Hola a todos :3

Sé que esta vez habéis tenido que esperar siete días literalmente. Digamos que he estado un poco ocupada con temas personales. Aclaro que este capítulo es la segunda parte del anterior. Espero que os guste.

Disfrutad de la lectura.

Disclaimer: Los personajes de Naruto/Naruto Shippuden pertenecen a Masashi Kishimoto.

La trama, salvo la gran mayoría de los personajes, escrita es de mi pertenencia e imaginación. Se va a reportar cualquier señal o advertencia de plagio. Les pido respeto. Gracias.


Karma II

El trayecto en taxi, de regreso tras el concierto, fue en silencio. Después de los dos primeros besos en medio de la gente, siguieron más. Uno tras otro, algunos con lengua para no tardar en volver a uno más sensual y calmado. El resto del evento pareció pasar volando, no tuvieron tiempo de escuchar nada de la leve interacción de la banda con el público antes de despedirse.

Fue Sakura la que detuvo el frenesí de unión de los labios de ambos, sujetando al pelinegro de sus mejillas, habiendo subido estas de su cuello, para apartarlo con dificultad. Recuperando el aire. Apartándose de él, escondiendo sus labios y finalmente mordiéndose el superior, cerrando los ojos ante el caluroso suceso que acababa de ocurrir, en lo que seguía al resto de personas hacia las escaleras para salir del recinto.

Sasuke por su parte, se tocó los labios. Pudiendo oler todavía el aroma y el sabor de la pelirrosa en sus labios. Argán y melocotón. Alzando la mirada para toparse con un par de chicos de su edad, observándole con la boca abierta, optó por seguir a su acompañante, algo ruborizado, ignorando que tenía marcas de labial corrido por su boca y comisuras, lo que le brindaba esos olores característicos de Sakura.

Después de que la Haruno abriera la puerta de su casa con la llave, el ambiente siguió igual, candente, pero ninguno se atrevía a hablar. Es como si ambos sintieran que cualquier palabra sería capaz de apagar esa vela, que aunque tuviera una diminuta llama como si la cera estuviera a punto de agotarse ya toda deshecha, todavía aguantaba.

Sasuke fue el primero en avanzar por el pasillo hacia el salón, mientras Sakura, quien pese haberse descalzado, se había quedado acariciando a Shiro, el cual se acercó feliz por el regreso de su dueña.

Desde el mismo sitio, pudo ver a Sasuke trajinar hasta el sofá la bolsa que antes de salir había dejado en su habitación, sin que ella tuviera que decírselo. Incorporándose de su postura, se dirigió hasta el salón junto al Uchiha.

¿Qué decir? ¿Qué hacer ahora?

Internamente, sentía como su subconsciente le guiaba hacia el pelinegro, pero su juicio le decía que eso era terreno de arenas movedizas. Metes el pie y cuando intentas salir te hundes más deprisa. Eso era como rascar tu piel hasta que arrancabas pedazos de esta, por accidente, por los constantes picores en la zona.

Caer en la tentación solo terminaría causando más daño y era mejor prevenir que curar, una vez ya fue bastante.

Sin mirarle demasiado, viendo de reojo como el chico empezaba a quitarse la sudadera ya sin su chaqueta, se encaminó hasta su habitación y cerró la puerta, quedando a oscuras dentro de esta, apoyándose contra la puerta con las manos tras ella, evitando el impulso de arrastrar al pelinegro a su cama.

¿Qué te lo impide? – habló la voz de la lujuria, su consciencia.

Piensa en otra cosa, Haruno… en otra cosa. – se dijo para sí misma siseando, intentando calmarse mientras se dirigía a su ventana para bajar la cortina y así poder desvestirse con tranquilidad.

Ya con su pijama blanco de verano de top y short hechos de tela fina, salió de su habitación para ir al salón, se encontró con que Sasuke se encontraba en el baño, por lo que aprovechó para meter su uniforme ya limpio junto a la chaqueta de Neji en la secadora en programa de planchado y enseguida huir de nuevo a su cuarto, oyendo como el pelinegro habría la puerta del baño saliendo de este.

¿Qué mierdas estoy haciendo? – se recriminó a sí misma ante su absurdo comportamiento, no tenía doce años.

Quitándose el maquillaje frente a su espejo al lado del armario con cuidado, el recuerdo del tacto de la mano de Sasuke en su rostro la hizo lamerse los labios. El tocar de estas no era totalmente suave, si se detenía a pensarlo detenidamente. Firmes y musculosas, al trabajarlas en su entrenamiento de Kendo.

Mirando su reflejo al espejo, se lo imaginó acercándose detrás de ella en lo que ella inclinaba la cabeza hacia un lado, soñando como los labios de Sasuke besaban su cuello torpemente. Cerrando los ojos, podía sentirle en su mente, rozando con la punta de sus dedos su hombro, aunque fuera ella quien lo hiciera.

Suspiró de placer al meter sus manos bajo el top de su pijama, apretando cada mano en uno de sus pechos y enseguida pellizcar sus pezones, deseando mentalmente que el Uchiha hubiera hecho eso cuando estaban teniendo relaciones, la otra vez. Empezando a tener calor en su bajo vientre, se bajó sus pantalones, destapando su intimidad. Abrió el cajón de su mesita de noche para tomar del fondo un objeto cuadrado en una funda aterciopelada. Antes que pudiera sacarlo, el sonido de la puerta la sobresaltó.

– Sakura, ¿Estás bien? Escuché como parecías llorar… – sin responder a lo que decía el pelinegro a través de la puerta.

¿Acaso había hecho ruido? – no se había dado cuenta, pensó mientras volvía a guardar cierto juguete de donde lo había sacado y cerrar el cajón.

Levantándose de la cama y colocándose de nuevo los shorts de su pijama, abrió la puerta topándose con el Uchiha a punto de colocar la mano en el pomo. Esa conocida sensación que obtenía cerca de él, regresó a su sistema. Antes de que Sasuke lograra decir palabra, la pelirrosa lo tomó de su camiseta para besarlo de nuevo, sorprendiendo al muchacho. Notando la falta de entusiasmo, la Haruno se apartó de él.

– ¿Lo hacemos? – preguntó ella echando su melena hacia atrás mirando de arriba abajo a Sasuke, dejando una mano en sus pectorales.

El pelinegro se preguntaba si había escuchado bien, es como si su cerebro hubiera dejado un post it diciendo –No estoy–. Dejando paso a que esa pregunta se anunciara en su mente en mayúsculas.

– ¿Sí o no? – dijo ella susurrando a su oído, volviendo a acercarse a él depositando un pico en su mejilla, quería contar con su consentimiento.

Una de sus manos le rozó su brazo, sacando un agradable escalofrío que terminó por crear un cosquilleo agradable en su zona íntima. Subiendo la mano del brazo que el pelinegro sostenía hasta el mentón de este, disfrutó como colocaba su mirada ónix en su boca.

