Hola queridos lectores,
Sé que esta semana ando un pelín tarde con la actualización, me disculpo. He estado pasando por temas personales que me han quitado tiempo y se me ha hecho difícil organizarme. Espero que a partir de hoy todo cambie.
Aviso que hay cierto punto del capítulo que se les puede hacer un tanto desagradable leer. De la misma manera que fue difícil para mí escribir, al haber tenido que experimentar algo similar en la vida real.
Aun así, espero que disfruten de la lectura.
Disclaimer: Los personajes de Naruto/Naruto Shippuden pertenecen a Masashi Kishimoto.
La trama, salvo la gran mayoría de los personajes, escrita es de mi pertenencia e imaginación. Se va a reportar cualquier señal o advertencia de plagio. Les pido respeto. Gracias.
Entre interrupciones y detalles
Naruto no tuvo más remedio que rascarse encima de su cabeza confundido, Kakashi le había dicho el nombre del hospital en donde se encontraba Sakura. Le había escrito que se encontraba en Akihabara, pues allí estaba. Se presentó lo más pronto que pudo en bus hasta allí, llega y le dicen en recepción que no había nada con ese nombre.
Kakashi le había gastado una broma, que no sería nada nuevo al recordar cómo una vez jugando con él años atrás le asustó por detrás mediante lo que él llamaba "sennen goroshi". Agarró su teléfono del bolsillo pequeño de su mochila, donde entonces pudo ver que Sasuke le había preguntado su paradero.
– Estoy en Akihabara, Kakashi me dijo que se encontraría en el hospital de ahí. – respondió él escribiendo rápidamente como respuesta.
– ¿Me estás diciendo que te fuiste hasta ahí por error, inútil? – Naruto ya se imaginaba una sonrisa burlona por parte de su mejor amigo, lo que le hizo soltar una mueca de enfado ante su error. Antes de que pudiera cantarle los cuarenta para pedirle la ubicación, Sasuke le envió otro mensaje.
– Se encuentra en el hospital Reo Haibara, estúpido. – comentó el Uchiha. Naruto en eso volteó a ver el edificio detrás de él, para mirar el logo que decía –Hospital delfín verde–. Rayos, había hecho un trayecto de media hora por nada. Teniendo en cuenta el tiempo extra que tardó en orientarse hasta su destino, ¿La gente no sabe dar indicaciones o qué? Soltando un suspiro de hastío ante su penoso error, se puso en camino por donde había venido.
Solo esperaba que en su trayecto de vuelta, no tuviera que sentarse al lado de un lunático que se ríe solo. Sintió miedo durante la ida. Eso le pasaba por ir de cabeza sin prestar demasiada atención, pero había querido llegar el primero antes que cualquier otra persona al hospital. Se encontraba verdaderamente preocupado porque no la vió despertar en la enfermería en ningún momento, estaba igual de blanca que la leche.
Corrió bien rápido al recordar su estado, para llegar con tiempo dentro del tiempo de visitas del hospital, su profesor había sido lo suficientemente amable de comunicarle los horarios en detalle.
Ignorando a la gente que le miraba preocupada al ver que parecía escapar de algo, no frenó por ningún momento.
Hacía poco rato que Sakura se había vuelto a quedar dormida en sus brazos, después de volver a recostarla suavemente contra la almohada, una enfermera entró a la habitación para administrar más medicación.
Sé quedó observando lo que hacía seriamente, hasta el punto de incomodar y asustar un poco a la muchacha, que tan pronto terminó con el trabajo, salió de ahí como si la habitación estuviera en llamas, antes de que pudiera preguntarle algo.
Soltando un poco de aire por la nariz, negó con la cabeza y regresó hacia sus cosas para poder seguir con sus deberes en silencio, intentando no hacer ruido para evitar despertar a la pelirrosa.
Como pudo, acercó el sillón de la esquina para que este estuviera justo al lado de la cama, la habitación era bastante grande como para ser, de momento, ocupado solo por una persona. La cama de al lado estaba vacía.
Pasado un buen rato, la puerta se abrió de golpe haciendo que Sasuke levantara la cabeza, aunque esta no logró hacer demasiado ruido. Se trataba de Naruto que hiperventilando, debido a que no usó los ascensores porque tardaban demasiado si no las escaleras, se dobló apoyando ambas manos en sus rodillas. Temía que hubiera corrido algo similar a una maratón.
– Usuratonkachi… – murmuró a la vez que volvía a cerrar su libro, esta vez guardándolo en su bolsa, obteniendo una mueca de molestia por parte del rubio al haber escuchado el insulto.
– ¿Qué tal el paseo? – bromeó el pelinegro con una sonrisa burlona sin levantarse del sillón mirando a Naruto, quien empezó a acercarse una vez recuperó el aire.
– No tiene gracia, bastardo. – manifestó él huraño en lo que dejaba su bolsa a los pies de la mesita de noche al lado de la cama. – Me tocó sentarme al lado de un señor que reía y hablaba solo…
– Podrías haberle explicado muchas de tus gilipolleces, seguro se reiría incluso más… – añadió el Uchiha cruzado de brazos, observando como Naruto le hacía una peineta con sus dos manos.
Sasuke observó como su mejor amigo regresaba sus manos a cada lado de su cuerpo para observar a la Haruno con genuina preocupación. Se incorporó para descansar un brazo encima de una de sus rodillas para apoyar en la palma de su mano, su mentón, achicó su mirada viendo como el rubio acercaba la mano para tocar a Sakura.
– Déjala descansar, zoquete. – obvio, no le iba a contar que esta había tenido una pesadilla, creía oportuno que la joven intentara dormir sin interrupciones después del susto. Ella tenía que recuperar fuerzas.
– ¿Por qué no me llamaste? – reprochó un poco alto, ganándose un "sh" por parte del Uchiha que le miraba molesto.
– ¿Por qué no lo hiciste tú? – respondió bajito, alzando los hombros, como si sus acciones no dependieran de él. Que se hubiera equivocado no era su problema. – Podías haberme preguntado para cerciorarse antes de fugarte como si tuvieras tu trasero en llamas, pero hiciste lo que te dio la gana.
– Como siempre. – añadió mentalmente él para sí mismo, volviendo a suspirar.
– ¿Ella está bien? – le preguntó mirándole con las manos encima de la barandilla de la cama, se veía de lejos que estaba preocupado.
– La operaron de apendicitis, se recuperará pronto. – Naruto asintió a pesar de no entender lo que le habían explicado, se quedó con la idea de que estaba fuera de peligro. Suspiró con tranquilidad.
Temprano a la mañana siguiente, Sakura se despertó poco a poco, encontrándose con el amanecer visible entre los edificios desde la ventana de su habitación. Un ronquido la sorprendió un poco, al mirar de dónde provenía el sonido, hizo una mueca al descubrir a Naruto durmiendo en una postura cuestionable en el sillón extra de la otra cama con la cabeza y brazos colgando en el aire.
Miró a otro lado y pudo ver a Sasuke también dormido en otro sillón igual aunque este sí había descubierto el mecanismo para que el reposapiés se inclinara hacia arriba para poder dormir.
Fue en ese instante que se fijó en que el pelinegro se movía de dónde estaba, por lo que casi al instante se hizo la dormida al confiar de que el muchacho que recién despertaba la miraría.
