Hola preciosos lectores,
Lamento haberme tardado más de lo normal en actualizar, pero este capítulo me hacía debatir en cómo escribirlo. Escribía algo, tenía que borrarlo porque no me gustaba. No les entretengo más.
Espero que les agrade, disfruten de la lectura.
Disclaimer: Los personajes de Naruto/Naruto Shippuden pertenecen a Masashi Kishimoto.
La historia, salvo los personajes, escrita es de mi pertenencia e imaginación. Se va a reportar cualquier señal o advertencia de plagio. Les pido respeto. Gracias.
Dicen por ahí…
Cuando el autocar aparcó en la entrada del instituto, se pudieron escuchar suspiros de cansancio ante el largo trayecto de regreso a Tokio, que fue más pesado a la hora de volver. Sakura volteó a ver a Ino, quien se encontraba dormida contra la ventana de sus asientos, Sai había dicho que quería sentarse al lado de los chicos, por lo que ambas decidieron estar una junto a la otra para no aburrirse.
– Ino, despierta. Ya llegamos. – despertó la pelirrosa tocando el hombro de la rubia suavemente, haciendo que esta abriera los ojos.
– ¡Mhn, por fin! – vociferó la Yamanaka estirando los brazos hacia arriba. Se había echado una buena siesta.
– Has dormido por todo el trayecto, seguramente tendrás problemas para dormir esta noche… – comentó la Haruno con una sonrisa.
– Bueno, más tiempo para no dejarte dormir a ti… – murmuró con una sonrisa pícara ella moviendo las cejas de manera interesante.
– ¿Es eso una proposición, cerda? – indagó sonriendo de la misma manera Sakura logrando que la rubia hiciera se sorprendiera levemente, no se esperaba esa pregunta por parte de su mejor amiga.
La Haruno alzó las cejas ante el silencio de Ino, llegando a la conclusión de que esta todavía no se acostumbraba a la idea de que ella ya hubiera tenido relaciones.
– Estoy bromeando, Ino… – explicó ella con una sonrisa burlona, a sabiendas de que su amiga todavía parecía estar asimilando esa noticia. Al ver que tenían el pasillo del autocar libre para levantarse, la pelirrosa fue la primera en incorporarse del asiento con la Yamanaka siguiéndola en silencio.
Una vez ambas tomaron su equipaje, se despidieron al ver como la madre de Ino las saludaba a lo lejos con su coche detrás. Tras un suspiro de cansancio, se colocó su maleta encima de su hombro y empezó a caminar en dirección a su casa, saludando con la mano cuando Ino pasó por su lado en el asiento de copiloto junto a su madre, quien tocó la bocina llamando su atención.
No tuvo más remedio que frenar cuando vio a su padre dirigirse a su coche al otro lado de la acera. No iba solo, se encontraba con lo que parecía ser su mujer y alguien más. Su hermana, o mejor dicho, media hermana. Por parte de padre.
– ¿Qué hacen aquí? – dijo su consciencia con mal humor.
Algo daba mala espina, ¿A qué habían venido? Siguió caminando lentamente hacia delante, sin intenciones de ser vista por ellos. Al ver que el grupo había frenado su andar para charlar de quien sabe que cosa.
– ¡SAKURA! – gritó Naruto detrás de ella, haciendo voltear a una gran multitud de personas, incluidas su padre y compañía.
– Qué sorpresa… – meditó con sarcasmo bajando la mirada al suelo, en lo que dejaba escapar aire. El Uzumaki tenía el afán de ser escandaloso en los peores momentos. Volteó la cabeza viendo como este se acercaba a ella, con Sasuke a varios pasos detrás de él, siguiéndole.
Regresando la mirada frente a ella, no le sorprendió ver como su padre se acercaba a ella junto a las tres personas que iban con él.
– Joder… – maldijo internamente, tendría que haberse ido con Ino y su madre. No le apetecía tener que lidiar con nada de esto.
Escuchó a Naruto pararse a su lado, con su equipaje a su espalda, igual que Sasuke, quien no tardó en unírseles.
– Sakura, hola… – habló su padre con una sonrisa sujetando lo que parecía ser su mujer. Esta tenía ojos grises y era rubia, no demasiado delgada, aunque bastante curvilínea.
Ya con solo escuchar eso por su parte, le entraron ganas de aventarle su mochila en toda la cara para que este borrara su expresión alegre. ¿Acaso no lo había dejado claro la última vez?
No le respondió su saludo. Se quedó mirando a la mujer que le tomaba del brazo despreocupadamente, mirándola con seriedad y curiosidad. Igual que la joven que se encontraba tomándolo de su otro brazo.
Al ver que el pelirrosado iba a hablar de nuevo, decidió empezar a andar otra vez, pasando por el lado de las tres personas frente a ella. Ignorando los llamados de estos, igual que a los dos muchachos que empezaron a seguirla.
– Qué maleducada es, igual que su madre… – escuchó que decía la mujer de Kizashi mientras se alejaba, lo que la hizo apretar los puños de la ira.
– Ume, no empieces. ¡Sakura, espera!, ¡Hablemos! – respondió Kizashi lo suficientemente alto para que ella le escuchara, pero fue en vano. La Haruno siguió andando sin molestarse en mirar atrás. Los únicos que lo hicieron fueron Naruto, que miraba a los tres con curiosidad, y Sasuke quien les miraba con cierto desdén, a sabiendas de la información que había recopilado sobre el padre de Sakura.
Agradeció que su padre desistiera casi inmediatamente de querer volver a hablar, entendiendo sus inexistentes ganas de querer entablar conversación.
Cuando los tres llegaron al bloque de edificio donde residían el pelinegro y la pelirrosa, esta última no habiendo musitado ninguna palabra en todo el camino a pesar de que cierto rubio intentaba conversar con ella sin aval porque era ignorado, aunque este le diera igual dado que parecía hablar consigo mismo gran parte del tiempo.
Los tres no tardaron en subir a la planta de sus correspondientes apartamentos, la Haruno se dirigió a la puerta de su hogar, alejándose de los muchachos, sin importarle que estos la miraran con curiosidad, más preocupación por parte del pelinegro.
– ¿Sakura quieres venir a casa del…? – invitó el Uzumaki con efusividad y esperanzas de que esta se animara a pasar un rato con ellos.
Fue respondido con un silencio incómodo junto al simple sonido de las llaves de la muchacha en la cerradura, el de la puerta abrirse y finalmente ser cerrada sin un fuerte estruendo que, aun así, se pudo escuchar eco por el pasillo.
– Déjala tranquila, Naruto… – asumió el Uchiha mirando con paciencia a su mejor amigo, quien no dejaba de persistir como siempre, siendo respondido con una expresión de molestia al verse que nada había cambiado demasiado.
– No te imagino teniendo un sobrino… – musitó con una mueca extraña aunque burlona hacia su amigo.
Ambos se encontraban recostados contra la cama de Sasuke, con la televisión encendida pero con el volumen bajo. Una serie de policías y acción estaba en emisión, una en la que personalmente el dueño del cuarto no disfrutaba para nada, teniendo en cuenta que la trama principal era bastante aburrida.
– Tarde o temprano iban a hacerme tío, no me sorprendió saber que van a ser padres… – comentó con una sonrisa burlona, la verdad es que estaba feliz por la noticia.
– Ese pobre niño va a tener que aguantarte… ¡Au! – habló con burla, ganándose un capón en su cabeza ante ese comentario, refunfuñando un insulto por lo bajo.
– El día que tengas hijos, seré yo el que sentirá lástima por tus engendros, imbécil… – contraatacó el pelinegro, volviendo a su postura de antes, en lo que Naruto bufaba.
– Oye, Sasuke… ¿Tienes idea de quiénes eran esas personas? – preguntó Naruto tras unos segundos en silencio.
El mencionado levantó su mirada del teléfono y la colocó en el Uzumaki, no sabía si era correcto comentar información personal de Sakura a Naruto libremente, pero creía conveniente explicarle los detalles que él había descubierto para que este no indagara a su manera.
– El hombre de antes, era el padre de Sakura. Las otras dos, ni idea. – respondió el pelinegro recordando el momento en el que presenció la disputa entre padre e hija.