– Bésame, si te apetece… – volvió a susurrarle, esta vez contra sus labios, dejando sus pies planos tocar el suelo. Ni medio segundo después, los labios del Uchiha se unieron a los de ella para empezar un nuevo beso ardiente.

Dejó que Sasuke se acercara todavía más en lo que ella cerraba la puerta de un aventón, dejando que la mano de él acariciaba su nuca. Rompiendo el beso, lamiendo de nuevo los labios de su amante. Se apartó de él, sonriendo algo perversa al ver como se quitaba la camisa. Orientándole a sentarse en la cama, la Haruno se acomodó en su regazo para seguidamente alzar sus brazos cuando su top empezaba a ser subido arriba sin prisas, dejando sus senos al descubierto.

Si es cierto que se sentía algunas veces acomplejada por su delantera con las de sus amigas, el brillo de los ojos del pelinegro, la hacía verse como la venus. Dejó que esas manos calientes se colocaran en sus pechos.

No pudo evitar suspirar, cerrando los ojos, echar su cabeza para atrás, dejando que Sasuke pasara sus labios desde debajo de su oreja, bajando por el cuello. Animándole a que continuara así, colocó una de sus manos por dentro de su cabello negro, agradeciendo internamente que empezara a besarla por ahí.

Empezando a sentirse cada vez más impaciente, Sakura volvió a descansar sus manos en el hermoso rostro cerca de ella para volver a besarle, empujando su cuerpo para que ambos quedaran tumbados en su cama, con ella encima de él.

– Hay algo que me apetece hacerte, Sasuke… – dijo bajito contra los labios del mencionado tras cortar el beso en lo que empezaba a restregarse contra el bulto de su entrepierna.

La Haruno solo pudo sonreír mordiendo su labio inferior juguetona, al observar la inexperiencia por parte del chico bajo ella, a pesar de no ser su primera vez con él. Encendiéndose al ver el brillo en su mirada ónix, pudiendo casi verse reflejada en ellos, pronto volvió sus labios en su mejilla, dejando unos cuantos picos hasta pronto empezar a pasar su lengua por su cuello, sintiendo que el Uchiha tuviera un pequeño espasmo.

Las cosas que logras provocar en mí… – pensó la pelirrosa en lo que empezaba a bajar cada vez más los labios y su lengua por el torso de Sasuke, dejando que este hiperventilara y suspirara ante lo que experimentaba su cuerpo.

Con la ayuda del pelinegro, tras desabrochar los pantalones de su pijama, los bajó para aventarlos al suelo, dejándole al desnudo y a continuación se acostó entre sus piernas. Apartó sus manos que se encontraban acariciando su miembro ya completamente erecto y las sustituyó por las suyas.

– Joder… – susurró Sasuke cuando sintió que la pelirrosa empezaba a masturbarlo a un ritmo no muy veloz, jadeando abriendo sus ojos de golpe cuando notó como la lengua de Sakura rozaba la punta de su glande.

Con una mano apartó el flequillo de su cara, mientras que con la otra apretaba las sábanas de la cama, en lo que la atrevida lengua de la pelirrosa daba vueltas por la punta sin dejar de mover sus manos.

Acomodándose mejor en las almohadas detrás de él, conectando miradas con la Haruno la vio lamer su pene como si se encontrara saboreando un chupetín, ella bajaba de la punta hasta el extremo de sus testículos para besar la zona y pronto volver a repetir la acción por el resto de zonas.

Pareció que a Sakura no le pareció importar que entrelazara una de sus manos en su melena, sin esperar que esto fuera una invitación a que ella decidiera meter su miembro dentro de su boca, lo más fondo que podía.

– Ah, Sakura… – musitó cuando la susodicha empezó a subir y bajar su cabeza al mismo ritmo de sus manos, sin poder evitar respirar demasiado deprisa. – Eso es...

– Mhm~... – pronunció la Haruno acomodándose sin frenar sus movimientos después de unos minutos, alzando las piernas hacia arriba, en lo que sentía la punta del pene del pelinegro llegar hasta el fondo de su garganta. Sintiendo que su entrepierna cada vez estaba más húmeda.

Cuando sintió el interior de su intimidad contraerse provocándole un escalofrío, apartó su boca limpiando el exceso de saliva en sus comisuras. Mirando a Sasuke en lo que se acercaba para acostarse la cabeza a su lado, ya con sus shorts prácticamente abajo, lanzando estos al suelo también.

Se giró un poco atrayendo al pelinegro hacia ella, iniciando otro beso con el que su lengua incitó a la de él a que jugara con ella, dejando que Sasuke se colocara encima de ella mientras ella separaba sus piernas para colocarlas alrededor de sus glúteos, descansando sus manos por su amplia espalda en lo que él apoyaba las suyas debajo de su almohada en ambos lados de su cabeza.

– Ah…, ¡Mnhah!... – soltó Sakura entre besos, sintiendo como la punta del miembro de Sasuke rozaba contra sus labios. No pudo evitar bajar una de sus manos para guiar la punta hasta su entrada.

– Mételo, … ¡Ah! – gimió sorprendida al notar como el Uchiha la penetraba lentamente, haciendo que se tuviera que agarrar de nuevo en la espalda de este, arañándosela al primer vaivén de sus caderas.

El pelinegro no tardó en iniciar un ritmo constante, pero no menos duro, llegando con la punta hasta el fondo cada vez que volvía a entrar. Tardó un poco en habituarse para incrementar un poco el ritmo, provocando que la Haruno jadeara continuamente, hasta que apartó las manos de dónde estaban para apretar el borde de la funda de su almohada.

– ¿Todo bien? – preguntó él soltando aire por la boca, frenando sus movimientos. – ¿Te hice daño?

– No, se siente, bien…, solo, no pares, sigue… – suplicó ruborizada en lo que volvía a agarrarse por la zona del bíceps del brazo del pelinegro, jadeando de placer otra vez cuando este regresó a sus movimientos.

– ¿Dónde, aprendiste… ¡Ah! Ah~ moverte así? – no pudo evitar decir de manera entrecortada la pelirrosa gozando de las sensaciones que sentía, mirando el reflejo de ambos en el espejo, los movimientos del Uchiha encima de ella, después de un rato en lo que solo se escuchaban los sonidos de sus cuerpos chocar contra la cama aparte del que emitía el mismo colchón, junto a los gemidos que los dos dejaban escapar.

– Miré algunos, hn… vídeos… – respondió él contra la oreja de ella, dejando que la mano con la que Sakura acariciaba su mejilla, le acercara a ella para volver a besar sus labios en otro corto beso.

Incrementando un poco la velocidad, logrando escuchar el sonido de sus húmedas intimidades, chocar más fuerte, se fijó en como la pelirrosa colocaba los ojos en blanco, echando su cabeza hacia atrás sin dejar de gemir igual que él.

