#3. Alguna vez, ¿lo has abandonado todo?

La próxima vez que Hermione habló, su voz se trasformó del liguero tono burlón a un tono sólido, con la autoridad que sólo podía pertenecer a una premio anual de Hogwarts.

—Muy bien. Éste es el plan...

Capítulo 3: Un Loco y último plan de esfuerzo.

Viernes, 29 de mayo, 1998

12:04 A.M.

Hermione volvió sus ojos de largas pestañas hacia Ginny, preguntándose por dónde siquiera comenzar.

Aunque la Weasley más pequeña era solo un año menor que Hermione, Hermione siempre había sentido una mezcla de preocupación paternal y parentesco enorme hacia la hermana menor de Ron. Aunque su amistad con Ron y Harry estuviera unida por lazos muy fuertes como los que alguna amistad pudiera tener, siempre había añorado alguien con quien poder compartir todas sus preocupaciones típicas de "cosas de chicas". Harry y Ron, que Dios bendiga sus corazones, intentaban como podían pero simplemente no lograban entender el misterio femenino y Hermione no iba a tomarse unas semanas de su valiosa, y posiblemente, efímera vida para explicárselos.

Ginny, sin embargo, había sido la respuesta a las plegarias de Hermione, por así decirlo y la relación de las chicas se volvió más fuerte después de que Ginny se unió al E.D. y a Harry. Cuando la guerra comenzó silenciosa e indiferentemente a arrebatar la vida de demasiados estudiantes de Hogwarts, familias y amigos, Ginny y Hermione eran rara vez vistas sin sus compañías o sin la presencia de Harry o Ron.

Eso había sido lo que los había unido a los seis, realmente.

Hermione decidió finalmente la corta y dulce -o ácida, dependiendo de cómo se mire- versión que probablemente sería la mejor. Sin relleno, sin alborotarla. Si había algo que Harry, Ron, Ginny, Draco y Lavender podían manejar, era la verdad, sin importa lo fea que fuera.

—He hablado con Dumbledore —comenzó ella pesadamente, mordiendo su labio inferior pensativamente, en un esfuerzo por parar lo inevitable. Al mismo tiempo, notó que Harry le enviaba una secreta, familiar, sonrisa burlona que a menudo le gustaba hacer cuando ella actuaba mucho más seria de lo que la situación requería.

Si solo supieras, Harry.

Sin embargo, no pudo evitar que su expresión solemne se suavizara considerablemente, su cariñosa cara le envío un silencioso hola.

Harry.

Con él, había pasado contra viento y marea, ya fuera en busca de un gigante llamado Grawp, adentrándose por un empañado Bosque Prohibido iluminado por la luz de la luna mientras que eran perseguidos por un hombre lobo, o combatiendo Mortífagos espalda-a-espalda después de salir sin darse cuenta de Las Tres Escobas y en el medio de un campo de batalla durante su última visita a Hogsmeade. Ella y él nunca se habían perdido su parte equitativa de rozarse con la muerte...y ambos habían sobrevivido a cada encuentro.

—Al parecer, la información que hemos estado recibiendo es errónea. Él no siente que tengamos los medios para ganar esta guerra —continuó Hermione lentamente, haciendo una pausa cuando cinco pares de sorprendidos ojos estaban fijos en ella. Mentalmente, se desplazó a través de todo lo que Dumbledore había compartido con ella. —Y honestamente, ahora que lo pienso, yo tampoco lo hago-

Ron estaba completamente legible, sus siempre traviesos ojos avellanas estaban abruptamente conectados con los de Hermione. Sin embargo, ahora, tenían menos brillo de lo habitual, él se quedó completamente inconsciente mientras que su mano se aflojaba poco a poco, las pocas ranas de chocolate restantes se retorcían de ellas y saltaban frenéticamente a distancia.

Tuvo que sonreír. No había duda de que Ron y ella habían tenido su parte en las luchas de fuego. No había duda de que, durante unos años, una chispa muy real había existido entre ellos, que quizás, pudo haberse encendió a algo más... que una serie de eventos inalterables, que los habían enviado a ambos en direcciones muy opuestas.

Ron había descubierto la gloria del Quidditch, la emoción de la batalla que la guerra había traído, su particular adepto al duelo y el divertido-meloso amor de Lavender Brown.

Hermione había descubierto que sus padres -su hogar entero, realmente- yacía sobre humeantes cenizas de fuego el día que había regresado a casa de su quinto año, el entusiasmo y la liberación de casi todas las formas imaginables de danza que había aprendido durante el largo y difícil verano después del asesinato de sus padres y el hecho de que Draco Malfoy fuera en realidad un excelente bailarín y un constante suplemento para ella durante todo su año escolar.

No, es que esto último quisiera decir algo. No, en lo absoluto.

