#7. Alguna vez, ¿formaste un plan?

Bueno, supongo que algunas cosas nunca cambiarán, mi... querida sobrina Hermione, ¿supongo?

Por supuesto —respondió Hermione con la sonrisa más encantadora que podía darle. Dumbledore notó que sí mismo realmente debió haber explicado mucho, y ella tuvo que darle créditos a ambos hombres, el pasado y el futuro por ser tan flexibles y aceptar. Su sonrisa se volvió un poco traviesa. —¡Es muy bueno finalmente verlo de nuevo, tío Al! ¡Ha sido mucho tiempo!

Draco resopló, pero hábilmente lo convirtió en una tos. Hermione le lanzó una encubierta mirada juguetona, Dumbledore estaba definitivamente sonriendo ahora. —Bueno, entonces, Hermione, sugiero que vayamos de inmediato a hablar con director Dippet de la transferencia de mi sobrina favorita y sus cinco amigos más cercanos de la academia de magos de mayor prestigio en la tierra...

Capítulo 7: Camina como un egipcio

Lunes, 29 de septiembre 1944

5:44 P.M.

—¿Ya he mencionado que no me agrada Dippet?—preguntó Harry, un poco después de tres horas más tarde, descansando tranquilamente a lo largo del banco entero de Gryffindor en un completamente desierto Gran Comedor. Cada lugar en las cuatro enormes mesas estaba servido, ya preparado para los estudiantes que llegarían en el Expreso de Hogwarts más tarde esa noche.

—Baja la voz, y Dumbledore -Dumbledore moderno, quiero decir- mencionó que era como una especie de comadreja —musitó Ginny en voz baja, situada más abajo en el mismo banco en el que Harry estaba.

—Estaba indeciso. No pude confeccionar su mente lo suficiente como para comprenderlo —dijo Ron, extendido a lo largo del banco de la mesa de Ravenclaw. Movió las manos detrás de su cabeza mientras miraba al enroscado, sol poniente y a las nubes moradas y rosas en el techo. —Quiero decir, un tipo tiene que aferrarse a sus pistolas. Y él no es cualquier hombre, es el hombre.

Gran observación, Ron —Hermione giró su cabeza hacia la derecha y le rodó los ojos a Ginny desde su banco en el lado opuesto de la mesa de Gryffindor. La rizada, castaña parte superior de su cabeza estaba tocando la parte superior rubia-sedosa de la de Draco, quien estaba reflejando su posición a lo largo de la otra mitad del banco. Ella levantó su mano en el aire y, con la punta de su dedo, comenzó a trazar suavemente el contorno de una nube de color anaranjada-rojiza cerca del sol desvaneciendo.

—Sabes, Hermione —dijo Lavender de repente, sentada y mirando pensativamente a la morena recostada. —Si vas a caminar como una egipcia, hablar como una egipcia... He estado pensando algunas maneras de hacer que luzcas más Egipcia.

Oh dulce Merlín. Esto no.

—Sí, eso es —exclamó Ron, volcándose sobre su costado y entrecerrando los ojos sobre Harry y debajo de la mesa con el fin de conseguir una buena vista de Hermione. —No sé... tus ojos son un tipo único de contorno-almendrados, creo que eso es una cosa buena... ¿Tal vez podrías, no sé, delineártelos con esa cosa de los ojos que utilizas o algo así? Cuando fuimos a Egipto, vimos algunas momias, y sus ojos eran así-

—Puesto que no he estado muerta por más de 6.000 años, Ron, gracias, pero no —lo interrumpió Hermione obstinadamente, con su dedo pasando a otra nube.

—Aw, Hermione, por lo menos tienes que ser bronceada. Todos los egipcios reales son bronceados —suspiró Lavander de mala gana y agregó con tristeza. —Eso es todo, te lo prometo. Conozco un hechizo bronceador genial. Y quizá pueda oscurecerte el cabello un poquito... —inspeccionó el cuerpo de Hermione críticamente. —Sabes, eso podría ser todo lo que se necesita para hacer el truco... —murmuró.