– ¿No te parece curioso que justo ahora le conozcamos? Me hubiera gustado conocer a su madre antes de que esta, ya sabes…
– No te pierdas nada… – comentó rodando los ojos ante la manera en que percibía a los padres de la Haruno.
– ¿Y eso? ¿Les conocías acaso? – preguntó con algo de recelo ante ese descubrimiento, le gustaría saber tanto como él supiera.
– Naruto, ¿No te sorprende que no les hayamos conocido antes? – le preguntó a pesar de saber por donde iba encarrilando el asunto.
– Siempre haces igual, ¿Te importaría ir al grano? – dijo de manera impaciente el Uzumaki con una mueca de exasperación e irritación. Sasuke negó con la cabeza al no sorprenderse de esa reacción.
– ¿Te fijaste en la reacción de Sakura con solo verlo? – comentó el pelinegro observando como Kage se levantaba de su cama y se acercaba a él. No tardó en acariciarle la cabeza y el pecho. Cuando el animal se acercó notó cómo olía a recién lavado, Itachi la había bañado en lo que él estaba de excursión. – Si prestaras más atención en ciertos detalles, te habrías dado cuenta de que no les dirigió palabra.
– ¿Me vas a decir que tú si te diste cuenta? Venga ya, Sasuke… Ella nunca ha sido íntima amiga tuya como lo ha sido conmigo o como lo somos tú y yo… – comentó con algo de burla, cruzándose de brazos, regresando la vista a la televisión.
– Por su bien, ignoraré ese comentario… – pensó Sasuke reteniendo el enfado junto a las ganas de ponerlo en su sitio. Algo de ciertas tenían esas palabras. Cabe recordar que, a pesar de que sí había intimidad y confianza, Sakura no había abierto la boca sobre temas personales sobre su situación en casa.
"Sasuke paseaba por el pasillo de su instituto en busca de Naruto, el muy imbécil le había provocado otra vez. Debía reconocer que el chico le caía bien, ciertas bromas que él hacía a otra gente eran divertidas, pero no tenían pizca de gracia cuando se las hacía a él, mucho menos cuando le metían en problemas a él, sin ser él el causante del lío.
Esta vez el rubio se había hecho pasar por él con una chica, la cual solo había visto de lejos, pero no se conocían. Debía reconocer que la chica le parecía bonita y era intrigante. No era la primera vez que paraba para verla de lejos, al parecer era bastante popular entre los chicos. Cabellos cortos de color rosa, ojos grandes y verdes rodeados por pestañas naturalmente largas.
– Maldito seas, Naruto… te vas a enterar cuando te… – habló en lo que habría la puerta de una aula, esperando encontrar al idiota ahí, pero no. Solo se encontraba la chica.
– Ah, Sasuke… ¿Necesitabas hablar conmigo? – preguntó ella algo ruborizada, con las manos detrás la espalda, apoyada contra un pupitre cerca de la ventana.
– ¿Has visto a Naruto? – respondió simplemente intentando ver si el Uzumaki se escondía por algún lado, acercándose, miró por detrás del escritorio de los profesores. No estaba.
– ¿Por qué debería saber dónde está? – preguntó con una expresión algo contrariada, parecía no estar feliz de que le relacionaran con él.
Apartó la mirada incómoda, al parecer la muchacha había creído genuinamente que se trataba de él en la nota. Si no llega a ser porque escuchó a un chico de su clase, al cual no conocía, pero que se sentaba al lado del rubio, le había comentado lo que este había hecho, quién sabe lo que habría intentado hacer en su nombre.
– ¿No ha venido? – habló el Uchiha arrugando el entrecejo.
– No entiendo… – comentó ella simplemente sacando de su bolsillo la nota que se le había pasado durante la clase.
– Esa nota que recibiste, no la escribí yo. Fue el idiota Naruto… – comentó con cierto grado de incomodidad, evitando mirar a la muchacha frente a él. Pudo ver como esta apretaba la nota en su mano. Ambos se quedaron en un silencio incómodo, hasta que la chica habló.
– ¿Por qué no me sorprende? Todo lo que hace es causar problemas, no sé qué le pasa por la cabeza. Todos le dejan hacer lo que a él le apetece, ya que no tiene padres… Si ellos me vieran hacer eso, me… "
Recordando lo que le dijo justo después, tal vez ella les entendía más de lo que realmente dejaba ver. Puede que, en su momento, ese comentario que ella hizo fuera ignorante por su parte, pero al mismo tiempo tal vez también sufría. No quería imaginarse de qué manera.
– Ni tú ni yo nos percatamos, idiota. – afirmó arisco el Uchiha, dando por hecho lo que acababa de decir.
– De lo contrario, ella me lo habría dicho… – respondió mirándolo con algo de seriedad. No entendía por qué se comportaba de esta manera, ni a donde quería llegar. – ¿Estás diciendo que sabes más que yo?
– He visto más que tú. – zanjó Sasuke con el mismo tono de antes. – Sé más que tú.
– Tch, ya claro. – comentó de nuevo con burla al no creerse las palabras de su amigo.
– No fui yo el iluso que creyó en una carta y tampoco soy el necio que actúa precipitadamente. Si vas a actuar de esa manera, en mi casa, Naruto… – avisó Sasuke sin mirar a su amigo, acariciando a Kage detrás de las orejas, quien mantenía la lengua afuera ajena del ambiente.
– ¿Qué vas a hacer? – habló el rubio con provocación sin tomarle en serio.
– Ya te estás largando… – finalizó el pelinegro sin alzar su voz, mirando por unos instantes a su mejor amigo con una mirada fulminante y después regresar la mirada hacia su mascota.
No se molestó en mirar a su amigo de nuevo, cuando este se levantó del suelo y en silencio se largaba de la habitación. La puerta de entrada del apartamento no tardó en sonar, se había ido.
– Idiota… – insultó mentalmente en lo que suspiraba, Kage ladeó la cabeza sin entender a su amo y simplemente se atrevió a lamerle la cara varias veces.
Sakura se encontraba tomando agua de una botella que había tomado del suelo después de terminar con su rutina de piernas y glúteos. Una de las mejores maneras de lograr dispersar su mente.
El reciente encuentro que tuvo con su padre y la familia de este, le había sentado fatal. Era como si él no hubiera entendido lo que le había dicho la última vez que se vieron. No lo había encontrado solo, había podido al menos conocer la familia de este, aunque por mera casualidad y nefastas ganas.
¿Qué esperaba que dijera? ¿Cómo esperaban que reaccionara?. Podía ser una pregunta estúpida, tal vez otras personas estuvieran más abiertos a entablar una conversación con ellos. Algo que ella ya había fracasado en el intento, pero no se arrepentía de haber sido honesta con lo que ella pensaba.
"Qué maleducada es, igual que su madre…
Ume, no empieces. ¡Sakura, espera!, ¡Hablemos!"
Era mirarlo y recordar el día, más su significado. Todo lo que ocurrió aquel día en el que la abandonó. El antes y el después. A pesar de todo, se atrevía a presentarse como si nada. Aunque no lo planeara, es como si sus palabras hubieran sido en vano.
No se acercó a ella en ningún momento en el funeral, ni esos días restantes en los que ella estuvo en Atami, descubriendo toda la verdad de su abandono. No se molestó en explicarle su versión, ni nada por el estilo. Entender que según varias personas que ni conocía, era el motivo de que su padre casi se divorciara, cuando su madre no quiso abortar.
Nadie se molestó en acercarse a explicar, lo escuchó apoyada contra la pared, al lado del ataúd de su madre mirando a la nada, su existencia fue solo para que Mebuki se quedara con el amor de su vida. Otro de sus muchos caprichos, que aunque se tratara de amor de verdad, no dejaba de ser el cebo. Los grilletes. O eso es lo que creía ella… su madre.
Mebuki ya no estaba en este mundo, pero podía sentirla con ella cada día. Podía escuchar su voz en su cabeza, cada insulto, cada golpe, corte, aventón…
Todo es tu culpa
Sin poder controlar que las lágrimas cayeran sin frenar, se tapó las orejas intentando no escuchar los recuerdos con su madre, los susurros de sus parientes, de sus acosadores y demás… olvidándose de su alrededor, provocando que empezara a sollozar incontrolablemente.
