la que fueron pronunciadas aquellas palabras no pasaron por alto para ninguno de los presentes, como si ella misma no pudiera creerlo.

- Señor Potter. - Llamó el director viendo al joven, sabiendo que la niña difícilmente pudiera responder a sus preguntas. - ¿Que sucedió?

- Estaba escoltando a la señorita Granger a la torre Gryffindor, pero antes de que pudiéramos llegar a ella, el troll comenzó a seguirnos, y antes de darnos cuenta nos tenía aprisionados aquí.

La mentira descarada no fue creída por nadie, pero la mirada en el rostro del niño fue suficiente para que ninguno hiciera preguntas.

- Creo que es suficiente con saber que no hubo más daños que los materiales, señor Potter, le suplico escolte a la señorita Granger a su ala común.

El niño hizo una reverencia hacia el director, tomando la mano de la niña caminado entre los profesores para ir hacia su destino.

Apenas habían llegado al corredor para ir hacia las escaleras, Hermione se detuvo abruptamente, haciendo que también Harry se detuviera.

- Gracias.

El azabache volvió su mirada hacia la niña, viendo cómo aquellos orbes estaban teñidos de miedo, pareciendo que se romperían en cualquier instante.

Harry hizo a su cuerpo cambiar, tomando su figura mayor altura, caminado hacia una pared, dejándose caer en contra de ella, y jalando a Hermione con el haciendo que sentará sobre su regazo.

Sus manos acariciaron la espalda de la niña, buscando tranquilizarla, y el llanto por todo lo sucedido volvió a ella, rompiéndose y escondiendo su rostro en el pecho, dejando que todo saliera de ella.