Hola preciosos~
Ya llegó el siguiente capítulo. No es que pase algo demasiado interesante en él, para ser honesta, al menos desde mi perspectiva. Pero realmente, necesitaba encadenar lo que tal vez ocurra en los siguientes capítulos. Aparte de explicar un poco más ciertas cosas.
Espero que os guste. ¡Disfrutad de la lectura!
Disclaimer: Los personajes de Naruto/Naruto Shippuden pertenecen a Masashi Kishimoto.
La historia, salvo los personajes, escrita es de mi pertenencia e imaginación. Se va a reportar cualquier señal o advertencia de plagio. Les pido respeto. Gracias.
Arrepentimiento
La música se escuchaba por todas partes en la casa Inuzuka, Hana, la hermana mayor de Kiba se encontraba celebrando una fiesta universitaria al encontrarse sin padres por el fin de semana.
Se podría decir que había mucha gente, parecía que varios alumnos de diferentes años y carreras habían decidido por lo mismo. Ponerse a celebrar a lo grande antes de que tuvieran que ponerse a estudiar para los primeros exámenes.
Eso es lo que vio Sakura una vez entró por la puerta principal de la casa, saludando con la mano a varias personas que ya tenía vistas de otras fiestas mientras pasaba entre grupos de personas por cada habitación. Las luces estaban solo prendidas en lo que era la zona de la cocina. Por el resto, a pesar de no estar oscuro, las luces led aportaban un aspecto de discoteca al hogar.
– No me sorprende viniendo de Hana… – pensó la pelirrosa en lo que se acercaba a la cocina para prepararse el primer trago. Era obvio que la susodicha, había aprovechado la ausencia de sus padres para montar una fiesta a lo grande.
Preparándose un vodka con zumo de fresa, volteó su cabeza para encontrarse a un grupo de chicos echándole una ojeada a su espalda. Volteando la cabeza, negando la cabeza ante su comportamiento, colocó su pajita en su vaso y dio el primer sorbo. Saboreó el sabor de esta en lo que daba la espalda a la isla de la cocina, topando con uno de los chicos del grupo. El cabello de color marrón oscuro, con los ojos del mismo color.
– Pero bueno, ¿Cómo te llamas hermosura? – empezó el chico con una sonrisa ligona, apoyándose a su lado en la encimera. Sakura tuvo que evitar sonreír con burla ante esa penosa intento de insinuación.
– Qué… – musitó la Haruno en lo que soltaba de sus labios la pajita, tomándola con su mano libre y removiendo el contenido con hielo de su bebida a la vez que se entretenía mirando el objeto en sus manos.
– ¿Qué? – repitió el muchacho con esperanza, alzando una ceja con interés por su nombre.
– Qué te importa… – terminó la pelirrosa forzando una corta sonrisa mirando de arriba abajo al tipo frente a ella, disfrutando cuando a este se le borraba la suya rápidamente.
– Me importa mucho que una señorita tan adorable ande sin escolta, en una fiesta llena de idiotas universitarios descontrolados. – propuso el chico en lo que otra sonrisa aparecía en su boca.
– Me las apaño demasiado bien sola. – añadió Sakura yendo hacia la puerta de la cocina, empezando a andar por la sala con su bebida en mano, en busca de la hermana de Kiba, ignorando al tipo que parecía no rendirse.
Otra canción empezó a sonar, una que a Sakura personalmente no le gustaba, por lo que siguió buscando a Hana. No tardó en encontrarla, bailando al lado del puesto de DJ. Sin sorprenderse al ver a Shino. Cuando la Inuzuka la vio, la saludó efusivamente con el brazo sin dejar de bailar con sus amigas.
– Ei, Sakura… – saludó una voz conocida tocando brevemente su hombro, haciéndola girar la cabeza.
– Hola, Kiki. – dijo la Haruno sonriendo burlona al ver a Kiba hacer una mueca ante ese apodo, el cual había sido otorgado por su hermana mayor.
– No empieces… – musitó el castaño con sorna para después dar un sorbo de su bebida sin alcohol. – Veo que has llegado temprano esta vez…
– ¿Y perderme las sesiones de Shino en vivo? Eso nunca… – respondió Sakura moviendo un poco el cuerpo al ritmo de la música frente a su compañero de clase.
– Es un milagro que haya accedido, solo está aquí porque mi hermana se lo ha pedido ¿Sabes? – añadió Kiba sin sorprenderse del comportamiento del excéntrico del Aburame que parecía estar en su elemento en el podio, viendo como la mayoría de personas bailaban a su música. – Hasta lo hace por un precio más bajo de lo normal.
Sakura sonrió alzando sus hombros sin sorprenderse de ese comportamiento. Volviendo a saludar a más personas, vio como Kiba se despedía siendo arrastrada por una bonita castaña de cabello liso, su novia.
Colocando su acolchado bolso en su otro hombro, subió las escaleras que llevaban a la segunda planta, con intención de dejar en la habitación del hermano de Hana, su bolso en un lugar seguro, libre de manos ladronas. Sintiendo el tipo de antes subir tras ella, esta suspiró con hastío.
– ¿Te importaría dejarme en paz? – pidió de malas formas la Haruno volteando a ver al tipo, quien se paró frente a ella.
– ¿Por qué no dejas de hacerte la difícil y accedes a pasar un buen rato conmigo? – dijo el moreno inclinándose hacia delante como queriendo acercar su rostro.
– ¿Qué tal si dejas de ser un perdedor? No me interesas, ¿vale? – respondió Sakura empujando al chico lejos de ella.
– Me parece divertido que no te hayas dado cuenta de que cuanto más me rechaces, más ganas te tengo. – admitió el universitario atreviéndose a tomar su mano para intentar besarla. Se vio forzado a gruñir de dolor cuando la Haruno torció su mano violentamente, obligándolo a soltarla hasta casi arrodillarse debido al dolor del agarre.
– Quizás no fui lo suficientemente clara… – contempló la ojiverde con una mirada de enfado hacia él. – Vine aquí a pasar un buen rato, y lo estás arruinando…
Sin tener que alzar la voz, miró como su agarre hacía sisear de dolor de nuevo en lo que seguía sin soltar. Hana apareció de repente y ensanchó los ojos, pero rápidamente soltando un suspiro se acercó a ambos.