– ¿Se quedaron ambos toda la noche? ¿Y Kakashi? – pensó ella con los ojos cerrados, en lo que consideraba volver a dormir, ya que era todavía temprano, escuchó cómo el Uchiha se incorporaba de su sitio lentamente.
– ¿Estás despierta? – musitó Sasuke caminando un par de pasos para colocarse al lado de su cama para observar a la Haruno. La mencionada simplemente siguió en las mismas, hacer de bella durmiente.
Sasuke era capaz de ver como ella fingía estar durmiendo, no por nada movía un poco los labios y su entrecejo, tampoco es que fuera demasiado rápida en intentar parecer que si seguía descansando. Al ver que la muchacha no iba a dejar de fingir, se le ocurrió una idea. Algo que recordaba que Shisui le había hecho varias veces cuando él era todavía pequeño, durante sus siestas tras el colegio.
Con el pulgar y el índice de una mano colocó cada uno en una fosa nasal y las apretó, con una leve sonrisa traviesa, comprobó que al instante la pelirrosa abría sus ojos sin poder evitar soltar un ronquido al tener sus dedos todavía en su nariz. Apartó su mano viendo como Sakura le fulminaba con la mirada, colocando sus dos manos contra su nariz, soltando un gruñido parecido al de un gato. Ya la imaginaba soltando las garras.
– ¿Cómo te encuentras? – habló el Uchiha sin poder evitar soltar una leve sonrisa burlona mirando como la Haruno se refregaba la nariz de nuevo.
– Bien… – se atrevió a responder bajito en lo que ambos escuchaban otro ronquido característico del Uzumaki más un bufido, haciendo que no pudiera evitar que se le escapara una risa ante el sonido.
Ellos dos eran prácticamente inmunes a ese ruido, al estar prácticamente acostumbrados a ellos desde hace tiempo, en caso contrario no habrían podido dormir. Aun así, creo que se debía a la anestesia y la morfina que le colocaron ayer antes de su operación.
– ¿Cuándo se fue Kakashi? – preguntó ella confundida, recordaba que él era el único que se encontraba allí antes de que la llevaran al quirófano.
– Poco después de que tu regresaras a la habitación. – respondió Sasuke como si nada mirando como ella se acomodaba con menos dificultad en su cama.
– Al parecer no tuviste más pesadillas… – murmuró más para sí que para ella, Sakura le miró confundida. ¿Pesadillas?
– ¿Habré hablado en sueños? – la pelirrosa evitó mirarle y apretó el botón de su cama para que el cabezal se inclinara hacia arriba un poco. Era lo más probable, por desgracia no se acordaba de nada desde que llegó al quirófano hasta ahora.
– ¿Dije algo cuando dormía? – cuestionó ella algo abochornada, eso era lo único que faltaba, parecer sonámbula.
– Te desperté tras una pesadilla fuerte, ¿lo recuerdas? – habló el pelinegro apoyando sus brazos por la superficie de la baranda de la cama, inclinando su torso. Sasuke miró como ella negaba con la cabeza extrañada.
– Empezaste a llorar en sueños, al despertar asustada no quisiste soltarme hasta que volviste a caer dormida… – explicó el pelinegro sin darle demasiada importancia al asunto, realmente creía que si no recordaba lo que soñó, era para mejor.
– ¡¿Qué hice qué?! – meditó escandalizada en lo que sus mejillas tomaban un leve color rosa.
El chico a su lado no pudo evitar volver a sonreír con algo de burla ante su reacción, un leve rubor en sus mejillas en lo que apartaba la vista al lado contrario, para que no pudiera ver como se mordía el labio inferior.
Otro ronquido rompió su burbuja, logrando que Sasuke hiciera una mueca e instantáneamente, después de suspirar, decididamente agarrara la caja de pañuelos de la mesa auxiliar debajo del armario para lanzarla y dar de una contra la cabeza de Naruto, quien se levantó asustado con otro de sus propios ronquidos.
Sasuke y Sakura se quedaron mirando como Naruto abría los ojos severamente desorientado, chasqueando la lengua con la boca seca. En lo que se levantaba se rascó la espalda, mirando con una sonrisa relajada de haber descansado perfectamente hacia la Haruno para que en varios minutos después se acordara de que estaba en el hospital para saber cómo estaba ella.
– ¡Estás despierta! ¡¿Estás bien?! ¡¿Te duele algo?! – dijo prácticamente gritando en lo que se acercaba a ella, colocando ambas manos en sus hombros.
– Estoy… – intentó hablar con tranquilidad pero fue interrumpida.
– ¿Te importaría bajar la voz, cerebro de guisante? – riñó el Uchiha fusilando con la mirada a Naruto sin sorprenderse de su actitud. Naruto apartó las manos y tras fruncir los labios, agarró la caja de pañuelos y se la lanzó de vuelta, no acertó ni de lejos. El objeto dio contra la ventana de la habitación con un sonoro golpe.
– Bien, estoy… Bien. – meditó Sakura inspirando aire de nuevo ante el comportamiento de ambos chicos, que al estar juntos parecían ser un par de críos.
– No me extraña que no lograras unirte al equipo de fútbol y demás, tu puntería apesta… – comentó el pelinegro para nada asombrado, agarrando el objeto del suelo.
– Al menos no soy un idiota con un palo intentando ser un pirata… – atacó él con molestia, refiriéndose a algo que ambos solían jugar mediante ramas en los recreos de primaria, cada vez que perdía jugando a piedra, papel o tijeras contra el Uchiha. Él quería jugar a ser ninja.
– Al menos… – empezó el pelinegro impasible intentando aguantar las ganas de propinarle un chichón en su cabeza. – no soy un cabeza-buque que siempre usa el mismo orden al jugar a eso.
– ¡Mentira! – dijo escandalizado sin darse cuenta de que era verdad.
– ¿Ah, sí? – cuestionó él con burla y orgullo, caminando hasta su amigo. – A la de tres.
Efectivamente, Sasuke ganó al sacar primero papel, después piedra y finalmente tijeras, corroborando los hechos.
– Par de críos… – dijo para sí mismo al ver como ambos seguían con su rivalidad y competencia verbal a la hora de lanzarse insultos mutuamente. Un poco harta de la absurda pelea entre ellos, Sakura agarró lo primero que encontró encima de su mesa auxiliar, una botella de agua sin terminar y se la lanzó al Uzumaki acertando en su cabeza a la primera, quien se dobló del golpe con sorpresa.
Ya empezaba a aparecer de nuevo la sonrisa burlona en la cara de Sasuke, por lo que queriendo evitar otra tanda de lo mismo, se quitó la almohada de detrás y se la lanzó a su cara, también dándole dónde quería.
– ¡Cerrad el pico!. – habló con molestia y harta una vez Naruto y Sasuke voltearon a verla, el primero acariciándose la zona dolorida y el último recogiendo la almohada del suelo.
– ¿Por qué me lanzas una botella a mí y al bastardo con una almohada? Eso no duele… – se quejó Naruto haciendo caso omiso al pedido de la Haruno, a quién le apareció un tic en la ceja empezando a perder la paciencia.
