#11. Alguna vez, ¿has comprometido?
La almohada tembló un instante y luego se disparó hacia Hermione como una bala.
—¡Harry! —gritó Hermione y se lanzó a cubierto detrás del sofá de Ravenclaw, convencida de que Armando Dippet, Tom Riddle, o ambos la iban a matar cuando llegara a la oficina del Director quince minutos tarde.
Capítulo 11: Primero las damas
Martes, 30 de septiembre, 1944
8: 57 P.M.
—... Los horarios de patrulla serán esperados en mi oficina el próximo viernes por la noche, sin excusas y les aconsejo a los dos mantener una mente abierta referente a las actividades anuales de estudiantes sobre la cual ambos tienen control —haraganeó Dippet rápidamente, desde su dominante posición en el trono imperial del director del otro lado de su escrupulosamente limpio escritorio. —Oh, y traten de mantener estrecha vigilancia en las cosas. Merlin prohíba que los acontecimientos de hace año y medio se repitan jamás.
Inmediatamente, Hermione comprendió a cuales eventos Dippet se refería... pero ellos no sabían eso.
—Por supuesto, director —dijo Tom Riddle, su voz, como siempre, logrando encontrar el balance ideal entre amable y desinteresada. Él estaba sentado casualmente en una silla de respaldo duro idéntica a la de Hermione, con su barbilla apoyada en su mano derecha en fingido interés, estaba segura, y su otro brazo descansaba con indiferencia en el extremo del reposabrazos izquierdo.
Hermione no lo había visto moverse una pulgada en los últimos diecisiete minutos.
'¿Por supuesto? ¿Por supuesto, tu pequeña serpiente? ¡Mentirosa!'
—¿Qué acontecimientos? —preguntó ella con astucia, dirigiendo lo que esperaba que fuera una cautivadora mirada fija a través del escritorio de Dippet, al hombre bajito pero con autoridad. Aún no podía absorber que tan austera y vacía la oficina del director lucía sin los montones de baratijas e invenciones de Dumbledore esparcidas en los escritorios y mesas. Austera, desolada y desierta. Se resistió a negar con la cabeza en lástima. Director Dippet: que hombre tan verdaderamente aburrido.
Dippet exageradamente rebuscó a través de sus varias capas de túnicas y sacó un ornado reloj de oro tallado. Abriéndolo, miró impaciente a su rostro y luego lo cerró de golpe de manera seria. —Si tuviera el tiempo, Srta. Nefertari, no dudaría en contestar exhaustivamente su pregunta. Pero, como estoy seguro que habrá notado, tengo un trabajo ligeramente importante, tengo una escuela que manejar y una cita con el profesor Dumbledore en cinco minutos que simplemente no puede esperar.
¡Vaya pequeña comadreja ensimismada!
Miró con incredulidad y resistió rodar sus ojos como Dippet afanosamente palmeó la pila de pergaminos sobre el escritorio varias veces hasta que los bordes estuvieron alineados con exactitud. Probablemente las deja ahí solo para que pueda alinearlas así y lucir oficial durante todas las reuniones que tiene. De repente, como golpeado por una idea, los pequeños y brillantes ojos del hombre dejaron los suyos y cambiaron a su contraparte masculina. —¿Por qué no le explica la situación a la Srta. Nefertari de salida, Sr. Riddle?
Como por arte de magia, el director permaneció redimido temporalmente en sus ojos y Hermione se giró en su asiento, mirando expectante al chico a su lado. Los ojos de Riddle, que, segundos antes, habían estado distantes y aburridos, ahora parpadeaban de regreso a la reunión con sobresalto, entrecerrados y nublados de traición en Dippet. Ella contuvo otra sonrisa, su tercera en dos días, temiendo que Draco estuviera comenzando a frotar de ella, después de todo el tiempo que había pasado con él.
Sí, ¿por qué no me lo explica, señor Riddle?
Riddle, sin embargo, ni siquiera notó su mirada inquisitiva. En una voz aburrida pero aun respetuosa que Hermione sabía que tenía que ser un actuada, dijo. —Señor, ¿no siente que seria mejor que lo escuchara de alguien como uste-
—Oh, en absoluto, en absoluto, Sr. Riddle. Usted es el premio anual, estoy seguro de que hará un trabajo admirable —dijo Dippet apresuradamente, interrumpiéndolo como miraba de nuevo hacia abajo a sus papeles.