– Sasuke…, Aahn~ ¡Sí! Bésame. – pidió Sakura volviendo a subir las manos al cuello del Uchiha cerrando los ojos cuando este cumplió con la demanda, aunque pronto tuviera que apartar sus labios – Joder… ¡Me vengo!, no pares… por favor, por favor, no pares...

La Haruno guio a Sasuke hasta su cuello, para que este lo descansara en ese hueco, metiendo una mano por su corto cabello encima de su nuca, en lo que sentía como las paredes que rodeaban el pene del chico encima de ella, lo apretaban, notando como pronto empezaba a temblar violentamente mientras le arañaba la espalda de nuevo con su otra mano. Él también estaba llegando al éxtasis.

– ¡Oh, dios mi- Ah~! – dijo Sakura llegando al orgasmo, sintiendo como sus jugos empañaban un poco la unión que mantenía junto a Sasuke quien continuaba entrando y saliendo de ella, hasta que por fin se corrió dentro en una estocada, relajando su cuerpo encima de la pelirrosa para intentar recuperar su respiración.


Sasuke bostezó por enésima vez esta mañana en lo que caminaba al lado de Naruto, Juugo, Suigetsu y Karin, esta última a su lado hablándole de quien sabe que cosa, la cual ignoraba.

– ¿Tú qué crees, Sasuke? – preguntó la Uzumaki mientras caminaba a su lado.

El pelinegro la miró tomando aire y tragando un poco de saliva instantáneamente, después, honestamente, no le había estado prestando atención, lo usual.

– Es demasiado pronto para escuchar tu escandalosa y horripilante voz masculina, palo de escoba… – habló Suigetsu quejándose del alto tono de voz con el que la pelirroja hablaba con el Uchiha.

– Tápate los oídos, idiota… – respondió Karin mirándolo con desdén, al lado del Uchiha.

– ¿Te diste cuenta qué está pasando de ti, no, estúpida? – añadió el albino tomando un sorbo desde la pajita del zumo, parte de su desayuno.

– Soy yo la que pasa de ti… – contestó malhumorada con una sonrisa forzada, rápidamente regresando la mirada a Sasuke, quien mantenía la vista al frente.

Antes de que la Uzumaki pudiera volver abrir la boca, el Uchiha volteó la cabeza para mirar a Naruto. Este se encontraba callado, ¿Seguía molesto por lo ocurrido ayer con Neji? Era muy probable. Sakura no había salido con él esta mañana, no preguntó por qué y tampoco la esperó. Seguramente estaría preparándose para ir más tarde, pero su instinto le decía que no quería encontrarse con el rubio. No era de extrañar, que así fuera.

– ¿Qué querías ayer tan tarde? – preguntó Sasuke mirando a Naruto, quien alzó la mirada del suelo para observarle.

– Necesitaba pasta para una entrada de concierto urgentemente… – respondió él colocando las manos en los bolsillos.

– ¿Qué concierto? – indagó él fingiendo no sospechar la más que probable respuesta que iba a obtener con tan solo escuchar la palabra que empezaba con c, y por qué.

– ¿Qué más te da? De todas formas no conseguí ir, el estúpido de Shino me la dejó por treinta mil yenes… – refunfuñó frunciendo los labios a causa del Aburame por un segundo, en lo que el pelinegro regresaba la mirada al frente. – ¿Por qué no respondiste a mis mensajes?

– Estaba ocupado… – respondió él sin entrar en detalles.

– Con tu amiga, ¿A que si?. – continuó el Hozuki sonriendo traviesamente, enseñando los dientes, haciendo que Naruto le mirara algo incrédulo, alzando las cejas. Eso era altamente improbable, teniendo en cuenta lo poco que se relacionaba con chicas.

– Sus palabras, no las mías… – añadió el albino con la misma sonrisita disfrutando de la agria expresión que la Uzumaki le mandaba. – No lo negó cuando le pregunté si estaba en una cita.

– Dije que no te importa, que es diferente… – corrigió Sasuke percibiendo la mirada azulada de Naruto en él.

– Lo que no es un no, my friend… – recitó cantarín mientras se acercaba por sorpresa hacia el pelinegro, colocando un brazo alrededor del hombro amigablemente. – ¿Mojaste ayer, por eso estás que pides pista?

La leve sonrisa que dejó escapar tras recordar lo ocurrido con Sakura, lo cual repitieron dos veces más tras la primera vez, ensanchó la sonrisa de Suigetsu.

– Aah~ Enhorabuena, ya era hora… Empezaba a pensar que ibas a morir virgen, ¿Estuvo bien? – quiso saber con curiosidad, pero el pelinegro no dijo nada.

Suigetsu notó como Karin golpeaba su mochila con la de él con enfado, provocando que esta casi se le cayera del hombro. Ella no le había creído cuando este lo dejó caer al llegar antes que Juugo acudiera a la casa del Hozuki, pero todo apuntaba a otra cosa tras esa revelación.

– ¿Qué le pasa a la loca? – dijo mirando como esta corría a unos pasos más adelante, alejándose de ellos, evidentemente molesta, pero ni el Hozuki ni el Uchiha le dieron importancia.

– Tanto presumías de saber sobre Sakura, pero poco te importa que se largara con el idiota de Neji… – empezó Naruto por lo bajo, haciendo que Sasuke frenara de golpe. Naruto hizo lo mismo.

– Te sugiero, por tu bien, que no hagas tus disputas sobre Neji en cuanto a Sakura, sobre mí. – avisó fulminando con la mirada al rubio, el cual apartó la mirada con cierta disconformidad. Esperaba que su amigo no le dijera nada. – No lo pienso tolerar.

Suigetsu y Juugo miraron extrañados a los dos amigos, sin estar al corriente de lo ocurrido, mientras que Karin, pese haber escuchado un poco, siguió avanzando.

– Que tengas los huevos, de preocuparte más de tus sentimientos por ella, ignorando que no hace nada, su madre murió haciendo el papel de mártir con derecho a que ella te dé dos minutos de atención – añadió sin cambiar un ápice su expresión, dejando el rubio parado ahí todo quieto.

Sin nada más que decir, Sasuke volteó de nuevo y empezó a caminar de nuevo sin querer escuchar nada de lo que pudiera decir. Ninguno de los chicos se percató de que la Haruno, quien estaba caminando por una diferente calle entrecruzada con la que la llevaba derecha al instituto, había escuchado todo.

– Ella y yo… – empezó de nuevo Naruto con testarudez y molestia en su tono de voz, queriendo que su punto de vista fuera entendible, empezando a caminar igual que él, frenando en seco cuando su mejor amigo volvió a girarse hacia él bien serio.

– Ella y tú nada, inútil. Te lo ha dejado bien claro, pero solo haces lo que te da la gana y como te salió todo mal, estás así. – comunicó Sasuke juzgando al rubio de arriba abajo, sin sorprenderse de su actitud. Mirando hacia sus otros dos amigos señalando la cabeza para que se pusieran en marcha, aunque no sin antes mirar con cierta molestia a Naruto una última vez para pronto volver a ponerse en marcha de nuevo, ignorando la rabieta de quien le gustaba catalogar como hermano más que mejor amigo, seguido por Suigetsu y Juugo.

