Hello~
¿Cómo están? Espero que estén bien. Lamento mucho, mucho la tardanza, en serio. Mi primera semana de trabajo ha sido muy cansina.
En fin, no les distraigo más. Les dejo con la lectura del nuevo capítulo. Espero que les guste *cruza los dedos*
Nos vemos en las notas finales.
Disclaimer: Los personajes de Naruto/Naruto Shippuden pertenecen a Masashi Kishimoto.
La trama, salvo la gran mayoría de los personajes, escrita es de mi pertenencia e imaginación. Se va a reportar cualquier señal o advertencia de plagio. Les pido respeto. Gracias.
Papel maché
– No estoy viéndome con nadie… – interrumpió Sasuke con seriedad, no quería que hubieran confusiones sobre este tema. – Eso fue un rumor que me inventé para que las chicas se alejaran de mí.
No vió la imperceptible sonrisa que se le apareció en los labios a la Haruno, al permanecer él de pie mirando hacia otro lado y ella todavía sentada encima de su cama.
– ¿Con nadie? ¿En serio? – indagó Sakura cruzando una pierna encima de la otra. – ¿No hay "nadie", que te guste?
La habitación quedó en silencio tras esa pregunta por parte de la pelirrosa, logrando que el Uchiha se quedara callado en el momento menos oportuno, debía admitir que se le hacía tierno ver al pelinegro así de acorralado.
Cuando se enteró del rumor por un par de muchachas en el aseo de mujeres antes de volver a clase tras el descanso, Sakura literalmente pensó que esto tenía que ser una broma. Al menos hasta que escuchó al albino amigo del Uchiha por el pasillo, insistir en saber quién era la muchacha al pelinegro quien negó con la cabeza, lo que indicaba que lo más probable era que fuera verdad. Luego escuchó cierto detalle altamente interesante de camino a clase.
Si es cierto que ella no estaba feliz con la rueda de los rumores, saber que la susodicha mujer que tenía ese "algo" con el guapo y popular Sasuke Uchiha, iba a esta escuela… La dejó pensando. ¿Se refería a ella? No podía estar segura por más que todo apuntara a eso…
Dudaba que se tratara de la prima de Naruto, obviamente. La muchacha había sido rechazada, de lo contrario, el pelinegro no actuaría de esa forma con ella. Por otra parte, era altamente improbable que fuera alguna otra estudiante. Si algo era conocido Sasuke era por su perseverancia en relacionarse poco con el sexo femenino, a no ser que él te considerara algo similar a una amiga o compañera de clase con la que tenía un proyecto de aula que completar y que aun así resultara en decir menos de diez palabras en toda una tarde. Ese es Sasuke, en muy resumidas cuentas.
Llegó a casa con una idea clara en mente, sonsacarle información al muchacho, de alguna manera o otra. Sería posiblemente difícil, pero nunca se debe dejar nada por sentado…
– Tengo curiosidad, en saber qué te empujó a decir eso deliberadamente para que te dejaran en paz… – inició la ojiverde pestañeando con tranquilidad antes de volver a colocar su mirada en el pelinegro frente a ella, quien se encontraba con una mano en la parte trasera de su cuello reflejando incomodidad. – Te conozco lo suficiente, como para afirmar que podrías haber sido tajante y mordaz, o simplemente usar cualquier otra excusa.
– ¿Qué es lo que quieres que te diga? – habló Sasuke tras soltar un leve suspiro para seguidamente imitarla, quedándose mirándola con seriedad, intentando no aparentar intimidado o inquieto. Una risa corta lo desequilibró, pero supo disimularlo bien.
– Directo al grano, como siempre… – reflexionó la Haruno mientras se mordía suavemente el labio inferior sin esconder su sonrisa. Ante eso, descruzó sus piernas y se levantó de su asiento.
– Lo que quiero que me aclares, Sasuke… – dijo Sakura echando su melena hacia atrás de nuevo con ambas manos en lo que se colocaba frente a él. – Es si te referías a mi cuando dijiste eso.
– Eso nos alegraría la noche… – comentó su consciencia con rintintin feliz. Ya se la imaginaba apoyada boca abajo con las piernas en alza, su cabeza apoyada en sus manos usando los codos como soporte mientras desembuchaba una sonrisa soñadora y enamorada.
El Uchiha sentía como si una nube de polvo se paseara por su cerebro y a la vez, parecía que un volcán recién entraba en erupción dando la primera explosión. Dejó que la ojiverde subiera sus manos por su pecho y las colocara encima de sus hombros, acercándose a él de puntitas y rozar con la nariz la suya. Cerró los ojos, esperando un beso, pero la puerta de su habitación fue abierta de par en par.
– Renacuajo, llegó la pizz… oh… – manifestó Shisui pillandoles infraganti, el pelinegro mayor no pudo evitar formular una sonrisa socarrona para instantáneamente, después de unos segundos, volver a tomar el pomo de la puerta y caminar hacia atrás dejando solo su cabeza visible . – Oh bueno, seguid con lo vuestro, no os interrumpo más…
– Da igual, yo ya me iba. – añadió la pelirrosa habiendo obtenido lo que quería de algún modo, apartándose de Sasuke como si nada hubiera pasado.
Este último parecía que le hubieran tirado un balde de agua helada encima. Volteó hacia la puerta, sin poder evitar taladrar con la mirada a su primo, quien abrió la puerta como un galán dejando que la Haruno saliera de ahí.
– No… – pensó Sasuke en lo que veía como Sakura empezaba a marcharse.
– ¿Quieres quedarte a cenar? Las pizzas de dónde las pedimos están de rechupete… – invitó Shisui queriendo hacerle un pequeño favor al hermano de Itachi sin poder eliminar la gracia a la escena. La Haruno volteó para mirarle con una sonrisa amable.
– Gracias, pero ya tengo mi cena hecha… – contestó ella cerrando los ojos agradeciendo la oferta con las manos detrás de su espalda. – Nos vemos.
Dejando a ambos pelinegros allí en medio sin decir nada más, la pelirrosa volvió a voltearse y caminó hasta la entrada tras despedirse de todos, sin tardar en salir del apartamento. La mirada que le lanzó Sasuke a Shisui cuando la Haruno desapareció fue suficiente como para hacer que el mayor de ambos forzó una sonrisa, como si no le importara lo que acababa de ocasionar.
La segunda semana de Junio estaba por terminar, y con eso, los preparativos para el festival cultural también. Había sido un estrés para muchos estudiantes. Digamos que fue un completo caos a la hora de decidir qué realizar este año, las mejores opciones habían sido ya escogidas para otras clases.
No se podía hacer un recorrido del terror porque lo hacían dos clases conjuntas de primer año, la mayoría de su año se había negado a participar en la obra de teatro por lo que las dos aulas restantes de primero se iban a encargar. Cabe añadir que de todas las opciones, a los de su año les había tocado dedicarse a crear paraditas de comida, actividades para obtener alguna clase de recompensa y obsequios de los que vender.
No es por nada, pero si ella se hubiera dedicado a formar parte del comité, esto no habría ocurrido. Aquí estaban, poniendo todo en orden para cuando diera inicio la festividad. La parte buena de esto, es que a diferencia de los de los otros cursos, a la hora de desarrollar su actividad, era mucho más llevadero. La parte mala era que con el calor que había, tener que estar al aire libre, se pasaba mal. Es por eso que, algunos juegos que se crearon fueron con agua, algo ideal para los niños que decidieran pasarse.
Sakura volteó la cabeza y no se sorprendió al ver que cierto pelinegro no apartaba la mirada de ella. A decir verdad, le había estado provocando en diversas maneras cada vez que se le brindaba la oportunidad. Era entretenido ver las reacciones del mismo, sobre todo cuando este intentaba no llamar la atención haciendo como si nada cada vez.
