#4. Alguna vez, ¿te has convertido en alguien más?

"Hermione suspiró. —Está bien —inclinó su cabeza rizada hacia atrás y le dio una sonrisa a Ginny cansada pero de comprensión. —Lo sé. Lo hago —ella notó la mirada de Harry entre su novia y su mejor amiga, y le envió una súplica silenciosa con los ojos. Harry. Por favor. Esta podría ser nuestra única oportunidad.

Él la leyó con su rostro claramente dividido entre este mundo y el pasado sin querer demostrarlo. Por último, después de todo lo que le pareció una vida a Hermione, él le dio una pequeña inclinación con la cabeza y la más leve insinuación de una triste, media sonrisa decidida. Deslizando su brazo alrededor de Ginny, esté saltó del sofá. —Bien entonces, manos a la obra ¡Tenemos más de cincuenta años de trabajo de cosas que empacar!"

Capítulo 4: Hermione Dumbledore Nefertari

Miércoles, 2 de junio, 1998

12:26 P.M.

—¿Guardarropa de ropa cómoda?

—Listo. No se puede sobrevivir muy bien sin eso, ¿cierto? ¿Has visto como eran esos estilos de los cuarentas? Mione, ¡los tíos llevaban pantalones ajustados!

—Sí, gracias a Merlín estamos tomando un suministro de veinte años de ropas de los años cuarentas y cincuentas modificadas para sentirlas como las ropas de hoy. No creo que pueda soportar verte en ese tipo de dolor. O escucharte quejarte de eso cada vez que no vistas de uniforme, elige tu opción. ¿La Biblioteca Ancestral de Dumbledore?

—Erm, listo... Mione, ¿Cómo has conseguido meter eso allí?

—Habilidades de empacar, Ron. Si le prestas un poco más de atención a tu madre en la Madriguera, quizás seas capaz de obtener alguna también. Ahora, ¿libros de texto de 1944 de sexto y séptimo año, así no tendremos que hacer un viaje al Callejón Diagon?

—Listos, por desgracia. No puedo creer que estemos repitiendo el séptimo año. ¿He dicho que no puedo creer que estuve de acuerdo en hacer esto? Hermione, ¿te das cuenta, acabamos de graduarnos? ya hemos sufrido las clases avanzadas, la tarea completamente inútil, los EXTASIS... Diablos, Mione, tenemos que presentar los EXTASIS de nuevo.

—Ron, sinceramente, espero que no acabes de darte cuenta de eso. ¿Reproductor de MP3 mágico súper mix y reproductor de MP3 de respaldo?

—Listo. No sabía que los muggles pudieran ser tan ingeniosos con su música, brillante de tu parte comprar un par de estos el año pasado y conseguir que Dumbledore los modificara. Juro, Mione, que si esas cosas alguna vez se rompen, podría cocinarme a mí mismo.

—Ronald guisado, qué imagen tan encantadora. Estoy segura que serías delicioso, Ron, un gran éxito con las damas…. Um, Malagan sellado mágico condo–¡RONALD WEASLEY! ¿En nombre de Merlín que son estos?

Después de pasar más de una semana con la familia Weasley, Hermione tenía todo perfeccionado el chillido enojado de la señora Weasley y Ron se encogió de hombros instintivamente, saltando lejos de la mesa de café como si estuviera contaminada.

Cavando con furia en el gigantesco baúl de reservas del grupo, Hermione resurgió blandiendo un paquete grande de condones mágicos. —¡Buen Merlín, no puedo creértelo! —dijo ella echando humo, con incredulidad, decepcionada. —¿No has oído hablar de esperar a casarte, Ronald? Y de pensar que en realidad considere salir con-

Rápidamente se detuvo antes de que pudiera incriminarse, pero Ron como siempre no se dio cuenta. En su lugar, finalmente pareció recordar que era unas buenas seis pulgadas más alto que ella y valientemente se irguió en toda su altura. —Bueno ¿sabes qué, Hermione? no eres la que tiene que preocuparse de tener sexo seguro, en primer lugar ¡así que devuélvelos!

En "devolver", el pelirrojo se lanzó hacia el paquete de condones, pero Hermione bailaba fuera de su alcance, sosteniendo la caja. —¡Basta, Ronald!

