Hola, hola caracola~
Aquí les traigo el siguiente capítulo. Si les contara, que he pasado esta noche en vela corrigiendo, borrando, re-escribiendo y corrigiendo otra vez este capítulo… al menos tres veces (no todo, si no varias partes) y que aun así no estoy satisfecha… Pero si digo basta es basta, la verdad es que he ido y vuelto a ideas desechadas o descartadas y he hecho un mix de lo nuevo y lo viejo.
Aun así, espero que les agrade el capítulo. Que disfruten de la lectura.
Disclaimer: Los personajes de Naruto/Naruto Shippuden pertenecen a Masashi Kishimoto.
La trama, salvo la gran mayoría de los personajes, escrita es de mi pertenencia e imaginación. Se va a reportar cualquier señal o advertencia de plagio. Les pido respeto. Gracias.
Protección
Shikamaru se encontraba sentado en un restaurante de comida rápida a donde Chouji le apetecía comer por tener varios cupones de descuento. Sentados en una mesa del segundo piso, el que estaba más tranquilo y solitario, escuchaba a sus colegas hablar de cualquier cosa.
Después de ver la película, viendo que entre las chicas se había instalado un ambiente incómodo tras lo ocurrido en la plaza, se fueron cada una por su lado. No era de extrañar viendo que ni al llegar al arcade, Hinata se había escabullido como un ratón sin que nadie se diera cuenta como para detenerla. Aun así, nadie dijo nada, hasta ahora.
– ¿Qué vas a hacer al respecto, Naruto? – preguntó Kiba algo molesto en cuanto a la forma del rubio de lidiar con el asunto de las cartas. Pasando entre mano y mano el vaso de plástico que contenía su refresco haciendo que este se deslizara sobre la mesa como si fuera una pelota de hockey, en lo que miraba el objeto y escuchaba al susodicho sorber el suyo desde la pajita ruidosamente.
– ¿Eh? ¿Sobre qué? – respondió Naruto arrugando el entrecejo con confusión.
– Despistado como siempre… – pensaron tanto el Inuzuka como el Nara mientras el primero limpiaba algunos restos de comida entre sus dientes con la lengua sin abrir la boca.
– Las cartas, tío… ¿Hinata? – explicó Shikamaru haciendo que el Uzumaki les entendiera a la primera.
Todos se quedaron mirando como el rubio dejaba su refresco encima de la mesa sin musitar palabra.
– Pasar de ella, ya os lo dije antes. – dijo el Uzumaki recordando con molestia a la pelinegra, no le apetecía nada dirigirle la palabra después de lo que había hecho.
– Ya, pues mal… – comentó Kiba dijo agarrando su refresco para acercar la pajita en su boca y dar un sorbo con algo de enfado que camufló.
– ¿Por? Fui yo el engañado, no ella… – reprochó mirando fijamente a su amigo, no entendía a donde querían llegar ellos con esto.
– No la estamos excusando, para que te enteres, pero aun así podrías concederle la oportunidad de explicarse. – propuso como idea Kiba sin cambiar su tono de voz, a pesar de estar siendo sincero con sus opiniones respecto a lo ocurrido.
– Conociéndote, siempre has simpatizado con los demás, escuchas a casi todo el mundo… Nos sorprende que aún no te hayas acercado a ella para hablar. Comprenderás que nos parece raro. – añadió Shikamaru apoyando su espalda contra el respaldo del cómodo asiento pegado a la pared.
– No necesito que me explique algo que ya sé. – reconoció Naruto toqueteando el popote de su refresco ahora vacío.
– ¿Te importaría elaborar, entonces? – preguntó Sai con curiosidad, a pesar de encontrarse serio. Haciendo que Naruto suspirara.
– Unos días antes de que yo decidiera marcharme con Jiraiya, ella se me declaró. No tuve tiempo de responderle nada en ese momento, ya que tan pronto me lo dijo, se marchó corriendo. – explicó el ojiazul a la vez que recordaba ese momento vívidamente, sobre todo el hecho de quedarse mirando cómo la chica se alejaba.
– Eso no explica nada… – comentó Kiba con aburrimiento haciendo una mueca labial, muy en el fondo estaba sorprendida de que su amiga hubiera tenido el valor de hacer eso.
– Justo antes de que yo me fuera, Sakura apareció en la estación de tren un rato antes de que el tren llegara para llevarme al aeropuerto. Se me declaró también, en ese momento yo no le creí. Me fui, con la idea clara de traer de vuelta a Sasuke porque él siempre ha sido como un hermano para mí. – Naruto bajó la mirada a sus manos distraídamente recordando todo eso al hablar. – Al recibir las cartas, instantáneamente me olvidé de Hinata, afirmando que era Sakura, quien había estado intentando contactar conmigo sobre Sasuke… Me ilusioné con esa idea, me convencí de que lo que Sakura me dijo en la estación era verdad, porque en las cartas solo hablábamos de nosotros.
– Hinata… No dijo que se trataba de ella cuando le escribí como si se tratara de Sakura, en ningún momento. En todas las cartas, todo este tiempo… Era ella. – añadió él dolido, volviendo a dejar las manos encima de la mesa. – No necesito… No quiero saber sus motivos.
– Eso vuelve a ser culpa de Saku… – interrumpió Sai empezando a hablar para animar al Uzumaki, ganándose una patada por debajo de la mesa en su pierna que lo silenció.
– La culpa vendría a ser tuya, Sai… Así que calla y no me hagas hablar. – zanjó Shikamaru con cierta molestia ya con la tirria del muchacho con la Haruno cada dos por tres. Eso llamó la atención de Naruto.
– Yo no… – contestó el pelinegro acariciando la zona del golpe con seriedad.
– ¿Olvidas que fuiste tú quien le metió chicha sobre cuanto este la quiere? Yo estaba ahí cuando lo dijiste, chaval… No inventes. – zanjó el Nara señalando con la cabeza a Naruto aun sin dejar de mirar al Shimura, quien trazó la lengua por detrás de sus incisivos con molestia. – Si te pedimos que calles, es porque la sueles liar bien gorda. Nada más.
– Algún día, te vas a llevar una buena zurra y queremos que sepas que ninguno de nosotros hará nada para impedirlo. – afirmó Kiba mirando también a Sai, un poco harto de los tratos que solía dar hacia los demás.
– ¿De qué habláis? – preguntó el Uzumaki sin entender nada de esto último. La conversación había dado un giro tremendo y no captaba nada.
– No te quedes callado ahora, Sai. Se merece una explicación. – animó Shikamaru cruzándose de brazos, satisfecho de ver al nieto del subdirector incómodo ante la mirada curiosa de su mejor amigo.
– ¿Qué le dijiste a Sakura? – cuestionó Naruto cambiando a un semblante serio sin apartar la mirada de su amigo.
Itachi se encontraba silbando una cancioncilla que se le había metido Deidara en la hora de trabajo en la comisaría, en lo que se encontraba llenando los papeles de multa frente un coche mal aparcado, frente un edificio.
Lo bueno de ser policía, hoy le había tocado dirigir el tráfico y controlar los aparcamientos del centro. No le había hecho ni pizca de gracia lo que Izumi le había explicado sobre su despido. ¿Qué mejor manera de recuperar su honor que vengándose de la única forma en la que podía?
Su prometida siempre le había dicho que su jefe y otros compañeros de trabajo, no les importaba aparcar mal sus vehículos, dificultando el paso u otros conductores para maniobrar.
Arrancando el papel del libreto, lo dejó en su parabrisas. Llegando después a su coche, llamó a la central para que viniera la grúa a quitar el coche con una leve sonrisa malévola. Qué bueno era hacer justicia. Aunque no fuera a compartir ese detalle con nadie, ni siquiera su futura esposa. No quería enfadarla.
Antes de sentarse en el asiento del conductor de su coche patrulla, el Uchiha se fijó en que dos vehículos habían sido tuneados de manera ilegal. Pronto una nueva sonrisa volvió a aparecer.
– Me encanta mi trabajo… – meditó en lo que cerraba de nuevo la puerta tomando aire, para a continuación dirigirse hacia ambos vehículos.
En lo que escribía las multas con humor, saludó al conductor de la grúa que se encargaría de llevarse el turismo, mirando a ratos como el trabajador hacía su trabajo con el costoso, hermoso y llamativo coche del ex jefe de Izumi.
Cuando vio cómo la grúa empezaba a marcharse con el coche atado correctamente, habiendo terminado de escribir lo demás, se marchó hasta su coche y finalmente se marchó hasta la comisaría de nuevo. Por el retrovisor no pudo evitar que su sonrisa se ensanchara con burla al ver la rabieta que el viejo ese hacía.
– Eso te pasa por meterte con mi chica… – vociferó mientras volvía silbar al son de la misma canción de antes, golpeando con los dedos el volante y seguidamente poner el intermitente. Mirando el reloj del vehículo, reparó que ya faltaba poco para que su turno de trabajo.
Al día siguiente, durante el descanso, Sasuke se encontraba jugando con una pelota de baloncesto dentro del gimnasio, esperando a la chica que le había citado allí. Encestando un triple en la cesta de una, fue cuando pudo escuchar pasos junto una puerta cerrarse detrás de él. Dejó que la pelota botara al suelo hasta llegar cerca de él para tomarla con ambas manos y voltearse para ver a la muchacha que le miraba tímidamente.
Esta tenía el cabello muy corto de color castaño, adornado con una diadema y ojos del mismo color, vistiendo el uniforme de verano con un jersey azul cielo sin mangas por encima. Observó cómo esta, la cual ni siquiera sabía su nombre, se sonrojaba… Comprendiendo hacia donde iría su conversación de una.