Que si un pequeño tropiezo por aquí, un pequeño agarre en el brazo por cualquier motivo, ahora un "ops, se me cayó algo al suelo", entre otras cosas. A estas alturas, que el pelinegro no se hubiera dado cuenta que lo hacía a propósito, sería extraño.
Siendo honesta, no sabía porqué tardaba tanto en acercarse, pero deseaba ver hasta qué punto podía el Uchiha llegar soportando esas insinuaciones, no iba a negar que hasta ella misma estaba impacientándose.
– ¿Dónde dejamos los muffins de Hyuga? – le preguntó un compañero de clase cargando una serie de cajas blancas unidas en cinta, Hinata los había cocinado ella misma. Había traído esta mañana la primera tanda y seguramente llevaría más a lo largo de la festividad. Que duraba todo el sábado.
Cómo respuesta, ella simplemente se alzó de hombros. Ella estaba ocupada arreglando la parada de refrescos y bebidas. Parecía que la mayoría del alumnado se había olvidado que no formaba parte del comité ni de la organización del bunka-sai.
– Sí los dejáis al sol, seguramente se van a deshacer. Pedidle a la empleada de la cafetería que los guarde en las neveras. – propuso ella en lo que el muchacho asentía y se largaba con otros tres compañeros cargando el mismo contenido hacia donde les dijo.
– ¿Te ayudo en algo? – dijo Neji a sus espaldas, quien habiendo terminado su labor encomendada, decidió acercarse a ella. Se encontraban en el patio delantero del campus, en donde la mayoría de paradas informativas con leves tours irían guiando a los grupos de personas que se acercaran. Estaba por decir que no, que ya prácticamente estaba todo preparado, pero vio aparecer a Sasuke y como no, también a Naruto.
El último no tardó en acercarse, a lo que no dudó en rodar los ojos, empezaba a estar sumamente cansada de su forma de ser respecto a ella.
– ¿Te ayudo? – preguntó el rubio con una sonrisa, que parecía ignorar que hace aproximadamente dos semanas volvió a rechazarle.
– Ya terminé por aquí, vayan a ayudar a otro. Yo tengo que ir a otro sitio. – anunció ella colocando su trenza a su espalda, quien había caído por su pecho al estar inclinada ajustando el cartel de precios de la parada.
– Pero… – intentó el Uzumaki con insistencia, siendo interrumpido casi al instante.
– Ya que estáis tan motivados con querer ayudar, mirad a vuestro alrededor, tenéis varias opciones por las que colaborar… Yo tengo que ir a ensayar con las demás animadoras. – terminó ella con hastío evitando que ambos muchachos empezaran con su numerito de gallos alfa.
Caminando por el pasillo, hasta la entrada de la puerta lateral que daba acceso al camino para acceder a la zona polideportiva junto a los vestuarios, escuchó gritos. Vio a Tenten entrar corriendo después de dos chicas que parecían cotillear y reír de lo que estaba ocurriendo afuera.
– Esto es un caos… – pensó ella mientras se acercaba más a la puerta.
– ¡Sakura, necesito tu ayuda! Es urgente…, Ino… , ella está en problemas… – ante esa información Sakura simplemente inspiró profundamente, por qué inmiscuirse en los dramas de la rubia. Llevaban semanas distanciadas y ella no lo había ocasionado. No obstante, ella formaba parte del grupo de animadoras.
– Está peleándose con la prima de Naruto, al parecer atrapó a Sai engañándola con ella, la cosa no pinta nada bien… – con esa explicación, la Haruno terminó por suspirar con molestia, no le apetecía nada, pero nada, implicarse en el drama ajeno de una pareja. Por más que se tratara de la rubia.
– No se que quieres que haga Tenten, pero es algo que Ino tiene que ser capaz de solucionar ella misma… – habló ella cortando los avances de su amiga para que se metiera dentro del embrollo. – Además, te recuerdo que sigo molesta por lo que hizo, igual que con Hinata… Quienes por cierto, ninguna de ellas ha tenido la cara de disculparse. Así que no, lo siento.
Dejando a la castaña a solas, la ojiverde siguió hacia su destino a los vestuarios, ignorando el jaleo proveniente de una multitud juntada un poco lejos de donde se encontraba. Aun así, no pudo evitar echar una breve mirada al pasar por allí. Ambas chicas parecían estar a punto de llegar a las manos, ¿Dónde estaba Sai? Quien sabe…
– Capullo… – insultó deliberadamente en su mente en lo que seguía avanzando hacia el gimnasio. ¿Con la pelirroja? ¿La estaba vacilando? – Esto es ridículo…
Practicar el baile de apertura al espectáculo para el festival fue una tortura, Ino no se había dignado en aparecer. Tampoco Temari, lo que era lógico. El resto de chicas parecían distraídas, la coreografía estaba en orden, pero aun así, no parecían estar para la labor. Terminando el ensayo antes de tiempo, volvió a suspirar con hastío. A veces se arrepentía de haber accedido a ser la capitana, solo por esto.
La campana del descanso sonó y con eso, al entrar a la cafetería no tardó en encontrar a Kakashi que se encontraba caminando hacia ella con su almuerzo de hoy. El cual no tardó en ofrecerle cuando llegó frente a ella.
– ¿Quieres que engorde? Todo esto lleva miles de calorías… – dijo después de observar el contenido en la bolsa.
– No te vendría mal subir unos kilos… – comentó el Hatake sonriente como si nada, sin inquietarse de la mirada fea que le mandó su alumna.
– ¿Qué te tiene de buen humor? – cuestionó ella alzando una ceja, la verdad es que se veía más descansado comparado con otros días. Señales que había dormido como se debía.
– Nada en particular… – respondió el profesor ignorando el hecho de que evidentemente el hecho de que estuviera sonriendo tan pronunciadamente no era propio de él. Alzando las cejas escéptica, fue entonces que cayó en cuenta de algo…
– ¿Eso es un chupetón? – corroboró fijándose en el cuello del Hatake, ahora todo tenía algo de sentido. El hombre había llegado a cuarta fase con alguna mujer, algo que no esperaba.
– ¿Quién es la afortunada? – preguntó ella sin poder evitar sonreír con algo de travesura y burla al ver como Kakashi se tensaba irremediablemente.
– Chica lista… – pensó el Hatake guardando silencio, ante la corta risita por parte de la ojiverde, la miró acusatoriamente.
– El que calla otorga, profesor… Me lo ha dicho muchas veces. – canturreó con otra risita levantando la bolsa con su almuerzo en muestra de gratitud en lo que se volteaba para volver a alejarse. – Gracias por el almuerzo gratis.
– Que no se te olvide que el Lunes que viene debes continuar con tu castigo… – recordó intentando devolverle de alguna manera la pulla, algo que no consiguió. Solo se ganó otra sonrisa divertida, lo que le gustó. Al parecer la Haruno estaba volviendo a soltar su verdadera faceta más a menudo. Esperaba que no fuera temporal.
Naruto se encontraba jugueteando a golpear con el dedo corazón y el pulgar el vaso vacío de mousse de chocolate, el cual permanecía con una cuchara de plástico metida adentro, que hacía rato que se había terminado ante la atenta mirada de sus amigos, hasta que Kiba ya un poco harto, tomó el objeto y lo aplastó en sus manos para seguidamente limpiar su mano que se había ensuciado un poco.
– ¿Alguna vez dejas de ser un corta-rollos, Kiba? – dijo el Uzumaki terminando por apoyar la cabeza en su puño, observando la acción de su amigo.
– ¿Qué te dejó tan desanimado? – preguntó Shikamaru tras hacer una mueca cansina ante las habituales discusiones que esos dos tenían. Pronto, Chouji volvió con su bolsa llena de comida sin tardar en empezar a comer.