—Nuestras fuerzas son rebasadas en número y superioridad —Hermione cansadamente comenzó a trazar sus dedos. —Dumbledore me acaba de informar que Voldemort ha lanzado un contraataque en el continente, así como aquí y que el tamaño de su ejército está estallando de forma exponencial. Exponencialmente. Todos los resistentes en el último minuto, todos los amigos en los buenos tiempos, los gigantes, los vampiros... todos se han pasado al lado de Voldemort. No tiene sentido negarlo, Harry —añadió rápidamente cuando Harry comenzó a abrir su boca en señal de protesta.

Él la cerró rápidamente y ella suspiró con pesadez de nuevo, sacudiendo su cabeza. —Incluso si tuvieras la oportunidad de derrotar a Voldemort... —su voz se encendió por un momento y luego bajó con gravedad. —El resto de ellos no dejarían de venir. Sabes que no. Hay suficientes, que no tendrían alguna razón para rendirse simplemente porque perdieran a su líder.

Harry pareció como si estuviera a punto de objetar otra vez, pero en cambio giró su mirada verde lejos de ella y se miró las manos. —Sí, eso es correcto —murmuró, haciendo eco de su suspiro.

Draco estiró su mano a través de la longitud de la chimenea y tiró de la correa suelta de la mochila de Dumbledore -y ahora suya, asumió Hermione- muy dada-al azar. Con su expresión curiosa y totalmente alerta a pesar de las manecillas del reloj, que estaban constantemente marcando las horas de la madrugada. —Entonces, vamos a escuchar sobre ese loco, último plan de esfuerzo tuyo, Granger.

Y Draco Malfoy

Hermione siempre lo había conocido como... como, bueno, el sangre-pura, el prejuicioso dolor en el trasero. Pero todo había cambiado antes de que su sexto año comenzara.

Los detalles de lo que sea que hubiera ocurrido durante aquella noche de verano en junio eran poco precisos a lo máximo, pero los hechos perduraron: Lucius Malfoy había matado a la madre de Draco, Narcisa y a su novia Pansy Parkinson. Draco Malfoy regresó a Hogwarts libre de la Marca Tenebrosa, sin su anterior discriminación hacia los nacidos de muggles, muggles y otras personas con las que antes había tenido aversión... en general y libre para convertirse en uno de los espías más informados de La Orden del Fénix.

Hermione había encontrado este cambio total algo desconcertante, considerando el extremo cambio en él, así como la velocidad en la que había ocurrido, pero Draco había estado dispuesto a trabajar con Harry y Ron (a sus renuencias), había demostrado ser de confianza en situaciones apretadas, se había ofrecido para cada vez que ella necesitara liberarse mediante el baile y no se quejó mucho cuando en realidad aceptó su oferta.

—¿Qué te hace pensar que tengo un loco, último plan de esfuerzo? —preguntó, sonriéndole inocentemente, las danzantes llamas del fuego se reflejaban a lo largo de sus rostros.

Él le negó con la cabeza, reprimiéndola. —Por favor, Granger. No he sido premio anual contigo durante todo el año entero sin aprenderte algunas cuantas cosas. Te puedo leer como a un libro —por su expresión horrorizada, él sonrió ampliamente y agregó con un poco de renuencia. —y comenzaste toda la cosa con un 'Bien, aquí está el plan…'

—¡Oh, Slytherin! —exclamó ella con fingida irritación. De repente, la mochila en sus manos pareció estar allí sólo por un motivo, por lo que no tuvo otra opción, realmente, sino que apuntar y lanzarla a la cabeza de Draco.

El rubio al instante se echó a un costado con todos los reflejos de un Buscador experto y cogió la mochila con una mano. Sus cejas se dispararon hacia el techo y sacudió su dedo en advertencia. —Si intentas eso otra vez, Granger, voy a llevarme esta cosa de ti por siempre.

—Sobre ello, compañero —dijo Ron calurosamente, sosteniéndole su botella ahora ensamblada de cerveza de mantequilla a Draco en un brindis antes de tomar otro trago de su contenido.

—Oh, basta, ustedes dos. Esto es serio —la sonrisa comenzó a desaparecer de la cara de Hermione al darse cuenta de lo que iba a tener que decir después. Era ahora o nunca. Suspirando para estabilizar sus nervios, se aventuró. —El punto de esta conversación entera es la razón por la que Dumbledore me llamó a su oficina, en primer lugar. Él piensa que nuestra única posibilidad para parar toda esta locura de una vez por todas es viajando de regreso a 1944.

Lavender cayó del regazo de Ron y golpeó en el suelo. —¿Que-ué? —exclamó con incredulidad, la alfombra amortiguó parcialmente su voz así que la pregunta sonó más bien como un; —¿Phuumph? —Hermione sonrió para sus adentros, hacía mucho tiempo que se había acostumbrado al toque dramático de Lavender. —Yo pensé... Pensé escucharte decir viajar de regreso, ahora, ¿que...qué quieres decir con eso exactamente?