– ¿Por qué no vas a engatusar a otra, Idate? No me hagas arrepentirme haberte invitado. – ordenó la Inuzuka cruzando los brazos, no era la primera vez que veía al tipo intentando asechar a chicas con sus comentarios que no daban otra cosa que grima.
La Haruno soltó su agarre, viendo la mueca de dolor incrementar el tamaño, después de que el mencionado asentir habiendo entendido el mensaje, para seguidamente irse hacia las escaleras sin voltear atrás.
– No te preocupes, Idate es inofensivo. – comentó Hana saludando con un pequeño abrazo a su amiga. – Ven, vamos a dejar tu bolso y a bailar.
Después de unas cuantas selfis y retoques en la habitación de la mayor, Hana y Sakura bajaron a la primera planta y se dirigieron hacia el amplio patio con piscina. Encontrando otra gran multitud bailando sin freno. La pelirrosa fue arrastrada al podio al lado de Shino, quien solo vestía una sudadera con la capucha puesta aunque desabrochada, dejando ver su pecho y unos pantalones negros piratas, saludándola con la cabeza para rápidamente seguir a lo suyo.
No tardó en empezar a bailar junto a las demás chicas alrededor del DJ, disfrutando del calor que subía por su cuerpo debido a su copa, sintiendo el ritmo en su cuerpo, logrando que los oscuros pensamientos sobre su padre, su madre… , el resto de su familia, su… accidente.
– Esta noche, olvídalo… – manifestó la voz de su conciencia ante el recuerdo de sus traumas debido a Dosu y Zaku, de ese otro malnacido.
Haciendo caso a la voz en su cabeza, ante los primeros sonidos de una canción que le encantaba. Se soltó la melena de su recogido bajo, y empezó a mover su cuerpo sensualmente. Dejó que su largo cabello cayera a su espalda con un solo movimiento de cabeza, no tenía calor al vestir otro top negro de lentejuelas de manga abullonada conjuntado con una falda del mismo color ajustada a medio muslo junto a unas botas altas de tacón alto y ancho, también negras.
Llamando la atención de varias personas al alzar sus brazos moviendo su cadera, quienes empezaron a virotearla, logró animar a las otras muchachas que bailaban a su lado. Sin importarle que varios sacaran sus teléfonos para grabar el momento.
Shino pareció disfrutarlo, porque señalando a su compañera y a la Inuzuka, sonrió feliz ante los aplausos de su público. Estaba feliz de que su música agradara a tanta gente. Había hecho bien en acceder a tocar en esa fiesta. Volvió a mirar a Hana, quien le sonrió feliz de vuelta. Alzó sus brazos, antes de empezar a saltar al ritmo del siguiente pedazo de su canción, sin dejar de tocar las teclas de su sintetizador y demás, acompañado del público. Parecía que la fiesta había llegado al mejor momento.
Sasuke miró de reojo a su mejor amigo suspirar por cuarta vez en menos de cinco minutos, tomando otro pedazo de pizza con pepperoni, no pudo evitar negar con la cabeza.
– Se lo advertí… – comentó mentalmente el pelinegro viendo el estado de Naruto, quien comía, por raro que parezca, su ramen instantáneo en silencio.
El Uchiha menor no iba a forzarle a hablar, aunque se sentía mal verle en ese estado, seguía pensando que su actitud con la Haruno había sido bastante cuestionable. Por no decir, de canalla obsesivo.
– Deja de comerte las pocas neuronas que te quedan con eso, palurdo. – chinchó Sasuke dando el primer mordisco a su porción de pizza. El Uzumaki solo se dignó en dar un sorbo de su ramen haciendo un puchero.
– No es justo… – musitó el rubio en lo que se acomodaba en el suelo, tomando más fideos con sus palillos.
– Ya empezamos… – comentó mentalmente el pelinegro en lo que daba un mordisco más grande, mirando como Kage salivaba frente a ellos, esperando que alguno compartiera algo de comida.
– ¡No lo es! – repitió Naruto dejando el pote vacío de comida encima de la mesa auxiliar en un movimiento brusco. – Aceptó que habláramos, pero solo ella lo hizo.
Sasuke negó la cabeza con cansancio ante los comentarios de su amigo, escuchó la puerta de entrada abrirse. Itachi había regresado de hacer la compra. Este último no tardó en dejarse ver por el salón, quien les saludó a ambos.
– ¡Itachi, no es justo! – bramó Naruto volteando a ver al hermano de su amigo, en lo que el mayor simplemente dejaba las bolsas encima de la isla de la cocina sonriendo ante las palabras.
– ¿Problemas con tu chica otra vez? – preguntó Itachi apoyándose en el mármol sin cambiar su expresión de burla hacia el rubio.
– No es tu chica, idiota. Te lo dejó bien claro. – recordó Sasuke con hastío tomando otra porción.
– Qué gran amigo eres, cabronazo. – respondió sarcásticamente Naruto, fulminando con la mirada al pelinegro a su lado, robando también un pedazo de pizza.
– Te dejó. – afirmó Itachi empezando a sacar productos de la bolsa tranquilamente y guardarlos en su sitio, apartando la mirada de los chicos.
– No, este se ilusionó con una idea que elaboró en su cabeza. Como siempre. – recalcó Sasuke sin asombrarse de las estupideces de Naruto, no era la primera vez. Naruto volvió a fulminarlo con la mirada.
– Si tan solo me hubieras ayudado a hablar con ella… – vociferó Naruto a regañadientes, siendo ignorado por el Uchiha.
– No me apetece entrometerme con las gilipolleces que cometes con ella… – le volvió a recordar Sasuke, obviando el papel de histérico que hizo frente a su casa.
– Ya, claro… – se atrevió a decir el Uzumaki sin cambiar su expresión para seguidamente suspirar.
– Te lo advertí, pero no hiciste caso… – manifestó Sasuke mirando su porción de nuevo distraídamente, queriendo disfrutar del sabor a queso y tomate sin el embutido, separando un pedazo de pepperoni y meterlo en su boca sin pensarlo dos veces.
– ¿Y qué hubieras hecho tú en mi lugar, sabelotodo? – cuestionó el Uzumaki apoyando el codo en el sofá encarando a su amigo.
