Notas: Próximo capítulo, Longbourn.
PPP
Fines de diciembre 1812
Tantas cosas habían pasado en los últimos meses, que a Darcy le parecía que había pasado una eternidad desde que Elizabeth Bennet estuvo en Pemberley. No había día que no pensara en ella, y añorara volver a verla.
A los pocos días que los Gardiner y Elizabeth regresaron a Longbourn, Georgiana le escribió una carta a Elizabeth, y le preguntó si podían pasar a visitarla cuando fueran a Londres. Para su deleite, Elizabeth respondió que con gusto esperaba su visita. Por las cartas de Elizabeth, se enteró que Bingley se había casado con la Srta. Bennet.
Hacía varios meses que Bingley no le escribía, y si bien no se habían peleado, la relación entre ambos se había deteriorado después que volvieron de Hertfordshire. La noticia de la boda lo sorprendió muchísimo, ya que recordaba muy bien una de las últimas conversaciones que tuvo con Bingley después que regresó de su visita anual a Rosings.
Mediados de abril 1812 - Despacho de Bingley
Muy pocas veces Darcy visitaba a Bingley en su casa, pero después de titubear por más de una semana, su consciencia dictaba que debía decirle toda la verdad. Sabía que era muy probable que Bingley se enojara con él, y no quisiera continuar la amistad. Aunque lo cierto era, que hacía más de tres meses que no se veían.
Al ver a Darcy, Bingley lo saludó con su característico entusiasmo, "Es un gusto verte nuevamente, Darcy. ¿Cómo te fue en Rosings?"
Sin darse cuenta, Darcy frunció el ceño. A pesar que ya habían pasado varios días desde que la Srta. Elizabeth lo rechazó, aún le dolía pensar en Rosings. Respiró hondo, y después de unos segundos respondió, "Precisamente quiero hablar contigo sobre mi visita a Rosings."
Bingley lo miró sorprendido, y Darcy rápidamente agregó, "Me encontré con la Srta. Elizabeth Bennet en Rosings."
Más sorprendido aun, Bingley preguntó, "¿¡Con la Srta. Elizabeth Bennet!?¿Qué hacía en Rosings?"
"Estaba hospedándose en la casa parroquial. Su primo es el pastor de Lady Catherine, y la hija mayor de Sir William se casó con él."
"Me imagino que fue una sorpresa encontrarte con ella. Pero no entiendo que tiene que ver ella con lo que quieres hablar conmigo."
Darcy respiró hondo, lo miro a los ojos y respondió, "No he sido un buen amigo contigo, Charles. No debí nunca haberme entrometido en tu vida y aconsejado que te olvidarás de la Srta. Bennet..."
Bingley lo interrumpió, "Hiciste lo correcto, Darcy. Estoy muy agradecido por tu intervención. Salvo una cara bonita y dulce temperamento, la Srta. Bennet no tiene nada más que ofrecer a un hombre. Mis hermanas y tu tenían razón, hay decenas de damas muy bonitas, y con una buena dote en Londres."
Darcy lo miró muy sorprendido, y dijo, "Pero, estabas enamorado de ella. Pensabas cortejarla..."
"Del mismo modo que estuve enamorado de la Srta. Evans y la Srta. Middleton. La Srta. Bennet era, a mi gusto, la joven más bonita de Meryton. Por unas semanas pensé que estaba enamorado de ella. De hecho, me costó unos meses olvidarla, pero lo logré. No tengo interés en regresar a Netherfield y cortejarla." Bingley sonrió levemente. Darcy no tenía forma de saber, que Bingley estaba pensando en su hermosa amante, Ariadne.
Darcy asintió, y decidió no hablar más sobre la Srta. Bennet. Su consciencia estaba más tranquila.
Presente
Unas semanas antes de partir a Londres, una fuerte epidemia de viruela se expandió muy rápido por Lambton y los alrededores. Lamentablemente, Georgiana se contagió de la terrible enfermedad, y por unas semanas estuvo al borde de la muerte. Dado que Darcy se había vacunado unos años atrás, logró no contagiarse de la enfermedad.
Por miedo al contagio, varios de los sirvientes se fueron de Pemberley, otros estaban enfermos o perecieron. La Sra. Reynolds, que había sobrevivido a la viruela cuando era niña, hacía todo lo posible para mantener la casa en funcionamiento, y cuidar de sus jóvenes patrones.
Ese era el primer día que Darcy se sentía relativamente optimista por sobre el futuro. Si bien Georgiana estaba aún muy pálida y había perdido mucho peso, el doctor le había asegurado que lo peor ya había pasado, y se iba a recuperar.
Con ternura tocó la frente de su hermana, y comprobó que prácticamente ya no tenía fiebre. Posteriormente se lavó las manos con agua limpia y jabón. Era imprescindible mantener una estricta higiene para evitar los contagios.
Esperaba que unas semanas todo volviera a la normalidad, y poder viajar a Longbourn.