Hermione hizo eco del profundo suspiro de Lavender, ésta en derrota. Por mucho que odiara admitirlo, Lavander tenía un punto: Ellos tendrían que ser por ambas partes, acústica y visualmente convincentes. —Está bien, Lav, voy a dejar que me broncees antes de que el Expreso de Hogwarts llegue aquí, ¿bien? Pero vamos a hablar de estrategia ahora, mucho. Tenemos que conseguir que nuestras historias estén tan rectas como navaja de afeitar si alguna vez vamos a sacar esto adelante.

—No podemos hablar egipcio —señaló Harry al instante.

—No, no creo que eso sea un gran problema —dijo ella, sacudiendo su cabeza y frunciendo el entrecejo mientras estudiaba el techo. —Dudo mucho que cualquier estudiante o profesor aquí pueda hablar Egipcio, ni uno ni otro - o, si lo hicieran, no lo suficiente como para llamarnos fanfarrones. Gibberish debería funcionar lo suficiente si algún día eso se convierte en un problema.

Lavander se echó a reír, y Ron alzó una mano voluntaria desde su lugar en el banco. —Está bien, estoy suponiendo que el plan es seguir a su alrededor a mini-tú-sabes-quien hasta que lo agarremos solo, entonces detonar al bastardo de regreso al último milenio donde pertenece —terminó en voz baja, helada, con toda la ira de dos años de guerra y Merlín sabe cuánto tiempo de miedo canalizados en sus once palabras finales.

Automáticamente, Hermione sintió el odio puro que tenía hacia ese malvado hombre - no, esa malvada cosa, brotando como lo había hecho en su propia época - No, Hermione, relajarte, una tranquila pequeña voz en el fondo de su mente le dijo alegremente como Ginny murmuró con amargura: —Lo haremos pagar incluso antes de que sepa qué lo golpeó.

... Se la voz de la razón en el mar de la emoción... Solo relájate... Relájate...

Milagrosamente, Hermione en realidad se sintió desinflar, y se llevó unas cuantas respiraciones estabilizadoras para despejar su mente. Tal vez por esta razón Lavander era tan fanática del yoga. —No sé tú, pero especialmente no tengo ganas de pudrirme en Azkaban porque nos cargamos a cierto diecisiete-añero, sin un motivo aparente —ella no estuvo de acuerdo, sacudiendo su cabeza. —Creo que la mejor cosa que se puede hacer es evaluar a fondo la situación por algunos días, semanas, lo que sea necesario, antes de hacer algún plan definido de destrucción.

—Ella tiene razón, West —Draco se rodó sobre su estómago, dejando caer su acento británico y asumiendo un acento sureño americano. —Mira, tenemos que ir sobre este escurridizo. Este no es un idiota con el que estamos tratando, este es probablemente uno de los más inteligentes hijos de perra que Hogwarts alguna vez haya visto. Tenemos que averiguar cuál es su juego, y tenemos que jugarlo.

Hermione ladeó la cabeza hacia atrás, levantándole las cejas a Draco. —Muy expresivas... palabras, hurón. Estoy de acuerdo con él —continuó ella en voz más alta, ahogando la réplica inevitable de Draco. —Pero yo no quiero que estén jugando algún tipo de papel que no es realmente quién ustedes - nosotros - somos con el fin de obtener información, saben a lo que me refiero.

—Veo tu punto —dijo Lavander lentamente. —Vamos a estar atrapados aquí para siempre, y pretendiendo ser otra persona durante tanto tiempo sería agotador.

Hermione no podía dejar de reír. —Vaya manera de poner toda esta situación de una forma positiva, Lav —dijo ella como terminó de trazar el contorno de la nube número ocho y dejó caer su dedo de regreso a su regazo.

—Gracias —respondió Lavander alegremente, bajándose del banco de Hufflepuff y acomodándose en la posición de yoga del árbol.