El lunes de la semana siguiente, Sakura apareció demasiado temprano en el aula al ser la delegada de esa semana. Seguidamente, después de dejar sus bolsas en su pupitre, empezó a preparar el aula en completo silencio. No le sorprendía que la otra persona a quien le tocaba el mismo rol, no estuviera aquí.
– Se trata de Naruto, ¿Qué esperabas? – habló su consciencia con desdén, haciendo que no pudiera evitar estar de acuerdo.
Retirando los folletos de eventos y actividades pasadas del corcho al lado de la pizarra, se entretuvo en recolocar los de eventos actuales para que estos estuvieran más a la vista. Yendo hacia la mesa del profesorado, se le iluminó el rostro al ver el póster informativo de la beca estudiantil.
No tardó en desplegarlo y colgarlo al lateral de su pizarra, más al lateral del corcho, destacando su importancia ante los alumnos.
– ¿Vas a inscribirte en esa beca? – dijo una voz a sus espaldas sobresaltándola, se trataba de Neji. No le había escuchado llegar.
– Lo lamento, no quería asustarte… Te saludé, pero no me dijiste nada. – habló el Hyuga acercándose un poco, pero no demasiado para leer en detenimiento el póster. Sakura no pudo evitar sentirse algo incómoda, y terminó ruborizándose. Recordó que hace pocos días este le pidió salir.
– Sí que lo haré, ¿Tú? – respondió la pelirrosa jugando un poco con su cabello, acomodándolo en uno de sus hombros.
Neji negó con la cabeza como respuesta, la verdad es que él no la iba a necesitar. Su tío ya le había dicho que si quería seguir sus pasos, solo debía hacer lo mismo que él. De repente, el moreno se reparó en algo.
– ¿Cómo es que solo estás tú? – indagó Neji mirándola fijamente, cada semana había dos delegados diferentes y hasta el momento, todos cumplían.
Sakura no pudo hacer más que alzarse de hombros ante su pregunta, lo que le hizo sacar un suspiro al moreno. Era de esperar que Naruto no se presentara para cumplir con esa responsabilidad, aparte de que al haber estado expulsado, luego, el viaje, para llegar el fin de semana. Era lógico pensar que el rubio no se habría percatado de que le tocaba el rol.
– ¿Necesitas ayuda en algo? – volvió a preguntar el castaño, a sabiendas de que cierto rubio no estaba para la labor.
– Solo bajar las sillas de las mesas y después ir a recoger los cuadernos corregidos en la sala de profesores. – comentó ella con una leve sonrisa, que hizo que el muchacho se girara rápidamente para esconder su sonrojo para empezar a ayudar con la tarea de la preparación de la clase en silencio, sin que se lo pidieran.
Naruto andaba en silencio por la calle al lado de Sai, en dirección al instituto. Tras su leve bronca con Sasuke, un acuerdo mutuo había sido dejado encima de la mesa. No se habían dirigido la palabra en todo el fin de semana.
Algo raro, tal vez, dado que él no era alguien que solía estar enfadado por un largo tiempo. Excluyendo la pelea de pocos años atrás. Pero esta vez…
– He visto más que tú, sé más que tú. – escuchó la voz del Uchiha en su mente. Esas palabras eran como si le echaran aceite hirviendo en la piel.
No lo iba a admitir, pero esas palabras le habían hecho caer en una piscina de inseguridades. Estaba al corriente que Sakura había estado encaprichada por el pelinegro desde niños. Los tres habían asistido a la misma guardería y demás… Tal vez no hicieran migas hasta mucho después, pero en todo este tiempo, no había visto al Uchiha mostrar un ápice de interés más allá de amistad por ella.
Era obvio, esos dos no habían tenido ni un momento especial. Él sí. Él había estado a su lado cuando ella le necesitaba cuando Sasuke se fué. ¿Se atreve a mentirle en toda la cara con algo así? ¿Qué iba a saber él de algo que él ya no supiera?
– ¿Naruto? – escuchó que decía Sai a su lado, quien le miraba extrañado.
Fue demasiado tarde cuando dio de golpe contra un panel de obras, el cual provocó que este fuera aventado contra el suelo con molestia tras un quejido de dolor por su parte.
– Joder… – bramó con dolor tapando con una mano su rostro debido al golpe en su frente.
¿Debía dar por sentado que entre ellos habían tenido algún momento en los que él no se había percatado? Ya claro… Sasuke podía saber ciertos detalles, pero eso no cambiaba nada. Aunque…
– ¿Estás bien? – preguntó Sai extrañado por la seriedad de su mejor amigo.
El Uzumaki solo se atrevió a musitar un siseo de dolor, el choque con el panel metálico había agravado su mal humor.
– ¿Te pasa algo? No haces buena cara… – comentó curiosamente Sai con su típica expresión impasible, en lo que ambos volvían a ponerse en camino.
– Discutí con Sasuke, nada más… – contestó Naruto acomodando su mochila en su espalda de nuevo.
– Eso no es algo nuevo… – musitó más para él que para el rubio, quien le miró de reojo en silencio, pero no dijo nada.
Caminando por una plaza situada justo al lado de un parque infantil, un grupo de jóvenes se interpusieron en su camino, frenádoles el paso. Tanto Sai como Naruto arrugaron el ceño, el primero se percató que entre ellos había caras conocidas. Algunos iban a su instituto, solo que estos ahora vestían otro uniforme.
Naruto no hizo casi e intentó avanzar, pero no pudo evitar rodar los ojos cuando uno de los chicos le empujaron hacia atrás.
– Déjennos pasar, no estoy de humor… – habló el Uzumaki soltando aire por la nariz, mirando a cada uno de los chicos frente a él.
– Bah, Uzumaki… No parecías ser tan pacífico días atrás. – dijo una voz a sus espaldas, cuando se giró a la vez que Sai, se topó con Zaku sonriendo ladinamente con las manos en su bolsillo, vistiendo el uniforme a su modo. – Debo admitir que estamos sorprendidos…
– Si no les di la paliza de su vida, es porque me llevaría menos de tres minutos… – comentó burlón Naruto señalando a los de atrás con la cabeza.
– Dicen por ahí, que en menos de tres, o quien sabe, tal vez menos de un segundo, os secuestraron a ti y al capullo del Uchiha. Otra cosa que no me esperaba ¿Sabes? Ansiaba verte pegadizo a él, como siempre. – dijo el pelinegro mirando a Sai de arriba abajo sin poder evitar hacer una mueca. – Menuda copia barata del novio de este eres, chaval…
Zaku ensanchó su sonrisa al ver como Sai arrugaba más su entrecejo. De la nada, todos los presentes lograron escuchar unos silbidos, acercándose a ellos, junto a algo metálico, rozando el muro de la pared que rodeaba la plaza.
– Ya pueden largarse, muchachos… – habló Dosu abriéndose paso entre el grupo de chicos quienes no tardaron en salir por patas.
Sai y Naruto no tuvieron que volver a mirar hacia atrás para saber qué se trataba de Dosu detrás ellos. Por desgracia no vieron los puños americanos que este vestía en cada mano.
– Ahora, ya que tú y el don moñas, os gusta meter las narices en asuntos ajenos, como los gatos curiosos que sois… – vociferó con sorna el Abumi quitando sus manos de dentro de los bolsillos de su pantalón, dejando ver los diferentes anillos que vestían los dedos.
Antes de la última clase del segundo periodo de clases, antes del descanso para el almuerzo, la puerta más cercana a la pizarra se abrió de golpe, en lo que los alumnos se preparaban para la siguiente asignatura.
Varios murmullos se pudieron escuchar cuando Naruto con varios parches mal puestos en su rostro entró al aula, seguida de un Sai con aspecto similar. Ambos no dijeron nada y siguieron caminando hasta sus pupitres, en lo que el resto de la clase les miraban estupefactos.
– ¿Qué demonios os ha pasado? – preguntó Shikamaru al ver el aspecto de ambos chicos en lo que estos se sentaban.
– Nada. – respondió el Uzumaki de mal humor abriendo su mochila forzadamente. Sacó el libro de la asignatura que iba a tocar, pero pronto vio como se había olvidado de su estuche y cuaderno.
– Mierda… – musitó en su mente a la vez que pensaba que esta mañana se había levantado con el pie izquierdo. Al parecer no tuvo que preguntar cuando Sasuke le dio un lápiz y un bolígrafo, mientras que Shikamaru le pasó un folio de cuaderno.
