Hola a todo el mundo~

Ains… no sé, ¿eh? Creo que la inspiración no se me va. ¿Es un nuevo récord o no? No me acuerdo, pero qué más da.

Bueno, feliz cumpleaños de mi hacia mi con esta actualización. Me lo pasé bien y mal al escribir este capítulo. Solo diré eso.

Aun así espero que les guste.

Disclaimer: Los personajes de Naruto/Naruto Shippuden pertenecen a Masashi Kishimoto.

La historia, salvo los personajes, escrita es de mi pertenencia e imaginación. Se va a reportar cualquier señal o advertencia de plagio. Les pido respeto. Gracias.


Rencor

Sasuke no se encontraba bien. Tenía un dolor de cabeza tremendo y frío, sentía que había agarrado un resfriado del copón. Sí, ¿Raro, verdad? Pues no. No era de extrañar que días después de su desliz en el lago del parque, aparte de que su hermano también lo estaba, terminara igual. Algo aún más raro, él pocas veces caía enfermo.

Tosió levemente intentando quitar las cosquillas en su garganta, sin hacer demasiado ruido. Otro escalofrío recorrió su cuerpo de arriba abajo. Tendría que haberse quedado en casa, pero él tenía que llevar el trabajo impreso. No iba a defraudar a Sakura, aunque fuera una estúpida y simple tarea de Historia.

Sacó el dosier de su bolsa y lo dejó encima de su pupitre para seguidamente tapar la cara con sus manos, apoyando los codos en la mesa. Empezaban a dolerle hasta las orejas.

– Uchiha. – saludó Shikamaru, entrando con su mochila en su espalda después de bostezar.

– Hn. – murmuró solamente con cansancio.

– ¿Sabes algo de Naruto? No ha respondido mis mensajes. – preguntó el castaño, dejando sus pertenencias en su silla para acercarse al pelinegro.

– Está bien, solo dolido. – respondió el pelinegro masajeándose las sienes. Al ver que el de la coleta seguía de pie mirándole, entendió que quería hablar de algo más.

– La verdad, quería hablar contigo de algo… – comentó el castaño entrelazando sus manos detrás de su cabeza. Quería aprovechar que solo estaban ellos dos de su grupo de amigos.

Shikamaru movió de arriba abajo ambos dedos índices, manteniendo la postura, en lo que intentaba encontrar la forma en la que empezar una conversación con el Uchiha. Que no le caía bien ni mal. Sí, era el mejor amigo de Naruto, estaba al corriente que sus problemas eran agua pasada, que el pelinegro y el Uzumaki habían arreglado sus problemas.

Aun así, creía conveniente apostar por un camino más pacífico que no podría terminar pasando de no ubicar tanto a Sasuke como a Naruto, a un par de pequeños singulares aunque cruciales detalles.

Hablar del tema no era fácil, pero todo era para que no haya problemas como antes…

– Supongo que te habrás dado cuenta de que no le caes demasiado bien a Sai… – empezó el de la coleta bajando ambas manos y ponerlas en los bolsillos de su pantalón.

¿A cuántos les caigo bien aquí? – pensó Sasuke alzando levemente las cejas impasibles, lo que ese sustituto pensara de él, le importaba menos que si Danzou tuviera como pasatiempo aprender el baile de hula.

– Eso tiene explicación. Verás, pocos meses después que tú te fueras… Sai llegó a la escuela. Naruto y Sakura, al principio, no se llevaban con él. Sobre todo Sakura… quien le propinó un puñetazo tomándonos a todos desprevenidos cuando él empezó a hablar mal de ti en frente de ella y Naruto.

Una pena, me hubiera gustado estar ahí para verlo… – meditó imaginando la escena sin poder evitar que saliera una minúscula sonrisa de orgullo.

– Pero sorpresivamente y para nada inesperadamente, Naruto terminó por hacerse amigo de Sai. Con Sakura, no… créeme. – añadió Shikamaru recordando todas las hostias en la nuca que se comía cuando usaba su mote con ella indebidamente.

– Digamos que hubo un tiempo en el que Sakura y Naruto se distanciaron un poco por culpa de este y al último, no pareció importarle demasiado. Cabe añadir que Naruto estaba en las mil y una intentando dar contigo, no fue hasta que con ayuda de Jiraiya… que te encontró.

Sasuke no tuvo más remedio que apartar la mirada un poco incómodo. Al no ser consciente de lo que había pasado en su ausencia antes de que Naruto diera con él, que alguien no cercano se molestara en explicar ciertos detalles, era apreciable.

– ¿Está celoso de mi amistad con el zoquete? – adivinó el pelinegro con voz ronca, claro que se había dado cuenta.

– Te aborrece, Sasuke. Solo que no lo dice, puede que hasta él ni lo sepa… – aclaró el Nara mirando a sus zapatos.

– Eso es algo de lo que me percaté al instante de conocerlo… – dijo el Uchiha recordando la mirada que le mandó cuando el Uzumaki les presentó a cada uno.

– Si me permites un consejo, yo le pondría frenos a Sai a la mínima… – habló Shikamaru un poco más bajo que antes, observando como el pelinegro le miraba escéptico como si preguntara ¿Por?.

– No sé si te acuerdas del primer día de clases, durante el juego de la pelota. Estaba siendo grosero de nuevo. No lo ves porque Sakura no se os acerca, pero él sí lo hace con ella, aunque no tan a menudo… – explicó algo molesto y decepcionado con su compañero de clases.

– ¿Qué intentas decirme? – preguntó el Uchiha afilando su mirada hacia el castaño, quien no le sorprendió para nada su reacción. Es más, se lo esperaba.

– Entre tú y yo, creo que si Sakura le mintió a Naruto, tiene que que ser por él…

Shikamaru sintió algo de temor que supo camuflar bien, al ver cómo el Uchiha guardaba silencio. Le observó entrelazar sus dedos y apoyar su mentón en encima de sus manos con lo que parecía ser más que molestia. No sabía si arrepentirse de haberle dicho o si tenía que temer por su compañero de clases.

Ya, esto tiene mala pinta… – asimiló en silencio el Nara, pero creo que ya había hecho bastante para que en el futuro las cosas tuvieran otro posible camino.

Dando la conversación por terminada, Shikamaru se sentó en su silla después de sacar con pereza el material de su primera asignatura y finalmente acostarse para intentar dormir unos otros minutos más antes que empezaran las clases. Era demasiado pronto.