– Porque fuiste tú el que ha dejado esta guarrería en mi mesa, Naruto. Ya lo estás limpiando. – zanjó Sakura cruzando sus brazos, mirando hacia los vasos vacíos de ramen instantáneos apilados uno encima del otro. Podía contar al menos doce de ellos.
– Pero él… – intentó de nuevo el Uzumaki arrepintiéndose al instante al ver el brillo malévolo en los ojos verdes de Sakura que le cerró la boca. Uno con el que siempre sentía temor por su vida.
– Sí, señora… – obedeció con rapidez, tragando saliva en lo que tendía la bolsa de la compra para meter la basura dentro, lanzando una mueca de enfado hacia Sasuke, que le miraba con superioridad. El tío se reía en su cara, estaba seguro.
– Y tú deja de provocarle… – añadió Sakura acostándose de nuevo en la cama mirando hacia Sasuke, que se acercó para acomodar el cojín detrás de su cabeza sin decir nada a pesar de escuchar sus palabras.
Afuera de la puerta, se encontraba Kakashi apoyado contra la pared del pasillo, con los ojos cerrados y de brazos cruzados, sonriendo bastante feliz ante lo que recién escuchaba dentro de esa habitación.
Un par de horas más tarde, Itachi se encontraba golpeando la puerta del baño ante un cambio hormonal por parte de su novia.
– ¿Izumi, todo bien? – habló Itachi contra la puerta bien preocupada, cuando la mencionada abrió la puerta segundos después de tirar la cadena, se encontró con la morena casi desnuda, llevando solo un par de brajas moradas, dejando a la vista su prominente hinchada delantera que le hizo bajar y mantener los ojos ahí.
– Estoy bien, solo que casi no llegué al baño con tiempo. Tu hijo, quien no deja de patear que sé yo contra mi vejiga. Está moviéndose cada dos por tres. – comentó ella con una sonrisa de suficiencia en lo que dejaba una mano en su abultado vientre. – ¿Cielo, me estás escuchando?
Izumi bajó su mirada ante su delantera sin poder evitar sonreír con burla, si es que siempre había sido de las que tenían una delantera dentro de lo normal, no hace ni una semana que estas habían incrementado de tamaño.
– Tierra llamando a Itachi… – dijo la Sairenji en lo que colocaba una mano en la cara de su futuro marido para apretarlas contra sí, logrando acaparar su atención de nuevo.
– ¿Qué decías? – cuestionó el Uchiha abrazando a la morena para apretarla contra él, pudiendo ver más de cerca como el vientre de ella se movía de nuevo.
– Nada importante, ¿nos duchamos juntos? – propuso Izumi en lo que descansaba sus manos en la base del cuello desnudo del pelinegro.
– Hn. – antes de que los labios de ambos se juntaran, el timbre de la puerta pitando de manera insistente les interrumpió. En lo que Izumi no pudo evitar mirar hacia un lado malhumorada ante el ruido.
– Debe ser Shisui. – informó Itachi robando un beso a su novia, que solo logró encenderla más.
– Que espere fuera, es demasiado pronto… – incitó ella besando su pecho sin apartarse de él, haciendo sonreír con socarronería a su hombre.
Después de un leve revolcón que no llegó a la ducha dentro del baño, Itachi salió del baño cerrando la puerta en lo que escuchaba el agua de la alcachofa, empezando a salir vistiendo solo unos pantalones oscuros en dirección a la puerta del apartamento. Al abrir la puerta, efectivamente se encontraba Shisui.
– Ese helado llega horas tarde… – comentó Itachi tras abrir la puerta.
– ¿Por eso me habéis hecho esperar quince minutos fuera? No es problema mío que el cada antojo de tu mujer se venda en tiendas separadas, aparte de que… ¿Quién llama a las tres y cuarto de la madrugada? Pensé que era una emergencia. – recriminó Shisui indignado en lo que tendía una bolsa de plástico hacia Itachi.
– Eres tú el que lucha para obtener el título de padrino de nuestro hijo… – opinó el pelinegro de larga melena mirando si estaba todo dentro de la bolsa.
– Solo porque tu querida futura mujer y madre de tu hijo, le ofrece el puesto al hermano de su padre… ¿Cuántas veces al año lo ve a diferencia de mí? – refunfuñó el pelinegro entrando al apartamento junto a Itachi quien sonrió ante las quejas. Su mejor amigo se lo tomaba muy a pecho.
La verdad es que Itachi no había sido del todo honesto con Shisui, tenía pensado ir él a comprar lo que Izumi quería, pero tendría que tomar el coche para ir a comprar todo pero al tener suerte y volver a tener la casa para ellos dos solos, no desaprovecharon el tiempo a solas. Ninguno de los dos quería separarse, mejor dicho no lograban quitarse las manos de encima. Recurrió entonces a su amigo con la excusa de hacer a su chica considerar la idea de que él fuera el padrino, no solo en la boda.
– Yo soy la mejor opción como padrino… ¿A que si? – afirmó Shisui convencido de que finalmente le iba a ser otorgado el rol.
– En quien pensé primero fue en Sasuke… – comentó Itachi disfrutando del jadeo masculino por parte de su mejor amigo.
– Pero… ¡¿Qué?! – bramó Shisui sin poder evitar que Itachi dejara escapar una corta carcajada.
Ino colgó la llamada con Temari ante su invitación a ir a dar una vuelta por el centro aprovechando el cielo despejado, la Sabaku estaba de camino a su casa. La verdad es que se encontraba sin demasiadas ganas de salir, había estado muy reflexiva estos días. Sai, Sakura, Hinata… , Sasuke…
Había hasta preocupado a sus padres, en no ser tan abierta en hablar de lo que le ocurría, simplemente les dijo que tuvo una fuerte pelea con su mejor amiga y las demás, sin añadir más detalles. Su padre le dijo que todo terminaría por solucionarse, mientras que su madre le comentó que todo grupo de amigos tienen peleas y tal cual dijo su padre, se solucionaría.
Con desgana caminó hacia su extenso ropero, en lo que se quitaba su enorme camisa que usaba como pijama, para vestirse con ropa casual, aunque a la moda con unos jeans junto a un top morado, su color favorito.
Apreciaba lo que sus otros amigos intentaban hacer para animarla, pero eso no cambiaba nada. Su estado de ánimo no cambiaba, hasta consideró que lo mejor sería cancelar su cita con Sai con lo de ayer muy para sus adentros, aunque tuviera muchas ganas de pasar un rato con el pelinegro.
Era obvio, necesitaba el apoyo de la Haruno, no se sentía ella si su mejor amiga no daba su opinión respecto a todo… , pero no se hablaban. Bueno, ella no le hablaba. La echaba de menos, aunque solo pasaran unos pocos días desde lo ocurrido.
Pronto un llamado a la puerta de su habitación, antes de que pudiera dar permiso de entrada, su madre ya se encontraba dentro de su alcoba con una cesta de ropa sucia.
– Hija, Temari ya está abajo con Shikamaru. No me dijiste que ese par estaban saliendo, ¿Desde cuándo? – preguntó la mujer en modo cotilla sin poder evitarlo, en lo que Ino se perfumaba sentada frente a su tocador.