– ¿Qué le pasa al rubiales? – murmuró el primero intentando disimular para que el mencionado no le escuchara.

– Escuché que se montó una escena frente a esa pelirrosa de nuevo… – explicó brevemente Juugo sin encontrar el tema importante.

– ¿Y cómo es que tú lo sabes, te lo contaron un par de palomas o qué? – le provocó el albino sin poder evitarlo tras saber que al de cabello naranja le gustaba hablar con todas esas aves.

– Lo comentaron en el chat del grupo de clase, también dicen que un tal Ryoha le dio una paliza o algo así… – habló Juugo sin molestarse del comentario burlón de su amigo, el cual se había ganado un empujón por parte de Sasuke sin que él tuviera que hacer nada.

Escuchando estas palabras dichas por su alto amigo, Sasuke recordó la principal razón por la que él tenía ese chat silenciado. Bloqueando los mensajes entrantes por parte de chicas que le invitaban a salir y se le declaraban.

– Querrás decir Hyuga, es el que va con la melena de metalero por el insti… – añadió Suigetsu haciendo una mueca burlona al escuchar la clase de nombre que le había otorgado su colega al tipo. – Ryoha es esa marca de refrescos.

Abriendo la pequeña botella de zumo de fresa que había, dio el primer sorbo mientras observaba cómo el Uchiha se alejaba por la calle junto a esos dos, ojeando con seriedad como Naruto, después de patear una piedra diminuta de hormigón, les seguía en silencio bastante apartado de ellos. No pudo evitar preocuparse al ver hasta dónde era capaz de llegar Naruto, no le gustaba ni un pelo.


Después de unas aburridas clases matutinas que se hicieron menos tolerables con el calor que estaba cayendo, a pesar de que prácticamente todos los estudiantes ya vestían la blusa de verano sin la chaqueta.

– Sé que llevaban días esperando las calificaciones del trabajo de historia, muchachos. Les diré que me encontré tanto con sorpresas como con decepciones. – reiteró Asuma a pesar de que solo los demás profesores le vieron corregir los trabajos, en especial Kurenai. Su actual pareja con la que vivía.

Empezó a repartir los trabajos por orden alfabético, habiéndolos dejado así para puntuarlos por orden de lista de alumnos. Comentando los trabajos cuando estos eran entregados.

– Gran trabajo, Uchiha. Aunque no me sorprende. – comentó el Sarutobi dejando el dossier encima del pupitre. Sobresaliente. Sabía de alguien que iba a estar satisfecha.

– Todo el mundo, salvo usted, Uzumaki. Ha entregado el trabajo. – evaluó el profesor mirando hacia el alumno en cuestión. – Tus compañeros me comentaron tu falta de participación, ambos tenían algo de lo que quejarse. ¿Algo que decir al respecto?

– No. – contestó con algo de molestia jugando con la portada del libro distraídamente para no mirar al profesor.

– Sabiendo que esta nota, contaba cómo examen, podrías haberte acercado a mí para encontrar una solución. Estoy extremadamente decepcionado. No quería suspenderte, pero no tengo otra opción. – explicó el profesor con su libreto y bolígrafo en una mano, en eso sonó la campana de fin de clase. – Espero que a partir de ahora, mejores.

Sasuke se levantó después de guardar sus cosas, encontrándose con Sakura que pasó por su lado, dirigiéndose hacia cierto castaño. No hizo falta que volteara a ver a su mejor amigo para saber que siguió con la mirada a la Haruno.

– Toma Neji, gracias por lo de ayer. Adoré el kiosco lleno de glicinas de detrás de la finca, no lo había visto nunca antes… – comentó ella devolviéndole la chaqueta que él le prestó.

– Está escondido a propósito, mi familia lo usa para meditar allí, ya que queda lejos de la carretera. – habló el Hyuga cambiando a un semblante más relajado con ella en frente. Había disfrutado ver como los pétalos de esas flores caían simulando estar en un campo de cerezos, caer alrededor de la Haruno mientras paseaban, por más que fuera pura suerte que aún estuvieran floreciendo con tanto calor.

Sakura se dio cuenta cuando cierto Uzumaki se acercó a ambos, quedando algo incómoda cuando este se acercó a su lado como si nada. Se cruzó de brazos ante él de inmediato.

– Por qué no pusisteis mi nombre en el trabajo. – cuestionó con rabia contenida a pesar del obvio desagrado que sentía por el moreno.

– ¿Por qué? Parece que Aburame y yo somos los únicos que recordamos que en las dos únicas reuniones en las que te dignaste aparecer, estuviste hurgándote la nariz, literalmente. – la Haruno decidió apartarse a partir de ese momento sin querer escuchar más, cuando Naruto miró como esta se alejaba, habiendo logrado que ella no estuviera cerca de este, pero no tardó en regresar la vista al Hyuga. – Shino y yo estuvimos de acuerdo, en que no merecías una buena nota sin haber hecho tu parte, cómo te pedimos. Nos conformamos con un notable bajo, a pesar de usualmente sacar algo mejor.

– No entiendo a qué viene tu pregunta, Naruto. – comentó con cierto desdén mientras se levantaba de su asiento mirando su teléfono despreocupadamente, dejando la chaqueta que le había devuelto la Haruno, la cual era tomada prestada de Hinata, en su asiento. – Si siempre has sido un estúpido perdedor que suele aprovecharse de la ayuda de los demás…, o al menos así te percibe la mayoría.

Naruto apretó los puños hasta que los nudillos quedaron blancos. Observando con desprecio al Hyuga castaño, el cual pronto desapareció por la puerta con intenciones de salir a quien sabe donde, pronto descubrió que Sakura tampoco estaba en el salón, sus amigas no estaban con ella.

Sin percatarse de que Hinata se había acercado para tomar la prenda del escritorio de su primo, Naruto fue más rápido y antes de que cualquiera de sus amigos pudiera reprocharle su acción, abrió la ventana y la aventó lejos hacia fuera.

– ¡¿Qué te crees que estás haciendo, Naruto?! – manifestó Ino acercándose hacia él molesta. – ¿Cómo te atreves a lanzar la ropa de Hinata porque te da la gana? ¡¿Eres tonto o qué?!

El salón se quedó en silencio. Solo se podía escuchar el sonido inentendible de otros estudiantes que se encontraban fuera durante el descanso. Fue entonces, cuando el rubio se dio cuenta de la presencia de la pelinegra que se encontraba mirando hacia otro lado con tristeza.

Molesto ante el desengaño de Hyuga, se alejó sin voltear a verlas dos veces ni dirigirles la palabra, para nada arrepentido de lo que había hecho. Siendo seguido por los demás, salvo Sasuke. Fue el único que se dio cuenta de que la prenda no se había caído al suelo, quedó colgando de una rama de árbol.