Naruto se quedó observando como su mejor amigo se quedaba callado ante su pregunta, siempre que sacaba el tema de Sakura este se comportaba igual que siempre. Como un patán. Se impacientaba porque cambiara de tema, su instinto le decía que eso era una mala señal. Por más que apretara el tema, no conseguía sacarle nada. ¿Cómo podía asegurar que cualquier idea que pudiera ofrecer llegara a funcionar? A su modo de ver, aseguraba que el Uchiha apenas conocía a Sakura como él si lo hacía.
– Pedir disculpas. – respondió Sasuke secamente sin molestarle en mirarlo.
El menor de los Uchiha empezó a recordar la escena vivida con el padre de Sakura. Las palabras dichas por esta última, sin ningún tipo de arrepentimiento, le hicieron recordar la manera en que él la dejó después de que ella se le confesara abiertamente.
No podía estar convencido con eso, pero comprendía lo que ella había dicho. Palabras que él había pensado acerca de su hermano, actualmente hacia Madara, quien recientemente había fallecido en prisión debido a cáncer de colon.
– ¿Para qué? No me arrepiento de nada, tarde o temprano lograré que Sakura me escuche… – respondió Naruto libremente, ignorando la respuesta de su amigo.
– No me sorprende… – reflexionó el pelinegro cortando un pedazo de queso de su porción y meterlo en su boca.
– Es más, seguro que ni lo has hecho tú… – comentó fríamente Naruto, logrando que Sasuke esta vez si le mirara lamiendo sus dedos tras meterse el último bocado de masa en la boca, observando como Itachi se acercaba y robaba dos pedazos de pizza para él para no quedarse sin. Este miró curioso a Sasuke, recordando el nombre recientemente pronunciado.
– ¿No es Sakura la chica con la que…? – pensó Itachi algo sorprendido, volteando a ver a su hermano, quien parecía distraído.
– ¿Cómo decías que se llama tu supuesta chica, Naruto? – preguntó confundido el de la coleta, no sabía si había escuchado bien.
– Sakura. – respondió rápidamente Naruto sin pensarlo dos veces.
– Oh… – dijo la voz de sus pensamientos en lo que Kage se atrevía a robarle un pedazo de pizza y escapaba de ahí, masticando ruidosamente.
– ¿Podrías ir con más cuidado? Podría sentarle mal… – pidió Sasuke en lo que veía a su mascota disfrutar del manjar que no le correspondía.
Naruto sacó su teléfono para mostrarle una foto que le había hecho con suerte a Sakura sin que esta se diera cuenta, feliz por el interés de Itachi hacia su conversación, tal vez él podría hasta ayudarlo.
El hermano mayor de Sasuke no pudo evitar tomar aire tomando el móvil de Naruto, para ver a la pelirrosa vestida con el uniforme del instituto sonriendo charlando con lo que parecía ser amigas de ella.
– oh madre… – terminó por pensar Itachi rascándose el cabello sin poder dejar de ver la imagen. Miró a su hermano y encaró el móvil hacia este, quien levantó sus ojos para mirarle y después al móvil.
– Es guapa, tienes buen gusto. ¿Verdad, Sasuke? – comentó con rintintin el mayor mirando a su hermano, quien pareció recordar la conversación que tuvieron esta mañana.
Sasuke no pudo evitar morderse el labio incómodo, sin poder saber en lo que pensaba su hermano. Se levantó del sofá y se dirigió al frigorífico para tomar una botella de agua, ignorando la mirada que su hermano le dirigía.
– En qué lío te has metido, Sasuke… – reflexionó Itachi disimulando en lo que le regresaba el móvil al Uzumaki, quien no se había dado cuenta de nada.
– ¿Cómo llevas el trabajo de historia con esos dos? – preguntó Sasuke queriendo cambiar de tema.
– Meh, no sé en lo que estaba pensando ese Asuma, pero si apenas toleraba a Neji antes, ahora menos. Ni qué decir sobre el raro de Shino, quien apenas habla. Solo escribe en su ordenador. – se quejó el rubio.
– El melenudo ese solo está para criticar todo lo que hago, se cree mejor que todo el mundo. Lo lleva claro si cree que tiene oportunidad con Sakura. El otro solo se pone a escuchar hardcore rave en sus auriculares, ignorándonos. ¿Y tú? – Sasuke no pudo evitar rodar los ojos ante los comentarios de sus dos compañeros de clase.
– No me extraña que se te echen encima por como te refieres a ellos… – añadió el pelinegro abriendo la botella de agua y empezar a tragar de la misma. No vio como Naruto hacía una mueca de desdén ante su respuesta.
– Para tu información, no es que hable mucho con Sakura, solo está dándome órdenes en todo. Estamos por terminar. – comentó como si nada, logrando que Itachi se atragantara con el alimento de su boca, pegando su pecho con el puño, tosiendo sin parar, haciendo que Sasuke y el rubio le miraran extrañados.
– ¿Dijo en todo…? – mal pensó el hermano mayor, reflexionando sobre lo que podía significar ese detalle, en lo que lograba dejar de toser. – No me extraña que pasaran a otra cosa si van sobrados de tiempo… ¿Dónde está Shisui cuando lo necesito? No se lo va a creer.
El teléfono de Naruto empezó a sonar, en lo que Sasuke se volvía a acomodar en el sofá seguido de Kage quien se acostaba a su lado, disfrutando de las caricias que uno de sus amos le proporcionaba.
– Vale, ya voy… – musitó a regañadientes el Uzumaki tras escuchar el sermón por parte de Jiraiya, al no haberle dicho que después de irse de casa de Neji iría a casa del Uchiha, ese viejales pervertido se había preocupado y le ordenaba que regresara a casa cuanto antes.
– ¿Quieres que te lleve a casa, Naruto? – propuso Itachi en lo que se levantaba del sofá, no quería dejar a un menor marcharse a solas a estas horas. Ya eran pasadas las nueve.
Naruto asintió levantándose del suelo y tomó su bolsa tirada de cualquier manera en el sofá.
– Nos vemos, tío. – se despidió el Uzumaki chocando su puño con su mejor amigo.
– Hablamos luego, inútil. – respondió Sasuke sin molestarse en levantarse de su sitio, en lo que el rubio asintió feliz, más tranquilo.
