Muchas gracias por todo el apoyo que está recibiendo este triste intento de historia.

Voy a intentar algo nuevo, espero que sea de su agrado, las conversaciones estarán entre comillas, y los recuerdos y pensamientos en cursiva.

Como siempre los personajes no me pertenecen yo solo los ocupo sin fines de lucro.

Capítulo XV. Monstruo.

Los dos objetos que se balanceaban sobre sí mismos tratando de acercarse producían un sonido desconcertante, no estaba seguro de que sucedería una vez se tocarán, pero en ese momento no estaba precisamente ansioso por verlo, con ayuda de su joven compañero se las había arreglado para transfigurar una escoba olvidada en una pequeña caja que custodiaba la diadema pérdida de Rowena Ravenclaw, después de su pequeña excursión ambos se encontraban nuevamente en la santidad de su oficina.

"Entonces..." le dijo Harry mientras que su varita bailaba entre sus dedos, era claro que solo se encontraba a la espera de su decisión. "¿Que quieres hacer?"

Su mano cepillo su barba, una acción que se había arraigado a él desde hace décadas, que le proporcionaba de forma rara cierta tranquilidad.

"Si los conservas está la posibilidad de perderlos." Le escucho decir nuevamente, y aunque ya sabia ello, no le era reconfortante saber que incluso el supiera que en caso de extraviar los objetos encontrarlos nuevamente sería como buscar una aguja en un pajar.

"¿Crees que sienta que sean destruidos?" Los ojos verdes se clavaron en los suyos, comprendía que la pregunta que le había hecho se encontraba terriblemente cerca de los secretos de la familia Tepes, en consecuencia tenía que ser discreto en lo que le dijera.

"No, no funciona de esa manera" le dijo con despreocupación que incluso parecía ajena a la situación que vivían. "¿Crees qué hay otros entonces?"

No se sorprendió que comprendiera el hilo de sus pensamientos, después de todo el sabía lo inteligente que era. "Tres es un fuerte número mágico, si solo se hubiera conformado con estos y su propia alma..."

"Sería casi imposible destruirlos"

Sus ojos cayeron, a los artefactos en cuestión. "Exacto, sin embargo, ambos parecen ser muy impersonales, nada de acuerdo a lo que se de Tom"

"Entonces mas, para crear tantos necesitaría un número igualmente fuerte, que le de cierta estabilidad... " le dijo con calma, era en cierto modo desconcertante verlo tan tranquilo con la conversación que tenían, después de todo aunque los detalles eran borrosos, sabía que el ritual para la creación de un Horrocrux era una de las abominaciones de las magia misma. "¿Nueve?"

"No... se quemaría siquiera antes de intentarlo, la alma de un humano no resistiría tanto castigo." Un vago recuerdo, ni siquiera con su formación en las artes de la mente estaba seguro que fuera completamente genuino, o solo su mente tratando de crear la información que necesitaba, solo la imagen de un niño al que fue a visitar al orfanato en el que residía. "Siete"

Harry pasó la mano por su cabello, desordenándolo un tanto más de lo que ya estaba. "Esos son bastantes."

"Si... " le confirmó tratando de dejar de lado el pesimismo que su corazón sentía, el peso de lo que había hecho aquel niño era aplastante.

"Mi padre en realidad me dio una idea antes de venir aquí, pero es bastante incómoda." Sintió las uñas de su mano clavarse en su palma, Lord Tepes no era alguien que se dejara llevar por frivolidades, por lo que estaba seguro que cualquier idea que hubiera tenido era sin duda alguna algo de lo que se tendría que tomar a consideración.

Durante algunos segundos simplemente dejó que el silencio llenara su oficina, considerando si valía la pena siquiera escuchar la propuesta, y su acompañante respeto su postura permaneciendo en silencio a la espera de su decisión.

"¿Y esa es?" Le dijo cuando descubrió que en la posición en la que se encontraba no podía dejar de lado una opción, después de todo los mendigos no pueden elegir.

"Tomar la alma que reside dentro" le dijo viéndolo a los ojos, un escalofrío recorrió su columna, no necesitaba siquiera que le explicara qué pasaría una vez lo hiciera, el padre del joven alguna vez le había hablado de la magia que el mismo había forjado, una que incluso los grandes aquelarres temían. "Podría ver que había hecho hasta ese momento"

"Yo... necesito pensar" le confesó, las posibilidades de los que podría suceder si lo hiciera corrían por su mente desenfrenadas.

"Por supuesto, supongo que quieres guardarlas, o ¿prefieres que lo haga yo?" Parecía que el saber de su incomodidad hacia la propuesta ni siquiera le había afectado.

"Prefiero tenerlas cerca"

E igual como había llegado desapareció de su oficina desapareciendo en una espesa niebla negra.