¿Dónde quedaba su mejor amigo de siempre? Apenas le reconocía. Este solía ser alguien en el que confiar y aunque impredecible, siempre o la gran mayoría de veces eran para bien. Naruto era de las personas que emprenden empatía con los demás, era alguien que trabajó duro para hacerle entrar en razón a la hora de volver, alguien que estuvo a su lado sin que se lo pidiera, a pesar de ahuyentarle igual y tal vez peor que como lo hizo con Sakura.

Por un lado, se sentía endeudado por la ayuda que él le brindó, pero este comportamiento que le veía mostrar, no eran de alguien que quería a otro amigo de vuelta. Lo que le empezaba a incomodar demasiado, recordando su comentario hacia él esta mañana de camino al instituto… , era suficiente para decantarse por no querer involucrarse con él, por lo que quedaba de día.

Levantándose de su asiento con algo de hastío, caminó hasta la cafetería, encontrándose con Suigetsu y Juugo saliendo de su salón, quienes le invitaron a irse con ellos también hacia allí.


Delante del espejo del baño, Sakura se estaba retocando el pintalabios tan campante, con una mano apoyada al lavamanos, una pierna doblada delante de la otra mientras se inclinaba hacia delante para poder verse mejor.

– Anímate Hinata, Naruto podrá ser un tonto, pero seguro lo olvidará pronto… – calmó Ino al lado de la pelinegra, apoyando una mano en su hombro. – Estoy segura de que ni siquiera sabía que la chaqueta era tuya.

– Tch… – bufó Sakura algo asombrada de lo absurda que era la situación. Negó con la cabeza después de ver el reflejo de su grupo de amigas contra la pared del baño.

Le importó bien poco que las demás la miraran extrañadas, al no entender a qué venía con eso, y cuando terminó de guardar su gloss en su pequeño estuche, obviando su disconformidad con el tema de conversación.

– ¿Qué te pasa? – preguntó Ino mirando a su mejor amiga de la misma manera que Temari y Tenten.

– Naruto no va a olvidar su metedura de pata tan fácilmente… – comentó la Haruno mirando finalmente a la pelinegra, quien solo tragó saliva y volvió a bajar la mirada triste. Acción que la molestó todavía más.

– ¿Cómo puedes decir eso? Hinata no obligó a Naruto a hacer el numerito en las cartas delante de medio campus… – excusó la rubia sin poder creer lo que escuchaba. – Naruto no tenía que tratar las cosas de Hinata de esa manera, Sakura. ¿Por qué le defiendes?.

¿Defendiéndole? Esto es el colmo… – habló su consciencia con rabia y recelo tras escuchar estas palabras.

– Ino… – intentó la pelirrosa bajando la mirada al suelo para controlarse.

– No entiendo tu enfado, frentona. Dijiste que Naruto, Sasuke y tú ya no sois amigos. Debería importarte bien poco lo ocurrido y simpatizar con Hinata un poco… – regañó la Yamanaka colocando las manos en jarra en su cintura. – A no ser que volvieras a mentirnos, y que te siga importando por lo que ellos…

– ¡CÁLLATE! – gritó Sakura obviamente enfadada, logrando su cometido. El baño quedó en completo silencio. Ino la miró sorprendida, no se esperaba esa reacción.

– ¿Mentir, yo? ¡¿Yo?! Que yo recuerde, la que fingió ser otra para hablar con Naruto, por quien sabe cuanto tiempo, fuiste tú. – recalcó la Haruno mirando fríamente a la Hyuga. – Mi enfado no tiene que ver con ninguno de ellos dos, sino contigo. Por tu descaro en engañarme, a sabiendas de que en esos tiempos ellos dos sí que eran alguien importante para mí.

– En no decirme, ni por un segundo que tenías el modo de contactar con él. Ino, ¿Olvidaste lo mucho que me afectó la partida de ambos? ¿Cuánto tiempo estuve intentando encontrar la forma de llegar a Jiraiya o al mismo Naruto? Tal vez le mentí a Naruto para intentar que no se fuera, pero me arrepentí al instante y él no me creyó cuando se lo dije. Fue estúpido de mi parte dejarme convencer por Sai como ultimátum mediante culpa, a que lo hiciera. – Sakura apretó su estuche de maquillaje entre sus manos.

– Qué clase de persona le hace esto a una supuesta amiga, dímelo Hinata. A fin de cuentas, estabas en la estación el día que intenté que Naruto no se marchara. – Temari y las demás vieron como la pelinegra se tensaba alzando la mirada en shock. – ¿Fue eso una venganza o estabas siendo egoísta?

– Hinata, tú… – empezó Temari intentando entender toda esa nueva información, se colocó una mano en la frente mientras la Ama jugaba con su labio inferior sorprendida. Cayendo en cuenta en esos detalles que habían pasado por alto. – Eso está mal.

Las chicas vieron como la pelinegra de ojos grises abría la boca y boqueaba como un pez fuera del agua, sabían que las lágrimas no tardarían en llegar.

– Nunca me consideraste amiga tuya, ¿me equivoco?... – escuchó como Hinata empezó a sollozar, por ende apartó la mirada cuando esta se tapó la cara.

– Sakura, ella lo hizo porque está enamorada de Naruto. Ella cometió un error, pero no se lo merece. – prosiguió Ino defendiendo a la pelinegra.

– ¿Me lo merecía yo? Mi padre se va, Sasuke se va, Naruto se va, mi madre se mata… Yo no sé qué es lo que hago que acabo siempre decepcionada… – comentó la Haruno tomando aire para poder seguir hablando, sentía como si ella misma se estuviera sacando una espada clavada en su corazón. – O engañada por la gente a quien siempre he apoyado, ¿Eh, Hyuga?

– Eres una imbécil, si crees que puedes tomarme por estúpida, ¿Tanto me desprecias? ¡MÍRAME Y DEJA DE LLORAR! – terminó por decir alzando la voz acercándose a la pelinegra, fue en eso que Hinata apartó sus manos dejando ver que a diferencia de otras veces, las lágrimas no empaparon su rostro. A pesar de mostrar sus ojos rojos y que siguiera sollozando. – Si en vez de hacer esto, te me hubieras acercado para que lo habláramos y hubieras sido honesta conmigo desde el principio, tal vez no habría ocurrido esto…

– Naruto no se merece… – habló Hinata en voz baja, Sakura y las demás comprobaron que parecía estar molesta, pero esa expresión pronto cambió a una de sorpresa cuando la mano de la ojiverde le abofeteó la cara fuertemente y antes de que ella pudiera decir o hacer algo más, recibió otra que la hizo trastabillar al suelo contra las baldosas de la pared. Le molestó todavía más ver que ahora sí, la muchacha empezaba a llorar, lo que le dieron ganas de golpearla de nuevo, pero se contuvo. Una punzada de dolor le hizo poner disimuladamente la mano en su costado derecho, llevaba desde la mañana sintiéndose así.

