HAVE YOU EVER..?
(¿Alguna vez..?)

Escrito por: LadyMoonglow / Traducido por: Hyoz.

Disclaimer: Esta es una traducción con permiso otorgado del fanfiction Have you ever? de la maravillosa LadyMoonglowtodos los derechos reservados a ella y a J.K. Rowling (MAS INFORMACION/ENLACES EN MI PERFIL)

Nota de LadyMoonglow: Esto es para todos ustedes amantes de los Tom-Hermione... y para todos los no amantes de los Tom-Hermione allí afuera, ¡denle una oportunidad! Siempre hay la pequeña posibilidad de convertirse al lado de los Tom-Hermione... Debido a la publicación del HBP (Half-Blood Prince/El misterio del Principe) esta historia es ligeramente UA. Sólo déjate llevar, funciona (¡especialmente para aquellos de ustedes a quienes les guste una buena historia de amor de vez en cuando!) Las parejas son/serán: HG/TR, HP/GW, RW/LB, y Draco es el comodín por ahora. Esto comienza alegremente, luego se torna en algo bastante serio mas adelante. ¡Así que espero que lean y disfruten!

A la sugerencia de Magick, añadiré esta advertencia: Si nunca quieres que te desagrade Tom Riddle; si siempre quieres ser capaz de verlo como un villano - aléjate. Esta historia destruirá tu opinión.

Nota de la traductora: Hola, mis queridos lectores, no soy de conservar mis notas en los capítulos, siempre las borro antes de actualizar con uno nuevo, pero esta vez la dejare, porque quiero agradecerle a la autora por permitirme traducir esto y a todos uds. por leerlo, me gustaría decirles que las actualizaciones no serán muy seguidas, debido a que tengo mucha carga laboral, dejo en claro que me gusta betear (revisar-corregir) mis traducciones para que queden lo mejor posibles y así ofrecerles una lectura de calidad, es probable que los nuevos capítulos tengan algunos errores que no haya percibido (somos humanos) que luego se revisaran y se corregirán, espero que me acompañen a lo largo de la historia y que les guste. Gracias.


Capítulo 1: En el borde de la derrota

Jueves, 28 de mayo, 1998

10:57 P.M.

Las lágrimas calientes ardían en los ojos generalmente alegres de Hermione Granger. El confort habitual de la hogareña oficina del director Albus Dumbledore hacía tiempo que se había desaparecido y Hermione se encontraba sentada justo enfrente del director de Hogwarts en persona, sintiéndose muy sola. Los vivos colores rojo y oro del puntiagudo sombrero de graduación de Gryffindor, que le había encantado más allá de lo que creía, con la insignia especial de premio anual, ahora se encontraba hecho bola en sus inertes manos.

No podía creer que esto estuviera sucediendo. No durante el día de su graduación de Hogwarts. Las fuerzas Oscuras, se suponía cederían. La guerra se suponía terminaría.

¡Esta noche no puede estar sucediendo!

—Hermione —dijo el anciano pesadamente. — sabes, más de lo que puedo expresar con palabras como Harry, Ron y tú han sido parte de nuestra familia, nuestra familia de Hogwarts, durante siete maravillosos y terribles años.

Maravillosos y terribles. Esas dos palabras nunca pudieron haber sido más apropiadas. La mente de Hermione recordó con cariño las aventuras que había tenido con sus dos mejores amigos, los paseos en Hogsmeade, las travesuras para los Slytherins (a pesar de que ella siempre protestaba, a no ser que realmente se lo hubieran merecido) de la forma en que podía sentarse con ellos y ser, nunca se sentía más en casa.

Entonces la guerra había comenzado.

Enfocándose de vuelta a toda su declaración, Hermione frunció el ceño y se sentó un poco más rígida, su espina dorsal estaba tan recta que se arqueaba elegantemente contra la madera del respaldo de la silla. ¿Por qué Dumbledore la había llamado a ella a su oficina, a esa hora y en ese día, de todos los días y sin sus compañeros de costumbre?

Sonrió para sus adentros, radiantemente, como se imaginaba lo que Harry y Ron estaba haciendo ahora… literalmente. ¿Sería su decimotercera botella de cerveza de mantequilla o su decimocuarta? Después de todo, era su última noche para romper las normas restantes de la escuela antes de despedirse e irse de Hogwarts para siempre...

Sí, ahora que lo pensaba, tal vez había sido lo mejor, que Dumbledore los dejara fuera de lo que sea que necesitara discutir esa noche.