El director de Hogwarts solo pudo permanecer en la espera de que sus conclusiones vinieran a él, era consiente que cada minuto que pasaba considerándolo se abría la brecha a que saliera mal, pues incluso con su gran experiencia en la magia, podía sentir la convulsión que le pedía tomar la diadema entre sus manos desnudas.

OwO.

En la espesura del bosque de los Países Bajos, Vlad Tepes caminaba, sus vacaciones habían sido interrumpidas por el mago oscuro en turno que trataba de someter a la comunidad mágica a sus caprichos, a lo largo de su longeva vida había visto a muchos más que habrían de intentar lo mismo, el mismo había luchado en contra de ellos e incluso a favor, aún cuando aún era humano.

Sus ojos rojos vieron a la nada donde los álamos cubrían la poca luz del sol que se lograba filtrar entre las nubes del crudo invierno, sus pies se hundieron en la nieve sintiendo la magia que nadaba a su alrededor, había sido llamado al aquelarre norte por un grupo de sabios que creían que podían mandar sobre los otros por el simple hecho de haber vivido más que otros.

Ni siquiera quería pensar en cuantas ocasiones había tomado el mismo camino, la razón por la que una gran mayoría de su misma especie lo despreciaba era que aún después de tantos años, no podía verlos como iguales, prefiriendo la soledad de su propio castillo a gobernar sobre un aquelarre como muchas veces se le había incitado a hacer.

Al cruzar por la última protección que custodiaba la fortaleza de piedra caliza, un castillo que fue construido incluso antes de que los humanos se dieran a la tarea de poblar el área, distinguió como su presencia había dado a la tarea de llamar a un gran grupo de los llamados legionarios.

Hombres y mujeres que en vida habían servido a poderosos ejércitos que solo con su presencia harían temblar a reinos enteros, vestidos con armaduras de plata que hacía que su visión se tornara borrosa, sus rostros ocultos detrás de yelmos que inspiraban respeto ante la visión, en sus manos cargaban armas de fuego muy parecidas de las que los muggles se sentían tan orgullosos, sabía que posiblemente las balas de dichas armas fueran de la misma plata que a base de rituales le lastimaban los ojos.

"Lord Tepes" dijo una voz que parecía provenir de todos los lugares de la alta fortaleza. "Es un honor que haya aceptado la invitación"

Sabía que todo el acto era un intento de hacerle ver lo que se estaba perdiendo, del poder que durante siglos habían estado forjando, incluso al estar en aislamiento era consciente que las mareas de la guerra habían llegado a lo que muchos podrían considerar el Tártaro.

"Gracias por la invitación" respondió viendo por fin a sus anfitriones.

Cinco figuras con túnicas de costura fina se acercaron a él, los legionarios abrieron el paso como uno solo para dejarlos pasar, y una mano esquelética se posó frente a su rostro, y mostrando el respeto que le debía al ser que le había mostrado el poder que necesito en su mayor momento de necesidad, beso su mano.

"Sígueme"

Siguió los pasos de las sabios, viendo cómo dentro de la fortaleza la vida de aquellos que habían dejado de lado su humanidad seguía, no era sorprendente que incluso niños que habían sido convertidos jugaban entre las calles, sin ningún atisbo de arrepentimiento por haber tomado las decisiones que los llevaron a ese lugar.

Antes de darse cuenta se encontraba frente a una mesa de obsidiana, y los sabios tomaron asiento frente a él.

Antorchas iluminaban la habitación, mientras que aquellos que seguían ocultado sus rostros parecían inspeccionarlo.

"Lord Tepes" la voz rompió el silencio. "Hemos sido pacientes con usted, le hemos dado la libertad que nos pidió, pero no podemos seguir permitiendo que interfiera en los actos de los..."

Sus ojos se clavaron en las figuras, sabia en que posición se consideraban frente a aquellos que solo veían como rebaño.

" ... humanos. " terminó por fin de decir. "Sus acciones no son bien vistas por el resto de aquelarres."

"Ellos son libres de hacerme llegar sus opiniones personalmente"

El silencio volvió a caer sobre la sala a raíz de su pronunciación.

"Una guerra en contra de los tuyos, todo por sucios humanos que buscan matarse entre ellos"

"¿Por que me han llamado?" Les preguntó, había estando disfrutando sus vacaciones, y el tiempo junto a su esposa e hijo no era algo que le gustaría desperdiciar.

Un frío antinatural se extendió sobre la sala, que incluso él era capaz de sentirlo.

"Tú y los tuyos deben de tomar su lugar con los suyos."

Sus manos se apretaron en puños. "Más te vale..."

Pero sus palabras murieron con la mano del sabio.

"Tu hijo ha sido esperado desde antes que cualquiera que nosotros tocara la tierra, no puedes negar el destino, en cuanto antes lo veas, será mejor."

Con la irá subiendo por su cuerpo se dio la media vuelta abandonando la fortaleza.