– Ya que parece que no vas a disculparte por tu numerito igual que Naruto, yo tampoco lo haré… – escupió bajando su mano a donde estaba, sintiendo remordimientos, era ella a quien le apetecía llorar.

– Tú lo sabías, ¿verdad Ino? Te lo dijo… – añadió mirando hacia su mejor amiga, quien solo apartó la mirada por un instante para mirar a Hinata. Se pasó la mano por la melena, notando la cinta que la primera le había regalado de niña, y se la devolvió hace años después de restaurar su amistad.

No detuvo a ninguna de las cuatro, cuando salieron por la puerta, dejándola con un amargo sabor de boca.

Podrían habérmelo dicho, pero eligieron no hacerlo… – reflexionó con pena ante lo ocurrido, arrepentida de muchas cosas.

Siempre es igual…


Caminando por el pasillo con destino a su clase de vuelta, ya que Suigetsu se había olvidado su cartera y que por lo dicho ayer, este le debía un almuerzo y el pelinegro pensaba en hacerle cumplir la oferta, junto a sus dos amigos, Sasuke se dejaba arrastrar mientras soportaba al Hozuki, quien había vuelto a colgar un brazo en su hombro en lo que saboreaba un chupetín que le dejaba la lengua azul.

– ¿Va a esta escuela? – preguntó el albino sonriendo a un par de chicas quienes soltaron una risita al verle junto al Uchiha.

– Quién… – respondió el pelinegro sin molestarse en mirar a su amigo.

– Como que quien, pues la chica con la que te liaste anoche… – insistió Suigetsu deseando obtener detalles juiciosos con los que entretenerse.

– Sí. – respondió sin importarle demasiado compartir ese ínfimo detalle, escuchando como Suigetsu masticaba el caramelo dentro de su boca mientras sujetaba el palo del mismo junto a una sonrisa perversa.

– ¿La conocemos? – añadió él alzando las cejas repetidas veces, acabando de masticar el alimento en su boca.

– ¿Qué habrá pasado? – interrumpió Juugo extrañado mirando con curiosidad a una leve multitud de gente aglomerada alrededor de la puerta de los baños femeninos. Sasuke y Suigetsu pronto miraron hacia allí, mientras seguían acercándose a su destino. El aula de Juugo y Suigetsu.

Caminando por el lado de la multitud, aun así lograron ver como la puerta se abría de par en par y de allí salían la prima de Neji con cara afligida prácticamente corriendo, junto a Ino, la novia de Shikamaru y la castaña. No se acordaba del nombre de la última, aunque esta fuera amiga de Sakura. Tampoco es que le interesara preguntarle.

¿Y Sakura? – se cuestionó mentalmente en sin molestarse, en voltear a ver como las demás se alejaban. Algo no iba bien. Frenó sus pasos, a sabiendas de que la Haruno se encontraba ahí.

– ¿Sasuke, vienes? – habló Suigetsu unos pasos más adelante junto a Juugo, pero este no se movió.

La puerta del baño se abrió, para finalmente dejar paso a una Sakura sujetando su cinta roja que solía usar como diadema en una mano, lo que parecía ser un estuche en la otra. La pelirrosa avanzó hacia su aula ante los ojos curiosos de los demás.

Llegó hasta el pupitre de la Yamanaka y simplemente dejó la cinta ahí. A continuación regresó al suyo para guardar sus cosas dentro de su bolsa, colgar esta en su hombro y salir del aula. Alejándose de allí tranquilamente, sin mirar a nadie.

Las siguientes horas después del descanso fueron tediosas. Se notaba que se acercaban las examinaciones trimestrales y que ciertos profesores metían presión sobre el temario importante al cual entraba en cada prueba. Aun así, cierto grupo de chicas no estaba aprovechando la hora de estudio como se debía.

¿Dónde está Sakura? – preguntó Temari por el grupo en medio de la clase de estudio individual junto al profesor Kakashi.

Sus cosas tampoco están, Ino ¿Te ha dicho algo? – añadió la castaña después de levantar la cabeza para mirar el pupitre de la Haruno.

Ambas muchachas vieron como Ino empezaba a escribir su mensaje, pero se vieron interrumpidas por algo que les sorprendió un poco a todas, salvo a Hinata, quien pese estar leyendo los mensajes, sentía que no tenía nada que decir. La Haruno acababa de salir del grupo, haciendo que la rubia de larga coleta dejara de escribir.

Ino tembló un poco, por lo que tuvo que sostener el teléfono con ambas manos para que este no cayera al suelo haciendo un sonoro estruendo que la delatara, para no querer volver a quedarse sin teléfono. Mirando una última vez hacia el perfil de Sakura, la imagen que tenía en su perfil, la imagen en donde ellas dos salían juntas… Ahora era un fondo blanco con el icono de una cámara.

Tragando saliva, dejó el aparato encima de su regazo y tomó la cinta que se había encontrado encima de su mesa que resguardaba, no quería creer lo que eso significaba lo que creía. Recordando como años atrás, debido a su competencia entre ellas, encontrándose más rivales que amigas, Sakura se la había devuelto… Ahora…


Izumi guardó las cosas dentro de una caja, la acababan de despedir. ¿Por qué? Por quedar embarazada. Su jefe le había dicho, por no decir reprochado, que si quería conservar el trabajo… tenía que dedicarse solo a él. Sin importarle que ella llevara aproximadamente dos años trabajando en esa empresa, eso parecía no cundir.

– No tendría ni que estar triste, va a casarse con un hombre adinerado que la va a mantener… – habló una compañera de trabajo intentando hablar con otra sin que ella se enterara.

– ¿Visteis el anillo? Perla y diamantes… el pedrusco valdrá todo el sueldo que ganamos en un año. – comentó un chico que se juntaba con ellas con cierto desdén.

– Si se va a casar, seguramente será por el bombo… Tampoco es que se la vaya a echar de menos para el trabajo que hacía como secretaria. – volvió a decir la primera vez un poco más alto, dejando claro su envidia.

Dejando su última pertenencia dentro de la caja, el cactus que le regaló Itachi mucho antes de que este rompiera con ella, con lo que pasó con su familia y Sasuke, por culpa de Madara. Lo había conservado hasta entonces, a pesar de que este no le prometiera volver ni nada. Nunca había dudado de él con lo ocurrido por más que sus padres si, ni por un segundo, por lo que no iba a empezar a dudar de él por sus sentimientos por ella. Si algo le había dicho el primo de Itachi, Shisui, quien también era amigo suyo… Es que los Uchihas sienten el amor más profundo comparado con otros.

Sin que su prometido lo supiera, Shisui le había comentado a escondidas que este había estado inseguro de si ella iba a decir que sí, que había estado buscando el anillo perfecto que le pudiera buscar y sobre todo lo de querer que la propuesta fuera ideal. ¿Por qué pensar que él no la quería solo porque hubiera gente que no pensara igual? No la conocían, al parecer, había malgastado su tiempo considerando que esa gente podrían hacerse llamar amigos suyos. Se podían ir a la ñonga.