Agradeciendo al castaño con una sonrisa, finalmente colocó su mirada azul en la de Sasuke. Que le miraba inquisitivamente, como si se estuviera preguntando lo que le había pasado. A la espera de que diera explicaciones. Segundos después, el pelinegro colocó la mirada en unos pupitres más allá, siguiendo el hilo, le descubrió mirando a Sakura. Un apretón en el estómago se manifestó en él, al no entender qué significaba ese gesto.
Vio como el Uchiha terminó por apartar la mirada cuando la Haruno puso sus ojos en ellos, lo raro fue que esta no apartó la mirada de ellos. De él. Parecía inspeccionar sus heridas, igual que con Sai.
– Chicos, un bolígrafo encima del pupitre. Examen sorpresa. – dijo Kakashi poco después de entrar al aula inusualmente antes de la hora de empezar clase. Este no pudo evitar sonreír tras la máscara ante las quejas de los alumnos.
Sakura miró con una mueca conocedora hacia Hinata y a Ino, quienes parecían no querer comer su almuerzo, ambas parecían estar distraídas intentando disimular que no estaban mirando hacia el grupo de los chicos. Concretamente al Uzumaki y al pimpollo de Sai.
Esta vez fue ella la que volteó la cabeza para mirar al grupo de chicos, quienes no se percataron de que les estaban viendo como leonas a su presa en la noche.
– Como si tú no estuvieras preocupada… – razonó su conciencia haciendo que no pudiera evitar hacer una mueca con sus labios.
– Esto es ridículo. – pensó suspirando ruidosamente, ocasionando que ambas chicas voltearan a verla momentáneamente.
Bajó su mirada a su almuerzo, prácticamente ya había terminado de comer. Tomando una patata salada del paquete en el centro de la mesa, terminó por levantarse palmeando las manos un poco para eliminar las migas pegadas a ella, lo que hizo que la Hyuuga y la Yamanaka volteasen a mirarla de nuevo.
Caminó hacia el conjunto de pupitres aparcados en la esquina contra la ventana en lo que terminaba de masticar la patata en su boca.
Sai fué el primero en darse cuenta de su presencia, por lo que aprovechó para observar con más detenimiento el mal trabajo de curación que ambos habían intentado aplicar en su cara, no era difícil suponer que cada uno se lo había hecho a sí mismo rápidamente.
– ¿Qué quieres, fea? – dijo el pelinegro haciendo que arrugara la frente ante el usual apodo que le colocaba. Empezaba a replantearse la idea de acercarse. Este fue sorprendido por una colleja por parte de Neji, que le miraba con una mirada de enfado mientras masticaba con la boca cerrada algo de comida.
– Me gustaría hablar con ustedes tres… – pidió a la vez que señalaba a Sasuke, Naruto y a Sai con su mano.
– ¡¿A sí?! – exclamó Naruto levantándose sonriente de la silla estrepitosamente, en lo que Sakura alzaba las cejas mientras que el resto de chicos suspiraban ante el comportamiento del Uzumaki.
Sasuke se levantó después de su asiento lentamente, recogiendo sus paquetes de comida y bebida que había utilizado para meterlos dentro de una bolsa de plástico que iba a tirar luego. Fue entonces que Sai les imitó, por lo que Sakura empezó a alejarse hacia una de las puertas del aula.
– ¿Vienen? – dijo Sakura volteando la cabeza hacia los chicos al ver que estos no habían empezado a seguirla mientras abría la puerta y seguidamente salía de la habitación.
El rubio no tardó en caminar deprisa, escurriendo detrás sin darse cuenta de que había empujado levemente a Sasuke en el proceso de querer ir hacia la salida. Sai le siguió sin decir nada más, mientras que el Uchiha, tras colocar ambas manos en sus bolsillos, miró hacia Neji, el cual le dedicaba una mirada seria.
Alzando la cabeza altivo, aprovechando que había diferencia de altura, aunque el moreno no es que fuera bajo a pesar de estar sentado. Neji disimuló casi perfectamente el hecho de quedarse tenso, viendo la diminuta sonrisa burlona que se le dedicaba antes de alejarse para reunirse con los demás.
– ¿En qué lío se habrán metido ahora? – preguntó Kiba escéptico resoplando en lo que tomaba otro puñado de aperitivos.
– No nos lo han explicado… – comentó Chouji antes de tomar un sorbo de su zumo.
– ¿Qué tendrá que ver el Uchiha con todo esto? ¿Les golpeó él? – preguntó Neji suponiendo demasiado deprisa a los hechos. Al ver las muecas que los demás le enviaron, por lo que rápidamente alzó las cejas. – No sería la primera vez que esos dos se pelean…
– Si hubieran peleado como esa vez, el Uchiha no hubiera estado aquí comiendo… – admitió el Nara con una sonrisa conocedora en lo que se cruzaba de brazos.
– ¿Qué creéis que quiera? – susurró Sai más para Naruto que para Sasuke, quien estaba al otro lado del Uzumaki.
– Ella dijo que quería hablar… – dijo de vuelta el rubio en voz baja mirando hacia el pelinegro hacia su derecha.
– Ya, pero sobre qué… ¿Alguna idea? ¿Le habéis hecho algo? – preguntó a la vez de que Sasuke negaba la cabeza ante tal pregunta, con una mueca de hastío.
– ¿Por qué es eso lo primero que me preguntáis siempre? – indagó Naruto logrando no alzar la voz, algo sorprendente viniendo de él. Ambos pelinegros le miraron con una mueca de molestia ante tal estúpida pregunta. – ¡Oh, venga ya!
Cuando Sakura llegó a su destino, abrió la puerta de la sala. Se encontraban en la enfermería. No había nadie en ninguna cama, todas las cortinas estaban abiertas. Se dirigió rápidamente hacia el lavabo para lavarse las manos, fue entonces cuando vio que los tres muchachos seguían en fuera de la habitación mirándola a través de la puerta, dubitativos de entrar.
– Siéntense ahí… – les dijo la Haruno señalando con la cabeza la segunda cama de la enfermería mientras se secaba las manos con papel absorbente.
Sasuke fue el valiente que entró primero a la habitación, sentándose no dónde había dicho la pelirrosa, pero sino a la primera, lo que a esta no le pareció importar. Sai empujó a Naruto dentro de la habitación, dirigiéndose hacia la cama, tomando asiento en ella. El rubio le imitó lentamente inseguro.
Los tres jóvenes observaron como la ojiverde acercaba una mesa con ruedas para dejar el material que iba a usar, Sai y Naruto pudieron respirar tranquilos al ver que simplemente planeaba curarles.
Golpeando el taburete de ruedas para que este se deslizara entre las dos camas, arrastró la mesa consigo para finalmente tomar asiento frente a Sai. Este se la quedó mirando seriamente por varios segundos, hasta que se animó a dedicarle su misma sonrisa falsa de siempre, lo que ocasionó que Sakura soltara aire por la nariz.
– ¡Arghs, joder! ¡No seas tan brusca! – dijo Sai cuando Sakura le arrancó la tirita del puente de la nariz de golpe sin preaviso, haciendo que Naruto le mirara algo atemorizado al poder ser el siguiente en sufrir tales tratos.
– Eso te pasa por llamarme fea… – canturreó su consciencia soltando una risa risueña.
– No sé qué estabais pensando cuando os tratasteis las heridas de esta manera, par de inútiles… – comentó la pelirrosa lanzando la tirita ensangrentada encima de la mesa.
– No te acomodes demasiado, Sasuke… Necesitaré tu ayuda. – añadió ella escuchando como el susodicho estaba por acostarse en la cama detrás de ella.
– Hn. ¿Ayuda en qué? – musitó él sentándose al borde de la cama, quedando frente a Naruto.
– Quítale esos inventos de su cara… – contestó Sakura señalando la pobre manera en la que Naruto se había puesto parches en su tez.
– ¡No, espera! ¡Sakura, hazlo tú, el bastardo va a ser un torpe! – reprochó el Uzumaki haciendo como si se apartara del Uchiha quien le miraba con cierto brillo en los ojos. Quería recuperar su bello rostro, no a costa de su amigo que no parecía tener idea igual que él.
– ¿A quién llamas torpe y bastardo, imbécil? – habló Sasuke con enfado.