– Sakura… – respondió él, Kiba no pudo evitar voltear los ojos ante la repetitiva respuesta del rubio. – Me rechazó de nuevo…
Shikamaru no hizo más que susìrar cruzándose de brazos. No es que no apreciara y entendiera a su amigo, que era uno de sus mejores, aún así… este tema con él y la Haruno era el cuento de nunca acabar a pesar de ni siquiera haber empezado.
– Mucho me temo que ni lo hará… – afirmó el castaño mirando hacia el Akimichi quien le observaba de la misma manera, seguramente pensando lo mismo.
– ¿Alguna vez te has planteado rendirte? He perdido la cuenta de todas las veces que lo has intentado ya… – comentó Kiba ganándose una mirada de aviso por parte del Nara, pidiéndole que lo dejara, pero le ignoró y se levantó para tirar su bolsa de basura en la papelera cerca de ellos.
– ¿Y por qué debería? Yo la amo… – respondió él alzando los hombros molesto sin mirar al Inuzuka que no hizo más que rozar sus dientes con su labio inferior con molestia.
– A estas alturas, me importa bastante poco que lo que te diré ahora te sepa mal, pero tu y Sakura nunca serán nada. – Kiba colocó una mano en su cintura sin dejar de pensar en lo mismo.
– Cuidado… – avisó el rubio volteando a mirar a su amigo de pié a un paso de la mesa.
– Va siendo hora que te des cuenta, de que no le gustas… – continuó Kiba despreocupado, le daba igual de qué manera pudiera reaccionar Naruto. Algo que no tardó en ver, el último golpeó con el puño encima de la mesa haciéndola temblar y rápidamente se levantó, por suerte estaban en la zona de las mesas del patio, y no había nadie a sus alrededores. – Nunca de esa manera…
El Inuzuka se dejó agarrar de la blusa como si nada, mirando a los ojos azules del Uzumaki que parecían haber olvidado de parpadear.
– Te la estás buscando, Kiba ¿Quieres pelea? – manifestó apenas controlando su ira a duras penas sin soltar su amarre de su compañero de aula.
– Suéltalo, Naruto. – pidió Kakashi llegando a dónde ellos de la nada. – Ahora, a no ser que quieras dedicarte a limpiar los baños de los vestuarios de hombres otra vez.
El mencionado soltó a Kiba de mala gana, quien solo se acomodó la blusa sin estar afectado en absoluto, algo que pareció molestar al Uzumaki.
– Ven conmigo. – citó el profesor señalando la cabeza hacia dónde ir, obligando al rubio a empezar a andar frente al mismo, ante la atenta mirada de los tres restantes en absoluto silencio.
– ¿Tenías que hacer eso? – cuestionó Shikamaru inspirando profundamente mirando hacia el amante de los perros, que simplemente volvió a su lado en el banco de la mesa.
– Va siendo hora que piense un poco con el cerebro y no con el nepe, estoy harto de escuchar casi siempre lo mismo con él. Sakura tiene claro lo que quiere y no es él, es como si lo hubiera olvidado por completo. – explicó el moreno empujando algo lejos el resto del almuerzo del rubio encima de la mesa. Chouji no pudo evitar asentir comprendiendo al Inuzuka.
El Nara no pudo evitar afirmar mentalmente que a partir de aquí las cosas solo podían ir a peor. Como era usual, terminaba asabentándose de los sucesos de sus compañeros aunque estos no le incumbieran.
– ¿Tengo que volver a avisarte, Naruto? Deja de buscarte problemas… – empezó Kakashi guardando su libro entre su cintura y el brazo sin apartar la mirada de su alumno.
– Kiba empezó provocándome. – respondió él mirando hacia otro lado sin ocultar su enfado.
– ¿Con suficiente razón como para llegar a los golpes? No intentes lavarme la cabeza con excusas, porque ví suficiente. – riñó el profesor mirando seriamente al muchacho. – Escuché suficiente.
Ante esas palabras, Naruto pareció relajarse. volviendo a ser transparente y dejando a simple vista su tristeza y desilusión.
– No voy a pedirte que dejes a Sakura en paz, Naruto. – Al menos por ahora, pensó inmediatamente después de suspirar. – Pero no puedo evitar creer que es conveniente que tú y yo tengamos una charla en cuanto a este asunto. Lo necesitas. – añadió el Hatake sentándose en una silla de la sala situada justo a la entrada del edificio.
– Volvió a… rechazarme. – admitió él de nuevo sin dar abasto a sus sentimientos actuales, se sentía impotente.
– Viendo que ya has decidido lo que es ella para ti, debes comprender, que ella ya lo hizo desde hace tiempo. Cuanto antes te mentalices sobre esto, te será menos llevadero… – comentó Kakashi mientras cruzaba los brazos.
– Ella es el amor de mi vida, no quiero, no puedo verla solo como amiga… – argumentó el rubio apoyando ambos codos en sus rodillas. – La haría muy feliz, Kakashi. Estoy seguro. Solo que no me da la oportunidad.
– Naruto, por la misma regla, ¿no merecería Hinata la misma oportunidad que tú pides, pero contigo? ¿Se la darías, a pesar de no corresponder a sus sentimientos? – propuso el peliplata mirando fijamente al rubio.
– No quiero hablar sobre Hinata… – dijo Naruto arrugando la frente al escuchar el nombre de la Hyuga.
– Estamos hablando sobre tus acciones, de lo que pides y de cómo lo haces. – comunicó el profesor con cierta sabiduría. Sabía perfectamente lo que estaba pasando, entendía a su alumno, porque lo que vivía él, era casi igual a lo de Obito.
– ¿Es que nadie va a ponerse de mi lado? Sasuke, Kiba, ahora tú… No pienso rendirme, Kakashi. Siempre consigo lo que me propongo de verdad, y ella… Es alguien por quien merece la pena luchar. Mi instinto y mi corazón me lo piden. Así soy, de veras. – pronunció el Uzumaki con una sonrisa llena de confianza en sí mismo. Se lo mostraría, a todos.
Las incesables ganas que tenía Kakashi de rascar su cabellera ante no conseguir que Naruto entendiera el punto, no se le desaparecieron en ningún instante. Sus tres alumnos eran una escalera en cuanto a rasgos de personalidad, de un extremo al otro.
– ¡Aléjate de mi vista, mal teñida! – gritó Ino soltando lágrimas y la cara roja en lo que era retenida por un par de estudiantes, Temari se había colocado frente a ella, de ser necesario volver a frenarla. Tenía arañazos en sus antebrazos, ocasionados por la Yamanaka.
Karin se levantó del suelo, buscando con dificultad sus gafas que se encontraban en el suelo por alguna parte. Al dar un paso para atrás, escuchó el ruido de estas romperse. Las acababa de pisar y romper.
En eso, sintió como algo caía por su nariz, por lo que se la acarició y difuminadamente se dio cuenta que se trataba de sangre. Esa rubia loca, la había golpeado severamente y como no, había perdido. ¿Dónde estaban Suigetsu y Juugo cuando los necesitaba?
– Eres una descerebrada, Yamanaka… Has roto mis gafas. – dijo Karin intentando esconder su miedo y desventaja. Dando otro paso atrás rompiendo todavía más las gafas al suelo, poco importaba, tenía unas de repuesto en su bolsa.
– ¡¿Quieres que te rompa la nariz de pelícano que tienes?! – volvió a gritar Ino de vuelta, a Uzumaki hizo una mueca ante ese insulto hacia una de sus partes más acomplejadas de su cuerpo.
– Rubia de bote… – insultó Karin mentalmente a forma de refunfuño, molesta con lo ocurrido.