Desafortunadamente, no tuvo suerte, sintió unas voces familiares entrar al aula. Las chicas. Lo que hizo le hizo levantar un poco la cabeza, al ver como su novia y las demás entraban en la habitación. Temari le sonrió con amor, algo sonrojada. Habían pasado una gran tarde ayer, teniendo su primera vez. Ninguno lo había previsto, o sí… tal vez un poco. Habiendo comprado condones el mismo, pero en su cita de ayer no fue su plan tener relaciones. Lo que pasó, pasó y debo decir que aunque fueran ambos inexpertos… lograron pasar un buen rato, de alguna forma u otra.

Shikamaru no pudo evitar sonrojarse también dejando escapar un suspiro enamorado junto a una sonrisa estúpida, se le aceleraba el corazón al ver la faceta tímida de Temari.

Algo distrajo al castaño, observando como la Haruno se separaba de su grupo y se acercaba al Uchiha.

Interesante… – pensó viendo como el pelinegro no se había reparado que la Haruno había llegado, como normalmente hacía.

No era de los más inteligentes por nada, esas miradas que se lanzaban el uno al otro, podían significar desprecio u otras cosas… pero, algo le convencía de que eso no era lo que reinaba entre ellos. Quien sabe lo que tardarían ese par en dejar de chasquear piedras.

Vio como la pelirrosa se colocaba al lado de Sasuke para tomar lo que parecía que estaba encima de la mesa de este y empezaba a leerlo, pasando las primeras páginas. Tuvo que disimular un ademán de sonrisa burlona apareciera al ver como su compañero se enderezaba casi instantáneamente. Y hacía lo que todos los hombres hacían ante alguien atrayente. Apretar músculos y más… debía decir, que era más gracioso ver eso en Sasuke que en Lee. El primero era más torpe y callado, totalmente opuesto al deportista, quien era más extrovertido y a la vez lo hacía ridículo.

– ¿Son veinte páginas? – preguntó Sakura leyendo el índice.

– Veintisiete. – dijo Sasuke mirando el rostro concentrado de la chica frente a él.

– ¿Márgenes e interlineado como te dije? ¿Texto justificado? – cuestionó Sakura comprobando las palabras del pelinegro.

– Sí. – respondió sin más.

– ¿Faltas de ortografía? – habló ella de nuevo.

– Ninguna. – contestó sin añadir nada más, haciendo que apareciera un tic en su ceja de nuevo.

– ¿Están todas las imágenes que te mandé? – respondió la Haruno cerrando el dosier para sostenerlo solo con una mano.

– Hn. – musitó simplemente levantando una comisura del labio, intentando que una mueca de costumbre no se dejara ver en su rostro.

Shikamaru encontró divertido el hecho de ver como Sakura alzaba una ceja ante ese monosílabo característico, parecía que eso no era una respuesta que la muchacha aprobaba a su pregunta. Sasuke rodó los ojos chasqueando la lengua.

– Sí. – respondió al final, sin más remedio.

– Así me gusta. – el castaño disimuló una risa, escondiendo su sonrisa burlona detrás de sus brazos.

¿Es que acaso está adiestrándolo? – pensó el Nara mirando la cómica escena frente a él, ya se imaginaba al chico meneando la cola.

– Peor que un sobresaliente, Sasuke… Y verás. – avisó Sakura tirando el dosier en sus manos encima del pupitre frente al susodicho.

– Hn. – repitió Sasuke sin poder evitarlo, lo que lo hizo esconder sus labios. Sintiendo la mirada para nada sorprendida de la pelirrosa.

– Hola, fea. ¿Tú por aquí? – saludó Sai detrás de ella, haciéndola soltar aire por la nariz hastiada con la sola presencia del muchacho.

La Haruno se aguantó las ganas de ahorcar al pelinegro con sus manos ante el mote que le otorgaba al dirigirse a ella.

– Vamos a la misma clase, ¿recuerdas? – comentó con sarcasmo Sakura volteando a mirar al pelinegro de cabello corto. Quien sabe que le veía a Ino, es más calienta rabos que otra cosa infrahumana.

– Ya, pero como apenas nos diriges la palabra… – respondió sin borrar su sonrisa forzada que se notaba a kilómetros que era falsa como los billetes con la cara de Doraemon.

– ¿Has pensado que tal vez sea tu culpa que no lo haga? – propuso la pelirrosa imitando a Sai forzando una sonrisa aún más falsa.

Shikamaru hizo una mueca acostumbrando al innuendo de esos dos, algo que le provocaba más aborrecimiento todavía. Sasuke solo fulminaba con la mirada a Sai quien apenas le había volteado a ver.

– ¿Lo es? – cuestionó Sai ladeando la cabeza sin borrar su expresión.

– En parte, sí. – afirmó Sakura logrando que la sonrisa del pelinegro disminuyera en tamaño ante la respuesta.

Quien sabe el que fue el que le metió la idea de hacer algo así a Naruto… – pensó ella, estando casi convencida de que fue él quien incentivó al Uzumaki a hacer ese papelón en frente a todo el instituto prácticamente.

– Naruto está muy triste, sería mejor que habla… – empezó a decir su pálido compañero de clases, borrando definitivamente la sonrisa, dejando ver una mirada seria.

– Que bueno que tenga a su mejor amigo con él, entonces… – interrumpió Sakura cruzando los brazos a la vez, acariciando un mechón de su cabello liso, volteando a ver a Sasuke, quien observaba la conversación atento en silencio.

Su comentario desestabilizó a Sai, quien no consiguió ocultar su enfado. Algo que satisfizo a la Haruno en sobremanera, quien soltó una risa con mofa. Le había tocado y hundido el orgullo de una.

– Tú solo intenta decirme que debo hacer de nuevo, Sai… Y verás lo que pasa. – informó Sakura acercándose lentamente al pelinegro, quien sujetaba su mochila en un solo hombro, apretando el asa de la misma, claramente ofendido.

– No me hagas arrepentirme de ser tu casamentera con Ino, porque fácilmente… Le puedo explicar ciertos detalles sobre ti, que sé que no le gustarán. Por ejemplo, lo ocurrido en el armario del gimnasio, el año pasado… – añadió haciendo un falso mohín, arreglando la solapa de la blusa de Sai, para seguidamente agarrarlo del cuello de la misma de manera inesperada, bajando a su altura.

Shikamaru tan solo pudo negar con la cabeza ante el comportamiento de su compañero de clase.

– Naruto tiene suerte, de que no perdiera la cordura ayer… No seas el siguiente, en agotarme la poca paciencia que me queda. ¿Estamos? – avisó con una sonrisa atrevida a pesar de estar más que molesta con el Uzumaki.

Ya tuve bastante con lo de ayer, para después tener que descubrir… – reflexionó ella con rencor lo ocurrido ayer.