– Si vas a confesarme tus sentimientos, ahórratelo. – habló él antes de que la chica pudiera ni siquiera decir nada, botando la pelota otro par de veces, apartando la vista de ella.
– Ya llevo seis en un mes... – admitió con cierta molestia el Uchiha, incluyendo la de Karin ahí dentro, ¿Iban a dejarle en paz algún día? Empezaba a creer que no. Al menos no hasta que no se echara novia… de repente una bombilla se encendió en su mente.
– Ya tengo algo con una chica que me gusta… – dejó caer en lo que colocaba la pelota en posición de lanzamiento de nuevo y volver a encestarla de nuevo.
– Ah… – musitó la muchacha bajando la mirada triste, agarrando uno de sus antebrazos incómoda. – No lo sabía…
– Ni tú ni nadie… Bueno, tal vez sí. – reflexionó él tras recordar que le comentó sin entrar a detalles a Suigetsu, Juugo, Karin y… Naruto sabía tanto o menos que el segundo. – Qué más da…
Al salir de su ensoñación, pudo contemplar cómo la muchacha ya se acercaba hacia un grupito que la esperaba fuera del gimnasio, cerca de la puerta, las cuales ya le estaban dando ánimos. Suponiendo que estaría desilusionada y con el corazón roto. No es que estuviera orgulloso de haberle dicho técnicamente una mentira, pero es que lo que había dicho también era verdad, en parte.
En lo que fallaba otra canasta por distraerse con el pitido de mensaje de su teléfono, dejó que la pelota se alejara de él para sacar su móvil del bolsillo trasero de su pantalón, descubriendo que se trataba de Naruto preguntando dónde se encontraba.
Mientras escuchaba el sonido de la pelota, chocar contra el suelo cada vez más deprisa, debatió si responderle al Uzumaki o no. Optó que mejor no, seguía algo mosqueado por lo del otro día.
Empezaba a tolerar cada vez menos esos celos de su parte. Le provocaban demasiado mal estar como para tener que pagarlo con él, convencido de que de una manera u otra este empezaría a hablar de Sakura, otra vez.
Además, estaba convencido de que si aparecía por la cafetería, o una de dos, o sería el punto de mira a sabiendas de que el rumor que acababa de decir, se iba a esparcir más rápido que la peste, o tendría que lidiar ya fuera con el rubio o con el albino, plus cierta pelirroja que no se alejaba ni con spray de pimienta. Empezaba a replantearse si había sido buena idea lo que acababa de hacer. Actuar a lo loco, no acababa nada bien, eso lo había aprendido a las malas años atrás.
– En qué coño piensas, Uchiha… – pensó borrando de su mente la imagen de la pelirrosa entre sus piernas, acariciando su mini él sin poder evitar sonrojarse notoriamente. Recordar eso ahora le haría imposible poder prestar demasiada atención a las siguientes clases.
Resoplando para eliminar sus candentes pensamientos, salió por la puerta para chocar con el caluroso temporal de finales de mayo. Ignorando al resto de estudiantes, sacando un par de refrescos bien fríos, caminó hasta la azotea.
Pateando la puerta sin demasiada fuerza, abrió con la misma mano que sujetaba una de las latas para poder dar el primer sorbo, suspiró un poco saboreando el ácido y refrescante sabor de la bebida.
De pronto escuchó como alguien tarareaba una melodía, mirando por todos lados no vio a nadie ahí, fue entonces cuando escuchó un maullido.
– ¡Ei, a dónde vas! – escuchó que decía la melodiosa voz de Sakura, alzando la cabeza tras voltearse para mirar arriba a la puerta. Encontrando a un gato completamente negro con ojos verdes mirándole, sentado al borde de la superficie de la puerta de entrada. Se alejó un poco y fue entonces cuando la pudo ver.
Sin dudarlo dos veces, caminó hasta el otro lateral para subir desde un pequeño semi muro contra la pared, hasta el mismo lugar donde se encontraba la Haruno. El minino, sorprendido de la repentina acción del pelinegro, corrió hasta la pelirrosa para esconderse en su regazo, sacando su cabeza por el lado en lo que él terminaba de subir.
Sakura le miró por unos segundos, pero enseguida regreso la mirada al frente, en lo que volvía a acariciar al gato por la zona del pecho y mentón, consiguiendo que este se volviera a tumbar allí para pronto empezar a ronronear cerrando los ojos.
En lo que escuchaba a Sasuke acercarse lentamente, la pelirrosa arrugó la frente. Quería estar a solas, sin compañía… , pero parecía que el universo le gustaba estar en su contra. Sobre todo estando triste por lo ocurrido ayer. Había hecho un esfuerzo descomunal en aparecer al instituto por la mañana, al apetecerle bien poco querer salir de la cama.
No quería que nadie la viera de esta manera, especialmente Sasuke. Aun así, hasta este punto, qué más daba si se enteraba o no… Estaba al corriente de lo de Zaku y Dosu. No cambiaría nada. Mientras continuaba acariciando al gato, percibió como el Uchiha se sentaba a su lado, dejando ambas piernas colgando por el borde igual que ella.
– Buen sitio para esconderse… – le escuchó decir a su lado antes de dar un sorbo de su refresco, segundos después se dio cuenta de que traía otro más que estaba sin abrir.
– ¿Es ese su almuerzo? – se preguntó atreviéndose a mirarle en silencio, estaba convencida de que era así. En eso no había cambiado nada. Frenó antes de instintivamente llegar hasta las dos bolas de arroz que quedaban en su tupper, sin llegar a tomar este último entre sus manos. Tal vez él había ido a la cafetería con los demás, algo que le veía hacer casi siempre.
Dejando que el minino encima de sus muslos se entretuviera jugando con el extremo de su trenza de lado, la Haruno se entretuvo mirando como un grupo de estudiantes se pasaba una pelota de fútbol en la lejanía, en la zona polideportiva del campus.
Fue entonces cuando notó como Sasuke miraba fijamente, bueno más que a ella, miraba el resto de comida que no se había terminado. Ahí obtuvo su respuesta.
– Puedes comértelas si quieres, no tengo más hambre… – comentó ella ofreciéndole el resto de su comida con la mano.
Sasuke no pudo evitar aceptar el manjar, comer prácticamente lo mismo en la cafetería no era algo que le apeteciera, y lo que se le ofrecía parecía ser comida que Sakura había cocinado en su casa. Una razón más para probarlo, tenía buena pinta. Tras dar el primer mordisco, descubrió que estaba delicioso.
– Cocinas bien… – musitó mientras masticaba algo del onigiri, estaba relleno de queso y verduras, condimentado al punto para darle más sabor.
Sakura observó como el gato se incorporaba y tras rascarse la oreja con una de sus patas traseras, se alejó hasta el extremo contrario para marcharse de allí. ¿Qué responderle? Ella había tenido que aprender a valerse por sí misma desde muy temprana edad, constatar que a los diez años tenía que comer arroz frito con cebolleta cada día hasta que pudo empezar a trabajar, al ser lo único que su madre lograba cocinar si no es que cenaba las sobras del restaurante que le dejaba el dueño, sería ocasionar que Sasuke pensara que le estaba reprochando el hecho.
No podía hacer eso, a sabiendas de que… con la pérdida de sus padres, el abandono de su hermano, junto al descuido de su tío Madara, seguramente aprendió a alimentarse por las malas. Atacarle de la nada de esta manera, cuando no le había hecho nada… ¿Cómo podía siquiera pensarlo?
– ¿Ocurrió algo con tus amigas, verdad? – ¡Pimba! El Uchiha había acertado de una, ¿Acaso la tenía vigilada?. Apartando la mirada del chico a su lado a propósito, suspiró cansinamente.
– No creo que eso sea algo que te incumba… – musitó ella regresando la vista al paisaje que se lograba ver desde esa altura. – Pero no estás equivocado. Discutí con Hinata y me enfadé con Ino.
– ¿Quién es Hinata? – preguntó de la nada, sin saber de quién estaban hablando. Sasuke tuvo que alzar los hombros ante la mirada extrañada e incrédula que la Haruno le mandaba.
– ¿Me estás hablando en serio? – ante la mueca impasible del pelinegro, Sakura no pudo evitar encontrar esa peculiaridad un poco graciosa.
– Es la prima de Neji, la que escribió las cartas. ¿Me estás diciendo que no te acuerdas de cómo se llama? – comentó sin poder evitar resoplar graciosamente mientras el Uchiha negaba con la cabeza, como si no le importara.
– La he visto de cara, pero su nombre… Es igual con el resto de las demás, sé que la rubia de las cuatro coletas es la novia del Nara. – se excusó él como si no conocer sus nombres no fuera importante.
– Temari. – contextualizó ella.
– Que la de los moños, también es amiga del Hyuga y Lee. – añadió Sasuke tras una mueca que le hizo querer esconder la risa a la Haruno.
– Esa es Tenten. – contestó Sakura en lo que se le escapaba una sonrisa mientras apoyaba sus manos al borde de la pared.
– Y que tu mejor amiga tiene un apellido largo, Yakamana o algo así… – finalizó el pelinegro como si esas descripciones se pudieran considerar válidas, aunque no se tratara de un examen.
– No sé si considerarla mejor amiga ya… – respondió ella negando con la cabeza.
A decir verdad, no había podido ni siquiera mirarla a la cara al llegar antes de primera hora a clase y justo al momento de ver sus intenciones de acercarse a su mesa, se largó de ahí sin darle oportunidad de dirigirle la palabra.