– ¿Qué crees que haces Ino? ¿Estás mal de la cabeza o qué? – cuestionó Sai claramente molesto, pocos lo habían visto mostrar claros indicios de enfado. La mencionada no hizo más que sorprenderse ante la pregunta.
– ¿La vas a defender? – indagó dolida y sorprendida zafándose del agarre de quienes le impedían llegar a la pelirroja. – Después de engañarme…
– ¿Engañarte? Que yo recuerde, no eres mi novia… – dijo el Shimura serio en lo que se acercaba a la Uzumaki y le agarraba la mano para colocar en ella un pañuelo para detener la leve hemorragia nasal. – Solo hemos salido un par de veces y nada más, que tu creas algo diferente, es problema tuyo…
La rubia estaba por volver a empezar a llorar, obviamente sin poder creer sus palabras, se marchó de ahí tapando su boca con una mano, intentando no sollozar demasiado fuerte.
– ¡Ya está bien! – dijo Tenten antes de irse mirando hacia el pelinegro con enfado, el cual no parecía arrepentirse de nada, siguiendo a Hinata para acompañar a su amiga.
En eso Suigetsu y Juugo se dejaron ver, apareciendo con Sasuke, quienes no sabían nada de lo ocurrido, pero al ver a la Uzumaki involucrada los dos primeros se acercaron deprisa mientras que el Uchiha, se quedó parado ahí quieto sin molestar a unirseles. Por dos razones obvias. Una roja y otra negra.
Restregando los ojos y achinando la mirada, Karin pareció reconocer a Sasuke entre la multitud, aunque este no aguantara la mirada en ella por más de unos segundos, no pudo evitar sonreír, pero esa sutil sonrisa fue drásticamente borrada al ver como un matiz rosa se colocó al lado del Uchiha.
– Haruno… – pensó Karin ofuscada, presionando el pañuelo en su nariz, ya no salía sangre.
La mencionada no tardó en volver a ponerse en marcha y con dificultad, la Uzumaki pudo ver como este la seguía.
– ¿Karin, nos escuchas? – preguntó Juugo intentando colocar una mano en su hombro, algo que Sai no dejó, sorprendiendo al grandullón. Suigetsu alzó una ceja e hizo una mueca.
– ¿Qué cojones? – pensó el Hozuki algo asqueado y sintiendo grima por lo que veían sus ojos.
Esquivando una horda de chicas que le ofrecían refrescos después de ayudarlas con la decoración del pasillo de su planta, Sasuke siguió los pasos de la Haruno no muy de lejos. Llevaban estos últimos días que no coincidían en nada, francamente desde la conversación que tuvieron en su habitación.
– Maldito Shisui… – pensó el pelinegro rascando la parte trasera de su cabeza con molestia, en lo que ignoraba a otra chica que se plantaba delante. – Estúpidos parciales, mierda de festival.
Visto a lo visto, el rumor que él creó tampoco es que sirviera de mucho, al parecer.
– Sasuke, gracias por la ayuda, toma estos dulces… – ofreció una muchacha con dos coletas tendiendo una pequeña caja notoriamente sonrojada con valor.
– Déjame en paz. – contestó él sin mirarla en lo que pasaba de largo de la joven. Había perdido de vista a la pelirrosa en una de las alas. Algo que le molestó de nuevo.
– Joder… – maldijo nuevamente, parece que el universo no los quería uno cerca del otro últimamente.
Viendo que otro nuevo par de estudiantes volvían a acercarse a él para pedirle ayuda con quién sabe qué, les dió la espalda y se marchó en dirección contraria, dejando a uno de ellos con la palabra en la boca. ¿Acaso estaba rodeado de inútiles? Que usaran un poco su cerebro, estaban en el instituto gakuen por una razón.
Ambos tenían una conversación pendiente, algo pendiente, y no es por nada, pero todo intento que hacía para poder hablar con ella, era interrumpido de cualquier manera. Estaba harto.
Caminando por el pasillo en el que metía las manos en sus bolsillos, harto de todos, harto del calor, harto de no poder conseguir lo que se proponía, con una expresión malhumorada bajó por las escaleras hasta hasta la planta más baja. Al girar en el último rellano de la escalera, frenó en seco encontrándose con Sakura apoyando la cabeza encima de su mano, en la barandilla. Cuando le vio, le sonrió con travesura, algo que le hizo tragar saliva expectante.
La Haruno miró hacia atrás en dirección a la puerta de la enfermería que estaba casi en frente de la escalera, para segundos después volver a mirarle mientras pestañeaba agrandando la sonrisa que le daba un aire juguetón. Apartando la mano de su rostro, lentamente se incorporó de su postura, pasando la mano por la barandilla para darse la vuelta y abrir la puerta de la sala, adentrándose en ella, dejando esta entreabierta, seguramente a propósito.
Mirando a ambos lados del pasillo, al no ver monos curiosos en la costa, siguió los pasos de la pelirrosa, la cual se encontró literalmente al lado de la puerta, apoyada en el pequeño espacio libre de pared. Sasuke cerró la puerta y antes de que pudiera acercarse a ella, Sakura pasó el pestillo de la habitación además de bajar la cortina de la pequeña ventana que había.
– ¿Algo que quieras decirme? – preguntó la Haruno apoyando su cabeza contra la puerta mientras agarraba la corbata mal abrochada que llevaba el pelinegro y la pasaba entre sus dedos. Sasuke permaneció callado mirándola fijamente.
– Si vas a estar callado, como siempre, Sasuke… – dijo al ver que el chico frente a ella no decía ni mu, soltando su corbata, se giró un poco para abrir la puerta bien dispuesta a irse pero en eso que abrió el pestillo de nuevo y empezó a deslizar la puerta, la enorme mano del Uchiha golpeó contra la puerta no demasiado fuerte y volvió a cerrar la puerta. Ante esa rapidez, la Haruno escondió sus labios con burla y volvió a colocarse de la misma manera de antes.
– ¿Lo decías en serio? – cuestionó Sasuke manteniendo la mano contra la puerta, acercándose más a ella.
– ¿Todavía me quieres? – por más que quisiera preguntar esto más que esa pregunta, no se veía capaz, aunque ambas implicaran lo mismo, obtener la respuesta deseada o no.
– Nunca dejé de hacerlo… – respondió ella también mentalmente como si mantuviera una conversación telepática con él.
Colocando sus hermosos y exóticos ojos verdes en el rostro del chico frente a ella, adornados con un delineador sutil que los realzaba, escondiendo sus manos entre su espalda y la pared para dar botecitos con cierre timidez ante esa directa pregunta por parte de Sasuke, tomó aire para armarse de valor para pronunciar lo que quería decir, pero fue interrumpida.
– Dijiste que te plantearías salir con el Hyuga… – añadió Sasuke intentando disipar la molestia que sentía ante esa idea, de esa posibilidad. Sakura cerró los ojos y apoyó la cabeza contra la pared, suspirando.
– Ya no soy una niña de doce años, Sasuke. No voy a seguirte como antes por más que te quiera, eso significa que si no vamos a por algo serio, es mejor que dejemos esta mini aventura ¿No crees? – explicó la Haruno empujando las manos contra la pared empujando su cuerpo para acercarse al pelinegro, quien quitó la mano de la pared. – Deseo que seas tú el que de el siguiente paso, sea adelante o hacia atrás. ¿Es lo más justo, no te parece?
– ¿Un paso adelante… ? – reflexionó el Uchiha en silencio, atento a esas palabras. ¿Se refería a… ? Cuando Sakura percibió que había caído en lo que le decía, se dió cuenta del leve rubor que apareció en sus pálidas mejillas de la misma manera en que bajaba la mirada colocando la mano en su cuello.