—Niños, niños —la voz de Draco reprendió de la nada, y el rubio se dirigió con gracia en la Sala de Menesteres, vistiendo una túnica de mago de lucir muy anticuado. —Dumbledore va a llegar en cualquier momento para enviarnos de regreso cincuenta años en el tiempo para salvar el mundo. ¿Creen que una escena de ustedes dos actuando como si fueran de primer año va a tranquilizarlo?

¡No! —exclamó Hermione con una última mirada, apuntada en Ron. Ignorando el comentario de Draco, ella arrojó la caja en el aire. Mientras esta navegaba por el aire, el pelirrojo se enrolló como un resorte, pero un segundo antes de que saltara y la agarrara, ella sacó su varita y lanzó una bola de fuego bien dirigida al nefasto paquete.

—¡Hermione! —lloriqueó Ron como las briznas de papel chamuscado llovían alrededor de la estéril Sala de Menesteres. El olor de goma quemada impregnaba el aire. —Me matas, Mione, ¿te das cuenta? ¡Me matas!

Draco le envió a Hermione uno de sus característicos guiños. —Confía en mí, Weasley, en treinta años estarás dándole las gracias —le aseguró al irritado pelirrojo.

Hermione sonrió ampliamente y comenzó a reírse cuando Ron frunció el ceño y envió una patada bien apuntada con dirección general a la espalda de Draco. En el último minuto, Draco se quitó del camino y se escabulló a través de la Sala de Menesteres con un Ron molesto persiguiéndolo y gritando: —¡Oy, tú! ¿de qué lado estás?

Un pensamiento golpeó a Hermione de forma abrupta. Observando a Draco y a Ron correr dando vueltas alrededor de la sala, todo en buena diversión (al menos por Draco, Ron parecía que no tendría ningún problema en hacerle algún daño serio a su antiguo archienemigo), Hermione de pronto comprendió lo hermosa que era su vida en realidad.

¿Qué estaba haciendo?

Honestamente, ¿qué estaba pensando dejar atrás este mundo perfecto donde habían nuevos avances en la investigación mágica casi todas las semanas y los absolutamente cómodos pantalones strech negros eran aceptables para que las chicas los vistieran y las mujeres tenían mayor independencia en general y los reproductores de MP3 podían arreglarse mágicamente para reproducir a las Brujas de Macbeth y John Mayer y la música latina más popular desde el comienzo de los tiempos?

Pero entonces recordó.

Visiones de horror de su primer encuentro con Voldemort en su primer año; la posesión de Ginny en su segundo año y el terror del incidente que la Cámara de Secretos había ocasionado; el regreso de Pettigrew al Señor Oscuro en el tercero; el fiasco de la Marca Tenebrosa en la Copa del Mundo, la resurrección de Voldemort; la muerte de Cedric Diggory en el cuarto. Un poco como ella o como cualquier otra persona hizo, esperó que su muerte fuera sólo la primera de muchas, muchas por venir en los años que le siguieron.

La destrucción del Ministerio de Magia al final de su quinto año, pero la muerte de Sirius en aquel desastre no fue nada comparada con el asalto total de Voldemort sobre el Callejón Diagon en su sexto año, y antes de que la Orden del Fénix pudiera recobrar el aliento, todo el Londres mágico había sido completa y totalmente destruido.

Pero entonces la guerra realmente había golpeado en casa, y había golpeado en casa con fuerza cuando los Mortifagos atacaron Hogsmeade en una visita de Hogwarts un sábado cerca del final de su séptimo año. Cada estudiante en Hogsmeade, desde los más pequeños de primer año hasta los más poderosos de séptimo, habían luchado con tanta bravura, tanto desinterés, que él solo recuerdo de sus corajes le envió escalofríos por la espalda a Hermione...

A pesar de todo lo que ellos habían hecho, por el momento en que el equipo de Aurores llegó, ochenta y un estudiantes habían muerto en ese asalto. Más de un tercio de ellos habían estado en Gryffindor.

Y entonces habían sido sus amados padres.

Hermione apenas se detuvo en ese pensamiento cuando se torno blanco, una ardiente ira se impulsó a través de sus venas. Juró entonces, juró por sus padres, juró por todos sus queridos libros y por todo en lo que ella creía, que haría todo en su poder para asegurar que esa maldad nunca, nunca tuviera la oportunidad de hacerse un nombre. Y ella iría por ello con todo lo que tenía.