– Desde no hace mucho… – informó ella forzando una sonrisa en lo que se levantaba del acolchado taburete y caminaba hasta su escritorio para recoger su bolso preferido colgando del respaldo de su silla de escritorio, metiendo varios productos de maquillaje dentro.
– Y yo siempre pensando que ibas a terminar con él o con Chouji. – dejó caer la madre en lo que vaciaba el cubo de ropa sucia del lado de la puerta, la rubia no pudo evitar hacer una mueca de desagrado ante esa idea. No se veía con ninguno de ellos.
– Ya estoy saliendo con alguien, un día de estos os lo presentaré. – dijo la Yamanaka peinando su cabello deprisa, a pesar de que esta ya estaba casi perfecta.
– A tu padre no le va a gustar escuchar eso… – comentó su madre en lo que esta se imaginaba, el enorme mohín ante un chico desconocido robándose a su preciosa princesa.
Ino se acercó con otra forzada sonrisa hasta su padre para plantarle un beso a la mejilla y despedirse, indicando que iría a dar una vuelta en compañía de esos dos. En lo que bajaba las escaleras, su teléfono vibró indicando que acababa de recibir un mensaje.
– ¿Ino quieres venir a mi casa a pasar el rato? – se trataba de Hinata, sin ganas de responderle, la dejó en visto y no respondió. Ya lo haría después.
– Hola, tortolitos… – saludó Ino parándose a su lado en lo que ellos seguían parados acaramelados en el recibidor para sentarse en el leve escalón para vestirse sus sandalias, el par no pudo evitar ruborizarse un poco, al no notar su presencia.
Veinte minutos más tarde, los tres se encontraban de camino hacia el parque de diversiones mediante tren. Hablaron de cualquier cosa, sobre las clases de Asuma y sus tutorías. Ino y Shikamaru empezaron a bromear entre ellos pasándose fotos de momentos icónicos y divertidos del grupo. Como, el mítico momento del traje ceñido de Lee para su número en el festival del año pasado. No podía faltar junto a él, el momento en el que Ino maquillaba a Naruto mientras Kiba interpretaba de nuevo a Yuna Inuzuka meneando el trasero, junto al momento en el que Shikamaru fue levantado junto a Chouji en la orilla del agua para que tal cual pronto una enorme ola los engulló para terminar este último con la cabeza enterrada bajo la arena con Chouji desorientado sentado encima, en la playa. Junto a muchos más.
En resumen, la mañana fue entretenida para el pequeño grupo. Aunque la Yamanaka estuviera de chaperón, la pareja la incluía en todo. Había sido un detalle por parte de Shikamaru invitarla con ellos tras lo ocurrido después de su última clase el viernes.
Sasuke había sido tajante y por la cara, le devolvió la misma jugada que ella usó para intentar frenar sus acercamientos con Sakura. Siendo sincera, sentía algo de rencor porque sentía que la Haruno no compartía todo como decía hacer. No le contó nada sobre su corta aventura con el Uchiha, no entraba en detalle sobre algo demasiado personal y no entendía por qué. ¿No habían quedado en no ocultarse nada? ¿Prometieron abrirse la una a la otra para todo?
Sabía que lo que había hecho estaba mal, pero no podía evitar sentirse así, Hinata acudió a ella con la necesidad de compartir un secreto necesario. Se veía de lejos que la morena necesitaba un par de orejas que la escucharan sin juzgarla, no dejaba de ser su amiga. Por un instante se olvidó de Sakura y simpatizó con la Hyuga, quien sufría. Si tan solo la Haruno hubiera sido honesta, y aun así…
– ¿Nono? – habló Temari tocando con un dedo su brazo para llamar su atención en lo que saboreaba su sorbete con sabor a café.
– ¿Eh, qué? – contestó ella, volviendo a prestar atención a la pareja frente a ella.
– ¿Qué harás esta tarde? ¿Hiciste planes con Sai? – preguntó su amiga en lo que la rubia de la coleta aplastaba un poco de su helado de frambuesa.
– No, él me dijo que tenía planes con Naruto, tú y los demás para animarle un poco… – comentó ella tomando una leve cucharada de su postre, Shikamaru arrugó la frente confundido.
– Naruto lleva desde la noche de ayer en el hospital con Sakura junto a Sasuke, dudo que se vaya a mover de ahí hasta que no le den el alta. – Ino levantó su rostro para mirarle aún más confundida. – Conmigo y Chouji no tiene planes, porque no hemos hablado desde el viernes.
Una sensación se instaló en el estómago de Ino ante esas palabras, ¿debía pensar que Sai le había mentido? ¿Qué debía hacer? Tal vez él esté con Sakura en el hospital si está Naruto ahí…
La imagen de la prima de Naruto, Karin, apareció en su cerebro. ¿Y si está con ella? No, tenía que ser un malentendido. Seguro…
Kakashi terminó de leer otra página para finalmente levantar otra vez los ojos de su novela y así comprobar que la pelirrosa encamada tomaba su comida blanda. No pudo evitar sonreír detrás del libro ante la fija mirada de Sasuke en ella, siguiendo cada movimiento de la chica en su fase de recuperación.
Había sido un show observar cómo ambos chicos querían ayudarla en todo, aunque cierto rubio en ese instante estuviera más concentrado en devorar otro nuevo tazón de ramen instantáneo, sorbiendo ruidosamente, el Uchiha era otra cosa.
A regañadientes, Sakura se dejó ayudar por él a la hora de ir a bañarse, este se quedó frente a la puerta como perro guardián en lo que sujetaba toallas y recambio de pijamas limpio. Se podría decir que la joven no había podido evitar que el pelinegro la ayudara, por más que les explicara que podía bañarse sola, la mirada impasible del último indicaba que no había remedio.
El recuerdo de cuando él le dijo que se dejara ayudar en caso de que lo necesitara, ganándose una mueca furibunda que indicaba – ¿De qué lado estás? –, le entretuvo demasiado. Sakura estaba acorralada por ellos tres y podía sentir que empezaba a notar falta de intimidad.
– Cómete la sopa, Sakura… – dijo Kakashi viendo como esta removía el brebaje verde y marrón con una mueca de asco.
– Esto no es sopa, esto parece un puré de calcetín sudado y sucio. – informó ella colocando el tapón del cuenco de nuevo para librarse del mal olor que desprendía eso.
– Si te lo ofrecen, es porque es comestible… – añadió Kakashi cerrando el libro. – Solo te ví devorar las verduras cocidas y un sorbo de agua, me niego a que vuelvas a evitar comer como se debe…
– No soy una cría, Kakashi… – manifestó Sakura incómoda ante la nueva regañina por parte de su profesor, no era su culpa que la comida que daban a los pacientes parecieran gachas de arena y barro.
– Entonces deja de actuar como una… – afirmó el Hatake cruzando los brazos sin soltar de su mano la novela de entre sus dedos.
Sasuke fue el único que se dio cuenta de cómo la Haruno arrugaba la nariz de manera adorable, al verla destapar de nuevo el cuenco con la cuchara de plástico en su boca, mirando temerosa el asqueroso puré.
– Antes muerta a que eso pase por mi boca… – afirmó mentalmente sin echarse atrás.