Como si hubiera percibido su distancia de pensamiento, Dumbledore cordialmente aclaró su garganta y las meditaciones de Hermione salieron rápidamente de Ron, Harry y su fiesta de noche.

Se preocupó un poco más con lo que el líder de la Orden del Fénix acababa de explicarle, le dijo que casi cada detalle que la Orden había pensado sobre el curso de la guerra había sido terriblemente erróneo; en vez de retroceder, Voldemort, simplemente reagrupaba sus fuerzas, resurgía, expandiéndose por Reino Unido y París con más ferocidad y fuerza que los restantes luchadores de la luz pudieran combatir.

—Por favor, señor —comenzó Hermione lentamente, eligiendo cuidadosamente cuanto mas tacto para su frase fuera posible. —No quiero ser contundente, pero... ¿Por qué me dice esto a mí y no a Harry? ¿qué es lo que queda que podamos hacer?

Sin mediar palabra, Dumbledore abandonó su asiento de madera pulida y comenzó a pasearse por la habitación, estudiando los múltiples retratos que recubrían la pared con las manos cruzadas por detrás de su espalda, su larga barba gris acariciaba la punta de su cinturón marrón a juego con su túnica.

Un Dumbledore silencioso nunca era una buena señal y Hermione, intentaba como podía, borrar la visión que siempre encontraba cuando miraba su cara: El brillo que siempre embellecía sus ojos azules se encontraba ausente desde hacía meses. Ella temía que fuera sustituido permanentemente por la expresión de perdida y derrota que tenían, esta noche no era ninguna excepción.

Más que hacerle frente a los Mortífagos, más que una lucha varita-a-varita por salvar su vida en el medio de la batalla, más que la preparación para enfrentarse a Lord Voldemort con Harry, en la inevitable y pronto inminente batalla final, la cara de Dumbledore le enviaba más escalofríos de terror puro a los nervios de Hermione.

Vamos a perder esta guerra.

El pensamiento, tan mórbido como era, era la única conclusión lógica que Hermione podía extraer de la evidencia dada. ¿Si el hombre a quién Voldemort supuestamente temía, tenía miedo, no por él sino por el destino de aquellos que lo rodeaban, entonces qué más, que otras conclusiones se supone que Hermione podía sacar?

—Me temo que el resultado del siguiente contraataque de Lord Voldemort puede, bien, terminar con nuestra vida como la conocemos —dijo finalmente Dumbledore con pesadez, sus ojos se posaron sobre el retrato de unos niños risueños vestidos con ropa de la época. El niño en el retrató le sacaba la lengua a Dumbledore y se reía tontamente. Esto únicamente pareció agravar aún más la expresión sobre su cara y él pesadamente se dio vuelta, estableciéndose a pocos pasos de distancia de su asiento en el enorme escritorio. —Como puede imaginarse, no he compartido mis opiniones con los estudiantes, porque en este caso lo que no sabemos, ciertamente, no nos hiere. No todavía, de todas maneras.

Qué pensamiento tan alegre. ¿Y qué otras cosas "no nos han herido por no saber" a lo largo de estos años?

Hermione apartó el nudo en su estómago y el miedo cada vez más agudo en la esquina de su mente, para sonreírle radiantemente a Dumbledore. —Así que... ¿Qué brillantes opciones nos quedan que no hayamos realizado ya? —preguntó de la manera mas alentadora que pudo. Un pensamiento negativo, como lo fue, de pronto se cruzó por su mente. —¿Qué pasa con la profecía? Harry aún tiene oportunidad de matar a Voldemort ¿no?

—Sí, o viceversa —reconoció Dumbledore asintiendo ligeramente con su cabeza y suspirando. —Pero piense, señorita Granger. Piense en el costo. Lord Voldemort ha reunido un ejército mucho mayor de lo que cualquier persona que luche por la luz alguna vez podría reunir. Gigantes, duendes, dementores, criaturas oscuras de los bosques de Transilvania... usted los ha visto, señorita Granger. Usted conoce su letal eficacia y su inclinación por matar. ¿Realmente cree que ellos cesarían su lucha si/o Harry derrotará a Lord Voldemort?

La horrible verdad de sus palabras dejó a Hermione pérdida momentáneamente, en particular porque era Albus Dumbledore quien parecía estar al borde de admitir la derrota. El ruidoso y desagradable TICK TOCK TICK TOCK del reloj de su abuelo muggle casi la conducía al borde de la locura y durante un momento pensó en tomar su varita y arruinar el reloj, mandándolo al otro extremo del castillo con un Reducto.