Sólo Hermione observó la sombría expresión que bailó por el rostro de Riddle por un fugaz momento, como él miró fijamente al hombre en evidente desagrado. Pero entonces Dippet se levantó y su mirada instantáneamente se transformó en una de cortés interés como el director les agitó las manos al premio y la premio anual como si estuviera espantando vacas en un campo. —Ahora, vamos, vamos, ustedes dos. ¡Fuera! ¡fuera! ¡tengo asuntos que atender!
Como Riddle y ella salieron disparados de la oficina del director, Hermione se sintió como si un portero acabara de echarlos de un club para veinteañeros. La reunión había ido tan rápido, en comparación con los convenios de uno o dos horas de largo aliento de Dumbledore, que se quedó pensando cómo Dippet se las había arreglado para abarcar todo tan rápidamente.
Debe haber olvidado algo, concluyó.
Con una punzada de dolor y una ola de nostalgia, el estómago revuelto de Hermione le dijo que olvidó ofrecerles un caramelo de limón.
Ellos.
Abruptamente, se acordó de la persona con quien estaba parada en medio de un pasillo relativamente desierto. Su corazón comenzó a bombear rápidamente en su pecho, y la voz de Harry flotó a través de su memoria. 'Jamás lo has enfrentado cara a cara... cuando eres sólo tú y sólo él, y nada más en medio que sus varitas...
¡Merlín, Mione, compórtate! Rápidamente se regañó. ¡Él no va a matarte frente a la oficina del director!
Arrojando sus rizos marrón oscuro sobre sus hombros, con el refrescante aroma de cabello recién lavado mezclado con la esencia mohosa, húmeda del pasillo débilmente iluminado, Hermione se volvió hacia el heredero de Slytherin y esperó que saliera con más confianza de la que sintió, como le preguntó con una sonrisa. —¿Alguna vez tienes la sensación de que somos subestimados?
En lugar de responder como cualquier persona normal haría, tal vez incluso reír y estar de acuerdo, Riddle miró fijamente hacia abajo a ella como si no lograra entenderla, con su delgada figura unos buenos quince centímetros mas alta que la esbelta figura de uno setenta de Hermione. Un momento después, él simplemente giró sobre sus talones y se dirigió rápidamente por el pasillo débilmente iluminado hacia los dormitorios de premios anuales, con su túnica ondeando dramáticamente detrás de él, de una manera muy a la Severus Snape.
Whoa, eso se suponía que era una broma.
Por unos buenos treinta segundos, la morena se quedó boquiabierta a sus espaldas, sin poder creer que alguien pudiera ser tan descaradamente grosero como Tom Riddle lo fue, y sin embargo, encantar a los maestros tanto como parecía capaz de hacer.
Muy bien, así que no me respondes.
—¡Eh! —gritó, corriendo tras él cuando dio una brusca vuelta a la izquierda y desapareció por las escaleras. El amuleto dio un vuelco fuertemente contra su cuello y ella lo sostuvo en su lugar con una mano, hasta que lo alcanzó y rápidamente se puso a caminar con él, preguntándose qué era exactamente lo que estaba haciendo. —¿Es Dippet siempre así?
—¿Siempre así, como? —preguntó con una voz plana, completamente desprovista de cualquier emoción alguna, no frenando su trepidante ritmo para acomodarse al de ella en lo más mínimo.
¿No tienes siquiera una gota de curiosidad en ti? —Siempre como, 'Me amo a mí mismo, y como soy claramente mucho más importante que cualquiera de mis humildes estudiantes, vamos a terminar con esto ahora, antes de que los saque de mi oficina para que pueda seguir admirando mi importante persona?' —preguntó en lo que Ron había venido a etiquetar como su "voz de profesora Trelawney" (simplemente porque sólo la usaba cada vez que se burlaba de Adivinación).
Por un momento, Hermione creyó ver una sonrisa tirar de los labios de Riddle, pero cuando él apáticamente la miró un segundo más tarde, estaba segura que sólo lo había imaginado. —Por lo general. En realidad si hubieras llegado a tiempo, la reunión podría haber ido un poco más sin problemas —dijo agriamente, su sombría mirada pasó sobre ella una vez más antes de añadir sedosamente. —¿No te parece?
¡Maldición, sabía que eso iba a regresar para atormentarme!
—Bueno, perdón si, además de ser lo suficientemente inteligente para ser nombrada premio anual, también tengo vida social —replicó mordazmente. Estaba empezando a tener serias dudas de ser alguna vez capaz de hacer algún progreso con la versión joven del Señor Oscuro. Dumbledore no había en ninguna manera exagerado cuando había dicho que Riddle se sacudió la humanidad. Y Hermione ni siquiera estaba tratando de ser una lata, solo estaba tratando de hacer una conversación amistosa.