Fue entonces cuando sintió la necesidad de mover su cuerpo. No dudó en acercarse lentamente hacia la pelirrosa que le miraba expectante. ¿Estaría nerviosa? Lo dudaba, le gustó que ella se dejara tocar el mentón y a partir de allí, acariciar con el pulgar su pómulo mientras colocaba el resto de su mano en su mejilla.
Empezando a abrir la boca para pedirle una respuesta, frenó cuando el Uchiha colocó su otra mano en la otra mejilla para acto seguida verse sorprendida ante un fuerte achuchón que la hizo cerrar los ojos, llegando a sentir su cuerpo ser guiado contra la pared y la puerta de la habitación. No pudo evitar agarrar la camisa de Sasuke con fuerza para atraerle a ella en lo que devolvía su beso, las manos calientes del moreno no tardaron en bajar a su cintura, concretamente a su espalda, imitando la acción de la Haruno en mantenerla lo más cerca de él posible.
Tras un rato así, sin apartarse o romper el beso, llegó el momento en el que ambos necesitaron recuperar el aire. Sakura se lamió los labios y se mordió el labio inferior sin poder esconder su sonrisa juguetona, sin ver la sonrisa orgullosa del Uchiha.
– Ha estado flojo. – comentó ella dedicándole una mirada picarona aflojando su agarre de la blusa, refiriéndose al beso, borrando la sonrisa del pelinegro casi al instante.
– ¿Qué? – respondió él sin apartar las manos de ella, haciendo una expresión que la ojiverde le pareció demasiado adorable, Sasuke seguía con cierta falta de experiencia.
– No pasa nada, vuelve a intentarlo… – sugirió ella suavemente en un casi susurro entrecerrando los ojos invitándole a repetir la acción, con claras intenciones, podía haber estado flojo pero eso no quitaba que se sintiera demasiado bien.
Sasuke no se molestó ni en asentir ni nada, solo tomó esa invitación para volver a besarla como si nada, igual de pasionalmente, dejando que Sakura subiera una de sus manos hasta el lateral de su cuello, igual de caliente. Dando un mayor esfuerzo al siguiente beso iniciado, inclinando la cabeza hacia un lado.
Esta vez el beso fue detenido por la Haruno mismamente, quien tras volver a pasar la lengua por su labio inferior, no pudo evitar hacer una mueca, encontrando graciosa la broma que le estaba gastando a Sasuke, quien parecía no percatarse.
– Eras muchísimo más bueno en mis sueños, qué raro… – dijo colocando parte de su melena detrás de su oreja sin apartarse demasiado mientras miraba la blusa blanca de Sasuke distraídamente, haciendo que este arrugara la frente ante esa provocación a su orgullo.
Volviendo a besarla, Sakura no borró su sonrisa y dejó que él tomara las riendas del beso aunque no dejó que este durara demasiado, apartando con algo dificultad a Sasuke, que no quería que ella se alejara todavía ni que el beso acabara.
– Bueno, ya me dirás tu respuesta en otro momento… – añadió ella risueña, agarrando un brillo de labios de bolsillo en su blusa y enseguida empezar a aplicarlo en sus labios tranquilamente, sin mirar al pelinegro, apartando los brazos de este de ella como si nada, dejando a este intranquilo.
– Esto tiene que ser una broma… – pensó Sasuke sin acabar de creer las acciones de la ojiverde, quien tan campante se giró, quitó el pestillo, abrió la puerta dispuesta a irse.
– Me falta práctica, me agarraste desprevenido… – se excusó él esperando a que ella decidiera no marcharse, pero tan solo logró que esta volteara a verle con otra sonrisa traviesa.
– Ya hablaremos… – habló Sakura antes de irse mientras colocaba su melena encima de un mismo hombro. – Nos vemos.
– Increíble… – se quejó Sasuke quedando ahí como un pasmarote, sin poder creer lo que acababa de ocurrir.
Fuera de la enfermería, subiendo las escaleras, la Haruno no hizo más que sonreír cual villana tras dejar con las ganas al Uchiha. Aun así, si lo suyo tenía que ir a algún lado, esperaba que tomara el camino que ella deseaba o parecido, por ende… Sasuke tenía que pedirlo.
– ¿Dónde puñetas está el Uchiha? ¿Escaqueándose? – se quejó Kiba en lo que se encargaba de posicionar los pupitres contra un rincón del aula junto los otros chicos.
– Déjale, Kiba… A diferencia de ti él se ha encargado de colgar las decoraciones del pasillo y no sé qué más, muchas llevan molestándole todo el día… mientras que otros solo se aprovechan de su altura, entre otras cosas. – explicó Shikamaru, quien pese estar harto del bunka-sai pese este no haber ni empezado, encontraba incapaz tomar un respiro.
– No es como si colgar cuatro globos fuera demasiado trabajo… – se burló Sai colocando una silla al revés encima de otra.
– ¿Enserio quieres que abra la boca, imbécil? – escupió el Nara evidentemente molesto con lo que el Shimura le había hecho a su mejor amiga.
– Debo suponer que estás del lado de Ino, eso no me sorprende… – habló el pelinegro sin voltear a mirar a Shikamaru quien tras una mueca de enfado le volteó hacia él mismo.
– No me vengas con esas, porque pudiste hacer las cosas de otra manera y luego te pasas el día quejándote de los demás. Ahora sal de mi vista, a no ser que quieras que Chouji y yo te partamos la cara. – avisó el castaño amenazante empujando a Sai hacia atrás, quien no tardó en obedecer al pedido, tras ver que ninguno de los que estaban cerca parecía estar de su parte.
– Si yo fuese tú, no habría dudado en hacerlo… – comentó Kiba descruzando los brazos mirando hacia donde Sai se había ido. – ¿Cómo está Ino?
– Temari y las demás están con ella, colaborando con otros cursos para no tener que estar aquí. – dijo Chouji desde su asiento. Era de los pocos que todavía seguían en su sitio, ya que era usado como mesa de herramientas.
– ¿Sakura también? – indagó el Inuzuka mirando con algo de extrañeza hacia Shikamaru.
– Lo dudo, todavía no han arreglado las cosas. – admitió él, cansado de todo el drama, como desearía estar en un descampado mirando las nubes ahora mismo, encima del regazo de su chica o tal vez abrazada a ella.
– Sakura parece estar muy molesta en comparación a otras veces, normalmente ya lo habrían dejado atrás. – expresó Kiba rascando su brazo pensativo.
– Tiene todo el derecho a estar molesta. – habló Neji acercándose a ellos, habiendo escuchado lo último dicho por parte de sus compañeros. – Subplantaron su identidad con rencor por beneficio propio y su mejor amiga estaba al corriente de todo. Yo también lo consideraría una traición por su parte.
– Ya, pero Sakura no tiene enemigos y no es su afán quedarse resentida. Sea por lo que sea. – Shikamaru solo pudo asentir en las palabras de Kiba, estaba de acuerdo.
– Por cierto, ella tampoco está aquí… – comentó Kiba mirando hacia dónde solía estar la Haruno en el aula para ayudar a los demás.
– En la parada tampoco estaba, ya terminó todo allí… – añadió Neji, quien esperaba poder encontrarla aquí para ayudarla, viendo que el Uzumaki no estaba.
– Tal vez sí esté con las chicas… – sugirió el Inuzuka alzando sus hombros queriendo dar poca importancia al asunto.
Fue en eso que Temari entró al aula acompañada de una triste, llorosa Yamanaka, junto Hinata y Tenten, quienes pronto se unieron a las labores de decoración junto a los demás frente a varias miradas por parte de curiosos que no dudaron en cuchichear sobre ella entre si, de lo ocurrido no hace mucho. Sakura no estaba con ellas. Una corazonada le decía a al Nara que se encontraba con cierto Uchiha, justo en el momento que vio como Naruto también se adentraba al aula despreocupadamente.