– ¿A quién si no, capullo integral? – replicó en el mismo tono el rubio imitando su expresión.
– No lo sé, ¿A ti mismo, tal vez? El único torpe aquí eres tú, más que burro. ¿Eres capaz de acordarte de los golpes a los que has sometido a tu cabeza hoy? Porque lo dudo… Las tres neuronas que te quedan no te van a durar mucho al paso que vas. – comentó burlón en lo que el rubio rechinaba los dientes molesto ante ese comentario.
– ¡Cierra el pico, picha floja! ¡IOUCH! ¡EI! – bramó el rubio después de que la Haruno le retirara el parche mal puesto de su mejilla de la nada.
– No tengo todo el tiempo del mundo, Naruto… – avisó Sakura mirando con cierta molestia al mencionado, el cual se sujetaba la mejilla por el dolor. Con una mirada, le indicó a Sasuke que la ayudara a retirar todo. El cual, a pesar de la mala cara del rubio, obedeció con una sonrisa ladina. Le había parecido gracioso la manera como la pelirrosa retiraba el parche de la cara.
– Deja de reírte, estúpido… – refunfuñó Naruto dejándose quitar los parches.
– Oblígame, cara culo. – respondió él sin borrar su expresión, a la vez que tiraba sin demasiada fuerza el siguiente parche, que aun así le provocó dolor.
– Pelma.
– Cretino.
– ¡Chupa cables!
– Lerdo!
– ¡Eso tú, cretino! – dijo Naruto empezando a alzar la voz en la cara del pelinegro. Sakura no pudo evitar voltear los ojos ante la escena frente a ella. Bañando una gasa con agua y jabón, lavó con cuidado las heridas del rostro de Sai.
Debía admitir que no se esperaba que Sai hubiera también recibido golpes, pero tampoco era algo de lo que descartar teniendo en cuenta que era amigo del Uzumaki.
– Fueron Zaku y Dosu, ¿Verdad? – preguntó Sakura mirando a Sai con seriedad, logrando acallar tanto a Naruto como a Sasuke.
El primero no tuvo que responder a su pregunta, a pesar de que apartó la mirada de la de ella. Terminando de lavar las heridas, miró a Naruto mientras dejaba el algodón usado con la basura encima de la mesa, este la miraba algo sorprendido.
– Está más que claro… – afirmó mentalmente viendo el grado de los golpes, a pesar de que no eran peores que los de la última vez.
– ¿Van a explicarme cómo empezó el lío con ellos la última vez? – preguntó la Haruno abriendo un parche de apósito facial, pasa seguidamente verter clorhexidina en otra gasa y empezar a esparcirlo por uno de los cortes.
Para sorpresa de ella, Ino y las demás no entraron en detalles sobre lo ocurrido, por más que insistiera en preguntar más tarde. Quien sabe por qué. No le sorprendía que ellos tampoco quisieran entrar en detalles.
– No tienen que esconderme el detalle de que esos dos fueron en mi busca justo al momento de su regreso, no es la primera vez que lo hacen… – explicó Sakura colocando el primer apósito con tranquilidad.
– ¿Qué estás dicié…? – intentó hablar el rubio interrumpiendo a Sakura.
– Explíquenme, con qué coraje se entrometen con ellos, sobre algo que no les incumbe… Par de idiotas. – manifestó la pelirrosa esta vez siendo ella la que interrumpía.
– ¿Qué esperabas que hiciéramos? – cuestionó con molestia ante las palabras de la pelirrosa, el Uchiha. No sabía donde quería ir a parar con eso.
– No sé en qué mundo vivís, pero el padre de Zaku es un adinerado amigo del congreso del país, quien se rumorea que ha invertido bastante dinero aquí. De lo contrario, no seguirían estudiando aquí. Buscaros problemas con ellos, no os conviene, ya que se creen en la libertad de hacer lo que se les antoja. ¿Por qué creen que pueden hacer novillos sin que les diga algo? – habló hastiada la ojiverde terminando de curar a Sai.
– ¿Y eso qué tiene que ver? – dijo Naruto cambiando a una expresión seria, Sakura bufó con exasperación.
– Dios, ármame de la paciencia que me falta… – pensó con cansancio Sakura después de indicar a Sai que se apartara para dejar sitio al rubio.
– Esos dos no volverán a acercarse a ti… – continuó Sasuke quien ocultaba su enfado con cierta maestría. Mirándola como si le intentara hacer recordar las palabras que le escribió mediante mensaje de camino a las colonias – No dejaré que se vuelvan a acercar a ti. –.
– A estas alturas, me sorprende cómo los subestimáis… – habló Sakura empezando a lavar la cara de con una gasa. Teniendo en cuenta lo que le habían hecho a ella, y ahora a ellos.
– Por lo menos, podrías darle las gracias a Naruto por ahuyentarlos, no está de más decir que es más que probable que esta paliza que obtuvimos sea por tu culpa… – dijo Sai de la nada, haciendo que el ambiente se volviera incómodo.
– ¡Sai! – se quejó el rubio volteando la cara para mirarle con enfado, pero la Haruno le agarró la cara con su mano libre para mantenerla en la postura que quería.
– ¿Qué? Ella debería… – manifestó Sai alzando los hombros.
– ¿Acaso le agradeciste tú por curarte? – cortó Sasuke con voz amenazante queriendo zanjar ese impulso del mindundi. – Más te vale que no te escuche intentar manipularla con culpa de nuevo, porque te juro, que tu dentista cobrará un pastizal, dado que vas a necesitar implantes por cada diente de tu boca…
Sai tragó saliva con molestia ante sus palabras, por lo que pocos segundos después se levantó y sin decir nada más, se marchó de allí ante la atenta mirada de los dos chicos restantes.
– Fuiste un borde… – comentó el Uzumaki sin sorprenderse de la actitud de su mejor amigo.
– Eso fue demasiado candente… – admitió la pelirrosa para sus adentros, mordiéndose el labio, ignorando el comentario de Sai.
– Me importa una mierda... – finalizó el Uchiha sin cambiar su mirada de molestia.
– Ese imbécil se lo buscó… – afirmó mentalmente mientras apoyaba los codos en sus rodillas para descansar su mentón en sus manos entrelazadas.
– Por más bocazas que sea Sai, debes reconocer que tiene algo de razón… – razonó su voz mental.
"No debo agradecerles por nada
Eso no es verdad y lo sabes"
Una vez esas últimas palabras dichas por Kakashi semanas atrás dentro de su cabeza, sin querer queriendo la culpa, se hizo presente.
– No es que no os agradezca que hayáis hecho eso, pero yo puedo cuidar de mí misma, sin vuestra ayuda. – recitó la Haruno terminando de colocar el último apósito en el rostro del Uzumaki.
– De todos modos, eso es algo que llevo haciendo desde tiempos inmemorables… – habló de nuevo mentalmente, evitando decir eso en voz alta mientras se levantaba del taburete, apartándose de entre los muchachos.
En lo que se escuchaba la campana de vuelta a clases, seguidamente se hizo presente un trueno. La lluvia no se hizo esperar.
Sakura, Ino y Temari junto al resto de las animadoras se encontraban esperando dentro del pasillo que daba a la puerta del exterior y a los vestuarios interiores que se usaban el día de partido. El barullo que se escuchaba desde las gradas era impresionante.
Observó como varias animadoras terminaban de prepararse para la coreografía introductoria que daba inicio a la presentación del equipo de baloncesto.
Todas ellas se encontraban con el mismo maquillaje en el rostro, a juego con su uniforme. Con el cabello suelto junto a una diadema también del mismo color.
– Deja de mirarte al espejo, cerda. Te ves genial. – dijo la Haruno haciendo que la Yamanaka le lanzara un beso al aire ante el cumplido para seguidamente hacerle caso y guardar el pequeño espejo dentro de su bolsa en el suelo.
– ¿Solo la vas a contemplar? Esos favoritismos Haruno… – comentó Temari fingiendo un mohín en lo que se cruzaba de brazos con los pompones en sus manos.
– Ya va siendo hora que aceptes quién es su favorita, bonita… – respondió Ino abrazando inesperadamente a la pelirrosa, quien se dejó restregar la mejilla contra ella, estaba acostumbrada. – ¿Por qué soy tu favorita, a que sí?