Ante el silencio del muchacho, Sakura soltó el amarre y le apartó con el codo para caminar hasta su pupitre. Cambiando su expresión en menos que canta un gallo, dejando al pálido pelinegro completamente tenso, quien tras lanzar una mirada de desdén al Uchiha caminó lentamente hacia el suyo sin decir nada más.

Sasuke siguió con la mirada a Sai, mirándole impasible. A su modo de ver, Sakura había sido capaz de arreglárselas sola con él. Lo que no le sorprendió, en verdad. Colocando su mirada ónix en Shikamaru, él le respondió con una mueca como si le estuviera diciendo "Te lo dije".

Bien, si el susodicho Sai quería hacer ese papel, si él creía conveniente intervenir, no dudaría en hacerlo.


Sasuke abrió su lata de bebida energética, para dejarla al lado de su bocadillo de lomo, queso y tomate. Debía admitir que no había pasado ni un día y la ausencia del Uzumaki era más que notoria.

Qué bonita manera de admitir que le echo de menos… – pensó el Uchiha en lo que daba el primer mordisco.

Para qué negarlo, si era su mejor amigo. Pero no por eso debía ignorar los errores del mismo, y esta vez… había cruzado la línea. Había hecho de algo privado, totalmente lo opuesto. Por más extrovertida que la Haruno fuera, ella había dejado claro su incomodidad respecto a su actitud.

No pudo evitar recordar cómo actuaba a veces ante el mínimo roce. Tragando con dificultad, todavía encontrándose bastante mal debido al resfriado, la imaginación lo llevó a ver a una Sakura siendo maltratada por sus padres.

¿Por eso lleva armas de defensa? – meditó dando otro mordisco molesto, no quería llegar a imaginarse hasta qué grado había sido agredida.

Ignoró cuando Shikamaru, Lee, Chouji, y Kiba se sentaron a la mesa con él, para empezar a comer y charlar entre sí.

– Se nota que no está Naruto… – comentó Chouji abriendo su paquete de galletas. Kiba y Lee asintieron algo desanimados.

– No es como si no le hubiéramos avisado… – se atinó a comentar Kiba en lo que empezaba a comer su ensalada de arroz.

– Él estará bien. – zanjó Sasuke después de tragar otro bocado para enseguida tomar su lata y dar un sorbo, todos le miraron y varios asintieron como leve agradecimiento a esas palabras por su parte.

– ¿Dónde está Sai? – preguntó Kiba extrañado de que no estuviera con ellos en la mesa.

– Con Ino, en el patio trasero… Ha decidido prepararle el almuerzo. – respondió Shikamaru antes de meter un pedazo de bollo en la boca.

– Uf… Pues que prepare las pastillas para el estómago. – bromeó Chouji logrando sacar una sonrisa divertida al Nara ante el comentario, ambas sabían lo pésima cocinera que era la rubia, aunque fuera aprendiendo a paso de hormiga.

– ¿Cómo es que no estás con Temari? – preguntó Kiba moviendo las cejas con una mueca traviesa.

– Ella quería comer con las demás… – explicó el Nara tranquilamente, bien relajado. Ya tendría tiempo de estar con ella a solas después del instituto, y tal vez repetir lo de ayer. No pudo evitar sonreír algo perverso ante el recuerdo.

– Yo, Sasuke. ¿Qué hay, tíos? Mi nombre es Suigetsu, y este es Juugo. – saludó efusivamente Suigetsu sentándose al lado del pelinegro sin planteárselo dos veces, dejando su bandeja en la mesa igual que Juugo.

Todos los demás se sorprendieron ante el tamaño del último, quien se puso algo nervioso. Cuando el pelinegro notó la mirada de todos en él, no tuvo más remedio que dar explicaciones.

– Iban a mi mismo instituto en Hokkaido. – explicó Sasuke regresando su mirada a su bocadillo.

– Pero qué soso eres, si somos amiguis~ – añadió el albino golpeando con el codo al pelinegro.

– Así que, qué hay de nuevo, ¿Dónde está el idiota de Naruto? – preguntó golpeando repetidas veces la mesa antes de empezar a probar un bocado de su almuerzo.

– Suspendido. – le respondió Lee, amigable, abierto a que los dos nuevos integrantes se unieran al grupo.

– Resumiendo mucho, se buscó problemas… – le ubicó Shikamaru con la boca llena.

– ¿Con quién? – preguntó Suigetsu haciendo una mueca como si el comportamiento del Uzumaki no le sorprendiera, le conocía bastante, pero no tanto como Sasuke.

– Con ella. – señaló Kiba con la cabeza hacia Sakura, que se encontraba sentada en la mesa de al lado, comiendo en silencio leyendo un libro de adiestramiento canino, aparte de comer mientras las otras hablaban entre sí.

– Ni se te ocurra, Suigetsu. – pronunció Sasuke con una mirada de advertimiento.

– Pero si no he dicho nada… – se quejó sin poder evitar soltar una sonrisa divertida y picarona.

– No hace falta que lo hagas. – mencionó Juugo antes de dar un sorbo de su zumo de arándano, conociendo el comportamiento coqueto que tenía afán de usar con toda chica linda que le interesaba.

– Oh, venga… Si me rechaza una vez, UNA vez, desisto. – pidió moviendo el cuerpo como un crío, suplicando por un dulce. Antes que alguno de sus amigos le detuvieran, se coló como el agua y se encaminó hacia la mesa de las chicas. Todos miraron curiosos, como el albino se apoyaba en la mesa con ambas manos al lado de la pelirrosa.

– Hola. – saludó el Hozuki sonriendo coquetamente, disfrutando como esos preciosos ojos verdes con pestañas largas se posaban en él.

– Márchate. – mandó tajante la Haruno, regresando su mirada a la lectura, eliminando la sonrisa del chico. Temari se rio junto a Tenten, lo que trastabilló el orgullo del Hozuki.

– Pero… – insistió Suigetsu intentando de nuevo, intentando hacer uso de sus intrigantes ojos de color violeta.

– Largo. – dijo esta vez Sakura sin apenas mirarle por más de una milésima de segundo con cierto descaro en su tono. Como si el hecho de que él se le acercara fuera de bajo estándar.

¿Tan feo soy? – pensó el Hozuki con las manos en el pecho, claramente ofendido.

En silencio se apartó asintiendo con la cabeza, habiendo entendido el mensaje alto y claro proclamado por la ojiverde. Haciendo una mueca divertida ante lo inesperado, no pudo evitar sentir que se había encogido un par de centímetros. Nunca había sido rechazado tan deprisa, eso había dolido.

De regreso a la mesa, todavía en shock, se sentó en su sitio con una mueca. Refunfuñando ante lo ocurrido.