Al llegar a casa en coche, Hinata y su hermano bajaron del suyo, asombrándose un poco al ver que había una limusina aparcada fuera de su finca. Lo que indicaba que su padre se encontraba con alguien por temas relacionados con el trabajo.
Entrando por la puerta principal, los tres primos, ya que Neji iba con ellas solo que usó el otro vehículo como siempre, fueron recibidos por tres asistentas, quienes hicieron la usual reverencia cuando se pararon frente a ellas. Se escucharon algunas voces provenientes de la sala de estar. Algo extraño para ambas adolescentes, quienes normalmente se encontraban con su padre encerrado en su despacho cuando habían compañeros de trabajo de su padre.
Neji, sabiendo lo que ocurría de sobra, se quitó sus mocasines sin hacer uso de sus manos, le tendió su chaqueta estudiantil y bolsa a su asistenta para enseguida ponerse en marcha hacia su habitación. Si se le requería abajo, ya le harían llamar. Con una última mirada a su prima mayor, subió por las escaleras en silencio, sin abrir la boca.
Hiashi se excusó de la sala y se levantó del sofá tras dejar la taza de té encima de la mesa, guardando su teléfono en el bolsillo de su pantalón de traje de corbata de color negro. Ajustándose la corbata, caminó hasta la entrada de su hogar para caminar hasta la habitación de su hija mayor.
Entró sin llamar a la puerta, encontrándose con su hija sacando las cosas de su bolsa frente al escritorio de su habitación en silencio.
– Haz tus deberes después, Hinata. – habló él con seriedad todavía con la mano en el pomo de la puerta. La mencionada le miró tragando saliva. – Quítate todo ese maquillaje de la cara, que pareces una pordiosera y vístete con algo decente. Cuando acabes, baja al salón rápidamente. Tienes visita.
– Ah, antes de que se me olvidé, se rompió la joya que te regaló Toneri por lo que la mandé a arreglar. Tuve que despedir a tu antigua asistente que la dejó en tu habitación, ya que fue ella quien seguramente la rompió, la encontramos con la joya en sus manos libremente. Te quiero ver con ella puesta. Iremos a cenar a un restaurante de lujo, así que date prisa. – sintiendo alguien detrás de él se encontró con otra asistente sosteniendo el vestido que se había elegido para la pelinegra mismamente.
– Que esté lista en media hora, no quiero llegar tarde a la reserva. – ordenó Hiashi dejando pasar a la asistenta que solo se inclinó ante el pedido con temor, para rápidamente marcharse cerrando la puerta de la estancia, sin llegar a ver como a su hija se le escapaba una lágrima de los ojos. Al verse acorralada de nuevo, como siempre.
Cincuenta minutos más tarde, Hinata bajó seguida por la asistenta que ayudó a prepararla, quien parecía mirar a la pelinegra con cierto odio sosteniendo los zapatos que esta iba a vestir para la salida.
– Señorita, la esperan en la sala. – anunció otra asistenta mientras le indicaba con una mano hacia donde tenía que ir.
Hinata suspiró con desgana, pero no tuvo más remedio que seguir las indicaciones para mantener la fiesta en paz con su propio padre, si algo salía mal esta noche, lo pagaría con ella de alguna forma.
El mayordomo le abrió la puerta, justo al entrar los hombres de la habitación salvo Neji se levantaron del sofá.
Había visto a Toneri de lejos, en muchas de las fiestas para fundaciones benéficas organizadas por la empresa de su padre en colaboración con otras sociedades del país, siempre le había parecido un tanto perturbador e inquietante. De lejos, sentir la mirada de él sobre ella, le provocaba escalofríos. No quería cuestionar su instinto sobre ello, pero ahora no podía evitarlo. Iba a ser obligada a interactuar con el albino.
– Ella es Hinata, mi hija mayor. – la presentó su padre mientras la mencionada no osaba alzar la vista del suelo, de sus piés.
– Es la viva imagen de su madre. – reconoció la mujer sentada al lado de Toneri, también albina. Hinata la reconoció por la voz, Kaguya. Tendría que haberlo imaginado, esa arpía quería involucrarse desde hace tiempo, de alguna manera con los de su apellido. ¿Qué mejor momento oportuno, ahora que faltaba menos de un año para que ella cumpliera la mayoría de edad? – Muy guapa.
Neji apoyó la cabeza contra los dedos de su mano, habiendo apoyado su brazo en el respaldo del sofá para estar más cómodo, observando la escena. Lo encontraba aburrido y tedioso, honestamente hubiera preferido quedarse ayudando para el festival de mañana, pero como excusa su tío había encargado docenas de muffins y otros aperitivos para servir durante el evento, por lo que nadie se iba a atrever a decir nada.
– ¿Dónde está Hanabi? ¿Se unirá a nosotros? – preguntó Kaguya tomando su caro birkin de edición limitada del costado del sofá.
– No, ella tiene que estudiar. – respondió su padre seriamente mientras miraba su reloj, se acercó a su hija sin cambiar de expresión para susurrarle algo al igual que la asistente a cargo, la cual se inquietó bastante. – Creí pedirte que te dieras prisa, hablaremos de eso al regresar.
– ¿Nos ponemos en marcha? – invitó el patriarca, dejando que la matriarca Otsutsuki se colocara a su lado como si nada y rápidamente empezar a hablar de que sabe que contrato empresarial.
Un simple ramo de rosas rojas llegó a su vista, Hinata colocó sus ojos en el muchacho frente a ella, aceptando con una educada y tímida, pero no menos incómoda, el obsequio por parte de Toneri, el cual mantenía la mirada fija en ella. Neji no pudo evitar poner los ojos en blanco.
– Te ves muy hermosa. – habló el Otsutsuki deleitándose con la vista frente a él, sin poder evitar sonreír complacido viendo el obsequio que le regaló en la muñeca de la pelinegra. – Después de usted.
Hinata forzando una sonrisa para darse ánimos, pronto cambió su sonrisa por una expresión seria. Caminando al lado del muchacho, su futuro prometido.
La cena prometía ser un tedioso mormón.
Ya en el restaurante, en medio del primer plato, los presentes en la mesa a no ser que fueran los adultos hablando de negocios, como era usual, se encontraban en completo silencio en la sala privada donde no había personas hablando por lo bajo desde otras mesas, solo se podía apreciar la melodía de una canción de piano a través de unos altavoces dentro de la habitación.
Neji se mantuvo callado en todo momento de la cena, comiendo en silencio, como no se dirigían a él, empezó a cuestionar por qué su tío lo hizo asistir. Ignorando el tema de conversación que había sido empezado por el mismo Hiashi, no se dio cuenta cuando este le llamó.
– Perdón, estaba pensando en algo referente a las clases. – se excusó el moreno mirando al patriarca quien asintió comprendiendo.
– En eso, Toneri y tú os parecéis. Concentrados en los estúdios, no es de extrañar que estés en la lista de honor. Dime Neji, ¿Estás interesado en alguien? Te puedo presentar a la heredera de la franquicia farmacéutica Yoshikawa. – propuso Kaguya colocando algo de sushi con caviar en su plato.
– Se agradece, pero no. Estoy interesado en alguien, la estoy cortejando. – afirmó el tomando algo de agua de su copa, mirando hacia su prima que se atrevió a disimular una burla con algo de tos.
– ¿A sí? ¿Cómo es que me entero de eso ahora, Neji? – preguntó Hiashi con curiosidad al descubrir que su sobrino estaba interesado en alguien. – ¿Quién es la joven?