– ¿Quieres un poco de ramen, Sakura? – propuso Naruto en lo que se levantaba de su asiento, aunque muy en el fondo él deseaba comérselo, ya que era el único que quedaba. ¿Cómo había logrado que los fideos se cocinaran? Un misterio. Era curioso que este le ofreciera eso, no solía compartir su comida. Mucho menos ramen.
– Solo puede comer comida blanda, Naruto. Por ahora no… – avisó Kakashi mirando al Uzumaki quien no tardó en dar el primer sorbo del tazón de plástico.
– Estúpido Kakashi, quiere que coma, pero me hace pasar hambre con esta porquería… – se quejó internamente Sakura en lo que cerraba la bandeja con la tapa, ignorando el suspiro de Kakashi, al ver que ella no hacía caso.
En eso que Naruto empezaba a levantarse con intenciones de salir a comprar un refresco, entró la enfermera para llevarse la bandeja de comida. El teléfono de Kakashi sonó, por lo que salió de la habitación para atender la llamada. Sasuke frenó a su amigo por la solapa de su gabardina, ambos todavía vestían su uniforme.
– ¿Sigues hambrienta? – preguntó el pelinegro haciendo que Naruto se girara a verle.
– Iba a comprarme una coca-cola, tú… – indicó el Uzumaki, pero fue interrumpido.
– Sé que tú eres capaz de engullir como un pato para hacer paté, pero se lo preguntaba a ella… – señaló el Uchiha mirando a la pelirrosa, que evidentemente seguía con hambre. La había visto jugar con la comida distraídamente, señal de que no tenía buen sabor. No la podía culpar.
Sasuke caminó hacia la puerta de la habitación, para abrirla, comprobando que no estaba Kakashi por ahí. Antes de que Sakura pudiera decir algo, sus tripas sonaron, señalando que necesitaban alimento.
Pronto los ambos chicos tomaron prestada una silla de ruedas por parte de las enfermeras y se llevaron a la Haruno hasta la cafetería, dónde le dejaron escoger algo que le pudiera sentar bien, todo tenía mejor pinta ahí.
Los tres no tardaron en sentarse a una mesa libre para comer tranquilamente, mientras Sasuke frenaba la mano del Uzumaki en robar algo de comida de su bandeja.
– Si tienes hambre, cómprate comida… – avisó Sasuke mientras se metía una patata frita en la boca con sus dedos ante la mirada de su mejor amigo.
– Pagaste su comida, ¿Qué te cuesta compartir? – volvió a quejarse el rubio, apoyando su rostro en la mano del brazo apoyado en su lado de la mesa, observando a Sakura comer tranquilamente con sus ojos cerrados.
– Ella no gonorrea como tú, usas mi nevera como si fuera un buffet libre… – comentó el pelinegro sin prejuicios en lo que enrollaba los espaguetis bañados en salsa de tomate y queso, decidiendo dejar su hamburguesa con patatas para el segundo plato.
– Estoy pensando en no ir más a tu casa entonces… – avisó en broma mientras salivaba disimuladamente por la comida que tenía cerca de él.
– Bien, así ahorraremos en gastos… – contraatacó Sasuke como si nada antes de meterse una enorme bola de espaguetis en su boca.
– Wow, qué ingrato eres… – refunfuñó Naruto en voz baja, pero aun así el chico a su lado le escuchó perfectamente.
– El ingrato aquí eres tú, ¿cuántas veces has invitado a comer a otra persona? – ante la mueca silenciosa por parte de Naruto, Sasuke volvió la vista a su plato.
– Estoy ahorrando para el día en que me eche novia… – comentó Naruto con chulería, a pesar de que apenas había logrado guardar nada de sus ahorros. Sakura no pudo evitar girar los ojos ante esa frase, quién sabe si era una insinuación por su parte.
– ¿Quieres decir que vas a pagar a alguien para que lo sea? – indagó Sakura con sarcasmo en lo que sonreía con suficiencia antes de meter un bocado de salmón cocido en su boca mientras Naruto abría la boca indignado.
Sasuke no pudo evitar soltar un bufido nasal en lo que se le escapaba una sonrisa burlona ante ese comentario.
La Haruno para sus adentros, no podía evitar sentir gratitud. Ellos dos no tenían por qué encontrarse ahí con ella ahora mismo, se encontraban derrochando un sábado con el que podrían estar haciendo cualquier otra cosa en común.
– Pero están aquí, conmigo… – comentó la voz de su consciencia.
En el momento en el que Sakura dejó escapar su sonrisa conocida, el corazón de ambos chicos no pudieron evitar latir más rápido. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que la habían visto en persona, que la veían para ellos.
Hinata aparcó su bicicleta contra el muro galardonado por una enorme cantidad de enredaderas para empezar a dirigirse hacia la puerta de su casa. Otro fin de semana aburrido en el que recorría su barrio. Es como si la disputa entre ella y Sakura, junto con Ino… Las hubiera distanciado. Desde que Sakura se fue del grupo de chat, todo se había vuelto frío.
No era estúpida, se había percatado de que las demás no podían sentirse cómodas con ella a solas. Al no querer hablar del tema, las demás siguieron la idea de Temari e Ino en querer acompañar a los chicos, para que la incomodidad no se notara.
La evitaban. La primera en hacerlo fue Temari, quien se rehusó a opinar más de lo que ya dijo en el baño aquel día. Seguidamente, le siguió Tenten, quien fingía que todo estaba igual, pero prefería no meter cucharada, había dicho que tenía planes este fin de semana. E Ino, que decir sobre ella…
Era mejor callar, la verdad. Si es cierto que la sacó del baño después de que Sakura la abofeteara un par de veces bien fuerte, la rubia no se atrevió a decir nada desde entonces. Tampoco es que le dirigiera la palabra fuera de lo necesario. La Yamanaka era la más obvia.
Había estado esperando que ella fuera la única en acceder a pasar un rato con ella, pero nada. Un visto.
Abrió la puerta de la nada, topándose con su primo, calzándose sus deportivas bastante arreglado. Como no le importaba a donde fuera, en silencio se quitó sus bailarinas y empezó a dirigirse por el pasillo hasta la sala de estar.
– Miyoko ha dicho que te ha llegado un paquete, está encima de la mesa del comedor… – informó Neji volteando la cabeza para ver a su prima, quien se detuvo unos segundos, para rápidamente seguir andando, cambiando de parecer y subiendo las escaleras hasta su habitación.
Al Hyuga le importó poco su comportamiento y tras terminar de atarse su calzado después de alzar los hombros, se levantó, tomó su cartera, llaves y teléfono para finalmente marcharse.
Terminando de subir las escaleras, Hinata pasó olímpicamente de Hanabi quien se acercó feliz para proponerle ver una película juntas, como muchas otras veces hacían para encerrarse en su habitación dando un leve portazo. Dejando a la menor extrañada igual que un par de asistentas que se encontraban quitando el polvo del pasillo.
Fue entonces que se encontró con que un paquete pequeño se encontraba encima de su cama. Recordando lo que Neji le dijo, supuso que una de las empleadas de la limpieza se lo dejó ahí.
– Para Hinata, de corazón. T. O. – al abrir la cajita se encontraba un colgante adornado de bonitas piedras rosas simulando flores de cerezo. Cerrando con molestia la caja que resguardaba la joya, la aventó con rabia contra la pared. Con suerte esta se rompía adentro.