– No te preocupes, no eres el primero al que le pasa. – explicó Kiba a sabiendas de la popularidad de la muchacha, intentando darle algo de ánimos a esa cara agria.


Hinata se encontraba lavando sus manos en uno de los fregaderos del baño femenino de su planta. Quería estar sola con sus pensamientos. A pesar de que no quería estar con la pelirrosa.

A pesar de que ella se hubiera disculpado, a pesar de que dijera que le entendía. Era difícil para ella. No quería estar resentida, triste y celosa por ella, pero no podía evitar sentirse así con ella. Tragó saliva secándose las manos con papel desechable.

Si tan solo fuera más… – pensó ella cabizbaja. No era la primera vez que se le aparecía esa idea en su cabeza. De ser más ella. Más Sakura.

Negando con la cabeza ante esa idea tan descabellada, no tuvo más remedio que apretar las uñas contra las palmas de sus manos. Para qué ser igual a alguien que muy en el fondo no te cae bien. ¿Para qué ser su amiga? Si ya lo había intentado en cierta manera… y nada.

Cuando abrió la puerta del aula, se encontró con su primó apoyando de brazos cruzados contra el pupitre al lado del suyo. Este abrió los ojos, cuando escuchó la puerta abrirse, y la miró con expresión seria.

– Neji, ¿Ha pasado algo? – preguntó acercándose a su silla y sentándose en ella para guardar su fiambrera en su bolso.

– ¿Sabe tu padre que escondías tus cartas en los documentos de Jiraiya? – preguntó el castaño mirando como a su prima se le caía el tupper de las manos y este hacía un sonoro ruido al ser metálico.

– ¿E-eh? – musitó nerviosa Hinata agachándose sin moverse de la silla para agarrar el objeto del suelo.

– No te esfuerces en esconderlo, leí las cartas… – dijo Neji sin cambiar su expresión, mirando como la pelinegra volvía a dejar las cosas encima de su pupitre.

Hinata bajó la mirada hacia sus manos encima de su regazo, arrancando piel muerta de la yema de sus dedos debido a su práctica con el violín. Su primo notó cómo le temblaban las manos, por los nervios.

– Por fortuna tuya, no se lo he dicho todavía, pero ya podrás imaginarte la reacción al saber que te gusta, el idiota y problemático de Uzumaki. – pronunció con desdén, ante la desagradable idea de que ese zoquete pudiera enamorar a alguien del apellido Hyuga.

– Neji, p-por favor... – suplicó Hinata con los ojos húmedos, alzando la mirada hacia la pizarra, aun con lo escrito de su antigua lección.

– ¿Qué? – osó a decir sin sorprenderse de la actitud de su prima.

– Yo solo… – intentó Hinata sintiendo dos lágrimas caer encima de su falda.

Neji rodó los ojos ante la escena, no le sorprendía ese papel de ella. Conocía demasiado bien a su prima. Aunque por orden de su tío, tuviera que cuidarla y protegerla, a pesar de que la apreciara como la familia de él. Protegerla de sus acciones, era algo que no estaría dispuesto a hacer.

El tono de llamada del teléfono de la pelinegra sonó. Era su padre, secándose las lágrimas ella se descolgó y se colocó el teléfono en la oreja.

Cuando escuchó las palabras de su padre, ensanchó los ojos y más lágrimas se escaparon de sus ojos.

– No eres la única a quien se le da bien mentir… – dijo simplemente Neji levantándose de su respaldo y empezando a caminar lejos de ella hacia la puerta del aula. Aún faltaba bastante para que el descanso terminara.

Hinata solo pudo tapar su rostro con la otra mano, en lo que escuchaba las duras palabras de su padre.

– Ah, y por cierto Hinata… a estas alturas, quizás él también sepa que fuiste tú. – Hinata sintió que sus alrededores se volvían borrosos ante las palabras del castaño, que fue como sentir una estaca clavarse en su corazón.

Hinata dejó de escuchar a su padre apartando el teléfono de su oreja, empezando a sollozar sonoramente. En lo que el Hyuga abría la puerta y salía de la habitación sin mirar atrás.


Naruto caminaba por la calle despreocupadamente, escuchando música rap en sus auriculares. Sin nada que hacer en casa, habiendo hecho a regañadientes todas las tareas dadas por el viejo verde mientras este estaba en el curro como castigo, decidió ir a pasar el resto del día a fuera.

Golpeó con su pie, una lata de refresco vacía, no sabía qué hacer para pensar en otra cosa.

Al final, el bastardo de Sasuke había tenido razón. No se trataba de Sakura… Nunca había sido ella.

– Joder… – maldecía en voz alta sin frenar su andar.

Removiendo su rubio cabello, enrabiado por lo acontecido, sabía que no había vuelta atrás ahora.

¿Cómo había pasado todo eso? – pensó el Uzumaki con tristeza mirando hacia el cielo.

De pronto, Naruto fue violentamente golpeado en la cabeza por detrás, dejándole inconsciente.

Cuando volvió a abrir los ojos, se encontraba atado en un radiador con unas bridas en sus manos, dejándole poca movilidad. Le dolían los ojos, y otras partes del cuerpo. Él no lo sabía, pero llevaba ahí horas.

– ¡¿HOLA?! ¡ALGUIEN! ¡AYUDA! – gritó el Uzumaki varias veces sin cesar.

El lugar estaba oscuro. Parecía que se encontraba en un almacén abandonado. Intentó moverse y librarse del agarre, pero no servía de nada.

La puerta corredera metálica se abrió de golpe con un sonido estruendoso. Varios muchachos entraron, quienes no reconocía de nada.

– ¡SÁQUENME DE AQUÍ! – gritó de nuevo Naruto con ira, pero uno de los hombres apenas le tiró el palillo de los dientes.

– ¡Cállate, imbécil! – ordenó el más alto y obeso. Este vestía un chándal deportivo y tenía el cabello rapado con diferentes dibujos en él.

– ¿Qué hacemos con él de mientras? – cuestionó otro que llevaba un bate de béisbol. Naruto escuchó un número de teléfono sonar. El grandullón se apartó para atender la llamada, fuera.

– Debo admitir que me sorprende que te hayas despertado tan pronto… el golpe que te di era bastante fuerte. – comentó el tipo acercándose al rubio, quien intentó volver a librarse del agarre. – Y yo que tú dejaría de moverme tanto, tus brazos están atados de manera que ante el peor movimiento brusco… se te disloque el hombro o se te rompa algún hueso de tu brazo.

Naruto no hizo caso y volvió a moverse, pero debido a eso recibió un puñetazo en la mejilla. Su cabeza chocó contra el radiador, y no pudo evitar sisear de dolor.