– Ino sabía, lo que Hinata había hecho… la muy estúpida, se lo contó a mi mejor amiga. Ninguna de las dos consideró decírmelo, a sabiendas cuánto me preocupé por la repentina decisión de Naruto en querer irse con Jiraiya. De la misma manera que seguía preocupándome por ti después de que te fueras… – admitió a duras penas logrando evitar que sus ojos se humedecieran de nuevo.
Sasuke la contempló en silencio, escuchando atentamente cada palabra que decía. Sintiendo que la culpa ante su comportamiento en el pasado regresaba de nuevo, como lo hacía a menudo.
– Ambas me vieron entrar en depresión tras ver que no sabía nada de ustedes y aun así, ellas tomaron esa decisión. Ahora actúan como si no tuviera motivos para enfadarme… Puedo ver como a Hinata le da absolutamente igual cómo me siento. – dijo la Haruno tomando el extremo de su larga trenza entre los dedos de ambas manos para empezar a juguetear con ella. – Siempre se comportó fría conmigo, lo que me hace entender muchos de sus comportamientos conmigo, pero eso no cambia nada.
– Creo que eso es más que comprensible. – respondió Sasuke tras un breve silencio, colocando ambos brazos un poco más atrás de su espalda contra el suelo, apoyándose hacia atrás con ellas, mirando distraídamente el cielo completamente despejado. – Aunque Madara haya muerto y no esté en este mundo, siempre le voy a guardar rencor, por atreverse, a manipularme… por mentirme de esa manera.
Sakura no se esperaba que Sasuke se abriera con ella de esa manera con algo tan personal, solía guardarse eso para sí mismo. Algo que ahora llegaba a entender perfectamente. Su hermano…
– ¿Le guardas rencor a Itachi?... – se atrevió a preguntar Sakura a pesar de conocer la posible respuesta a su pregunta, aunque podía equivocarse.
– A veces... – admitió tras unos instantes en silencio, no le serviría de nada engañarse a sí mismo con algo así. Él, pese a mentirle y alejarlo a propósito de la peor manera posible para protegerlo, podría haber intentado hacerlo de otra manera. El trauma seguía ahí, a causa de sus acciones. Aunque la mayor parte de la culpa, si no toda, caía sobre su tío.
– ¿Se lo has dicho?... – indagó la pelirrosa mirándole dar otro mordisco a la bola de arroz que le dio.
– No, pero mi hermano siempre ha sido demasiado inteligente… – contestó él tras tragar el alimento en su boca, limpiando una miga de la comisura de sus labios con el dedo índice. – Se disculpó por ello, por lo que lo sabe.
Una suave ventisca fría le revolvió el flequillo a Sakura mientras que a Sasuke todo su cabello, ambos se quedaron en silencio.
– De todos los demás, tú fuiste el único que se ha disculpado conmigo… – habló de la nada la Haruno imitando la postura del pelinegro a su lado, sin importarle que los dedos de una de sus manos rozaran entre sí, quedando estos casi entrelazados.
Sasuke se quedó mirando sus manos por varios minutos, atreviéndose a pasar su dedo anular por los más pequeños dedos de Sakura como una caricia, apreciando que esta se dejara tocar aunque fuera un poco. Sakura parecía seguir triste, algo que le molestaba un poco, no le gustaba verla triste, sufriendo.
– Yo también me preocupé, cada vez que pensaba en ti en Hokkaido. – soltó tranquilamente, volviendo a mirar al cielo, logrando que Sakura le mirara algo sorprendida ante esa frase inesperada.
– ¿Cómo…? – pensó la Haruno sin saber qué decir al respecto. – Vale… – pensaba estando lejos, pero… ¿Cómo se supone que debe interpretar esas palabras?, ¿Por qué lo decía?, ¿A qué venía eso?...
Sentía su corazón latir desbocadamente, ante ese mero hecho que acababa de escuchar. Tuvo que tragar saliva y tomar aire para relajarse, por suerte el pelinegro pareció no darse cuenta de su nerviosismo. ¿Se estaba sonrojando?...
– No puedo creerte, Sasuke… No sé si quiero…
– ¡AQUÍ ESTÁS! – gritó Suigetsu sacando la cabeza, tras enfilarse silenciosamente por detrás de ellos, logrando asustar tanto a Sakura como al Uchiha. Algo que el Hozuki iba a contar como un logro.
El albino no venía solo, como no, Juugo le seguía a todas partes. El primero en subir dónde ellos fue el Hozuki y después el último, quien le resultó demasiado fácil llegar hasta ahí debido a su altura.
– Veo que estás bien acompañado. – insinuó Suigetsu moviendo las cejas, golpeando con el codo a Sasuke. Bajando su vista a la última bola de arroz de Sakura, tuvo intenciones de tomarla para comerla, pero Sasuke fue más rápido.
– Ni se te ocurra. – amenazó alejando el onigiri de las zarpas del Hozuki, prácticamente colocándolo en su boca, ignorando el falso mohín de su amigo. – ¿Qué hacéis aquí?
– En la cafetería hay demasiada gente… ¿Qué tal con la chica de la nota? – cuestionó con una sonrisa perversa optando por pispar la lata sin abrir de Sasuke, algo que a este no le importó. – A qué se te declaró…
– La rechacé antes de que abriera la boca… – explicó agarrando la lata de refresco para terminársela, empezaba a notar como su contenido se calentaba al estar directamente bajo el sol.
– Veo que preferías estar en compañía de "Miss piernas". – comentó pasando el pulgar por su labio inferior, mirando a la pelirrosa entre ellos, quien le miró con molestia ante ese apodo.
– Veo que el póster que te describe en el baño de chicas no mentía… – contempló Sakura altiva mirando de arriba abajo al albino de ojos violeta.
– ¿Qué póster? – preguntó él sin borrar su sonrisa, aprovechando para bajar la vista a las piernas de la pelirrosa, corroborando lo que se decía entre chicos.
Sakura alzó los cejas mientras sacaba su teléfono para buscar en su galería de imágenes la fotografía del dicho papel que había sido enganchado varias veces en las paredes de cada baño de chicas, salvo los reservados para el personal. Había sido visto hasta en los vestuarios.
– Hozuki Tontuki, el merluzo más estúpido y pervertido del instit… ¡¿Qué?! – gritó agudamente Suigetsu en lo que Sakura le arrebataba su móvil, Juugo no pudo evitar carcajearse nasalmente, muy para la desgracia de su amigo. Hasta Sasuke sonrió con burla ante la rima.
– Karin se va a enterar… – musitó él con recelo ante el descubrimiento de la broma que la Uzumaki había hecho sobre él.
– Sui, si ni siquiera sabes que ha sido ella… – comentó Juugo sin poder dejar de reír.
– ¿Cómo no va a ser obra de la perra parlante? – dijo Suigetsu alzando la voz indignado, con razón las chicas parecían reír demasiado al verle, y él pensando que todas eran tímidas. Maldita Karin.
– ¿Quién es…? Karin? – preguntó la pelirrosa mirando a Sasuke quien tras tomar aire, volteó a verla.
– La prima de Naruto, la pelirroja que siempre está como gato y perro con este. – explicó el Uchiha señalando la cabeza hacia Suigetsu quien seguía molesto.
– A mí también me costó creerlo… – avisó el pelinegro al ver la expresión de estupefacción de la Haruno ante ese detalle por parte del rubio. – Lo más alucinante es que si tienen cierto parecido, no callan ni bajo el agua…
– Estúpida bruja, ya aprenderá a no buscarme las cosquillas… – refunfuñó el albino con molestia ante el bochorno.
– Eres tú quien no deja de provocarla. – habló Juugo negando con la cabeza ante el comportamiento de Suigetsu, que no cambiaba para nada.
– Ella empezó con los insultos. – añadió él defendiendo sus motivos por las acciones de la pelirroja.
– Siempre podrías no hacerle caso, simplemente gozas de sacarla de sus casillas… – afirmó el grandullón antes de meter el último pedazo de bollo en su boca.
– Ya veo por dónde va la cosa… – meditó Sakura torciendo la boca encontrando la similitud de ambos uzumakis y su afán de buscar pelea con otros.
Decir que se encontraba a gusto con los demás, en ese mismo instante, sería mentir. No es que hubiera discutido con Sai después de saber que este le había presionado a Sakura para que él no se fuera, pero sí que se encontraba desilusionado.
¿Qué se supone que debía hacer ahora? Sabía que la Haruno estaba arrepentida de sus actos, por algo le había pedido disculpas. Se encontraba sin saber qué hacer, como si tuviera que resolver un ejercicio de Ibiki a la hora de mates… Aunque estos últimos no pusiera iniciativa para querer resolverlos, simplemente se inventaba las respuestas a la hora de entregar la tarea.
– ¿Han visto a Sai? – preguntó Ino sentada al lado de Chouji, dejando que Temari pudiera sentarse al lado de Shikamaru.
Todos los chicos presentes en la mesa, que ya no daba para más gente, negaron con la cabeza. No tenían ni idea de donde se encontraba el Shimura, a pesar de que lo normal era que se encontrara con ellos, o junto al él. Hoy no era el caso.
Naruto ignoró la mirada de la Yamanaka esperando que este le compartiera posibles paraderos del pelinegro, pero se encontró con que el chico, una de dos, la vacilaba por lo de ayer o simplemente la ignoraba. No sabía por cuál decantarse.