Sentía ganas de gritar, pero no tenía fuerzas.
Neji entró al hospital de Reo Haibara con un gran ramo de flores de diversas clases, que se notaba de lejos que era caro, junto a una bonita caja de bombones bien adornada con lazo. Luego de que la recepcionista le comunicara dónde se encontraba la Haruno, usó los ascensores para subir hasta el piso correspondiente. No tardó en encontrar la habitación. Tras llamar a la puerta e ingresar, se topó con Sakura recién salida del baño, arrastrando el palo con su medicación, quien le invitó a pasar amablemente.
– ¿Qué tal te encuentras? – cuestionó el Hyuga bien preocupado por la pelirrosa quien se acomodó encima de sus sábanas, subiendo el cabezal de nuevo.
– Estoy bien, solo era apendicitis. – explicó ella ojeando detenidamente el ramo bien sonriente, las flores eran hermosas.
– La verdad es que no pude evitar preocuparme, te desmayaste en medio de la clase… – comentó Neji dejando los bombones encima de la mesita auxiliar. – Temí que fuera algo grave…
– No comí bien ese día y al estar de cara al sol tras tantas horas ignorando el dolor… – tranquilizó la pelirrosa acariciando el pétalo de una flor la cual no recordaba el nombre. – Me temo que hice el ridículo delante de todos…
– No fue así, puedes estar tranquila… – comentó Neji con una leve sonrisa a pesar de seguir con su semblante serio de siempre sentándose a un lado de la cama.
– Gracias por las flores, Neji… Son preciosas. – agradeció Sakura observando los diferentes tonos de cada flor detenidamente, era un ramo hecho con decoro y gusto, pero no era de la floristería de Ino.
– Lee me pidió que te diera esto, no pudo venir debido a una competición que tenía hoy. – dijo el moreno sacando de su bolsillo una tarjeta divertida donde Lee le había escrito un mensaje de mejora a su estilo, no pudo evitar sonreír todavía más. – Tal vez pase mañana.
– No hará falta, seguramente ya me darán el alta y volveré a clases la semana que viene. – reconoció ella en lo que descansaba el ramo en su regazo, no se cansaba de mirarlo.
Tomando aire decididamente después de mirar las flores, Neji se animó a mirar a la pelirrosa quien segundos después hizo lo mismo.
– Sakura, en verdad yo… – empezó el castaño restregando la mano contra la tela del pantalón por la zona de la rodilla con algo de inquietud que logró disimular. – Vine aquí con otros motivos, aparte de cerciorarme que estabas bien…
Sakura le escuchó en silencio, mirándole, indicando que le prestaba toda su atención.
– La verdad es que temo que se me va a hacer muy difícil dejar pasar estos sentimientos que tengo por ti… – admitió él sonriendo con los ojos cerrados, aunque hubiera logrado decir eso tal cual, tenía los pelos de su nuca en punta. Sakura no pudo evitar sonrojarse sorprendida, quedando sin palabras.
La puerta de la habitación se abrió, para que rápidamente entraron Naruto, riendo escandalosamente junto a Sasuke, quienes se quedaron quietos al ver al primo de Hinata sentado en la cama frente a Sakura. El rubio borró la sonrisa a la velocidad de la luz para fusilar con la mirada a Neji, quien le ignoró. El Uchiha, mantuvo la expresión de siempre, pasando su vista por los obsequios que el moreno había traído consigo y seguidamente alzar su mirada ónix para observar a una incómoda Sakura, que se entretenía mirando las flores en su regazo.
– Nos perdimos algo… – afirmó el Uchiha arrugando levemente la frente, en lo que se adentraba a la habitación para caminar en silencio hacia la ventana y apoyarse en el pequeño rincón de pared entre la misma, sin apartar la vista de Sakura.
– ¿Qué hace aquí? – dijo Naruto con molestia a lo que Neji simplemente soltó un bufido como si no esperara otra cosa por parte de él, lo que pareció provocarle todavía más. – No deberías estar…
– Vine aquí porque estaba preocupada por ella, Uzumaki. Obviamente. – comentó Neji tranquilamente levantándose de su sitio en la cama como si nada.
– Aparte de hacerle saber que no me voy a echar para atrás… – avisó él en lo que miraba firmemente a Sasuke que pese no cambiar de expresión, sí alzó su rostro ante esas palabras. – Con Sakura.
– Neji… – intentó Sakura en vano, siendo interrumpida por Naruto.
– ¿Qué estás diciendo?... – cuestionó este último apretando los puños de nuevo, evidentemente molesto.
– Lucharé porque estés a mi lado, Sakura. Incesantemente. – declaró el castaño mirando a la Haruno al decir esas palabras para, a continuación, voltear para mirar hacia Naruto, dando unos cuantos pasos hacia él. – No abandonaré.
– Por ti, Uzumaki. – susurró bien bajo para que solo este le escuchara colocando la mano en su hombro. Seguidamente, volvió a voltear su rostro para mirar al Uchiha al otro extremo de la sala. – Ni mucho menos por ti, Uchiha…
– Ya hablamos Sakura, intentaré llamarte pronto. – comentó Neji volviendo a dejar a la mencionada sin saber qué decir, marchándose justo después tras abrir la puerta de la habitación, saliendo de allí antes de que cualquiera pudiera decir algo.
Naruto miró a Sakura y tras darse cuenta del leve sonrojo que se encontraba en sus mejillas, tomó aire y salió de la habitación con intenciones de hablar con el Hyuga que acababa de salir de la habitación. Sin sorprender a las dos personas restantes dentro de la habitación.
Caminó con prisas hasta los ascensores, viendo como el castaño subía a uno. No llegó a tiempo y se quedó viendo como las puertas se cerraban en su cara, con un Neji mirándole impasible. Optó por bajar por las escaleras de emergencia. Tardó un poco, pero con varios saltos logró llegar a la zona del parking, debatiendo si subir de nuevo un piso más, pensó que iría más deprisa si salía por la rampa corriendo intentando encontrar al castaño.
Llegando a la entrada, se sorprendió al ver a Neji que recién salía por la puerta giratoria. Se acercó a él decididamente, casi hiperventilando.
– ¿Cómo te atreves? – el castaño solo pudo alzar las cejas ante tal pregunta por su parte, apartando la vista de su teléfono en lo que lo guardaba en uno de los bolsillos de su chaqueta. – ¡Aléjate de Sakura!
– Sí, claro, porque tú lo digas… – respondió Neji volteando los ojos ante esa actitud.
– Te lo advierto, imbécil. Te le acercas y voy a… – dijo Naruto perdiendo la paciencia y los estribos.
– Guarda esas palabras para otro, imbécil… Cómo a tu amigo. – interrumpió el primo de Hinata colocando ambas manos en los bolsillos de su chaqueta, visualizando como su chofer salía del vehículo negro tras aparcar frente a la entrada del edificio, para plantarse al lado de la puerta trasera del otro lado. Esperándolo. – Ya dije lo que vine a decir.
Naruto no pudo evitar morderse el labio con molestia y rabia.