– Ahora intenta guardar silencio. – ordenó el mismo tipejo con molestia para seguidamente voltear a ver a su colega. – Vigílale, estoy afuera. Cualquier grito, ya sabes.

El Uzumaki arrugó el entrecejo al ver que el muchacho que parecía estar más cerca de él se colocaba unos puños americanos mientras se acercaba a él.

Los golpes no tardaron en llegar.


Si pensaban que Sasuke no se había dado cuenta de que le llevaban siguiendo desde poco después de él, esos desconocidos dejaban mucho de lo que desear.

Caminando lentamente por una calle desolada en pleno atardecer, vio como una furgoneta se frenaba un poco, pero seguía en marcha a la par de él. La ventana del coche bajó, dejando ver a un tipo que no conocía.

– Muchacho, ando un poco perdido… ¿Por dónde debo girar para ir hacia el centro?

El pelinegro le miró de arriba a abajo impasible y no dijo nada. Al llegar a una esquina para girar hacia otra calle para dirigirse hacia su casa. Se llevó un golpe en la cabeza que lo hizo caer al suelo inesperadamente.

La puerta trasera de la furgoneta se abrió y alguien bajó de esta rápidamente, acercándose por detrás. El tipo pateó el cuerpo inconsciente del Uchiha para después mirar al copiloto.

– ¿Es él a quien buscamos? – dijo el que se encontraba fuera del vehículo.

– Sí. Súbele. – respondió secamente el copiloto subiendo de nuevo la ventana.

Cuando el cuerpo de Sasuke fue trasladado al maletero del coche, sus cosas fueron aventadas al suelo. Junto a su teléfono.


Caminando de un lado al otro como un león enjaulado, Itachi se encontraba intentando llamar de nuevo a su hermano menor. Estaban a punto de ser las diez de la noche, y no había noticias de él.

Si Sasuke le hubiera dicho que estaba en casa de Naruto o algo por el estilo, no estaría preocupado, por obvias razones, pero no. Ni un mensaje, ni una llamada.

Algo anda mal… – meditó Itachi enfadado, a punto de aventar contra la pared su teléfono con demasiada fuerza. Inspiró fuertemente para calmarse.

Si su hermano estaba bien en casa de su mejor amigo o quien sabe, en otro lugar y no le había dicho nada. Al llegar a casa se iba a llevar una bronca descomunal. De verdad.

Caminó de nuevo hasta la sala de estar donde se encontraba Izumi estirada en la parte vertical del sofá, con las piernas estiradas. Con Kage descansando su cabeza encima de su vientre, dormida. Dejando que la castaña le acariciara con amor.

– ¿Sigue sin contestar? – preguntó ella algo cansada del trabajo. Ambos ya habían cenado, la preocupación de ambos era evidente.

Itachi solo suspiró sentándose a su lado en el sofá después de tomar el teléfono fijo del lado del televisor, pulsar un botón y colocarlo en su oreja.

– ¿Diga? – escuchó que decía el padrino del Uzumaki desde la otra línea tras cuatro sonidos de espera.

– Jiraiya, soy Itachi. ¿Se encuentra Sasuke con Naruto en tu casa? – preguntó rascándose la frente con voz fúnebre.

– ¿No está en la tuya? Naruto me hizo entender que iría a vuestra casa tras Sasuke volver del instituto.

El mayor de los Uchiha solo pudo cubrir su boca, apoyando su rostro en su mano. Estaba sentado con los codos en las rodillas.

– No están, Sasuke no ha regresado todavía del instituto. – informó el pelinegro, empezaba a estar preocupado.

– Te juro que un día moriré de un infarto por culpa de ese crío… – dijo el Goketsu exasperado y alterado.

Alguien llamó al timbre, Izumi se levantó del sofá junto a Kage y ambas se dirigieron hacia la puerta en lo que Itachi seguía hablando de lo que podría haber pasado y de la situación del paradero de los muchachos.

La idea de que su hermano hubiera decidido escapar se le vino a la cabeza, algo que le provocó un nudo en el estómago.

– ¡Itachi! – escuchó que decía su novia desde la entrada, haciendo que este se levantara con el corazón acelerado de su asiento y se dirigiera hacia donde estaba la morena.

Se sorprendió al ver a Sakura sujetando con la correa a su Akita Inu con las pertenencias de Sasuke y su teléfono en la mano. Bajó el aparato de su oreja, sin escuchar a Jiraiya que preguntaba qué ocurría.

– Shiro encontró esto en el suelo a una cuadra de aquí… – explicó la ojiverde mirando al pelinegro frente a ella. Viendo que este miraba las cosas de su hermano y después a su perro, que se encontraba olfateando de nuevo la mochila de Sasuke, lloriqueando y gruñendo un poco, también nervioso.


– Podrían estar en cualquier parte, Itachi – recalcó Shisui cruzado de brazos sentado en el taburete de la isla en la cocina.

– ¿Crees que no lo sé? – respondió este enojado golpeando el mármol con un puño.

– Quiero decir que tal vez no sea nada… – dijo Shisui más calmado que su mejor amigo.

Itachi se quedó en silencio, fulminando con la mirada la habitación, logrando silenciar al pelinegro de cabello corto. No era buena idea hablar demasiado con el hermano del renacuajo en ese estado. No podría negar que si se tratara de él, también estaría igual.

Ambos hombres escucharon un lloriqueo proveniente del Akita Inu de la pelirrosa que se encontraba de pie al lado del sofá. Distraída, mordiéndose el dedo índice. Parecía estar inquieta, aunque intentara opacarlo. El perro se encontraba sentado al lado del pelinegro de la coleta, mirándolo fijamente. Sintiendo los nervios del humano a su lado, se dejó acariciar la cabeza un poco. Sin gruñir.

El teléfono de Itachi sonó de nuevo, era Obito.

– ¿Algo nuevo? – pidió sin saludar ni nada, estaba demasiado agitado como para no ir al grano.

Sakura miró a Kage también soltar un lloriqueo, notando el nerviosismo de todos. Acercándose al animal, le acarició para, aunque sea, calmarla. Los perros sentían cuando algo andaba mal a sus alrededores.

Sintió su teléfono vibrar en su bolsillo, era Kakashi. Lamiéndose el labio inferior, respondió.

– ¿Sí? – contestó rápido.

– Sakura, Obito me ha puesto al corriente, ¿Estás bien? ¿Dónde estás ahora? – preguntó Kakashi sin parar alzando la voz. Tuvo que apartar un poco el aparato de su oreja.