Una vez Itachi y el Uzumaki salieron por la puerta de casa, se ofrecieron a bajar por las escaleras en vez de usar el ascensor que podía tardar una eternidad en subir. Cuando llegaron al portal, ambos se sorprendieron al ver a una Sakura entrando llevando a Shiro con correa.
Esta vestía unos shorts deportivos de color rojos con una camisa negra de una banda de rock que desconocía, más unas deportivas de color negro, saboreando un chupetín.
El hermano mayor de Sasuke no estuvo a tiempo de avisar a Naruto que no se acercara tan deprisa a la muchacha recordando al perro. Ni medio segundo después, el gran can se encontraba gruñendo y ladrando hacia Naruto, quien enormemente sorprendido ante la reacción del animal, tuvo que recular sus pasos que había hecho, mientras era frenado por su dueña firmemente, impidiendo que este se abalanzara contra él, o tal vez a los dos.
– Shiro, basta. – ordenó Sakura tranquilamente, siendo obedecida casi al instante por el chucho. Aun así, este no dejó de gruñir, mirando fijamente hacia al rubio.
– ¿Tienes perro? – preguntó el Uzumaki agachándose para observar el animal, se podría decir que era del mismo tamaño que Akamaru. Este hizo un ademán de invitar al perro a acercarse, pero solo obtuvo un gruñido, lo había tomado como provocación.
– Vamos. – dijo Sakura tirando un poco la correa para que Shiro empezara a caminar sin sorprenderse de su comportamiento, ignorando al rubio frente a él, haciendo que ambos chicos se alejaran de ella y del can. – Buenas noches, Itachi.
El mencionado giró la cabeza extrañado observando cómo la muchacha subía acompañada del perro, no se habían presentado, ¿Cómo sabía su nombre? Regresó su mirada hacia Naruto, quien mantenía una mirada triste. Suspirando, invitó a Naruto a avanzar hacia la puerta del parking. Sintiéndose algo incómodo ante lo que el Uzumaki parecía desconocer.
En el trayecto a casa de Jiraiya, Naruto estuvo en silencio mirando el teléfono con desánimo, la misma imagen de antes. Atreviéndose a mirar al asiento de copiloto frenando el vehículo en un semáforo en rojo.
– ¿Sabes? A Obito le sirvió no rendirse. Al final pudo estar con la mujer que le gusta. – informó el pelinegro manteniendo una mano el volante. – Siempre podrías hacer algo que la haga escuchar de otra forma, si crees que ella vale la pena.
Eso hizo que una idea se le apareciera en la cabeza al rubio, una vez Itachi hizo avanzar el coche por la carretera.
– Eres un jodido genio, Itachi. – halagó Naruto motivado, al llegar a casa planearía mejor como realizar su plan sin interrupciones.
– Eso me dicen… – respondió burlón como respuesta el Uchiha con una sonrisa a la vez que colocaba el intermitente. De pronto, esa incomodidad fue camuflada por culpa. Recordando a su hermano. En lo que miraba como el rubio volvía a guardar silencio y ponerse rápidamente a pensar, decidió guardar silencio. De todas formas quedaba poco para llegar a su casa.
Cerrando la puerta de su casa con llave, Itachi se descalzó y rápidamente caminó hasta el salón. Encontrando a su hermano doblando la caja de pizza para seguidamente tirarla a la basura.
Con las llaves del coche aún en su mano, el mayor se rascó la nariz sin saber qué decir. Siguió mirando a Sasuke, mirando como este colocaba agua limpia al cuenco de Kage en silencio.
– Olvidaste el detalle de contarme que Naruto está loco por Sakura. – empezó Itachi sin saber de qué otra forma sacar el tema.
– Tarde o temprano te enterarías. – respondió Sasuke con tranquilidad, sabía que su hermano había atado cabos sobre el tema.
– Naruto es tu mejor amigo. – preguntó el mayor para suspirar justo después, guardando las llaves en el bolsillo de su cazadora.
– No me arrepiento. – admitió Sasuke tristemente en lo que miraba distraídamente hacia el salón, a pesar de lo que eso significaba, traicionando a su mejor amigo en cierta forma.
Cuestionando su respuesta sin decir nada, el hermano mayor se cruzó de brazos, este creía saber la respuesta a su pregunta, pero quería que su hermano lo dijera por sí solo.
– Ella no le quiere. – se atinó a responder el menor de los hermanos, bajando la mirada al mármol de la cocina, escuchando al de la coleta, suspirar por lo bajo.
– ¿Te quiere a ti? – propuso escéptico Itachi mirando hacia Sasuke, quien no tuvo más remedio que reflexionar esa pregunta.
Sasuke no supo qué decir a partir de ahí. Por más que se atreviera a pronunciar lo que estaba en la punta de su lengua –Ella me quiso–, aunque esta le manifestara eso como la verdad más obvia del mundo, debía admitir que ahora… no estaba seguro de que ella lo siguiera amarrada a ese lazo que él mismo había cortado fríamente, con un solo objetivo en mente. Pensar que en ese periodo de tiempo, Sakura hubiera pasado página… Dejándolos atrás. No quería eso…
– ¿La quieres tú? – dijo Itachi observando curioso como su hermano menor se había vuelto tenso.
– Ya veo… – acabó pensando el mayor, sacando una sonrisa de suficiencia en lo que cerraba los ojos.
– No te juzgo Sasuke, ya te dije que hagas lo que hagas, te querré siempre, pero callarte algo así… puede hacer que te arrepientas después. Puede que incluso más. – habló Itachi con experiencia debido a su pasado con su hermano, familia y más.
– Naruto… – dijo Sasuke con voz sutil, sin saber bien qué decir.
– No me refería con él, estúpido hermanito. – cortó Itachi acercándose a su hermano para revolverle el cabello y tocar su frente, logrando sacar una mueca gruñona muy conocida para él. Conocía a su hermano, demasiado bien. Eso le hizo querer bromear un poco con él.
– ¿Usaste protección? – bromeó Itachi aún con una mano encima de la cabeza de Sasuke, quien se tensó nuevamente. – ¿Debo dar la charla sobre el acto sexu- …al?
El codazo en el estómago por parte de su hermano le hizo ensanchar la sonrisa, observando con burla como este se dirigía hacia su habitación algo abochornado, seguido por Kage cerrando la puerta detrás de él. La verdad es que dudaba que le hiciera falta darla.