—El asunto es, queremos llegar lo más cerca, hablando en sentido figurado, a Voldemort como sea posible —dijo Hermione, tratando de dar vuelta a la pagina a cada pieza de información que tenía sobre el Señor Oscuro. —Por lo que Dumbledore moderno nos dijo, Voldemort era realmente muy huraño en la escuela. Tenía algunos pocos amigos, que no puedes exactamente llamarlos amigos -más como cómplices en crimen, supongo... Al parecer, podría haber tenido novia si él lo quisiera, pero Dumbledore dijo que él singularmente ignoraba a todas las chicas que llegaban a sus manos sin importar lo mucho que pudieran habérsele ofrecido-

—Que cambiará —declaró Draco con confianza y Hermione suprimió la instó de amordazarlo. —En serio, Grang-Nefertari ¿Qué no miraste el anuario de esta época? El muestreo del espécimen masculino es por mucho, menos que deseable, especialmente si el Señor Oscuro estaba en la cima de la lista de Vixen. —hizo una mueca. —Yo podría tener que ayudarle a aliviar algo del peso de esa terrible carga...

—Las chicas no están demasiado buenas, tampoco, sabes —murmuró Harry, pensativo.

Hermione lo miró fijamente, sorprendida por las palabras que acababan simplemente de salir de su boca. Nunca antes había escuchado a Harry Potter decir algo tan superficial como eso. —¡Harry! —dijo ella sin aliento.

Ginny gruñó, disparándole a Hermione una mirada de complicidad, la cual Hermione interpretó perfectamente: Hombres. Sin dudarlo, Ginny levantó su cabeza y golpeó la pierna de Harry ligeramente. —Para ti mejor si continuas diciendo eso —se quejó.

—Sí, pero viste a esa, er, ¿esa Slytherin? —preguntó Draco, chasqueando los dedos varias veces en sucesión rápida. —Um, ¿cómo se llamaba?... ¡Columbia Salvi! Ella estaba buena.

—¡Oh! ¡Esa! —Harry chasqueó los dedos de acuerdo y señaló a Draco por debajo de la mesa. —¡Cierto, lo estaba!

Dejando escapar un gruñido, Ginny levantó su varita sobre su cabeza, y dijo tranquilamente. —Expelliarmus —al instante, un chorro de luz azul salió disparado de la varita de Ginny a Harry. Él al instante voló desde el banco, colapsando en la mesa de Ravenclaw y enviando una vajilla rápidamente en todas direcciones.

—¡OW… Gin!

Inclinando su cabeza hacia atrás, su delicioso cabello castaño se desparramó hacia el suelo, como lo hizo, su novia canturreó sin simpatía. —Ay, ¿eso dolió? ¡Lo siento! —ella rodó su cuello y volvió a mirar inocentemente al techo. —Gran forma, por cierto.

Harry, atontado, se levantó y a sus gafas del suelo y se tambaleó de regreso hacia el banco de Gryffindor. —Sí, gran forma mi tr-

¡Ugh! —Lavander cayó sin gracia de su posición del árbol y estrelló sus ambas manos contra la superficie de la mesa de Gryffindor con un ¡BANG! —¡Ustedes están arruinando mucho mi concentración!

—Sabes, tan entretenido como todo esto es, el Expreso de Hogwarts estará llegando en exactamente —Hermione miró al enorme reloj en la esquina noroeste del Gran Comedor. —Una hora y cuatro minutos. Qué básicamente significa-

—¡A trabajar duro y sin parar, gente! —gritó agudo Draco imitando, volteando su cabeza por encima de la de Hermione sus ojos azules brillaron sinuosamente de un modo extrañamente Dumbledore-sco. Durante la inspiración, Hermione alzó ambas manos y lo agarró del cuello. —¡Ack! —exhaló él sin aliento, sorprendido.

Maldita sea —gruñó Lavander. Finalmente renunció a su posición del árbol e indignada se sentó en la mesa de Hufflepuff para ver a Hermione estrangular al rubio Slytherin. —¡No lo puedo creer, finalmente lo esta haciendo! ¡Vamos, Hermione! ¡Tú puedes! ¡Tú puedes! ¡Tú puedes!

—Arrgh... Nefertari... dejaloir…

—Hey, Mione, cuando termines de matar a Mal- uh, du Lac, te tengo una pregunta.

¡Arrrr! —con un gruñido, Draco se volcó del banco y lejos del apretón de Hermione. Aterrizó sin ceremonias en el suelo, jadeando por aire antes de mirar a Ron a través de los diversos espacios en la mesa de Gryffindor. —Que clase de amigo eres, West. Tu ex-Premio Anual estaba a punto de asesinarme, ¿y tú tenías una pregunta?