—De regreso… en el tiempo —reflexionó Ginny lentamente antes de que Hermione pudiera contestar. —De vuelta a… Eso es —una expresión progresista se extendió a través de sus rasgos ligeramente pecosos. Rápidamente, se irguió de Harry y se inclinó hacia adelante con entusiasmo, apoyando su barbilla sobre sus manos, sus ojos marrones miraban fijamente a Hermione. —Eso es, ¿no?

Hermione no pudo menos que sonreír, y asintió. —Muy bien, Gin, cinco puntos para Gryffindor.

Ginny inclinó su cabeza hacia un costado, mirando a su hermano en diversión. —No veo por qué, ya que de alguna manera obtengo esta extraña sensación de que te estás burlando de mí por allá, querido hermano —dijo ella en un tono de voz molesto. —¿Sientes las vibraciones de burla, Lav?

Ooooooo —coreó Lavender, levantando las manos enfrente de su cara y moviéndole los dedos ominosamente a Ron antes de cubrir su boca y derrumbarse en risas.

Ron miró a su novia con horror y se movió varias pulgadas a distancia de ella. —Nunca vuelvas a hacer eso. Por favor.

Cuando Lavender lo miró airadamente y comenzó a discutirle que él no apreciaba su "talento" Hermione se rió entre dientes, disfrutando del momento antes de que supiera que las cosas tomarían un repentino giro hacia el lado serio. Cuando Ginny de pronto prefirió argumentar del lado de Lavender, Hermione sólo optó por hundirse más en su asiento, casi consiguiendo verterse en el piso como la mecedora se inclinaba hacia adelante.

Al parecer, realmente no era posible para Ron tener una relación sin discusiones con alguna mujer en su vida, pensó con ironía y después de su conversación con Dumbledore, no tenía la energía para saltar en medio y romperla. Conteniendo un jadeo, se encontró con la mirada divertida de Draco y murmuró: —Atúrdeme, por favor.

—O tal vez solo a todos ellos —contestó él con un guiño e inclinando su cabeza hacia los pelirrojos que reñían y la impúdica rubia.

Queda de más decir que Hermione se sintió aliviada cuando Harry finalmente resolvió la discusión diciéndole a Ron y a Lavender que lo solucionaran afuera o lo terminaran. Ginny se incorporó a su análisis de nuevo. —Bien, entonces Dumbledore quiere que nosotros regresemos en el tiempo y detengamos a Voldemort antes de que tenga oportunidad de ascender al poder —ella se inclinó hacia atrás, tirando de los codos de sus rodillas y cruzó sus brazos por encima. —Ahora ¿tengo razón o tengo razón?

—No pensé que pudieras hacer eso, cambiar el pasado —interrumpió Harry, con los ojos pensativos. Miró interrogante a Hermione. —Quiero decir, puedes -mira en tercer año- pero con algo de este drástico ¿podrías finalizarlo, no sé, hacer algo para detenerte de nunca haber nacido y en general estropear la línea del tiempo entera?

—Sólo en un fanfiction muggle —respondió Hermione con una débil sonrisa, impaciente, colocando la caída de su cabello detrás de su oreja. —La magia antigua intentó y comprobó que el hechizo para viajar en el tiempo realmente funciona de manera muy diferente… nada en lo absoluto como los giratiempos, en realidad. Por ejemplo, en lugar de cambiar todo el futuro, de, digamos, 1944 en adelante, sólo puedes afectar el futuro del mundo inmediatamente después de que regreses en el tiempo. Los cambios solo comenzaran a reflejarse aquí, en nuestro mundo, en el momento en que lo dejamos.

Ella se detuvo, gesticulando con las manos mientras trataba de expresarlo en general, pero eran algo complicadas las complejidades del hechizo del viaje. —Sin embargo, eso está bien, porque básicamente, ese sería el tiempo en el que estamos, en esencia, tratando de cambiar, en primer lugar. No el futuro, en general, si no nuestro futuro... a partir de este año.

La confusión era evidente en la cara de Lavender.

Hermione continúo pensativamente.Verás, en el caso del hechizo, que Dumbledore se inclina por utilizar, si algo se cambia del pasado debido a su uso, dos dimensiones alternas son creadas inmediatamente: la dimensión original, de la que los viajeros del tiempo llegaron, en la que el cambio del pasado no se refleja hasta el momento en que los viajeros retroceden en el tiempo... y el mundo que los viajeros dejaron. Ese mundo seguirá evolucionando en la forma en que se cambie, si eso tiene sentido. Así que, en ese mundo pasado, cuando se cambie, en el futuro se reflejara necesariamente lo mismo.