Tras entrar en su habitación, encontró a Izumi durmiendo boca abajo en su cama, sonriendo cariñosamente, reflexionó que merecía descansar al saber que estaba un poco enferma del estómago. Quitándose su sudadera, la metió en la cesta de la ropa sucia. Al ver que esta estaba prácticamente llena, debido a que ahora eran uno más en casa, tendrían que hacer colada más a menudo. Colocándose sus pantalones de pijama, prendió el aire acondicionado y se tumbó en la cama, haciendo que su novia se despertara.
– Mhn… , hola. – musitó Izumi estirándose en la cama para seguidamente acurrucarse contra el pelinegro.
– ¿Te encuentras mejor? – preguntó Itachi en voz baja en lo que abrazaba con un brazo a la morena.
– La fruta que comí me sentó bien… – comentó con tranquilidad, empezando a acariciar el pecho del Uchiha.
– Eso es bueno, tal vez no fue lo de tu colega en el trabajo y solo se deba a una intoxicación por el sushi de ayer. – respondió él distraídamente, estando relajado al lado de su mujer. No pudo evitar sonreír juguetonamente cuando sintió sus manos bajar hasta sus abdominales y el ombligo.
– Izumi, deberías descansar, no haces buena cara… – dijo Itachi subiendo su mano para acariciar la melena de esta. Fue respondido con un beso inesperado, para después verse bastante sorprendido cuando la castaña se subió a horcajadas encima de él.
– No haberme despertado, cielo… – vociferó en lo que empezaba a sacarse la sudadera vieja que había prestado de él con una corta risa traviesa, mostrando su delantera, acercándose para besarlo de nuevo, quien no opuso resistencia a esa maravillosa manera de terminar el día.
Después de tanto bailar, Sakura volvió a sentir la boca seca. El poco alcohol que había tomado le subió tan pronto como se le evaporó del sistema. Viendo que cada vez había más gente en la tarima con ella y las demás chicas, bajó por detrás y se volvió a encaminar hasta la cocina, quien a simple vista desde la sala de estar, parecía estar ocupada por una pareja que pronto decidió escabullirse por la puerta corredera de la terraza. Donde prácticamente la mayoría estaba.
– ¿Te llamas Sakura? – preguntó una voz femenina a sus espaldas en lo que ella preparaba otro cóctel en un vaso limpio.
La Haruno volteó la cabeza para encontrarse con una pelirroja de piel oscura con su melena trenzada recogida en una coleta alta, vistiendo unos jeans rasgados y un top verde.
Sin molestarse en responder, dejó la copa en la encimera, apenas volteando la cabeza, pudo ver que la muchacha no se encontraba sola.
– ¿Conoces a un chico llamado Mikio? – presionó la misma muchacha quien no le gustó ser ignorada, llenó su copa poco a poco.
Sintió su cuerpo ser sujetado volteado de repente, encontrándose acorralada por dos muchachas que no conocía de nada.
– ¿Os conozco? – se atrevió a decir la pelirrosa mirando a la pelirroja de arriba abajo.
– La que hace las preguntas soy yo, enana… – Sakura no pudo evitar sonreír burlonamente ante ese comentario. – ¡¿Qué te hace tanta gracia?!
– Tú, linda… Tenías que venir acompañada a preguntar estupideces. – comentó sin cambiar de expresión, consiguiendo que las chicas frente a ella cambiaran la suya para una de enfado.
– ¿Tienes idea de quién soy yo? – ante esa nueva pregunta, la pelirrosa no pudo evitar alzar una ceja, volviendo a pasar su mirada por la pelirroja, colocando ambas manos en su espalda, dando con una sartén secándose en el fregadero.
– Aparte de cobarde… – la Haruno no se sorprendió cuando fue empujada de nuevo contra la encimera.
– Escucha lista, estoy harta de tus tonterías, ¿te liaste con Mikio o no? Me dijeron que te llamas Sakura. – bramó prácticamente histérica la chica apuntándole con un dedo.
– Si estás molesta por un imbécil que te ha puesto los cuernos, busca problemas con él. – insinuó la ojiverde con descaro, acercando su rostro con el de la morena.
Alguien tocó el hombro de Samui que se encontraba al lado de Omoi jugando a la botella con otras personas. Una multitud los rodeaba, curioseando y vitoreando a las personas que tenían que besarse frente a los demás, aparte de bailar al son de la música.
– ¡PELEA! – chilló una voz masculina de repente, acaparando la atención de todo el mundo. Otra femenina le siguió gritando lo mismo, varias veces.
La gente empezó a correr hacia el lugar donde una horda de gente empezaba a amontonarse en la zona de la cocina.
Samui negó la cabeza ante el comportamiento de las personas, siempre o casi siempre había una pelea o algo que ocasiona problemas en la fiesta. Empezaba a arrepentirse de haber venido, pero Karui la había convencido tras varios días insistiendo sin parar. Al parecer el novio de esta, las había invitado a unirse a él y otros al evento, algo que a la anfitriona no parecía importarle. Pero el hecho de que poco después la pelirroja decidiera escabullirse en busca de su novio, dejándola con el pesimista de Omoi, no le causó demasiada gracia.
– Una pelirroja contra una pelirrosa, se están dando de golpes en la cocina… – informó un chico encontrando el hecho divertido.
Samui sudó frío, ¿Había escuchado pelirroja? Era demasiado probable que se tratara de su única amiga, quien era conocida por su temperamento impulsivo-agresivo. Levantándose del sofá, seguida por Omoi, ambos fueron apartando a la gente para comprobar si se trataba de ella.
No tardaron en ver que, evidentemente, sus sospechas eran una realidad.
Se encontró a una muchacha sentada en el suelo, apoyando su espalda contra las ventanas de la cocina, asustada. Se sorprendió en sobremanera cuando vio la cabeza de Karui ser empotrada mediante un agarre de dos manos por su melena contra la encimera una y otra vez.
Sakura apenas tenía un minúsculo corte en la comisura de sus labios, causado por una bofetada dada por la pelirroja. Cuando esta vio como empezaba a salir sangre de la nariz de su agresora, la empujó contra el suelo, haciendo que un par de mechones trenzados fueran arrancados de su cabellera rojiza, quedando estos enredados en las manos de la Haruno.