Tomando su caja que por suerte no pesaba casi nada y tras una peineta con la mano donde presumía el anillo de compromiso, dedicándosela al grupito con una sonrisita evidenciando haber escuchado todo, quienes se quedaron un poco incómodos sin poder hacer nada más que volver a sus puestos de trabajo.

Tenía evidentemente cosas más importantes en las que pensar, como para tener que lidiar ahora con ellos. Su vida iba para mejor y le importaba bien poco lo que estos pudieran pensar sobre ella, Itachi o su hijo. Por más que irse digna dejándoles en su sitio, no valía la pena. No lograrían arruinarle el día, cuando una puerta se cierra, una ventana se abre.


Shikamaru se acercó a Temari después de la última clase, le pareció ver a las chicas comportándose extrañas al ver la cara de su rubia. Tampoco había pasado desapercibido el detalle de que Sakura no estaba. Llevaba dos periodos sin aparecer, lo que era extraño y algo había pasado.

La Sabaku se obligó a dedicarle una sonrisa que no duró mucho, tan pronto como le apeteció dejar de disimular su sonrisa se quebró por una expresión de incomodidad y desconcierto.

– ¿Qué pasó con las demás? – habló Shikamaru relajadamente, sabía por dónde iría encaminada el suceso.

– Sakura tuvo una discusión con Hinata e Ino, por lo de las cartas. – respondió Temari con desánimo ante lo ocurrido, para enseguida guardar sus utensilios de escritura dentro de su estuche.

– ¿Qué tiene que ver Ino dentro de esto? – se cuestionó el de la coleta acariciando los cabellos cortos de su nuca.

Bueno, la parte de que su mejor amiga supiera que Hinata era la de las cartas, no se lo esperaba y mucho menos que no se lo dijera a Haruno, siendo ambas uña y carne. Suspiró volteando a ver a la Yamanaka, quien se encontraba guardando todo en su bolsa distraídamente con el alma en pena. Pasando por unos instantes sus ojos en la Hyuga, quien estaba más o menos igual, rápidamente se giró para mirar al Uzumaki.

– Los chicos iremos al cine, ¿vienes? – avisó Chouji acercándose a la pareja, en lo que Tenten también se acercaba para hablar con Temari sobre algo de la clase, llegando a escuchar lo que decían.

– ¿Qué película vais a ver? – preguntó la Ama con curiosidad, hacía tiempo que no asistía a ver una película.

Por otro lado, Sasuke se encontraba metiendo su cuaderno, libro y demás dentro de su mochila para rápidamente cerrarla, colgarla en su hombro y empezar a caminar hasta su entrenamiento de Kendo.

– Teme, iremos al cine a ver la nueva película de Kidomaru, ¿Te apuntas? – propuso Naruto acercándose a él como si no hubiera sido prepotente con él esta mañana.

– ¿Por? ¿Para pagarte la entrada, el tentempié y seguramente todo lo que puedas comer con la gente durante la cena? Paso, dile a tu otro amigo que lo haga. No me apetece. – respondió él algo molesto con el rubio todavía.

– Si estás así por lo de esta mañana, no tenías por qué tomártelo de esta forma… – reiteró el rubio disconforme de lo sucedido. – Y tampoco te haría pagar…

Ya claro, hoy que no voy… – pensó el pelinegro sin creerle para nada. Ya le había respondido. Así que…

Sin decir nada más ni voltear a mirarle, caminó hacia la puerta, mirando por última vez el pupitre vacío de Sakura sin detenerse, ignorando olímpicamente al Uzumaki quien le llamó de nuevo.

Naruto no tuvo más remedio que colocar la mirada en el suelo del aula todavía incómodo, a la hora del almuerzo, el Uchiha tampoco le había seguido como normalmente hacía. Lo habitual. ¿Tanto le había molestado ese comentario? Cuando lo dijo, pensaba que reaccionaría como siempre, propinándole un capón o lanzarse su tira y afloja de insultos usuales, pero no. No tenía ni idea de porque este había reaccionado así, solo le dejaba claro que poco se preocupaba que él se fuera con alguien. Ya le había dicho que quería protegerla.

Bah… Estará molesto por otra cosa, ya se le pasará. – meditó Naruto zanjando el tema, tomando su bolsa para caminar hasta donde estaban Sai y los demás.

De camino a los vestuarios, se topó con sus otros compañeros de la extracurricular, quienes tras un saludo gestual con la cabeza en lo que veía como Suigetsu salía de su aula junto a Juugo, se encaminaron hacia los vestuarios.

Al llegar ahí, se encontraron afuera con el entrenador Genma, quien les decía que el entrenamiento se cancelaba por la pequeña competencia de Karate que se daba hoy, para disculparse en no avisar antes debido a una leve confusión y enseguida marcharse. La mayoría no tardaron en irse, en lo que Sasuke suspiraba con hastío. Esperaba poder descargar toda esa rabia en el entreno durante todos los combates que pudiera.

Neji, quien en ese instante salió del vestuario en solitario, siendo el uno de los participantes del torneo, empujó sin importarle demasiado a Suigetsu chocando con su hombro, tras una mirada seria hacia Sasuke, quien simplemente le envió una mirada a que si se atrevía a ser así con él, terminarían mal, que lo atemorizó un poco aunque lo disimuló a la perfección. Pasando del albino que le acompañaba que lo amenazaba con darle una zurra, por hacerle eso, agradeció mentalmente que el Uchiha frenara los avances de su colega agarrándole del brazo.

El aviso había sido sutil, pero efectivo. Dejando claro el mensaje que no intentara en comportarse así con él o con sus amistades.

– ¿Quién se cree? – habló el Hozuki resoplando mirando como el Hyuga se alejaba a través de las puertas para acceder al gimnasio.

Par de idiotas… – comentó mentalmente refiriéndose a su mejor amigo y el pamplinas este, arrugando la nariz e instintivamente rascar el puente de la misma con hastío a la vez que empezaba a caminar hacia la salida.

Dejó que Suigetsu y Juugo se decantaran por venir a pasar el rato a su casa, estando acostumbrado. Puede que cierto rubio lo hiciera más a menudo, por no decir cada día, pero esos dos lo hacían también en Hokkaido. A veces pensaba que viviera donde viviera, su casa iba a ser para ellos, un motel gratis.

Una vez allí, Sasuke los guio hasta su habitación mirando como Suigetsu ya se acercaba directo a la consola para jugar a cualquier juego, mientras Juugo simplemente se sentaba al suelo con su bolsa al lado, acariciando a Kage quien hacía tiempo que no veía, la cual se había puesto histérica al volver a verlos.

– ¿Una partida, Uchiha? – propuso con una sonrisita mientras agarraba el mando y rápidamente ponía en marcha el videojuego.

– Quizás luego… – respondió el mientras se sentaba en su silla de escritorio para encender su portátil con intenciones de avanzar algo de tarea antes.