– Estoy bien, me encuentro en casa de Sasuke. – respondió ella tranquilamente, obtuvo un sonoro y largo suspiro como respuesta.

– ¿Dijiste que encontraste la bolsa y el teléfono de Sasuke? – preguntó su tutor, parecía que estaba conduciendo porque podía escuchar el intermitente de su 4x4.

– En el distrito donde vivo, la quinta manzana, en el edificio tres. Al lado de unos cubos de basura. Hay un pequeño supermercado detrás. No dejé nada ahí, Kakashi… no encontrarás nada. Tampoco hay cámaras. – informó Sakura conociendo que como ex policía, que sabía que era.

– Lo sé. – respondió Kakashi, ella no sabía que ya se encontraba mal aparcado dentro del coche, justamente donde ella acababa de indicar.

– ¿Sabes algo más? Algo importante que pueda ser importante… en estos últimos días, aparte de lo ocurrido con esos dos. – cuestionó el profesor cambiando de mano su teléfono.

Sakura se quedó en silencio, ante las palabras de Kakashi. Sabía que se refería a los cabronazos de Zaku y Dosu. Una corazonada le vino de repente…

– Kakashi, cerca del parque donde sacaba a pasear a Shiro, hay un supermercado AEDO, al fondo de esa calle, hay otro pequeño descampado…

– Enseguida te vuelvo a llamar, y quédate donde estás… – ordenó colgando la llamada rápidamente.

Esta vez la que suspiró fue ella, sin poder evitar sentirse intranquila. Por lo que decidió sentarse. El silencio se hizo en la habitación, uno claramente incómodo. Una taza de té caliente fue dejada frente a ella por Izumi, quien le sonrió amigablemente. Expresión que fue devuelta.

– Gracias. – dijo tomando la taza y soplando un poco el humo dando rápidamente un sorbo.

– ¿Eres la novia de Sasuke? – preguntó Izumi inclinando la cabeza algo curiosa.

– No, solo somos compañeros de clase. – explicó ella volviendo a dejar la taza en la mesa auxiliar.

Shiro se acercó caminando rápido, completamente nervioso, hacia ellas. Queriendo caricias por parte de su dueña. Dejó que Izumi también le acariciara, y le lamió la cara a esta libremente.

– ¿De cuántas semanas estás? – preguntó bajito Sakura frenando un poco a Shiro, quien al ser un perro grande… a veces podía causar desperdicios en casa ajena, como lo hacía en la suya.

– ¿Cuántas semanas de qué? – respondió la morena sin comprender con una mueca de confusión.

– ¿No estás embarazada? – dijo Sakura sabiendo de lo que hablaba, Hana había tenido un aborto espontáneo una semana después de saber que estaba en estado. Que, por suerte, no provocó estragos ni consecuencias malas en su salud.

La boca de Izumi se abrió un poco sin preaviso, sí que es cierto que llevaba semanas con dolor de estómago, que había vomitado varios días… pero, ¿Embarazo?

– Lo supuse porque se te nota un poco… – observó mirando con la cabeza el pequeño bulto en su vientre bajo.

La mirada ónix de la morena bajó hacia su panza. Sí que estaba hinchada, pero eso podría ser porque se encontraba en su periodo. Miró a Kage, recordando que la susodicha siempre que podía estaba encima de ella y la perseguía a donde fuera. Algo que encontraba normal en un perro, porque usualmente el can lo hacía con su novio y Sasuke.

– Puedo equivocarme, no quería ser maleducada… – se disculpó Sakura, realmente pensaba que se sabría a estas alturas. A fin de cuentas, parecía estar empezando el segundo trimestre. Aun así, no era de su incumbencia.

– No pasa nada, supongo que es mejor hablar de otras cosas ante la situación. Itachi no te lo ha dicho, pero estoy seguro de que cuando esto acabe lo hará. De momento, yo te lo agradezco. – contestó Izumi sacando una leve sonrisa a la pelirrosa.

El malestar que Sakura sentía no se iba, sentía que se le escapaba algo. Esos dos, no se habrían ido de repente… o sí. La verdad es que sí que era normal. ¿Dónde se habrían metido ahora esos idiotas?

¿En qué lío se habrán metido ahora? – pensó mordiendo el labio interior desde dentro, empezando a mover los pies de manera inquieta.

Sakura descubrió el teléfono de Sasuke encima de la mesa auxiliar, y se le ocurrió una idea. Abriendo este, recordando que él no tenía código ni contraseña para ser desbloqueado, fue a la agenda de contactos y llamó al contacto de Naruto, descrito como –Usuratonkachi–.

Salió el contestador todas las veces. Nada, no respondían. ¿Sería posible que el teléfono del Uzumaki también estuviera tirado en alguna parte del suelo?

Minutos después, una notificación de mensaje proveniente de Naruto, hizo que su vista regresara a la pantalla del aparato.

Abrió el chat y se encontró un par de imágenes que le hicieron subir el corazón a la garganta.

La primera se trataba de un inconsciente Naruto con la cara hinchada y ensangrentada por los golpes, atado en una columna. La segunda era de un Sasuke en peor estado, también inconsciente. Cuando Izumi las vio jadeó. Los hombres restantes en la habitación voltearon a verlas.

Se levantó de golpe y caminó hasta el hermano del último, para enseñarle el teléfono con una expresión de shock.

Cuando Itachi los vio, sintió la sangre hervir.


– ¡¿QUÉ QUIERES DECIR QUE NO SE PUEDE RASTREAR?! – volvió a gritar Itachi con su teléfono pegado en la oreja hacia Obito, que se encontraba al otro lado del teléfono.

– ¿QUÉ COÑO CON ZETSU QUE NO ESTÁ HACIENDO SU PUTO TRABAJO? – manifestó dejándose llevar por la ira.

– Itachi, el teléfono no se puede localizar porque según parece, tiene la pinta de haber sido apagado o tal vez destruido, danos más tiempo. – respondió Obito estresado desde la otra línea.

– ¡No cuelgues! – pero fue ignorado, haciendo que Itachi alzara las manos exasperadas.

Izumi se acercó y le abrazó por el costado, para tranquilizarlo. Este no la apartó, pero no le abrazó de vuelta. No pudo hacer más que suspirar demasiado estresado.

Sakura se encontraba mirando las fotos de ambos chicos, realmente tenían un aspecto muy malo. En la foto del Uzumaki no se podía apreciar casi nada, solo se entendía que parecían estar en un lugar desolado y abandonado.

Miró la de Sasuke, este se encontraba atado en una tubería, casi tumbado. Al lado había una cancha de básquet grafiteada, algo destruida. Acercando esa imagen, lo reconoció.