Karui se tomó con una mano la nariz, que por suerte no tenía pinta de estar rota, ya que aún podía sentirla al tocarla. Viendo sus mechones de cabello en las manos de su contrincante, se agarró la melena, su peinado…
– Cuida mejor de tu cabello, estúpida… Lo tienes asqueroso. – soltó asqueada con un brusco movimiento de la mano las largas trenzas, dejando que estas cayeran al suelo.
– ¡Karui! ¿Qué demonios? – dijo un chico de piel pálida, acercándose entre la gente con el cabello de color falsamente teñido de albino.
– ¿Te atreves a engañarme con esta tipa, Mikio? Leí tus mensajes con una tal Sakura…– bramó Karui bien enfadada y también adolorida, hablando con voz nasal.
Varias personas empezaron a cuchichear sobre ella, pasando por error la lengua por el corte de su labio. Siseó de dolor a la vez que giraba la cabeza contra la chica todavía agachada, sujetándose la cabeza debido al golpe que le había proporcionado con la sartén, que yacía en el suelo. Milagro que esta no hubiera quedado inconsciente.
Pasó un dedo por el corte, comprobando que por suerte no sangraba. La pelirroja se había llevado lo peor, se lo tenía merecido.
– Sakura, es el nombre de mi hermana mayor… – comentó el chico sacando su teléfono y mostrándole una foto familiar como prueba, completamente abochornado, empezando a ofenderse. – Vete a la mierda.
– Patético… – musitó mentalmente en lo que se arreglaba la melena con una mano ante el escándalo, era lo único que no quería que pasara. Ser involucrada en algún culebrón universitario.
– Mikio, ¡Espera! – dijo Karui alzando la voz, para que el chico la escuchara agarrándose la nariz que no dejaba de sangrar, levantándose del suelo yendo tras su ahora expareja.
– ¡Qué te den! – obtuvo como respuesta, no le gustaba nada esa falta de confianza y ese loco y tóxico comportamiento.
Suspirando con cansancio, viendo cómo la gente la miraba incómoda, esperando lo que ella iba a hacer a continuación, expectantes al ver como se giraba para la otra chica que estaba de metiche en este problema. El tortazo que se había llevado con la sartén, fue bastante fuerte. –Lo que pasa cuando alguien la intenta sujetar–. La chica no se lo esperaba. Al verla acercarse a ella cuando intentaba rodear la isla de la cocina para tomar su copa, se intentó esconder con los brazos para protegerse de cualquier posible golpe.
Sakura tomó su copa y se la tomó entera con la pajita rápidamente, necesitaba refrescar su garganta. Volviendo a mirar a la chica que estaba con la pelirroja, se acercó hacia el refrigerador y de la parte del congelador, sacó un paquete de verduras congeladas, y se lo dejó al suelo frente a la tipa, quien la miró con temor.
– Para tu cabeza. – contó con cierto desdén hacia la desconocida, para empezar a dirigirse hacia la puerta que daba al salón. – Se acabó el show, muévanse.
Mirando a las manchas de sangre en la encimera y el suelo de la cocina, fue cuando a la Haruno se le apareció el pensamiento de que tal vez se había dejado llevar un poco por la ira.
Bufando con molestia, se escabulló entre la multitud que empezó a disiparse. Ignorando a una rubia junto a un moreno que la miraban raro. Subió a la habitación de Hana para recoger su bolso con intenciones de marcharse. Eran pasadas las cinco de la madrugada, el tiempo pasaba volando.
Le envió un mensaje a Hana explicando lo ocurrido, además de pedir disculpas y que estaba por irse. Saliendo por la puerta principal, descubrió que no era la única que predisponía a marcharse. Coches, motocicletas, empezaban a irse del improvisado parking del descampado del lado de la finca de los Inuzuka.
Después de llamar a un taxi, Sakura miró como la pelirroja de antes salía por la puerta principal con una bolsa de hielo contra la nariz. El recuerdo de su madre, arremetiendo contra ella, la desequilibró momentáneamente. Borrando el vivo recuerdo, negando la cabeza… tomó aire en lo que escuchaba como la fiesta parecía seguir, a pesar de que la música había dejado de merecer la pena. Probablemente, Shino solo había acordado tocar cierta cantidad de horas.
Veinte minutos después, se subió al taxi antes de que otra persona intentara robarlo. Sentándose en el asiento trasero, dejó que la puerta automática se cerrara en la cara de dos chicas que intentaban entrar en él.
– Buen intento, chicas… – pensó con gusto viendo como las chicas hacían una mueca de molestia.
El vehículo se puso en marcha una vez le dio la dirección para que la dejara cerca de su casa.
Se quedó viendo el amanecer apoyando la cabeza contra la ventana, estaba tan cansada y aun así no descansaba bien por las noches. Gracioso ¿No? La desgraciada de su madre había muerto, pero ahora tenía que lidiar con su padre. Algo le decía que tenía un motivo para haberse acercado a ella, no era buena señal, por más equivocada que estuviera al final. Conocía suficientemente a Kizashi, se acordaba de todo.
– ¿No te pedí que por hoy lo olvidaras? – regañó con cansancio su conciencia.
– ¿Me explicas cómo? – respondió sarcásticamente hacia sí misma.
Un punzante dolor en su sien empezó a taladrar su cabeza, justo lo que necesitaba –Nótese el sarcasmo–. Decidió cerrar los ojos por el resto del trayecto a su casa.
Con el coche dejándola en la calle de al lado más tarde por seguridad, tuvo que caminar un poco hasta su edificio, por más que le gustara llevar tacones, sentía que sus pies la estaban castigando por el estrés. Sentía como si cuchillos se estuvieran clavando en las plantas de sus pies. Es lo que tiene llevar tacón y plataforma por muchas horas, pero para presumir hay que sufrir.
Una vez en casa, se quitó las botas con prisa y se colocó ropa más cómoda para sacar a pasear a Shiro, quien tras recibirla cariñosamente tras su ausencia, ver la correa, se puso histérico y feliz de ser llevado a fuera.