– C-creo que le ví dirigirse al taller de plástica, Ino. – comentó Hinata uniendo con nerviosismo los dedos índices de sus manos entre sí, al conseguir que casi todas las miradas de la mesa se pusieran en ella. La rubia de larga coleta no tardó en levantarse para tomar el detalle que le quería regalar a Sai, para ponerse en camino en esa dirección acompañada de Tenten.
Como si los demás se pusieran de acuerdo, Temari tomó a Shikamaru del brazo, queriendo estar a solas con él por el resto del descanso. Lee, Kiba y Chouji también se levantaron para dirigirse hasta el patio con intenciones de tomar prestada una pelota, para chutarla entre ellos. Al no estar Neji con ellos, por obvias razones, Naruto se dio cuenta de que se encontraba a solas con Hinata, quien le miraba fijamente con un notorio sonrojo.
Naruto se dio cuenta de que la Hyuga llevaba puesta una diadema roja, que le recordó a Sakura inmediatamente. Empezó a levantarse de su asiento, arrastrándolo ruidosamente y rápidamente metió las manos en los bolsillos de su gabardina.
– Naruto… ¿P-puedo hablar contigo? – dijo Hinata levantándose rápidamente mirando la espalda del mismo.
El mencionado no pudo evitar fruncir los labios con cierto enfado hacia la pelinegra, frenando por un breve segundo su andar, para rápidamente ponerse en marcha de nuevo, caminar cuatro pasos más y volver a parar.
– No olvidé lo que me dijiste aquel día… – dijo aprovechando que no había casi nadie en la cafetería debido al calor de la sala. Se había estropeado el aire acondicionado. – En el cual huiste antes de que pudiera decirte algo.
Hinata tomó aire ante la noticia. Ella pensaba lo contrario, no se lo esperaba.
– Te creí, y te consideraba como alguien distinto. – relató el Uzumaki severamente decepcionado y desilusionado. – A los demás. Siempre me percaté de cuanto me animabas, a tu manera. No entiendo, cómo pudiste mentirme… Si de verdad afirmas quererme.
– N-naruto, yo… Yo no quería hacerte daño, pero Sakura… – habló Hinata en voz baja mirando al suelo, aunque aun así se la podía entender. – Ella te mintió, quiso aprovecharse…
Naruto no pudo evitar cerrar los ojos con enfado y finalmente atreverse a voltear a mirar a la pelinegra. ¿Osaba hablar mal de ella? ¿De Sakura? ¿Su Sakura? ¿Hablaban de la misma persona?
– Qué curioso, Shikamaru me dijo que fue Sai quien le metió la idea de declarárseme ese día, lo que muy probablemente fue para que olvidara la promesa que le hice en su momento hace tiempo… – comentó él con molestia todavía sin abrir los ojos, recordando como la Haruno le suplicó a él delante de todos que trajera de vuelta a Sasuke. Sin poder ver como a Hinata abría un poco más los ojos ante ese nuevo pedazo de información.
– No vuelvas a hablar mal de Sakura, nunca más, porque no la conoces como yo. – fue entonces que el rubio abrió sus ojos azules para mirar seriamente a la prima de Neji. Acababa de tomar una decisión. – Y nunca te lo voy a perdonar.
Sin atreverse a decir más, conteniendo la cantidad de reproches que resguardaba en la punta de la lengua, Naruto volteó para empezar a caminar de nuevo hacia la salida, en lo que la pelinegra habría la boca como para decir algo, al no querer que se marchara, que la escuchara…
Creyó que Naruto no la escuchó empezar a llorar, pero sí que lo hizo, hecho que solo le hizo apretar las manos en puños y tensarse, mordiéndose el labio inferior con desilusión. Aun así, sin querer hacerle daño a la muchacha que se le declaró, a pesar de todo. Sin frenar, abrió la puerta por la manilla escuchando un último sollozo por parte de Hinata y salió de ahí como el alma que canta el diablo.
La Hyuga agradeció tener ese momento de privacidad en lo que descargaba su tristeza, esperaba que el dolor de su corazón roto, pudiera ser soportable. Eso no era así.
¿Por qué? ¿Por qué siempre era ella?
Su primo, Ino y compañía que también eran sus únicas amigas, Kiba, Shino, los demás estudiantes, Sasuke, Naruto… Todo el mundo la prefería a ella. ¿Acaso nadie entendía lo que ella sentía? ¿No era obvio que quería… lo mucho que aspiraba a tener, SER, como Sakura?
Ella también se preocupaba por los demás, ella también quería ayudarles en lo que los demás necesitaran o más bien intentarlo. Ella siempre ganaba, lo suyo era perder.
– Estoy harta, harta de ti… Sakura. Te odio. – reflexionó en lo que apretaba ambas manos contra sus pechos sin poder evitar sollozar notoriamente, mientras lágrimas empañaban su rostro, derramando un poco de máscara de pestañas y delineador de sus ojos. Un pensamiento que también aparecía en su mente es que lo más probable es que se viera ridícula, pero qué más da. A estas alturas, ya era la rara del instituto…
Fue entonces que escuchó unos pasos detrás de ella, asustándose y girando a ver quien era, encontrándose con su primo. Estaba claro que había estado escuchando todo.
– ¿Esperabas que fuera a escuchar tus excusas? – comentó con sarcasmo el castaño cruzándose de brazos. – No engañas a nadie haciéndote la inocente, ¿Sabes?
– Déjame en paz, Neji… – musitó con molestia, aun así sin dejar de llorar. Neji simplemente sonrió con burla ante sus palabras.
– Ah, por cierto… Antes de que me olvide. ¿Te ha contado tu padre sobre lo de tu omiai? Espero no tener que ponerte al corriente yo en cuanto a Toneri. – dejó caer Neji con tranquilidad.
Ante esas palabras, Hinata se volteó con preocupación y miedo. ¿Omiai?
Ino se encontraba caminando rápido por el pasillo de la tercera planta en dirección al taller de plástica, situado al lado del laboratorio y el aula de música. Antes de llegar a abrir la puerta, llamó por su nombre a Sai para pronto descubrir que efectivamente el pelinegro se encontraba en el aula, pero no estaba solo. La prima de Naruto, Karin, se encontraba con él.
– Sai, al fin doy contigo, te envié dos mensajes… – comentó la Yamanaka acercándose a ese par junto a Tenten, quien fue la que cerró la puerta.
– Ah, hola … Ino. Puse el teléfono en silencio, para concentrarme en la pintura. – habló el Shimura con algo de pasividad. – ¿Qué necesitas?
Ino miró primero a Karin quien siguió sentada a un lado del pelinegro como si no le importara lo que eso le pudiera parecer a la rubia. Acercándose a Sai, le ofreció el pequeño paquete de galletas que ella misma había horneado con dificultad, no se las pudo dar ayer porque se las olvidó, pero sabiendo que hoy iban a coincidir… quería dárselas sí o sí.
– Te preparé estas galletas, espero que te guste… – el pelinegro miró el detalle con cierto temor al recordar que la última vez que comió algo que preparó la rubia, terminó mal.
– Ino… No hace falta. – dijo el Shimura forzando una sonrisa dejando el pincel al borde del caballete de pintura. La Yamanaka se ruborizó y siguió extendiendo el manjar esperando a que el chico lo tomara, quien tardó un poco en hacerlo.
Karin miró primero con burla a Ino y después a Sai quien al abrir el paquete bien adornado con lazo, se acercó un poco a curiosear.
– ¿No que la última vez que cocinó para ti terminaste con dolor de estómago? Eso fue lo que me dijiste… – comentó ella con sorna mirando escéptica al contenido del paquete, a simple vista, ni siquiera tenían buena pinta de ser siquiera edibles.
La expresión de Ino cambió ipso facto. De nerviosismo y timidez, pasó a incomodidad y sorpresa, aparte de desilusión. Sai pareció no darse cuenta, se encontraba concentrado observando a una de las galletas que tenían forma de algo, pero no sabría decir si era un pulpo o un gusano.
– Bueno, yo me voy… – dijo Karin alzando las cejas con burla ante el regalo de la rubia a Sai, fue entonces que Sai volvió a dejar la galleta de entre sus dedos dentro del paquete para voltear a ver a la pelirroja.
– Puedes quedarte, Karin. Sabes que no me molestas, sino lo contrario… – informó Sai dejando como si nada el paquete de galletas de Ino, a la mesa llena de pinceles en agua.
– Queda poco para que suene la campana de fin del descanso, yo me voy a mi aula con tiempo… – respondió la Uzumaki como si nada, sonriendo forzadamente hacia ambas chicas en lo que se iba por la otra puerta.
Ino tragó saliva al ver que el pelinegro no miraba para nada el detalle que ella le había preparado con mucha dificultad y había esperado con esmero que su reacción fuera positiva, igual que la última vez que le cocinó solo a él. Sai solo miraba como la Uzumaki se alejaba, parecía hasta desilusionado de que ya no pudiera estar con ella. ¿Acaso…?
– ¿Podrías darle las gracias a Ino, no? Te regaló algo… – comentó Tenten algo molesta poniendo las manos en jarra encima de su cintura mirando al pelinegro.
Sai la miró, y rápidamente luego miró a la rubia a su lado, sacando una sonrisa característica del muchacho. Fue entonces que Ino se calmó un poco, aunque se sentía un poco desilusionada con lo que dijo Karin como si nada.
– Gracias por el detalle Ino, me las comeré al salir. – dijo el pelinegro como si nada.
– ¿De verdad? Dime qué te parecieron una vez las hayas probado, lo de después de clases sigue en pie ¿No? – preguntó la rubia esperanzada y abochornada, habían planeado salir y tener otra cita después de clase. Al ser viernes con un fin de semana por delante.