Sakura no pudo evitar sonreír ante tal tonta e infantil conversación por parte de sus amigas, Ino se tomó su silencio como un sí y volvió a abrazarla de nuevo.
– Sin ti no habría animadoras, ¿lo sabes, no? – preguntó la rubia susurrándole al oído, no pudo evitar volver a sonreír volteando los ojos. Ya le había agradecido bastante.
– Todo listo. – dijo una voz masculina encima de ellas, Ino y Temari buscaron alrededor de ellas, pero no vieron a nadie. La pelirrosa alzó la cabeza hacia arriba, viendo la cabeza de Shino, quien se encargaba de su música, a favor de ellas.
– Gracias Shino, puedes empezar. ¿Listas, chicas? – tras un círculo grupal para darse ánimos antes del espectáculo, cuando escucharon la canción previa a la coreografía, fue cuando salieron a saludar ante el público.
– ¡Dénle un fuerte aplauso a las Kitsunes! – habló la voz de la voz del interlocutor que iba a presentar el partido.
*clap**clap**clap* KIT-SU-NE *clap**clap**clap*
*clap**clap**clap* KIT-SU-NE *clap**clap**clap*
*clap**clap**clap* KIT-SU-NE *clap**clap**clap*
*clap**clap**clap* KIT-SU-NE *clap**clap**clap*
Las chicas sonrieron al ver como la banda instrumental del instituto tocaba los tambores al ritmo de los aplausos.
Temari alzó sus pompones al aire al ver como Shikamaru le sonreía de pie en medio de las gradas, al lado de Chouji, Kiba y Sai, este último sonriendo a Ino a pesar de estar al lado de una pelirroja la cual le hablaba, la rubia pareció no darse cuenta y le saludó sonriente también con los objetos en sus manos.
Por parte de Sakura, ella fingía saludar a todo el mundo sin mirar a nadie. Simplemente, saludaba a las pancartas que llevaban varias personas del público, sin reparar que era observada por gran parte de chicos, en especial a cierto Hyuga, además de Naruto y Sasuke.
– ¡Se ve preciosa con el uniforme de animadora! – informó Naruto con una sonrisa estúpida bastante sonrojada a pesar de que la susodicha no se había seguramente ni enterado que estaban ahí. Al Uchiha no le pareció nuevo que su mejor amigo actuara así.
Debía admitir, que no disfrutaba para nada del ajetreado ambiente dentro de una misma habitación. Si se tratara de un partido de béisbol o de fútbol, en los que se suelen jugar afuera, no le molestaría estar entre el público. Había sido invitado a entrar al equipo de baloncesto u otros, pero no había deporte que le apasionara más que el Kendo. No lo pensó dos veces al recordar que este instituto ofrecía esa extracurricular, y se unió justo el primer día de clases.
Una música lo hizo volver en sí, por lo que volviendo la mirada al centro de la pista observó como todo el equipo de animadoras se ponía en posición, en cierto momento las chicas empezaron a moverse sincronizadamente, creando efectos visuales con los pompones, el público seguía el ritmo de la canción mediante aplausos y silbidos, había gente que hasta bailaba.
A Sasuke se le erizó la piel al ver como la Haruno movía las caderas junto a las demás con una sonrisa de estar pasándolo bien con sus amigas, ajena a lo que le podía estar provocando a otros aparte de él. Su entrepierna pareció querer despertarse al ver como Sakura se tumbaba de espaldas sujetándose de sus manos contra el suelo para hacer el puente y estirar cada una de sus piernas hacia adelante y hacia atrás para quedarse sorprendido al ver como las mejores amigas de estas hacían una voltereta hacia delante encima de sus piernas, en la que otras integrantes seguían bailando. Eso pareció animar aún más al público.
La pelirrosa se alejó hacia la otra punta de la cancha, mientras las demás volvían a seguir con la coreografía de manera perpendicular sacudiendo los pompones, en lo que parecía ser el último coro de la canción, varios se sorprendieron con ánimo al ver como Sakura empezaba a dar volteretas consecutivamente para llegar a cierto lugar y así hacer otra más con las piernas dobladas quedando de frente al público como antes e instantáneamente seguir con la coreografía junto a las demás, hasta su fin.
– ¡ARRIBA KITSUNES! – gritó bien alto con un brazo extendido bien arriba con el puño cerrado, logrando que el público aplaudiera mientras el resto de animadoras repetían la misma frase, la gente pronto volvió a repetir la misma canción de antes junto a los tambores de la banda musical.
Escuchó cómo Naruto aplaudía junto al resto, aprovechando la oportunidad de poder ser escandaloso cuanto quisiera sin que los demás no le dijeran nada. Le pareció ver como Sakura se daba cuenta de su presencia, pero pronto descubrió que le estaba sonriendo al Hyuga y a Lee, quienes se encontraban a unas filas más abajo.
Cambió a una expresión seria al ver que el castaño de melena larga volteaba para mirarles, no era de extrañar pudiendo reconocer la voz de Naruto de lejos, observó como Neji miraba con desdén al Uzumaki y pronto arrugaba más el entrecejo una vez le miró a él.
– ¿Qué? – pensó él mirándole de la misma manera.
No pudo evitar molestarse cuando el moreno le sonreía con atrevimiento. ¿Le estaba retando?
Neji terminó el combate de artes marciales contra Ko de un golpe, en el dojo de su gran casa tradicional. Estaba siendo observado por varios integrantes del clan, aparte de sus dos primas.
No le sorprendió ver cierta preocupación en el rostro de Hinata al ver el duro golpe que recibió su guardaespaldas.
– Buen trabajo, Neji. Gran combate. – comentó Hiashi sentado con las piernas dobladas en el suelo y ambas manos en cada rodilla, contemplando a ambos con firmeza.
– Ko, te falta rudeza y rapidez. Sigue los pasos de Neji, para mejorar. Fin del entrenamiento por hoy. – añadió el patriarca Hyuga prácticamente sin pestañear, ambos hombres en el ring gritaron afirmando estar de acuerdo con él junto a los demás integrantes que rodeaban la sala, sentados igual que el mayor.
– Tú no, Hinata. Cada vez empeoras más, no estás ni de cerca al nivel de tu hermana Hanabi. Por lo que entrena por lo menos una hora más. – ordenó mirando a su hija mayor con seriedad. Parecía estar molesto y decepcionado, ya que no ni siquiera volteó a mirarla tras ver como esta perdía todos los combates.
Hinata asintió sin decir nada, sin alzar la mirada a las demás personas que todavía seguían de chismosos, escuchando lo que Hiashi le decía a su hija. Hanabi le agarró por un segundo una de sus manos para darle apoyo, pero ella no tenía modo de como responderle.
Estaba acostumbrada a ese trato por parte de su padre. Su condescendencia y trato hacia ella siempre había estado presente, no tenían una relación cercana. Él era rígido y frío, como el hielo. Aun así, cabe añadir que tenía que añadir que estaba molesto con ella por interferir a sus espaldas en los negocios de su padre con el padrino de Naruto.
Interferir lo que se llama interferir, no lo hizo, pero sí que usó ese método a sus espaldas. Para alguien tan controlador como su padre, su comportamiento había sido añadir el pie en un cubo de agua helada. Lo que no entendía es porque su padre repudiaba tanto a Naruto.
Él era gentil, divertido, ayudaba a los demás, y mucho más. No era una persona a la que aborrecer, si tan solo se molestara en conocerle de verdad. Si le diera la oportunidad de explicarle…
Cuando todo el mundo se retiró del dojo, Hinata dejó finalmente que los sollozos resonaran por la estancia, agachándose para llorar, tapando la cara con sus manos, a pesar de que nadie la observaba.
– Oye, ¿Sabes por qué el padre de Hinata no la ha dejado venir? – preguntó Temari dejando su hamburguesa encima de la mesa auxiliar del comedor de Sakura.
Esta última les había invitado a quedarse a dormir en su casa el sábado, todas dijeron que sí, salvo Hinata quien ni siquiera contestó a la llamada que Tenten le hizo al fijo de su casa. Le dijeron que no tenía permiso.
Tenten negó con la cabeza ante esa pregunta, la asistenta que respondió al teléfono no le dio detalles.
– Tampoco ha hablado mucho estos días, ¿Le pasará algo? – preguntó Ino extrañada, se había dado cuenta de cómo la muchacha se autoaislaba últimamente.