Dentro de la habitación del hospital, Sakura miró una última vez a las flores que se le habían obsequiado encima de la mesita auxiliar, junto al paquete de bombones en silencio, bastante incómoda ante la fuerte declaración de Neji. Cometiendo el error de mirar directamente al pelinegro, rehuyó la mirada acomodando su melena encima de un solo hombro, fingiendo algo de tos.
Por parte de Sasuke, este no podía evitar recriminar su actuar de ayer en la tarde en parte, no es que se arrepintiera, en absoluto. Aun así, esto era una evidente represalia a sus palabras destinadas al castaño.
– Grandes palabras para alguien que fue rechazado… – sabía que por como actuaba su compañero de clase, no iba a desistir tan fácilmente. Tampoco es que la Haruno le hubiera dicho que le rechazó, no hizo falta, pero no esperaba que el muy creído se atreviera a hacer lo que hizo ni como lo hizo. No por nada, le había mirado de esa manera.
No estaba ciego, por la minúscula ventana de la puerta había visto como ella le sonreía dulcemente y es más, se sonrojaba. Estaba más que molesto, estaba…
– Celoso… – murmuró en voz baja, captando la atención de Sakura que le miró confundida.
– ¿Eh? – escuchó que decía ella acostada en la cama con su teléfono en la mano.
– Hn… – dijo simplemente apartándose de donde se encontraba y caminar hasta el sillón que usó para dormir para recoger su mochila del suelo pegada al mueble. Al colgar está en un solo hombro dejando que el peso cayera por su espalda. Dejó a entender a Sakura que se iba a su casa.
Por dentro, Sakura no quería que él se marchara sin decir nada, por lo que se tumbó de lado hacia él en la cama, rozando con la una de un dedo pulgar su labio inferior mientras le observaba. No volteó para ver como se predisponía a marcharse, guardó silencio. Aguardando la posibilidad de que él creyera conveniente musitar palabra, pero no… Nada.
– Tal vez si le diera las gracias por lo que hizo por ella hoy y demás, pero… – eso quedaría muy raro si lo hiciera ahora. ¿Pero entonces cuándo? ¿O qué? Se sentía mal no devolverles, aunque fuera algo por hacerle compañía… Espera, ¿En qué demonios pensaba?
– Nos vemos mañana… – musitó Sasuke con tranquilidad tras abrir la puerta de su habitación de nuevo, tomándola desprevenida. Antes de que volteara la cabeza, el Uchiha ya había salido y cerrado la puerta.
No fue capaz de ver el notorio sonrojo que opacaba desde las mejillas hasta las orejas del Uchiha, quien salió de la habitación tapándose la boca con timidez y bochorno.
De camino a casa en solitario, Ino estuvo un poco cansada de tanto paseo con la pareja que tenía como compañía, cuando esta decidió separarse para seguir con sus otros planes, les entendió y siguió su propio camino hasta su casa.
Por más que lo evitara, no podía controlar que la incertidumbre en cuanto a cierto pelinegro predominaba en su cabeza y por si fuera poco, seguía todavía triste por lo de Sakura. Necesitaba hablar con ella, le gustaría…
Después de mirar por un escaparate de tienda en dirección a su casa, no esperó encontrarse con nada más ni nada menos que Karin, quien alzó las cejas para seguidamente arrugar la nariz con desdén.
– Que placer encontrarte aquí, bonita… – comentó Karin bajando el único escalón para dejar libre la puerta del local, mientras dejaba que el asa de las bolsas que llevaba descansaran en su muñeca.
– No podría decir lo mismo, guapa… – pensó Ino en lo que se dedicaba a ignorarla mirando por la ventana un bonito vestido azul veraniego.
– Es de cortesía saludar a la otra persona, ¿Sabes? – mencionó Karin haciendo otra mueca como otra pulla hacia la rubia.
– Que te vaya bien el fin de semana, adiós. – se despidió ella caminando hacia su destino con tranquilidad, prefería que hubiera la fiesta en paz. Ya tenía demasiado con lo que pensar. A Karin se le formó un tic en la boca al ver que Ino no se molestaba con su mísera presencia.
– Es una pena, que Sai considerara mejor tirar tus galletas que comérselas, pero no sufras que… – dijo Karin pensando en que el pelinegro había hecho lo que pensaba dándolo por sentado.
– Si tan preocupada estás, ahora mismo le envío un mensaje para que me confirme lo que tú me has dicho, a ver que me dice después de ti… – Ino simplemente pestañeó sacando el teléfono y mirando como Karin fingía recomponerse viendo en lo que se le desaparecía la sonrisa de mofa por unos segundos.
En silencio, Karin se giró sin decir nada más y se puso en marcha en dirección contraria a pasos rápidos, de manera incómoda, obviamente molesta en que su jugada no hubiera salido como le interesaba. No escuchó a la rubia suspirar, ya que tan pronto como pudo cruzó la calle en el paso de peatones y se escabulló entre la gente mucho para la alegría de Ino.
Aun así, sin saberlo, había logrado poner de vuelta en su cabeza las preocupaciones en cuanto al Shimura. Volviendo a mirar a su teléfono, se encontró con que su madre le pedía que si antes de volver podía pasar por la tienda a comprar unas cuantas cosas para la cena, por lo que se puso en camino.
Una vez las tuvo, tomó un atajo para una calle conocida, menos transitada, pasando por un parque de skate en el que apenas había nadie. Unos silbidos le llamaron la atención, por lo que con una mueca desagradable intentó avanzar más deprisa con la cabeza gacha, sin voltear a ver a la persona que hizo eso. Se escucharon risas.
Un muchacho al que no conocía, pasó demasiado cerca de él para rozarle el trasero con la mano, que la tensó para rápidamente con el skate rodearla con una sonrisa pervertida en lo que ella frenaba.
– ¡Yamanaka! ¿Tú por aquí? – musitó con burla y falsa sorpresa una voz conocida acercándose por la espalda con otros.
– ¿La conoces, Zaku? – indagó uno de ellos lleno de piercings inclinando la cabeza hacia el mencionado, quien ensanchó su sonrisa.
– Va a mi instituto, es de mi año. Por cierto, ¿Cómo está Haruno? Me dijeron que está en el hospital y que alguien la preñó, ¿En qué hospital debo mandarle flores? – preguntó él forzando una sonrisa amable, esperando sonsacar esa información ante intimidación.
– No te lo diría ni aunque lo supiera, ya lo sabes… – respondió la Yamanaka aferrándose a su bolso con la única mano disponible.
– Tss… , había que intentarlo, ¿Sabes, Ino? Te complacerá saber que te considero de las chicas más buenas del campus, por más que priorice a tu preciosa amiga pelirrosa, debo admitir que me he tocado pensando en ti… – admitió Zaku en lo que se bajaba de su skate y lo levantaba con un pie desde un extremo a modo de juego. – ¿Qué creen ustedes, tíos? ¿Es digna, verdad?
Un escalofrío recorrió el cuerpo de la rubia y no pudo evitar echar un paso para atrás, en lo que miraba como uno de ellos escupía al suelo de manera repugnante, en lo que los demás asentían y se reían.
– Aléjense… – bramó con temor en lo que daba otro paso para atrás, viendo como uno de ellos hacía el ademán de acercarse.
– Ah, ah, ah… Ino, pero qué malos modales. Olvidaste las palabras mágicas. – dijo Zaku con chulería quitando el pie de su patinete para que este tocara al suelo con sus cuatro ruedas.