Sí, decidió resueltamente, no importaba que ocurriera, incluso la mera idea de que Lord Voldemort dejara de existir después de 1944. No tenía idea de cómo, o incluso de quien le pondría fin haciendo lo que se necesitara hacer al final - aunque una parte de su lógica suponía que sería Harry - pero, oh sí, se haría.

Lord Voldemort. Pensó sombríamente en la contraparte del hombre de 1944, No tienes ni la menor idea de lo que te está a punto de llegar... pero créeme, va a llegarte tan fuerte que nunca serás el mismo de nuevo.

Curiosamente, su mente casi no se sentía tranquila por esta profunda declaración de su muy justificado propósito, pero antes de que pudiera pensar en ello, Dumbledore entró en la habitación con Harry cerca a su lado, probablemente, hablando de tácticas. Ginny caminaba al lado de Harry, con su mano casualmente entrelazada con la suya, los nudillos blancos de su mano eran el único regalo de su verdadera ansiedad. Lavender los seguía de cerca, muy ocupada en arrastrar su baúl encogido y otro equipaje de bolsillo de ropas de 1940 que había cogido de la profesora Sprout (y que posteriormente tuvo necesariamente que reducirlas de forma significativa).

Todos parecían incómodos y más que molestos, incluso la habitualmente despreocupada Lavender. El corazón de Hermione casi se detuvo con la anticipación nerviosa de ello. Era casi la hora. Alcanzó una mano de nuevo para empujar el cabello de su rostro y en cambio sus dedos conectaron con gotas de sudor frío sobre su frente. Esto es una locura, su mente empezó a cantar muy frenéticamente. Esto es completa y absolutamente loco–

—Ah... Si pudiera tener su atención ahora, por favor —dijo Dumbledore tranquilo y, a su juicio, con su voz aún tranquila, que no hacía nada para tranquilizarla ahora. El anciano se veía cansado y envejecido, como si hubiera pasado de su límite hace diez años. Cualquiera podía ver del solo rostro de Dumbledore, que las fuerzas de la luz se aferraban a la vida de un delgado, deteriorado hilo.

Una roca cayó en el estómago de Hermione y no salió.

Querido Merlín, ¿y si realmente somos la última oportunidad?

—Sí, veo que llevan puestas las túnicas del uniforme de los años cuarentas que los profesores les proveyeron. Muy bien, muy bien —señaló Dumbledore, intentando una cansada sonrisa por la vestimenta de los seis. —Ahora, como es típico en hechizos de alta dificultad como el Impartus Infinitivum, señalar una fecha exacta de destino es una técnica de magia extremadamente complicada y avanzada, pero creo que he logrado afinar el hechizo a la medida que viajarán de regreso al 29 septiembre de 1944.

—¿29 de septiembre? —repitió Lavender con una sonrisa encantada. —Holgazanear, erm... ¿holgazanearon un poco con esa fecha de partida, verdad, director?

—La escuela no va a dejar salir hasta el 30 de junio, Sra. Brown —le informó Dumbledore, con un rastro de humor en su voz.

—¡Es QU-pppsst! —el consternado chillido-agudo de Lavender fue momentáneamente bloqueado por su entrometido taco de goma, que salió disparado de su boca en una parábola perfecta y, segundos más tarde, navegó directamente hacia fuera de la ligeramente abierta puerta de la Sala de Menesteres.

—¡Whoa! —Ron giró su cabeza hacia adelante y hacia atrás entre la puerta abierta y la cara sorprendida de su novia. —¡Whoa… buen tino, Lav!

—¡Gracias! —dijo ella alegremente, sonriendo y chocando energéticamente los cinco con Ron, entonces, apretándose hacia él, sacudiendo su largo cabello teñido de rubio, le dio un energético beso.

Hermione no pudo menos que sacudir su cabeza y sonreír. Hacía tiempo que ella había concluido que esto era su modo de dejar de lado su nerviosismo, actuando como si nada pasara en absoluto. Ignorándolos aún más, ella sostuvo la vieja, gastada mochila que Dumbledore le había dado cinco días antes. —Disculpe, director ¿para qué es esto?

Los ojos de Dumbledore adquirieron un inesperado brillo y él miró de la mochila a Hermione. —Bueno, si la mochila se convierte en lo que espero que se convierta... Sólo lo averiguara si se ha cumplido su propósito, Srta. Granger —él cerró su penetrante mirada sobre la de ella. —Supongo que tiene un propósito muy específico en mente para esta tarea, ¿no?