Ella sacudió su cabeza desesperadamente, notando con una onza de alivio que habían alcanzado la familiar pintura del caballo y caballero. Riddle dio un paso delante de ella, mirando al inadaptado caballero como Sir Cadogan levantó su espada y la agitó en un bien logrado estilo deportista. —Tiempo. Y, no, ninguno de nosotros está preparado para un combate hoy —añadió él mordazmente como el caballero abrió su boca para gritar el reto usual.
—¡Muy bien, buen señor, muy bien! No es necesario ser rápido al respecto —declaró Sir Cadogan de mal humor. Un tanto con insolencia, la pintura se abrió con ese molesto CREEEEEEK! Riddle le entrecerró los ojos al caballero, en réplica, y dio un paso hacia el agujero del retrato, con Hermione siguiendo detrás.
¡Alto, sinvergüenza! ¡ALTO, le digo!
Al grito de indignación, Riddle dejó escapar un apenas audible, venenoso silbido de aire, dio marcha atrás y cruzó sus brazos, con frialdad, fijando sus tormentosos ojos grises contra el disgustado caballero. —¿Tenemos un problema? —preguntó con una voz vaporosa, que era demasiado inquietantemente calmada para estar realmente calmado, si eso tenia sentido alguno en absoluto, con su mandíbula apretada de tal manera que uno podría pensar que estaba contra un verdadero ser humano.
Sir Cadogan había levantado su visera y estaba mirando furiosamente al premio anual. —¡Comportamiento impropio de un caballero, le digo! ¡No caballeroso! ¡Deshonroso! —escupió. Levantó una mano blindada y furiosamente la sacudió, meneandole un tembloroso dedo a Riddle. —¡Las damas primero, joven truhán, las damas siempre entran primero!
Por cuarta vez en cuarenta y ocho horas, Hermione sonrió con satisfacción y esta vez ni siquiera trató de impedirlo. Sin detenerse a pensar, atrapada en la apropiada declaración, se dio vuelta hacia Riddle, señalando hacia el agujero del retrato con su cabeza. —En ese caso ¿debería ir yo, o tu?
Tan pronto como las palabras cruzaron sus labios, su boca casi se abrió de horror ante su estallido de poco común pero completamente audaz estupidez y estaba impactada con la doble urgencia de auto golpearse y despejar la zona lo antes posible y estallar de risa. En todo caso, Riddle pareció ser completamente pillado con la guardia baja por su accidental descaro y esto probablemente fue lo que la salvó, concluyó.
Ninguno de los dos hizo ningún intento de entrar en el agujero del retrato, el silencio se construía en el pasillo, hasta que el único sonido que llegó a oídos de la morena fue el suave susurro del viento salir de un par de ventanas del corredor.
El premio anual, por su parte, la observó intensamente por un buen minuto. Instintivamente, Hermione levantó la barbilla, de mala gana, de pie bajo su escáner láser... pero cedió, después de su comentario ella probablemente merecía pasar apuros. Esperaba ver ira, odio o al menos molestia en su rostro, pero extrañamente encontró... nada.
A pesar de su absoluta falta de expresión, sabía que tuvo que estar pensando en algo por esos sesenta segundos y ella no se sentía especialmente como para averiguar lo que pasaba por su mente. Era fácil ver por qué muchos de los estudiantes más jóvenes -y muchos de los mayores, incluso- se deslizaban alrededor de Tom Riddle con un aire de nerviosismo, disgusto... miedo. Inconscientemente, sintió su mano pulgadas más cerca a su bolsillo derecho y su varita dentro.
Por fin, dejó escapar un suspiro de alivio cuando Riddle dio un paso atrás, ridículamente lejos del camino al agujero del retrato. —Oh, no, no soñaría con obstruirle a la realeza sangre pura, Nefertari —en un movimiento fluido, le tendió la mano amablemente, como si la invitara a pasar por la puerta e inclinó ligeramente su cabeza. —Pasa. Insisto.
Esta vez, Hermione no pudo evitar abrir la boca completamente y francamente, no le importaba, su mente se paralizó momentáneamente en sorpresa, antes de desecharla en un vertiginosamente rápido giro.
¿La versión del pasado de Lord Voldemort justo se mofo de los sangre pura?
Aun mentalmente aturdida, Hermione físicamente levantó su barbilla y espetó mordazmente: —Bueno, que muy considerado de tu parte, entonces —obedientemente, subió por el agujero del retrato, con la sonrisa vacía y ojos en llamas de Tom Riddle siguiendola como lo pasó.