Un escalofrío le recorrió de los pies a la cabeza. Están en…

El recuerdo de unas risas, le hicieron temblar. Apretó los puños al recordar el tacto físico del recuerdo…

– Sé dónde están… – musitó Sakura haciendo que las tres personas restantes voltearan las cabezas hacia ella sorprendidos.

– ¿Qué? – dijo Itachi cambiando a una expresión seria.

– Reconozco ese lugar. – dijo Sakura tomando el teléfono para estar completamente segura. Para después correr hasta el cuarto de Sasuke para tomar alguna pertenencia suya, tomando una funda de almohada. Regresó con prisas al salón, casi chocando con Itachi quien la tomó de los hombros con fuerza, pero ella solo le tomó de la muñeca.

– Hay que correr… – aseguró la Haruno, tomando su teléfono.

Izumi se quedó sorprendida cuando la pelirrosa se marchó con los dos pelinegros, junto a Shiro. Inconscientemente, puso la mano en su panza.


– Gira a la derecha. – dijo Sakura sentada en el asiento del copiloto. Con Shisui y Shiro detrás, quienes permanecían en silencio.

Un gruñido proveniente del can se escuchó, haciendo que la dueña del mismo volteara la cabeza cuando el coche frenó en un semáforo rojo. Estaban en el coche de Itachi, al venir Shisui con moto, no podía llevar a los tres.

– No le toqué. – aseguró Shisui a pesar de haber querido acariciar al animal.

– Shiro, amigo. – informó la pelirrosa, pero este parecía que hasta rodaba los ojos y volvió a mirar por la ventana. Volviendo a soltar otro corto gruñido.

– Realmente le caen mal los hombres. ¿Eh? – preguntó el pelinegro de cabello corto.

– Fue abusado por hombres. Todo recto hasta que lleguemos a la oficina del banco. – respondió Sakura en lo que el vehículo volvía a arrancar detrás de muchos otros.

– ¿A dónde vamos, exactamente? – indagó Shisui hacia Sakura, haciendo que Itachi volteara su mirada fría en la ojiverde brevemente.

– Al almacén al lado del desguace abandonado en Akihabara. Tienen que estar ahí. – respondió nerviosa la Haruno mirando por la ventana. Se encontraban cerca.

– Más te vale. – respondió Itachi tajante sin ver que Shisui le miraba horripilado ante su comentario. ¿Acaso no se daba cuenta de que los estaba ayudando?

Sakura volvió a morderse el dedo con nervios. El lugar le traía recuerdos horripilantes que cada equis tiempo se le aparecían en forma de pesadillas.

El resto del trayecto fue en silencio, hasta que Sakura les sugirió aparcar detrás del lugar. Parecía estar desierto. Cuando Sakura bajó, abrió la puerta del coche para que su perro bajara poniéndole la correa. Al tomar la funda que había sacado del cuarto del menor de los Uchiha, se la puso delante de Shiro para que él lo oliera.

– Busca, Shiro. – el animal entendió la orden y se puso a oler el suelo por todos lados. Antes de que ambos avanzaran demasiado, Itachi sacó del maletero su cinturón de policía y placa. Mientras veía que Shisui sacaba una palanca metálica. No dijo nada.

Empezó a seguir a Shiro quien tiraba de ella, con ambos chicos detrás de ella. Habiendo cerrado el coche. Caminando entre coches prácticamente destruidos, Sakura sentía su corazón latir a mil por hora.

No tardaron en rodear el desguace hasta llegar al almacén, ahí Shiro empezó a tirar de la correa con más fuerza. Se encontraron con la puerta cerrada por dentro.

Guio a Shiro y al resto para el lateral del almacén, donde sabía que había ventanas. Se escucharon voces, dentro de la habitación. Guiando con la cabeza a los muchachos, estos se acercaron agachados para intentar ver por la ventana.

Itachi pudo ver a su hermano justo debajo de él, atado de sus manos en la tubería. Sacando el arma de su cinturón, comprobó que estaba cargada de balas y que llevaba el seguro puesto.

– Ve a la puerta y distraerlos. – ordenó el mayor de los Uchiha para después apartarse de la ventana acercándose a la pelirrosa.

– Buen chico. – dijo Itachi acariciando la cabeza del can, quien movió la cola entendiendo haber hecho bien.

Sakura les hizo caso, y cuando llegó a las grandes puertas empezó a dar patadas y a aporrear la puerta, haciendo el mayor ruido posible.

Itachi logró ver desde la ventana como los tipos se alejaban de la habitación y se dirigían hacia la puerta. Abrió su intercomunicador para llamar a refuerzos antes de dirigirse hacia donde se encontraba la Haruno. Mientras Shisui se ponía manos a la obra en intentar abrir la ventana desde fuera con la palanca, una vez vio que los chicos se iban.

Itachi se escondió en la esquina, en lo que escuchaba como alguien abría la puerta. Sakura dio unos cuantos pasos hacia atrás, al ver que se encontraban tres jóvenes. De más o menos la edad del Uchiha mayor.

– Aaah~ Mira lo que tenemos, por aquí… ¿Te has perdido, gatita? – dijo el tipo obeso acercándose a ella.

– Mi coche se averió en el motor, ¿Alguien sabe cómo ayudarme? – fingió timidez a pesar de estar nerviosa, caminando hacia atrás, señalando donde estaba el coche del pelinegro.

– ¿Estás sola? – preguntó otro, acercándose con el tercer chico. Los tres acabaron rodeándola.

– Sí. – mintió sin titubear, evitando mirar hacia el Uchiha, que escuchaba todo, si lo hacía todo podría tener un giro inesperado.

Se tensó cuando sintió que uno de ellos se le acercaba por detrás para olerla, algo que le pareció asqueroso. Se apartó de ellos, pero pronto fue sujetada por detrás. Cuando uno de ellos se acercó a su cara, ella aprovechó para patearle, la entrepierna lo más fuerte que podía, sintió que le agarraban del cabello.

– ¡Serás puta! – insultó de dolor el agresor arrodillado al suelo, intentando levantarse afligido.

Sakura puso dos dedos en su boca y silbó, segundos después Shiro apareció corriendo y saltó encima del que la sostenía por detrás y le mordió el brazo bien fuerte. Clavando sus dientes él.

Liberada, Sakura aprovechó para dar un puñetazo al que había ya golpeado antes, para seguidamente noquearlo con una patada giratoria. Shiro seguía arrastrando al otro agresor por el suelo, pero no solo le mordía el brazo, sino que también se dedicó a morder su pierna, sin importarle que fuera pateado o que el hombre intentara liberarse del can.

– ¡QUÍTAMELO DE ENCIMA!