—Sí... eso una maldita vergüenza, compañero, una maldita vergüenza... Bien, Mione, que estabas diciendo antes acerca de Tu-Sab-Voldemort ignorando a todas las chicas que llegaban a sus manos —continuó Ron de una manera eficientemente profesional, obviamente, completamente despreocupado de la cercana extinción de Draco. Ginny miró a Draco y comenzó a reír.

—¿Qué tiene eso, Ron? —preguntó Hermione, tensándose ligeramente mientras se preguntaba qué clase de observación fuera de lugar se le había ocurrido a Ron ahora.

—Bueno... Y si él, ya sabes... —Ron dejó ir las palabras, incómodo, pero bajo la mirada de Hermione de 'No, no lo sé', agitó sus manos como si ellas pudieran expresar sus pensamientos por él. —¿Y si no es exactamente, er, derecho?

Incluso Lavander detuvo su incesante risa, y el silencio en el Gran Comedor abruptamente se volvió pesado, Hermione realmente podía escuchar los suaves tic-tacs del distante pero enorme reloj. Finalmente, Draco levantó sus manos desde su posición en el suelo. —¡Si batea para el otro lado, yo no voy a ser el que haga los movimientos! ¡Lo solicito!

Lavander se rió otra vez, y el cuerpo de Hermione se relajó contra el banco de nuevo. —Bueno, erm... interesante pensamiento el que tuviste, Ron, pero creo que el punto que Dumbledore estaba realmente tratando de dar era que Voldemort no puede sentir, así que va a ser extremadamente difícil llegar a él, o pasarlo, dependiendo de cómo quieras verlo.

—¿Y qué propones, oh Intrépida Leaderette? —preguntó Harry, todavía tratando de ponerse cómodo en el banco de Gryffindor después de su salvaje vuelo a la Ginny.

Hermione se detuvo. —Dije, que nosotros no juguemos un papel de algo que realmente no somos para llegar a él —comenzó a decir dramáticamente, haciendo girar su varita alrededor de los dedos de una de sus manos y un mechón de su cabello alrededor de los dedos de la otra. —Hagamos que él quiera acercarse a nosotros.

Harry dejó de intentar ponerse cómodo y se incorporó, acalambrándose el cuello antes de desplazar su penetrante mirada verde hacia Hermione con interés. —Me tienes enganchado, Mione. No te detengas.

—Muy bien, vamos a pensar. ¿Cuáles son las cosas que hacen a la gente atractiva? —Hermione sujetó sus manos sobre su cabeza, aun recostada, y enumeró con sus dedos. —Éstos son algunos. Número uno: Popularidad. Número dos: Misterio. Número tres: Tener algo o ser alguien que otras personas no pueden tener, saber o ser. El último es de donde vienes. Cada vez que alguien les pregunte de donde fueron transferidos, o por qué, quiero que cada uno de ustedes conforme una fabulosa obra de tonterías. Esta noche, le solicite a propósito a Dippet no anunciar de dónde venimos específicamente por esa razón... aunque obviamente no le dije eso —añadió pensativa. —Dejándolo al aire. Los hace preguntarse.

—¡Buen Merlín, bien pensado, Hermy! —exclamó Lavander, y Hermione casi podía escucharla componer una historia falsa mientras hablaba. —¿Así que podemos decir cualquier cosa?

—Oh, sí —una sonrisa socarrona surgió, una extraña ocurrencia en la cara normalmente sincera de Hermione. —Quiero que hagan esas buenas historias tan largas como las ideas del viaje en el tiempo no sean mencionadas. No quiero esa siendo una posibilidad, es demasiado cercana a la realidad. Manteniendo los rumores fluyendo. Nuestro misterio únicamente se sumará a nuestra popularidad, lo cual me recuerda... Vamos a tener que prepararnos para la gran posibilidad de que pudiéramos ser seleccionados en diferentes casas.

—¿De verdad crees que nos pasará? —preguntó Ginny. Ella se incorporó y se protegió los ojos de los rayos del sol poniente para poder mirar a Hermione interrogante. —Fuimos seleccionados en la misma casa la vez pasada... Bueno, todos menos él —ella señaló con el dedo pulgar por encima de su hombro en dirección a Draco.