Sakura se mantuvo callada y ajena a esa conversación. Sabía de sobra cuál era la razón del actual estado de ánimo de la pelinegra, pero no el motivo por el que no había podido venir.
– Tal vez se peleó con su padre… – comentó ella mirando las uñas de su mano distraídamente.
– Aunque eso tenga su lógica, creo que encaja más que tal vez haya hecho algo que le desagradó demasiado a su padre… – opinó Tenten antes de dar bocado a su hamburguesa doble.
– ¿Qué tan serio es Hiashi? ¿Peor que mi padre cuando se enfada? – preguntó Ino haciendo una mueca divertida poniendo sus dedos encima de su cabeza simulando cuernos.
– Tu padre no se enfada tan a menudo, Ino… – comentó Tenten con algo de burla encontrando divertida la cara de la Yamanaka.
Ambas rubias asintieron estando de acuerdo con lo que dijo la Ama. A duras penas, el padre de este las dejaba que pasaran la noche en casa con su hija, solo en pocas ocasiones cuando él no estaba en casa por viaje de negocios.
– ¿Alguna vez vas a ir a gorronear a tu propia casa, estúpido? – habló Sasuke con molestia observando como su mejor amigo se zampaba la comida de su casa.
– Tú también te escaparías si tuvieras que comer la porquería que cocina el viejo verde, no me vengas con esas… – refunfuñó Naruto después de tragar un enorme montón de fideos de udon en la boca.
– Te recuerdo que vivo con Itachi, no es que sea un cocinillas y de Izumi mejor ni te cuento, puedes perfectamente salir a comer al Ichiraku. – renegó el Uchiha dejando los palillos en su cuenco vacío.
– Ya fui este fin de semana… – explicó Naruto sin hacerle mucho caso a su amigo, quien le había preparado la cena.
– Podrías pedirte cualquier otra cosa… – añadió el pelinegro sin ofrecer la opción de que él cocinara, si el idiota era torpe con todo lo demás, lo era aún más en clase de economía del hogar.
– Megssteldnero… – murmuró inentendiblemente el Uzumaki algo abochornado.
– ¿Qué? – preguntó Sasuke alzando las cejas sin haber entendido lo que acababa de decir.
– Que ya me gasté el dinero de la paga, ¿feliz? – admitió Naruto con una mueca volteando los ojos, algo que no le sorprendió al pelinegro.
– Estaría feliz si estuvieras en tu puñetera casa comiendo tu comida… – reiteró con sarcasmo él ante su respuesta, pero parece ser que su amigo hacía los oídos sordos.
Pronto la cerradura de la casa se escuchó, dando a entender que alguien había llegado a casa. No tardó en ver que eran Izumi, Itachi junto a Shisui, acompañados de Shiro. El can vestía un peto de canino policía.
– Otro que parece que no tiene casa… – reflexionó Sasuke mirando a Shisui quien sonreía felizmente al verle.
– ¡Estamos en ca…! Oh, si estás aquí… Hola, querido hermanito. – saludó Itachi empezando a descalzarle el calzado a Izumi, sin querer que esta se agachara. Su vientre había crecido un poco más, algo normal, según le habían explicado. La morena no pudo evitar sonreír con cariño en lo que se apoyaba al hombro de su novio.
– Trajimos la cena. – comentó Izumi feliz en lo que mostraba unas bolsas, alzándolas en sus manos, aunque estas fueron retiradas rápidamente por Itachi.
– ¿Más comida? – indagó Naruto sacando la cabeza por el marco de la puerta a pesar de acabar de cenar una enorme dosis de udon.
– ¡Anda, qué sorpresa! Pero si es el pozo sin fondo del Uzumaki… – habló Shisui con una sonrisa burlona a la vez que Sasuke le miraba con una expresión de –Mira, quién habla–.
– Como si tú tampoco lo fueras, Shisui… – interrumpió su hermano bajando el gorro que su amigo vestía en su cabeza.
– Ya, pero yo estoy bien fuertete… mira mis músculos. – dijo el mencionado flexionando sus brazos, demostrando lo fuerte que estaba, al hacer deporte a diario.
– Lo que tienes como músculo careces de neuronas, en eso os parecéis… – habló el menor de los Uchiha agachándose al ver que Shiro se le acercaba feliz, meneando la cola.
– ¿No es ese el perro de Sakura? – preguntó Naruto acercándose con curiosidad a lo que el can no tardó en empezar a gruñir al verle, por lo que consideró que no era buena idea avanzar más y aun así, este seguía mostrándole los dientes aunque pronto paró cuando el Uchiha le acarició el pecho lo que le ganó varios lametones en su cara.
– ¿Qué hace aquí, Itachi? – pidió el menor sin saber cómo es que el perro de Sakura estaba vistiendo un peto de can policía. Algo que no se veía en mucho en la comisaría donde su hermano trabajaba desde hace mucho tiempo.
– ¿No se lo dijiste? – preguntó Izumi acercándose con una mano en su vientre, mirando a su pareja, ladeando la cabeza.
– Con el montón de trabajo que tengo, se me habrá pasado… – respondió él sin darle demasiada importancia al hecho de no haber divulgado ese detalle.
– Shiro, está de periodo de prueba como k9 en la comisaría… Este perro tiene alma de policía, créeme. Ayudó a encontraros cuando os secuestraron. – explicó Shisui intentando acercarse al can, quien gruñó un poco al sentir sus intenciones.
– No te lo tomes a mal, a que te gruña, ya nos tomará cariño con el tiempo… – añadió él viendo como el can estornudaba adorablemente y volvía a gruñir viendo que el pelinegro de cabello corto seguía cerca, al igual que el rubio.
– Eso, tú sigue dándote ánimos… – dijo con burla Itachi dirigiéndose a la cocina con las bolsas en una mano y agarrando a Izumi de la suya con la otra.
– Tarde o temprano lo hará… – aseguró convencido él, incorporándose y siguiendo a sus amigos hacia dentro.
– Dices eso, pero por dentro te mueres de envidia… – se burló Izumi entrando al juego de su novio y Shisui, era algo habitual entre ellos. La pareja se rio al ver la cara del último.
– ¿Sakura vendrá a buscarlo? – comentó Sasuke caminando hacia el salón después de retirarle el peto al Akita quien sacudió su cuerpo y después empezó a rascarse un costado con una de sus patas traseras.
– Relájate, Sasuke… Ella accedió a que se quedara unos días con nosotros en lo que probamos sus habilidades en patrulla, Obito dice que le pagará por el trabajo. – dijo Itachi desabrochando su cinturón de trabajo y dejándolo encima de la mesa auxiliar del salón, acariciando a Kage quien pronto se le acercó para que le dieran carantoñas a modo de recibimiento.
– ¿Cuándo ocurrió esto? – se preguntó a sí mismo Sasuke un tanto extrañado.
Un poco más tarde, Sasuke se encontraba guardando sus tareas y preparando su mochila para el día siguiente. Hacía rato que Naruto se había ido a su casa, Jiraiya le había venido a buscar dado que estaba lloviendo a mares.
Enchufando su teléfono para que este se cargara en su mesita de noche, seguidamente se encaminó al armario para tomar una toalla limpia y así tomar una ducha relajante. Abrió la puerta de su habitación dispuesta a caminar hasta el baño, ignorando que tanto Kage como Shiro se levantaron de sus respectivos sitios de donde estaban tumbados para seguirle a su destino.
Cerrando la puerta del baño, pronto tuvo que abrirla de nuevo cuando sintió a uno de los perros rascar la puerta para poder entrar. Era Shiro, un trueno se escuchó por lo que el animal pronto lloriqueó con miedo. El Uchiha no pudo decirles que no cuando ambos perros le miraron con súplica de que le dejaran entrar con él.
Más tarde, el pelinegro salió del baño con intenciones de ir ya a acostarse. Una vez en la cama, pudo ver como su teléfono tenía un nuevo mensaje. Tumbándose en la cama agarrando su teléfono todavía con el cable conectado, no se quejó cuando Shiro se subió a su cama para recostar su cabeza encima de su torso, pronto le siguió Kage, quien no estaba satisfecha en acostarse a la cama cerca del armario.
– A Shiro le asustan los truenos… – leyó el mensaje de Sakura, provocando que sus pupilas se le dilataran al comprobar que el mensaje era reciente.