– Alguien brillante, fuerte y muy inteligente, siempre ha estado en la lista de honor igual que yo. – respondió él como si nada, la Haruno era alguien perfecto a sus estándares. Lo ideal en lo que buscar en una mujer a su modo de ver. Alguien que le parecía capaz de encajar con él en general, por eso le fascinaba. No solo le fascinaba su sonrisa, la encontraba impresionante y digna de admirar. Alguien bello mirara por donde lo mirara, estaba ensimismado con ella. Era perfecta, sin ningún defecto.
– ¿Cómo se llama? – indagó curioso moviendo circularmente su copa de vino para que su sabor fuera mejor.
– La vio no hace mucho, tío. Solo que no tuve tiempo a presentarla ante usted. – informó Neji con seguridad, convencido de que a Hiashi le gustaría la Haruno fuera como fuera. – Su nombre es Sakura. Sakura Haruno.
– Hm… Bien. – musitó el padre de Hiashi complacido, habiendo oído hablar de la joven por parte de Hiruzen. – Adelante entonces.
Una copa rompiéndose distrajo a todo el mundo salvo a Hinata, la cual había estado golpeando sutilmente la copa en su mano contra el lateral de la mesa con obvia molestia hasta romperla sin querer, manchando su vestido.
– Discúlpenme, iré al servicio. – habló ella intentando disimular su desdén ante el tema de conversación.
– Invítala un día de estos a cenar, deseo conocerla, si tan brillante dicen que es. – ofreció Hiashi tranquilamente en lo que Hinata se alejaba de ahí, abriendo la puerta, escuchando la afirmación por parte de su primo.
¿Brillante? La Haruno podía tener muchas cualidades, pero eso no la restaba de defectos. Era una sabelotodo, una embustera, una manipuladora, violenta, mentirosa. ¿Perfecta? Ya claro. Cada vez que aparecía en su mente enseguida le seguía el mismo pensamiento, la misma reacción que cuando ves la mona lisa al museo por primera vez. No es la gran cosa.
Todo el mundo tenía grandes expectaciones por la Haruno al parecer, pero la realidad era que la susodicha carecía de muchas virtudes. Una vez en el aseo de mujeres, tomó una toalla de manos para secar la enorme mancha de su vestido color crema.
– No soy más que una envidiosa perdedora… – reflexionó con mal humor la pelinegra fregando con fuerza la prenda.
Intentaba cualquier tontería, ella siempre destacaba más. ¿Acaso nadie se percataba de cuánto se esforzaba? Siempre daba su mejor empeño, tocaba con maestría cualquier pieza de viento con su violín hasta que le sangraban los dedos, ella también sacaba buenas notas.
La posibilidad de que Neji terminara de novio con Sakura, por más que eso le diera ínfimas posibilidades de acercarse de nuevo con Naruto si este se rendía, algo que dudaba que ocurriera a estas alturas, muy para su desgracia, no le agradaba en absoluto. El sonido de una de las cisternas del aseo sonó, para justo después el sonido de un pestillo y de una puerta abrirse se pudiera escuchar dentro de la habitación, no estaba sola.
Esto tenía que ser una broma, ¿Es que acaso tenía que verla en todas partes? ¿Qué hacía ahí?
Con un vestido ajustado de tirantes de color verde cocodrilo, con la falda de tipo circular a medio muslo dando un toque casual y elegante a la vez, conjuntado con unas sandalias de tacón ancho altos de color negro a juego con la fina chaqueta que colgaba de sus hombros atada de su cuello por un fino nudo. El cabello recogido en un moño bajo, de aspecto rebelde, con su rostro maquillado a la perfección.
– ¿Qué haces aquí? – cuestionó ella hastiada, no logrando controlar su desgana al encontrarla aquí.
– No sé dímelo tú, ¿Qué hace la gente dentro de un baño? – respondió la Haruno lavando sus manos mirando su propio reflejo, sin darle mayor importancia en encontrarse con ella ahí.
– Estúpida… – murmuró ella volviendo con la labor de antes, limpiar su prenda.
– Veo que estás más dispuesta a mostrar tu verdadera personalidad, por lo que me han entrado ganas de obsequiarte algo. – comentó Sakura tomando algo de su pequeña cartera negra, un llavero de papel maché en forma de girasol hecho a mano.
– No me interesa para nada lo que tengas que decirme… – zanjó ella mirando con desprecio al objeto encima del mármol del baño.
– Vaya, eso me sorprende, teniendo en cuenta que se trata de lo que andabas buscando con ímpetu ese tarde en el vertedero del instituto. – comentó la pelirrosa logrando que la pelinegra se quedara de piedra, poco a poco, colocó su mirada gris en su compañera de clase. – Fue muy divertido verte hurgar por montañas de basura.
– Qu… tú… – musitó la Hyuga empezando a temblar mirando el objeto. – Mis cartas…
– Pensaba enviártelo mucho antes, pero con los exámenes y ahora el festival, entre muchas otras cosas, no he tenido tiempo. – confesó pasivamente la ojiverde sin ocultar la sonrisa burlona ante la expresión de la prima de Neji ¿Dónde quedaba la verdadera cara de la prima de Neji, ahora?. – ¿Creías que no te la iba a devolver nunca, Hinata? Agradece, que no me haya encargado de ti de la misma manera que como lidié con Watanabe, lo cual por cierto, deberías agradecerme también. Con ella fuera del mapa, ya no eres objeto de burlas.
– Ódiame tanto como quieras, me da lo mismo guapa, pero cruzas la línea conmigo de nuevo y no dudaré en darte por dónde más te duele. – terminó Sakura tirando al cubo de toallas sucias la prenda en sus manos como si nada, encestando a la primera y rápidamente darse la vuelta, dejando a una muy enfadada Hyuga que la miraba a punto de estallar.
En un arrebato de ira tras quedarse mirando por unos segundos el "obsequio" de la Haruno escuchando los tacones de esta sonar por la habitación, Hinata no aguantó más y caminó con prisa agarrando con fuerza al brazo de su ex amiga, clavando sus uñas, dispuesta a darle una bofetada, se lo merecía, pero su pié se escurrió de su sandalia de tacón rompiendo este, cuando la pelirrosa se zafó del agarre en su brazo con facilidad, haciéndola caer al suelo estrepitosamente, cayendo encima de miles de toallas y baberos malolientes.
– ¿Quieres que te eche una mano? – cuestionó ella más por inercia que por otra cosa, colocando una mano en su cintura, mirando como la pelinegra se levantaba con algo de dificultad del suelo, sintiendo como un babero manchado se le quedaba pegado en su cabeza. Ocultando su rostro con sus largos mechones negros, no queriendo que la miraran llorar, no pudo evitar que el primer sollozo se escuchara dentro de la estancia.
– Aléjate, márchate… – pensó con desprecio de rodillas contra el suelo, sollozando a la vez que gemía de dolor.
Sakura por su parte, suspiró silenciosamente, era revivir algo que ya había ocurrido. Negando con la cabeza, disipó las ganas de marcharse ahí sin más. Por lo que avanzó hacia ella y por lo menos, la ayudó a sentarse en las baldosas del suelo.
– No estoy feliz de haber tenido que hacer eso, espero que lo entiendas. – informó la pelirrosa refiriéndose a lo del llavero. – El día en que dejes de enfocar tu atención en lo que escaseas y menosprecias de ti misma, en que dejes de odiar a gente diferente a ti solo porque crees que son mejores que tú… Lograrás pasar página.
– Tú no sabes nada sobre mí. – habló Hinata sin mirarla, apartando el rostro en dirección contraria. – No me conoces…
– Tú tampoco me conoces a mi. – afirmó ella levantándose sin apoyarse con sus manos y encaminarse de vuelta a la puerta del baño. – Mantengo lo que dije, si vuelves a sobrepasarte conmigo, lo pagarás todavía más caro.