Parpadeando con el brillante resplandor de la crepitante chimenea, ella disminuyó su marcha, lentamente recuperando el suficiente control de su mentalidad para reflexionar lo que acababa de suceder. Justo había insultado a Tom Riddle. Él, a su vez, la había insultado, por ahora Hermione estaba segura de que eso era lo que el comentario de Riddle había sido, un insulto.
Las cosas no habían tenido un buen comienzo.
Si alguna vez quisiera descubrir algo al menos remotamente útil sobre el joven Lord Voldemort, Hermione comprendió que iba a tener que establecer algunas reglas e iba a tener que establecerlas ahora. Consideró dar inicio a su próxima encantadora pequeña discusión con, Supongo que realmente no pretendes actuar como si siempre tuvieras una varita atascada en el trasero, pero sabiamente optó por lo contrario.
—Escucha, Riddle —empezó a decir cuidadosamente. —Vamos a estar trabajando mucho juntos este año. A menos que queramos ser mezquinos y a menos que queramos ponernos de nervios las 24/7, sugiero que encontremos y acordemos algún tipo de comunicación que vaya a funcionar.
Riddle, quien luego de seguir a Hermione a través del agujero del retrato no había dejado de caminar, estaba ya a mitad de las escaleras a su habitación. Ala velocidad que habían estado yendo, Hermione sinceramente esperaba que la ignorara y siguiera camino a su habitación, pero él la sorprendió y se dio vuelta casualmente, a tres escalones de la parte superior. —Nefertari, creo que esa es la cosa más inteligente que has dicho desde que nos conocimos.
Lo que fue aterrador es que sonaba como si honestamente creyera eso.
Hermione suspiró. Tirando de su larga, fresca cabellera de sus hombros, frustradamente apilandola en la parte superior de su cabeza y se desplomó sobre el único mueble que le permitía sentarse y seguir observando a Riddle: el mullido sillón de cuero de respaldo alto. —¡Bien, ya puedo ver un problema: Soy habladora y tu no. Bien, por alguna absolutamente loca razón, me acabas de conocer, sin embargo, te desagrado completamente. Bien, sin resentimientos, puedo con eso. Pero eso todavía no nos ayuda a encontrar la forma de tolerarnos el uno al otro casi lo suficiente para hacer que nuestra escuela funcione sin problemas!
Riddle no se había movido de su posición en el tercer escalón a la puerta de su dormitorio, pero una mano estaba ahora barriendo por su oscuro, ordenado cabello. —Muy bien Nefertari, es esto, o no es nada —espetó, sonando molesto. —No me importa un bledo si o cuando decidas hacer lo que sea que te guste hacer. Sin embargo —hizo una pausa, acentuando la palabra sin embargo. —Voy a pedir que nuestra sala común sea utilizada sólo para asuntos oficiales, y no para cualquier tipo de reuniones sociales en las que aparentemente pareces prosperar. ¿Eso te satisface?
Hermione reflexionó sobre su proposición, ligeramente sorprendida de que Riddle había sido el primero en ofrecer. Aunque exactamente no podía ver cómo este acuerdo la beneficiaria directamente, estaba dispuesta a hacer el acuerdo con el diablo, si no para garantizar que no entrara en su dormitorio en la noche y la asesinara por pura provocación.
¡Basta, Mione, todavía no se ha convertido completamente en un trastornado psicópata!
Bueno, pensó, la sala de menesteres sería lo suficiente buena también para cualquier fiesta de medianoche. —Podría funcionar —cedió ella lentamente.
—Bien —el heredero de Slytherin se dio la vuelta y rígidamente acechó a su habitación. —Ha sido un verdadero placer trabajar contigo, Nefertari. Preferiblemente, no tendremos que hacerlo de nuevo en algún momento pronto.
Hermione se detuvo y, entonces, en inspiración, alegremente gorjeó: —¡Buenas noches! —como la puerta de su dormitorio se cerró de golpe fuertemente.
En el momento en el que él se había marchado, ella masajeó su palpitante frente y cerró los ojos, tratando de calmar su acelerado corazón de vuelta a un ritmo normal, después de tener una casi-discusión con Tom Riddle. Que el cielo la ayude si alguna vez lo consigue. En voz baja, murmuró, "cabrón".
Nota: ¡Al fin! Lo logré, traduje y subí este capitulo. Perdonen la larga ausencia, no sabia si continuar o no con la traducción, no había tenido nada de inspiración y tiempo, pero se lo merecen, me pareció muy injusto de mi parte no tenerlos en consideración. Así que aquí andaré hasta que termine la historia, no será fácil pero lo haré. Gracias por todos los favoritos y los comentarios, me hacen mas que feliz.