– Lo sé… – respondió el Uchiha queriendo saber la razón, mientras acariciaba la cabeza de Shiro despreocupadamente.
– ¿Está tranquilo? ¿Cómo está? – preguntó ella poco después de responderle.
Sasuke miró a ambos perros prácticamente tumbados encima de él, suerte que su cama era lo suficientemente grande para caber los tres, pero aun así Shiro era un animal bastante grande. Este estaba mirándole con sus bonitos ojos, todavía algo nervioso debido a la lluvia, por lo que siguió acariciándolo, parecía hacer efecto. Creyendo conveniente demostrar visualmente el estado de su mascota, activó la cámara y se dio un selfi con flash en la que se veían Kage y Shiro tumbados uno al lado del otro con su cabeza encima de su torso desnudo y se la envió sin más.
Después de bostezar, se dio cuenta de que le estaba entrando sueño, por lo que después de revisar que tenía la alarma encendida, dejó el móvil encima de su mesita e intentó dormir.
Con las chicas durmiendo en el comedor, Tenten e Ino en un colchón hinchable, Temari en el cómodo sofá, Sakura disponía de la privacidad de observar detenidamente la selfi que el Uchiha le había mandado.
Esperaba una simple respuesta, un sí a secas, si es que tenía suerte. No una foto de él con sus pectorales y bastante musculosos brazos. Por más que encontrara adorable ver como los dos perros se arrimaran a él, a sabiendas de que el pelinegro tenía dotes con los animales desde hace años, el hecho de que esta fuera su respuesta hacia ella, la hizo ruborizarse bastante.
– Con lo bueno que está el tío, va y me manda esto… – pensó en lo que por inercia ampliaba la imagen de su teléfono, ignorando a ambos perros y mirando como el pelinegro era fotogénico, aún un poco despeinado.
Se veía hermoso, para qué engañarse, su corazón parecía galopar desbocadamente dentro de ella. Suprimir esa sensación cada vez que estaba con él era bastante difícil. No al saber que esos sentimientos no irían a ningún lado con Sasuke. A pesar de todo, no pudo evitar sonreír al recordar cómo en ciertos momentos él se preocupaba por ella o la defendía, pero no podía dar por sentado que tanto él como Naruto… estarían a su lado, nunca lo habían estado cuando ella más los necesitaba, no de la misma manera en la que ellos estaban el uno por el otro…
Las chicas entraron por la puerta del instituto, riendo sobre un comentario que Temari había dicho por ahí sobre su hermano Kankuro. Al llegar a clase, se encontraron con una multitud alrededor de alguien.
– ¿Te gusta el tonto de Uzumaki, Hyuga? – escucharon la voz de Ami espetar con burla entre la multitud.
La pelinegra se encontraba sentada con la cabeza gacha, con ambas manos encima de su regazo, evitando la mirada de todos. Estaba siendo intimidada por la mayoría y ella no hacía nada para defenderse.
– Si se pasa todo el rato que puede mirándole a hurtadillas, ¿De qué os sorprende? – dijo otra chica de otro salón con el mismo tono de voz, ocasionando que varias personas se rieran, Hinata se mordió el labio inferior.
Alguien había compartido una foto de ella apoyada detrás de un árbol espiando a Naruto, junto a otras imágenes de ella hurgando en la basura en el muro de Facebook de su grupo de clase, pensar que el post no se haría viral, era de mucho desear.
– ¿Le gusta revolcarse en la basura? Tienes gustos muy raros, tía… – habló Ami de nuevo sacando más risas de los demás.
Tenten e Ino se abrieron paso para acercarse a su amiga, Temari y Sakura se miraron entre ellas sin entender lo que estaba ocurriendo, siendo ellas las que se acercaron después.
– ¿No tienes nada mejor que hacer tarada? – manifestó Ino apartando a varios para acercarse a su amiga que en verla ya fueron alejándose.
– ¿Por qué no vas a molestar al raro de Sai, estúpida? – respondió la Watanabe colocando ambas manos en su cintura altiva.
– ¿Debo apalizarte de nuevo para que la dejes en paz? Puedo dejarte calva si tanto lo ansías… – amenazó Ino con molestia acercándose a la acosadora de cabellos violeta.
– Pff, por favor… ¿Acaso ella no puede defenderse sola o qué? – dijo la muchacha volteando los ojos, volteando a mirar a la Hyuga de nuevo.
– Es cierto, Yamanaka… Hyuga tiene comportamientos extraños, siempre está acosando en secreto y en silencio, simplemente queremos saber qué hacía en el vertedero del instituto. – comentó un chico mostrando su teléfono a la rubia para que viera el post en cuestión, algo que a las demás les extrañó.
Sakura sacó su teléfono para rápidamente ir en busca del post. Fijándose en las fotos, la Hyuga parecía haber ido de nuevo al vertedero aparte del día en el que ella descubrió lo de las cartas. Aparte de eso, la muchacha salía en otra foto en la que observaba a un grupo, concretamente a Naruto. No era algo desconocido que otros estudiantes estuvieran enterados sobre eso, a pesar de no salir como tema de conversación hasta ahora.
– ¡Hola, Sakura! – saludó sonriente Naruto, asustándola, ya que apareció justo detrás de ella sin que se diera cuenta, por lo que le miró mal y se apartó un poco molesta, dejando su mochila encima de su pupitre.
– Aaah~, Uzumaki… ¿Sabes que a Hyuga le gustas? – dijo Ami, encontrando gracioso a ese detalle, captando la atención del rubio en lo que Hinata se tensaba, pero no alzaba su mirada.
Naruto arrugó la frente e hizo una mueca de disgusto mirando hacia Neji, algunos bufidos de risa se escucharon ante su cara. La idea de que a Neji pudiera gustar de él le daba escalofríos, sobre todo al imaginarse en su cabeza a un Neji susurrando –Me gustas mucho, Naruto–. El moreno se encontraba con sus auriculares puestos ajenos a lo que estaba pasando, leyendo una revista de deportes.
– Me refería a ella… – comentó Ami con una mueca de incredulidad ante la actitud del Uzumaki, señalando a Hinata, para el deleite de los demás. A la pelinegra empezaron a temblarle los labios.
Una chica se acercó con algo de prisa y le susurró algo bajito a Ami y a sus amigas, algunas se sorprendieron un poco y jadearon ante el chisme. Sakura sintió las miradas en ella, por lo que se la devolvió.
– ¡¿La de las cartas eras tú?! – dijo lo suficientemente alto, eso acaparó la atención de Sakura. Las demás también miraron a Hinata sorprendidas.
– ¿Qué?... – dijo Naruto primero confuso, pasando rápidamente a un semblante serio.
La pelinegra alzó sus llorosos, grises ojos para mirar a Naruto, quien parecía estar mirándola con una expresión que tal vez se podría describir como enfado, pero ante el primer paso que él intentó dar hacia ella, Hinata se levantó sorprendiendo a todo el mundo y empezar a correr hacia la puerta del salón detrás de ella, chocando con Sasuke en el progreso, quien justo había abierto la puerta para ingresar.
La Hyuga se levantó del suelo, empezando a llorar, se levantó con prisas y huyó ante los gritos de Tenten para que la esperara. Esta última salió tras ella. Dejando el resto de los presentes en silencio.
Sakura ignoró a Ino y a Temari, quienes la miraban algo expectantes y se dirigió hacia su pupitre.
– ¿¡Por qué no puedo ver el post!? – dijo una chica queriendo estar al corriente de la situación con ganas de comentar como otros estudiantes.
– ¿Lo borraron? ¿Se sabe quien colgó las fotos? – dijo su amiga con sentada en el pupitre frente a ella con su teléfono en la mano.
Sakura agradeció que la campana de inicio de clases sonara, dispersando la multitud de personas dentro del aula.
*Suspira y chasquea la lengua*
¿Qué les puedo decir? ¿Fue ideal que el drama de Hinata saliera a la luz tan pronto y sobre todo de esa manera? ¿Ustedes que opinan? No puedo decantarme por el lado de la susodicha, pero aun así creo que no se merecía eso. ¿Qué pasará ahora que Naruto parece saberlo?
¿Qué les pareció el capítulo?
Espero que les haya gustado. Hasta el siguiente.