Hizo una pausa, asegurándose de no haber perdido por completo a alguno de ellos. No, es que no fueran lo suficientemente inteligentes como para seguirlo, pero la mayoría de las veces, ella cachaba a Ron quedándose dormido al lado de Lavender. —Por supuesto, la mayor parte de esto es puramente teórico —agregó pensativa, de último momento. —No existe ningún registro respetable de un viaje en el tiempo con éxito, a pesar de la presencia de un hechizo para ello.

—Sí —Draco sacudió su dedo de acuerdo. —Sí, creo haber escuchado hablar de eso. Se llama Impartus Infinitivum. Es Magia Antigua extremadamente volátil. Ilegal ahora. Incluso los magos más experimentados nunca esperarían completar ese hechizo en sus vidas. No dudo que Dumbledore pueda hacerlo —dejó sus palabras momentáneamente suspendidas en el aire antes de tirar a matar. —Lo último que escuché, es que también se dice que es irreversible.

Hermione juró que podría escuchar a un alfiler caer desde el otro extremo de la Sala de Menesteres. ¿Qué haría con Draco? quien había compartido la única pieza de información que ella misma había estado más vacilante en compartir y con una buena razón: ¿Quién en su sano juicio querría ir una vez que se enterara de que se quedaría atascado en el pasado de por vida? ¿Que los efectos de este plan realmente valdrían la pena por el precio que todos tendrían que pagar?

Ginny no era la excepción. Su boca cayó abierta, su cara era una máscara de shock y miraba fijamente a Draco, incrédula. —¿Quieres decir que no podremos volver? —casi hipó.

Draco le echó un vistazo a Hermione, asintiendo mientras ella miraba al suelo, Hermione tomó un gran respiro. —Sí —admitió de mala gana. —Él tiene razón, ningún hechizo contrarrestarte para ello ha sido encontrado.

La mirada avellana acero de Ginny pasó de Draco a Hermione. —¿Lo sabías? —exclamó, con decepción y un hilo de cólera en sus palabras. —¿No crees que podrías haberlo mencionado antes de entusiasmarnos, de darnos la idea de poder tener una oportunidad para derrotarlo, que si hacemos esto, tendríamos que dejar a nuestra familia, nuestros amigos, a todos los que conocemos... permanentemente? Mira, Hermione, comprendo que no tengas mucha familia que perder ¡pero algunos de nosotros todavía la tenemos!

Tan pronto las palabras abandonaron su boca, Ginny lució horrorizada y la sala volvió a caer en un silencio sepulcral. Tal como pasaba normalmente con los padres de Harry, había pasado con los de Hermione, realmente se había vuelto como un tema tabú. La castaña miró a su amiga en shock, en su pecho tenía la sensación de como si alguien acabara de clavarle un cuchillo. Contra su voluntad, los recuerdos de aquel día de pesadilla de hace un año y medio atrás, se extendieron por su mente...

—Sabes, Gin —dijo ella lentamente, arrastrando las palabras como si las intentara por primera vez. —Tienes razón —su voz empezó a ganar ímpetu mientras miraba decididamente a la chica de cabello castaño-rojizo.

—¡Tienes toda la razón! Quedémonos. No regresemos y no tomemos lo que podría ser la mejor, la única oportunidad, para salvar lo que nos queda de nuestros amigos y nuestras familias. Vamos a solo egoístamente quedarnos aquí y ver con una bolsa de palomitas en la mano como Voldemort arrasa con el resto de Europa por su propia cuenta y ya que estamos en eso, también podríamos decirle a los elfos domésticos que preparen estaciones de galletas y té para los mortífagos para cuando caminen por Hogwarts-

—Está bien, está bien, hiciste un punto efectivo —espetó Ginny con su cara enrojecida. Miraba su regazo, sintiéndose culpable. —Mira, Mione, siento haber dicho lo de tus padres... Es sólo que todo está sucediendo tan rápido...

Hermione suspiró. —Está bien —inclinó su cabeza rizada hacia atrás y le dio una sonrisa a Gin, cansada pero de comprensión. —Lo sé. Lo hago —ella notó la mirada de Harry entre su novia y su mejor amiga, y le envió una súplica silenciosa con los ojos. Harry. Por favor. Esta podría ser nuestra única oportunidad.

Él la leyó con su rostro claramente dividido entre este mundo y el pasado, sin querer demostrarlo. Por último, después de todo lo que le pareció una vida a Hermione, él le dio una pequeña inclinación con la cabeza y la más leve insinuación de una triste, media sonrisa decidida. Deslizando su brazo alrededor de Ginny, esté saltó del sofá. —Bien entonces, manos a la obra ¡Tenemos más de cincuenta años en valor de cosas que empacar!