– En realidad, Ino… tendremos que hacer planes otro día. Naruto anda un poco triste y creo que volvió a pelearse con el Uchiha. Los chicos y yo queremos animarle un poco. – respondió él sin cambiar de expresión, mirando a Ino, esperando que lo comprendiera.
– Oh… – musitó ella con tristeza, ella quería ir al acuario con él. Llevaba esperando por ese día mucho tiempo.
– ¿E Ino no puede acompañarte? O siempre podéis quedar a otra hora el sábado. Dudo mucho que vayas a pasar todo el día con los demás. – comentó Tenten interpretando las palabras del pelinegro como una manera de rechazar la idea de salir con su amiga, por otra razón. Sai la miró impasible, pensando que su opinión no importaba ni influenciaba nada en él.
– No pasa nada, si no es esta semana es la que viene… – informó la Yamanaka creyendo en su chico, consideraba cierto que el rubio estaba un poco ausente, porque Sasuke no se había sentado con ellos. La respuesta que le daba tenía su lógica.
Enseguida tocó la campana de inicio del siguiente periodo, por lo que Ino arrastró a la castaña de la mano con prisa fuera del aula. En lo que el pelinegro miraba con pocas ganas el detalle de la rubia, no le apetecía nada comerse eso, sin molestarse en ver cómo ambas se iban.
Una vez en la escalera, Ino soltó el amarre de la mano de Tenten con algo de brusquedad para voltear a mirar a la morena con algo de molestia.
– No debiste meterte en nuestra conversación… – riñó la rubia pestañeando con seriedad agarrando la barandilla de las escaleras.
– Solo intentaba… – comentó Tenten algo sorprendida por el semblante de su amiga. – Ino, no me pareció bien que estuviera pasando de ti, está saliendo contigo y tiene el descaro de pasar el rato a solas con otra chica…
– Sai no es así, él no me mentiría Tenten… , Está realmente preocupado por Naruto y seguramente estaba con esa, debido a que son familia. Nada más. – habló la rubia acariciando los mechones sujetos en su coleta que momentáneamente estaba encima de su hombro.
Tenten reflexionó en esa palabra y asintió murmurando una disculpa, aun así seguía teniendo un mal presentimiento con el pelinegro. Alzando la mirada, se topó con que Sakura empezaba a bajar acompañada del Uchiha y esos dos nuevos estudiantes.
La pelirrosa no frenó su andar a pesar de verlas paradas en medio, frenando algo el paso. Ignorando a la Yamanaka, sonrió a la morena excusándose al tener que pasar entre ellas para llegar a su destino, algo que los tres chicos no hicieron.
Ino siguió a la Haruno con la mirada algo desilusionada, desde lo que sucedió en el baño ambas no volvieron a hablar. La echaba de menos, estaba claro. Se incomodó un poco cuando percibió como el pelinegro la miraba de arriba abajo y arrugaba la frente para rápidamente seguir a su amiga.
– Vamos… – propuso Tenten colocando una mano en el hombro de Ino con ánimos a seguir su camino hacia clase.
Primera clase después del descanso, Física y química. Al laboratorio con la profesora Orochimaru. En la cual la mayoría de alumnos sufrían al prácticamente no enterarse de los tecnicismos que la mujer usaba a la hora de instruir. Además de que, aparte de eso, seguía dando miedo a muchos, y no debían ignorar que los exámenes eran difíciles.
Parecía ser que el único punto bueno es que no estaban en clase de ciencias naturales, y que no tenían que diseccionar o ver algún vídeo demasiado gráfico en cuanto al sistema humano o animal.
– Ahora que han visto cómo se realiza el experimento y hemos resuelto dudas, lo harán ustedes por equipos de tres. A ustedes tres, les quiero separados. – habló la profesora Orochimaru señalando a Kiba, Lee y Naruto.
Conociendo el escándalo que solían realizar en sus clases a la hora de realizar ciertas tareas durante la clase, verles en un mismo equipo no era buena idea. Les borró la idea de que esos tres se juntaran observando como Sai había sido arrastrado por Ino a unirse junto a Chouji, Shikamaru iba con Temari y Tenten, Shino con Hinata y otro alumno, etc.
– Inuzuka, cámbiate por Hyuga con el equipo de Aburame. Rock Lee, tú irás con ambos primos. Uzumaki, considero plausible colocarte al lado de Uchiha y de Haruno… – habló la profesora pelinegra en lo que subía las gafas protectoras encima de su cabeza.
– Espero no arrepentirme de mi elección… – reflexionó la Hebi con algo de temor. Tenía a tres alumnos que la preocupaban, dos de ellos ya habían causado escándalos en su clase mediante experimentos simples, era la única clase con la que tenía problemas, a pesar de tener a la mayoría de los mejores estudiantes de último año.
Naruto sonrió con felicidad en lo que recogía las cosas de la mesa para dirigirse hacia la mesa en donde Sakura se encontraba sola con el resto de materiales, vistiendo el cabello en una cola alta, bata y gafas.
Caminó rápido para poder obtener el sitio que se encontraba a su lado, pero a medio paso, su mejor amigo se lo robó. Sin molestarse en ver como le dedicaba una mirada furibunda, el Uzumaki caminó a regañadientes al taburete en frente a sus dos compañeros de grupo, ofuscado, mirando mal al pelinegro que se encontraba pasando las páginas de su libro de ciencias para dar con el tema de la lección actual. Algo que la Haruno ya había hecho.
– Quiero que redactéis el procedimiento de vuestro experimento en grupo, tanto si es un éxito como si no. En el informe, quiero, como anotaciones, el peso exacto de la cantidad de cada elemento. No os olvidéis de la introducción, para ello tenéis los apuntes. – añadió la pelinegra yendo hacia la pizarra para apuntar los materiales que usar allí. – Podéis empezar.
Ante esas palabras, la mayor parte del grupo de clase recitaron un sí en conjunto, para enseguida ponerse a preparar el material y recoger lo que iban a usar del armario de utensilios para realizar el experimento.
Aprovechando que el Uchiha se levantaba sin que nadie se lo pidiera para ir a recoger todos los tubos de ensayo, tetinas y demás para hacer el experimento, Naruto estaba por robarle el sitio, yendo a apartar las pertenencias del Uchiha.
– ¿Qué haces? – dijo Sasuke volviendo con una bandeja con todo el material, agarrando in fraganti a su amigo, quien volvió todo a su sitio.
– Quiero sentarme ahí… – respondió Naruto mirando a Sasuke, quien dejó las cosas encima de la encimera para enseguida reclamar el sitio que había elegido.
– ¿Has prestado atención a la lección por lo menos? – preguntó Sasuke a pesar de sospechar que evidentemente Naruto ni siquiera había tomado apuntes. Como siempre.
– Si no sabes qué hacer, es mejor que observes y no toques nada… La misma Orochimaru teme que vayas a crear una explosión otra vez. – comentó Sasuke bajando sus gafas y sin quitarse los guantes, empezar a distribuir el material fuera de la bandeja.
– No soy estúpido… – constató Naruto haciendo una rabieta mientras Sasuke negaba con la cabeza ante esa respuesta.
A sabiendas de que ambos chicos se pondrían a tener una de sus típicas discusiones, la Haruno suspiró sonoramente, dejando el bolígrafo en medio de su cuaderno. Mordiendo levemente su labio inferior a modo de reprimir las ganas de callarlos a modo de insultos y gritos, era el único modo que parecía funcionar la mayoría de veces. Les conocía demasiado bien.
Ambos chicos voltearon a verla, creando un silencio incómodo como si con solo su verde mirada bien seria, fuera suficiente regañina y hastío.
Sakura podía estar de acuerdo en parte con Sasuke, en lo que se refiere prevenir un desastre si le daba las riendas del experimento al rubio, quien usualmente solía prestar atención a la clase un 1%. Aun así, Sakura se convencía de que era así porque entre que Orochimaru y la mayoría de profesores explicaban las cosas de una manera muy complicada para alguien que lo suele entender de manera simplificada, dudaba que Naruto pudiera haber entendido que elemento hacía la reacción con el otro para realizar el ejercicio con éxito.
– Naruto, ¿Has entendido lo que tenemos que hacer? – comentó Sakura retirándose los guantes desechables para rehacerse la coleta encima de su cabeza, mordiendo la goma mientras subía su melena arriba, a la espera de que el mencionado le respondiera.
– Ehm… – musitó el rubio rascando el lateral de su cabeza confundido, además algo sorprendido de que Sakura le hablara de la nada.
– Eso es un no… – afirmó mentalmente la pelirrosa en lo que apartaba un poco sus cosas, para dejar sitio.
– Ponte, a mi otro lado, no pienso dejar que no hagas nada si estás en mi equipo. – recriminó ella en lo que miraba al Uzumaki, quien al escuchar lo primero que dijo, se colocó a su lado a la velocidad de la luz, haciendo que se le cayeran el libro y su estuche al suelo torpemente, al querer llevar hasta el taburete de una.
– ¿Empiezas tú, Sasuke? – propuso ella atreviéndose a mirar al pelinegro a su otro lado, colocando disimuladamente una mano en su vientre, algo adolorido, este fue el único que pareció darse cuenta del malestar de la muchacha.
A medida que Sasuke empezaba el experimento, Sakura agarró una hoja limpia de su cuaderno y empezó a explicarle a Naruto todo lo que tenían que lograr de una manera que él pudiera entender, siguiendo los pasos que realizaba el Uchiha. Tardó un poco, pero se logró el cometido.