Sin decir nada más, la Haruno abrió la puerta y desapareció, dejando a la heredera del clan Hyuga completamente a solas, hecha un mar de lágrimas, completamente humillada por sus propias acciones.
Antes de ingresar de nuevo en la sala del restaurante, Sakura frenó justo detrás del biombo que quedaba en el lateral de su mesa. Había tenido que asistir a una cena por obligación tras mucha insistencia por parte de su padre, quien se había plantado frente al instituto de nuevo, insistiendo con que quería presentarla ante su familia por milésima vez.
– ¿Vamos a tener que cenar con ella a menudo a partir de ahora?. – cuestionó la voz de su hermanastra. Shion.
– No eres la única que desearía estar en otro lado, ¿De acuerdo? Te recuerdo que si estamos es por lo que te dije hace tiempo, es la mejor opción que tenemos. – habló su madrastra seriamente, se escuchó como se servían agua en las copas de su mesa. Esas palabras le parecieron extrañas a la Haruno.
– No veo por qué debería estar yo aquí, papá puede insistir todo lo que quiera, pero ella no ha entablado ninguna conversación conmigo o contigo. Por lo que me has contado sobre Mebuki, se parece demasiado a ella. – dijo Shion en tono de burla, la pelirrosa entonces volteó a ver a través del biombo logrando definir las expresiones de ambas mujeres en la mesa.
– Tienes la suerte de no haber conocido a esa mujer, créeme. No sería de extrañar que su hija terminara siendo igual que ella o como sus abuelos. Los errores de su hija les convirtió en un par de obsesionados con el dinero, por eso quisieron deshacerse de esa casa lo más pronto posible, con la esperanza de encontrar lo que su hija les robó al huir de casa, para venderlo como lo demás. Humillante. – explicó Ume con desprecio, sin reparar en su presencia en absoluto. Sakura no pudo evitar apretar el asa de su bolso.
– ¿Por qué tarda tanto papá? – quiso saber su medio hermana mirando hacia la terraza del restaurante, donde se encontraba el susodicho hablando por teléfono. – Ojalá Sakumo estuviera aquí con nosotros… No es justo.
Sakura también puso la mirada en su padre. ¿Acaso la defendería si escuchara a su familia hablar así de ella? En absoluto, ninguno de ellos parecía tener empatía por ella. ¿Para qué quedarse en dónde no se sentía a gusto? Había cometido un error en malgastar su tiempo con personas así, con quienes no se tomaban la molestia de conocerla. Era obvio que esto era una encerrona.
Habiendo terminado de cenar, Sakura se levantó de su asiento con ayuda de un camarero, siguiendo a su padre y a las demás en silencio. No había abierto de nuevo la boca en lo que quedaba de cena. Agradeció pasar desapercibida.
En eso, su padre apartó la mano de su mujer de su brazo, pidiendo que ella y su hija se dirigieran al recibidor. Algo que ambas no dudaron en obedecer.
– Sakura, gracias por venir. Podemos hacer eso más a menudo si te parece bien. – la mencionada no pudo evitar mirar hacia un lado incómoda.
– Lo pensaré, estoy cansada y mañana tengo que levantarme temprano. – antes de que Kizashi pudiera proponer la idea de llevarla a su casa, ella volvió a hablar. – Me ha pedido un taxi. Gracias por la cena.
Sin esperar a una despedida por su parte, algo que su padre encontró como usual, al saber que su relación tenía mucho en lo que sanar, se quedó mirando como la pelirrosa se marchaba en silencio, con algo de tristeza y arrepentimiento. Miró a su mujer, que le miraba con los brazos cruzados. Shion miró a su hermanastra ignorarla de nuevo al pasar frente a ella, fuera del restaurante.
– Le pediré a papá que me compre los mismos zapatos que lleva… – pensó simplemente mirando a sus pies que vestían unas simples bailarinas de charol con tacón ancho de lazo en la parte superior, de manera muy superficial. – Se verían divinos en mi…
Minutos después, padre, madre e hija se encontraban en el recibidor para pagar, pero el primero no encontraba la cartera. Esperando encontrarla en los bolsillos de su americana, tampoco encontró las llaves de su coche. ¿Qué estaba pasando? ¿Le habían robado?
– ¿Algún problema, señor? – dijo el empleado que les estaba atendiendo.
– ¿Kizashi? – preguntó Ume extrañada ante el nerviosismo de su marido.
– No encuentro mi cartera ni las llaves del coche… – comentó él, rebuscando entre todos sus bolsillos intranquilo.
– Tienes que estar de broma… – habló la rubia sin llegar a creer lo que estaba sucediendo ahora mismo, mientras que él empleado suspiró para rápidamente tomar su teléfono para llamar al supervisor de sala. No iba a dejarles marchar sin pagar.
Sakura se quedó mirando a lo lejos lo que les estaba sucediendo a esos tres, alguien se colocó a su lado, por lo que no dudó en tenderle una propina de varios billetes al empleado del restaurante que le había hecho cierto servicio, el cual los tomó disimuladamente con una sonrisa de satisfacción.
Nadie se había percatado del objeto flotando en la enorme pecera de agua salada llena de peces, ni del otro que yacía al fondo de la misma debido al peso. Las llaves del coche.
– Su taxi se encuentra esperándola en la entrada, señorita. – comentó el chico ojeando la cantidad acordada de su recompensa en metálico y sin más regresar a su labor de limpieza.
Con una última mirada, la Haruno ojeó como el gerente empezaba a ser gritado por su madrastra, causando una escena, frente a su esposo e hija. Otros clientes voltearon a verlos, algo que le hizo negar con la cabeza.
¿Que se parecía a su madre? Ojalá esta tuviera su inteligencia, esa mujer, su medio hermana, su padre lo llevaban claro si creían que podían pasarle por encima.
Por su bien, espero que no tomen la iniciativa de hacer lo que hace Sakura en esta última escena. O si, si es que creen que la persona que se la juega se lo merece, pero no me culpen si les sale mal -Muahahaha-
Les prometí profundizar más a Neji sobre sus sentimientos y pensamientos en cuanto a Sakura y eso intenté, espero saber vuestra opinión, así que ya me diréis. No os pido que me habléis de Hinata, a estas alturas, aunque vuestras teorías siempre son interesantes de leer.
¿Recuerdan que les dije que tenía que ocurrir algo con Naruto? ¿Qué él tenía que elegir algo? En capítulos anteriores sucedió pero por si no les había quedado claro, era esto. Espero haberme expresado correctamente en el capítulo, si no lo hice bien, diganmelo, para corregirlo. Porfis.
¿Se esperaban lo de Sai y Karin? Espero que sí, intenté ser bastante obvia, pero nunca se sabe. No los juzgo si pensaban que iba a ir por otro camino. Ya verán cómo evoluciona este drama. La verdad es que considero a estos dos un par de imbéciles, pero bueno. Sai no es el más sabio y Karin, en fin… Qué decir sobre ella. Antes de que me lo digáis, ya lo sé. I know. Sé que estos dos hacen una pésima pareja. ¿Hará Ino algo? Repito que no odio a ningún personaje de la saga.
Ahora a lo más importante ¿Les gustó la escena entre Sakura y Sasuke? Si supieran cuantas veces borré y volvía a empezar la escena, fliparían. Mordí del estrés mi almohada escribiendo todo, quedaba a cada rato insatisfecha e infeliz.
¿Curiosos sobre Kizashi y su familia? Creo que dijeron algo interesante en el restaurante.
Sin más que decirles, espero que les haya gustado el capítulo.
Un beso enorme y les agradezco de corazón que lo hayan leído.
Hasta la próxima.