—Erm... —cabrón, otra de sus preguntas crípticas. Hermione rápidamente pensó en su anterior resolución. —Sí, señor, creo que sí —respondió con cautela.

—Muy bien —prosiguió él sin tocar más sobre el tema, para disgusto de una frustrada Hermione. —Cuando usted llegue a 1944, tendrá que ponerse en contacto conmigo de inmediato —dijo él con bríos, metiendo la mano en sus túnicas y sacando un sobre sumamente grande, grueso. —Y darme esto.

Él le presentó el paquete a Hermione. Rápidamente, sus ojos viajaron por su brazo para aterrizar sobre el paquete, sorprendida. Despacio, ella extendió su mano y lo tomó, enviándole al director una expresión inquisitiva. —¿Puedo preguntar qué es esto, señor?

Dumbledore lo acarició casi con cariño. —Eso, querida, es un paquete indispensable que le explica a mi yo pasado las condiciones y circunstancias relativas de su inesperada llegada: que todos ustedes son viajeros del tiempo con una tarea necesaria por completar, sin hacer preguntas, así como los registros de su anterior colegio. Le recomiendo que no comparta esta información con nadie, y repito nadie más. También he puesto un sobre pequeño, dirigido al director Dippet, describiéndole los detalles de su traslado desde la Academia de Magia del Sol.

Una ola de iluminación de repente barrió a Hermione, y, con la frase final de Dumbledore, casi todas las piezas restantes de su rompecabezas cayeron suavemente en su lugar. —¿La Academia de Magia del Sol? —repitió ella entusiasmada, con una sonrisa. —¿No se referirá usted, señor, al legendario instituto mágico egipcio que habría sido el más antiguo del mundo, si hubiera sido real, que data de más de 6.000 años atrás en las antiguas civilizaciones egipcias? ¿En el que el mundo mágico creía que existía, en algún lugar, hasta que esa teoría fue desaprobada en 1981?

Que, por supuesto, no sería un problema en 1944, su mente llegó a la conclusión triunfal.

Cuando Dumbledore le dio una pista de una sonrisa y asintió con la cabeza, Hermione respiró hondo respeto. Rápidamente elaboró el resto de los cálculos en su mente, y una tortuosa, concurrente media sonrisa se difundió a través de su cara. Esto podría funcionar. Realmente ellos podrían ser capaces de sacar esto adelante. —Director, usted es bueno.

—El mejor —acordó Dumbledore, con sus ojos radiantes.

—Y modesto, también —refunfuñó Lavender. Ella se rió tontamente y esquivó un encantamiento de cosquillas que él rápidamente le envió en su camino. —¿Director, cómo pudo? —exclamó ella con indignación, enderezando sus túnicas con enfado. —¡Esto es un asunto serio!

Hermione se atragantó y probablemente se habría reído de la ironía que la declaración de Lavender tenía, si no hubiera estado tan tensa. —¿Así que esa es nuestra historia, entonces? —preguntó Harry, moviendo su varita en su bolsillo trasero y cruzando los brazos. —¿Que nosotros asistimos a esa academia hasta ahora? ¿No piensa usted que el hecho de que ninguno de nosotros ni siquiera hable egipcio podría resultar tener un poco de problema?

Hermione ya había pensado en esto y saltó antes de que Dumbledore pudiera contestar. —No, en realidad —dijo ella. —No... Bueno, tengo una idea realmente fantástica para eso, te lo diré cuando estemos allí —en el momento en que las palabras salieron de su boca, ella casi sonrió. Casi. Había pasado de forma inconsciente del 'SI es que llegamos' a 'CUANDO lleguemos allí'. ¡A este punto, cualquier tipo de progreso había valido la pena!

Dumbledore asintió. Parecía estar tachando líneas en una lista de control mental. —¿Y todos ustedes han tomado los nombres que les recomendé? Ginny, Ron, no sería sabio mantener el apellido Weasley, su abuelo estará en quinto año. ¿Ustedes tomarán el apellido West, sí? Harry, usted me expresó anteriormente su deseo de cambiar su nombre por el de Harry Evans, un apellido común tanto en el mundo mágico como en el muggle… bien, bien y Draco, usted claramente no puede conservar el apellido Malfoy, Calugala va a estar en séptimo año también…

—Du Lac —dijo Draco al instante, estudiando ociosamente sus manos. —Draco du Lac.