– ¿Estás bien? – susurró Sasuke contra su oreja, en lo que, por una vez, Naruto parecía concentrado en la tarea, obligado por Sakura, de apuntar en el informe de su tarea.
Volteando a verle, quitó la mano de su vientre, sin darse cuenta se estaba volviendo pálida. Un cosquilleo se manifestó en sus manos, sintiendo como un sudor frío bajaba por su cuello, no se dio cuenta de que se desmayó y estaba por caer, alarmando casi a todos. De no ser por Sasuke, habría caído al suelo, ya que el Uzumaki no la estaba mirando. Se percató como el resto.
Solo pudo ver a Sasuke distorsionando y poco a poco desaparecer hasta que cayó completamente inconsciente.
Kakashi daba vueltas de un lado para otro, dentro de la habitación donde se encontraba Sakura recostada en su cama medio dormida.
– ¿Qué pasó? – musitó Sakura intentando acomodarse para prácticamente sisear de dolor, ante una punzada en su lateral inferior del vientre.
El profesor, ante ver que su alumna se encontraba despierta, se acercó rápidamente a la cama. Colocando ambas manos en la baranda de la misma, observó como la Haruno volteaba hacia él con confusión, había recuperado algo de color.
– Te desmayaste en clase de física, estás en el hospital. – respondió el Hatake, como respuesta solo se ganó un pestañeo en silencio.
– Mierda… – se quejó mentalmente la pelirrosa, aguantando el dolor de su malestar general en silencio.
– No me gusta tener que hacer esto, pero lo creo oportuno… ¿Sakura, estás embarazada? Dime que no. – cuestionó Kakashi aferrándose todavía más al extremo de la cama. La cara de Sakura era todo un poema.
– Kakashi… – murmuró ella, pero fueron interrumpidos por un llamado a la puerta. Pronto entró una doctora, que parecía ser alguien que el hombre de cabello plateado conocía.
– ¿Qué haces aquí, Kakashi? – dijo una mujer de cabello marrón con los ojos del mismo color, vistiendo una bata médica con el estetoscopio colgando en su cuello.
– Ella es Sakura, una de mis alumnas, Rin. ¿La llevas tú? – dijo el Hatake mirando a la mujer que alzó una ceja, sacando un bolígrafo del bolsillo en el pecho de su bata blanca y escribiendo en un folio sujeto por una carpeta, informes médicos, sin responder al único hombre en la habitación.
– Encantada, mi nombre es Rin Nohara. Excompañera de clase de tu profesor y en este mismo instante, la Dra. a tu cargo. – comentó la morena sin voltear a mirar dos veces al mencionado. – Te hicimos una tomografía abdominal, tras análisis de sangre, constatamos que sufres de anemia. Aun así, ¿Me dejarías palpar tu vientre un segundo?
Tras conceder el consentimiento, Sakura se levantó la camisa y dejó que la Nohara hiciera presión en la zona. Al rozar la zona derecha, vio cómo la joven realizaba una mueca. Mirando esta vez al Hatake, habiendo logrado escuchar la pregunta que le hizo a la muchacha antes de entrar a la habitación, decidió preguntar. Era importante.
– ¿Desde hace cuánto que tienes este dolor, aquí? – preguntó Rin anotando algo de nuevo en sus informes, mirando por el rabillo del ojo como Sakura se bajaba la camisa de pijama y era tapada con la manta por el Hatake.
– Llevo sintiendo dolor desde ayer, a la misma hora… – comentó ella preocupada. – No estoy embarazada, esta mañana empecé a menstruar y …
– No estás embarazada, tranquila… Este es un claro caso de apendicitis, créeme. No le hagas caso a este, aunque no lo parezca puede llegar a ser un plasta. Al estar tantas horas con este dolor y no haber venido antes al hospital, necesitamos operarte de urgencia. Así que iré a reservar un quirófano para intervenir lo más pronto posible. – comentó ella volviendo a dejar su bolígrafo en su lugar y cerrando su archivo. Sonrió amablemente a la pelirrosa por un segundo y rápidamente cambió a una mueca de no estar sorprendida ante la actitud del Hatake.
– Deja de incomodar a mis pacientes, Kakashi. – avisó la doctora sin apartar la mirada de él y finalmente virarse para caminar hacia la puerta. Recriminando la pregunta que le hizo a la pelirrosa de la nada.
– No es como si lo hiciera a menudo… – replicó él con pasividad, quedando tranquilo ante lo que le sucedía a su alumna.
– No es la primera vez… – le recordó ella tan campante en lo que habría la puerta con una sonrisa burlona, él no podía negar ese hecho. – Pronto la van a venir a preparar para llevársela a quirófano, vuelve a tu trabajo.
– HIruzen me ha dado permiso para cuidar de ella, por lo que me quedaré. – respondió él haciendo una mirada sería afirmando que no iba a ir a ningún sitio.
A sabiendas de que obtendría esa respuesta, Rin no pudo evitar sonreír con suficiencia. Kakashi podía parecer que pasaba de todo y de todo el mundo, pero en realidad dejaba obvio que se preocupaba por la gente que consideraba cercano a él. Conociendo que él se dedicaba a ser el tutor de muchos alumnos, pero que realmente se había encariñado particularmente por tres, la pelirrosa una de ellas, como si fueran parte de su familia… Se le hacía enternecedor.
– Después de que se la lleven no podrás quedarte en la habitación para esperarla, por más que insistas, ¿lo sabes no? – indagó la doctora para finalmente irse sin cambiar su expresión risueña para seguidamente marcharse de ahí cerrando la puerta, dejando al profesor con la palabra en la boca, ante la atenta mirada de la Haruno.
Kakashi no pudo evitar suspirar con hastío ante el comportamiento de la Nohara, cuando bajó la mirada hacia Sakura ella le miró como si fuera un cachorro que había hecho algo malo, por lo que le acarició la cabeza.
– Lamento si te incomodó la pregunta de antes, solo que estoy al corriente de lo que hay entre tú y Sasuke… – dejó caer Kakashi cerrando los ojos sonrientes a modo de provocación. Sakura dejó caer sus manos a cada lado de su cuerpo contra la cama, mirando levemente enojada hacia su tutor.
– Entre Sasuke y yo no hay nada… – corrigió ella mirando hacia otro lado con un leve sonrojo, el único adulto en la habitación no le creyó.
– Sí, nada de ropa… Eso está claro. – constató Kakashi a modo de burla como si nada, agravando el bochorno de Sakura haciendo que sus mejillas adquirieran un color a tomate. Con una mirada intentó hacerle entender al Hatake que lo que los revolcones que tenía con Sasuke eran cosa suya y de él, fue respondida con una sonrisa divertida. Se notaba que le gustaba entretenerse a su costa.
– ¿Debo darte la charla de la protección a la hora de tener relaciones, Sakura? Es un poco pronto para que me hagas abuelo, que te quede claro… – avisó él con algo de gracia en lo que a Sakura simplemente volteaba los ojos, aunque razón no le hacía algo de falta. Por más que fuera Sasuke un inexperto y virgen adolescente, era mejor prevenir que curar.
– Acabas de llamarte anciano decrépito, tú solo. – provocó Sakura agarrando con algo de dificultad el teléfono de su mesa auxiliar.
– Veo que no niegas la idea de procrear con cierto pelinegro. – comentó Kakashi algo orgulloso y feliz de la pareja, quien sabe si eran algo, pero iban en camino.
– Leer tanta pornografía te está afectando el cerebro… – regañó Sakura incómoda con el dolor que sentía de vez en cuando, no solo sentía malestar.
– La mayoría de hombres solo piensan en una cosa… – confirmó para nada asombrada con su tutor, era un pervertido ingenioso. Aunque afirmaba que no era peor que Jiraiya, a quien no prefería tener cerca de ella a no ser que fuera necesario, debido a muchos de sus comentarios.
– Les diste a los chicos un fuerte susto… – comentó el Hatake alzando un poco los hombros para seguidamente cruzar sus brazos, en lo que Sakura quitaba los ojos de su móvil y le miraba sin entender a lo que se refería, o de quién estaría hablando.
Antes de que pudiera decir otra cosa, un celador llegó para prepararla y rápidamente se la llevó fuera de la habitación en dirección al quirófano. Se le pidió que fuera a esperar a la sala de espera y de camino, se entretuvo mirando su apreciada novela de Jiraiya de nuevo, pero no pudo evitar distraerse al recordar la escena del Uchiha caminar con la pelirrosa inconsciente en sus brazos hacia la enfermería a paso rápido, seguido por Orochimaru y Naruto y su mejor amiga, la Yamanaka. Tuvo que menear la cabeza un par de veces para dar creces a lo que recién acababa de ver.
Ver la cara de preocupación seria y la nerviosa de Naruto, fue suficiente para que él se imaginara lo peor. Pausando su lección, obligando a su clase a estudiar de mientras en lo que él seguía los pasos del pelinegro y compañía, no tardó en encontrarse a una pálida pelirrosa que no despertaba. Por eso llamaron a una ambulancia. Aquí estaban.
Anemia, algo que no era la primera vez que escuchaba. ¿Comerá como es debido? Empezaba a creer que no demasiado. Tendría que prestarle más atención de ahora en adelante, pero para ello… recurriría a ayuda.
Sin siquiera pensarlo dos veces, al finalizar la última clase, Sasuke esperó a que la mayoría se fueran yendo del aula guardando sus pertenencias con cuidado. Vio a Naruto salir rápidamente del aula, no cabía duda de que este iba a dirigirse al hospital… ¿Le había dicho Kakashi también en qué hospital se encontraba Sakura? Era lo más probable.