La pelirrosa fue tirada al suelo por el tercer chico, quien a horcajadas de ella intentó ahogarla con ambas manos. Con toda la fuerza que pudo, alzó sus manos a la cara del hombre y le metió los pulgares en sus ojos para presionarlos, logrando que este la soltara. Con la ceguera, el hombre no pudo prever que la muchacha tomara el bate de béisbol que llevaba encima y lo usara para atestarle con su mayor fuerza, un golpe en la cabeza que no logró dejarlo inconsciente. De pie, con el arma en las manos, no dudó en patear la entrepierna del hombre otra vez con fuerza, repetidas veces.

Itachi se adentró por la puerta principal con su pistola sujetada en ambas manos, silenciosamente haciendo camino hacia las habitaciones, comprobando si se encontraban más tipos como los de afuera. Por suerte no era el caso.

Shisui ya se encontraba dentro, se acercó a Sasuke. Quien seguía inconsciente, en lo que parecía mal estado.

– ¡NO TE LE ACERQUES, HIJO DE PERRA! – gritó Naruto intentando liberarse a pesar de estar bastante agredido.

– Soy yo, Naruto… – respondió el pelinegro bajándose la capucha de su sudadera.

– Shisui… – dijo sorprendido, pero rápidamente suspirando, aliviado, se quedó más tranquilo todavía al ver que se acercaba Itachi a paso rápido, quien fue directamente a su hermano.

– Shisui, ve a ayudar afuera… – pidió Itachi pasándole el arma. Confiaba en él.

El mayor intentaba despertar a Sasuke, pero este no reaccionaba para nada, le liberó de las manos. Le dio la vuelta quedando con él, seguía igual. Tenía pulso, pero no despertaba.

– ¿Qué ha pasado, Naruto? – preguntó Itachi recostando a su hermano en una mejor postura.

– Yo estaba caminando por la calle y de repente tras un golpe me desperté aquí… , no conocemos de nada a esos tipos, primero fueron a por mí. Después de volver a dejarme inconsciente, me encontré con Sasuke aquí… no le he visto despierto ni una vez. – Explicó el Uzumaki llorando ante el estado de su mejor amigo.

De pronto se escucharon las sirenas de coches de patrulla y ambulancias llegar al lugar, los refuerzos que él había pedido estaban aquí.


Sakura se apartó de los agresores, los dos que seguían despiertos, no tuvieron más remedio que poner las manos detrás de su cabeza contra el suelo, mientras que el que estaba inconsciente era acorralado por un par de agentes. Vio como Shiro regresaba a su lado con la lengua fuera y se podría decir qué feliz.

Vio a Shisui colocarse también a su lado, sintió que dos lágrimas se escapaban de sus ojos. Se encontraba hiperventilando, incapaz de controlar su respiración. El pelinegro intentó tocarla del hombro, pero le apartó violentamente el brazo, y se alejó a paso rápido, viendo a varios agentes entrar al almacén. Lo suficientemente lejos, al lado de un vehículo sin vidrios y sin capó, finalmente se inclinó hacia adelante para vomitar, echando todo el contenido en su estómago.

Oyó a Shiro acercarse lloriqueando, claramente preocupado. Escupiendo el mal sabor en su boca y echando la melena hacia atrás. Acarició al perro, quién le lamió la mano como si quisiera tranquilizarla, lo logró en cierto modo.

– ¿Estás bien? – dijo Shisui acercándose a ella con preocupación.

Sakura se incorporó de nuevo y asintió con la cabeza en silencio. Se alejó de allí en silencio, sin querer que el Uzumaki o Sasuke la vieran ahí. Cuando se topó con Kakashi hablando con un otro pelinegro mirándola, no tuvo más remedio que apartar la mirada incómoda.

Mierda… – pensó la pelirrosa apartando el flequillo de su cara, viendo como el profesor se acercaba a ella con

– Sakura, necesitan hacerte unas preguntas… – habló el peli plateado mirándola fijamente.


Después de explicarle al pelinegro todo lo ocurrido con los agresores, vio que este acompañaba a un agente pelirrojo a llevar a uno de los agresores para meterlo dentro del coche, los otros dos iban en diferentes coches. Para después marcharse hacia comisaría.

– ¿Cómo sabías que se encontrarían aquí? – preguntó Kakashi mirándola cruzando sus brazos.

– Disculpe, pero ese caballero nos ha pedido que te hiciéramos un chequeo médico… – dijo la paramédica acercándose con un botiquín, la excusa perfecta para que no tuviera que responderle al Hatake, quien a pesar de todo les siguió.

Mientras los paramédicos hacían su trabajo en ella, la pelirrosa vio como sacaban en una camilla al Uchiha menor, seguido de su hermano. No se separaba de él ni un segundo. Cuando salió Naruto en la suya, Kakashi se separó de ella y fue a ver como se encontraba su otro alumno.

Al menos ellos estarán bien… – reflexionó jadeando de improvisto.

La tristeza se le echó encima, el vil recuerdo de recordar y el hecho de volver a pisar el lugar donde Zaku y Dosu la violaron hasta que se hartaron de golpearla, la rompió en mil pedazos.

Agradeció que el rubio no la viera, ya que fue trasladado directamente junto a Sasuke en otra ambulancia. Más lágrimas empezaron a salir, al recordar la escena en la que ella tuvo que marcharse sola tras el accidente… a su casa, donde ni siquiera era bienvenida en ese entonces.

Sentía que le faltaba el aire, y los paramédicos no tardaron en darse cuenta de que le estaba empezando a dar un ataque de ansiedad y pánico. Tumbada en la camilla, se dejó inyectar un relajante que la dejó medio dormida. El último recuerdo antes de desmayarse fue de ver las luces del interior de la ambulancia.

Una última lágrima se escapó de sus ojos antes de que estos se cerraran…

Sasuke…


¿Se lo esperaban? ¿Lo sospechaban?

Digamos que fue un reto escribir acción, así tal cuál. Lo crean o no tuve que hacer algo de investigación para que se pareciera lo más posible a mi idea en la cabeza.

Llegar a transmitir lo que podría estar pasando por la cabeza de Itachi, la de Sakura también… ha sido difícil. Sobre todo ante la situación que ella sufre, mejor dicho, que ha sufrido.

También me ha parecido algo complicado la escena con Hinata y Neji, pero cómo evolucionará ese asunto a partir de ahí… se verá más adelante.

En parte deseo dedicar este capítulo a todas esas personas que son sobrevivientes de abusos. Cualquiera que sea, os admiro aunque ni siquiera os conozco y aparte de eso. Os entiendo.

Un beso enorme y gracias por leer.

Hasta la próxima.