—¿Du Lac? —el hombre mayor resonó, asintiendo pensativamente. —Sí, un viejo apellido mágico francés; esto le asentará bien, aunque le recomiendo aprender unas pocas líneas de francés antes de llegar... Lavender Brown es un apellido común, no deberá encontrar algún problema con él... —por último, su mirada cayó sobre la antigua Premio Anual. —¿Y usted, Hermione?

Hermione rápidamente bosquejó el razonamiento que se le había ocurrido a las dos de la mañana de la noche anterior. —Yo estaba pensando en mantener el apellido Granger, director. Dado que soy de la generación la primera bruja, mi nombre no debe ser una fuente de interferencia con cualquier otra persona en el mundo mágico.

Ohhh, aquella mirada. A Hermione no le gustó la mirada fija-interesada que entonces Dumbledore descansaba sobre ella. —No, Srta. Granger, en realidad tengo un plan ligeramente diferente para usted —dijo él despacio, como si todavía estuviera en consideración lo que estaba a punto de decirle. Maravilloso, pensó ella como él prosiguió. —Me sentiría infinitamente más consolado si ninguno de ustedes viajara de regreso en el volátil tiempo como un evidente nacido de muggles.

¿Evidente nacido de muggles...? Totalmente perdida, Hermione sacudió su cabeza ligeramente hacia adelante, con su oreja derecha ladeada hacia el director. A Hermione no le gustaba estar totalmente perdida. —Pero director —dijo ella con incertidumbre. —Yo soy una nacida de muggles.

—Me doy cuenta de ello Srta. Granger —dijo Dumbledore con una sonrisa y sacudiendo su cabeza. —Con un apellido como Granger, sin embargo, me temo que sería un objetivo obvio, no funcionarían las cosas en la manera que esperamos que sucedan. Como tal, me he tomado la libertad de formarle un nombre completo que pienso que sería lo mejor que usted adoptara…... —el anciano hizo una pausa para tomar aliento antes de dejar caer la bomba. —Hermione Dumbledore Nefertari. Ese es correcto, Srta. Granger —añadió, sonriendo con más detalle cuando la boca de Hermione cayó abierta de completo asombro. —Estoy haciéndola mi sobrina.

¿Su sobrina? ¿Él quería que ella reclamara relación con el mago más grande del siglo XX? Una vez más, Hermione se encontró distantemente, preguntándose si el hombre estaba loco. Gigantes manchas oscuras nublaron su visión del director antes de que casi se sintiera desfallecer... —¿Y Nefertari? —finalmente logró exhalar.

—Uno de los nombres más antiguos de la magia en el mundo, Srta. Granger —explicó Dumbledore. —Descendiendo a través de la corona del antiguo Egipto hasta la misma civilización que se colapsó hace varios milenios. También me tomé la libertad de poner la prueba de su nuevo linaje en su baúl antes de que usted lo cerrara.

La mano de Hermione automáticamente saltó a su bolsillo, tocando el baúl encogido. Y yo ni siquiera preguntaré en qué consiste la prueba, pensó ella, su mente todavía daba vueltas en estado de shock por el honor que Dumbledore había, por alguna razón, decidido otorgarle. Dulce Merlín... Hermione Dumbledore... Nefertari. Nefertari Dumbledore... Uno de los nombres más antiguos de la magia en el mundo...

Draco sacudió su cabeza ante la ironía de todo esto. —Para alguien que se enorgullece de ser un nacido de muggles, Granger —habló arrastrando las palabras amablemente. —Probablemente deberías ser consciente de que, no sólo nuestro director te está haciendo su sobrina, él básicamente te está haciendo tan pura de sangre como de donde ellos provienen.

Dumbledore sonrió. Sin mediar palabra, aún en parcial shock y preguntándose qué es exactamente lo que había hecho él para merecer este extraordinario trato. Hermione asintió con la cabeza aceptando. —Esta… Está bien. Lo tomaré —respondió con voz débil.

—Muy bien. Y ahora que la pequeña cuestión ha sido aclarada... —los claros ojos azules del director de repente se volvieron tristes de nuevo. Hermione vagamente entendió su sentimiento de pérdida... para decir que ella, Harry, Ron, Ginny, Lavender, y Draco se echarían mucho de menos sería una grave subestimación. Su salida sería sólo seis de los funerales a los que Dumbledore y los profesores restantes tendrían que asistir, por no mencionar el resto de sus familias...

Con su voz cargada con las vidas de cientos, Dumbledore pronunció gravemente: —Es el momento.