Después de todo, era la noche de su graduación y de cualquier forma iba a morir. Si Dumbledore pensaba que todo estaba perdido, todo estaba perdido. ¿Por qué no seguir adelante y usar un hechizo ilegal? De hecho ¿por qué se les enseñan, si no son para utilizarse?

De pronto, la voz de Dumbledore se elevó ligeramente, sucedía a menudo cuando estaba a punto de dar un punto crucial. —A menos que... —pero se interrumpió con solemnidad.

Con esa pequeña palabra, Hermione se sintió abatida, el humor siniestro se extendía considerablemente por toda la habitación. A menos que. Eso significaba que todavía había una oportunidad, delgada como fuera. A menos que, a menos que, a menos que ¡tenemos esperanza! —¿A menos que...? —preguntó provocando un agudo eco, prácticamente se había inclinado hacia adelante en su asiento.

—A menos… —dijo Dumbledore metiendo la mano en un cajón oculto y sacó un libro antiguo, polvoriento y desgastado, encuadernado en cuero viejo y lo colocó sobre su escritorio con un sonoro ¡BANG! el torso del libro parecía a punto de derrumbarse y los bordes de varios de los pergaminos estaban amarillentos, algunos quemados, negros de los extremos. —…Que paremos el problema de raíz.

La curiosidad de Hermione se desbordó, todo el miedo de estar muy cerca de la derrota flotó de ella como una pluma. Con entusiasmo, se inclinó sobre el escritorio, su gorro de graduación de Gryffindor cayó sin su conocimiento al suelo. Inclinó su cabeza ligeramente a la derecha y con impaciencia trató de leer la descolorida caligrafía sellada sobre la portada.

Mientras lo hacía, una capa de cabello cayó suavemente sobre su mejilla, oscureciendo parcialmente la visión de su ojo izquierdo, pero no le importó. En los últimos dos años, su lío de rizos se había disminuido lentamente a unos rizos suaves, libres de frizz, envidiables, color marrón oscuro, así que Hermione ya no tenía que batallar más con su cabello en las mañanas como lo hacía contra las fuerzas oscuras. En cambio, ahora su cabello secado directamente después de la ducha, conservaba en cada rizo un poco de su aspecto brillante, que lo hacía bastante más manejable y eso era todo lo que le importaba a Hermione… Aunque Lavender Brown comenzara a quejarse de que deseaba que su cabello se rizara 'de esa manera linda que el tuyo hace, Hermione'.

Sonriendo para si misma, se centró una vez más en el título del libro, frunciendo el entrecejo un poco mientras juntaba cada letra. V-I-A-J-E E-N E-L T-I-E-M-P-O Y O-T-R-A-S H-A-Z-A-Ñ-A-S N-O M-Á-S I-M-P-O-S-I-B-L-E-S D-E L-A M-A-G-I-A A-N-T-I-G-U-A.

¿Viaje en el tiempo? su mente le repetía mudamente. ¿Finalmente habían perdido a Dumbledore? Todos los respetables eruditos sabían que el viaje en el tiempo no era posible.

Sin embargo, Hermione acarició el antiguo libro. —Este libro, debe tener siglos de antigüedad... —susurró. A regañadientes abandonó su análisis del libro y clavó su penetrante mirada chocolate en Dumbledore. Su mente inteligente comenzaba a juntar dos y dos, y ella no se sentía del todo tranquila con cualquier plan que él pudiera haber comenzado a idear. —Director, ¿qué es lo que exactamente significa todo esto?

Dumbledore sombríamente miró la delgada y curiosa cara de Hermione a través de sus gafas de media luna. Hermione estaba segura de que incluso el leve crujido de los papeles que estaban en la oficina del director se silencio, todo estaba en silencio excepto el jodido reloj de su abuelo.

TICK TOCK TICK TOCK TICK TOCK…

Una carga eléctrica había comenzado a acumularse en el aire, Hermione podía notarlo y sentir su propio corazón acelerarse con anticipación a cualquier increíble esquema que Albus Dumbledore hubiera planeado -y tenia que ser increíble- para tener que usar Magia Antigua, que había sido declarada ilegal por la Ley de Actos Mágicos Extremos e Inestables en 1781.

No tenía ni absoluta idea de lo escalofriantes que serian sus próximas ocho palabras.

—Eso significa, señorita Granger, que nunca podrá volver.