Cuando a Naruto le comentaron que las chicas iban a unirse, esperaba ver que Sakura se encontrara con ellas, la sonrisa se le borró de la cara cuando pudo ver como solo aparecían, Temari, Ino, Tenten y… Hinata.

Se encontraba sentado en un semi muro que daba a una pequeña fuente floral de una plaza cerca de la casa de Shikamaru, al lado de Sai, quien estaba entretenido hablando con su prima, este último la había invitado, algo que a él y a los demás les pareció igual. No le disgustaba que alguien de su familia se llevara bien con él, este necesitaba hacer amigos.

– ¿Sakura vendrá más tarde? – preguntó tan campante él frente a todos los demás, esperando que ese fuera el caso. Después de que todas las recién llegadas saludaran a los demás.

Aprovechando que cierto Hyuga no iba a estar en su visión de campo, esperaba poder tener la oportunidad de acercarse a que le explicara lo del otro día. Por una vez que este no estaba…

– Ella no vendrá. – respondió a secas Ino de manera tajante, sin sorprenderse de la pregunta del Uzumaki, este ni siquiera les había saludado.

– ¿Por? – insistió él extrañado ante esa respuesta, sin esconder su desilusión, sin fijarse en la pelinegra que le observaba. Ino solo volteó los ojos sin molestarse en responder esa pregunta, acercándose a Sai, agarrando su brazo, mirando expectante a Karin, quien colocó sus ojos en ella al verla acercarse al Shimura.

– Hola, Sai… – saludó la Yamanaka mirando sonriente a este, quien le sonrió como siempre bajando el agarre de ella, algo que no se esperó, pero lo dejó pasar y volteó a la pelirroja. – Hola, ¿quién eres?

– Karin Uzumaki, la prima de Naruto. Un placer. – se presentó ella forzando una sonrisa, mirando con cierto desdén a la rubia, que lo vio de lejos, la cual imitó. El pelinegro no se enteró de nada.

– Ya sé quien eres, eres la chica a quien Sasuke rechazó en las colonias… – comentó Temari moviendo un dedo hacia ella tras un chasquido de dedos. – Encantada, yo soy Temari, ella es Ino, Tenten y Hinata.

Karin forzó otra sonrisa mirando hacia cada una de las chicas, sin tomarse nada bien ese comentario, aunque este no fuera para ofender, mirando sobre todo algo mal a la Hyuga, al saber que ella era la de las cartas. Solo que esta solo miraba a su primo.

– ¿No es ella la chica que te mintió con esas estúpidas cartas, Naruto? Con las que confiabas plenamente que eran de Sakura… – dijo de la nada señalando con la cabeza a la pelinegra quien se tensó. – ¿Qué hace aquí? ¿Es amiga vuestra?

– Karin… – intentó Sai colocando una mano en su hombro en lo que ella se cruzaba de brazos. Puede que Naruto y ella no se juntaran tan a menudo como antes, pero él y ella seguían siendo familia. El único lazo de familia que le quedaba.

– Oye, pero quién te crees… – habló Ino colocando las manos en jarra, fulminando con la mirada a la Uzumaki quien ni la volteó a ver.

– Eso no va contigo, Linda. – respondió ella alzando la mano acallando a la rubia como si su opinión no importara para nada. – Si no con esta mentirosa de aquí. ¿Tienes idea de lo ilusionado que estaba él, al pensar que eras la chica que le gusta?

Shikamaru resopló silenciosamente, Chouji escuchaba atentamente saboreando unas pipas peladas un poco desconcertado y nervioso y Kiba apenas miró a su amiga de la infancia, quien se mantenía callada.

Yo… Yo solo… – pensó Hinata en lo que apretaba el asa de su bolsa estudiantil y se mordía el labio tristemente. – Yo…

– Déjala Karin, me da igual… – se interpuso Naruto, quien colocó ambas manos en su gabardina después de ajustar la banda deportiva de su cabeza. Esas palabras hicieron que Hinata alzara la vista algo sorprendida y esperanzada, topándose con que el Uzumaki apartaba la vista. – No me interesa nada de lo que ella tenga que decir, a otro tema ¿Vale?

La pelinegra no tuvo más remedio que sorprenderse y bajar la mirada, su pelo… estando debido a esa ocasión sujetado por una diadema que le apartaba el cabello de la cara, salvo su flequillo, no logró ocultar su afligido rostro.

– Solo pongo las cartas encima de la mesa, Uzumaki, pero allá tú si no crees que te mereces una disculpa más que nada. Quien sabe por qué lo hizo… – comentó mirando escéptica hacia la pelinegra, en lo que fregaba los cinco dedos de una mano entre sí, con el brazo en alza apoyado encima del otro. – O por qué usó otro nombre que no era el suyo.

– ¿A qué hora empieza la película? – preguntó Naruto haciendo un cambio de tema bastante obvio tras unos segundos en rotundo silencio incómodo, mirando hacia Kiba.

– Unos cincuenta minutos o así, podemos ir al arcade de al lado para que pase el tiempo. – propuso el Inuzuka intentando animar al grupo, al parecer todos accedieron, salvo Hinata quien al principio les siguió, pero poco a poco se fue distanciando del grupo hasta acabar escabulléndose, huyendo del lugar, sin que los demás se dieran cuenta.

¿Qué esperabas?... – pensó para ella desilusionada, caminando hacia la parada del bus para ir hacia su casa.

"Naruto no va a olvidar su metedura de pata tan fácilmente…"

Las palabras de Sakura resonaron dentro de su cabeza, lo que le hizo negar con la cabeza al recordar que ella, a pesar de conocer muchos detalles sobre el Uzumaki, no le conocía tan de íntimamente como desearía poder hacer.

Dolía, saber que aunque esos dos no fueran amigos, el rubio fuera incapaz de ver que ella estaba ahí desde el comienzo. Se había olvidado por completo del día en el que se conocieron, de su declaración, días antes de que él se marchara, de todo.

¿Debía darse por vencida?


¿Qué tal? ¿Os gustó?

Antes de que me lancéis las piedras, os repito, que me gustaría que intentarais ver lo que pasa desde el punto de vista de todos los personajes. También repito que para que no se os olvide, que yo no odio ninguno de estos personajes a los que añado a mi historia. Al menos no los que aparecen a menudo. Esto es un drama adolescente. Juvenil. Lo que escriba no es por odio.

Lo aclaro porque no quiero que alguien que lo lea y le guste cierto personaje, termine por decir que yo soy anti de no se quien y quien sabe qué otras cosas, no. Sé que nadie me ha dicho nada, pero no quiero que se empiecen escenas ni guerras en medio de mi historia. Lo he visto en otras ocasiones y la verdad es que… en fin, esperaba mejores actitudes por un lado (esa vez). Aquí por ahora, no tengo quejas.

Muchas gracias por leer, que paséis un buen día.

Adiosito~