Hermione le meneó un dedo a su amiga pelirroja adrede. —Sí, pero eso fue porque todos queríamos estar en Gryffindor... o algo en ese sentido. Ginny, Ron, ustedes saben la verdadera razón, Gryffindor fue su única opción porque corría en su familia. Y Harry, la única razón por la que no estuviste en Slytherin fue porque le pediste al sombrero seleccionador no ponerte allí.

—Whoa, whoa, whoa -¿Qué? —interrumpió Draco, con sus oídos puestos en la conversación.

—Así es, du Lac —Harry le sonrió desdeñosamente al aturdido rubio. —Tu residente el chico de oro fue una vez candidato principal para la casa de la serpiente.

—Buen Merlín, ¿A dónde se esta yendo este mundo? —murmuró Draco, sacudiendo su cabeza.

Hermione se quedó mirando directamente a Harry, de cabeza, como mencionó su siguiente parte del plan. —Esta vez, quiero que dejen que el sombrero seleccionador los ponga a donde quiera que sople el viento. Sí, incluso en Slytherin, si lo quiere —añadió a la sorpresa de Harry, casi expresión de asco. —Todos sabemos que separarse sólo puede ayudarnos a colectar más información. ¿Estamos todos claros en eso?

—Como el cristal —bromeó Ron.

Harry estaba asintiendo con la cabeza. —Esto es bueno, Mione. Tenemos una oportunidad, lo puedo sentir. Pero —añadió, con su voz suspendiéndose con advertencia. —No podemos olvidar con quien estamos tratando.

—Oh, no lo haremos —dijo Ginny oscuramente en voz baja, sin duda recordando su horrible experiencia con Lord Voldemort en su primer año.

Hermione colocó su varita en la mesa y se incorporó, encontrándose con cada uno de los ojos de sus amigos. —Hagan lo que hagan, no dejen que los capture mintiendo —advirtió, moviendo su cabeza tristemente. —Él es inteligente, lo sabrá. Ya una vez vimos cómo funcionan las cosas aquí, surgiremos con un plan sólido de ataque, pero absolutamente no lo podemos hacer sospechar. Esto tendrá que ir tan despacio y con cuidado como se necesite para funcionar.

—Y si la aproximación lenta no parece estar funcionando para finales del año, simplemente nos lo cargaremos y nos vamos a vivir a Muggleland —intervino Ron en voz baja, con una sinceridad pasmosa en su voz. —Así que no se salgan de sus casillas preocupándose por este jodido disparate; siempre habrá una solución rápida. Tenemos la ventaja. ¿Cierto, Mione?

Por alguna razón, el estómago Hermione se hizo un nudo, una desasosegada paz se estableció en ella. Sí, sí tenían un plan. Sí, por todos los derechos, ellos probablemente estarían más que justificados en matar a Lord Voldemort. Pero ella tenía un sentimiento, un sentimiento de culpa... Algo así como que si lo mataban se rebajarían a su nivel de oscuridad. —Sí —murmuró, con los ojos una vez más, moviéndose hacia el reloj. 6:10. Quedaban cincuenta minutos más. —Bien.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido chirriante de una puerta corrediza abriéndose, haciendo eco en las paredes del Gran Comedor. —El tío Al a las siete —murmuró Draco.

Hermione sonrió y miró a la entrada del personal docente en el otro extremo lejano del comedor a través de la cual Dumbledore había entrado, mirándolo deslizarse -No, más bien flotar- en el Comedor. Él le echó una mirada al grupo de seis, esparcido a lo ancho de las mesas de tres casas, y, sorprendentemente, se reunió con su mirada. —Srta. Nefertari, al director Dippet le gustaría hablar con usted.

Hermione aspiró en un respiro profundo la calma de estar sin preocupaciones, en la actualidad la vida sin guerras había penetrado en su ser, mezclada con una apasionante anticipación y más un poco de miedo de lo que sea que estuviera por venir. Ella le sonrió a Draco y, con una voz muy suave que sabía que Dumbledore no sería capaz de escuchar, murmuró: —Bueno, du Lac, que comience el juego.