Cuando Sakura lanzó la pelota de tenis, Shiro salió disparado tras ella en su busca feliz. El descampado se encontraba prácticamente desolado. Era la mejor hora para venir a estimular y ejercitar a su mascota, su perro era muy competitivo y protector con sus juguetes, pero eso no quería decir que fuera incapaz de socializar con otros perros. Aunque la mayoría de dueños le encontraran intimidante, algo que Hana y Kakashi ya le habían advertido. A fin de cuentas, Shiro era un Akita Inu bastante más grande de lo que normalmente su raza era, contando lo que añadía su pelaje.
Cuando el chucho regresó corriendo feliz con la pelota entre sus dientes, jugó un poco con él al ver que este se resistía de dársela directamente. Le encantaba jugar al tira y afloja con todos sus juguetes, más que ir en busca de objetos lanzados.
A punto de lanzarla de nuevo, se encontró con que Shiro empezaba a correr por detrás de ella, mirándole extrañado, se sorprendió al ver como iba sin freno hacia alguien encapuchado y saltaba encima de este, logrando tumbar al suelo de espaldas al tipo.
Algo sorprendida y asustada, Sakura se acercó casi corriendo hacia su perro para apartar a su mascota del hombre. No esperó encontrarle feliz y lamiendo la cara de…
– ¿Sasuke? – dijo ella una vez logró reconocerle, una vez el akita se alejó un poco.
– Hn. – pronunció Sasuke alzando la mirada para verla directamente, sin dejar de acariciar a Shiro en ningún momento.
Escuchó que algo tocaba el suelo, y no tardó en darse cuenta de que se trataba de la preciosa Kage quien había dejado caer al suelo su disco volador para acercarse a ella moviendo la cola expectante.
– Esa carita irresistible… – comentó derritiéndose ante la monada de perro frente a ella, amaba al suyo con locura, pero Kage tenía ese algo, que la hacía querer abrazarla y mimarla. Esta se alzó de sus patas traseras para abrazarla, disfrutando de los mimos que le daban. Estaba celosa de que otro perro obtuviera carantoñas y ella no.
Kage le lamió la nariz cuando la pelirrosa acercó su rostro al hocico para plantarle un besito al suyo. Tomó el disco del suelo y se lo enseñó a la husky, quien se inclinó juguetona expectante para finalmente salir disparada tras el juguete lanzado al aire, notando como Shiro regresaba a su lado, oliendo la pelota que todavía sostenía en su mano, no tardó en lanzarla para que el akita se alejara rápidamente como una bala para recuperarla.
Sakura observó cómo el Uchiha se colocaba a su lado, tenía pinta de no haber dormido casi nada. Sí, hacía mala cara. Recordó como años antes, ella misma no habría dudado en preguntarle si se encontraba bien, pero conocía al pelinegro demasiado bien para saber que este ni se dignaría a responder, puede que solo musitara otro monosílabo de los suyos. Así que ¿Para qué?. Se le dilataron las pupilas al verle bostezar silenciosamente, por lo que apartó la mirada nerviosa.
En lo que Kage regresaba orgullosa con el juguete entre sus dientes, trotando como una diva hacia la pelirrosa. La Haruno escuchó lo que parecía ser una pequeña risa proveniente de Sasuke, quien se encontraba jugando con Shiro quien intentaba quitarle la pelota de las manos con los dientes a modo de juego.
Ambos canes parecieron cansarse de los juguetes, y pronto empezaron a corretear y perseguirse mutuamente por el descampado, en lo que sus dueños caminaban al lado del otro en silencio.
Sasuke, por su lado, se podría saber que estaba puede que incluso más nervioso que la Haruno. Sentía que el minuto que hablara, haría el ridículo. Para empezar, ¿Hablar de qué? ¿De qué hace tan solo pocos días tuvieron sexo y no hablaron de ello? Sasuke podía imaginarse la reacción de la ojiverde. En su casa tal vez lo echarían de menos, pero jamás encontrarían su cuerpo, nunca había subestimado la ruda inteligencia de Sakura.
El pelinegro estaba tan distraído que no se daba cuenta de que al estar andando al lado del lago en silencio, en lo que ambos perros les iban siguiendo sin dejar de jugar, hasta que por accidente, Shiro empezó a deslizarse demasiado deprisa por una bajada del pequeño turón, empujando a Sakura quien sin querer empujó a Sasuke haciendo que este cayera al pequeño lago inesperadamente. Suficiente para hacer que despertara de su ensoñación aparte de quitarle el sueño restante.
Cuando el Uchiha levantó la cabeza del agua, porque sí, su cara había chocado directamente con el agua, haciendo que el resto de su cuerpo cayera al agua como un planchazo, volteó la cabeza con molestia hacia la pelirrosa. Esta se encontraba con una mano en la boca sorprendida.
– Lo siento… – escuchó que murmuraba la pelirrosa mirándole aun tapando su boca con una mano.
– Ya, seguro que sí… – pensó el Uchiha en el que intentaba levantarse sin poder evitar resbalar en el intento, aunque sin volver a caer, viendo como sus pantalones grises se habían llenado de agua igual que su sudadera. Parecía que llevaba un traje de aire.
– Dame la mano, anda… – mandó Sakura ofreciéndola para que se sujetara para no volver a caer. Con ayuda de ella, Sasuke logró salir con cuidado, quien la miraba furibundo por lo ocurrido, lo que la hizo soltar una risa eventualmente.
– No tiene gracia… – se dignó a decir con mal humor en lo que dejaba que el agua de dentro de sus pantalones y del resto de su vestimenta se escurriera por los pies, una vez fuera del agua.
– Sí que la tiene… – se burló Sakura intentando no soltar otra carcajada, apartando la mirada y mordiéndose el labio superior para no hacerlo, haciendo que el corte de su labio le doliera de repente.
– Hmp. – pronunció Sasuke sacudiendo su cabello, olió el hedor del agua estancada emanar por su cuerpo.
– Genial. – pensó a regañadientes en lo que se metía un dedo en la oreja para que salieran algunas gotas de agua del agujero. Un ladrido llamó su atención, bajando la mirada al Akita, quien le miraba fijamente con la lengua fuera moviendo la cola como si nada hubiera pasado, disfrutando de unas pocas caricias en su cabeza dadas por su dueña. – ¿Qué miras chucho?