– ¿O qué? ¿Qué vais a hacer, a ver? – manifestó una voz masculina por detrás del grupo de chicos, llamando su atención. Se toparon con una figura encapuchada vistiendo un calentador de cuello fino que tapaba su rostro salvo los ojos. – Para que quede claro, el que se atreva a tocarle un pelo de nuevo, terminará agonizando en el suelo por su mami…
– Vas mal en mates, tío… Somos seis contra uno. Dos si la rubia se te une, pero eso lo dudo… – contestó soltando un bufido burlón hacia el desconocido, pronto se le quitó la burla cuando este dejó ver un bate de béisbol, el cual reconoció.
– Zaku, es el bate de Kuta… – susurró uno de ellos para el Abumi que lo ignoró, eso era algo de lo que ya se había percatado, pero a su vez, podía ser una imitación.
– ¿De qué grupo eres? – preguntó el pelinegro encarando definitivamente al encapuchado, tal vez podrían hacer una tregua y colaborar. Todo aquel que podía tumbar a Kuta era de temer.
– Hmm, ¿Y las palabras mágicas, Abumi? – comentó el hombre con burla, provocando que el mencionado hiciera una mueca como si quisiera gruñir como una bestia, esperando esa reacción, observó como el pelinegro corrió hasta él para darle un puñetazo, ganándose un golpe con el bate justo en el estómago que lo dobló en el suelo, y eso que solo se usó el extremo del objeto. Lo que indicaba que se había usado mucha fuerza.
– Ahora, os sugiero que os vayáis a vuestra puñetera casa a no ser que queráis acabar como este don nadie de aquí… – musitó el hombre en lo que aventaba al suelo con el pie al pelinegro que lideraba la pandilla presente. – Si sois tan amables.
– Al que se mueva le daré la paliza de su vida… – amenazó adolorido Zaku en lo que volteaba a ver al grupo a unos pasos de él.
– Calla, tontaina… – ordenó el hombre golpeando levemente la cabeza del pelinegro con el bate.
– ¡Woah, cuidado! – musitó él en lo que esquivaba otro golpe por parte de uno de los secuaces del pelinegro que empezaba a levantarse con intenciones de apartarse.
Agarrando de la cabeza a uno, le propinó un rodillazo que dejó al joven anonadado a gachas en el suelo, esquivando uno que le quería agredir con una navaja, con una llave de artes marciales, tras inmovilizar el cuchillo con sus manos cubiertas por unos gruesos guantes moteros que se rasgaron al roce, le pateó en la entrepierna con mal humor.
– Acabas de estropear mis únicos guantes. – murmuró con molestia en lo que pisaba la mano de otro de los muchachos que intentó tomar el objeto del suelo para darle uso. – Veo que no eres el más listo del grupo, ¿eh?
– ¡Te arrepentirás de esto! – amenazó Zaku de nuevo empujando a otro chico de su camino en lo que corría con una lata de refresco que guardaba en los bolsillos de su ancho pantalón para lanzarla con un fuerte impulso hacia él.
El objeto fue golpeado de vuelta con el bate de béisbol como si nada, provocando que el proyectil diera en la cara de uno de los colegas del pelinegro, haciendo que su nariz sangrara mientras el joven agonizaba.
– Estoy empezando a cabrearme, Zaku, por cierto… ¿Dónde está Kinuta?, me sorprende que no esté en miseria y compañía contigo como siempre. – manifestó el desconocido en lo que volvía a apoyar el bate encima de su hombro como si nada.
– ¿Te conozco? – cuestionó Zaku con una mueca, limpiando restos de saliva de los extremos de sus labios debido al golpe recibido.
– Nah, pero yo sí que te conozco. Ahora largo. – avisó él señalando la salida del parque de skate con la cabeza, dirección por donde la Yamanaka había aparecido, la cual se encontraba inmóvil observando la escena sin saber qué hacer. Todo había ocurrido deprisa.
– Tch, vámonos. – musitó amenazante, frenando a dos de sus amigos situados uno a cada lado con sus brazos, para que no se lanzaran a él. Quería ahorrarse una paliza en la que iba a perder, ya había perdido con Uzumaki no hace mucho, por poco.
– Nos vemos en el instituto, rubia. – avisó el Abumi para Ino a modo de despedida tras tomar su skate del suelo junto a los demás que ya iban alejándose de allí con prisas.
Ino solo se relajó cuando los vio alejarse bien lejos hasta que los perdió de vista, al voltearse se sorprendió al ver al hombre delante de ella, aun con el calentador cubriendo su rostro, a pesar de ya no vestir la capucha.
– Toma. – dijo él en lo que le ofrecía la bolsa con los productos que ella había comprado, no hace mucho, sin darse cuenta se le había caído al suelo del susto.
– No te preocupes, se han ido. – musitó el hombre en lo que se quitaba la prenda que cubría su rostro con algo de dificultad, algo de sudor empapaba su rostro desde hace rato. Con esta fuera, sacudió su corta melena negra y se pasó un antebrazo por la cara para quitarse la humedad. – Puedes, nos vemos guapa.
Antes de que Ino pudiera decir algo, el hombre se volvió a colocar el calentador en su sitio y caminó hasta su sport touring negra y roja aparcada cerca de la reja metálica, encender el motor tras girar la llave para vestirse el casco en del mismo tono que el vehículo y alejarse de allí, en el mismo sentido que Zaku y los demás había desaparecido.
Una vez a solas, Ino no pudo evitar incomodarse demasiado ante lo ocurrido, con los labios temblorosos intentó llamar a Sai en lo que caminaba a paso rápido hasta su casa, quería contarle lo ocurrido para ver si lograba calmarse. El Shimura no contestó ni después de que ella se encerrara en su habitación asustada.
– Sai, por favor…
– ¿Ino, todo bien? – preguntó Inoichi llamando a la puerta, preocupado al ver a su hija subir corriendo sin decir nada bien histérica, al no obtener respuesta abrió la puerta para encontrarse con su hija acostada boca abajo en su cama.
– Déjame, papá… – pidió Ino, su padre se dio cuenta de que estaba llorando.
– ¿Qué ha pasado, hija? – preguntó el rubio bien serio, ya formulando planes de asalto contra cualquiera que le hubiera hecho algo a su niña. Cuando la Yamanaka apartó la almohada de su rostro, abrazó a su padre y se desahogó en sus brazos, preocupándose todavía más.
– ¿Ino, estás en casa? – preguntó la madre de Ino en lo que entraba también al cuarto, encontrándose con la escena, viendo a su hija llorando desconsoladamente. – ¡¿Qué ha pasado?!
Holis de nuevo~
Como se habrán percatado, en este capítulo, Ino ha tenido mucho más protagonismo. ¿Qué creen que vaya a pasar con ella?
¿Felices con que haya aparecido un matiz del original equipo siete? Yo en parte sí, veremos cuanto dura eso, si es que lo hace. Hay algo que dejar claro antes.
¿Qué me pueden decir sobre Neji? ¿Y de Hinata? ¿Alguna idea de cómo evolucionará este tema?
Muchas gracias por leer, les veo en el siguiente.
Hasta la próxima