Miró las pertenencias de Sakura en su mesa, por lo que una vez cerró su mochila, cargó esta en sus hombros por la espalda y caminó hasta el pupitre de la Haruno. Guardó sus cosas y preparó todo por los días que iba a estar ausente, conociéndola… sabía que quería no perder el tiempo ni quedarse atrás en ninguna materia. Recién empezaba en fin de semana, y al no saber si sería dada de alta al mismo día teniendo tarea para los primeros días de la semana que viene, tal vez ella agradecería tener todo lo que pudiera necesitar para no desaprovechar el tiempo.
– ¿Qué quieres Yamaha? – preguntó Sasuke viendo por el rabillo del ojo como la rubia de la coleta larga se acercaba al pupitre junto a él.
– Es Yamanaka, Sasuke. – corrigió la rubia mirando con una mueca ante la mala pronunciación de su apellido.
– Ya, no me importa… – vaciló mentalmente siguiendo con lo suyo, volviendo a ignorarla tras un tic en la comisura de su boca que pasó desapercibido por Ino.
– ¿Qué crees que haces? – cuestionó la rubia viendo como el pelinegro seguía con la labor de guardar las pertenencias de la Haruno como si nada en la bolsa estudiantil de la misma.
– ¿No vas a responder? – indagó Ino malhumorada colocando las manos en su cintura con poca paciencia, algo que el Uchiha ignoró. Cerrando la cremallera de la bolsa, la colgó en su hombro y empezó a caminar hacia la salida. Tuvo que frenar cuando la rubia se interpuso en su camino con enfado, haciendo que soltara aire por la nariz.
– Ya le devolveré yo… – empezó Ino demandando las pertenencias de Sakura con insistencia, algo que hizo que Sasuke arrugara la frente molestia. Por lo que no dudó en interrumpirla.
– Tienes agallas, eso está claro. – dijo el pelinegro mirando a Ino impasible, quien le miró con cierta confusión ante esas palabras. – No hace mucho, dijiste algo… "Tal vez ella fue vuestra amiga, pero no lo fuisteis con ella." ¿Qué te hace pensar que voy a dejar que te acerques a ella como si nada, después de lo que le hicisteis?
– Uchiha… Ino, que… – intervino Shikamaru acercándose con una mano en su nuca algo incómodo, queriendo evitar una discusión.
– Tú y cierta pelinegra… – comentó Sasuke ignorando e interrumpiendo al Nara que se vio obligado a suspirar con hastío y tragar saliva. – La pifiaron bien grande, valorad disculparos antes de acercaros a ella. En otro caso, olvidadlo.
– Y tu Hyuga, no intentes nada nuevo con Naruto, ni con Sakura. En caso contrario, lo pagarás caro. – avisó el pelinegro, volteando a ver a Hinata que se encontraba callada, mirándolo desde su pupitre de pie, también guardando sus pertenencias. Cuando esta agachó la mirada incómoda, Sasuke negó la cabeza con desagrado.
– Vigila cómo te diriges a mi prima, Uchiha. – habló Neji acercándose a él ante tal atrevimiento a pesar de que no estuviera erróneo. Hinata seguía siendo su prima y no iba a tolerar amenazas.
– Grandes palabras, para alguien que fue rechazado. – zanjó Sasuke con una sonrisa atrevida que logró provocar al castaño de pelo largo, quien logró controlarse. – Ablanda ese ego, Hyuga. Aquí nadie te hablaba. Por lo que métete en tus asuntos y ocúpate de que tu prima no se pase de lista.
Sasuke no reaccionó cuando Neji intentó acercarse a él, quién sabe con qué intenciones, siendo frenado por ambos Kiba y Lee, manteniéndose impasible. Cuando Neji se zafó del agarre de ambos chicos de mal humor, fue cuando con una última vacilación por parte de él alzando las cejas… dio media vuelta y siguió su camino ante la mirada del resto, los únicos que quedaban en el aula.
– ¿A qué se refería Sasuke con eso, Neji? – preguntó Lee algo extrañado mirando a su amigo que seguía mirando molesto por dónde el pelinegro se había ido.
Nadie se fijó en la cara de tristeza por parte de Tenten, quien apartó la vista del primo de Hinata habiendo sido confirmadas sus teorías sobre el interés por parte del mismo hacia su amiga.
– Ya veo… – pensó ella sintiendo un peso en su garganta, el cual decidió ignorar.
Shikamaru miró a Ino, quien miraba triste al suelo con tristeza. Algo que le hizo suspirar de nuevo con hastío. Agarrando la mano de su novia, quien le miró igual que Chouji, se dirigieron hacia la Yamanaka para hablar con ella.
Al ingresar al hospital, Sasuke silenció su teléfono y tras un ajuste de la bolsa de Sakura en su hombro, le preguntó a la recepcionista por la Haruno siendo enviado al instante a la sala de espera de los quirófanos. Fue allí que se encontró con Kakashi, pero no vio a Naruto por ningún lado.
– Raro… – reflexionó el pelinegro, estaba convencido de que se lo encontraría aquí. ¿A dónde habrá ido?.
– Hola, renacuajo. – pronunció el Hatake con una sonrisa, ganándose una mueca de desdén por el mencionado ante ese apodo no apreciado.
Dejando la bolsa de Sakura a los pies del adulto, quien simplemente le miró alzando las cejas, terminó por sentarse al lado del profesor.
Kakashi apartó su libro para mirar la bolsa entre sus pies, reconociendo de inmediato que eran las cosas de la Haruno, entendió que él se había encargado de traerlas ahí sin que nadie se lo pidiera.
– ¿La están operando? – habló en voz baja Sasuke mirando a Kakashi que, tras un suspiro, cerró el libro y se recostó contra el respaldo de la incómoda silla adosada contra la pared del pasillo, desolado y oscuro.
– Sí, nada grave. Apendicitis. – respondió él tranquilamente, confiaba en Rin para que todo saliera sobre ruedas. – ¿No deberías estar en entrenamiento de Kendo?
– No… – respondió Sasuke apoyando sus codos en sus rodillas para descansar su mentón encima de sus manos preocupado. Sin darse cuenta de que uno de sus pies empezó a moverse impacientemente. – No quería ir.
Kakashi no pudo evitar sonreír con gracia al ver a su alumno bien preocupado por la Haruno, no se daba cuenta de que estaba siendo algo obvio.
– Debí darme cuenta antes… – se recriminó el pelinegro repasando los momentos en los que estuvo junto a Sakura en la azotea, antes de que llegaran los demás. A pesar de que la pelirrosa hubiera escondido su malestar a la perfección. – Tengo que estar más atento con ella.
– La cuestión es que ella se deje… – meditó el Uchiha sin dejar de mover el pie y suspirando con molestia, removiendo su cabello con impaciencia.
– Hace unos cuarenta minutos que entró a quirófano, Sasuke. Estará por salir. – contempló Kakashi tomando su teléfono, para enviarle un mensaje al hermano de Sasuke, informando de donde estaba y de lo ocurrido. La respuesta no tardó en llegar.
– ¿Cómo estás tan seguro y relajado? – dijo el pelinegro mirando al profesor sin apartar el mentón de sus manos.
– Porque sale todo escrito en ese monitor de ahí, puedes calmarte Sasuke. La está operando una conocida mía, todo estará bien. – le tranquilizó el Hatake valorando el estado del susodicho, realmente se había asustado viendo como ella se desmayaba en sus brazos tan de repente.
– ¿Solo se trata de apendicitis? – quiso saber Sasuke inspirando silenciosamente tras asentir con la cabeza.
– También tiene anemia, su afán de comer menos de lo que debería con su proeza en ser proactiva, me preocupa. – comentó Kakashi guardando su teléfono en su bolsillo de nuevo. – ¿No vino Naruto contigo?
– Creí que se encontraría aquí, no sé a dónde fue. – respondió Sasuke también extrañado del paradero del Uzumaki. – Casi que mejor, seguro me pondría más nervioso con él aquí…
Aun así, antes de entrar al hospital, Sasuke le envió un mensaje queriendo saber dónde iba, sacó su teléfono, pero no había mensaje ni llamada por su parte.
Segundos después, se abrieron las puertas de la sala de quirófanos, dejando ver a Rin vistiendo su pijama azul oscuro, junto a un gorro personalizado que ataba su cabello por dentro y mascarilla. Pese a llevar la cara casi tapada, Kakashi la reconoció y dejó que se acercara a él.
– Todo ha ido bien, Kakashi. Enseguida la llevarán de regreso a su habitación. – habló la Nohara suspirando con cansancio debido al estrés de su trabajo. – ¿Quién es ese chico de la mirada intimidante?
Kakashi soltó un bufido de risa ante la inclinación de Rin para mirar hacia Sasuke, quien no se había acercado como él para saber del estado de la pelirrosa, con las cejas alzadas.
– El chico que está enamorado de Sakura… – respondió Kakashi en voz baja mirando a Rin, quien volteó a mirarlo de nuevo.
– Se me hace familiar, me recuerda a... – comentó ella con algo de pena ante el fracaso de su relación con este último.
– Es Sasuke, es normal que se parezcan… – añadió Kakashi, entendiendo a su amiga sin que tuviera que terminar su frase, haciendo asentir a la Nohara pasivamente. – Todo mejorará, Rin. Obito lo entiende, pero no deja de preocuparse por ti.
– ¿Él está bien? – se atrevió a preguntar debido al cariño que le seguía teniendo al Uchiha mayor a pesar de todo, a pesar de no estar ya juntos.