– Vamos a casa, Shiro. – dijo de pronto la Haruno volviendo a colocar la correa en el arnés de su perro tranquilamente, ignorando deliberadamente al Uchiha que salpicaba agua como si hubiera sido recién bautizado.
Kage se sentó al lado de su dueño, mirándole con la cabeza ladeada, haciéndolo bufar de molestia. Sacó su teléfono de uno de sus bolsillos, no funcionaba. Esto no podía estar pasando.
– Vamos. – dijo, después de tomar del suelo al borde del lago, la correa de Kage, para abrocharla rápidamente y así empezar a caminar hacia su casa, siguiendo a la Haruno, quien iba frente a ella.
Sasuke no se había percatado de que la Haruno frente a él, seguía riendo en silencio ante lo ocurrido en el parque, que la poca gente que andaba fuera a esas horas se quedara observando el pelinegro caminar apestando a agua de estanque dejando un rastro de agua por donde andaba, no ayudaba.
La pelirrosa podía sentir su mal humor de lejos, no podía negar que lo ocurrido no había sido culpa suya. Cuando Shiro chocó con ella, se sujetó en Sasuke. Pudo sentir el brazo más cercano a ella, tocarla con sus manos calientes, ya era demasiado tarde cuando se dio cuenta de que había terminado por empujarlo al agua, sin calcular su grado de fuerza.
Subiendo por las escaleras de su edificio hasta la planta de ambos, logrando escuchar el escandaloso sonido que las empapadas deportivas de Sasuke hacían contra el suelo detrás de ella junto al de las patas de los perros de ambos, la ojiverde se dirigió hasta su puerta. Miró, de reojo como el Uchiha, rebuscaba entre sus bolsillos la llave de su casa sin encontrarlas hasta entender que las había terminado por perder, en lo que ella fácilmente sacaba las suyas del suyo.
Se sintió verdaderamente mal al ver que el pelinegro también sacaba su teléfono para intentar encender este, sin conseguirlo.
– Usa el mío. – dijo Sakura acercándose a él, arrastrando a Shiro con ella, ofreciéndole su teléfono.
– Solo hazlo, Sasuke, te empapaste de arriba abajo por mi culpa. – añadió ante el silencio de este. Alzó su mirada y le volvió a mostrar el aparato en su mano, quien lo tomó en silencio para enseguida empezar a marcar un número.
Se pudo escuchar el sonido del teléfono fijo desde fuera, pero nadie contestaba la llamada y saltaba el contestador. En lo que Sakura se entretenía acariciando ambos perros, el Uchiha decidió llamar directamente a su hermano, pero este tampoco respondió en ninguna de las tres llamadas que le hizo.
– Seguro lo tiene en silencio de nuevo… – suspiró molesto apartando el móvil de su oreja, era evidente que la parejita que estaba dentro de su casa estaban fornicando de nuevo como una pareja de conejos.
– ¿No hubo suerte? – preguntó Sakura en cuclillas, acariciando con ambas manos a Kage detrás de sus orejas.
El silencio de Sasuke lo decía todo, por lo que decidida volvió a incorporarse, viendo la expresión agria que seguía en él, se dirigió hacia su puerta. Cuando llegó frente a ella, volteó su rostro para volver a mirarle.
– Ven, a no ser que quieras quedarte fuera como un vagabundo. – comentó como si nada, empezando a abrir la puerta de su casa.
Cuando el Uchiha entró a la residencia de Sakura, se encontró con una decoración similar a la de su casa, aunque con tonos más claros y obviamente femeninos. Observó como la pelirrosa quitaba la correa y el arnés de Shiro y este salió corriendo del pasillo directo hacia su bol en la cocina, lleno de agua para hidratarse. Imitándola, liberó a Kage de su amarre y esta se puso a olfatear todo.
– Pasa. – añadió Sakura ya descalza caminando por el pasillo oscuro. La casa no tenía las cortinas abiertas.
Sasuke obedeció en silencio, algo tímido e incómodo a pesar de sentir curiosidad por la casa de la Haruno. Observó cómo se dedicaba a abrir las cortinas y subir una ventana para que la habitación se ventilara, para después dirigirse al pasillo de su habitación con él pisándole los talones.
– Siento haberte empujado al agua, no fue a propósito. – se disculpó Sakura yendo hacia la ventana para subir un poco las cortinas y abrir la ventana, para seguidamente voltearse a él.
– También lamento que por ello tu teléfono se rompiera y que perdieras las llaves. – finalizó Sakura jugando con su cabello.
– Lo sé. – respondió el Uchiha simplemente viendo como la pelirrosa abría la puerta corredera del armario para empezar a buscar algo en él. – Yo también…
El pelinegro bajó la mirada a sus pies desnudos, rehuyendo los ojos de Sakura, quienes se pusieron en él rápidamente, pero esta no dijo nada. No entendía por qué iba a disculparse por caer al agua. Fue culpa suya.
– Me arrepiento casi siempre… – eso sí hizo que la Haruno hiciera una mueca extrañada ante esas palabras.
– ¿Acaso vas todas las mañanas a tirarte al lago? – cuestionó sarcásticamente Sakura sin entender a donde quería llegar Sasuke.
– Estoy hablando de lo que te dije la noche en que me fui. – explicó el pelinegro asimilando tanto sus actos como sus pensamientos.
Sasuke no alzó la vista, a pesar de saber que la chica frente a él le miraba fijamente en silencio, se sentía mejor tras haberle dicho esas palabras, pero no restaba el nerviosismo que surgía y se extendía por todo su cuerpo.
Les invito a decirme con honestidad, lo que realmente piensan de Naruto y de su comportamiento. ¿Ustedes justifican su comportamiento?
Digamos que aunque Kiba sea un personaje gritón y a menudo, desconsiderado aparte de burlón… digamos que me apetecía darle junto a Shino, un poco más de escena. Además, para qué negarlo…
Karui me cae un poco mal y me apetecía hacerla hacer el ridículo por cómo trató con Naruto en cuanto a Sasuke. Firmemente creo que Sakura merecía patearle el culo. Pero si no ocurrió en el manga, aquí si. *Sonrisa macabra*
No es fácil para mí escribir desde la perspectiva de Sasuke, ya lo saben. Sigo sin saber si le cuadro o no.
Aun así, espero que hayan disfrutado de la lectura.
¡Hasta la próxima!