– Hace días que no hablamos, pero según sus compañeros parece concentrado en su trabajo… – al escuchar eso, Rin se mantuvo callada, siendo salvada de un silencio incómodo por el sonido de su busca que la llamaban para asistir a otro lugar.
– Tengo que irme, Kakashi. Ya hablaremos… – se despidió ella, forzando una sonrisa para el Hatake y también para el Uchiha que la siguió con la mirada.
Una vez la morena llegó a dentro del ascensor, que afortunadamente estaba libre y vacío, se quitó el gorro a la vez que soltaba un largo y sonoro suspiro sin poder evitar recordar la principal razón de haber roto con el uchiha.
Estar con alguien estando enamorada de otra persona, era dañino para su corazón, intentar rendirse con Kakashi de esta manera… Solo había causado más daño que otra cosa. Ver a Obito darlo casi todo por ella, le rompía el alma. Le quería, pero no de la manera en la que él la amaba. No cuando sus sentimientos por Kakashi no habían cambiado en absoluto.
La única manera era evitar a ambos, para poder pasar página. Necesitaba un respiro, que el universo le concediera ese deseo, era otra cosa. Un mensaje a su teléfono la sacó de su ensoñación, saliendo del ascensor, descubrió que se trataba de Obito.
– Te echo de menos. – no respondió, ni se dignó a dejar en visto su mensaje.
Visto lo visto, el universo la quiere tener atada entre esos dos. Ahora mismo le apetecía acabar con su turno para llegar a casa y tomar una gran copa de vino en lo que tomaba un baño.
Sasuke como Sakura era trasladada en cama hasta su habitación mediante un equipo de profesionales que pronto tuvo el trabajo hecho. Tras una leve puesta al corriente en Kakashi, el grupo se marchó para dejar a los tres solos.
La pelirrosa se encontraba durmiendo boca arriba plácidamente, estaba conectada a varios tubos, lo que le hacía preocupar más de lo debido.
– ¿Querrás quedarte, Sasuke? – preguntó Kakashi dejando la bolsa de las pertenencias de Sakura en el armario de su habitación.
El mencionado asintió sin abrir la boca, acercándose a la cama sin titubear para mirar a la chica con claridad.
– La enfermera me ha dicho que no puede comer todavía, ya te avisarán cuando. – proclamó el Hatake colocando la mirada en el Uchiha después de tomar las llaves del apartamento de Sakura, con intenciones de sacar a pasear a Shiro y dejar algunas de sus cosas ahí.
– ¿Te vas? – cuestionó Sasuke mirando a su profesor algo sorprendido.
– Viendo que te vas a quedar tú a cargo, iré a ocuparme de unos asuntos. Cualquier cosa, tu hermano tiene mi número. Cuida de ella, renacuajo. – se despidió a la vez que despeinaba de nuevo la cabellera negra del Uchiha quien le dedicó la misma mueca de antes por el apodo. – La cafetería cierra a las diez de la noche.
Dijo a sabiendas de que lo más probable es que el pelinegro no quisiera apartarse de Sakura por lo menos hasta que él volviera para un relevo, pero no obtuvo respuesta. Kakashi se quedó observando a la pareja con una sonrisa conocedora por unos instantes, antes de salir por la puerta sin tener que despedirse. Pronto ambos jóvenes quedaron solos en la habitación.
Por un largo tiempo, el Uchiha se entretuvo haciendo tarea para la semana que viene, algo que le resultaba incómodo debido a que no tenía por donde acomodarse para completarla como estaba acostumbrado, pero se aguantó.
Cuando notó que la pelirrosa parecía moverse en sueños, Sasuke cerró cuaderno y libro para rápidamente acercarse a la muchacha, que seguía dormida.
"– ¿Papá, a dónde vamos? – dijo Sakura en lo que seguía a su padre, ocupado mientras arrastraba un carro de compra, por en medio del transitado pequeño aparcamiento que los guiaba hasta lo que parecía ser una tienda de conveniencia.
Al llegar justo enfrente del lateral que iba hasta la puerta de acceso del local, Kizashi frenó su andar junto a su hija que le miró curiosa con sus enormes y lindos ojos del mismo color que los de él. Le sonrió y tras un beso en la frente, la agarró de las manos después de soltar la rígida asa de la bolsa con ruedas.
– Espera aquí, enseguida regreso Sakura… – mirando su reloj por unos segundos. – Solo tardo 15 minutos, ¡Te traeré anmitsu!
– ¡¿De verdad?! – preguntó Sakura ilusionada, hacía tiempo que no podía comer ese tipo de postre. Prácticamente, comía siempre el mismo plato. Estaba feliz de poder pasar algo de tiempo con su padre, a pesar de haberle escuchado discutir de nuevo con su madre por la noche, era algo que no hacían a menudo.
– Solo si prometes, comportarte y esperarme aquí… – dijo el pelirrosado para después colocar la mano encima de su cabeza y rápidamente entrar a la tienda.
Sakura se sentó en el banco cerca de la parada de autobús de la tienda, visible a la entrada del lugar, para que su padre la encontrará fácilmente, lugar donde podrían sentarse a comer el postre.
Una bofetada le giró el rostro, provocando que cayera hacia el suelo frente al sofá. La primera lágrima cayó de su mejilla ante la presencia de su madre ebria con la mano alzada mirándola con asco.
– Todo esto es tu culpa, ¿Me entiendes? ¡Se fue por tu culpa! – gritó su madre amenazándola con propinarle otra cachetada tomando su rostro por el mentón. – Mereces un buen castigo por lo que has hecho…
– ¿Qué hice? ¿Por qué? – sollozó ella alzando la mirada, esperando encontrarse a su madre parada frente a ella, sorprendiéndose y empezando a recular al ver que en frente tenía nada más ni nada menos que a Zaku y a Dosu frente a ella.
– ¿Por qué no? – vociferó tétricamente el Abumi con una risa macabra en la cual pronto se le unió Dosu mientras empezaban a acercarse a ella, se le revolvieron las entrañas al verse desnuda de piernas hacia abajo.
– No creo que a ellos les importe… – comentó el primero señalando tras ella, en lo que volteaba la cabeza para ver tanto a Sasuke como a Naruto alejarse a la par de ella por caminos distintos.
– A partir de aquí, nuestros caminos se dividen…
– Odio a la gente que se miente a sí misma.
No…, por favor. No me dejéis…
Te odio, Sakura… Te odio, odio a la gente que se miente a sí misma, Tú tienes la culpa, …
Sakura…
SAKURA… "
– ¡Sakura! Ei, despierta… – pidió Sasuke preocupado al verla llorar en sueños, tocándole el hombro suavemente.
La Haruno despertó de golpe, aturdida y desorientada sobre el lugar en el que se encontraba, mirando a todos lados, sollozando incontrolablemente, en lo que intentaba controlar su respiración acelerada.
– Tranquila, solo era una pesadilla… – calmó el pelinegro a su lado sentado a un borde de la cama, algo cerca de ella. Apartó la mano que mantenía en su hombro para no incomodarla, pero al parecer ella seguía algo en trance. Intentó alejarse y levantarse de su asiento improvisado, pero fue detenido por un fuerte agarre por la zona lumbar de su blusa de uniforme, sorprendiéndolo.
– ¡No! – manifestó un poco alto con la voz algo áspera, al despertar en breve.
Sasuke la miró sin entender lo que se le pedía, volteando a ver a Sakura ensanchó algo los ojos al ver como temblaba notoriamente. Verla en ese estado, con los ojos llorosos, las mejillas húmedas, sus labios temblando e incapaz de pronunciar otra palabra…
Se dejó abrazar por ella, sufriendo al escucharla llorar contra él sin saber la razón exacta de su estado, podía hacerse con una ligera idea, pero ahora mismo no estaba para las adivinanzas. Pronto alzó la mano que la rodeaba por la espalda para colocarla encima de su cabeza para acariciar su suave melena algo despeinada.
– No te alejes… no te vayas… – pensó a la vez que susurraba, sin darse cuenta, estas palabras pensando que el pelinegro no las había logrado escuchar.
Al escuchar eso, Sasuke cerró los ojos, apretándola más a él por la nuca con la misma mano que usaba para acariciar su melena.
– Está bien. – susurró él, suspirando tranquilo, empezando a sentir como la pelirrosa se relajaba en sus brazos, oyendo como sus sollozos aminoraban. Aun así, podía sentirla temblar contra él.
– Me quedaré. – escuchó que decía bajito el Uchiha contra su cabeza sin apartarse de ella.
Eso fue lo que causó que esta vez fuera ella la siguiente en cerrar los ojos, agradeciendo tales palabras. En ese instante, era lo que necesitaba oír. Logrando que una última lágrima se escapara de la esquina de uno de sus ojos tras un suspiro entrecortado.
Llámenme sensible y llorona, pero admito que al escribir cierta escena… se me escaparon unas pocas lágrimas. No miento.
¿Qué piensan de Naruto en este capítulo? Tengo curiosidad, así que díganme ustedes si esperaban que este recordara cierto detalle.
¿Qué pueden decirme de Hinata? ¿Algo nuevo por parte de este personaje? Entiendo que estén hartos de cierto comportamiento suyo aquí, no les culpo… ¿Qué opinan o creen sobre ella? ¿Y Neji?
En cuanto a Sasuke, ¿Qué les pareció su actuar en este capítulo? En global, claro.
¿Les gustó el capítulo? Ansío vuestras opiniones, si les apetece dejar un comentario, tienen total libertad.
Muchas gracias por leer
¡Hasta la próxima!
